Los eructos son una circunstancia normal y habitual que puede ser experimentada por cualquier persona en cualquier momento; consiste en la expulsión del aire intraesofágico. Este hecho se convierte en patológico cuando su frecuencia excede a la de una persona sana. La aerofagia juega un papel fundamental en su producción, observándose que cada eructo se precede de una pequeña deglución de aire.
La secuencia de eventos en los eructos de repetición o voluntarios se inicia en una lenta relajación del esfÃnter esofágico superior seguido de una contracción de los músculos abdominales que expulsa el aire esofágico hacia el exterior, no participando apenas el aire intragástrico (más propio de un eructo "normal" fisiológico).
La deglución de aire se ve favorecida por ciertas situaciones, como: ingesta rápida de sólidos o lÃquidos, comidas copiosas, conversar durante la comida, fumar, sorber lÃquidos, beber con paja, mascar chicle, episodios de asma, trastornos de la deglución, estrés fÃsico o emocional, la sequedad de boca, las prótesis dentales, etc.
La escasa cantidad de aire que "escapa" a la expulsión esofágica con el eructo entra en la cavidad gástrica, y tiende a progresar a través del duodeno hasta el intestino.
En ocasiones, el volumen de gas que alcanza el intestino tras eructos repetidos puede "acumularse" en los segmentos más altos del colon, y producir los denominados "sÃndrome de la flexura esplénica" y "sÃndrome de la flexura hepática" , con sÃntomas de distensión, hinchazón y dolor abdominal superior derecho o izquierdo, según la flexura distendida. También puede existir dolor torácico en relación con el eructo, sobre todo si existe hernia hiatal.
La eructación crónica es casi siempre un trastorno "funcional", si bien es necesario estudiar cada caso a fin de excluir otros trastornos, como la hernia de hiato, el reflujo gastro-esofágico, trastornos en la función deglutoria, esofagitis, enfermedad péptica ulcerosa, e incluso alteraciones coronarias, si asocia dolor torácico atÃpico.
Desde el punto de vista terapéutico, los eructadores crónicos pueden mejorar si controlan el impulso a deglutir aire y eructar; para ello es fundamental que el paciente comprenda el mecanismo de producción del eructo voluntario y trate de reprimir la deglución de aire.
Se recomiendan diferentes maniobras para tratar de minimizar el volumen de aire deglutido:
• adaptación al estrés,
• masticar y no tragar los alimentos,
• comer y beber despacio,
• no masticar chicle,
• no conversar en demasÃa durante la comida,
• no fumar,
• no abusar de bebidas carbonatadas.....
Los fármacos contribuyen poco a la mejora de esta patologÃa: el uso de ansiolÃticos puede resultar eficaz a la hora de minimizar el estrés, y los agentes que disuelven las burbujas de gas (simeticona) son de dudoso valor
• Hinchazón, distensión y malestar abdominal:
Se trata de sÃntomas atribuidos clásicamente a un "exceso de gas", aunque es cuestionable que ésta sea realmente la causa. Los mecanismos responsables parecen implicar más a una alteración de la motilidad intestinal y una respuesta dolorosa inadecuada a la distensión intestinal que a un exceso real de gas.
Clásicamente el paciente cuenta episodios de exacerbaciones, alternando con periodos libres de sÃntomas de duración variable. Los sÃntomas son más pronunciados después de las comidas. Los pacientes están convencidos de que su problema es un exceso de gas intestinal, a pesar de que, en la mayorÃa, no hay un aumento de eructos, ventosidades o alivio de los sÃntomas tras expulsar gas.
En la exploración fÃsica puede verificarse un abdomen prominente con la palpación de algunas asas intestinales distendidas y dolorosas.
Deben realizarse exploraciones complementarias a fin de descartar otras enfermedades, sobre todo cuando se asocian otros sÃntomas como:
• pérdida de peso,
• aparición del problema de forma súbita o en personas mayores,
• sangre oculta en heces positiva,
• sangrado digestivo, etc.
El tratamiento se basa en informar al paciente a cerca del concepto de motilidad intestinal alterada, con disminución del umbral de percepción del dolor ante la distensión intestinal. El conocimiento de la dismotilidad intestinal ha aumentado considerablemente en los últimos tiempos y el arsenal terapéutico, hasta ahora muy limitado, tiende a aumentar en el inicio de este nuevo siglo.
Aunque el exceso de gas no es la causa primaria de los sÃntomas, no se puede descartar que contribuya o que sea un factor desencadenante, y por ello es racional intentar disminuir la producción de gas (reducción en la dieta de azúcares no absorbibles, reducir la lactosa,...). El ejercicio puede ser beneficioso y en ocasiones es útil el apoyo de la psicoterapia.
• Eliminación excesiva de gases por el ano:
Las fuentes principales de gas colónico son la fermentación bacteriana de residuos alimentarios y, en menor grado, el aire deglutido. Es por ello que en la composición gaseosa del gas del colon suelen hallarse cantidades importantes de gas de producción endógena como el hidrógeno, el dióxido de carbono y el metano.
El hidrógeno y el dióxido de carbono en el colon se hallan muy relacionados con la fermentación de hidratos de carbono por parte de las bacterias colónicas; ello puede producirse tanto por el consumo abundante de hidratos de carbono no absorbibles (algunas legumbres y cereales), como por algún proceso orgánico de malabsorción o maldigestión (en relación con pancreatitis crónica, enfermedad celiaca, enteropatÃas pierde proteÃnas, sobrecrecimiento bacteriano, déficit de lactasa u otras disacaridasas,... etc.)
En este caso nos referimos a aquellos pacientes con eliminación excesiva de gases por el ano que no tienen ninguna enfermedad concomitante potencialmente responsable y que mantienen buen estado general. El sÃntoma dominante es la emisión de excesivas ventosidades, aunque ocasionalmente se asocian a eructos de repetición e hinchazón abdominal.
En su valoración hay que tener en cuenta factores culturales. Se ha sugerido que 25 ventosidades diarias es el lÃmite superior normal. Deberán realizarse exploraciones diagnósticas especiales si se supera este número, si el exceso es de aparición reciente o cuando se asocian otros sÃntomas como malestar abdominal, pérdida de peso, de apetito o alteración del hábito intestinal. En estos casos se examinarán las heces, probarse la tolerancia a la lactosa, realizar estudios radiológicos o endoscópicos para excluir lesiones estructurales del aparato digestivo.
El tratamiento del exceso de ventosidades no asociado a enfermedad orgánica se basa en eliminar o neutralizar los factores que contribuyen tanto a la entrada como a la formación de gas en el intestino:
La dieta probablemente sea la medida más importante eliminando aquellos alimentos que incrementan la producción de gas intestinal por las bacterias (leche y derivados, cereales, plátanos, coles, alubias, ciruelas, la sucrosa, sorbitol y otros edulcorantes)
2006-12-20 19:38:23
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answer #2
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answered by Zahaedya 4
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