Evolución humana
Anterior al género Homo
Primeros homínidos
Sahelanthropus tchadensis
Orrorin tugenensis
Ardipithecus kadabba
Ardipithecus ramidus
Australopithecus
Australopithecus anamensis
Australopithecus bahrelghazali
Australopithecus afarensis
Australopithecus africanus
Australopithecus garhi
Paranthropus
Paranthropus aethiopicus
Paranthropus boisei
Paranthropus robustus
Género Homo
Homo habilis
Homo rudolfensis
Homo ergaster
Homo georgicus
Homo cepranensis
Homo erectus
Homo antecessor
Homo heidelbergensis
Homo neanderthaliensis
Homo floresiensis
Homo rhodesiensis
Homo sapiens
Homo sapiens idaltu
Homo sapiens sapiens
Árbol "genealógico" abreviado
Orrorin tugenensis.
Ardipithecus ramidus.
Australopithecus anamensis.
Australopithecus afarensis.
Australopithecus africanus.
Homo habilis.
Homo erectus.
Homo antecessor.
Homo sapiens sapiens.
La evolución humana o también hominización se define como el proceso de transformación de la especie humana desde sus ancestros hasta el estado actual.
En principio, en cuanto perteneciente al infraorden de los catarrinos, el Homo sapiens parece tener su ancestro, junto con todos los primates catarrinos, en un período que va de los 50 a 33 millones de años antes del presente (AP), uno de los primeros catarrinos, quizás el primero es el Propliopithecus, incluyendo al Aegyptopithecus. En este sentido, el ser humano actual al igual que primates del " Viejo Mundo" con características más primitivas, probablemente descienda de esa antigua especie.
Bipedestación
Los Homininos, primates bípedos, habría surgido hace unos 7 a 6 millones de años en África, cuando dicho continente se encontró afectado por una progresiva desecación que redujo las áreas de bosques y selvas. Como adaptación al bioma de sabana aparecieron primates capaces de caminar fácilmente de modo bípedo y mantenerse erguidos . Más aún, en un medio cálido y con fuerte radiación ultravioleta e infrarroja una de las mejores soluciones adaptativas son la marcha bípeda y la progresiva reducción de la capa pilosa, esto evita el excesivo recalentamiento del cuerpo. Hace 150.000 años el norte de África volvió a sufrir una intensa desertización lo cual significó otra gran presión evolutiva como para que se fijaran los rasgos principales de la especie Homo sapiens.
Para lograr la postura y marcha erecta han tenido que aparecer importantes modificaciones: la columna vertebral bastante rectilínea en los simios, en el Homo sapiens y en sus ancestros bípedos ha adquirido curvaturas que permiten soportar mejor el peso de la parte superior del cuerpo, tales curvaturas tienen un efecto "resorte". Por lo demás la columna vertebral ha podido erguirse casi 90º a la altura de la pelvis, si se compara con un chimpancé se nota que al carecer este primate de la curva lumbar, su cuerpo resulta empujado hacía adelante por el propio peso; en la raquis humana el centro de gravedad se ha desplazado, de modo que el centro de gravedad de todo el cuerpo se sitúa encima del soporte que constituyen los pies, al tener el Homo sapiens una cabeza relativamente grande el centro de gravedad corporal es bastante inestable (y hace que al intentar nadar, el humano tienda a hundirse "de cabeza"). Otro detalle; las vértebras humanas son más circulares que las de los simios, esto les permite soportar mejor el peso vertical. La pelvis se ha debido ensanchar; pero no lo suficiente como para que la especie tenga partos fáciles (esto se verá con más detalle). Eso ha sido fundamental en la evolución de nuestra especie. Los huesos ilíacos de la región pelviana en los Homo sapiens (e inmediatos antecesores) "giran" hacia el interior de la pelvis, esto le permite soportar mejor el peso de los órganos al estar en posición erecta.
La citada modificación de la pelvis implica una disminución importante en la velocidad posible de la carrera por parte de los humanos.
Para facilitar la bipedestación, el foramen magnum (u orificio occipital por el cual la médula espinal pasa del cráneo a la raquis) se ha desplazado; mientras en los simios el foramen magnum se ubica en la parte posterior del cráneo, en el Homo sapiens (y en sus ancestros directos) el foramen magnun se ha "corrido" casi hacia la base del cráneo.
También para la bipedestación ha habido otros cambios morfológicos muy importantes y evidentes, particularmente en los miembros y articulaciones. Los miembros inferiores se han robustecido, el fémur humano se inclina hacia adentro, de modo que le posibilita la marcha sin necesidad de girar casi todo el cuerpo; la articulación de la rodilla se ha vuelto casi omnidireccional (esto es, casi puede moverse en diversas direcciones), aunque en los monos -por ejemplo el chimpancé- existe una mayor flexibilidad de la articulación de la rodilla, es para un mejor desplazamiento por las copas de los árboles, es así que el humano a diferencia de sus parientes más próximos no marcha con las rodillas dobladas.
En los humanos los pies se han alargado, particularmente en el talón, reduciéndose algo los dedos del pie y dejando de ser oponible el "pulgar" del pie (el dedo mayor), en líneas generales el pie ha perdido casi totalmente la capacidad de aprehensión. Se sabe, en efecto, que el pie humano ha dejado de estar capacitado para aferrarse (cual si fuera una mano) a las ramas, pasando en cambio a tener una función importante en el soporte de todo el cuerpo. El dedo mayor del pie tiene una función vital para lograr el equilibrio del Homo sapiens sapiens durante la marcha y la postura erecta; en efecto, el pulgar del pie de un chimpancé es transversal, lo que permite al simio aferrarse más fácilmente de las ramas, en cambio el "pulgar" del pie humano, al estar alineado, facilita el equilibrio y el impulso hacia adelante al marchar o correr. Los huesos de los miembros inferiores son relativamente rectilíneos en comparación con los de otros primates.
La bipedestación implica una posición de la pelvis, que hace que las crías nazcan "prematuras": en efecto, el parto humano es denominado ventral acodado ya que existe casi un ángulo recto entre la cavidad abdominal y la vagina que en el pubis de la mujer es casi frontal, si en todos los otros mamíferos el llamado canal de parto es muy breve, en cambio en las hembras de homo sapiens es relativamente muy prolongado y sinuoso, esto hace dificultosos los alumbramientos. Como se verá más adelante, esto ha sido fundamental en la evolución de nuestra especie.
Homo
Distinguiéndose de los demás catarrinos, los primeros posibles homínidos bípedos son los Sahelanthropus tchadiensis, y los Orrorin tugenensis.
El Orrorin (-de 6 a 5 millones de años antes del presente-) semejaba a un chimpancé capacitado para la bipedestación. Desde los Orrorin tugenensis se ha producido una evolución por etapas que dio origen a varias otras especies.
El H. heildelbergensis y el H. neanderthalensis están muy emparentados y han sido considerados con frecuencia como subespecies del Homo sapiens, pero análisis de ADN mitocondrial (ADNm) de los fósiles del H. neanderthalensis sugieren que la diferencia existente es suficiente para denominarlos como dos especies diferentes.
Para observar las características, área de difusión, filiaciones y fechas aproximadas de aparición, periodos de existencia y fechas estimativas de extinción de cada una de las especies precedentes a la humana actual, corresponde remitirse a sus respectivos artículos.
Se tiene la casi plena certeza de que el Hombre de Neandertal no es ancestro del ser humano actual, sino una especie de línea evolutiva paralela derivada también del Homo erectus a través del eslabón conocido como Homo heidelbergensis. El neandertal coexistió con el Homo sapiens y quizá terminó extinguido por la competencia con nuestra especie. Si existió algún mestizaje entre ambas especies, en tal caso el aporte a la especie humana actual ha sido, en lo genético, inferior al 5% (un arqueólogo y paleoantropólogo que defendía la hipótesis de una fuerte mixogénesis de las dos especies ha sido descubierto como falsificador de "pruebas"; en efecto, existe actualmente casi total escepticismo de que ambas especies hayan sido interfértiles). En cuanto al llamado hombre de Cro-Magnon éste como otros fósiles, corresponde a la actual especie Homo sapiens.
Los parientes vivos más cercanos a nuestra especie son los grandes simios: el gorila, el chimpancé, el bonobo y el orangután.
Demostración palmaria de este parentesco es que un mapeo del genoma humano actual indica que el Homo sapiens comparte casi el 99% de los genes con el chimpancé y con el bonobo. Para mayor precisión; el genoma de cualquier individuo de nuestra especie tiene una diferencia de sólo el 0,27% respecto al genoma de los pan troglodytes (chimpancés) y de 0,65% respecto al genoma de los gorilas. Ínfima diferencia cuantitativa, y sin embargo, amplio salto cualitativo.
El Homo sapiens habría aparecido en el África nororiental hace unos 200.000 años. En la misma África nororiental se datan irrecusablemente fósiles de nuestra especie que datan de un periódo de entre 300.000 a 130.000 años.
Todos los seres humanos descienden de una misma Eva mitocondrial o E.M., esto quiere decir que, según los rastreos del ADNm - que sólo se transmite a través de las madres-, toda la humanidad actual tiene una antecesora común que habría vivido en el noreste de África (en territorios que corresponden a los actuales estados de Etiopía y Kenia) hace unos 150.000 años.
Muchos indicios derivados de muy recientes investigaciones sugieren que la de por sí exigua población de Homo sapiens hace unos 74.000 años se redujo al borde de la extinción al producirse el estallido del volcán Toba, volcán ubicado en la isla de Sumatra, cuyo estallido ha dejado como rastro el lago Toba. Tal erupción-estallido tuvo una fuerza 3.000 veces superior a la erupción del volcán Monte Santa Helena, esto significa que gran parte del planeta se vio cubierto por nubes de ceniza volcánica que afectaron negativamente a las poblaciones de diversas especies incluidas la humana, según esta hipótesis llamada entre la comunidad científica Catástrofe de Toba, la población de Homo sapiens se habría reducido a sólo alrededor de 1000 individuos. Si esto es cierto, significaría que el 'pool' genético de la especie se habría restringido de tal modo que se habría potenciado la unidad genética de la especie humana.
Por todo lo antedicho queda demostradamente cierto el monogenismo de la especie humana y, consecuentemente, descartado el poligenismo -el poligenismo servía de "argumento" a teorías racistas-.
Expansión de la especie
Junto a los hallazgos arqueológicos, el principal indicador de la expansión del ser humano por el planeta es el susodicho ADNm, aunque se está investigando el cromosoma Y, que es característico de los machos, para lograr mayores precisiones.
Los humanos ya habrían comenzado a salir del África unos 90.000 años antes del presente. Colonizando para esas fechas el sur de Eurasia.
Mapa de la migración humana según estudios del ADN mitocondrial. La leyenda representa los miles de años desde la actualidad. La línea azul señala la extensión máxima de los hielos y las áreas de tundra durante la última gran glaciación.Australia y Nueva Guinea: la Línea de Wallace significó para los Homo sapiens un límite insuperable durante casi 20.000 años para acceder a esta región. La llegada de humanos a Australia se data hace unos 70.000 años cuando pudieron fabricar rústicas almadías o balsas de juncos para atravesar el estrecho que durante las glaciaciones formaba la Fosa de Wallace, separando a Australasia de Eurasia.
Europa: recién comenzó a ser colonizada hace sólo unos 40.000 años, ellos suponen que durante milenios el desierto de Siria resultaba una barrera infranqueable desde África hacia Europa, por lo que habría resultado más practicable una migración costera desde las costas de Eritrea a las costas yemeníes y de allí al subcontinente indio. La expansión por Europa coincide con la extinción de su coetáneo de entonces, el hombre de Neandertal.
Oceanía: la colonización de estas islas más próximas a Eurasia se habría iniciado hace unos 50.000 años, pero la expansión por esta MUG (macro-unidad geográfica) fue muy lenta y gradual, y hasta hace unos 15.000 años los Homo sapiens Sapiens no comenzaron una efectiva expansión por Oceanía, aunque archipiélagos como el de Hawai y Nueva Zelanda no estaban aún poblados por seres humanos hace 2.000 ó 1.500 años (se requirió el desarrollo de una apropiada técnica naval y conocimientos suficientes de náutica.
América: la llegada del hombre a América, se habría iniciado durante el Wurmiense. Esto hace unos 40.000, o cuando menos, 30.000 años atrás. Durante las glaciaciones el nivel de los océanos desciende al grado que el "Viejo Mundo" y el "Nuevo Mundo" forman un megacontinente unido por el Puente de Beringia.
Antártida: ha sido la última MUG descubierta por el europeo (hacia 1603), siendo poblada desde 1904.
Aspectos morfológicos
Diferencias con otros primates
El Homo sapiens sapiens parece ser una "acumulación de defectos", y, como respuesta satisfactoria a todos ellos la única solución evolutiva que ha tenido es su complejísimo sistema nervioso central, pero se hablará de éste más adelante.
Probablemente cuando los ancestros del Homo sapiens sapiens vivían en selvas comiendo frutos, bayas y hojas, abundantes en vitamina C, pudieron perder la capacidad genética, que tiene la mayoría de los animales, de sintetizar en su propio organismo tal vitamina; ya antes parecen haber perdido la capacidad de digerir la celulosa. Tales pérdidas durante la evolución han implicado sutiles pero importantes determinaciones: cuando las selvas originales se redujeron o, por crecimiento demográfico, resultaron superpobladas, los primitivos homínidos (y luego los humanos) se vieron forzados a recorrer importantes distancias, migrar, para obtener nuevas fuentes de nutrientes (por ejemplo de la citada vitamina C).
Las primeras modificaciones importantes que aparecen en la filogénesis de las especies que constituyen la línea evolutiva que desemboca en el Homo sapiens sapiens. Todos los cambios reseñados han sucedido en un periodo relativamente breve (aunque se mida en millones de años), esto explica la susceptibilidad de nuestra especie a afecciones en la columna vertebral y en la circulación sanguínea y linfática (por ejemplo, el corazón recibe -relativamente- "poca" sangre).
Liberación de los miembros superiores
La postura bípeda dejó "libres" los miembros superiores que ya no tienen que cumplir la función de "patas" (excepto en los niños muy pequeños) ni la de braquiación; es decir, el desplazamiento de rama en rama con los brazos, aun cuando la actual especie humana, de la cintura hacia arriba mantenga una complexión de tipo arborícola.
Esta liberación de los miembros superiores fue, en su inicio, una adaptación óptima al bioma de sabana; al marchar bípedamente y con los brazos libres, los ancestros del homo sapiens sapiens podían recoger más fácilmente su comida; raíces, frutos, hojas, insectos, huevos, reptiles pequeños, roedores y carroña -en efecto, muchos indicios hacen suponer como altísimamente probable que nuestros ancestros fueran en gran medida carroñeros, y, dentro del carroñeo, practicaran la modalidad llamada cleptoparasitismo, esto es: robaban las presas recién cazadas por especies netamente carnívoras, para tal práctica, nuestros ancestros debían haber actuado en bandas, organizadamente.
Los miembros superiores, -siempre en relación con otras especies- se han acortado. Estos miembros superiores al quedar liberados de tales funciones, se han podido especializar en funciones netamente humanas. El pulgar oponible es una característica heredada de los primates más antiguos, pero si en éstos la función principal ha sido la de aferrarse a las ramas y en segundo lugar aprehender las frutas o insectos que servían de alimento, en la línea evolutiva que desemboca en nuestra especie la motilidad de la mano, y en particular de los dedos de ésta, se ha hecho gradualmente más precisa y delicada lo que ha facilitado la elaboración de artefactos, aún (junio de 2005) no se tiene conocimiento respecto al momento en que la línea evolutiva comenzó a crear artefactos, es seguro que ya hace más de 2 millones de años el Homo habilis realizaba toscos instrumentos que utilizaba asiduamente (en todo caso, los chimpancés, en estado silvestre, confeccionan "herramientas" de piedra, madera y hueso muy rudimentarias). El desarrollo de la capacidad de pronación en la articulación de la muñeca también ha sido importantísimo para la capacidad de elaborar artefactos.
Visión
El humano hereda de los primates y los prosimios la visión estereoscópica y pancromática (capacidad de ver "todos" los colores del espectro visible); los ojos en la parte delantera de la cabeza posibilitan la visión estereoscópica pero si esa característica surge en los prosimios como una adaptación para moverse mejor durante la noche o en ambientes umbríos como los de las junglas, en el Homo sapiens sapiens tal función cobra otro valor; facilita la mirada a lontananza, el otear horizontes, en este aspecto la visión es bastante más aguda en los humanos que en los otros primates y en los prosimios. Esto facilitará el hecho por el cual el Homo sapiens sapiens sea un ser altamente visual (por ejemplo las comunicaciones mediante la mímica), facilitará asimismo Lo Imaginario.
Especialización
Pese al conjunto de modificaciones morfológicas antes reseñadas, desde el punto de vista de la anatomía comparada, llama la atención una cuestión: el Homo sapiens sapiens es un animal relativamente poco especializado. En efecto, gran parte de las especies animales ha logrado algún tipo de especialización anatómica (por ejemplo los artiodáctilos poseen pezuñas que les permiten correr en las llanuras despejadas), pero las especializaciones si suelen ser una óptima adaptación a un determinado bioma conllevan el casi cierto riesgo de la desaparición de la especie especializada y asociada a tal bioma si éste se modifica.
La ausencia de tales especializaciones anatómicas ha facilitado a los humanos una plasticidad, una adaptabilidad inusitada entre las demás especies de vertebrados para adecuarse a muy diversas condiciones ambientales.
Más aún, aunque parezca paradójico, el Homo sapiens sapiens corporalmente tiene características "primitivas" en relación a otros primates. ¿Cómo se explica esto?: en efecto, la estructura craneal de un Homo sapiens sapiens adulto se aproxima más a la de la cría de un chimpancé que a la de un chimpancé adulto: el rostro es achatado ("ortognato" o de "bajo índice facial") y es casi inexistente el thorus supraorbitario -en la humanidad actual apenas se encuentran vestigios de thorus en las poblaciones llamadas australoides-. De otro modo se puede decir que los arcos superciliares del Homo sapiens sapiens son "infantiles"...delicados, el rostro aplanado o ligeramente prognato.
El "primitivismo" de la estructura craneal de todo Homo sapiens sapiens -se verá más adelante- resultará importantísimo para la evolución de la especie, en particular será muy importante tal "primitivismo" para el proceso evolutivo llamado cerebración.
El Homo sapiens sapiens es, por su anatomía, prácticamente el animal más vulnerable de todos si se encuentra en condiciones naturales.
Asociado al hecho por el cual morfológicamente el ser humano tenga características que le aproximan a las de un chimpancé "niño" se encuentra entonces el 'ortognatismo' y esto quiere decir, entre otras cuestiones, que los dientes del Homo sapiens sapiens son relativamente pequeños y poco especializados, las mandíbulas, por esto, se ha abreviado y hecho más delicadas, falta -además- en ellas el diastema u orificio en donde encajan los 'colmillos'. La debilidad de las mandíbulas humanas las hace casi totalmente inútiles para la defensa a 'mordiscos' ante un predador y, asimismo, son muy deficientes para poder consumir gran parte del alimento en su estado natural, lo que es uno de los muchos "déficits" corporales que llevan al humano a vivir en una sociedad organizada.
Aparición del lenguaje simbólico
Hablar de la aparición del lenguaje humano, lenguaje simbólico por lógica parecería implicar que hay que hablar previamente de la cerebración, y eso es bastante cierto, pero el lenguaje humano simbólico tiene sus antecedentes en momentos y cambios morfológicos que son previos a cambios importantes en la 'estructura' del sistema nervioso central. Para ejemplificar esto: los chimpancés pueden realizar un esbozo, un esbozo primario, de lenguaje simbólico basándose en la mímica (de un modo semejante a un sistema muy simple de comunicación para sordomudos).
Ahora bien, el lenguaje simbólico por excelencia es el basado en los significantes acústicos, y para que una especie tenga la capacidad de articular sonidos discretos, se requieren más innovaciones morfológicas, algunas de ellas muy probablemente anteriores al desarrollo de un cerebro lo suficientemente complejo como para pensar de modo simbólico. En efecto observemos la orofaringe y la laringe: en los mamíferos -a excepción del humano- la laringe se encuentra en la parte alta de la garganta, de modo que la epiglotis cierra la tráquea de un modo estanco al beber e ingerir comida. En cambio, en el Homo sapiens sapiens, la laringe se ubica más abajo, lo que permite a las cuerdas vocales la producción de sonidos más claramente diferenciados y -en general- variados pero, al no poder ocluir completamente la epiglotis, la respiración y la ingesta deben alternarse para que el sujeto no se ahogue. El acortamiento del prognatismo que se compensa con una elevación de la bóveda palatina facilitan el lenguaje oral. Otro elemento de relevante importancia será la posición y estructura del hioides, su gracilidad y motilidad permitirán un lenguaje oral lo suficientemente articulado.
Estudios realizados en la cueva de Atapuerca (España) evidencian que el llamado Homo antecessor hace unos 800.000 años ya tenía la capacidad -al menos en su aparato fonador- para emitir un lenguaje oral lo suficientemente articulado como para ser considerado simbólico, aunque la consuetudinaria fabricación de utensilios (por toscos que fueran) por parte del Homo habilis hace unos 2 millones de años, sugiere que en éstos ya existía un lenguaje oral articulado muy rudimentario pero lo suficientemente eficaz como para transmitir la suficiente información ó enseñanza/aprendizaje (learning) para la confección de los toscos artefactos.
Además de todas las condiciones recién mencionadas, imprescindibles para la aparición de un lenguaje simbólico, se debe hacer mención de la aparición del gen FOXP2 que resulta básico para la posibilidad de tal lenguaje (y -se verá también-: pensar simbólico, aunque esto corresponde a otro apartado, el Cerebración
El Hombre de Vitruvio de Leonardo da VinciLa cerebración y la corticalización son temas que requieren, por sí solos, artículos propios, dado el alcance y la importancia de dichos procesos. Aquí importa comentar de lo mínimo indispensable para comprender la evolución humana.
La cerebración tanto como la corticalización son fenómenos biológicos muy anteriores a la aparición de los homínidos, sin embargo en éstos, y en especial en el Homo sapiens sapiens, la cerebración y la corticalización adquieren un grado superlativo (hasta el punto que Theilard de Chardin enunció una curiosa teoría, la de la noósfera y noogénesis, esto es: teoría del pensar inteligente, que se basa en la evolución del cerebro).
El cerebro del Homo sapiens sapiens, en relación la masa corporal, es uno de los mayores. Más llamativo es el consumo de energía metabólica (por ejemplo la producida por la "combustión" de la glucosa) que requiere el cerebro: un 20% de toda la energía corporal, y aún cuando la longitud de los intestinos humanos evidencian el inmediato origen vegetariano de la especie, los intestinos humanos son bastante más cortos que los de los demás primates. El aumento de la capacidad craneal facilitó al género Homo el acceso a una dieta que permitió la reducción de la masa intestinal (entre otros órganos) y así disponer e invertir más energía para un cerebro grande y complejo.
La psicología evolutiva tiene fundadas razones para suponer que dentro de las especies de la misma línea evolutiva que el Homo sapiens sapiens ha existido (y en la especie suele persistir) una selección en favor de los espécimenes con un cerebro más desarrollado (por principio, éstos serían -se supone- los más capacitados para sobrevivir en la "lucha por la existencia").
Líneas arriba se ha mencionado que el Homo sapiens sapiens es casi con toda seguridad la especie más vulnerable cuando vive en plena naturaleza; la única solución posible ha sido desarrollar un cerebro grande y con una 'estructura' compleja para poder dar respuestas complejas a los problemas que se le presentan.
Para posibilitar la existencia de un cerebro grande y complejo, fue necesario en primer lugar el incremento de la capacidad craneal (o más exactamente la capacidad neurocraneal). Entre los australopithecus el volumen del cerebro oscilaba entre los 400 y 500 cc, en el Homo erectus oscilaba entre los 850 a 900 cc, en el actual Homo sapiens sapiens el volumen oscila entre los 1000 a 2000 cc, siendo el promedio global actual de 1350 cc, sin embargo no basta un incremento del volumen, sino cómo se dispone; esto es: cómo está dispuesta la "estructura" del sistema nervioso central y del cerebro en particular. Por término medio, los Homo sapiens neanderthalensis pudieron haber tenido un cerebro de mayor tamaño que el de nuestra especie, pero la morfología de su cráneo demuestra que la "estructura" cerebral era muy diferente: con escasa frente, los 'neandertalenses' tenían poco desarrollados los lóbulos prefrontales y, en especial, muy poco desarrollados los lóbulos frontales. El cráneo del Homo sapiens sapiens no sólo tiene una frente adelantada (sobre el rostro), sino que es también más alto en el occipucio ( cráneo muy abovedado), esto permite el desarrollo de los lóbulos prefrontales y frontales: de todos los mamíferos, el homo sapiens sapiens es el único que tiene la faz ubicada bajo los lóbulos frontales.
Sin embargo, aún más importante para la evolución del encéfalo parecen haber sido las mutaciones (cada vez más aceleradas) en el posicionamiento del esfenoides.
Se ha hecho mención en el apartado dedicado a la aparición del lenguaje articulado de la importancia del gen FOXP2; dicho gen es el encargado del desarrollo de las áreas del lenguaje y de las áreas de síntesis (las áreas de síntesis se encuentran en el córtex de los lóbulos prefrontales y, sobre todo, frontales). El aumento del cerebro y su especialización permitió la aparición de la llamada lateralización, esto es: una diferencia muy importante entre el hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho del cerebro. El hemisferio izquierdo tiene desarrollado en su córtex áreas específicas que posibilitan el lenguaje simbólico basado en significantes acústicos: el área de Wernicke y el área de Broca.
Es casi seguro que ya hace 200.000 años los sujetos de la especie Homo sapiens sapiens tenían un potencial intelectual equivalente al de la actualidad, pero para que se activara tal potencial tardaron milenios: el primer registro de conducta artística conocido se data hace sólo unos 75.000 años, los primeros grafismos y expresiones netamente simbólicas fuera del lenguaje hablado se datan hace sólo entre 40.000 y 35.000 años,...las primeras escrituras (" memoria segunda" como bien les llamara Roland Barthes) datan de hace entre 5.500 ó 5.000 años, en el Valle del Nilo ó en la Mesopotamia asiática.
Se ha dicho, también líneas antes, que el Homo sapiens sapiens mantiene características de estructura craneal "primitivas" ya que recuerdan a las de un chimpancé "niño", en efecto, tal morfología es la que permite tener la frente sobre el rostro y los lóbulos frontales desarrollados.
La cabeza del Homo sapiens sapiens, para contener tal cerebro, es muy grande; aún en el feto y en el neonato, razón principal por la cual los partos son difíciles, sumada a la disposición de la pelvis.
Una solución parcial a esto es la heterocronía: el neonato humano está muy incompletamente desarrollado en el momento del parto; puede decirse (con algo de metáfora) que la gestación en el ser humano no se restringe a los ya de por sí prolongados nueve meses intrauterinos, sino que se prolonga extrauterinamente hasta, al menos, los cuatro primeros años, en efecto el infante está completamente desvalido durante años, tan es así que, que entre los 2 a 4 años es cuando tiene lo suficientemente desarrolladas las áreas visuales del cerebro como para tener una percepción visual de su propio ser (Estadio del espejo descubierto por Jacques Lacan en la década de 1930). Ahora bien, si el Homo sapiens sapiens tarda mucho en poder tener una percepción plena de su imago corporal es interesante saber que es uno de los pocos animales que se percibe al ver su imagen reflejada (sólo se nota esta capacidad en bonobos, chimpancés, y si acaso en gorilas, orangutanes y delfines).
Tal es la prematuración del Homo sapiens sapiens, que mientras un chimpancé neonato tiene una capacidad cerebral de un 65% de la de un chimpancé adulto, o la capacidad de los Australopithecus affarensis era en el parto de un 50% respecto a la de su edad adulta, en el Homo sapiens sapiens 'bebé' tal capacidad no supera al 25% de la capacidad que tendrá a los 45 años (a los 45 años aproximadamente es cuando se desarrolla totalmente el cerebro humano).
Pero no basta el desarrollo cronológico; para que el cerebro humano se "despliegue" -por así decirlo- o desarrolle requiere de estimulación y afecto, de otro modo la organización de algunas de las áreas del cerebro puede quedar atrofiada.
2006-11-20 01:35:13
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answer #2
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answered by nitzahom 5
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