Las aves y los mamíferos son endotermos: tienen un control interno de la temperatura. Los lagartos, las serpientes, las tortugas, los anfibios y los peces son ectotermos, con un control externo de la temperatura; la temperatura corporal suele variar a medida que lo hacen la temperatura del aire o del agua, y por lo tanto experimentan grandes fluctuaciones del mediodía a la medianoche. Algunas veces, estas criaturas varían su comportamiento para modificar la temperatura, como por ejemplo cuando se ponen al sol sobre una roca para calentarse, o se esconden en una madriguera para refrescarse, pero los lagartos y los cocodrilos están a merced del ambiente. El aspecto positivo de la cuestión es que estos ectotermos por lo general necesitan comer tan sólo una décima parte de los alimentos que necesitan los endotermos del mismo peso.
Durante las décadas de 1.820 y 1.830, los primeros buscadores de dinosaurios los consideraban lagartos gigantes, y por lo tanto, ectotermos corpulentos. En 1.841, el destacado anatomista ingles Richard Owen, más tarde sir Richard, marcó dos hitos memorables. En primer lugar, publicó por primera vez el nombre dinosaurio, como distintivos para unificar las cinco o seis especies que se habían descubierto hasta ese momento. En segundo luhar, defendió la teoría de los dinosaurios eran animales avanzados, más comparables con los elefantes y los rinocerontes, en términos fisiológicos, que con los lagartos.
En 1.870, Thomas Huxley, otro eminente paleontólogo inglés, sustentaba que la fisiología de los dinosaurios coincidía con el modelo mamífero, al destacar las semejanzas entre los dinosaurios y las aves. Destacaba, en particular, la similitud entre los terópodos más pequeños y el Archaeopteryx, el ave más antigua que se conoce, cuyos primeros fósiles se hallaron en 1.861. Sin embargo, la idea de que los dinosaurios fueran endotérmicos no se mantuvo durante demasiado tiempo. La mayoría de los paleontólogos de la época victoriana, y los de buena parte del presente siglo, los consideraban ectotermos perezosos, habitantes de las ciénagas, que llevaban una vida lenta y tenían un ritmo metabólico bajo.
A esta opinión se opuso con firmeza, a principios de la década del setenta, el doctor Robert Bakker, a la sazón colaborador de la Universidad de Yale, en una serie de artículos. Presentó siete tipos diferentes de pruebas, según su criterio, todos los dinosaurios eran muy activos y totalmente endotérmicos:
Cuando se ponían de pie, las patas de los dinosaurios se enderezaban y existen indicios de que podían correr.
Los grandes saurópodos debían tener un corazón desarrollado, capaz de bombear la sangre hasta la cabeza.
Muchos terópodos presentan adaptaciones para una gran agilidad; tal vez tuvieran un ritmo metabólico elevado.
Se han encontrado fósiles de dinosaurios dentro del Círculo Polar Ártico; por consiguiente, tenían que ser capaces de soportar temperaturas muy bajas.
En las comunidades de dinosaurios se puede apreciar la proporción endotérmica depredador/presa. Esto se basa en el descubrimiento de que los carnívoros mamíferos actuales necesitan diez veces más alimentos que los ectotermos del mismo peso corporal, y así, la proporción entre los depredadores y sus presas debería aproximarse a 1:100 para los endotermos, y a 10:100 para los ectotermos.
Los huesos de los dinosaurios presentan indicios de un crecimiento rápido y de remodelación, como ocurre con los huesos de los mamíferos modernos.
Ciertos terópodos tenían cerebro como el de las aves, más bien grande, y no pequeño como en los reptiles.
El cráneo de los dinosaurios carece de la abertura pineal en la parte superior, que es el orificio del tercer ojo de numerosos lagartos, que estos ectotermos utilizaban para el control de la temperatura a través del comportamiento.
Las aves, que son endotermas, evolucionaron a partir de pequeños dinosaurios terópodos, y por lo tanto es probable que los dinosaurios también fueran endotermos.
Las sugerencias de Bakker provocaron grandes controversias a lo largo de la década, que continúan incluso ahora. Según sus críticos, la mayoría de sus argumentos no eran decisivos, algunos se apoyaban en demasiadas suposiciones y no se podían comprobar, y otros se basaban en vínculos erróneos entre la anatomía y la fisiología. Por ejemplo, muchos ectotermos se mueven en realidad con gran rapidez, entre ellos, numerosos lagartos; lo que no pueden hacer es mantener esta velocidad durante mucho tiempo. Pero no podemos comprobar si los dinosaurios tenían arranques de velocidad o si eran corredores permanentes. Además, no tenemos pruebas de que hubiera una glaciación extensiva durante el Mesozoica; por tanto, las temperaturas dentro del Círculo Polar Ártico, en esa época, no eran tan bajas como en la actualidad. Y los rasgos esenciales de los mamíferos que presentan los huesos de los dinosaurios, como la red de canales internos, sólo indican un crecimiento rápido y un gran tamaño corporal, pero no tienen nada que ver con la endotermia. Estas características aparecen en la actualidad en los ectotermos de gran tamaño, como las tortugas, mientras que las aves y los mamíferos pequeños tienen huesos supuestamente ectotérmicos sólo porque son pequeños.
Hoy en día, la cuestión se centra en las proporcionas depredador/presa, la estructura ósea y los presupuestos de energía: el equilibrio entre el consumo de alimentos, la calidad de estos y el ritmo metabólico. Bakker sigue manteniendo su posición, inquebrantable, mientras que los demás paleontólogos admiten una posición intermedia, según la cual los pequeños terópodos avanzados eran endotermos, como las aves; en cambio, todos los demás dinosaurios, los grandes y los enormes, disponían de un mecanismo termorregulador especial, al que llaman homeotermia inerte y homeotermia masiva. Esto se basa en el hecho de la temperatura corporal fluctuante de los poiquilotermos va un poco rezagada en relación con los cambios de la temperatura ambiente, y la duración de este diferencia depende del tamaño del cuerpo. Cuanto mayor es el ectotermo, almacena más inercia en su cuerpo, lo cual retrasa el enfriamiento nocturno y también la velocidad de calentamiento durante el día. Se ha calculado que la temperatura corporal de la mayoría de los dinosaurios manifestaba una fluctuación de apenas 1 ó 3 grados, incluso cuando la amplitud térmica entre el día y la noche ascendía a más de 20ºC.
Suerte!!!
2006-11-22 00:20:06
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answer #1
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answered by maryne 7
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El reciente "renacimiento de los dinosaurios"
El campo de investigación de los dinosaurios ha disfrutado de una oleada en la actividad que comenzó en los años 1970 y sigue en curso. Esto fue provocado, en parte, por el descubrimiento de John Ostrom del Deinonychus, un depredador activo que pudo haber sido de "sangre caliente" (endotermia), en contraste marcado con la imagen predominante de los dinosaurios como inactivos y de "sangre fría" (ectotermia). La paleontología de vertebrados, posiblemente la disciplina científica primaria en la investigación de dinosaurios, se ha convertido en una ciencia global. Nuevos e importantes descubrimientos de dinosaurios han sido hechos por paleontólogos que trabajan en regiones antes inexplotadas, incluyendo India, Sudamérica, Madagascar, la Antártida, y la más considerable, China (los dinosaurios increíblemente bien conservados emplumados en China han solidificado aún más la teoría sobre el eslabón entre dinosaurios y sus descendientes vivos, los pájaros modernos). El uso extendido de la cladística, que analiza rigurosamente las relaciones entre organismos biológicos, también ha demostrado ser tremendamente útil en la clasificación de dinosaurios. El análisis cladístico, entre otras técnicas modernas, ayuda a compensar un registro de fósil a menudo incompleto y fragmentario.
2006-11-22 08:16:50
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answer #7
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answered by Trastolillo 7
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