El Horario de verano (HV) es una medida que consiste en adelantar el reloj una hora durante la parte del año en la que se registra mayor insolación, es decir, en el periodo con mayor duración de luz solar, fenómeno que se debe a la inclinación del eje de la Tierra y su movimiento de traslación. Así, en junio se presentan los días más largos del año en el hemisferio norte, y en diciembre en el hemisferio sur.
Actualmente, 75 países aplican el Horario de verano, tanto en el Hemisferio Norte como en los Trópicos y el Hemisferio Sur. Entre las naciones tropicales que se han sumado a esta medida, se encuentran Brasil, Cuba y Haití.
En el caso de México, el HV logra reducir el consumo de energía eléctrica en la iluminación de más de 23 millones de hogares, sobre todo en las horas de mayor demanda de electricidad (en las primeras de la noche). Además, debe considerarse que esta reducción se da cada día durante los siete meses de vigencia del Horario de verano, al diferirse la hora de encendido de la luz, precisamente en las llamadas “horas pico”, cuando los costos para producir electricidad son más elevados, en razón de que la mayoría de los usuarios demandan energía eléctrica al mismo tiempo y se requiere poner en marcha todas las centrales generadoras del país, incluso las que normalmente no se usan debido a su alto costo de operación.
En este sentido, el HV reduce diariamente en una hora la demanda máxima de electricidad, lo que permite diferir las inversiones que deben realizarse para poder satisfacer las crecientes necesidades de energía eléctrica.
El Horario de Verano forma parte de un conjunto de esfuerzos de gobierno y sociedad, orientados a desarrollar una nueva cultura del ahorro y uso eficiente de la energía en nuestro país.
1996, primer año de aplicación
En México empezó a aplicarse el HV en 1996, con base en un decreto del Presidente de la República, publicado en el Diario Oficial el 4 de enero de ese año.
Debe considerarse que desde los años anteriores a 1996, distintos sectores sociales y gubernamentales venían expresando la inquietud de instituir el HV por sus considerables ventajas, ya demostradas en muchos otros países.
Nuestro país contaba ya con experiencias previas en materia de cambio de horarios estacionales. Por ejemplo, el estado de Baja California aplica el HV desde 1942.
Por su parte, la península de Yucatán en 1981 y los estados de Durango, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas en 1988 establecieron cambios de horario para aprovechar más la luz del día, aunque después de un año derogaron esta medida debido al desfase crítico que se presentaba en las correspondencias horarias con el resto del país.
Sin embargo, estos casos demuestran la inquietud que existía entre amplios sectores de la población, por procurar un mejor uso de la luz solar.
Mediante estas experiencias previas a escala regional y tomando en consideración los resultados logrados en muchos otros países que ya aplicaban el HV, se estimó que serían altamente favorables las ventajas que obtendría México al establecerlo en el territorio nacional.
Con esta perspectiva, cuando se buscó implantar la medida, se vio la necesidad de aplicarla de manera generalizada en el país, porque para que funcione adecuadamente y rinda los beneficios esperados, es preciso contar con la colaboración de todos y cada uno de los mexicanos.
Primeros estudios
Fue a partir del año de 1992, cuando se llevaron a cabo las primeras reuniones de trabajo a fin de estudiar la conveniencia de establecer el Horario de Verano en México. Se puso de manifiesto el impacto benéfico de esta medida en todos los niveles y ámbitos: cuidado de la energía, ventajas relevantes en cuanto a los intercambios turísticos, aeronáuticos y financieros con nuestros principales socios comerciales en el extranjero, así como la conveniencia de disfrutar de luz natural en horas avanzadas de la tarde.
La pertinencia del Horario de verano en el país se evaluó técnicamente antes de proceder a su establecimiento. Los estudios preliminares realizados por la Comisión Nacional para el Ahorro de Energía (Conae) y el Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica (Fide) estimaron que la medida podría significar una reducción en el consumo de electricidad de 911 GWh, equivalentes al 1% del consumo nacional de ese año (1992). La exactitud de esta previsión ha sido comprobada durante los 8 años de aplicación del HV.
Cabe señalar que la decisión de adoptar en México el HV se tomó ante la necesidad de cuidar la energía, dado que la electricidad no es un recurso natural, sino una forma de energía generada mediante costosos métodos. En efecto, las plantas generadoras de energía eléctrica y las redes de transmisión y distribución de ésta requieren de enormes recursos no sólo para su instalación, ya que sus gastos de operación son también muy elevados.
Asimismo, es importante mencionar que durante los años previos al establecimiento del Horario de verano en nuestro país, se llevó a cabo una serie de análisis y consultas con líderes de opinión, así como encuestas a muestras representativas de la población nacional, para ponderar los beneficios que se obtendrían a través de esta medida, y evaluar qué tanto la aceptarían los habitantes. En total, se realizaron 1,644 reuniones con representantes de diferentes grupos sociales. Por su parte, las encuestas demostraron que, después de una breve explicación sobre las ventajas derivadas de la medida, 72% de los entrevistados estaban a favor de la misma.
Aunado a lo anterior, se recibieron 229 cartas de adhesión de diferentes organismos e instituciones representativas de distintos núcleos de la sociedad y del sector público que apoyaron el cambio de horario.
Inconformidades y dudas
Durante los primeros cuatro años que se aplicó el HV por decreto presidencial, se manifestaron diversas inconformidades y dudas sobre los beneficios reales del programa, las cuales se agudizaron en el año 2000, en virtud de los grandes cambios políticos registrados ese año. Fue en ese contexto que la Secretaría de Energía solicitó a la UNAM realizar un estudio sobre los resultados del Horario de verano.
El 20 de septiembre de 2000, se hizo una presentación pública del “Estudio del impacto del Horario de verano en la sociedad mexicana”,
en cuyos trabajos participaron 70 instituciones y 122 profesores investigadores del Distrito Federal (46%) y de los diversos estados de la República (54%).
Para la realización del estudio, se acordó analizar el impacto del HV en 18 áreas de interés: agricultura, comercio, educación, energía, familia, finanzas, ganadería, individuo, industria, medio ambiente, medios de comunicación, salud, seguridad pública, telecomunicaciones, tiempo libre, transporte, y zonas fronterizas. Asimismo, se realizó una encuesta entre miles de personas de 416 localidades del país.
Los resultados del estudio de la UNAM demostraron que en ninguna de esas áreas el HV tenía un impacto negativo, sino más bien considerables ventajas en varias de ellas. Así, por ejemplo, se puso en claro que no afecta la salud, la seguridad o el aprendizaje de las personas y que, en cambio, conlleva considerables beneficios en lo relativo al ahorro de energía eléctrica en el sector doméstico, difiere inversiones en plantas de generación, contribuye a reducir los impactos ambientales y favorece las transacciones internacionales, telecomunicaciones y el turismo. Además, beneficia a millones de compatriotas de la zona fronteriza norte.
Sin embargo, las investigaciones revelaron que existía un problema de percepción entre la población, ya que cuando se implantó el HV, se hablaba del ahorro de energía en general y no quedó suficientemente aclarado que iba a ser poco lo que se notaría en la factura de cada usuario e, incluso, que no se reflejaría, en virtud del aumento gradual de las tarifas eléctricas, principalmente, entre otros factores. Además, buena parte de los entrevistados consideraba que era una medida impuesta por una decisión unilateral de la autoridad.
El HV se convierte en ley
El 1° de febrero de 2001 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto presidencial que establecía que el HV se pondría en práctica del primer domingo de mayo al último domingo de septiembre (cinco meses), en todo el territorio nacional, salvo en los casos de Baja California (con duración de siete meses) y Sonora, que no aplica hasta la fecha la medida, por razones de su vecindad con Arizona, donde tampoco se modifica el horario durante todo el año.
Con base en los resultados de una consulta telefónica realizada el 24 y 25 de febrero de 2001, en la que participaron 239 mil 437 habitantes de la ciudad de México, el Jefe de Gobierno del Distrito Federal emitió un decreto el día 26 de ese mismo mes, el cual establecía que la capital del país no modificaría “el huso horario vigente”.
Adicionalmente, el 5 de marzo de 2001, el Jefe de Gobierno planteó ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación una controversia constitucional respecto de la validez del decreto presidencial publicado el 1° de febrero del mismo año.
Fue el 4 de septiembre siguiente cuando La Suprema Corte resolvió que era competencia del Congreso de la Unión legislar en materia de husos horarios y horarios estacionales.
Por su parte, el Congreso de la Unión aprobó la Ley del Sistema Horario en los Estados Unidos Mexicanos, que se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 29 de diciembre de 2001.
Finalmente, el 1° de marzo de 2002 fue publicado el decreto por el que se establece el horario estacional (Horario de verano de siete meses) que se aplica cada año en México.
Cabe señalar que a partir de que el Congreso de la Unión legisló sobre husos horarios y Horario de Verano, han disminuido considerablemente las inconformidades con respecto a la medida, la cual se aplica desde entonces con toda normalidad.
Resultados del HV
En 2004, la aplicación del Horario de verano permitió un ahorro de energía eléctrica por 1,287 millones de kWh, equiparable al consumo anual individual de los estados de Colima o Baja California Sur, así como una disminución de la demanda máxima coincidente de 898 MW, lo que equivale a diferir inversiones por 9,975 millones de pesos en nuevas plantas de generación.
Estos datos fueron reportados por el Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica (Fide) y son el resultado de la evaluación realizada por el Instituto de Investigaciones Eléctricas, con base en la información proporcionada por el Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) y mediciones puntuales en instalaciones de usuarios distribuidos en el territorio nacional.
Con la modificación anual del horario, que forma parte de un conjunto de esfuerzos y medidas de gobierno y sociedad, orientados a desarrollar una nueva cultura para evitar el desperdicio y fomentar el ahorro y uso inteligente de la energía en nuestro país, la población contribuye al cuidado de los recursos naturales y la preservación del ambiente, en beneficio de la presente y las futuras generaciones.
Además de que el Horario de verano ayuda a disminuir el consumo de electricidad en el país y difiere cuantiosas inversiones para su generación, debe considerarse que con la aplicación de esta medida se ahorran cada año más de dos millones de barriles de petróleo equivalentes en las plantas termoeléctricas; igualmente, se evitan las emisiones contaminantes que hubiera producido su combustión.
En forma paralela, al contar con una hora más de luz natural, se favorece la convivencia familiar y el desarrollo de actividades diurnas. Asimismo, el cambio de horario, que practican ya 80 países, propicia las transacciones internacionales, telecomunicaciones y el turismo.
2007-01-01 14:15:10
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answer #2
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answered by Sergio N 3
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