Clarificación en torno a la naturaleza de la madurez, ¿Maduramos o envejecemos?.
Hay que distinguir entre madurez sicológica y cronológica. Por ser adulto no se es automáticamente un ser sicológicamente maduro.
Igualmente hay que distinguir entre la madurez sicológica, que puede esperarse de un adulto, y la propia de otras edades: adolescencia, juventud,...
En esta línea se puede decir que una persona es madura cuando sus facultades humanas han llegado a desarrollarse en consonancia con la etapa que vive, de modo que reaccione adecuadamente ante cualquier circunstancia que la vida le presente y, en consecuencia, preste a sí mismo y a la sociedad la utilidad que de él puede esperarse.
La inmadurez humana no imposibilita la cristiana, pero la obstaculiza.
No es fácil llegar a la madurez. Está expuesto a traumas, causado por situaciones personales o ambientales, que pueden dificultar su proceso de maduración humana y cristiana.
La madurez "perfecta", es un ideal.
La responsabilidad -libremente asumida- de una profesión y de una familia, son hechos que tienen una gran importancia en el proceso de maduración personal.
La plena madurez tiende, con frecuencia, a esconder el ideal imposible de una existencia sin dificultades, ausente de tensiones. Madurez no es sinónimo de un estado paradisíaco de tranquilidad y felicidad, sino, en buena parte de equilibrio y consistencia psico-afectivo, en un nivel suficiente para no quebrarse ante las nuevas situaciones o exigencias a las que toda persona ha de responder a lo largo de su vida.
La madurez humana gira en torno a dos polos fundamentales:
- Actitud amorosa frente a la vida en una integración psico-afectiva;
- La realización del sí mismo en un trabajo responsable dentro de una integración psico-comunitaria.
Y tanto uno como otro polo, en contacto directo con la realidad.
2.3.- Señales de la madurez humana.
No es fácil responder a la pregunta "¿Cuáles son las características más significativas de la madurez?" Vamos a intentar hacer una enumeración de signos de madurez sin pretender ser exhaustivos.
Un hombre maduro es una persona segura de sí misma que ama la vida y es capaz de amar y producir amor. La persona madura tiene una amplia aceptación del sentido de "sí mismo" y una posibilidad de crear amor en las personas que lo rodean. De tal forma que si no siente profundamente la exigencia de dar y recibir amor, tiene que preguntarse y pensar que a lo mejor no ama, o no desea que la amen; le asusta el amor.
La persona madura no ama a los otros por tal o cual "cosa" (cualidades, posición, inteligencia, cargos, etc...) sino por lo que son.
Vamos a señalar tres rasgos de madurez:
2.3.1.- Estabilidad de ánimo. Se trata de la madurez afectiva, de un equilibrio emotivo que significa una integración de todas las fuerzas de su personalidad que le permite reaccionar de una manera adecuada a los distintos estímulos que le rodean (ambiente,...), y consecuentemente, mantener un dominio prudente sobre sus emociones.
La relación con otras personas es uno de los campos más específicos de la personalidad humana. El equilibrio con esas relaciones es una de las grandes señales de la madurez. Saber establecer amistades verdaderas son señales de madurez. Por el contrario, la falta de sociabilidad, la desconfianza, la exagerada cautela, las amistades para conseguir beneficios o favores, las amistades para influir o dominar, las relaciones pegajosas, indican una falta de control afectiva y tal vez demasiada necesidad de cariño.
En este sector todos los fallos suponen inmadurez y exigen una actitud forzada hacia la conquista de la madurez de vida en el campo de la afectividad.
2.3.2.- Capacidad para tomar decisiones prudentes.
Exige:
-Capacidad de decisión, la inseguridad perpetua para decidirse, la duda continuada es señal de inmadurez.
-Saber decidir por uno mismo, sin exageradas influencias externas ni oposición cerrada a cualquier tipo de influencia, el escuchar consejos sin sentirse obligado a seguirlos; la capacidad de aceptar y pedir ayuda; el saber hacer crítica positiva, son señales de madurez.
-Alto índice de responsabilidad, de modo que la persona, al actuar, tiene en cuenta el alcance de sus decisiones y acepta plenamente sus consecuencias.
-Luchar contra la pereza, el desánimo, la cobardía, la inhibición, que impiden el compromiso ante obligaciones contraídas. Esto exige sacrificio.
2.3.3.- Rectitud en el modo de juzgar sobre acontecimientos y personas.
Este elemento se sitúa en la línea de la madurez intelectual. esta madurez no significa cantidad de conocimiento ni volumen de ciencia. Sí capacidad de juzgar objetivamente sobre personas y hechos. Esto supone:
-Objetividad para percibir adecuadamente la realidad.
-Haber integrado una escala de valores.
-Poseer unos criterios bien definidos para discernir lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso.
-Capacidad de reflexión sobre personas y acontecimientos.
-Sentido común de cara a solucionar los problemas.
2.4.- Conclusiones.
La persona madura vive de convicciones que comprometen a todo el hombre, no de impulsos, de la afectividad, la novedad, la moda, la costumbre o la rutina.
La madurez hace que el hombre se sienta responsable de la totalidad de su vida, siempre y en todos los ambientes. Es hombre con capacidad de compromiso. Ante una nueva responsabilidad que se le propone decide si puede o no aceptarla. El inmaduro acepta cualquier responsabilidad sin medir su capacidad.
La persona madura capta la realidad tal como es, no se evade de ella refugiándose en su sueño y fantasía. Sabe que la felicidad no está en la satisfacción de todos los impulsos, instintos o necesidades.
El maduro se ha liberado de las dependencias del niño y adolescente; es autónomo personal y socialmente. Haber logrado una actitud de sana independencia de cara a todo tipo de "superior" es signo de madurez. Las figuras idealizadas del padre, del responsable o de los ídolos caen de sus pedestales con el tiempo. No hay más que hombres. "Nada más y nada menos que simples seres humanos".
La capacidad para aceptar la autoridad y limitaciones de quien la ejerce; para amar, comprender y obedecer al superior, que no coincida con el ideal que del mismo nos habíamos forjado es señal de crecimiento en la madurez. La actitud de rebeldía, presión o miedo, la sensación de sentirse siempre observado, de crítica a todos los superiores que se han tenido o se tienen, es índice de inmadurez.
El hombre maduro no teme ser rechazado. Se ha liberado de los temores excesivos de no ser valorado, de ser perseguido o rechazado. Reconoce a los hombres en uno mismo, porque al conocerse a sí mismo sabe conocer y aceptar al otro.
Este hombre integra el fracaso en su vida, sacando partido del mismo. Ante el fracaso no se "siente fracasado", lo que supone aceptarse a sí mismo y a la realidad como es. Busca las causas del fracaso en él, en los otros, en las circunstancias; las analiza; enriquece con ello la visión de sí mismo, de los demás, de la vida. Jamás el fracaso es algo absoluto para él.
La madurez supone conocerse y aceptarse a sí mismo, con sus notas positivas, negativas y consiguientes limitaciones. Crecer en la madurez exige mostrarse a los demás como se es. Por eso, en este proceso de crecimiento, la insinceridad, la hipocresía, la inautenticidad, la "doble vida", el uso de las "máscaras" son signos inefables de inmadurez.
Aceptarse como uno es no supone pactar con nuestros defectos. Supone reconocer la realidad, vivir en la verdad, aunque esto no resulta fácil.
2006-11-21 22:11:30
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answer #10
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answered by TEMPLARIO 6
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