El VIH/SIDA es la enfermedad sexual más mortífera y de más rápida proliferación. Crea en los países pobres una mayor amenaza a las perspectivas de desarrollo que cualquier otra enfermedad. Sus efectos son más graves entre los pobres, que carecen de amortiguación económica y que tienen el apoyo social más débil entre todos los grupos.
Veinte años después de que se obtuvieron las primeras pruebas clínicas del SIDA, esta enfermedad se ha transformado en la más devastadora que jamás haya enfrentado la humanidad, pues abate cada día, en promedio, a 14.000 hombres, mujeres y niños. Es la principal causa de defunción en África al Sur del Sahara y la cuarta causa de defunción, por orden de magnitud, en todo el mundo.
La enfermedad se propaga por la vía de la sangre y los productos sanguíneos infectados y el uso indebido de drogas, pero la vía más frecuente es el contacto sexual, predominantemente entre hombres y mujeres. Las mujeres son más vulnerables al contagio por razones fisiológicas y sociales y las trabajadoras del sexo tienen más probabilidades que el resto de la población de estar infectadas. Pero es el comportamiento sexual de los hombres el principal responsable de la propagación de la enfermedad.
Se han contagiado con el VIH más de 60 millones de personas y el SIDA ya ha cercenado las vidas de más de 20 millones, según el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) y la OMS (1). Solamente en África al Sur del Sahara, en 2001 se agregaron 3,5 millones de personas a las ya infectadas.
Según se estima, hay 40 millones de personas que viven con el virus; de ellas, más de 28 millones en África y casi un 95% en países en desarrollo. La epidemia se está propagando ahora más rápidamente en Europa Oriental y el Asia Central, donde la mayoría de los nuevos contagios ocurren entre toxicómanos por vía endovenosa (2). Es posible que en la India haya más de 4 millones de personas infectadas. Se desconoce la prevalencia en China, pero puede ser muy superior a la estimación oficial de aproximadamente un millón; según algunos cálculos, esa cantidad sería de 6 millones, y posiblemente aumentaría hasta 10 millones al finalizar el presente decenio (3).
El VIH también puede ser transmitido en el útero, desde madres infectadas hacia sus hijitos. Un tercio de las madres infectadas transmiten de esta manera la enfermedad a sus hijos.
Actualmente, el ONUSIDA y la OMS estiman que más de 4 millones de niños menores de 15 años se han contagiado con el VIH. Más del 90% eran recién nacidos de madres con reacción serológica positiva al VIH, que se infectaron con el virus o bien antes del parto, o bien durante éste, o debido al amamantamiento.
Esas infecciones han causado un aumento sin precedentes en la mortalidad de menores de un año, debido a que tras el contagio inicial con el VIH, cuando se trata de niños se avanza rápidamente hacia el cuadro clínico de SIDA; y muchos de esos niños han fallecido. De los 580.000 niños menores de 15 años que en 2001 murieron a causa del SIDA, 500.000 - casi nueve de cada 10 - eran africanos (4).
De los nuevos contagios con el VIH, la mitad ocurre entre jóvenes de 15 a 24 años de edad, muchos de los cuales carecen de información o de servicios de prevención y todavía lo ignoran todo acerca de la epidemia y la manera de protegerse a sí mismos. En estudios sobre adolescentes de 15 a 19 años sexualmente activos en siete países africanos, al menos un 40% no creían que corrieran ningún peligro. En un país, esa cantidad era del 87%. En 22 países estudiados recientemente por el UNICEF, al menos un 30% de los jóvenes nunca habían oído mencionar el SIDA. En 17 países estudiados, más de la mitad de los adolescentes no podían nombrar ni un solo método para protegerse contra el VIH. En todos esos estudios, las jóvenes sabían menos que los jóvenes varones, aun cuando ellas son más vulnerables al contagio (5).
En los países en desarrollo, el VIH/SIDA está destruyendo tanto las vidas como los medios de vida y anulando decenios de progreso. Incluso en los países industrializados, la mayoría de los contagios ocurren entre los pobres. En ningún país desarrollado ha sido la epidemia de SIDA de magnitud que pueda compararse siquiera a la que arrasa a los países pobres (6).
"Los cambios económicos y sociales ... han creado circunstancias que colocan a decenas de millones de personas en situación de riesgo de contagiarse con el VIH" (7) Las iniciativas que simplemente "tratan de cambiar los comportamientos no bastan para frenar la epidemia. Los factores determinantes de la epidemia exceden en mucho el ámbito de la voluntad individual". No eliminaremos la pandemia considerándola como una mera enfermedad. El VIH/SIDA es concomitante de la pobreza, prolifera en la pobreza y, a su vez, produce pobreza.
La relación entre pobreza y transmisión del VIH no es simple. Si lo fuera, tal vez Sudáfrica no tendría la mayor epidemia del continente, porque en comparación con los demás países del continente, Sudáfrica es un país rico. Botswana también es un país relativamente rico; no obstante, es el que tiene los más altos niveles de contagio del mundo. Si bien la mayoría de las personas con VIH/SIDA son pobres, muchos otros también se han contagiado.
Los factores que acompañan la pobreza propician el contagio: desnutrición; falta de agua potable, de saneamiento y de condiciones higiénicas de vida; niveles generalmente bajos de salud; sistemas de inmunidad debilitados; alta incidencia de otras infecciones, incluidas las genitales, y exposición a enfermedades como la tuberculosis y el paludismo; inadecuados servicios públicos de salud; analfabetismo e ignorancia; presiones en favor de los comportamientos de alto riesgo, desde la migración laboral hasta el alcoholismo y la violencia por motivos de género; inadecuada respuesta de los líderes, o bien al VIH/SIDA, o bien a los problemas de los pobres; y, por último, falta de confianza o de esperanza en el futuro (8).
Las personas, los hogares y las comunidades que viven con el VIH/SIDA comprueban que los ingresos perdidos, las cosechas malogradas y la ausencia de tratamiento los debilita, ahonda su pobreza y empuja a las personas vulnerables hacia la pobreza. Así, el ciclo se intensifica.
La desigualdad agudiza los efectos de la pobreza y la combinación de pobreza y desigualdad tal vez impulse la epidemia. Un camionero sudafricano no está bien remunerado en comparación con los ejecutivos que dirigen su compañía, pero es rico en comparación con los habitantes de las zonas rurales que atraviesa. Para una mujer en una parada de camiones, un hombre que dispone de 50 rands (10 dólares) es rico; su desesperante necesidad de dinero para alimentar a su familia puede empujarla a someterse a relaciones sexuales sin protección, aun cuando ella esté al tanto de los riesgos.
2006-12-10 10:58:39
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answer #3
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answered by Anonymous
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