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2 respuestas

Winnicott dice: "Acerca del fenomeno transicional cabe decir que se trata de un acuerdo entre nosotros y el bebé en el sentido de que nunca le preguntamos ¿concebiste esto o te fue presentado desde fuera?". Este acuerdo, este convenio que implica algo del orden de lo simbólico (aunque el objeto transicional es pre-simbólico), va a indicar cierta dirección en la clínica: el analista debe aceptar la paradoja sin forzar al paciente a que corrija representaciones cuando no concuerdan con la realidad. Las así llamadas "confrontaciones" no se deben formular. En la teoría de Winnicott cada objeto da lugar a la inauguración de un espacio: el objeto subjetivo inaugura el espacio del mundo interno; la madre como real e independiente del bebé inaugura el espacio de la realidad compartida, el objeto transicional inaugura el espacio de la creatividad.

¿Cuál es el destino del objeto transicional? Se lo relega al limbo, no se lo olvida (no es reprimido), tampoco se lo llora (no se lo duela). Pierde significado, pero el espacio que inaugura es habitado luego por el juego, la creación, los diferentes elementos que componen el mundo de la cultura.

Conocemos bien la idea de Winnicott acerca de que los tres espacios que los objetos inauguran permiten la construcción de una "vida personal" enriquecida por el contacto íntimo de la persona consigo misma; por una relación real con las otras personas y el medio ambiente, y por la posibilidad de gozar de experiencias creadoras. En 1948, Winnicott estableció la hipótesis de que "es posible establecer un lazo clínico entre el desarrollo del bebé y los estados psiquiátricos y del mismo modo entre los cuidados del bebé y los cuidados propios del enfermo mental". La idea que subyace a esto es que si las cosas marchan mal el bebé no tiene posibilidad de modificar el medio. Se modifica él produciéndose mutilaciones y deformaciones de su ser que le acarrean graves consecuencias. En estos casos se produjo en el bebé lo que A. Green denomina un "trauma negativo", comentando las ideas sobre trauma desarrolladas por Winnicott en 1965 (en textos aún no publicados). En estos casos, trauma es aquello que "no se hizo por deficiencia materna". En estas situaciones la persona aparece expuesta: a) a sentir como más real la brecha, la ruptura, que la existencia positiva de los otros; b) y/o experienciar angustias impensables, angustias que preceden a las típicas de la situación esquizoparanoide; c) a que la idea de ausencia esté absolutamente ligada a la idea de muerte y que se obture la posibilidad de ser sentida como pérdida o como presencia potencial; d) a organizar una psicosis de defensa, un falso self patológico producto de una disociación extrema vinculada a fallas en la integración; e) a sufrir una perturbación de la vida imaginaria, reducida a un producto estéril como "el fantaseo" encargado de sostener el falso self patológico y reforzar la disociación.

Pero también puede ocurrir que la persona encuentre un lugar en el que sea posible "la regresión a la dependencia". Que el análisis se constituya en ese lugar va a depender de una serie de condiciones, fundamentalmente de que pueda crear un espacio potencial que haga posible que el paciente, sostenido por el analista pueda regresar a veces hasta el punto extremo de perder sus límites.

Se trata en este caso de metaforizar el cuidado materno. En este contexto, el setting analítico metaforiza ese cuidado: cada uno de sus detalles, silencio, cumplimiento de la hora, espacio, número de interpretaciones, tiene una importancia capital. Para este tipo de pacientes ubicados en esta área de funcionamiento psíquico, es esencial "la paradoja y la aceptación de la paradoja: el bebé crea el objeto, pero el objeto está allí esperando ser creado para ser un objeto catectizado". Por eso Winnicott dice: "Se hallan en mí presentes algunas de las características de un fenómeno transicional dado que si bien represento el principio de realidad y soy yo quien debo estar atento al reloj no por ello dejo de ser un objeto subjetivo de la fantasía". Junto con los cuidados propios del setting y para crear un cierto clima de intimidad, que favorezca "la paradoja y la aceptación de la paradoja", son nucleares las experiencias de mutualidad.

Estas experiencias poseen un elemento en común: en ellas se da siempre algo del orden del juego y del jugar. En realidad, como lo señala Masud R. Khan, Winnicott hizo una diferencia significativa entre el sustantivo "juego" y su forma verbal "el jugar" (entre play y playing), otorgándole a este último un papel prioritario. Es importante consignar que si el análisis es el lugar en el que se puede recubrir el hueco de experiencia que el paciente trae, no lo es solamente por una adecuación casi perfecta a sus necesidades, sino porque el analista, lo quiera o no, produce fallas. Fallas que repiten metafóricamente otras de las que el paciente no tiene recuerdo. Frente a estas fallas, el paciente puede reaccionar como no lo pudo hacer en otro momento.

Como vemos el término "curación" no sólo retoma con Winnicott su viejo sentido etimológico, el de cuidar, sino que también parece implicar un pasaje por lo real. Si en la línea teórica de Winnicott triunfa el mito que Rosolato bautizó como "mito de la emergencia", si en ella la cultura aparece evaluada positivamente y no como malestar, si dibuja una práctica en la que la idea de redesarrollo es más fuerte que la de repetición, sin embargo, no debemos olvidar que tuvo el raro mérito de haber asumido el riesgo de incluir en su práctica y en su teoría a pacientes severamente perturbados.

2006-12-03 05:26:06 · answer #1 · answered by aquarios 5 · 0 0

Donald Woods Winnicott nació en Plymouth el 7 de abril de 1896; dos años más tarde, en 1898, veía la luz en Donostia Xabier Zubiri. El primero era médico (pediatra, psiquiatra y psicoanalista), filósofo el segundo y, ambos, cada uno en su campo específico, lograron reconocida fama. No consta que tuvieran noticia uno de otro. Sin embargo sus aportaciones parecen haber bebido de la misma fuente. Según algunos historiadores, la evolución cultural sitúa en el “aire” las semillas de nuevas ideas y, éstas, por obra de autores que no se conocen entre sí, florecen en lugares y esferas distintas. Pues bien, el objetivo de este artículo estriba precisamente en el esfuerzo por mostrar y subrayar las coincidencias de dos autores que no se conocieron entre sí.

En primer lugar hay que señalar una coincidencia especial: Sigmund Freud y la mayoría de los psicoanalistas sucesores eran, a la sazón, de origen judío, aun cuando no practicaran la religión judía. Donald D. Winnicott no tenía raíces judías y era anglicano. El católico Xabier Zubiri, por su lado, analizó profundamente el problema de Dios y, entre las teologías, su preferida era la ortodoxa griega. Como no hay argumentos para afirmar la influencia en su obra de esta mayor o menor ligazón con la religión, quede en mera mención.
El fenómeno transicional habla de un espacio vital que no corresponde ni a la realidad interna ni a la realidad externa; alude al punto que, a la vez que los une, los separa. Winnicott empleó diversas palabras para designarlo: tercer área, recinto intermedio, espacio potencial, lugar para la protección, localización de la experiencia cultural. Los fenómenos transicionales se instauran desde el comienzo de la relación madre-hijo, incluso antes. Ahí acaecen la cultura, el ser, la creación. El Niño, al comenzar a separarse, al pasar de la dependencia absoluta a una dependencia relativa, recurre al obajeto transicional. Los fenómenos transicionales están estrechamente ligados con el juego y con la creatividad.


1-: Cuando Winnicott comenzó a escribir, en la literaura contemporánea apenas se diferenciaba un espacio concreto entre realidad interna y externa: ciertamente Freud había hablado del camino que, yendo del principio de placer al principio de realidad, permitiría su mutua adecuación; y Melania Klein los había enlazado mediante la simbolización. Pero fue Winnicott el primero en mencionar el terreno que ni es plenamente subjetivo ni totalmente objetivo:

“La definición de la naturaleza humana que tan solo contempla las relaciones interpersonales suele considerarse como inadecuada… Las investigaciones de las dos últimas décadas han aportado una nueva forma de describir la persona; según sugiere, el individuo que ha logrado ser una unidad (dotado de una capa que logra configurar un límite, una parte interna y una parte externa) posee una realidad interna que puede ser rica o pobre y que se hlla en un estado apacible o bien conflictivo.

Siendo necesarias estas dos realidades, existe en mi opinión una tercera; es una tercera parte del ser humano, una parte que no puede ser olvidada, un espacio mediatizado por la experiencia, construido por la vida externa e interna. Y ya que no se solicita para él, es un espacio incuestionable, ofreciendo un lugar de reposo para el individuo en su incesante lucha para distinguir el fuero interno y el externo”.

Winnicott cayó en la cuenta de la existencia de este tercer espacio mediante la contemplación de las asociaciones que realiza el recién nacido con su puño, dedos, pulgar y con los que efectúa el niño algo mayor (de tres a doce meses) con el uso de su muñeca o su juguete:

“Puede encontrarse una gran diversidad entre los acontecimientos a los que da inicio el recién nacido al introducir su puñito en la boca y que le conducen al apego hacia el osito de peluche, hacia un muñeco o hacia un juguete, sea blando o duro.
Claramente ocurre algo importante y que es totalmente ajeno a la excitación o a la satisfacción (que puede traer consecuencias) que producen. Entre sus componentes pueden mencionarse los siguientes: la naturaleza del objeto, la capacidad que tiene el niño para reconocer los objetos como no-yo, la situación del objeto (dentro, fuera, o en el límite entre ambos), la actitud del niño para crear, pensar, imaginar, causar y producir el objeto, la relación de carácter tierno que el niño establece con el objeto”.

2- : El objeto externo adoptado por el niño constituye su primera propiedad. Dicho de otra manera, configura el camino simbólico recorrido por el niño: arrancando desde la experiencia para con su madre, en la que la madre se adecua a sus necesidades en una dependencia absoluta, el niño, cuando va cayendo en la cuenta de que su madre no es suya y de que él debe caminar sobre sus propios pies, accede a una dependencia relativa. Así el objeto, aun cuando representa a la maternidad en su totalidad, tiene también validez para manifestar la capacidad del niño para la creación. Por eso representa el objeto a la primera propiedad del niño: puesto que lo ha creado él, es realmente suyo.

Cada niño encuentra un camino que le es exclusivo para crear su primera propiedad:

“Algunos niños introducen su pulgar en la boca mientras los otros dedos, con movimientos de pronación y supinación, acarician el rostro. Entonces la boca entra en una relación eficaz con el pulgar, pero no con los otros dedos. La caricia que los otros dedos realizan sobre los labios o sobre el rostro puede cobrar mayor importancia que la succión del pulgar. Además puede existir tan solo esta caricia, sin la ligazón entre el pulgar y la boca.

Como la experiencia común enseña, existen sucesos que dificultan la vivencia autoerótica de la succión del pulgar:

El niño, con la otra mano, coge un objeto externo, tal vez la manta o el borde de la manta y lo lleva a la boca, o

lo chupe o no el niño ase la vestimenta. Los objetos utilizados suelen ser la sábana, la manta, los paños, esto es, los objetos más cercanos, o

es durante los primeros meses cuando el niño comienza a estirar de los hilos, a apelotonarlos, usándolos para acariciarse. Con menos frecuencia, aunque le resulte desagradable, traga el hilo, o

acompañándose de sonidos del tipo de “mum, mum” el niño mueve la boca, fabricando burbujas, emitiendo sonidos anales, produciendo sus primeras notas musicales, etc.

El objeto transicional no tiene porque ser real; puede ser …”una palabra o un sonido o una costumbre que se ha convertido en muy importante a la hora de dormirse; y supone una defensa contra una ansiedad de tipo depresivo”.

Los padres suelen caer, implícitamente, en la importancia que estos objetos revisten para su hijo: “los padres conocen su valor, y cuando viajan los llevan consigo. Las madres suelen dejar que se ensucien y cojan olor y saben que, en caso de limpiarlos, obstaculizan la continuidad de la experiencia del niño pudiendo destruir el significado y el valor que el objeto tiene para su hijo”.

Los padres llegan a sospechar que el objeto transicional es para el niño un componente tan importante como lo puedan ser la boca o el seno materno: “…los padres respetan el objeto en una medida mucho mayor que los demás objetos, muñecos y juguetes que llegan sucesivamente. El niño que pierde el objeto transicional pierde, al mismo tiempo, su boca y el seno, la mano y la piel de la madre, la creatividad y la percepción objetiva. El objeto es uno de los puentes que posibilita la relación entre la psique del individuo y la realidad”.

Según Winnicott no hay, aparte de la elección del objeto, diferencia alguna entre la niña y el niño en lo que hace a la utilización del objeto transicional: “el niño paulatinamente se va adueñando de los peluches, las muñecas y de los juguetes duros. El niño de alguna manera pasa al uso de objetos duros, mientras que la niña se posesiona directamente de una familia. No obstante es llamativo que, en la utilización del no-yo de su propiedad que denomino como objeto transicional, no hay diferencia clara entre niño y niña”.

El niño, en cuanto logra el control del sonido, le asigna un nombre al objeto transicional, mezclándolo habitualmente con el nombre utilizado por el adulto. El niño crea una denominación personal.

El objeto transicional tiene muchos aspectos y todos ellos son integrantes de lo que Winnicott llamaba conjunto de “cualidades especiales de la relación”: “el niño se atribuye derechos sobre el objeto y nosotros se los reconocemos. Sea como fuere, suele establecerse desde el principio alguna disminución en lo que hace a la omnipotencia.

Así como se acaricia con amor el objeto, también se le quiere excitadamente, pudiendo despedazarlo”. Esta frase menciona los diferentes estados de la unión del niño con su madre (a veces cómodo, a veces incómodo). En esta fase del desarrollo el niño está sumergido en la lucha de la experiencia para con su madre: la madre es un objeto que ama con excitación, pero representa también el entorno agradablemente percibido. El bebé con el objeto transicional, mediante una acción, reúne y relaciona las dos madres:

“El objeto nunca debe ser cambiado, y en caso de serlo, ha de hacerlo el niño.

Debe persistir por encima del instinto amoroso, del odio, y, en caso de darse, de la agresividad.

No obstante, en la creencia del niño, deber producirle goce, debe moverse, tiene alguna suerte de estructura y de vida y es algo que tiene existencia propia.

Desde nuestra perspectiva viene de fuera, pero no en la del niño. No obstante no viene de dentro; no es una alucinación.

Su porvenir estriba en el “desinvestimiento” y, con el paso de los años, más que olvidar, se aparcan los objetos. Esto es, el objeto transicional, en los niños sanos, no pasa al interior y no se reprime el afecto que le corresponde. No se olvida, por lo tanto no hay duelo que elaborar. Va perdiendo su sentido y, por ello, los objetos transicionales se van difuminando “en el interior de la realidad psíquica y en todo el espacio existente entre la percepción externa de dos personas, extendiéndose así en el amplio terreno de la cultura”

Es este último aspecto quien le otorga al objeto transicional su calidad de unicidad (no solo al desarrollo del niño sino también a la teoría psicoanalítica). Hasta entonces, en el psicoanálisis, el objeto no se internalizaba, no se perdía, sino que “se arrinconaba en el limbo”. Pero ¿por qué?

Una vez establecida la transición, la atadura al objeto y la utilización del objeto, el niño no precisa ya del objeto transicional; su función está cumplida. En adelante el niño es capaz de distinguir entre el Yo y el no-Yo, pudiendo vivir en el tercer espacio, pero manteniendo el exterior y el interior separados entre sí, aunque ligados. Todo ello, en la descripción de Winnicott es consecuencia de la “difuminación” del “área cultural entera” y de su “expansión”.

La capacidad del uso del objeto transicional por parte del niño y de la permisividad para jugar con él otorgada al niño por los padres se construyen en la relación precoz madre-niño.

3-: El objeto transicional, a ojos del observador, es un símbolo de un aspecto del intercambio que el niño mantiene con el entorno. Ello no quiere decir que el niño que maneja el objeto transicional tenga capacidad para usar símbolos; tan solo significa que está en el camino del uso de los símbolos. El objeto transicional testimonia una fase de la evolución transicional; la fase que va precisamente desde la relación del objeto al uso del objeto:

“Ciertamente que la porción de la manta (o cualquier objeto) simboliza un objeto parcial del tipo del seno. Sin embargo el problema no reside en el valor simbólico de esos objetos sino en su realidad. Que el seno (o la madre) no sea realmente el seno es tan importante como que represente el seno (o) la madre.

El niño cuando usa la simbolización ya sabe distinguir entre el fantasma y la realidad, entre objetos externos e internos, entre la creatividad primaria y entre la percepción. La denominación de “objeto transicional” se refiere a la capacidad para el proceso del conocimiento de las diferencias y semejanzas. Por lo tanto está en el origen de la simbolización, describiendo el camino que el niño recorre desde la subjetividad a la objetividad.

La simbolización, siguiendo los avatares del desarrollo del niño, es cambiante: “la simbolización no puede ser bien examinada sino es contemplada dentro del proceso del crecimiento individual y, en cualquier caso, tiene un significado cambiante. En los dos siguientes casos es un símbolo: por ejemplo, si tomamos en cuenta la Hostia del Santo Sacramento y digo que, lo que para la comunidad católica es el cuerpo de Cristo, no es más que un recuerdo para la comunidad protestante, creo que no yerro; en efecto no es el cuerpo realmente.

2006-12-03 05:26:09 · answer #2 · answered by lelushka 3 · 0 1

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