ANTICONCEPCIÓN EN GATAS
EL CELO
En algún momento durante la segunda mitad de su primer año de vida, y habitualmente coincidiendo con la llegada de los meses cálidos, las gatas comenzarán a comportarse de manera extraña: entran en celo. El celo o estro es un estado hormonalmente provocado en el que la gata está en disposición de aparearse.
Las gatas son poliéstricas estacionales, es decir, tienen varios celos al año durante su época de cría. El momento de aparición del primer celo, así como su duración, síntomas y periodicidad son muy variables. Todo esto depende de varios factores, como las condiciones de su hábitat, la raza o la presencia de machos, y también hay muchas diferencias individuales. Las gatas de pelo corto, por ejemplo suelen ser más precoces y manifestar celos más escandalosos que las de pelo largo. Sin embargo, una de las principales variables que inciden sobre la manifestación del celo es el fotoperiodo, es decir, la cantidad de luz ambiental. A mayor cantidad de horas de luz, mayor será el número de veces que una gata entra en celo. Por esta razón, las épocas del año en que las gatas suelen estar en celo son las de primavera-verano y otoño. No obstante, y debido a las condiciones ambientales de nuestros hogares, con mayor número de horas de luz artificial y temperatura más o menos estable a lo largo del año, las gatas caseras pueden entrar en época de celo casi continuamente. Las gatas, además, pueden ser sexualmente activas durante toda su vida.
El episodio de celo comienza con el llamado proestro: la gata se muestra más afectiva y se restriega contra todo tipo de objetos. Aún no se apareará con un macho aunque lo tenga cerca. En los días siguientes, los síntomas del celo irán haciéndose cada vez más pronunciados: lastimeros maullidos durante toda la noche, pérdida de apetito (o apetito desmesurado), afectividad extrema (puede que más cariñosa o puede que más agresiva), micciones más frecuentes y de olor más fuerte, imperiosa necesidad de restregarse y rodar por el suelo, lordosis (postura de apareamiento: barriga pegada al suelo, cuartos traseros elevados, rabo hacia un lado)... Se trata del estro o celo propiamente dicho. Algunas gatas pueden presentar estos síntomas de un modo mucho más discreto, de tal forma que el dueño puede detectar únicamente que su gata está más cariñosa de lo habitual o algo más vocal. Como media, los celos duran unos 7 días (aunque el rango puede variar entre 1 y 21 días) y, si no se produce el coito y el embarazo, se repiten a intervalos que pueden variar entre unos pocos días y un mes. Estos intervalos se denominan interestros.
Si la gata tiene acceso a gatos machos adultos, escogerá de entre sus pretendientes a aquel o aquellos que más atractivos le resulten. La ovulación en las gatas es inducida, lo que quiere decir que se produce habitualmente al aparearse, gracias a la estimulación producida por el pene del macho al retirarse de la vagina. Esto también significa que las probabilidades de quedar preñada una vez que se produce el apareamiento son altísimas. Si la gata ovula y no queda preñada, entrará en una etapa llamada diestro o metaestro, una etapa de falsa preñez o pseudogestación que dura entre 30 y 45 días, al cabo de los cuales volverá a entrar en celo. Las etapas sin actividad sexual, normalmente los meses más oscuros y fríos, reciben el nombre de anestro.
El éxito reproductor de los gatos es tan grande que, una sola pareja de gatos, produciendo 8 gatitos al año que a su vez se crucen entre ellos, habrá producido 800.000 gatos en 8 años. Una impresionante concentración de belleza felina, pero... ¿podrían todos ellos vivir vidas dignas? ¿no crearía esta superpoblación gatuna desequilibrios en los ecosistemas? En libertad, hay muchos factores que limitan el crecimiento excesivo de los grupos de gatos, ya que enfermedades, accidentes, la crueldad humana, o problemas de nutrición impiden que todos los gatitos nacidos alcancen la edad adulta y se reproduzcan. No obstante, las colonias de gatos callejeros sin control y con abundantes recursos pueden también crecer de forma desproporcionada, lo que ocasiona campañas de exterminación en algunas zonas urbanas. En cuanto a los gatos que viven en más estrecha relación con los humanos, ya sea en semilibertad en zonas rurales o compartiendo nuestros hogares, el método de control de natalidad tradicional ha sido el sacrificio de las nuevas camadas de gatitos. Ambas prácticas, las campañas de exterminio y el sacrificio de las nuevas camadas son evitables con la prevención de los nacimientos.
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MÉTODOS NO QUIRÚRGICOS
Existen tratamientos hormonales en pastillas o inyecciones que inhiben el celo o lo interrumpen al cabo de varias horas o varios días cuando ya se ha presentado. La duración de sus efectos es variable, aunque algunas inyecciones previenen el celo durante varios meses. Los más habituales son derivados de la progesterona, ya sean naturales o sintéticos.
Estos tratamientos tienen importantes y peligrosos efectos secundarios: obesidad, diabetes, tumores de mama, infecciones de útero... Por esta razón, no se recomiendan como método anticonceptivo a largo plazo, sino sólo en ocasiones puntuales y cuando se pretenda que la gata críe. La única ventaja de este tipo de métodos es que no son irreversibles y la gata podrá quedar preñada cuando dejen de suministrársele las hormonas. Hay que tener en cuenta, no obstante, que su uso prolongado también limita la capacidad reproductiva de la gata, con lo que quizá tenga más problemas para quedarse embarazada en el futuro.
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MÉTODOS QUIRÚRGICOS
Ligadura de trompas. Evita el embarazo, aunque no la manifestación del celo. De esta forma, las gatas con las trompas ligadas seguirán apareándose siempre que encuentren machos atractivos disponibles.
Histerectomía. Consiste en la extirpación únicamente del útero. Lo mismo que la ligadura de trompas, elimina la posibilidad de concebir, aunque no el celo y la conducta de apareamiento.
Ovariectomía. Consiste en la extirpación de los ovarios, lo que elimina tanto el celo como la posibilidad de concebir. Sin embargo, al no extirpar también el útero, no se evitan totalmente las posibles infecciones o tumores de este órgano.
Ovariohisterectomía. Es la elección principal de la profesión veterinaria. Se trata de la extirpación tanto de los ovarios como del útero. Elimina la posibilidad de concebir, así como la aparición del celo, al tiempo que previene las enfermedades propias del aparato reproductor. Dado que es el tipo de cirugía más habitual, nos detendremos un poco más en ella.
Cuándo. Tradicionalmente se ha considerado que el mejor momento para la esterilización quirúrgica de las gatas es a los seis meses, aunque muchos veterinarios también recomiendan esperar al primer celo. La razón de que los seis meses sea el punto de referencia es que es la edad a partir de la cual las gatas suelen alcanzar su madurez sexual. Además, durante mucho tiempo se consideró que la intervención quirúrgica era más peligrosa en animales inmaduros. Sin embargo, es posible que el celo aparezca en algunas gatas antes de los seis meses, con el consiguiente riesgo de embarazos no deseados si tiene acceso a machos. Por otra parte, esperar al primer celo tiene como motivación fundamental saber cómo van a ser los celos de la gata, ya que algunos veterinarios no recomiendan la esterilización en el caso de que los síntomas no se presenten con demasiada virulencia.
No obstante, con el perfeccionamiento de las técnicas quirúrgicas y los métodos de anestesia, la operación tiene ahora menos riesgos en gatitas menores de seis meses que, además, se recuperan con asombrosa facilidad. Asimismo, no hay evidencia de que una castración temprana cause ningún problema sobre el desarrollo posterior de la gata ni que predisponga a padecer ninguna enfermedad. El motivo principal para esterilizar a una gata antes de los seis meses es evitar que un primer celo precoz produzca alguna camada indeseada. También es una práctica habitual en las protectoras y albergues, que entregan los animales esterilizados para asegurarse de que al menos de esos gatos y gatas no saldrán nuevas camadas destinadas a acabar de nuevo allí o a una muerte anunciada.
En cuanto a la castración en gatas de más edad, es igualmente efectiva y sólo tiene la desventaja de que se necesitan análisis preoperatorios más concienzudos y periodos más largos de recuperación.
Cómo. La ovariohisterectomía es una operación de cirugía mayor, que requiere abrir la cavidad abdominal de la gata y anestesia general. Por eso es importante que la realice un veterinario competente en una clínica con las condiciones adecuadas. También es aconsejable que programemos la operación antes de un fin de semana o durante nuestras vacaciones, para poder atender a la gata convaleciente al menos durante los dos días posteriores. Para el día de la operación, el veterinario nos pedirá que dejemos a la gata en ayunas desde la medianoche anterior.
Hay dos procedimientos para extirpar el útero y los ovarios. Ambos tienen ventajas e inconvenientes, y los veterinarios suelen preferir uno u otro en función de su formación, de su familiaridad con ambas técnicas, de las características de cada caso, de su experiencia pasada y... de su ubicación geográfica (por ejemplo, mientras que en EE.UU. la técnica abdominal es más usual, en el Reino Unido lo es la técnica lateral). En los dos casos se afeitará el área necesaria para realizar la operación.
En la técnica ventral, se coloca a la gata boca arriba y se practica una incisión en el abdomen, a la altura del ombligo; en la técnica lateral, la gata se coloca de lado y la incisión se practica en un costado. Con la técnica lateral son más difíciles los desgarros, y suele utilizarse con mayor frecuencia en el caso de gatas lactantes o gatas callejeras que se liberarán rápidamente. La técnica abdominal es preferible en el caso de que haya complicaciones, como un embarazo o piometra, y es más segura si se producen hemorragias.
Tras la incisión en la piel, preferiblemente una incisión pequeña en el lugar preciso, ya que así se minimiza el tiempo necesario para suturar la herida y, por tanto, el de anestesia, se cortan los músculos y se ubica el útero. Los dos ovarios y el útero se extraen y suturan, volviendo a coser músculos y piel. El veterinario inyectará un analgésico y un antibiótico a la gata y esperará a que se recupere de la anestesia. Lo habitual es que la gata se vaya a casa el mismo día de la operación, aunque en algunas clínicas prefieren dejarla una noche en observación.
El cuidado postoperatorio se limita a la desinfección de la herida y la administración de antibióticos durante una semana. Es posible que los primeros días la gata tenga falta de apetito y decaimiento en general, pero al cabo de 2 ó 3 días volverá a ser la de antes. Unos 10 días después, se retirarán los puntos de sutura y la paciente será dada de alta. Actualmente se están desarrollando también técnicas de cirugía laparoscópica o con láser que minimizan la herida y el tiempo de recuperación.
Riesgos de la operación. En gatas jóvenes y sanas, se trata de una operación con pocos riesgos. Las posibles complicaciones que puede tener son las derivadas de la anestesia, además de hemorragias, desgarros en la herida o infecciones. Estas últimas pueden prevenirse limitando la actividad de la gata durante los días siguientes, administrando los antibióticos prescritos por el veterinario y desinfectando periódicamente la herida. Para evitar que las gatas especialmente inquietas arranquen con sus dientes los puntos es altamente recomendable la utilización de un “collar isabelino”.
Además, cabe la pequeña posibilidad de que quede tejido ovárico en el abdomen de la gata, lo que producirá que vuelva a entrar en celo después de la operación, y la necesidad de volver a intervenir para eliminar ese remanente.
EFECTOS DE LA CASTRACIÓN
Efectos sobre el comportamiento
Algunas personas temen que la castración transforme a sus gatas convirtiéndolas en animales pasivos, inactivos y sin vida. Nada más lejos de la realidad. La castración no cambiará el carácter y la personalidad de la gata. Lo único que desaparecerá serán los celos, molestos tanto para el animal como para los humanos con los que convive. No obstante, algunos dueños informan de que, tras la castración, las gatas se vuelven más cariñosas y juguetonas. Tampoco tiene por qué disminuir el nivel de actividad, excepto, claro está, el de las actividades propias del celo, el cortejo y el apareamiento. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que es muy normal que la castración coincida con la entrada de la gata en su época adulta, una etapa en la que de forma natural gatos y gatas pierden algo de la impetuosidad de la época infantil y sosiegan su carácter.
Efectos sobre la salud
Uno de los efectos de la castración es, habitualmente, el aumento de peso. Los cambios hormonales que se producen resultan, por una parte, en un mayor apetito y, por otra, en la necesidad de una ingestión de calorías menor para mantener el peso corporal. Estas son las causas de la tendencia al sobrepeso en las gatas castradas. Sin embargo, un nivel de ejercicio adecuado y un control de la alimentación ayudarán a que la gata no alcance un peso excesivo. Es necesario, asimismo, que los dueños sean conscientes de esta propensión y que comiencen a controlar la alimentación de sus gatas en cuanto se recuperen de la operación. Los piensos de dieta y especiales para gatos castrados, así como el control de la cantidad de alimento ingerido (evitando la alimentación “ad libitum”) son los mejores métodos para evitar un problema que no es simplemente estético, sino que puede afectar a la salud de la gata.
Además de prevenir camadas indeseadas y la aparición del celo, la castración tiene también otros efectos beneficiosos sobre la salud de las gatas. La prevención del posible contagio de enfermedades durante el apareamiento y el ligero aumento de la esperanza de vida son algunas ventajas comunes a gatas y gatos. Además, existen también otras ventajas específicas para las hembras.
Las gatas no castradas sufren con cierta frecuencia una grave infección uterina llamada piometra, producida por la sucesión de celos sin embarazo. Tras el celo, los niveles de progesterona permanecen elevados y el recubrimiento del útero se espesa en preparación del embarazo. Si éste no ocurre, el engrosamiento continúa hasta la formación de quistes, convirtiendo el útero en un medio ideal para la proliferación de bacterias y la aparición de la enfermedad, que tiene un pronóstico muy negativo en caso de que se diagnostique ya en avanzado estado. Además de evitar los graves riesgos de la piometra, la castración también elimina la posibilidad de tumores o cualquier otro trastorno del aparato reproductor.
Se ha presentado también alguna evidencia de que la ovariohisterectomía en gatas reduce las posibilidades de contraer cáncer de mama, especialmente si se realiza antes del primer celo. No obstante, no existe un claro acuerdo entre los investigadores sobre este punto, y este efecto preventivo no es tan espectacular como en el caso de las perras. Hay que tener en cuenta, en cualquier caso, que, aunque menos frecuentes que en perras, los tumores de mama en las gatas son malignos en un 80 o un 90% de los casos.
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2006-12-17 16:45:36
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answer #6
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answered by Anonymous
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