User-Maat-Ra Setep-En-Ra Ramsés Meri-Amón, tercer faraón de la Dinastía XIX de Egipto, gobernó durante 67 años, entre el 1290 adC y el 1224 adC, aproximadamente. Ramsés II es uno de los faraones más célebres, debido a la inmensidad de vestigios que quedan de su activo reinado. Algunos escritores creen que es el faraón mencionado en el Éxodo bíblico, pero no hay pruebas ni documentos egipcios de ello.
Antecedentes
Ramsés II era hijo del faraón Sethy I y de su Gran Esposa Real, Tuya. No fue, como a veces se asume, hijo único; se sabe que tuvo al menos dos hermanas, y al parecer, un hermano llamado Nebchasetnebet, quien murió antes de alcanzar la edad adulta, con lo que Ramsés pasó automáticamente a ser el heredero.
Sethy I nombró corregente a Ramsés cuando éste tendría unos catorce años, y recibió entrenamiento intensivo de parte del mismo faraón y de múltiples maestros de artes y ciencias. A los quince o dieciséis años Ramsés ya tenía autoridad sobre parte del ejército. Una y otra vez, inscripciones de esa época lo describen como un "astuto joven líder". Por aquel entonces ya estaba casado y era padre de cuatro hijos.
Ramsés acompañó a su padre en campañas militares para sofocar rebeliones en Canaán. También lo secundó en la guerra contra los hititas que habían ocupado los territorios de Siria, tradicionalmente pertenecientes al imperio egipcio, pero perdidos hacía varios años debido a la debilidad del rey Ajenatón. Otras tareas que Ramsés debía desempeñar, por órden de su padre, eran supervisar los trabajos de construcción de los templos y la extracción de material de construcción en las canteras del sur del imperio.
La Batalla de Kadesh
Se cuenta que Ramsés se encontraba en Nubia (actual Sudán) cuando su padre Sethy murió. Volvió a Egipto donde, junto con su madre, Tuya, llevó a cabo las ceremonias fúnebres de su padre en la necrópolis tebana.
Poco después de comenzar su reinado en solitario, Ramsés hubo de reaccionar ante la amenaza de los hititas. Quizás consideraban al nuevo rey más débil que su poderoso padre, pues iniciaron numerosas escaramuzas en las fronteras hasta que el ejército egipcio se vio obligado a reaccionar. Muestra de ello es la celebérrima Batalla de Kadesh, al norte de Siria, donde por fin se encontraron los ejércitos egipcios de Ramsés II con la coalición sirio-hitita del emperador Muwatallis II.
Según se cuenta, Ramsés hizo caso omiso de los consejos de sus generales y visires, lo cual causó que cayera en una emboscada de sus enemigos hititas y su ejército se viera gravemente diezmado en territorio desconocido. Las tropas egipcias huyeron del ejército hitita, y Ramsés tuvo que luchar prácticamente solo contra los enemigos guiado por el dios Amón, o eso es lo que él mismo nos dice en los monumentos donde dejó escrita su hazaña. Los historiadores actuales son más críticos y prefieren pensar que la batalla acabó en tablas, y no en una aplastante victoria de Ramsés.
Finalmente, Ramsés y Muwatallis II se dieron un respiro y el faraón regresó a las Dos Tierras, donde prosiguió con sus numerosos trabajos de construcción. No obstante, la guerra no acabaría hasta la llegada al trono de los hititas de Hattusil III, el ambicioso hermano de Muwatallis II, que acabría firmando la paz con Ramsés II cuando éste llevaba unos 25 años en el trono.
El rey constructor
Durante el resto de su reinado Ramsés desarrolló una especie de obsesión por construir templos enormes y espectaculares. No sólo se dedicó a llenar la riberas del Nilo de hermosas y enormes construcciones, sino que también usurpó muchas de ellas a sus predecesores, incluido su padre Sethy I. En sus muchos años de reinado, superó con creces en labor constructora a Amenhotep III, y prueba de ello son, por ejemplo, la ampliación del templo de Abidos, el enorme complejo funerario del Ramesseum, o los templos en Nubia, entre los cuales el más famoso son sin duda los de Abu Simbel, dedicados a Ra, Ptah, Amón, e incluso a Ramsés como divinidad. El menor está dedicado a la diosa Hathor.
Aunque no fue el primer faraón en hacerse adorar como un dios, sí lo fue en dedicarse templos y estatuas de forma sistemática. Ramsés fue, junto con Hatshepsut o Amenhotep III, uno de los pocos faraones que realmente creían, o pretendían hacer creer, que habían sido engendrados por la cabeza del panetón, el todopoderoso Amón-Ra.
No obstante, la construcción quizás más importante de todo el reinado de Ramsés II, y que sentaría las bases de lo que cientos de años después sucedería, fue la edificación de una nueva capital en el norte, que recibió el nombre de Pi-Ramsés La Ciudad de Ramsés. Desconocemos los motivos por los que el faraón se arriesgó a alejarse de Tebas y de su poderoso clero, viendo lo que había sucedido con Ajenatón años atrás, pero lo cierto es que este monarca era un hábil político, y comprendía la importancia de estar próximo al norte, lo más cerca posible a la convulsa Canaán (Siria-Palestina).
Es posible que en la construcción de Pi-Ramsés se contratasen obreros hebreos tal y como relata la Biblia (pues ésta menciona que fueron esclavizados para construir las ciudades de Pithom y Ramsés), aunque es bien sabido que por entonces no existía en Egipto la esclavitud salvo para los prisioneros de guerra.
El lado humano del rey
Sobre la descripción física de Ramsés II se tienen varias referencias a partir de distintas estatuas que -al contrario de lo que ocurre con otros faraones, a quienes los escultores idealizaban- se parecen mucho entre si. Ramsés, probablemente, prefería que los retratos se hicieran fieles a su propia imagen.
A pesar de su larga vida, todas las imágenes de Ramsés II están ideadas como en sus años de juventud. No hay estatuas de él como un hombre maduro. Así, para muchos, es un espectáculo sobrecogedor contemplar su momia, tan bien conservada, que muestra la implacabilidad del tiempo, que ha conseguido vencer al más famoso de todos los faraones.
Se dice a menudo que Ramsés fue un emperador indiferente al pueblo, el cual estuvo en la pobreza durante su reinado mientras la clase alta se enriquecía cada vez más. También se le tacha de mujeriego, déspota, tirano, y sobre todo, de megalómano. Alguien ha dicho que la distancia que separaba a Ramsés II de su pueblo era incluso mayor que la de Keops, considerado el "faraón maligno" por antonomasia.
Sin embargo, sobre el carácter de Ramsés II se sabe poco en realidad; a partir de cartas que escribió a su colega, el rey hitita, sabemos que le disgustaba sobre manera que le dieran órdenes. "¿Porque me hablas como si fuera tu esclavo?" escribió al rey hitita en alguna ocasión, cuando este le exigía que le devolviera a un fugitivo que había tomado asilo en Egipto.
Textos de la época en que Ramsés aún no era faraón, lo describen como un "astuto joven líder" en asuntos militares. En el libro del Coran se menciona a un faraón que bien pudo ser Ramsés II; según estas escrituras: el faraón era más bien temperamental, y cuando sus magos y sacerdotes admitieron que no podían enfrentarse a la magia del dios de los hebreos, el faraón los increpó "¡Ustedes no tienen mi autorización para decir tal cosa!", tras lo cual amenazaba con clavar a los magos de pies y manos en una palmera.
Sea como fuere, el carácter de Ramsés II se fue templando con el paso del tiempo. Así, ya a las pocas décadas de subir al trono, comenzó a abandonar el país en manos de sus numerosos hijos y de sus subordinados. Sus intentos de favorecer a otros sacerdotes, como los de Ra, Ptah o Seth no surtieron efecto en tanto que los de Amón siguieron siendo omnipotentes e incluso hacían peligrar la posición del faraón. Esto no lo supo ver el rey, y dejó seguir las cosas mientras iba envejeciendo y las sombras comenzaban a asolar Egipto.
Las mujeres de Ramsés II
Quizás por ser el más conocido de los faraones, tenemos datos de decenas de reinas, esposas y concubinas y de cientos de hijos e hijas de este rey, lo que le ha labrado la fama de lascivo y mujeriego. También es cierto que el rey no hizo nada para ocultar este hecho, sino que incluso llegó a confeccionar una lista con los nombres de todos sus hijos y diseñar una enorme tumba en el Valle de los Reyes para varios de ellos. Este hipogeo, conocido hoy como KV5 no deja de sorprendernos y sigue siendo estudiado en la actualidad. Ignoramos qué grandes secretos puede guardar.
Sin temor a equivocarse, es indudable que la mujer de la vida del faraón fue su primera Gran Esposa Real, la bella Nefertari. Desconocemos su linaje, aunque se piensa que quizás estaba emparentada con la anterior dinastía por el faraón Ay: Ramsés se ocupó mucho de ocultar su parentesco. Nefertari no fue sólo una esposa y la madre de los hijos del faraón, sino que tomó un papel muy activo en las conversaciones con los hititas, y sus cartas con la emperatriz Putuhepa sentaron las bases del proceso de paz.
Era tal el amor que profesaba el rey a Nefertari que le llegó a dedicar el segundo templo de Abu Simbel, bajo la imagen de la diosa Hathor. Desgraciadamente, es muy posible que Nefertari no llegase a ver el templo acabado, pues murió en el año 26º de reinado, antes de su inauguración.
La desaparición de Nefertari encumbró aún más la posición de la segunda Gran Esposa Real de Ramsés, con la que también estaba casado desde la adolescencia, Isis-Nefert. Al contrario que su rival, esta mujer permaneció siempre en la sombra, pero se piensa que era muy inteligente, pues logró situar a todos sus hijos en los puestos más importantes del Estado. Se ha llegado incluso a pensar que hubo rivalidad entre la familia de Nefertari y la de Isis-Nefert, y que la muerte de la primera y de su primogénito se debieron a las intrigas de la segunda. Ante la ausencia de datos, sólo caben las conjeturas.
Ignoramos la fecha de muerte de Isis-Nefert, pero se sabe que compartió el cargo de Gran Esposa Real con otras mujeres: Ramsés tuvo, aparte de sus dos primeras esposas, otras cinco reinas. Al parecer éstas fueron su hermana (o hija) Henutmira, la princesa hitita Maathornefrura, la dama Nebettauy (tal vez hija de Isis-Nefert), así como dos hijas más. El incesto real era frecuente en la historia egipcia, y Ramsés II no tuvo el menor reparo en convertir en las Grandes Esposas Reales más importantes a sus dos más bellas hijas, una de Nefertari (Meritamón) y otra de Isis-Nefert (Bint-Anat), que acabarían sustituyendo a sus madres, tanto en su peso político y ritual como en el corazón de su marido cuando éstas desaparecieron.
En cuanto a los hijos de Ramsés II, se conocen al menos 152 vástagos. De ellos, los más importantes fueron éstos:
Nacidos de Nefertari:
Amenhirjopshef. El primogénito. Murió en extrañas circunstancias unos pocos años después de la muerte de su propia madre.
Meritamón, la cuarta de sus hijas y la primera nacida de Nefertari. Acabó siendo ella misma Gran Esposa Real y la sustituta de Nefertari en numerosas ceremonias, incluida la fundación de Abu Simbel.
Paraheruenemef (el tercer hijo), Meriatum (el sexto) y Merira (el undécimo). También fue padre de la princesa Henuttauy, con la que se casó pero a la que nunca ascendió al rango de Gran Esposa Real.
Nacidos de Isis-Nefert:
Ramsés. El segundo hijo del faraón, y uno de los hombres fuertes de la primera mitad del reinado. Murió por la misma fecha que su medio-hermano Amenhirjopshef.
Bint-Anat, la mayor de las hijas del rey. Como hizo con Meritamón, Ramsés se casó con Bint-Anat, supliendo ésta a su madre Isis-Nefert. Se cree que fue madre de al menos una niña, de nombre Bint-Anat II, que llegaría a Gran Esposa Real del siguiente monarca.
Jaemuaset, el cuarto hijo. Es el hijo más conocido de Ramsés II. Ostentó el cargo de Sumo Sacerdote de Ptah y era tenido como el hombre más sabio del país e incluso se rumoreaba que era un poderoso mago. Murió unos pocos años antes que su padre, debido a su avanzada edad.
Merenptah. Era el decimotercer hijo, pero debido a la longevidad de su padre fue el destinado a sucederle el trono. Estaba casado con su hermana Isis-Nefert II.
Coloso de Ramsés II
La Muerte de un dios
Ramsés tuvo un destino extraño: su existencia fue tan larga que sobrevivió a muchos de sus descendientes. Murió casi centenario tras 67 años de reinado y celebrar once festivales Heb-Sed. Su momia, descubierta en 1881, es la de un hombre viejo, de cara alargada y nariz prominente. Fue sin duda el último gran faraón, ya que sus sucesores más importantes, Merenptah y Ramsés III, se vieron obligados a llevar una política defensiva para mantener la soberanía en Canaán. Posteriormente, la decadencia interna habría de terminar con el poder de Egipto más allá de sus fronteras.
En realidad, el largo reinado, unido a la dejadez del rey tras los primeros veinte años y el inmenso esfuerzo constructor, fueron letales para Egipto, y el próspero Imperio Nuevo tenía los días contados.
Titulatura
Estos son algunos de los cinco títulos de Ramsés II, pues solo del Nombre de Horus se conocen más de veinticinco variantes:
Aanesyt, Aasefyt, Ayhorjepesf, Enrasedjsetjetiu, Jahormaat, Juitaneb, Kahedyet, Kaenheqau, Kanajt, Menibsejempejti, Merimaat, Merimaatnebjabusedmiitefptahtatenen, Merira, Merirapetpetkasetnebethortjebuif, Saitem, Sedjsettauy, Sejempejti, Sepedabuy, Seqaiuaset, Tjestauy, Userjebusedmeritauy, Userjebusedmitaten, Usernejetuajahorjepesf, Userjepesh, Userpejti, Utyesmaat.
2006-11-21 20:00:34
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answer #1
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answered by nitzahom 5
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El reinado de Ramsés II posiblemente sea el más prestigioso de la historia egipcia tanto en el aspecto económico, administrativo, cultural o militar. No en balde fue el vencedor de la batalla de Qadesh, siempre según las fuentes egipcias. Ramsés nace hacia el año 1326 a.C., accede al trono imperial hacia 1301 a.C. y muere alrededor de 1234 a.C. por lo que se trata también de uno de los reinados más largos. Gobernó sobre un mundo en plena transformación lo que hace más interesante este momento histórico. Su abuelo es el faraón Ramsés I, general del ejército y visir, elegido rey de Egipto por Horemheb al no tener éste descendencia. Su padre fue Sethi I, maestro político y militar, siendo su madre la reina Tui, miembro de una ilustre familia de militares. Ramsés II pasó su infancia en Luxor en compañía de sus dos hermanos y sus dos hermanas. Desde pequeño fue educado para heredar la doble corona; un preceptor le enseñaría a escribir e interpretar las imágenes escritas (leer), a conocer los astros, matemáticas y geometría rudimentarias así como profundizar en materia religiosa. Hacia los diez años fue nombrado heredero y comandante en jefe del ejército como primogénito que era; desde ese momento tuvo un harén a su disposición y acompañó a las tropas en algunas campañas contra los hititas y los libios. A los 16 años fue asociado al trono imperial por Sethi, continuando con su educación política. El visir de Sethi, Paser, posiblemente participó en esta educación, manteniéndose durante veinte años en el cargo tras el fallecimiento de Sethi. Por estas fechas Ramsés participaría en la supervisión de las construcciones de Abidos, iniciándose su afición a las edificaciones. Su primera esposa será una joven de noble familia llamada Nefertari. Tenía 17 años Ramsés cuando casó por primera vez; fruto de este matrimonio nació su hijo primogénito llamado Amonherunemef. Paralelamente tomó una segunda esposa, Isetnefret, quien también le dio un hijo llamado Ramsés. Las dos mujeres continuaron procreando, asegurándose así el futuro de la dinastía. La tercera esposa será Hentmire, la propia hermana de Ramsés, siguiendo la tradición faraónica para conservar la pureza de la sangre. Como cuarta esposa eligió a su propia hija, Merytamón, fruto de su matrimonio con Nefertari, casándose también con una de las hijas de Isetnefret, Bentanat. A finales del mes de junio del año 1301 a.C. fallece Seti I y Ramsés II sube al trono como rey del Alto y Bajo Egipto y Sol de los Nueve Arcos. Tenía 25 años. Sus primeros esfuerzos están encaminados a mantener la paz interior alcanzada en los reinados anteriores, manifestando a los sacerdotes de Amón su deseo de ejercer todos los poderes, evitando en la medida de lo posible influencias del poderoso clero. Para ello elegirá como sumo sacerdote a Nebumenef, persona de su absoluta confianza. Desde ese momento pondrá en marcha un faraónico plan para recuperar las fronteras del Imperio en la época de los Tutmosis y asegurar la paz interior, al tiempo que iniciaba su programa constructivo, símbolo evidente de poder en la época. Ordenó la construcción de un gran templo en Luxor consagrado a Amón-Ra, formando un conjunto con el construido por Amenhotep. También inició la edificación del Ramesseum, en la colina de Sheij abd el Gurnah, junto al que se levantaría un palacio donde supervisar las obras. Para llevar a cabo estas empresas arquitectónicas era necesario un abundante flujo de oro, procedente en su mayoría de la zona sur del país. Uno de los problemas con los que contaba esta vía aurífera era la escasez de zonas de avituallamiento, especialmente de agua, dedicándose Ramsés a la perforación de pozos para solucionar el problema hidráulico. De esta manera pudo aumentar la llegada de oro para mantener su programa arquitectónico, con el que se congratulaba con los dioses. La recuperación del antiguo imperio provocaría el enfrentamiento con Muwattali, rey de Hatti, conflicto que se prolongaría por un periodo de 17 años. Con el objetivo de concentrar todas sus fuerzas en este frente, Ramsés se apresuró en instaurar con firmeza su hegemonía en Libia y Nubia. En el cuarto año de su reinado inició la expedición contra los hititas, llegando hasta Biblos con el fin de establecer bases marítimas de avituallamiento. Mientras Muwattali había establecido una alianza con los príncipes del Asia Menor y Siria para enfrentarse a los egipcios. El enfrentamiento de ambos ejércitos será en Qadesh, desarrollándose una importantes batalla (hacia 1295 a.C.). La batalla no tiene un vencedor claro, aunque Ramsés II se autoproclamó como el gran triunfador, según se desprende de las inscripciones encontradas en los templos de Luxor, Karnak y Abidos. La reacción de Muwattali será establecer una poderosa alianza contra Egipto, involucrando especialmente a Benteshina de Amurru, tradicional aliado egipcio. Durante doce años Ramsés se dedicará a reconquistar el imperio asiático y africano. Las revueltas de Canaan, Moab y Edom fueron rápidamente sofocadas, recuperando Egipto la soberanía sobre estos lugares, logrando preservar el imperio asiático hasta el río Orontes. El siguiente paso dado por Ramsés será aprovechar el momento de debilidad de los hititas, tras el fallecimiento de Muwattali y el enfrentamiento sucesorio entre Mursil y Hattusil. Ramsés atravesó Canaan, tomando el puerto de Ascalón y la ciudad de Jaffa. Reafirmó el control sobre los puertos fenicios del Mediterráneo y penetró en la zona sur de Siria, tomando la ciudadela de Dapur, en el reino de Amurru. Tras asentar en cada una de las plazas tomadas una potente guarnición armada, Ramsés decidió ocuparse de sus posesiones en Africa. Estableció una serie de colonias en las costas de Libia y construyó un amplio frente de fortalezas con el fin de tener vigilada a la población y evitar revueltas. En el décimo año de reinado surgen nuevos incidentes en Asia por lo que Ramsés vuelve hacia Fenicia, recuperando algunas plazas que habían caído bajo soberanía hitita. Para evitar entrar en un conflicto mayor, Ramsés regresó a su capital, para vivir un breve periodo de paz y prosperidad económica. Tras algunos años de tensa paz en Asia, surge un nuevo conflicto entre Egipto y Hatti. Babilonia se alía con los hititas y rompe relaciones con Egipto. Ramsés se colocó de nuevo al frente del ejército y partió en dirección al sur de Siria donde tuvieron lugar duros enfrentamientos que se decantaron del lado egipcio. La solución a estas constantes luchas vendrá de la mano de un tratado de paz firmado entre Ramsés II de Egipto y Hattusil de Hatti (hacia 1280 a. C.), uno de los mayores éxitos del reinado, inaugurando un periodo de paz y prosperidad económica y cultural. La frontera de ambos países quedaba limitada por el Orontes, mientras Hatti mantenía su soberanía sobre Qadesh y Amurru y Egipto dominaba los puertos fenicios. El tratado incluía ayuda militar recíproca, asumiendo la lucha contra enemigos comunes. Desde ese momento, Ramsés dedicará su tiempo al mantenimiento de su Imperio, un imperio que abarcaba desde Sudán en el sur hasta el Mediterráneo en el norte, desde Libia en el oeste hasta el Orontes en el este. La supremacía de este amplio territorio estaría en Egipto y en manos de su faraón. Para controlar todo este territorio ordenó la construcción de una nueva ciudad llamada Per-Ramsés en la región de Tanis, en el delta del Nilo, y la convirtió en la capital del Imperio al tiempo que se engrandecía y embellecía Menfis gracias a la labor llevada a cabo por Jaemuaset, segundo de los hijos de Isetnefret. Tebas quedaba así alejada del poder político. De esta manera se pretendía alejar del gobierno del país, en la medida de lo posible, a los pretensiosos sacerdotes de Amón, cuyo centro de poder era la ciudad de Tebas. Otra de las importantes empresas llevadas a cabo por Ramsés será la construcción de dos templos excavados en la roca de Abu-Simbel: uno dedicado a Ptah, Ptahtatenen, Hathor y el propio Ramsés mientras que el otro se dedica a Hathor y Nefertari. Con el fin de mantener la paz entre Egipto y el reino de Hatti, Ramsés contraerá matrimonio con una princesa hitita a finales del año 33 de su reinado. Ya había celebrado sus dos primeros jubileos - fiesta que se realizaba después de 30 años de reinado y posteriormente cada tres - llegando a celebrar hasta 11 jubileos. La primogénita del rey Hattusil se convertía en la quinta Gran Esposa Real con el nombre de Mathorneferure, al margen de las numerosas concubinas que tenía el faraón, hablando algunas fuentes del nacimiento de más cien hijos en el harén de Ramsés. El matrimonio con la hija de Hattusil sirvió para fortalecer la paz, impulsando el comercio y las relaciones culturales entre ambos países. Con el fin de reforzar la amistad entre Hatti y Egipto, Hattusil ofreció otra segunda hija en matrimonio a Ramsés, convirtiéndose ésta en una concubina. El periodo de paz será aprovechado por Ramsés para favorecer la prosperidad económica y cultural de Egipto, al tiempo que estrechaba la vigilancia sobre los instrumentos de gobierno de su reino. Para ello se rodeó de un amplio grupo de estrechos colaboradores, miembros de las familias más cercanas a su persona, creando una élite burocrática. En los últimos años de su reinado, Ramsés pudo apreciar como se iniciaban las presiones de los pueblos procedentes de Europa, pueblos que llegarán a tomar Egipto en el año 1200 a. C. Dentro de estos movimientos demográficos encontramos la huida de la población judía de Egipto, liderada por Aarón y Moisés. Tras 67 años de reinado y a la edad de 92 años, Ramsés II fallecía a causa, según el egiptólogo Esteban Llagostera, de una caries del maxilar inferior que le provocó una infección sanguínea definitiva. En el trono de Egipto dejó a su hijo Mineptah, fruto del matrimonio con Isetnefret, nombrado heredero tras el fallecimiento de algunos de sus hermanos mayores.
2006-11-21 11:44:33
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answer #4
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answered by Anonymous
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