Jehová Dios no se manifiesta ahora en razón que dejo una guÃa para la humanidad, que es la Biblia.
En ella se hallan todas las indicaciones, sugerencias, consejos apropiados para que el hombre (varon o mujer) tengan las referencias exactas de cómo obrar y tener la aprobación de Dios
Cuando ser terminó de escribir el último libro de la Biblia ( el evangelio de Juan) ya no fue necesario que Jehová se manifestara por medio de revelaciones o de sus ángeles. Ya estaba el manual o compendio de instrucciones para la humanidad que fuera obediente.
Para mayor explicación transcribo un artÃculo excelente sobre las revelaciones de Dios.
“Las cosas reveladas pertenecen a nosotros”
“Las cosas ocultas pertenecen a Jehová nuestro Dios, pero las cosas reveladas pertenecen a nosotros.” (DEUTERONOMIO 29:29.)
SI UNA persona que se encontrara en un campo minado tuviera un plano que le indicara por dónde caminar sin pisar una mina, ¿puede usted imaginarse con cuánto cuidado estudiarÃa el plano y obedecerÃa todas las instrucciones? O piense en alguien que tiene una enfermedad incurable. ¿Puede imaginarse el intenso interés con que se mantendrÃa al tanto de los últimos descubrimientos médicos que le dieran esperanza de una posible cura? Pues bien, lo triste del caso es que todos nos encontramos en ambas situaciones. Vivimos en un mundo lleno de trampas y peligros que pueden destruirnos. Y estamos muriendo de una enfermedad que es incurable para el hombre: la imperfección heredada. (1 Juan 2:15-17; Romanos 7:20, 24.) Solo Dios puede ayudarnos a identificar las trampas y evitarlas, y solo él tiene el remedio para nuestra imperfección. Por consiguiente, necesitamos las revelaciones de Jehová.
2 Por eso, también, el escritor inspirado del libro de Proverbios dio el siguiente consejo: “Inclina tu oÃdo y oye las palabras de los sabios, para que apliques tu mismÃsimo corazón a mi conocimiento”. (Proverbios 22:17.) De manera similar, en Proverbios 18:15 leemos: “El corazón del entendido adquiere conocimiento, y el oÃdo de los sabios procura hallar conocimiento”. No podemos permitirnos el lujo de hacer caso omiso de cualquier conocimiento que Jehová haga disponible.
Los secretos revelados de Jehová
3 Felizmente, Jehová ha sido muy generoso en revelar su conocimiento. Desde los tiempos de la creación, Dios ha dado gradualmente a sus adoradores toda la información que estos han necesitado en diversas circunstancias. (Proverbios 11:9; Eclesiastés 7:12.) Al principio, él explicó que la Tierra y los animales estarÃan sujetos a Adán y Eva y a sus descendientes. (Génesis 1:28, 29.) Sin embargo, Satanás ejerció influencia en Adán y Eva para que pecaran, haciendo asà difÃcil ver cómo se realizarÃa el propósito divino para la gloria de Dios. No obstante, Jehová comenzó prontamente a explicar cómo. Reveló que con el tiempo aparecerÃa un descendiente justo, o “descendencia”, que contrarrestarÃa las obras de Satanás y sus seguidores. (Génesis 3:15.)
4 Los hombres y mujeres temerosos de Dios debieron haber tenido muchas preguntas acerca de la Descendencia. ¿Quién serÃa? ¿Cuándo vendrÃa? ¿Cómo beneficiarÃa a la humanidad? Con el transcurso de los siglos, Jehová dio más revelaciones acerca de su propósito, y con el tiempo dio respuestas a todas estas preguntas. Antes del Diluvio, inspiró a Enoc a profetizar acerca de la venidera destrucción de la descendencia de Satanás. (Judas 14, 15.) Unos 2.400 años antes de la era común, él le encomendó a Noé la revelación de que la vida y la sangre humana son sagradas, una verdad que serÃa de máxima importancia cuando llegara la Descendencia prometida. (Génesis 9:1-7.)
5 Después de los dÃas de Noé, Jehová reveló conocimiento vital por medio de otros patriarcas fieles. En el siglo XX a. E.C., a Abrahán se le dijo que la Descendencia prometida serÃa uno de sus descendientes. (Génesis 22:15-18.) Esta promesa se convirtió en la inapreciable posesión del hijo de Abrahán, Isaac y de su nieto Jacob (a quien más tarde se le llamó Israel). (Génesis 26:3-5; 28:13-15.) Entonces, mediante Jacob, Jehová reveló que esta Descendencia, “Siló”, serÃa un poderoso gobernante que nacerÃa en la lÃnea de descendencia de su hijo Judá. (Génesis 49:8-10.)
6 En el siglo XVI a. E.C., Jehová hizo de los hijos de Israel una nación. ¿A quién pertenecÃa la continua revelación de la verdad entonces? Moisés dio respuesta a esta pregunta con las siguientes palabras dirigidas a esa nueva nación: “Las cosas ocultas pertenecen a Jehová nuestro Dios, pero las cosas reveladas pertenecen a nosotros y a nuestros hijos hasta tiempo indefinido, para que pongamos por obra todas las palabras de esta ley”. (Deuteronomio 29:29.) En efecto, después de su formación en 1513 a. E.C., la nación de Israel se convirtió en el conducto al que se ‘encomendaron las sagradas declaraciones formales de Dios’. (Romanos 3:2.) ¡Y qué abundancia de declaraciones! Dios introdujo a los israelitas en el pacto de la Ley, que ofrecÃa la posibilidad de que llegaran a ser una nación de sacerdotes y reyes. (Ãxodo 19:5, 6.) La Ley incluÃa un código de conducta que los ayudaba a identificar y evitar las trampas del pecado, y también un sistema de sacrificios en el que se usaba la sangre sagrada de animales para cubrir parcialmente sus pecados.
7 Con el tiempo, Jehová hizo más revelaciones acerca de la Descendencia. Por medio del salmista, Dios reveló que las naciones la rechazarÃan, pero que esta triunfarÃa con la ayuda de Jehová. (Salmo 2:1-12.) Mediante IsaÃas, él reveló que la Descendencia serÃa el “PrÃncipe de Paz” pero que también sufrirÃa por los pecados de otros. (IsaÃas 9:6; 53:3-12.) En el siglo VIII a. E.C., Jehová reveló hasta el lugar donde nacerÃa la Descendencia, y en el siglo VI a. E.C. dio a conocer el tiempo de duración de su ministerio. (Miqueas 5:2; Daniel 9:24-27.)
8 Posteriormente, “las cosas reveladas” se recopilaron en los 39 libros de las Escrituras Hebreas. Pero en muchos casos, eso fue solo el primer paso. Por lo general, las cosas escritas eran difÃciles de entender, ¡hasta para los que las escribÃan! (Daniel 12:4, 8; 1 Pedro 1:10-12.) Sin embargo, cuando el esclarecimiento finalmente llegó, este no dependió de interpretación humana alguna. Tal como en el caso de los sueños proféticos, ‘las interpretaciones pertenecen a Dios’. (Génesis 40:8.)
Un nuevo conducto
9 Cuando Jesús estuvo en la Tierra, Israel todavÃa era el conducto que Dios usaba. Cualquiera que deseara servir a Jehová tenÃa que hacerlo en asociación con su nación escogida. (Juan 4:22.) Pero Moisés habÃa mostrado que el privilegio de ser mayordomos de “las cosas reveladas” también llevaba consigo responsabilidades. Ãl dijo: “Las cosas reveladas pertenecen a nosotros y a nuestros hijos hasta tiempo indefinido, para que pongamos por obra todas las palabras de esta ley”. (Deuteronomio 29:29.) Ese “tiempo indefinido” llegó a su fin en el año 33 E.C. ¿Por qué? Porque los judÃos, como nación, no ‘pusieron por obra todas las palabras de la ley’. En particular, no aceptaron a la Descendencia, Jesucristo, aunque la Ley era, en efecto, un ‘tutor que conducÃa a Cristo’. (Gálatas 3:24.) Debido a este fracaso, Jehová escogió otro conducto para comunicar “las cosas reveladas”.
10 ¿Cuál fue este nuevo conducto? Pablo lo identificó cuando escribió a los efesios que “se diera a conocer mediante la congregación la grandemente diversificada sabidurÃa de Dios, según el propósito eterno que él formó con relación al Cristo, Jesús nuestro Señor”. (Efesios 3:10, 11.) SÃ, fue a la congregación cristiana, que nació en el Pentecostés de 33 E.C., a la que se le encomendaban las nuevas “cosas reveladas”. A nivel de grupo, los cristianos ungidos servÃan como “el esclavo fiel y discreto” nombrado para proveer alimento espiritual al tiempo apropiado. (Mateo 24:45.) Los cristianos ahora eran “mayordomos de los secretos sagrados de Dios”. (1 Corintios 4:1.)
11 El punto central de estos nuevos “secretos sagrados” era que Jesucristo, la Descendencia prometida, ya se habÃa presentado. (Gálatas 3:16.) Jesús era “Siló”, el que tiene el derecho de gobernar a la humanidad, y Jehová lo nombró Rey del Reino que, con el tiempo, restaurarÃa el ParaÃso en la Tierra. (IsaÃas 11:1-9; Lucas 1:31-33.) Jesús también era el Sumo Sacerdote, nombrado por Jehová, que dio su vida perfecta e incontaminada como rescate por la humanidad... la aplicación más maravillosa del principio de la santidad de la sangre. (Hebreos 7:26; 9:26.) Desde entonces en adelante la humanidad creyente tendrÃa la esperanza de recuperar la vida humana perfecta que Adán habÃa perdido. (1 Juan 2:1, 2.)
12 Esta Descendencia prometida también era un mediador que establecerÃa un nuevo pacto entre sus seguidores y su Padre celestial para reemplazar el viejo pacto de la Ley. (Hebreos 8:10-13; 9:15.) Sobre la base de este nuevo pacto, la joven congregación cristiana tomó el lugar de la nación del Israel carnal y se convirtió en el Israel espiritual, “descendencia” espiritual de Abrahán junto con Jesús, y mayordomos de “las cosas reveladas”. (Gálatas 3:29; 6:16; 1 Pedro 2:9.) Aun más —algo inconcebible para los judÃos—, ¡a los gentiles se les invitó a formar parte de ese nuevo Israel espiritual! (Romanos 2:28, 29.) Los israelitas espirituales, judÃos y no judÃos, recibieron la comisión de hacer discÃpulos de Jesús por toda la Tierra. (Mateo 28:19, 20.) De ese modo, “las cosas reveladas” adquirieron un carácter internacional.
13 Con el tiempo, estas “cosas reveladas” mediante la congregación cristiana se registraron en los 27 libros de las Escrituras Griegas Cristianas, con las cuales se completó el canon inspirado de la Biblia. Pero de nuevo en estos libros habÃa muchas profecÃas concernientes al propósito de Jehová que solo se entenderÃan muchos siglos después. Una vez más, los escritores de las Escrituras en realidad estaban ministrando a generaciones aún no nacidas.
Espero que esta información conteste tu pregunta.
2006-12-04 06:14:35
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answer #5
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answered by Anonymous
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