"¿Por qué pinta tantos gordos?". PORQUE ES EL RESGO MAS CARACTERISTICO Y MUY CARACTERISCO DE SU ESTILO, ese es simplemente su estilo ( asi como para Monet, Renoir lo fue el Impresionismo es decir, el paisaje como tema principal :-) .
Los colombianos dicen que Botero es "el que hace las gorditas". El propio artista prefiere el término "volumen". El explica que su fascinación con las figuras "voluminosas" viene del arte italiano, especialmente de Florencia (mapa). Botero insiste que "soy un pintor con cabeza italiana y corazón colombiano"
Sin embargo te envio esta entrevista que le hicieron a Botero ..
¿Por qué pinta Botero gordos?
Deformación como principio formal
por Mariana Hanstein*
*Extraido de libro de la autora "Botero" de la editorial Taschen, 2003.
"No, yo no pinto gordos": así responde Botero una y otra vez la pregunta, lo cual sorprende y provoca. Las figuras que aparecen en sus obras no son precisamente enclenques, marcadas por el hambre, sino que tienen aspecto de estar bien alimentadas, un perfil regordete e incluso rechoncho. Ahora bien, no solo las personas son "gordas", sino también todo lo demás que aparece en los cuadros. De este modo, Botero subraya una y otra vez que en sus cuadros la sublimación corresponde a una inquietud estética y tiene una razón estilística.
Botero es un pintor figurativo, pero no realista; sus obras se orientan por la realidad, pero no la plasman. En sus cuadros, todo es voluminoso: tanto el plátano, la bombilla, la palmera y los animales como los hombres y las mujeres. A Botero no le interesa pintar determinadas cosas -por ejemplo, hombres gordos o mujeres gordas-, sino que desea convertir, mediante transformación o deformación, la realidad en arte. Su nostalgia creativa, su ideal estético, gira en torno a formas y volúmenes, a un estilo que le permita expresar esas visiones. Botero. El artista contemporáneo que probablemente haya estudiado más tiempo el arte de todas las épocas en los museos, remite a la larga tradición de la deformación.
También artistas como Giotto, Rafael, El Greco, Rubens y Picasso deformaron las cosas y la realidad para expresar lo que querían. El Giotto temprano, en una época en que la perspectiva no se había descubierto aún para la pintura, buscaba sugerir en la superficie una forma táctil, plasticidad, espacio. A su vez, Rubens llevó al lienzo, con la sensualidad de la carne, también el éxtasis religioso, muy al contrario del místico El Greco quien, con sus figuras exageradamente alargadas, que giran extendiéndose hacia lo alto, expresó una religiosidad tan extática como profundamente española. Por otro lado, las figuras ascéticamente "delgadas" de Giacometti se han puesto una y otra vez en relación con el existencialismo.
La exageración, permanente y universal, y su repetición ininterrumpida dentro de las obras completas de un artista, como fue el caso de los pintores anteriormente mencionados, y también lo es de Botero, eleva la deformación a regla, con lo que la transforma en un estilo. La deformación sin un sentido superior, por sí misma, es o monstruosa o una caricatura; en el caso de Botero no es ni lo uno ni lo otro, sino que la deformación se debe siempre al deseo de elevar la cualidad sensual de los cuadros. Lo regordete responde a una preferencia formal por los valores plásticos en el arte clásico. Ya durante su estancia en Florencia, Botero descubrió que le atraía especialmente la presencia sensorial de los primitivos italianos y se dio cuenta de que el arte latino y afirmativo, que con sus elementos marcadamente formales no solo alababa la gloria de Dios sino también la de la vida, eran los que más se correspondían con sus aspiraciones y sus ideas artísticas. La opulencia formal tiene una connotación de significado que Botero emplea conscientemente. Como los artistas del Quattrocento, tampoco él forma
parte de aquellos artistas que convierten sus desavenencias con el mundo o los suplicios de la vida en el tema de sus obras. Todo lo contrario: sea cual sea el tema que Botero trate, con su estilo ampuloso y personal, pierde la dureza, lo cáustico, lo drástico. Las "casas" ya no llaman la atención, el toreo se despoja de crueldad; la dama con las uñas pintadas de rojo pierde su ridiculez, e incluso el amor se despoja de erotismo. Sus volúmenes sublimados son la varita mágica con que transforma el mundo y la vida y los viste de irrealidad flotante: por muy paradójico que parezca, el mundo de masas de Botero aparece tan ligero como un globo de aire.
Mientras que los críticos internacionales pusieron el estilo de Giacometti en relación con el existencialismo, por lo que lo pudo comprender como expresión de su época, para el principio estético de Botero no han encontrado aún la correspondiente legitimación. Esta circunstancia ha contribuido también a aislar su obra, en cierto modo, de las corrientes artísticas de su tiempo. ¿Es posible que esto esté relacionado con la reserva insensual, enemiga de lo corpóreo, de los críticos anglosajones, como supuso en una ocasión el escritor peruano Mario Vargas Llosa? ¿Es la afirmación de la vida superficial y solo los sufrimientos realmente algo profundo? La obra de Botero se desarrolla al borde de este abismo, pero no cae nunca en este. Es precisamente esa postura artística enraizada en la historia del arte que se llama estilo y que Botero ha observado con todo detalle, lo que distingue a Botero de los pintores denominados naif.
Cuando comenzó a pintar en Colombia, sus primeros pasos siguieron un arte moderno internacional; solo cuando comenzó a estudiar la pintura clásica encontró un estilo que responde plenamente al alma hispanoamericana. No supuso ningún rodeo, sino que se convirtió en auténtico presupuesto para tomar en serio su obra en el contexto de la pintura.
¿Es "delgado" sinónimo de "universal" y "gordo" de "provinciano"? Efectivamente, en la cultura popular latinoamericana, lo gordo se relaciona con buen humor y alegría de vivir, originado por placeres sensuales y la apacibilidad. Claro que Botero juega con el cliché de países dedicados a fiestas y colores, a la siesta y ala buena mesa. La mayoría de las personas que contemplan las obras del artista colombiano reaccionan con una sonrisa y con buen humor.
Sin embargo, también hay correspondencias más profundas con lo expansivo; y es probable que Botero las hiciera suyas inconscientemente con esos volúmenes. Un pueblo cuyo espíritu se alimenta de mitos y leyendas, que ama símbolos y alegorías, también posee las cualidades de la exageración, del derroche, de la desmesura. No interesan economías, sino lo recargado, lo suntuoso, lo complicado. La América colonial hunde sus raíces en el Barroco, un estilo importado de la Europa absolutista que en el Nuevo Mundo adquirió un carácter totalmente propio. La opulencia barroca se despliega en las iglesias americanas, en sus riquísimos retablos, en la artesanía y en la pintura, hasta sublimarse en la desmesura.
No obstante, en el mundo exuberante de Botero, con sus cacerolas echando vaho, sus frutos sabrosos y sus despensas bien llenas, también se descubren ambivalencias. El escritor italiano Alberto Moravia, por ejemplo, en la pesadez de las articulaciones y en la gordura descubre "no solo un factor estético, sino también y sobre todo un factor psicológico". Da la sensación, en el fondo trágica, de que en ese mundo abultado se expresa un sufrimiento específico, anquilosado e indoloro a la vez. En la obra de Botero, Moravia ve la revolución de Rivera y de Orozco, la lucha contra la pobreza y la injusticia, contra la arbitrariedad y la violencia, domesticada hasta la muerte. Una pesadilla: ahora, la vida se desarrolla pacíficamente, pero también indolentemente. Ese mundo se ha vuelto "tremendamente lento y gordo"; esa desazón -prosigue el literato italiano- es el origen de su vista del mundo con tan pesadas articulaciones.
Botero es un maestro cortés, el gentleman entre los artistas del siglo xx. Si siente realmente tal desazón, la presenta con discreción: exquisita. Todo lo contrario: no se cansa de explicar que su trabajo es sobre todo el resultado de una gran pasión por las formas y los colores, por valores plásticos y volúmenes de esa inquietud estética y solo de ella. Él (el provincíano) siempre quiso pintar tan solo cuadros "bonitos". Para él, la belleza significa en primer lugar perfección formal, por lo que se refiere a la composición, al color, a lo artesanal. Nada provinciano es, por el contrario, su análisis en el sentido de Leon Battista Alberti: belleza surge siempre que las partes se encuentran en una relación armónica entre sí, cuando la simetría equilibra completamente la composición. En sus obras no es decisivo un determinado mensaje, sino las líneas de composición, la vertical, la horizontal, la diagonal y la línea libre que se añade en último momento con una rama, un collar de perlas o una serpiente. Sin embargo, la composición parte de la forma tranquila y poderosa. Por esta razón rechaza la comparación con el Barroco: según Botero este es centrífugo, mientras que su obra es centrípeta; las fuerzas son serenas y buscan el centro de las cosas; su obra "no es barroca, sino expresión de la plenitud".
Para él, la belleza siempre significa ausencia de defectos; por ejemplo, en sus cuadros no hay sombras, porque "manchan" el color. Sus obras irradian siempre una luz matutina que produce las sombras más finas; la luz no procede de una fuente externa, sino que las cosas mismas brillan por el color de su propia fuerza.
Mientras que por regla general en la pintura se suele sugerir volumen mediante sombreados y rayados, Botero renuncia a estos recursos por la misma razón. En sus lienzos también la luz se remonta al color. El objetivo es siempre "crear superficies en las que el color pueda expresarse después del modo más ventajoso posible". El objetivo es la superficie de color perfecta y homogénea.
Botero siempre ha admirado la quietud en el arte: le proporciona un sentimiento de infinitud, sobre todo en la escultura egipcia. Aunque sus cuadros son en extremo narrativÓs, el movimiento parece como congelado. Esta suspensión del movimiento se desprende de la monumentalidad de las figuras y de su relación con el espacio, pues parecen demasiado grandes para poder reposar en él.
De este modo no solo la piel se tensa alrededor de los exuberantes cuerpos, sino que también estos están como tensados entre las propias paredes.
http://www.artchive.com/artchive/B/botero.html
http://www.ece.buap.mx/fce/Revista/RevistaFCE-cultura.html
Saludos.
2006-12-17 23:39:12
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answer #5
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answered by Mystefeis 3
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