La navidad no es la celebración del nacimiento de Jesús, puesto que esta demostrado que Jesús no nació en diciembre. La navidad es la celebración del nacimiento del sol, en el cual, a partir del 25 de diciembre, en el horario actual se irá sumando 1 minuto cada día a las horas de sol, el 24 de diciembre es la noche mas larga del año, este hecho se debe a que en la época del arrianismo, una religión que no consideraba a Jesús, Dios, celebraban este acontecimiento, cuando los católicos, furiosos, mataron al líder, y echaro a los arrianos, esta celebración aun seguía celebrandose, y como escusa para no perder adeptos, la iglesia, decidió adoptar esta fecha como el nacimiento de Jesús.
2006-12-24
05:56:20
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33 respuestas
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pregunta de
Anonymous
en
Sociedad y cultura
➔ Mitología y Folclore
Por lo tanto es una fiesta no cristiana, puesto que Jesús no mando celebrar su nacimiento, sino la conmemoración de su muerte, puesto que daba su vida por nosotros, el cual, ese era su propósito. Por lo tanto no hay razones para celebrar esta pagana festividad.
No hay razones para aquel que sea cristiano, claro esta, pues se dice que la navidad, son fechas de alegría, de regalos, de reuniones familiares, eso esta muy bien, pero dudo que a Jesús le guste que se comercialize con la escusa de la celebración de su cumpleaños, se pueden hacer regalos en otras fechas, incluso en estas, pero no pensando que estas cumpliendo un mandato de Dios
2006-12-24
05:56:40 ·
update #1
pues tal cosa no es cierta, se puede visitar a la familia, a cualquier fecha, incluso en estas, pero no como escusa para celebrar el nacimiento de Jesús, pues es falso que se celebre tal cosa, en tal caso, hacer buenas obras, es aconsejable hacerlas tanto en diciembre, en enero, en mayo, o cualquier fecha, pues eso es lo que hubiera querido Jesús, que no solo celebráramos una fiesta pagana pensando en el, pues la ignorancia justifica que se celebre esta fiesta, sino, aplicando los mandamientos que el encomendó durante su vida, sus principios, consejos, forma de ser, todo, debemos no solo tener fe en que el existió, e intentar demostrarlo mediante estas fiestas inútiles y materialistas, sino tener fe, en que sus enseñanzas, son lo mejor que nos pudiera haber pasado, tener fe en que sus enseñanzas son perfectas, y nos van a ayudar a vivir en este mundo cruel, en el que hay veces que mas que vivir, parezca que sobrevivimos.
2006-12-24
05:56:54 ·
update #2
En general, es inútil celebrar estas fiestas, y Jesús odia su materialismo, por eso yo no las celebro. No solo debemos tener en fe en que Jesús existió, sino también hay que tener fe en que sus enseñanzas son perfectas, y por lo tanto, debemos aplicarlas a nuestra vida cotidiana.
2006-12-24
05:57:04 ·
update #3
Leé el texto a continuación, que escribió el Gran "Gabo" sobre la Navidad y es exactamente lo que yo pienso.
Estas Navidades siniestras
Gabriel García Márquez
Ya nadie se acuerda de Dios en Navidad. Hay tanto estruendo de cornetas y fuegos de artificio, tantas guirnaldas de focos de colores, tantos pavos inocentes degollados y tantas angustias de dinero para quedar bien por encima de nuestros recursos reales que uno se pregunta si a alguien le queda un instante para darse cuenta de que semejante despelote es para celebrar el cumpleaños de un niño que nació hace 2.000 años en una caballeriza de miseria, a poca distancia de donde había nacido, unos mil años antes, el rey David.
Novecientos cincuenta y cuatro millones de cristianos creen que ese niño era Dios encarnado, pero muchos lo celebran como si en realidad no lo creyeran. Lo celebran además muchos millones que no lo han creído nunca, pero les gusta la parranda, y muchos otros que estarían dispuestos a voltear el mundo al revés para que nadie lo siguiera creyendo. Sería interesante averiguar cuántos de ellos creen también en el fondo de su alma que la Navidad de ahora es una fiesta abominable, y no se atreven a decirlo por un prejuicio que ya no es religioso sino social.
Lo más grave de todo es el desastre cultural que estas Navidades pervertidas están causando en América Latina. Antes, cuando sólo teníamos costumbres heredadas de España, los pesebres domésticos eran prodigios de imaginación familiar. El niño Dios era más grande que el buey, las casitas encaramadas en las colinas eran más grandes que la virgen, y nadie se fijaba en anacronismos: el paisaje de Belén era completado con un tren de cuerda, con un pato de peluche más grande que un león que nadaba en el espejo de la sala, o con un agente de tránsito que dirigía un rebaño de corderos en una esquina de Jerusalén. Encima de todo se ponía una estrella de papel dorado con una bombilla en el centro, y un rayo de seda amarilla que habría de indicar a los Reyes Magos el camino de la salvación. El resultado era más bien feo, pero se parecía a nosotros, y desde luego era mejor que tantos cuadros primitivos mal copiados del aduanero Rousseau.
La mistificación empezó con la costumbre de que los juguetes no los trajeron los Reyes Magos –como sucede en España con toda razón–, sino el niño Dios. Los niños nos acostábamos más temprano para que los regalos llegaran pronto, y éramos felices oyendo las mentiras poéticas de los adultos. Sin embargo, yo no tenía más de cinco años cuando alguien en mi casa decidió que ya era tiempo de revelarme la verdad. Fue una desilusión no sólo porque yo creía de veras que era el niño Dios quien traía los juguetes, sino también porque hubiera querido seguir creyéndolo. Además, por pura lógica de adulto, pensé entonces que también los otros misterios católicos eran inventados por los padres para entretener a los niños, y me quedé en el limbo. Aquel día –como decían los maestros jesuitas en la escuela primaria- perdí la inocencia, pues descubrí que tampoco a los niños los traían las cigüeñas de París, que es algo que todavía me gustaría seguir creyendo para pensar más en el amor y menos en la píldora.
Todo aquello cambió en los últimos treinta años, mediante una operación comercial de proporciones mundiales que es al mismo tiempo una devastadora agresión cultural. El niño Dios fue destronado por el Santa Claus de los gringos y los ingleses, que es el mismo Papá Noel de los franceses, y a quienes todos conocemos demasiado. Nos llegó con todo: el trineo tirado por un alce, y el abeto cargado de juguetes bajo una fantástica tempestad de nieve. En realidad, este usurpador con nariz de cervecero no es otro que el buen San Nicolás, un santo al que yo quiero mucho porque es el de mi abuelo el coronel, pero que no tiene nada que ver con la Navidad , y mucho menos con la Nochebuena tropical de la América Latina. Según la leyenda nórdica, San Nicolás reconstruyó y revivió a varios escolares que un oso había descuartizado en la nieve, y por eso lo proclamaron el patrono de los niños. Pero su fiesta se celebra el 6 de diciembre y no el 25. La leyenda se volvió institucional en las provincias germánicas del Norte a fines del siglo XVIII, junto al árbol de los juguetes, y hace poco más de cien años pasó a Gran Bretaña y Francia. Luego pasó a Estados Unidos, y éstos nos lo mandaron para América Latina, con toda una cultura de contrabando: la nieve artificial, las candilejas de colores, el pavo relleno y estos quince días de consumismo frenético al que muy pocos nos atrevemos a escapar. Con todo, tal vez lo más siniestro de estas Navidades de consumo sea la estética miserable que trajeron consigo: esas tarjetas postales indigentes, esas ristras de foquitos de colores, esas campanitas de vidrio, esas coronas de muérdago colgadas en el umbral, esas canciones de retrasados mentales que son los villancicos traducidos del inglés; y tantas otras estupideces gloriosas para las cuales ni siquiera valía la pena de haber inventado la electricidad.
Todo eso, en torno a la fiesta más espantosa del año. Una noche infernal en que los niños no pueden dormir con la casa llena de borrachos que se equivocan de puerta buscando donde desaguar, o persiguiendo a la esposa de otro que acaso tuvo la buena suerte de quedarse dormido en la sala. Mentira: no es una noche de paz y amor, sino todo lo contrario. Es la ocasión solemne de la gente que no se quiere. La oportunidad providencial de salir por fin de los compromisos aplazados por indeseables: la invitación al pobre ciego que nadie invita, a la prima Isabel que se quedó viuda hace quince años, a la abuela paralítica que nadie se atreve a mostrar. Es la alegría por decreto, el cariño por lástima, el momento de regalar porque nos regalan, y de llorar en público sin dar explicaciones. Es la hora feliz de que los invitados se beban todo lo que sobró de la Navidad anterior: la crema de menta, el licor de chocolate, el vino de plátano. No es raro, como sucede a menudo, que la fiesta termine a tiros. Ni es raro tampoco que los niños –viendo tantas cosas atroces- terminen por creer de veras que el niño Jesús no nació en Belén, sino en Estados Unidos.
2006-12-25 16:34:22
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answer #1
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answered by Anonymous
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si ya,ya,ya,ya,ya usted tranquilo yo preocupado
2006-12-24 07:06:15
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answer #2
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answered by toby 2
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Debemos, no debemos, debemos, no debemos...
La historia que cuentas es a grandes rasgos correcta, se adoptó esa fecha para "robarles" la fiesta a los llamados "paganos".
A mi me parece que la Navidad ha sido copada por el capitalismo, hoy en día todo es consumo, ya no somos ciudadanos ni siquiera subditos ni feligreses, somos simplemente CONSUMIDORES, por lo tanto el que no consume no existe para este sistema. Es importante tenerlo claro.
Es una buena excusa para reunirse con la familia y los amigos, eso sí.
El significado religioso lo dejo por cuenta de cada quien, para algunos lo tiene y para otros no.
Ni debemos ni no debemos...
Saludos.
2006-12-24 06:08:05
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answer #3
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answered by ser48 5
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Lo que dices es cierto, es una costumbre errada de la iglesia católica, no solo eso, sino la inmensa colección de imágenes de santos a los que adoran, comenzando por María, cosa que la biblia prohibe abiertamente!
Entre otras cosas, los cristianos acusados de "fanáticos" suelen hacer muchas celebraciones al mes, con frecuencia más de una a la semana, se llaman cultos o misas, en las que se predica a Cristo, su venida, su vida, su enseñanza, su muerte y su resurrección, todo en conjunto para reconciliarnos con Dios el Padre, y poder tener acceso a la vida eterna, así como lo describe el capítulo 1 del evangelio de Juan.
En principio, puede ser que el origen fue ese, celebrar el nacimiento del sol, hoy en día se celebra la navidad, y cualquiera que la celebra en su ignorancia, celebra de corazón la venida de Cristo que trajo nueva esperanza al mundo, y no el nacimiento del sol.
Saludos!
2006-12-26 07:25:22
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answer #4
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answered by ♫ Thund€r-MAP → 6
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No son una farsa, son de verdad y te divertis mucho. Ahora si lo que queres saber es si se apegan a la religion, no me importa, lo que si se que la gente se divierte y en ellas salen a la superficie sentimientos buenos en todos nosotros, no te parece que es lo mas importante. Como veras no soy religioso, prefiero ser un tipo que no se complica tanto y trata de vivir en paz con la gente.
2006-12-24 10:07:55
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answer #5
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answered by NelsonGG 3
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tienes toda la razón.
FELICIDADES POR TU CONOCIMIENTO.
en efecto, lo que conocemos por navidad es solo VENDER
2006-12-24 06:01:32
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answer #6
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answered by ALPE 3
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estoy con ser48
2006-12-26 07:53:33
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answer #7
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answered by Anonymous
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Muy buena hipotesis, y claro que estas fiestas son puro negocio, es mas los supermercados sacan muchos productos en oferta, eso es mucho mejor, jajajajaja, de alli lo demas es negocio, negocio, y mas negocio.
2006-12-25 12:58:16
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answer #8
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answered by carolynecomunic 4
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pero que muy grande
2006-12-24 06:12:40
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answer #9
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answered by Anonymous
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No las celebres
Dejanos la joda para nosotros
2006-12-24 06:02:16
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answer #10
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answered by Anonymous
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