Al morir Breznev en 1982, la Unión Soviética controlaba un imperio extendido por todos los continentes. Los ejércitos Soviéticos vigilaban mediante una red de guarniciones las naciones del Este de Europa. En América, Cuba era su principal cabeza de puente, y su influencia se extendía a Nicaragua y algunas naciones pequeñas. En Africa, la ayuda a Angola y Mozambique le había proporcionado posiciones estratégicas. En Asia, Corea del Norte y Vietnam representaban otros dos puntos de apoyo de la segunda potencia militar del mundo, y Yemen del Sur le deparaba un puesto de vigilancia en la zona crucial del petróleo. Estamos hablando de un gigante, pero de pies de barro, porque la asunción de responsabilidades planetarias lo había debilitado y el nivel de vida de los ciudadanos rusos empeoraba de forma inexorable:
a) Estancamiento económico. El Instituto de Economía Mundial, de 1984, emitió un diagnóstico cruel sobre la economía soviética. A partir de 1970 se produjo un freno del crecimiento, que repercutió en el descenso de los niveles de vida. Con rendimientos decrecientes en la agricultura, el antaño granero de Europa se vio obligado a importar trigo de Estados Unidos y Canadá. Dotada de inmensos recursos energéticos, petróleo y gas en primer lugar, el despilfarro era evidente, porque en Rusia se necesitaban 1.490 kg de carbón para producir mil dólares de productos, frente a los 820 de Gran Bretaña o los 565 de Alemania Federal. Y su explotación produjo un inmenso desastre ecológico
b) Atraso tecnológico. A pesar de sus éxitos en la carrera espacial, la URSS había terminado quedándose rezagada en sectores de alta tecnología, como la robótica, telecomunicaciones, fibra óptica, etc. Y la inferioridad de la técnica soviética tenía una inmediata repercusión militar, como se comprendió en Washington cuando se elaboró el programa denominado “Guerra de las Galaxias”. El atraso derivaba en gran medida de su aislamiento de la comunidad científica internacional.
c) Deterioro de la calidad de vida. Los índices demográficos. Los índices demográficos constituyen un indicador inequívoco del descenso en la calidad de vida de un pueblo. Entre 1960 y 1985 la mortalidad en la URSS subió desde el 7,1%~ al 10,8%~. Desde finales de la Segunda Guerra Mundial este índice había mejorado lentamente, pero a partir del año 1960 se produjo un reflujo indicador de que los bienes sociales no se destinaban al bienestar de la población, sino que se orientaban hacia el rearme. La esperanza de vida descendió de los 70 a los 67,7 años. La mortalidad infantil se encontraba en la tasa sorprendente del 25%~ frente a la de 6-7%~ de los países desarrollados. Según los datos de 1989, la URSS, segunda potencia militar del mundo, se situaba en el puesto 51 del ranking de la renta per cápita.
LA LUCHA POR EL PODER
Como sucesor de Breznev fue elegido en 1982 Andropov, jefe del KGB y en este puesto conocedor de la realidad rusa, bien diferente de la presentada en la propaganda. Sus deseos de reforma se quedaron en proyectos, ante su temprana muerte. El aparato impuso un conservador, el mediocre Chernenko, que cayó gravemente enfermo poco después de su elección. Y se repitió un nuevo dilema sucesorio en marzo de 1985. Los ortodoxos, en torno al ideólogo Romanov, intentaban que nada cambiara. Pero en el Politburó consiguieron imponerse los reformistas, con el apoyo del influyente Gromiko. El 11 de marzo era elegido Secretario General Mijail Gorbachov, discípulo político de Andropov.
Dos días después, en presencia de muchos mandatarios occidentales, que habían acudido a las honras fúnebres de Chernenko, habló sin papeles y sin recato de los problemas de la URSS. El presidente francés Mitterrand comprendió que se hallaban ante un nuevo tipo de líder.
FASES DE LA “PERESTROIKA”
Entre 1985 y -1987 la anunciada reestructuración o perestroika se movió en una fase de tanteos, con algunas medidas económicas que enlazaban con las adoptadas por Andropov. El momento crítico se produjo en el XXVII Congreso del PCUS, en el cual Gorbachov consiguió arrinconar a la vieja guardia brezneviana. A partir de ese momento, se tomaron las primeras medidas democratizadoras y se impulsaron iniciativas para la distensión de la vida internacional. Incluso, el mandatario reformista se retiró durante varias semanas en 1986 para escribir su libro Perestroika. Mi mensaje a Rusia y al mundo entero (1987), en el que explicaba su programa.
El período 1987-1989 corresponde a la perestroika plena, con el desmontaje de las empresas estatales y las sucesivas reformas democráticas, y, sobre todo, con el impulso de la glasnost, que supuso la aparición de la palabra libre, de la crítica, por vez primera en la historia del régimen. Al mismo tiempo, se modificaban las relaciones con EE UU y las potencias occidentales para poner fin a la Guerra Fría. Frente a la doctrina brezneviana de la “soberanía limitada” aplicada a los países satélites, Gorbachov permitió la decisión libre de estos países para elegir su destino, y esta política produjo la caída en cascada de los regímenes comunistas en el otoño de 1989.
Los años 1990-91 fechan la crisis de la perestroika. El fracaso de la reforma económica y el auge de los nacionalismos debilitaron el proyecto de Gorbachov, ya que amenazaban la cohesión de la URSS. La revolución de los ortodoxos (agosto de 1991) intentó parar el proceso, pero, al fracasar, desató la revolución democrática, provocando el final del régimen comunista y el estallido de la URSS.
LA URGENCIA DE UN NUEVO MODELO ECONÓMICO
Era urgente el saneamiento de una economía que se derrumbaba. Un economista soviético, Schmeliov, resumio en un simposio en Barcelona los tres defectos principales: ‘primero, el dictat (es decir, el monopolio) del productor en todas las esferas de la economía; segundo, el interés muy débil de los trabajadores en un trabajo en alto rendimiento; tercero, la insensibilidad de las empresas respecto al progreso tecno-científico”.
En una economía dirigida, donde los niveles de producción y los precios son fijados por el Estado, el mayor inconveniente, como ha explicado en un libro fundamental el economista Aganbegyan, asesor de Gorbachov, estriba en el divorcio entre producción y consumo. Se fabrica lo que no se necesita y escasea lo que la población demanda.
Por otra parte, resultaba imperativo —escribe Aganbegyan— reformar el sistema de precios. La subvención de todos los artículos y su consiguiente baratura derivó en que las capas de la población con mayores ingresos comprasen en grandes cantidades y se dificultase su adquisición para el resto. Abanbegyan propuso trasvasar la
subvención a la población, en forma de subida de salarios que generaran un mayor poder de compra.
Con la planificación centralizada las empresas se habituaron a formular pedidos hinchados; pedían más materias y máquinas de las que necesitaban porque suponían que, en todo caso, sus pedidos iban a ser recortados. Así, se desembocó en una economía sumergida. En una región determinada los koljoses y sovjoses construyeron edificios por un total de 400 millones de rublos cuando sólo se les había asignado metal, cemento, ladrillos, etc. por 60 millones, lo que quiere decir que los 5/6 de los materiales fueron obtenidos de modo ilegal, mediante intercambio con empresas de la construcción.
La URSS vivía en una dictadura del productor. Al desconectarse producción y consumo también se prescindió del ciclo vital de los artículos. Los productos soviéticos duran menos, son menos útiles y se estropean más, y por añadidura no se contemplaba, como en Occidente, su reparación, el seguimiento del ciclo de uso de cada artículo.
Se trataba de una economía errática, en la que eran posibles las decisiones más absurdas. Así ocurrió con la denominada “decisión del siglo”, el desvío de ríos siberianos hacia el Sur, un proyecto de enorme coste y antiecológico, gestado y apoyado en instancias burocráticas. A quienes se opusieron, como Aganbegyan, se les amenazó. Al acceder Mijail Gorbachov al poder el proyecto fue revisado y desechado.
TRANSICION A LA ECONOMIA DE MERCADO
La perestroika económica supuso la sustitución del sistema de planificación centralizada. Se apoyó, en primer lugar, en la primacía de las necesidades reales y, en segundo lugar, en el estímulo al trabajador. En la agricultura se ensayó el sistema de arriendo a las brigadas, que podían vender el excedente, un sistema copiado directamente de la NEP del año 1921. Se inició la conversión de los obreros en accionistas de su empresa y la posibilidad de adquirir obligaciones del Estado. El horizonte último era la instauración de la economía de mercado en la cual la producción respondería a la demanda y los precios reflejarían la realidad de los costes, pero, por otra parte, se estimularía al trabajador para el aumento de la producción. A pesar del entusiasmo del equipo económico que diseñó el programa, los resultados de la transformación fueron desalentadores y sumieron a la población en una situación de agobio que desacreditó el proyecto de Gorbachov.
Las reformas a medias se convirtieron en el mayor problema. Por ejemplo, se intentaba que el campesino se beneficiara de la cosecha, pero no se aceptaba la propiedad privada de la tierra. En cuanto a las empresas, inseguras de los suministros, recurrieron a subterfugios para conseguirlos. Los precios se siguieron fijando por el gobierno durante algún tiempo. De momento habla desaparecido la economía planificada, pero se temía la implantación del mercado En expresión de Angel Rojo, la Unión Soviética se quedó “sin plan y sin mercado”.
Los problemas de desabastecimiento de alimentos, ropa y medicinas fueron cada vez más apremiantes. Para agravar la situación, la bajada de los precios internacionales del petróleo y gas, con los que obtenía Moscú el 80% de sus divisas, mermó la capacidad de importación. Las mafias económicas, que vivían en la mayor clandestinidad, comenzaron a aprovecharse de la situación de escasez.
En el verano de 1990 los problemas de desabastecimiento llegaron a ser tan graves que se intentó un acuerdo entre Gorbachov y el presidente de Rusia, Yeltsin, recién elegido en la primera consulta electoral con varias candidaturas.
Un equipo de economistas presidido por Shatalin, asesor de Gorbachov, elaboró el “Plan de los quinientos días”. En él se proponía: venta masiva de las propiedades del Estado, reducción del déficit —eliminando cargas en el exterior, entre ellas las ayudas que se prestaban a Cuba—, liberalización de los precios al consumo, convertibilidad del rublo (para facilitar el comercio exterior). Con este plan se intentaba convertir la economía rusa en una economía plena de mercado, pero los ortodoxos comenzaron a sabotearlo, y las presiones políticas y militares sobre Gorbachov se hicieron insistentes
2006-12-13 07:14:28
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answer #4
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answered by ORI$ALL3 7
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