Primero tenemos que distinguir qué es el juicio final de este sistema de cosas. A tal fin te adjunto para tu tesis información sobre el profeta Daniel y Jesús referente a este perÃodo de juicio que dentro de poco vendrá sobre la tierra.
¿Estamos viviendo en “el tiempo del fin”?
LA CENA fue desconcertante. Mientras él miraba a través de la ventana de un restaurante en el centro de Manhattan, Nueva York, desde donde se podÃa ver “Times Square”, sus ojos se movÃan rápidamente de un lado a otro observando tres diferentes relojes digitales que indicaban la hora con números de gran tamaño. Uno mostraba las 11.28. Otro, como dudando de lo tarde que era, estaba atrasado y tenÃa las 11.26, mientras que el tercer reloj impacientemente se adelantaba y marcaba las 11.29.
‘En realidad, un minuto o dos no importa’, quizás diga usted. Sin embargo, trate de convencer de este hecho a una persona que haya perdido el autobús, tren o avión, no por unos minutos, ¡sino por segundos! El conocer la hora exacta es importante. Y más importante aún es saber dónde estamos respecto al horario de Dios.
La posibilidad del dÃa del juicio final
Por supuesto, como usted quizás sepa, por siglos la gente ha hablado sobre “el tiempo del fin”, el cual algunos llaman ‘el fin del mundo’ o ‘el dÃa del juicio final’. El profeta Daniel habló acerca de él hace unos 25 siglos. (Daniel 12:4.) Pero hoy dÃa, según el escritor independiente James David Besser, “ya no se requiere fe religiosa o sobrenatural para aceptar la posibilidad del dÃa del juicio final; lo único que se requiere es ver los noticiarios de televisión”. ¿No concuerda usted con esto?
Sin duda, la televisión hace más fácil que nos enteremos de noticias procedentes de todas partes del mundo al trasladar la acción hasta nuestro propio hogar. Hace que los problemas parezcan tener mayor urgencia y sean más personales. Nos recuerda que la ciudad o el pueblo podrÃa ser desintegrado en una catástrofe nuclear, que el hijo o la hija podrÃa llegar a ser vÃctima de una ola de crÃmenes, que la madre o el padre podrÃa ser retenido como rehén en un ataque terrorista... existe la posibilidad de que nos encaremos a cualquiera de estos problemas. No obstante, tales posibilidades en sà no prueban que el dÃa del juicio final nos sobrevendrá dentro de poco. Pero sà contribuyen mucho a que parezca más probable, lo cual hace que la pregunta ¿estamos viviendo en “el tiempo del fin”? cobre mayor urgencia aun.
Jesús, Daniel y el fin del mundo
Hace más de 19 siglos, los discÃpulos de Jesús le preguntaron: “¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas [“del fin del mundo”, Versión Popular]?”. (Mateo 24:3.) Al darles una señal, Jesús habló de muchas pruebas, las cuales en conjunto indicarÃan que habrÃamos llegado a “la conclusión del sistema de cosas”. Abra su Biblia en los capÃtulos 24 y 25 de Mateo, capÃtulo 13 de Marcos y capÃtulo 21 de Lucas, y considere usted mismo las pruebas.
Quizás le sorprenda descubrir que lo que está leyendo suena muy parecido a un resumen de los noticiarios de televisión de hoy dÃa. Leerá acerca de guerras, grandes terremotos, pestes y escaseces de alimento, todo esto a escala mundial. También leerá acerca de “angustia de naciones, por no conocer la salida”, y de personas que “desmayan por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada”. ¿PodrÃa usted hallar palabras más apropiadas que estas para describir la situación mundial de la cual hablan tanto los programas de televisión hoy dÃa? (Lucas 21:10, 11, 25, 26.)
Esta poderosa evidencia circunstancial de que estamos viviendo en “el tiempo del fin” no es todo lo que tenemos. Como hemos indicado antes, hallamos prueba que corrobora esto al retroceder otros 500 años hasta los dÃas del profeta judÃo Daniel. Jesús se refirió a él por nombre y señaló al cumplimiento de su profecÃa. (Compárese Mateo 24:3, 15, 21 con Daniel 11:31; 12:1, 4.) Al hacer esto Jesús mostró que no consideraba que las palabras de Daniel, registradas en el “Viejo Testamento”, fueran anticuadas o insignificantes. Nosotros tampoco debemos considerarlas asÃ.
Note la similitud entre las palabras de Daniel y las de Jesús, según se muestran arriba. Luego pregúntese: ‘¿No estaban ellos refiriéndose a la misma cosa?’.
Es obvio que tanto Daniel como Jesús predijeron la misma cosa, “el tiempo del fin”, durante el cual Cristo estarÃa presente con poder real. Al final de ese espacio de tiempo, él aniquilarÃa a todos sus enemigos aquà en la Tierra en una gran tribulación. Pero el pueblo de Dios sobrevivirÃa.
¿Desea usted estar entre los sobrevivientes? Entonces considere las pruebas que Daniel presenta sobre “el tiempo del fin”. Nos ayuda a saber en qué punto, exactamente, nos hallamos en el horario divino.
“Y en cuanto a ti, oh Daniel, haz secretas las palabras y sella el libro, hasta el tiempo del fin.” (Daniel 12:4.)
DANIEL
“En el tiempo del fin [...] se pondrá de pie Miguel [Jesucristo] [...] y ciertamente ocurrirá un tiempo de angustia como el cual no se ha hecho que ocurra uno desde que hubo nación. [...] Y durante aquel tiempo tu pueblo escapará.” (Daniel 11:40; 12:1.)
JESÃS
“¿Qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas? [...]
”Habrá gran tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo [...]
”A menos que se acortaran aquellos dÃas, ninguna carne se salvarÃa; mas [...] aquellos dÃas serán acortados.” (Mateo 24:3, 21, 22.)
Y ahora con respecto a la llegada de Cristo te adjunto otra información. Aunque es extensa , pienso que te servirá para el trabajo que tenés que preparar.
PRESENCIA
La palabra griega pa•rou•sÕa, que suele traducirse por “presencia”, se forma con pa•rá (junto a) y ou•sÕa (derivada de ei•mÃ, “ser” o “estar”). Por consiguiente, pa•rou•sÕa significa literalmente la “acción de estar junto a [algo]”, es decir, “presencia”. En las Escrituras Griegas Cristianas se usa esa palabra 24 veces, la mayorÃa de ellas con relación a la presencia de Cristo en conexión con su Reino mesiánico. (Mt 24:3; véase apéndice de NM, pág. 1576.)
Muchas versiones difieren en la manera de traducir esta palabra. En algunos textos traducen pa•rou•sÕa por “presencia”, pero con más frecuencia la traducción es “venida”. Este hecho ha dado base a la expresión “segunda venida” o “segundo advenimiento” de Jesucristo (adventus [“advenimiento” o “venida”] es la manera como la Vulgata latina traduce pa•rou•sÕa en Mt 24:3). Aunque la presencia de Jesús implica forzosamente su llegada al lugar donde está presente, traducir pa•rou•sÕa por “venida” coloca el énfasis en la llegada y oscurece su subsiguiente presencia. Aunque los lexicógrafos admiten “llegada” y “presencia” como traducciones de pa•rou•sÕa, por lo general reconocen que la idea principal que transmite esa palabra es la presencia de la persona.
El Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento (de W. E. Vine, 1984, vol. 1, pág. 50) dice: “PAROUSIA [...] denota tanto una llegada como una consiguiente presencia con. Por ejemplo, en una carta sobre papiro [escrita en griego] una dama habla de la necesidad de su parousia en un lugar a fin de [atender] unos asuntos relacionados con su propiedad allÃ. [...] Cuando se usa del retorno de Cristo, en el Arrebatamiento de la Iglesia, significa no meramente Su llegada momentánea a por Sus santos, sino su presencia con ellos desde aquel momento hasta Su revelación y manifestación al mundo”. El Diccionario de la Biblia (edición de SerafÃn de Ausejo, Barcelona, Herder, 1981, col. 1451) explica que “en el mundo helenÃstico de oriente se halla la palabra [pa•rou•sÕa] [...] como término clásico para designar la visita oficial del rey o del emperador”. (Véase también Mt 24:3, BJ, nota.)
Aunque, por supuesto, los escritos seglares griegos sirven de ayuda para determinar el sentido de este término griego, aún es más eficaz examinar el uso que se le da en la misma Biblia. Por ejemplo, en Filipenses 2:12 Pablo dice que los cristianos filipenses obedecÃan “no durante [su] presencia [pa•rou•sÕai] solamente, sino ahora con mucha más prontitud durante [su] ausencia [a•pou•sÕai]”. Igualmente, en 2 Corintios 10:10, 11, después de referirse a los que decÃan que ‘sus cartas eran de peso y enérgicas, pero su presencia [pa•rou•sÕa] en persona era débil y su habla desdeñable’, Pablo añade: “Tome en cuenta esto tal hombre, que lo que somos en nuestra palabra por cartas estando ausentes [a•pón•tes], eso mismo también seremos en acción estando presentes [pa•rón•tes]”. (Compárese también con Flp 1:24-27.) De modo que el contraste se hace entre presencia y ausencia, no entre llegada (o venida) y partida.
En vista de lo antedicho, J. B. Rotherham explica en el apéndice de su versión inglesa (pág. 271): “En esta edición la palabra parousia se traduce de manera uniforme por ‘presencia’ (se ha descartado ‘venida’ como traducción de esta palabra). [...] El sentido de ‘presencia’ se muestra de manera tan clara en contraste con ‘ausencia’ [...] que la pregunta que surge naturalmente es: ¿por qué no traducirla siempre asÃ?”.
De las palabras de Jesús registradas en Mateo 24:37-39 y Lucas 17:26-30 se desprende que su pa•rou•sÕa no es simplemente una venida momentánea seguida de una rápida partida, sino, más bien, una presencia que abarca un perÃodo de tiempo. En esos pasajes se comparan los “dÃas de Noé” con “la presencia del Hijo del hombre” (“los dÃas del Hijo del hombre”, según el registro de Lucas). Por lo tanto, Jesús no limita la comparación a la venida del Diluvio como un punto culminante final durante los dÃas de Noé, aunque muestra que su propia “presencia” (o “dÃas”) verá una culminación similar. Como los “dÃas de Noé” en realidad abarcaron un perÃodo de años, hay base para creer que la predicha “presencia [o “dÃas”] del Hijo del hombre” abarcarÃa de igual manera un perÃodo de años, que culminarán con la destrucción de los que no presten atención a la oportunidad que se les da de buscar liberación.
La naturaleza de la “parousÃa” de Cristo. No cabe duda de que una pa•rou•sÕa o presencia puede ser visible; en realidad en seis de las ocasiones que aparece la palabra se refiere a la presencia humana y visible de hombres como Estéfanas, Fortunato, Acaico, Tito y Pablo. (1Co 16:17; 2Co 7:6, 7; 10:10; Flp 1:26; 2:12.) No obstante, una pa•rou•sÕa también puede ser invisible, como lo indica el uso que hace Pablo de la forma verbal relacionada (pá•rei•mi) cuando habla de estar “presente en espÃritu” aunque ausente en cuerpo. (1Co 5:3.)
Como a Jesucristo, el Hijo resucitado de Jehová, se le concedió ‘toda autoridad en el cielo y sobre la tierra’, y llegó a ser “la representación exacta de su mismo ser [el de Dios]”, él también deberÃa poder estar presente invisiblemente de una manera similar. (Mt 28:18; Heb 1:2, 3.) Podemos notar con respecto a esto que incluso cuando Jesucristo estuvo en la Tierra, pudo efectuar curaciones estando lejos de la persona, igual que si hubiera estado allà presente. (Mt 8:5-13; Jn 4:46-53.)
También es evidente que Jehová Dios ha sometido a los ángeles a los mandatos de su Hijo glorificado. (1Pe 3:22.) Los textos que tratan de la presencia de Jesús suelen presentarlo ‘acompañado’ de huestes angélicas o ‘enviando’ a sus ángeles. (Mt 13:37-41, 47-49; 16:27; 24:31; Mr 8:38; 2Te 1:7.) Sin embargo, este hecho no significa que su predicha presencia en poder y gloria del Reino consista únicamente en enviar mensajeros o diputados angélicos en misiones terrestres, pues esto ya se hacÃa en el siglo I E.C. en relación con los apóstoles y otros. (Hch 5:19; 8:26; 10:3, 7, 22; 12:7-11, 23; 27:23.) Tanto las parábolas de Jesús como otros textos muestran que su presencia es como la de un amo que vuelve a su casa o como la de un hombre a quien se le otorga poder real y regresa para hacerse cargo de su dominio; además, la presencia de Jesús implica una inspección y juicio por él, seguido de la ejecución de ese juicio y el pago de la recompensa a los que se ha hallado en una condición aprobada. (Mt 24:43-51; 25:14-45; Lu 19:11-27; compárese con Mt 19:28, 29.) Puesto que el poder real de Jesús abarca toda la Tierra, su presencia es mundial (compárese con Mt 24:23-27, 30), y las palabras inspiradas de Pablo en 1 Corintios 15:24-28, asà como las referencias al reinado de Cristo que se hacen en Revelación (5:8-10; 7:17; 19:11-16; 20:1-6; 21:1-4, 9, 10, 22-27), indican que la presencia de Cristo corresponde al tiempo en que dirige plenamente su atención a toda la Tierra y su población, y concentra toda la fuerza de su poder real en llevar a cabo la voluntad de su Padre para la Tierra y sus habitantes. (Compárese con Mt 6:9, 10.)
Basándose en los textos que muestran a Jesús “viniendo en las nubes con gran poder y gloria” (Mr 13:26; Rev 1:7), se ha llegado a la conclusión de que su presencia tiene que ser visible. Sin embargo, como se muestra en el artÃculo NUBE (Uso figurado), cuando se habla de nubes en relación con otras manifestaciones divinas, estas comunican la idea de invisibilidad más bien que de visibilidad. Además, la expresión ‘ver’ también se emplea en sentido figurado: percibir con la mente y el corazón. (Isa 44:18; Jer 5:21; Eze 12:2, 3; Mt 13:13-16; Ef 1:17, 18.) Negar este uso significarÃa negar también que lo opuesto a la vista, es decir, la ceguera, pudiera usarse en sentido figurado o espiritual y no solo literal. Jesús usó en varias ocasiones la vista y la ceguera con ese sentido figurado o espiritual. (Jn 9:39-41; Rev 3:14-18; compárese también con 2Co 4:4; 2Pe 1:9.) Después que Jehová se dirigió a Job “desde la tempestad de viento” (probablemente acompañada de nubes), este dijo: “De oÃdas he sabido de ti, pero ahora mi propio ojo de veras te ve”. (Job 38:1; 42:5.) Job sin duda no se referÃa a que lo veÃa con sus ojos, sino mentalmente y con el corazón, pues la Biblia dice sin ambages que “a Dios ningún hombre lo ha visto jamás”. (Jn 1:18; 5:37; 6:46; 1Jn 4:12.)
La propia declaración de Jesús de que con su muerte sacrificarÃa su carne a favor de la vida del mundo (Jn 6:51), y el que el apóstol Pablo dijera que el resucitado Jesús “mora en luz inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver“ (1Ti 6:14-16), son buena prueba contra la idea de que la presencia de Jesús sea visible (en forma corporal visible a los ojos humanos). Por lo tanto, Jesús podÃa decir a sus discÃpulos: “Un poco más y el mundo ya no me contemplará”. Es verdad que sus discÃpulos le contemplarÃan, no solo porque se les aparecerÃa después de su resurrección, sino también porque al debido tiempo ellos serÃan resucitados para unirse a él en los cielos y ‘contemplar la gloria que su Padre le habÃa dado’. (Jn 14:19; 17:24.) Pero el mundo en general no lo contemplarÃa después de su resurrección como criatura celestial (1Pe 3:18), pues Jesús limitó sus apariciones a sus discÃpulos. De igual modo, solo ellos vieron su ascensión al cielo, el mundo no la vio, y los ángeles que estuvieron presentes les aseguraron a los discÃpulos que el regreso de Jesús serÃa “de la misma manera” (gr. tró•pos, no mor•fÄ, “forma”), es decir, sin una exhibición pública, discernida solo por sus fieles seguidores. (Hch 1:1-11.)
No hay duda de que un corazón torcido en el que se alientan esperanzas equÃvocas relacionadas con la presencia de Cristo puede justificar la actitud de las personas ridiculizadoras, de quienes se predijo que en “los últimos dÃas” se mofarÃan, diciendo: “¿Dónde está esa prometida presencia de él? Pues, desde el dÃa en que nuestros antepasados se durmieron en la muerte, todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación”. (2Pe 3:2-4; compárese con 1:16.)
Sin duda los hombres serán conscientes de lo que ocurra en “la revelación” (gr. a•po•ká•ly•psis) de Jesucristo “con sus poderosos ángeles en fuego llameante, al traer él venganza sobre los que no conocen a Dios y sobre los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús”. (2Te 1:7-9.) Sin embargo, esto no excluye el hecho de que habrá una presencia invisible antes de esa revelación, presencia que no disciernen las personas en general, sino solo los fieles. Podemos recordar que cuando Jesús comparó su presencia con los “dÃas de Noé”, declaró que en el tiempo de Noé las personas “no hicieron caso” hasta que les sobrevino la destrucción por agua, y añadió: “Asà será la presencia del Hijo del hombre”. (Mt 24:37-39.)
Los sucesos que señalan su presencia. Jesús habÃa prometido que estarÃa con sus seguidores en sus reuniones (Mt 18:20), y también les aseguró que estarÃa ‘con ellos’ en su obra de hacer discÃpulos “todos los dÃas hasta la conclusión del sistema de cosas”. (Mt 28:19, 20.) Sin embargo, la pa•rou•sÕa mencionada en Mateo 24:3 y en otros textos relacionados sin duda tiene que significar algo más. Lógicamente se refiere a una presencia especial que afecta directamente a todos los habitantes de la Tierra y está conectada de manera inseparable con la manifestación de la plena autoridad de Jesús como el Rey ungido de Dios.
Condiciones que acompañan su presencia. El libro de Revelación presenta con expresiones simbólicas mucha información relacionada con la presencia de Cristo, asà como con su manifestación y revelación. El cuadro simbólico del jinete coronado que cabalga en un caballo blanco, descrito en Revelación 6:1, 2, corresponde con el del jinete de Revelación 19:11-16, que es el “Rey de reyes y Señor de señores”, Cristo Jesús. El capÃtulo 6 de Revelación muestra que cuando Cristo cabalga como rey victorioso, no elimina inmediatamente la iniquidad de la Tierra, sino que cabalga acompañado de la guerra que quita “de la tierra la paz”, de la escasez de alimento y de la plaga mortÃfera. (Rev 6:3-8.) Estas palabras están a su vez en paralelo con los rasgos que se hallan en la profecÃa de Cristo registrada en Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21. Por lo tanto, se desprende que la profecÃa de Jesús registrada en los evangelios, que claramente comprende la destrucción de Jerusalén y su templo (que ocurrió en el año 70 E.C.), tiene también una aplicación durante la presencia de Cristo, y por ello suministra una “señal” que permite determinar durante qué perÃodo de tiempo se produce esa presencia y cuándo ‘se acerca la liberación’. (Mt 24:3, 32, 33; Lu 21:28-31.)
En otras referencias a la presencia de Cristo suele animarse a ser fieles y perseverar hasta ese tiempo y también durante dicho perÃodo
2007-01-09 05:40:24
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answer #8
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answered by Anonymous
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