Henoc
En el libro del Génesis, del Antiguo Testamento de la Biblia, Henoc (a veces transcrito como Enoc o Enoch) es el nombre de varios personajes mencionados en dos genealogÃas, y posteriormente por muchos autores judÃos, cristianos y musulmanes.
El Primero aparece como hijo primogénito de CaÃn (quien construyó una ciudad a la que le puso el nombre de Henoc para honrar la ocasión de su nacimiento). Henoc fue padre de Irad, éste de Mavael, éste de Matusael , éste de Lámec quien aparece como el primer polÃgamo y este de Jabal y Jubal (Genesis 4:17-18).
El segundo aparece como hijo de Jared descendiente de Set hijo de Adán, padre de Matusalén, abuelo de Lámek y bisabuelo de Noé (Genesis 5:18-30). Este Henoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó (Genesis 5:24); por la fe fue trasladado, para que no viera la muerte, y no se le halló porque Dios le trasladó (Hebreos 11:5).
Existió otro Henoc diferente, que era hijo de Madián y nieto de Abraham y habrÃa vivido en el 1700 a.C. aproximadamente.
Relatos referentes a Henoc
Los «hijos de los ElohÃm»
Según el Libro de los Jubileos (texto apócrifo escrito en tono midrásico probablemente en el siglo II a.C. por un judÃo fariseo; de la versión hebrea sólo se conservan los fragmentos encontrados entre los manuscritos del Mar Muerto; la versión mejor conservada es la etÃope):
Durante trescientos años, Henoc aprendió todos los secretos (del Cielo y de la Tierra) de los bene ElohÃm ('los hijos de los Señores') [Jubileos 4:21].
El es el nombre de uno o varios dioses ugarÃticos que fueron importados a Palestina e introducidos en los textos sagrados hebreos. ElohÃm ('señores') es el plural del nombre masculino El, que significa 'señor'. A veces se percibe esta contradicción politeÃsta bÃblica.
Por ejemplo en Génesis 1.26 dice: «Entonces los ElohÃm dijeron: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, a nuestra semejanza"». Génesis 3.22: «Miren, el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros, conociendo lo bueno y lo malo». Durante la descripción de la Torre de Babel (Génesis 11.17), los ElohÃm dicen: «Ahora pues, descendamos y confundamos sus lenguas". Hoy en dÃa, algunos historiadores bÃblicos opinan que el judaÃsmo fue en un tiempo una religión politeÃsta, hasta que los sacerdotes del dios Yahvéh ganaron poder polÃtico y religioso como para declarar un Dios único. sin embargo otros igualmente postulan que este término serÃa usado como un Plural mayestático de un solo Dios.
Los hijos de los ElohÃm eran gigantes que habÃan bajado a la Tierra porque carecÃan de compañÃa femenina. Los dioses El les enviaron para enseñar a la humanidad la verdad y la justicia. En el Libro de Enoc, los hijos de los ElohÃm, son llamados Vigilantes; y se les menciona como un grupo de ángeles.
Igualmente, según los midrasim de Yalqut Shimoni 33 y el Bereshit Rabbati 29-30:
Shemhazai y Azael (originalmente Azazel 'le fortalece un El'), dos ángeles que gozaban de la confianza de los ElohÃm ('Señores'), preguntaron: «Señores del Universo, ¿no les advertimos el dÃa de la Creación que el hombre demostrarÃa ser indigno de Vuestro mundo?». Los ElohÃm replicaron: «Pero si destruimos al hombre, ¿qué será de Nuestro mundo?». Los ángeles contestaron: «Nosotros lo habitaremos». Los ElohÃm preguntaron: «Pero si descendéis a la Tierra, ¿no pecaréis incluso más que el hombre?». Ellos suplicaron: «¡Déjennos vivir allà durante un tiempo y santificaremos Vuestro nombre!».
Los ElohÃm les permitieron descender, pero enseguida a los ángeles les venció la lujuria por las hijas de Adán y se corrompieron mediante el trato sexual. Henoc dejó constancia no sólo de las instrucciones que recibieron de los ElohÃm, sino también de su posterior caÃda en desgracia: antes del fin disfrutaban indistintamente con vÃrgenes, matronas, hombres y bestias.
Shemhazai engendró dos hijos monstruosos llamados Hiwa e Hiya, cada uno de los cuales comÃa diariamente mil camellos, mil caballos y mil bueyes. Y Azael inventó los adornos y cosméticos empleados por las mujeres para pervertir a los hombres. En consecuencia, los ElohÃm les advirtieron que liberarÃan las Aguas de Arriba y asà destruirÃan a todos los hombres y todas las bestias. Shemhazai lloró amargamente, pues temÃa que sus hijos, aunque bastante altos para no ahogarse, murieran de hambre.
En aquellos dÃas sólo la virgen Ishtahar permaneció casta. Cuando Shemhazai le hizo proposiciones lascivas, ella se dirigió a los hijos de los ElohÃm: «¡Préstenme sus alas!». Ellos accedieron y ella voló hasta el Cielo, donde se acogió en el Trono de los ElohÃm, quienes la transformó en la constelación Virgo (o según otros, las Pléyades). Al perder sus alas, los ángeles caÃdos quedaron abandonados en la Tierra durante muchas generaciones hasta que ascendieron por la escalera de Jacob y asà regresaron a su lugar de origen.
Shemhazai se arrepintió y se situó en el firmamento meridional, entre el Cielo y la Tierra —cabeza abajo y con los pies hacia arriba—, donde permanece colgado hasta nuestros dÃas, formando la constelación llamada Orión por los griegos.
Se cree que el escritor griego Arato (de comienzos del siglo III a.C. igualmente escribió acerca de este relato, o su relato aunque diferente presenta una gran similitud con este. Cuenta que la Justicia (siempre virgen, ya que no se acostaba con nadie), hija de la Aurora, gobernó con virtud la humanidad en la Edad de Oro, pero cuando llegaron las Edades de Plata y de Bronce acarreando codicia y masacre, ella exclamó: «¡Ay de esta raza perversa!» y ascendió al Cielo, donde se convirtió en la constelación Virgo.
El resto de la narración está tomada del relato de Apolodoro sobre la persecución de las siete Pléyades vÃrgenes, hijas de Atlante y Pléyone, que lograron escapar de los abrazos del cazador Orión transformadas en estrellas.
No obstante, la mayorÃa de los estudiosos creen que Ishtahar parece referir a la diosa babilónica Ishtar, identificada a veces con la constelación Virgo. La creencia popular egipcia identificaba a Orión, la constelación en la que se convirtió Shemhazai, con el alma de Osiris.
Explicación del mito
La explicación de este mito de los gigantes «hijos de El», que ha constituido un obstáculo para los teólogos, puede estar en la llegada a Palestina de pastores hebreos, altos y bárbaros, aproximadamente en el 1900 a.C. y en su contacto, mediante el matrimonio, con la civilización asiática.
En este sentido, los «hijos de El» se referirÃa a los propietarios de ganado que veneraban al dios-toro semita El; «hijas de Adán» querrÃa decir 'mujeres de la tierra' (en hebreo adama), esto es, las agricultoras cananeas adoradoras de la Diosa, famosas por sus orgÃas y su prostitución premarital.
Si es asÃ, este acontecimiento histórico se ha mezclado con el mito ugarÃtico según el cual el dios El sedujo a dos mujeres mortales y engendró dos hijos divinos con ellas, a saber Shahar ('Aurora') y Shalem ('Perfecto'). Shahar aparece como divinidad alada en el Salmo 139,9; y su hijo (según IsaÃas 14.12) era el ángel caÃdo Helel.
Las uniones entre dioses y mortales (que generalmente en la mitologÃa provienen de las uniones de reyes o reinas con plebeyos), ocurren con frecuencia en los mitos del Mediterráneo y el Cercano Oriente. Como el judaÃsmo posterior rechazó todas las deidades menos su propio Dios trascendental, y como éste nunca se casó ni asoció con mujer alguna, Rabbà Shimon ben Yohai se sintió obligado a maldecir, en Génesis Rabba, a todos los que interpretaban «hijos de El» en el sentido ugarÃtico.
De manera evidente, tal interpretación todavÃa era habitual en el siglo II, y sólo desapareció cuando los bene ElohÃm fueron interpretados como 'hijos de los jueces'. ElohÃm podÃa significar 'dioses' pero también 'jueces'. Se generó incluso la teorÃa de que cuando un magistrado debidamente designado juzgaba una causa, el espÃritu de El lo poseÃa: «Yo habÃa dicho: ¡Ustedes son dioses, todos ustedes, hijos del AltÃsimo!» (Salmos 82.6).
Los ángeles acusadores
Según las HomilÃas clementinas (opúsculo cristiano de principios del siglo III, escrito probablemente en Siria), 8.11-17 (pág. 142-145):
Ciertos ángeles acusadores pidieron permiso al dios Yahvéh ElohÃm para reunir pruebas fidedignas de la iniquidad del hombre y asà asegurar su castigo. Cuando Yahvéh ElohÃm accedió, esos ángeles se convirtieron en piedras preciosas, perlas, tinte purpúreo, oro y otros tesoros, que fueron robados inmediatamente por los codiciosos hombres. Entonces los ángeles-joyas adoptaron forma humana con la esperanza de enseñar rectitud a la humanidad. Pero esa asunción de carne humana les hizo someterse a los apetitos humanos: seducidos por las hijas de los hombres, se encontraron encadenados a la Tierra y fueron incapaces de recuperar sus formas espirituales.
Los CaÃdos tenÃan unos apetitos tan grandes que Yahvéh ElohÃm hizo llover sobre ellos maná de muchos sabores diferentes para que no sintieran la tentación de comer carne, alimento prohibido, y excusaran su flaqueza alegando escasez de cereal y hortalizas.
No obstante, los CaÃdos rechazaron el maná de Yahvéh ElohÃm, mataron animales para comerlos y hasta probaron carne humana, contaminando asà el aire con vapores nauseabundos. Fue entonces cuando Yahvéh ElohÃm empezó a pergeñar la destrucción de Su mundo por medio del Diluvio.
Henoc visita el ParaÃso
Según varios textos midrásicos judÃos:
Después de Adán, Henoc fue el primer hombre que entró vivo al ParaÃso. Vio el Ãrbol de la Vida, bajo cuya sombra suele descansar el dios Yahvé ElohÃm. Este árbol poseÃa una belleza dorada y carmesà que superaba todas las cosas creadas; su copa cubrÃa todo el jardÃn y de sus raÃces brotaban cuatro rÃos, de leche, miel, vino y aceite. Un coro de trescientos ángeles cuidaba de este ParaÃso, que no estarÃa situado en la Tierra, sino en el Tercer Cielo. Isaac, el siguiente hombre que lo visitó, estudió allà tres años y más tarde su hijo Jacob obtuvo el derecho a entrar. Pero ninguno de ellos dejó constancia de lo que vio.
Henoc significa instructor. Adquirió su gran reputación gracias al Libro de Henoc, texto apocalÃptico apócrifo (aunque en otro tiempo para algunos fue canónico), compilado en hebreo y arameo entre el siglo II a.C. y el siglo I en Palestina y conservado en varios manuscritos en lengua ge'es forma antigua de la lengua etÃope. Se conservan también partes de las traducciones en griegos, sirÃaco, árabe, armenio y latÃn.
Existe una versión diferente, 2 Henoc, conservada en un texto eslavo (llamado «El Henoc eslavo». Excelentes traducciones de ambos al inglés se deben a Robert Henry Charles, The Apocrypha and Pseudepigrapha of the Old Testament, vol. 2 (pág. 163 y subsiguientes); también puede leerse en castellano en Apócrifos del Antiguo Testamento, vol 4, Madrid, Cristiandad, 1982. Florentino GarcÃa MartÃnez tradujo los fragmentos manuscritos encontrados en Qumrán, que en general concuerdan con párrafos de las versiones etÃopes.
En este libro se presenta una elaboración extática de Génesis 5.22:
Henoc anduvo con Yahvéh ElohÃm, vivió —después de engendrar a Matusalén— trescientos años, y engendró hijos e hijas.
Y se desarrolla extensamente la temática de Genesis 6:1-12 sobre la caÃda de los hijos de Dios, los Vigilantes.
En el Nuevo Testamento, la EpÃstola de Judas cita a Henoc cuando profetiza el DÃa del Juicio Final (Judas 1:14-15)
El ángel Metatrón
Más tarde, el mito hebreo le convierte en el ángel ayudante y consejero de Yahvéh ElohÃm y también en patrono de todos los niños que estudian la Torá.
Según el Sefer Hejalot (midrás sobre los secretos del Cielo, estrechamente relacionado con el Libro de Henoc), 170-176:
El sabio y virtuoso Henoc ascendió al Cielo, donde se convirtió en el principal consejero de Yahvéh ElohÃm y desde entonces fue llamado Metatron. Yahvéh ElohÃm puso su propia corona sobre la cabeza de Henoc y le dio setenta y dos alas y numerosos ojos. La carne de Henoc se transformó en llama, los tendones en fuego, los huesos en ascuas, los ojos en antorchas, el cabello en rayos de luz, y lo envolvió la tormenta, el torbellino, el trueno y el rayo.
Metatrón serÃa una corrupción hebrea del griego meta-dromos, 'el que persigue con venganza', o de meta ton zronon, 'cercano al trono'.
Los setitas (descendientes de Set) hacÃan voto de celibato y llevaban vida de anacoretas, según el ejemplo de Henoc.
Según el Génesis 5.22-24, Henoc era un hombre justo, "caminó con Yahvéh", vivió 365 años, y desapareció, porque Yahvéh se lo llevó sin que muriera.
El escritor midrásico judÃo Bar-Hebraeus escribió:
Henoc fue el primero que inventó los libros y las diversas formas de escritura. Los antiguos griegos declaran que Henoc es equivalente a Hermes Trimegisto, y enseñó a los hijos de los hombres el arte de construir ciudades, y promulgó algunas leyes admirables [...]
Descubrió el conocimiento del zodiaco, y el curso de los planetas; y enseñó a los hijos de los hombres que debÃan adorar a los Elohim, que debÃan ayunar, que debÃan rezar, que debÃan dar limosnas, ofrendas votivas y diezmos. Reprobó los alimentos abominables y la ebriedad, e instituyó festivales para sacrificios al Sol, en cada uno de los signos zodiacales.
En el Corán, el profeta Henoc es conocido como Idris, y se le describe como sigue:
¡Verdaderamente! Es un hombre de verdad y un profeta. Le elevamos a un alto puesto.
(Corán 19:56-57).
Para los mormones, este Henoc fundó la ciudad justa de Sión en un mundo pecaminoso. Ãl y los habitantes de toda la ciudad fueron "trasladados" por Yahvéh y se esfumaron de la superficie de la Tierra antes del Gran Diluvio. Dejaron a Matusalén y su familia (incluido Noé) para que las gentes justas siguieran poblando la Tierra.
Según el 2 Henoc, texto apócrifo y pseudoepigráfico, el dios Yahvé se llevó a Henoc y le transformó en el ángel Metatrón.
Se dice que el rey Salomón adquirió gran parte de su sabidurÃa en el Libro de Raziel, colección de secretos astrológicos tallados en zafiro, que guardaba el ángel Raziel.
En el capÃtulo 23 del 2 Henoc, el Henoc eslavo dice que el dios El dictó a Henoc su conocimiento cósmico, después designó a los ángeles Samuil y Raguil (o Semil y Rasuil) para que acompañaran a Henoc en su regreso a la Tierra y ordenó a éste que legara esos libros a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Tal serÃa el origen del Libro de Raziel, que fue entregado, según la tradición judÃa, por el ángel Raziel a Adán, del cual pasó a Noé, Abraham, Jacob, LevÃ, Moisés y Josué antes de llegar al rey Salomón.
Según el Targum sobre el Eclesiastés 10.20:
Cada dÃa el ángel Raziel, erguido sobre el monte Horeb, proclama los secretos de los hombres a toda la humanidad y su voz resuena alrededor del mundo.
Un denominado Libro de Raziel, que data aproximadamente del siglo XII, fue escrito con toda probabilidad por el cabalista Eleazar ben Judah de Worms, pero contiene creencias mÃsticas mucho más antiguas.
2006-12-08 13:34:37
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answer #2
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answered by nitzahom 5
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