Es el mismo pais que apoyo economica y militarmente a los talibanes, es el mismo que los saco del poder.
Es el mismo pais que hacia negocios con Bin Laden, es el mismo que lo persigue.
Es el mismo pais que apoyaba a Noriega y el que lo tiene preso.
Es el mismo pais que apoyo absolutamente todas las dictaduras de Latino America, es el mismo pais que apoya a Rosales en contra de Chavez.
Es el mismo pais que apoyaba a Saddam en la guerra contra Iran y es el mismo que lo esta condenando a la horca.
Es el mismo pais que aseguro que habia armas quimicas que despues no se encontraron.
Es el mismo pais que con su poder de veto en el Consejo de Seguridad le dio 15 dias de prorroga a los Israelies en su invasion al Libano y eso le costo la vida a 40 niños refugiados.
Si es el mismo al que los cipayos les lamen las botas y deliran con la forma americana de vida.
Y basta porque ya me calente y me van a terminar censurando, esos mismos cipayos.
Carlos Daniel
2006-11-20 11:57:03
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answer #1
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answered by repdepor05 7
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La visita del Comandante Fidel Castro a la Argentina y el multitudinario acto en las escalinatas de la Facultad de Derecho, fue un hecho histórico. En un mundo donde la Administración Bush intenta rediseñar la hegemonÃa imperial, apelando a la guerra contra los pueblos, la figura de Fidel Castro es un contrapunto que despertó la simpatÃa de miles en la Argentina, paÃs cuya población rechazó casi en forma unánime la invasión a Irak.
En una Argentina que en las últimas dos décadas vio degradar el nivel de vida, material y cultural de su pueblo, que asistió a la entrega de sus riquezas naturales y el patrimonio público, cuya clase dirigente hizo apologÃa de las “relaciones carnales” con el imperialismo yanqui, el relato de las conquistas sociales de la revolución cubana despertó en el imaginario colectivo la idea de que la resignación y la pérdida de las condiciones de vida no son algo necesario o inevitable.
Fidel y el gobierno de Kirchner
Pero Fidel Castro no sólo fue aplaudido en las calles de Buenos Aires. En el Congreso –al momento de la asunción de Kirchner- fue ovacionado por los legisladores presentes. Suerte similar, aunque de menor envergadura, corrieron Hugo Chávez y Lula Da Silva. Este hecho emblemático da cuenta de un cambio en el posicionamiento del nuevo gobierno que quiere dar fe de antineoliberalismo, en ascenso hoy en América Latina. Kirchner, el primer presidente surgido de una elección (aunque a medias) luego de los levantamientos populares de diciembre de 2001, necesita ganar el consenso popular. La visita de Castro fue un espaldarazo a estas intenciones. Además de un impulso a un nuevo eje de la diplomacia latinoamericana que ya ha mostrado su voluntad no de enfrentar al imperialismo, sino de negociar desde otras relaciones de fuerza con los Estados Unidos.
Según el propio Fidel su viaje respondÃa a una retribución de favores por la abstención argentina en la ONU ante el tema de los derechos humanos en Cuba y además una oportunidad para expresar “solidaridad con la Argentina, con el pueblo y con la actual administración”1. En su discurso en la Facultad de Derecho manifestó que sintió “gran satisfacción y júbilo cuando llegaron las noticias de un resultado electoral en nuestra queridÃsima Argentina” al que calificó como un “servicio que le han prestado al mundo al hundir en la fosa del pacÃfico (…) el sÃmbolo de la globalización neoliberal”. Su retórica se entronca asà con el intento de las clases dominantes criollas de darle un carácter histórico a las elecciones del 27 de abril para legitimar al nuevo ejecutivo y de paso borrar del horizonte las jornadas revolucionarias de Diciembre. Estas últimas sà fueron un verdadero sÃmbolo, un descomunal golpe al neoliberalismo ya que se echó en las calles al reaccionario gobierno de De la Rúa. Fidel Castro vino a tender con entusiasmo su mano a Kirchner y a la burguesÃa argentina, que más allá de su discurso, se dispone concretamente a cumplir sus compromisos con el Fondo Monetario Internacional, lo que inevitablemente será a costa de mayores sufrimientos para el pueblo argentino.
Redistribución de la riqueza: ¿Humanizar el capitalismo?
Fidel habló de cómo Cuba pudo avanzar cualitativamente en mejorar las condiciones de vida e hizo hincapié en los grandes avances en la educación y la salud. Sin embargo, omitió decir que dichas conquistas no cayeron del cielo, que fueron el producto de haber roto con el imperialismo, expropiado a la burguesÃa y a los terratenientes y liquidado la propiedad privada.
Estos hechos fundamentales no constituyen para Castro un ejemplo a seguir. Por el contrario afirmó que “la violencia no parece ser el camino”2 desterrando como alternativa para el resto de los paÃses de América Latina la ruptura radical con el imperialismo y la lucha contra el sistema que toda revolución implica y asumiendo como posible una “distribución equitativa de la riqueza” en los marcos del capitalismo. Remarcó que “con el uso adecuado de los recursos no tendrÃan ni necesidad de hacer un cambio revolucionario”.
Fidel opone la idea de la redistribución del ingreso a la lucha contra el capital. En sus palabras, “no (se) necesita ni siquiera confiscar”. Nos propone tan solo paliar las injusticias del sistema. Acorde a esto es que llama a un cambio sin expropiar a los expropiadores, sin confiscar a los confiscadores, sin afectar la propiedad privada de los medios de producción. Una “transformación” que dejarÃa en pie las desigualdades inherentes al capitalismo y la dominación burguesa causante de la catástrofe humana que recorre la sociedad de nuestros dÃas. ¿Cómo es posible satisfacer las necesidades de las masas, cómo lograr lo que conquistó la revolución cubana sin poner todas las fuerzas productivas al servicio del conjunto de la sociedad? ¿Cómo es posible terminar con el hambre, la pobreza, la desocupación estructural, la mortalidad infantil, sin atacar al régimen social que las provoca, sin expropiar la gran propiedad de la tierra, sin tocar los intereses de la gran industria y del capital financiero, sin repartir las horas de trabajo entre todas las manos disponibles? ¿Cómo es posible pensar que se pueden utilizar los recursos destinados al militarismo y a la maquinaria bélica para terminar con el analfabetismo y las enfermedades de la miseria sin quebrar la resistencia del sistema capitalista imperialista que necesita desarrollar su fuerza de destrucción?
Una transformación social radical se enfrenta inevitablemente a estos dilemas. Esa ha sido la gran lección de la revolución cubana y, por la negativa, de todas las revoluciones que al no haber tomado medidas anticapitalistas, fracasaron regando con sangre el territorio de nuestra América.
El capitalismo es un régimen social basado en la explotación de la fuerza de trabajo, en la degradación y exclusión de grandes masas de la población, en beneficio de un puñado de grandes burgueses que buscan de forma insaciable asegurar y aumentar sus ganancias. No denunciar esto y proponer actuar en consecuencia, lleva a sembrar la ilusión de que es viable humanizar al capitalismo. Se termina apelando a la “buena voluntad” o a la “buena intención” de la burguesÃa para “redistribuir” a favor de los que menos tienen, desterrando asà toda perspectiva revolucionaria. Vaya paradoja de alguien que se vio obligado a tomar medidas confiscatorias contra el capital tanto “nacional” como imperialista –contrarrevolucionario por esencia– para defender su revolución.
Fidel Castro asume como propia la ideologÃa redistribucionista, en consonancia con la prédica de movimientos antineoliberales. Estas ideas más aún de cara a la crisis capitalista mundial, de las tendencias guerreristas del imperialismo yanqui, que amenazan a los pueblos del mundo, a la revolución cubana misma y que Fidel Castro describe en su alocución, no pueden más que significar una utopÃa.
En la década del '60 el Che Guevara señaló claramente que “las burguesÃas autóctonas han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo y solo forman su furgón de cola. No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución”3. El Fidel Castro que vino a la Argentina, lejos se encuentra de estas afirmaciones de su compañero de la Sierra Maestra. Distante de estas enseñanzas reiteró lo mismo que habÃa recomendado al pueblo nicaragüense a principios de los ’80: “no hagan de Nicaragua otra Cuba”. El triste derrotero de la revolución sandinista, es una muestra de la fatalidad de sus afirmaciones.
Fidel Castro vino a decir que el futuro de nuestros pueblos está del lado de Lula, el confiscador de las jubilaciones del pueblo brasileño, el mismo que no duda en optar por el FMI y la burguesÃa paulista; del lado de Kirchner, Duhalde y Lavagna representantes de un viejo régimen que ha llevado al 53% de la población bajo la lÃnea de la pobreza.
El Che Guevara tenÃa razón cuando señalaba el carácter cobarde de las burguesÃas nativas. Los cimientos de un cambio profundo no descansan en el personal polÃtico de las clases opresoras, respondan estas a un capital nacional o imperialista, sino en los millones de oprimidos que en estos años han empezado a sacudir el continente con sus luchas. En los trabajadores y campesinos peruanos que se levantan contra Toledo; en los cocaleros y obreros bolivianos que pelearon contra Sánchez de Losada, en los trabajadores ocupados y desocupados, en las asambleas populares de Argentina. La revolución cubana, no encontrará en quienes se ofrecen como humanizadores del capital una sólida defensa. La América explotada y oprimida, es y será el único reaseguro de las conquistas de la revolución.
VIVA EL CHE!!
VIVA LA REVOLUCION!!!
VIVA CUBA!!!
NO DISPAREN! SOY EL CHE! VALGO MAS VIVO QUE MUERTO!!!
YO AMO LAS REVOLUCIONES, PRIMERO LA REVOLUCION BOLCHEVIQUE, LUEGO LA REVOLUCION CUBANA, Y AHORA LA REVOLUCION HOMOSEXUAL!!! PARA QUE TODOS HOMOSEXUALES TENGAMOS EL DERECHO A PARIR NUESTROS PROPIOS HIJOS!!!
2006-11-20 23:25:08
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answer #6
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answered by andresssssssssss 1
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