La “Canción del Suicida”
Cuando de mano en mano se pasaban en La Habana algunos artÃculos censurados de la prensa, muchos me preguntaban ¿Quién es el loco que los firma?
Cuando de mano en mano se pasaban en La Habana algunos artÃculos censurados de la prensa, muchos me preguntaban ¿Quién es el loco que los firma?
Nada podÃa decir, pues era sólo una figura que entre otras se movÃan en la redacción de un periódico en plena explosión de euforia por “el inminente cambio”. Tampoco sabÃa que en su medio le llamaban “loco”.
Años después una amiga común sirvió de puente y pude estrechar la mano del hombre que sin haber sido presentados siempre me consideré amigo.
Ayer ¡maldito atasco de este Madrid cosmopolita! Por poco llego tarde a la presentación de su libro, pero Emilio Surà Quesada estaba arropado de manera inusual por gran cantidad de figuras del arte y la intelectualidad del exilio en la sede de la Fundación Hispano Cubana. Realmente no me necesitaba y me alegro, aunque su abrazo de amigo me otorgara en público un papel en su obra que no tengo.
Los que con conocimiento de causa siguen las peripecias de la cultura cubana en el destierro, dieron al libro de poesÃas “Canción del Suicida” el valor que saben tiene. Sigue Felipe Lázaro amparando nuestra cultura en la Diáspora.
En edición conjunta de Editorial Betania y de la Fundación Hispano Cubana, con portada de la artista plástica Gladys Triana y prólogo de Madeline Cámara, se unen a través de la identidad cubana, Alcalá de Henares, Madrid, Nueva York y Tampa.
El libro es como Emilio, una bofetada en cara de señorita remilgada. Una vida apurada hasta el fondo, como el “mofuco” que acompañó nuestras primeras y últimas borracheras. Es la voluntad de supervivencia de aquellos que transitamos aún, orgullosos de nuestro esfuerzo, pues aunque errado en dirección fue sincero y un hombre no tiene nada más que aportar al mundo que los dÃas de su vida.
Me permito reproducir uno de sus poemas, el menos rompedor, creo, pero que despierta en mà la envidia por no ser capaz de escribir en tiempo de poeta. Es algo que perdà hace ya mucho, dichosos los que como Emilio, aún pueden y pueden bien.
Para Alexandru Sorin
Este que flamea su locura en la melena
es tu padre a principios del setenta
del siglo que pasó
y aquel otro que toca su guitarra
y suena con ser beatle, también.
TodavÃa por morder la vida,
no habÃa perdido mis dientes naturales.
Observa muchacho en esta otra
mis ojos aún no conocÃan
el fútbol de la muerte
ni habÃa visto como rueda por el suelo
una cabeza acabada de cortar,
ni mucho menos la expresión de un semejante
cuando acaban de apagarlo de un balazo.
Mira mis manos
En aquellos momentos no sabÃan golpear
y eran como peces sin premura
por remontar las aguas del mañana.
¿Ves donde aparezco sin camisa?
Soñaba por entonces tener pelos en el pecho
y alguna cicatriz como signo de bravura.
TodavÃa la pasión no lo habÃa tatuado
y la tristeza por muy densa,
podÃa resbalarme cuerpo abajo
sin marcarme con sus signos.
En este mismo pecho que hoy la ira me comprime
Descansó tu madre la noche en que te hicimos.
FÃjate hijo, aquà salto desde un puente
y la negrura del rÃo
me absorberá dentro de poco.
Eran años en que andar desnudo era una fiesta.
Me faltaba descubrir
que esas bolsas que llevo entre las piernas
arrugadas como pasadas por el frÃo,
con los años,
inflamadas de orgullo,
serÃan el lastre más pesado
para llevarme a la humildad
y poder tolerarme cuando temo.
Quiero explicarte
que en donde estoy vestido de marino
o en aquella donde era San José,
no me reconozco.
Dicen que era yo, pero quién sabe.
Hay otras muchas que me crean la misma sensación
y eso me aterra
porque el olvido es el perfume
que lleva la muerte cuando sale de caza.
¿De qué sirve morrear a una chica en un papel
si ya no puedes imaginar en el tacto su calor
o el olor que despedÃa al cabalgarla?
Todos esos rostros y expresiones
que ahora te muestro
una vez fueron mi presente.
De todo aquel pasado
sólo tu inocencia de entonces es lo que queda
y una foto de tu madre
que, en la guerra, fue mi talismán.
Después de los cuarenta,
todavÃa,
el orgullo de un hombre lanza coletazos
y aunque nada es igual,
uno se defiende.
Muchacho,
nunca te empeñes en guardar tu presente en los retratos
porque pueden recordarte que el cuerpo nos derrota.
Toda foto es una trampa,
un cheque en falso que,
a veces,
intentamos cobrarle a la memoria.
30/5/2002
Espero que sea sea esta. suerte.-
2006-11-20 04:35:01
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answer #2
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answered by INCA 7
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http://www.terra.com.ar/especiales/borges/az_temas.shtml http://www.terra.com.ar/especiales/borges/az_temas.shtml http://www.estacionesdelalma.com.ar/ayuda_al_suicida.htm y si pones en Ares el suicida te salen muchos temas no se que es lo que buscas !!♥
2006-11-20 00:40:42
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answer #3
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answered by La Qucita 7
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