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Hace un par de días estuve viendo "La lista de schindler" y también aparte e investigado algo sobre el régimen nazi, está claro que el sufrimiento lo causa el hombre pero seguidamente tenemos que decir que Dios LO PERMITE, algunos dicen que se tiene que probar la soberanía de Dios o que quede probado que sin él el humano por si mismo no se puede gobernar o que tambien que el humano no amaria a Dios cuando hubieran problemas.......MI PREGUNTA ES: ¿Es ésto lógico? Si existiera Dios..¿Estaría justificado? ¿Es necesario que se permitan tantas muertes y sufrimientos para PROBAR ALGO? Gracias un saludo. Necesito respuestas por favor.

2006-11-28 12:54:48 · 28 respuestas · pregunta de abraham3685 2 en Sociedad y cultura Religión y espiritualidad

28 respuestas

En algún lugar de la India. Una fila de piezas de artillería en posición. Atado a la boca de cada una de ellas hay un hombre. En primer plano de la fotografía, un oficial británico levanta la espada y va a dar orden de disparar. No disponemos de imágenes del efecto de los disparos, pero hasta la más obtusa de las imaginaciones podrá 'ver' cabezas y troncos dispersos por el campo de tiro, restos sanguinolentos, vísceras, miembros amputados. Los hombres eran rebeldes. En algún lugar de Angola. Dos soldados portugueses levantan por los brazos a un negro que quizá no esté muerto, otro soldado empuña un machete y se prepara para separar la cabeza del cuerpo. Esta es la primera fotografía. En la segunda, esta vez hay una segunda fotografía, la cabeza ya ha sido cortada, está clavada en un palo, y los soldados se ríen. El negro era un guerrillero. En algún lugar de Israel. Mientras algunos soldados israelíes inmovilizan a un palestino, otro militar le parte a martillazos los huesos de la mano derecha. El palestino había tirado piedras. Estados Unidos de América del Norte, ciudad de Nueva York. Dos aviones comerciales norteamericanos, secuestrados por terroristas relacionados con el integrismo islámico, se lanzan contra las torres del World Trade Center y las derriban. Por el mismo procedimiento un tercer avión causa daños enormes en el edificio del Pentágono, sede del poder bélico de Estados Unidos. Los muertos, enterrados entre los escombros, reducidos a migajas, volatilizados, se cuentan por millares.
Las fotografías de India, de Angola y de Israel nos lanzan el horror a la cara, las víctimas se nos muestran en el mismo momento de la tortura, de la agónica expectativa, de la muerte abyecta. En Nueva York, todo pareció irreal al principio, un episodio repetido y sin novedad de una catástrofe cinematográfica más, realmente arrebatadora por el grado de ilusión conseguido por el técnico de efectos especiales, pero limpio de estertores, de chorros de sangre, de carnes aplastadas, de huesos triturados, de ******.

El horror, escondido como un animal inmundo, esperó a que saliésemos de la estupefacción para saltarnos a la garganta. El horror dijo por primera vez 'aquí estoy' cuando aquellas personas se lanzaron al vacío como si acabasen de escoger una muerte que fuese suya. Ahora, el horror aparecerá a cada instante al remover una piedra, un trozo de pared, una chapa de aluminio retorcida, y será una cabeza irreconocible, un brazo, una pierna, un abdomen deshecho, un tórax aplastado. Pero hasta esto mismo es repetitivo y monótono, en cierto modo ya conocido por las imágenes que nos llegaron de aquella Ruanda- de-un-millón-de-muertos, de aquel Vietnam cocido a napalm, de aquellas ejecuciones en estadios llenos de gente, de aquellos linchamientos y apaleamientos, de aquellos soldados iraquíes sepultados vivos bajo toneladas de arena, de aquellas bombas atómicas que arrasaron y calcinaron Hiroshima y Nagasaki, de aquellos crematorios nazis vomitando cenizas, de aquellos camiones para retirar cadáveres como si se tratase de basura. Siempre tendremos que morir de algo, pero ya se ha perdido la cuenta de los seres humanos muertos de las peores maneras que los humanos han sido capaces de inventar. Una de ellas, la más criminal, la más absurda, la que más ofende a la simple razón, es aquella que, desde el principio de los tiempos y de las civilizaciones, manda matar en nombre de Dios. Ya se ha dicho que las religiones, todas ellas, sin excepción, nunca han servido para aproximar y congraciar a los hombres; que, por el contrario, han sido y siguen siendo causa de sufrimientos inenarrables, de matanzas, de monstruosas violencias físicas y espirituales que constituyen uno de los más tenebrosos capítulos de la miserable historia humana. Al menos en señal de respeto por la vida, deberíamos tener el valor de proclamar en todas las circunstancias esta verdad evidente y demostrable, pero la mayoría de los creyentes de cualquier religión no sólo fingen ignorarlo, sino que se yerguen iracundos e intolerantes contra aquellos para quienes Dios no es más que un nombre, nada más que un nombre, el nombre que, por miedo a morir, le pusimos un día y que vendría a dificultar nuestro paso a una humanización real. A cambio nos prometía paraísos y nos amenazaba con infiernos, tan falsos los unos como los otros, insultos descarados a una inteligencia y a un sentido común que tanto trabajo nos costó conseguir. Dice Nietzsche que todo estaría permitido si Dios no existiese, y yo respondo que precisamente por causa y en nombre de Dios es por lo que se ha permitido y justificado todo, principalmente lo peor, principalmente lo más horrendo y cruel. Durante siglos, la Inquisición fue, también, como hoy los talibán, una organización terrorista dedicada a interpretar perversamente textos sagrados que deberían merecer el respeto de quien en ellos decía creer, un monstruoso connubio pactado entre la Religión y el Estado contra la libertad de conciencia y contra el más humano de los derechos: el derecho a decir no, el derecho a la herejía, el derecho a escoger otra cosa, que sólo eso es lo que la palabra herejía significa.

Y, con todo, Dios es inocente. Inocente como algo que no existe, que no ha existido ni existirá nunca, inocente de haber creado un universo entero para colocar en él seres capaces de cometer los mayores crímenes para luego justificarlos diciendo que son celebraciones de su poder y de su gloria, mientras los muertos se van acumulando, estos de las torres gemelas de Nueva York, y todos los demás que, en nombre de un Dios convertido en asesino por la voluntad y por la acción de los hombres, han cubierto e insisten en cubrir de terror y sangre las páginas de la Historia. Los dioses, pienso yo, sólo existen en el cerebro humano, prosperan o se deterioran dentro del mismo universo que los ha inventado, pero el `factor Dios´, ese, está presente en la vida como si efectivamente fuese dueño y señor de ella. No es un dios, sino el `factor Dios´ el que se exhibe en los billetes de dólar y se muestra en los carteles que piden para América (la de Estados Unidos, no la otra...) la bendición divina. Y fue en el `factor Dios´ en lo que se transformó el dios islámico que lanzó contra las torres del World Trade Center los aviones de la revuelta contra los desprecios y de la venganza contra las humillaciones. Se dirá que un dios se dedicó a sembrar vientos y que otro dios responde ahora con tempestades. Es posible, y quizá sea cierto. Pero no han sido ellos, pobres dioses sin culpa, ha sido el `factor Dios´, ese que es terriblemente igual en todos los seres humanos donde quiera que estén y sea cual sea la religión que profesen, ese que ha intoxicado el pensamiento y abierto las puertas a las intolerancias más sórdidas, ese que no respeta sino aquello en lo que manda creer, el que después de presumir de haber hecho de la bestia un hombre acabó por hacer del hombre una bestia.

Al lector creyente (de cualquier creencia...) que haya conseguido soportar la repugnancia que probablemente le inspiren estas palabras, no le pido que se pase al ateísmo de quien las ha escrito. Simplemente le ruego que comprenda, con el sentimiento, si no puede ser con la razón, que, si hay Dios, hay un solo Dios, y que, en su relación con él, lo que menos importa es el nombre que le han enseñado a darle. Y que desconfíe del `factor Dios´. No le faltan enemigos al espíritu humano, mas ese es uno de los más pertinaces y corrosivos. Como ha quedado demostrado y desgraciadamente seguirá demostrándose.

2006-11-30 00:53:07 · answer #1 · answered by Anonymous · 1 0

Cuando aprendiste a caminar, te golpeaste seguro un par de veces, desgraciadamente al hombre le cuesta evolucionar si no es a travez del sufrimiento. Dios no tiene nada que ver con la incapacidad de algunos hombres de amar
.

2006-11-28 13:04:19 · answer #2 · answered by pulky 6 · 4 0

la vida es asi, y si existe alguien superior, evidentemente no interviene para impedir tanto sufrimiento.
por lo tanto me da igual que exista o no

2006-11-28 13:00:02 · answer #3 · answered by Idolo de Barro 6 · 2 0

Dios nos dio libre albedrio , es decir que tenemos potestad y responsabilidad sobre nuestras vidas y el sufrimiento es causado por nosotros mismos , bajo este principio el no interviene en los actos salvajes que nosotros mismos podamos infringirnos.

2006-11-28 13:08:33 · answer #4 · answered by zorro777 3 · 1 0

Desgraciadamente en el mundo hay cada loco y como dicen no hay mas peligro que un loco con poder y en el poder.

Hitler era uno de esos locos y Bush es otro ejemplo de ello.

2006-11-29 02:18:51 · answer #5 · answered by Brody 5 · 0 0

Para mi esta historia es bien simple: No creo que exista Dios, toda esta cháchara que has soltado es una comida de coco que no tiene sentido.
El hombre es como es y su destino depende de como hagamos las cosas, generación tras generación....



Q.O.D.

2006-11-29 02:09:38 · answer #6 · answered by numenorianos 4 · 0 0

Dios no existe, pero esta conclusión no se llega viendo el sufrimiento que existe, es ridículo, son cosas que no tienen nada que ver.

2006-11-29 01:24:32 · answer #7 · answered by Xoloitzcuintle 4 · 0 0

Tu pregunta me hace pensar que si Dios tiene que estar interviniendo a cada momento en todo lo malo que hacemos.Fíjate, el nos ha dado todo para que viviéramos tranquilos, si no queremos es problema nuestro.Dios lo permite, porque uno tiene que hacer las cosas bien, porque quiere no porque se lo impongan ,cuando te obligan a hacer las cosas bien, lo haces , pero no porque te lo mande tu conciencia.Dios quiere que aprendamos de nuestros errores, por esto lo permite, no puede estar arreglando en cada momento nuestras fatales equivocaciones.

2006-11-28 22:12:14 · answer #8 · answered by Anonymous · 0 0

la maldad del hombre es producto del pecado y de vivir lejos de Dios, quien quiere estar lejos de Dios, no lo puede obligar a amarlo.

2006-11-28 16:27:38 · answer #9 · answered by rodrigo ABC 7 · 0 0

Tu razonamiento esta muy bien, pero nos lleva a otra pregunta ineludible, que ningun creyente va a ser capaz de contestar coherentemente, y es esta: si dios es perfecto, y nos hizo a su umagen y semejanza, como puede ser que hayamos salido tan pero tan crueles, imperfectos, mezquinos, egolatras y ambiciosos de poder???

2006-11-28 15:09:26 · answer #10 · answered by andytal1980 3 · 0 0

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