Encontré información sobre el origen de la vida, la opinión de Oparin el cientifico ruso junto con otros investigadores y como me pareció intersante la información te la adjunto. La saqué de una literatura de los Testigos de Jehová intitulada : ¿Existe un creador que se interese por nosotros?.
¿Qué origen tuvo la vida?
LA TIERRA rebosa de vida. Desde el gélido Ãrtico hasta la selva tropical amazónica, desde el desierto del Sahara hasta la región pantanosa de los Everglades, desde el oscuro suelo oceánico hasta los luminosos picos de las montañas, la vida se halla en abundancia. Y además, tiene el potencial de sorprendernos a cada instante.
Se encuentra en tipos, tamaños y cantidades que desbordan la imaginación. En nuestro planeta pululan un millón de especies de insectos. En las aguas que nos rodean nadan más de veinte mil especies de peces, algunos del tamaño de un grano de arroz y otros tan grandes como un camión. Por lo menos trescientas cincuenta mil especies de plantas, algunas de extraña apariencia y la mayorÃa de gran belleza, adornan la Tierra. Y más de nueve mil especies de aves vuelan por encima de nosotros. Estas criaturas, incluido el hombre, conforman el panorama y la sinfonÃa que llamamos vida.
Pero más sorprendente que la agradable variedad que nos rodea es la profunda unidad manifiesta. Los bioquÃmicos, que estudian la composición de los seres vivos, explican que toda la vida, desde la ameba hasta el hombre, depende de una sorprendente interacción: el trabajo de equipo entre los ácidos nucleicos (ADN y ARN) y las moléculas de proteÃnas. Los intrincados procesos en los que intervienen estas sustancias tienen lugar en prácticamente todas las células de nuestro cuerpo, asà como también en las células de los colibrÃes, los leones y las ballenas. Esta uniforme interacción da lugar a un hermoso mosaico vital. ¿Cómo se produjo esta armónica organización de la vida? Es más, ¿qué origen tuvo la vida?
Posiblemente aceptemos que la vida no ha existido siempre sobre la Tierra. Tanto la ciencia como muchos libros religiosos concuerdan con esta idea. Ahora bien, sabemos que estas dos disciplinas —la ciencia y la religión— difieren en la forma de explicar cómo empezó la vida en la Tierra.
Millones de personas de todos los niveles de educación creen que un Creador inteligente, el Diseñador original, produjo la vida en la Tierra. En cambio, muchos cientÃficos dicen que la vida surgió de materia inanimada, paso quÃmico a paso quÃmico, sencillamente por casualidad. ¿Es lo uno o es lo otro?
No debemos pensar que esta cuestión carece de relevancia para nosotros o que tiene poco que ver con el sentido de la vida. Como ya se ha dicho, una de las preguntas fundamentales que los hombres siempre han querido contestar es: ¿De dónde venimos?
La mayorÃa de los cursos cientÃficos se centran en la adaptación y supervivencia de la vida, en vez de centrarse en la cuestión fundamental: el origen de la vida. Puede que hayamos notado que normalmente se intenta explicar el comienzo de la vida con generalizaciones como: “A lo largo de millones de años, la colisión fortuita de moléculas produjo de algún modo la vida”. Pero, ¿es satisfactoria esta explicación? SupondrÃa que ante la presencia de energÃa solar, relámpagos o volcanes, la materia inanimada se puso en movimiento, se organizó y con el tiempo empezó a vivir, todo sin dirección. ¡Qué gran salto hubiera sido este! De materia inanimada a materia viva. ¿Pudo ocurrir asÃ?
En la Edad Media no se hubiera presentado objeción a este planteamiento, pues entonces se creÃa en la generación espontánea, es decir, en que la vida podÃa surgir espontáneamente de materia inanimada. Finalmente, en el siglo XVII, el fÃsico italiano Francesco Redi demostró que solo aparecÃan gusanos en la carne putrefacta cuando las moscas habÃan desovado en ella. No se formaban gusanos si las moscas no tenÃan acceso a la carne. Aunque los insectos del tamaño de las moscas no surgieran por sà mismos, ¿qué podÃa decirse de los microbios que seguÃan apareciendo en el alimento, estuviera cubierto o no? Aunque experimentos posteriores demostraron que los microbios tampoco se formaban espontáneamente, la controversia se mantuvo. Hasta que llegó Louis Pasteur.
Mucha gente recuerda los estudios de Pasteur sobre la fermentación y las enfermedades infecciosas. También son conocidos los experimentos que realizó para determinar si la vida microscópica podÃa surgir por sà misma. Pasteur demostró que si el agua se esterilizaba y se protegÃa de la contaminación ni siquiera se formaban en ella bacterias diminutas. En 1864 anunció: “Nunca se recobrará la doctrina de la generación espontánea del golpe mortal que le ha infligido este sencillo experimento”. Y asà fue. Ningún experimento ha sido capaz de producir vida de materia inanimada.
¿Cómo, entonces, llegó a existir la vida en la Tierra? El intento moderno de contestar esta pregunta puede situarse en los años veinte de este siglo, en la obra del bioquÃmico ruso Alexandr I. Oparin. Ãl y otros cientÃficos posteriores han ofrecido lo que podrÃa denominarse el guión de un drama en tres actos de lo que se supone que ha ocurrido en el escenario del planeta Tierra. El primer acto representa a los elementos terrestres, o materia prima, transformándose en grupos de moléculas. Luego viene el salto a las macromoléculas. Y el último acto de este drama representa el salto a la primera célula viva. ¿Pero sucedió en realidad asÃ?
Es fundamental para este drama explicar que la atmósfera primitiva de la Tierra era muy diferente de lo que es hoy. Una teorÃa sostiene que no habÃa prácticamente oxÃgeno libre y que tres elementos, el nitrógeno, el hidrógeno y el carbono, formaron amonÃaco y metano. Luego, cuando los rayos y la luz ultravioleta golpearon la atmósfera compuesta de estos gases y vapor de agua, se formaron azúcares y aminoácidos. No debe olvidarse, de todos modos, que se está hablando de una teorÃa.
Según este drama teórico, las moléculas pasaron a los océanos u otras masas de agua. Con el tiempo, los azúcares, ácidos y otros compuestos se concentraron en un “caldo prebiótico” en el que los aminoácidos, por ejemplo, se combinaron para formar proteÃnas. Extendiendo esta progresión teórica, otros compuestos llamados nucleótidos formaron cadenas y se convirtieron en un ácido nucleico, como el ADN. Todo ello preparó supuestamente el escenario para el acto final del drama molecular.
PodrÃa decirse que este último acto, que no está documentado, es una historia de amor. Las moléculas de proteÃna y las moléculas de ADN se encuentran por casualidad, se reconocen unas a otras y se abrazan. Finalmente, antes de que baje el telón, nace la primera célula viva. Si usted estuviera viendo este drama, quizá se preguntara: “¿Es esto realidad, o ficción? ¿Pudo originarse de este modo la vida en la Tierra?”.
¿Génesis en el laboratorio?
A principios de los años cincuenta los cientÃficos se dispusieron a comprobar la teorÃa de Alexandr Oparin. Era un hecho incuestionado que la vida procedÃa solo de la vida. Ahora bien, los cientÃficos teorizaron que si las condiciones del pasado hubieran sido diferentes, la vida podrÃa haber surgido lentamente de la no vida. ¿Era demostrable esta teorÃa? En el laboratorio de Harold Urey, el cientÃfico Stanley L. Miller tomó hidrógeno, amonÃaco, metano y vapor de agua (suponiendo que esta era la composición de la atmósfera primigenia), los selló en un matraz en cuyo fondo habÃa agua hirviendo (como si fuera el océano), y sometió la mezcla a descargas eléctricas (a modo de rayos). Al cabo de una semana se detectaron rastros de una sustancia viscosa y rojiza. Al analizarla, Miller descubrió que contenÃa muchos aminoácidos: los componentes de las proteÃnas. Posiblemente sepa de este experimento, pues se ha incluido por años en los libros de texto y en cursos escolares como explicación del origen de la vida en la Tierra. Pero ¿lo explica?
Hoy se cuestiona seriamente la validez del experimento de Miller (véase “Clásico, pero cuestionable”, páginas 36, 37). No obstante, este éxito aparente condujo a la realización de otros experimentos que hasta produjeron componentes que se hallan en los ácidos nucleicos (ADN o ARN). Especialistas en la materia (los llamados cientÃficos sobre el origen de la vida) se sintieron optimistas, pues aparentemente habÃan reproducido el primer acto del drama molecular. Y parecÃa que iban a seguir las versiones de laboratorio de los restantes dos actos. Un catedrático de QuÃmica dijo: “La explicación del origen de una estructura viva primitiva mediante mecanismos evolutivos está muy próxima”. Y un escritor sobre temas cientÃficos observó: “Los entendidos no tardaron en pronosticar que los cientÃficos, igual que el Dr. Frankenstein de Mary Shelley, pronto crearÃan organismos vivos en sus laboratorios, y se podrÃa desentrañar el origen de la vida con todo lujo de detalle”. Muchos pensaron que el misterio del origen espontáneo de la vida se habÃa resuelto (véase “Dextrógiros, levógiros”, página 38).
Las opiniones cambian, las incógnitas permanecen
Sin embargo, desde entonces el optimismo se ha desvanecido. Han transcurrido algunas décadas y los secretos de la vida se nos siguen escapando. Unos cuarenta años después de su experimento, el profesor Miller dijo a Investigación y Ciencia: “El problema del origen de la vida ha resultado más complicado de lo que yo y muchos suponÃamos”. Otros cientÃficos comparten este cambio de opinión. Por ejemplo, el profesor de BiologÃa Dean H. Kenyon fue coautor en 1969 del libro Biochemical Predestination (Predestinación bioquÃmica), aunque más tarde llegó a la conclusión de que es “fundamentalmente inviable que la materia y la energÃa inasistidas se organicen por sà mismas en sistemas vivos”.
De hecho, los experimentos de laboratorio corroboran la afirmación de Kenyon de que hay “un defecto fundamental en todas las teorÃas en boga sobre los orÃgenes quÃmicos de la vida”. Después de que Miller y otros cientÃficos sintetizaron aminoácidos, los hombres de ciencia se dispusieron a formar proteÃnas y ADN, ambos necesarios para la existencia de la vida en la Tierra. Tras miles de experimentos en condiciones llamadas prebióticas, ¿cuál ha sido el resultado? El libro The Mystery of Life’s Origin: Reassessing Current Theories (El misterio del origen de la vida: Nuevo examen de las teorÃas actuales) observa: “Existe un gran contraste entre el considerable éxito en la sÃntesis de aminoácidos y el fracaso sistemático en la sÃntesis de proteÃnas y ADN”. El resultado de estos últimos intentos ha sido un “fracaso constante”.
Siendo realistas, hay que admitir que no solo es un misterio cómo llegaron a existir las primeras moléculas de proteÃna y ácidos nucleicos (ADN o ARN), sino también su interacción. “Es el trabajo conjunto de las dos moléculas lo que hace posible la vida en la Tierra”, dice The New Encyclopædia Britannica. Ahora bien, la enciclopedia explica que la manera en que llegó a producirse esta colaboración todavÃa es “un problema fundamental y no resuelto sobre el origen de la vida”. Sin duda.
El apéndice A, “Trabajo de equipo en pro de la vida” (páginas 45-48), repasa algunos detalles básicos del fascinante trabajo de equipo entre las proteÃnas y los ácidos nucleicos en nuestras células. El mero hecho de poder adentrarnos en el mundo de las células corporales suscita admiración por el trabajo de los cientÃficos que lo han hecho posible. Nos ha permitido entender procesos extraordinariamente complejos de los que pocos de nosotros somos siquiera conscientes, pero que tienen lugar en cada momento de nuestra vida. Sin embargo, desde otro punto de vista, la impresionante complejidad y precisión que los caracteriza nos hacen retornar a la pregunta: ¿Cómo llegaron a existir?
Los cientÃficos sobre el origen de la vida no han cesado de formular escenarios plausibles para el drama del origen de la vida. No obstante, los nuevos guiones no están resultando convincentes (véase el apéndice B, “¿Del ‘mundo del ARN’, o de otro mundo?”, página 48). Por ejemplo, Klaus Dose, del Instituto de BioquÃmica de Maguncia (Alemania), observó: “Por el momento todos los estudios sobre las principales teorÃas y experimentos en ese campo terminan bien en un punto muerto, o bien en un reconocimiento de ignorancia”.
Ni siquiera en la Conferencia Internacional sobre el Origen de la Vida, celebrada en 1996, se ofreció ninguna solución. Por el contrario, la revista Science informó que los casi trescientos cientÃficos reunidos “lucharon sin éxito por resolver el enigma de cómo surgieron por primera vez las moléculas [de ADN y ARN] y cómo evolucionaron hasta convertirse en células con capacidad de reproducción”.
Se ha requerido inteligencia y una educación superior para estudiar y empezar a explicarse lo que ocurre en nuestras células a nivel molecular. Por tanto, ¿es razonable pensar que estos complicados procesos tuvieron lugar primero en un “caldo prebiótico”, sin dirección, espontáneamente y por azar? ¿O hubo algo más implicado?
¿Por qué los enigmas?
Hoy se puede hacer una retrospección de medio siglo de especulación y miles de intentos de probar que la vida se originó por sà sola. SerÃa difÃcil que quien la hiciera no concordara con el premio Nobel Francis Crick. Hablando de las teorÃas sobre el origen de la vida, Crick dijo que hay “demasiada especulación en torno a muy pocos hechos”. Es por tanto comprensible que algunos cientÃficos que examinan los hechos lleguen a la conclusión de que la vida es demasiado compleja como para haberse producido por casualidad incluso en un laboratorio organizado, y mucho menos en un ambiente incontrolado.
Si la ciencia avanzada no es capaz de probar que la vida pudo surgir por sà misma, ¿por qué siguen defendiendo estas teorÃas algunos cientÃficos? Hace unas décadas, el catedrático J. D. Bernal ofreció algunas respuestas en el libro The Origin of Life: “Al aplicar los cánones estrictos del método cientÃfico a este tema [la generación espontánea de la vida], es posible demostrar de manera efectiva en varios lugares de la explicación cómo no pudo haber surgido la vida; la improbabilidad es demasiado alta, la posibilidad [...], demasiado pequeña”. Y añadió: “La vida se encuentra aquà en la Tierra con toda su multiplicidad de formas y actividades, y lamentablemente hay que forzar los argumentos para explicar su existencia”. El panorama no ha mejorado desde entonces.
Analicemos el mensaje subyacente de este razonamiento. Equivale a decir: “Es cientÃficamente correcto afirmar que la vida no pudo surgir por sà sola. Pero la aparición espontánea de la vida es la única posibilidad que puede contemplarse. De modo que es necesario forzar los argumentos para apoyar la hipótesis de que la vida surgió espontáneamente”. ¿Se siente cómodo con esta lógica? ¿No requiere este razonamiento “forzar” mucho los hechos?
Hay, sin embargo, cientÃficos respetados y conocedores de la materia que no ven la necesidad de forzar los hechos para que encajen con una determinada filosofÃa sobre el origen de la vida. Por el contrario, permiten que los hechos los conduzcan a la conclusión razonable. ¿Qué hechos y a qué conclusión?
Información e inteligencia
El profesor Maciej Giertych, renombrado genetista del Instituto de DendrologÃa de la Academia Polaca de Ciencias, respondió lo siguiente en una entrevista para un documental:
“Somos ahora conscientes de la impresionante cantidad de información contenida en los genes. La ciencia no es capaz de explicar cómo puede surgir espontáneamente esta información. Se requiere una inteligencia; no puede producirse mediante sucesos fortuitos. La mezcla de letras no produce palabras.” Y añadió: “Por ejemplo, el complejÃsimo sistema replicativo del ADN, el ARN y las proteÃnas en la célula debe haber sido perfecto desde el mismo principio. De no haber sido asÃ, no existirÃan organismos vivos. La única explicación lógica es que esta inmensa cantidad de información proceda de una inteligencia”.
Cuanto más aprendemos acerca de las maravillas de la vida, más lógico es concordar con esa conclusión: el origen de la vida requiere una fuente inteligente. ¿Qué fuente?
Como se ha dicho anteriormente, millones de personas educadas piensan que una inteligencia superior, un diseñador, debe haber producido la vida en la Tierra. Después de examinar objetivamente el tema, han aceptado que aun en esta era cientÃfica, es razonable coincidir con el poeta bÃblico que hace mucho tiempo dijo sobre Dios: “Porque contigo está la fuente de la vida” (Salmo 36:9).
Sea que hayamos llegado a una firme conclusión sobre este tema o no, dirijamos la atención a algunas maravillas de las que depende nuestra existencia. Nos resultará gratificante y puede esclarecer en gran manera este tema que afecta a nuestra vida.
2006-12-19 14:37:00
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answer #4
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answered by Anonymous
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