ANTES de entrar en el examen de esta célebre cuestión, haremos dos observaciones, a fin de dar mayor claridad a la discusión y de evitar equivocaciones.
Debe notarse, primero, que los términos familiares con que es de costumbre designar a San Pedro, y a sus llamados sucesores, no pueden hallarse en el Nuevo Testamento. Los títulos "Jefe de los Apóstoles", "Pastor principal", "Cabeza de la Iglesia","Santo Padre","Vicario de JesuCristo","Vicegerente de Dios", etc.. son todas invenciones de siglos posteriores. Varios de ellos son títulos propios del Señor Jesús, que sus pretendidos siervos, como unos criados atrevidos e insolentes, se han apropiado. Es un hecho importantísimo, y que no debe olvidarse jamás, que en el Nuevo Testamento y en los escritos de los primeros padres, San Pedro no recibe ningún título que le distinga de los demás apóstoles.
La otra observación preliminar, es, que para que sea consecuente el sistema papal, el mismo grado y la misma especie de subordinación deben hallarse entro los apóstoles con respecto a sus relaciones con Pedro, que los que se observan actualmente en la jerarquía romana. Es claro que el arroyo no puede subir mas alto que su fuente, y que el heredero no puede heredar mas de lo poseyó el propietario original: en otros términos, que el sucesor de Pedro no puede heredar de él, una preeminencia que él no tuvo. Ahora bien, sucede que mientras los papas reclaman ser sucesores de Pedro, todos los obispos romanos reclaman, (y los Papas reconocen sus pretensiones), ser sucesores de los domas apóstoles. La naturaleza del caso exige que la segunda pretensión sea tan verídica corno pueda serlo la primera; de modo que si el Papa hereda las prerrogativas de Pedro, los obispos heredan igualmente las de Pablo, Santiago, Juan, etc... ; pero si los obispos no heredan las de los demás apóstoles, tampoco hereda el Papa las supuestas prerrogativas de Pedro. Es indudable, pues, que si hay algo de verdad en las pretensiones papales, los apóstoles rindieron a Pedro el mismo homenaje y la misma obediencia que el Obispo de Roma requiere de los demás obispos de la cristiandad papal. Por lo tanto, si hay pruebas de que tal subordinación a Pedro no existía entre los apóstoles, tendríamos plena razón para concluir que la supremacía del Papa no es legítima, sino que es mas bien una, usurpación ultrajante.
No queremos entrar ahora en el laberinto de interpretaciones contradictorias respecto de aquel célebre pasaje, "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, etc..". Mat. 16:18,19. Único pasaje que los más ardientes defensores de la prerrogativa papal, pueden citar como prueba directa en su favor; pues que los otros pocos que se citan son meramente corroborantes, y por tanto nada valen a menos que el hecho no sea establecido por medio de una prueba directa. Nos proponemos hacer algunas indagaciones que pondrán en claro lo insostenible de la interpretación papal. Hecho esto, será superflua una refutación formal.
I. Si, como dicen los escritores romanos, las palabras "Tu eres Pedro.." etc., constituyeron a Pedro "Jefe de los apóstoles ,y fundamento de la Iglesia ¿cómo es que tres evangelistas las omiten ? Marcos y Lucas (Marcos 8:29 y Lucas 9:20) refieren la noble confesión hecha por Pedro de la divinidad del Señor, que dio motivo a las palabras que Jesús le dirigió; y si estas palabras encierran, como se nos asegura, la vida misma del Cristianismo, ¿ cómo se atrevieron estos a omitirlas ? ¿ Por razón de envidia ? No por cierto.
II. Es del caso preguntar, si los apóstoles entendieron estas palabras según la interpretación papal. Los católicos romanos dicen que nada puedo ser mas claro y concluyente que estas palabras, y que hasta un ciego puede ver que constituyeron a Pedro, Papa. Pues bien, ¿ cómo las entendieron aquellos a quienes se les dirigieron ? Parece que en lugar de haber sido concluyentes para estos, mas bien fueron causa de contienda mezquinas respecto de la referida supremacía, las cuales ellos, como historiadores fieles, refieren para su propia vergüenza; y juzgamos así, porque no se hace mención de tales contiendas antes de aquella ocasión, y sí, se hacen de muchas, después. Y en efecto, si esta palabras hubiesen sido concluyentes en favor de Pedro, ¿ cómo habría quedado lugar para contiendas frecuentes sobre "quién de ellos sería el mayor" ? Marcos 9:34; Mateo 18:1; y 20:20-28. Estas disputas quedaron sin decisión hasta la muerte del Señor, y hallamos a los discípulos, aún entre las tristes escenas de la última cena disputando, "quién de ellos sería reputado el mayor" Lucas 22:24. Y si aquellos a quienes se dirigieron estas palabras , no las tuvieron por concluyentes en favor de Pedro, ¿ cómo es posible que sean concluyentes para nosotros ?
III. Si el Señor quiso investir a Pedro de este codiciado primado, en las palabras ya bastante citadas, y sus apóstoles en la ceguedad de su amor propio no las entendieron así, ¿ cómo sucedió que el Salvador, que acostumbraba a repetir muchas veces sus más importantes doctrinas, perdiese tantas oportunidades de corregir su equivocación, y poner en salvo esta doctrina vital ? ¿ Cómo es que no les dijo, una vez por todas, que no había lugar para contiendas, puesto que Él les había ya impuesto a Pedro como Jefe y Señor ? ¿ Cómo se explica, que en lugar de hacerlo así, les amonestaba: "Uno sólo es vuestro Maestro, el Cristo, y vosotros todos sois hermanos..." ? Mateo 23:8. ¿ Quién es el hombre que tiene aún cabal el sentido, que puede creer que nuestro Señor quisiese establecer entre ellos un principado espiritual, parecido a un reino terrenal, siendo así que aprovechando todas las ocasiones de contienda entre ellos respecto al primado, reprende su ambición mundana, y les enseña: "ENTRE VOSOTROS NO SERÁ ASÍ; antes el que quiere ser el mayor, sea vuestro criado, y el que quiere ser primero entre vosotros sea siervo de todos;" Marcos 10:43-44; y en otra ocasión: "Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos y el siervo de todos." Marcos 9:35; y otra vez aún: "EL QUE ES MENOR ENTRE TODOS VOSOTROS, ESTE ES EL MAYOR" Lucas 9:48. Si esto no demuestra que el único primado que Jesús reconoció entre sus apóstoles, era el ser primero en la humildad, el celo, las buenas obras y el servicio de los demás, conforme al ejemplo que Él les dio, la reprensión y el precepto carecen absolutamente de significado.
2007-01-05 14:33:59
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answer #1
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answered by valentin A 6
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