En la mitología griega Hades, Haides o Aides (del griego antiguo ᾍδης Hadēs, originalmente Ἅιδης Haidēs o Ἀΐδης Aïdēs, de origen incierto[1], aunque ha sido atribuido al griego ‘invisible’[2]) alude tanto al antiguo inframundo griego como al dios de los muertos. La palabra hacía originalmente referencia sólo al dios; ᾍδού Haidou, su genitivo, era una abreviatura para ‘la casa de Hades’ y finalmente el nominativo llegó también a designar la morada de los muertos.
Hades también era conocido como Plutón (del griego Πλουτων Ploutōn, ‘riqueza’), y así como conocido, al igual que como Dis Pater y Orcus, en la mitología romana. El dios etrusco equivalente era Aita. «Hades» es a veces usado por los cristianos para referirse al lugar en el que residen las almas que han caído en desgracia.
Hades, la morada de los muertos
Había varias secciones en el Hades, incluyendo los Campos Elíseos (en contraste con el Paraíso o Cielo cristiano) y el Tártaro (similar al Infierno cristiano). Los mitógrafos griegos no son totalmente consistentes sobre la geografía de la otra vida.
Un mito sobre la otra vida completamente opuesto se refiere al Jardín de las Hespérides, con frecuencia identificado con las Islas de la Bendición.
En la mitología romana, una entrada al Inframundo estaba localizada en el Averno, un cráter cercano a Cumas que fue la ruta usada por Eneas para descender a él. Por sinécdoque, «Averno» puede usarse como referencia a todo el inframundo. Los Inferi Dii eran los dioses romanos del inframundo.
Los fallecidos entraban al inframundo cruzando el río Aqueronte, porteados por Caronte, quien cobraba por el pasaje un óbolo, pequeña moneda que ponían bajo la lengua del difunto sus piadosos familiares. Los indigentes y los que no tenían amigos ni familias se reunían para siempre en la orilla cercana. El otro lado del río era vigilado por Cerbero, el perro de tres cabezas derrotado por Heracles (Hércules para los romanos). Más allá de Cerbero, las sombras de los difuntos entraban en la tierra de los muertos para ser juzgadas.
Los cinco ríos del Hades eran Aqueronte (el río de la pena), Cocito (lamentos), Flegetonte (fuego), Lete (olvido) y Estigia (odio). El Erídano era también considerado un río del Hades por Virgilio (VI, 659). El Estigia formaba la frontera entre los mundos superior e inferior.
La primera región del Hades comprendía los Campos de Asfódelos, descritos en La Odisea XI, donde las almas de los héroes vagan abatidas entre espíritus menores, que gorjean a su alrededor como murciélagos. Sólo la ofrenda a ellos de libaciones de sangre en el mundo de los vivos pueden despertarlos durante un tiempo a las sensaciones de humanidad (compárese con los vampiros).
Más allá quedaba el Érebo, que puede usarse como un eufemismo para el Hades, cuyo nombre era temido. Había en él dos lagos: el de Lete, a donde las almas comunes acudían para borrar todos sus recuerdos, y el de Mnemósine (‘memoria’), de donde los iniciados en los Misterios preferían beber. En el antepatio del palacio de Hades y Perséfone se sentaban los tres jueces del Inframundo: Minos, Radamanto y Éaco. Allí, en el trivium consagrado a Hécate, donde los tres caminos se encontraban, las almas eran juzgadas, volviendo a los Campos de Asfódelos si no eran virtuosas ni malvadas, enviados al camino del tenebroso Tártaro si eran impías o malas, o al Elíseo con los heroicos o los benditos.
Hades, señor del inframundo
En la mitología griega, Hades (el ‘invisible’), el dios del inframundo, era un hijo del Titán Crono y Rea. Tenía tres hermanas mayores, Hestia, Deméter y Hera, así como dos hermanos menores, Poseidón y Zeus. Juntos constituían la mitad de los dioses olímpicos.
Tras hacerse adulto, Zeus logró obligar a su padre a que regurgitase a sus hermanos. Tras ser liberados, los seis jóvenes dioses, junto con los aliados que fueron capaces de lograr, desafiaron el poder de sus padres y tíos en la Titanomaquia, una guerra divina. Zeus, Poseidón y Hades recibieron armas de los tres Cíclopes como ayuda para la guerra: Zeus una lanza de truenos, Poseidón un tridente y Hades un casco que proporcionaba invisibilidad al que lo llevase. En la noche anterior a la primera batalla Hades se puso su casco y, siendo invisible, se infiltró en el campamento de los Titanes y destruyó sus armas. La guerra duró diez años y terminó con la victoria de los jóvenes. Tras esta victoria Hades y sus dos hermanos menores, Poseidón y Zeus, echaron a suertes los reinos a gobernar. Zeus se quedó con el cielo, Poseidón con los mares y Hades recibió el inframundo, el reino invisible al que los muertos van tras dejar el mundo, así como todas las cosas bajo tierra.
Hades obtuvo su consorte definitivo, Perséfone, mediante artimañas, en una historia que conectaba los antiguos misterios eleusinos con el panteón olímpico. En muchos de los tratados de mitología griega no se afirma que Hades y Perséfone tuvieran descendencia. Sin embargo, en otros se dice que son los padres de las Erinias: Tisífone, Megera y Alecto.
A pesar de las connotaciones modernas de la muerte como «maldad», Hades tenía en realidad un carácter más altruista en la mitología. A menudo se le retrataba más como pasivo que como malvado: su papel era a menudo mantener un relativo equilibrio.
Hades reinaba sobre los muertos, con la ayuda de demonios sobre los que tenía completa autoridad. Prohibió estrictamente a sus súbditos abandonar sus dominios y se enfurecía bastante cuando alguien intentaba abandonarlos o si alguien intentaba robarle alguna de sus presas.
Aparte de Heracles, las únicas personas vivas que se aventuraron en el Inframundo fueron todas héroes: Odiseo, Eneas (acompañado por la Sibila), Orfeo, Teseo y Psique. Ninguno de ellos estuvo especialmente satisfecho con lo que presenciaron en el reino de los muertos. En particular, el héroe griego Aquiles, a quien Odiseo se encontró en el Hades (aunque algunos creen que Aquiles habita en las Islas de la Bendición), dijo:
No me hables con dulzura de la muerte, glorioso Odiseo. Preferiría servir como mercenario a otro antes que ser el señor de los muertos que han perecido. —Alma de Aquiles a Odiseo. Homero, La Odisea xi.488
Culto
Hades, etiquetado como Plouton, ‘el rico’, porta una cornucopia en un ánfora ática de figuras rojas, c. 470 adC.Hades, dios de los muertos, era un personaje temible para aquellos que aún vivían. Sin prisa por encontrarse con él, eran reticentes a prestar juramentos en su nombre. Para muchos, simplemente decir la palabra «Hades» ya era espantoso. De esta forma, se buscó un eufemismo que usar. Dado que los minerales preciosos venían de las profundidades de la tierra (es decir, del «inframundo» gobernado por Hades), se consideraba que tenía también el control de éstos, y se referían a él como Πλουτων Plouton (‘riqueza’ en griego), de donde procede su nombre romano: Plutón. Sófocles explicaba el hábito de referirse al Hades como «el rico» con estas palabras: «el sombrío Hades se enriquece con nuestros suspiros y lágrimas». Además, se le llamaba Clímeno (Κλυμενος, ‘célebre’), Eubuleo (Ευβουλεος, ‘buen consejero’) y Polidegmon (Ρολυδεγμων, ‘que recibe a muchos’).
Aunque era un olímpico, pasaba la mayor parte del tiempo en su oscuro reino. Temido y odiado, Hades personificaba la inexorable finalidad de la muerte: «¿Por qué odiamos a Hades más que a cualquier dios, si no es por ser tan adamantino e inflexible?», se preguntaba retóricamente Agamenón (La Ilíada ix). No era, sin embargo, un dios malvado, pues aunque era severo, cruel y despiadado, era no obstante justo. Hades gobernaba el Inframundo y por ello era con mucha frecuencia asociado con la muerte y temido por los hombres, pero no era la Muerte: la personificación real de ésta era Tánatos.
Cuando los griegos apaciguaban a Hades, golpeaban sus manos con fuerza contra el suelo para asegurarse de que pudiera oírles. Animales negros, como ovejas, le eran sacrificados, y se cree que en algún momento incluso se le ofrecieron sacrificios humanos. La sangre de los sacrificios a Hades goteaba a un pozo para que pudiera llegar a él. La persona que ofrecía el sacrificio tenía que apartar su cara. Cada cien años se celebraban festivales en su honor, llamados los Juegos Seculares.
El arma de Hades era un cetro de dos puntas, que usaba para destrozar todo lo que se cruzase por su camino o no fuera de su agrado, igual que Poseidón hacía con su tridente. Esta enseña de su poder era un bastón con el que conducía las almas de los muertos hasta el mundo inferior.
Sus pertenencias identificativas incluían un famoso casco, que le dieron los Cíclopes y que hacía invisible a cualquiera que lo llevase. Se sabía que a veces Hades prestaba su casco de la invisibilidad tanto a dioses como a hombres (como a Perseo). Su carro oscuro, tirado por cuatro caballos negros como el carbón, siempre resultaba impresionante y pavoroso. Sus otros atributos ordinarios eran el narciso y el ciprés, la Llave del Hades y Cerbero, el perro de múltiples cabezas. Se sentaba en un trono de ébano.
Representaciones artísticas
Hades es raramente representado en el arte clásico, salvo en las representaciones del Rapto de Perséfone.
También se le menciona en La Odisea, cuando Odiseo visita el inframundo como parte de su viaje, si bien aquí se alude al lugar más que al personaje.
Hades en la mitología griega
Perséfone
Fuente de Proserpina, PoloniaLa consorte de Hades, y reina arcaica del Inframundo por derecho propio, antes de que los olímpicos helénicos se estableciesen, era Perséfone, presentada por los griegos como hija de Zeus y Deméter. Perséfone no se sometió a Hades voluntariamente, sino que fue raptada por éste mientras cogía flores con sus amigas. Hades amaba a Perséfone tan profundamente que no le permitió salir del inframundo. Su madre la echaba tanto de menos que lanzó una maldición a la tierra, produciendo una gran hambruna. Hades engañó a Perséfone para que comiese seis (o cuatro, según las versiones) semillas de granada, lo que hizo que no pudiese abandonar el inframundo ni con la ayuda de Zeus. Perséfone supo de la depresión de su madre y pidió a Hades que le dejase volver a la tierra de los vivos, con la condición de que pasaría con él un mes por cada semilla que había comido. Cada año Hades volvía con Perséfone en su carro al inframundo. La hambruna (el invierno) ocurría en los meses en los que Perséfone estaba con Hades, al retirar Deméter sus dones del mundo. En la primavera, cuando Perséfone se volvía a reunir con ella, Deméter hacía que la cosas crecieran de nuevo.
Orfeo y Eurídice
Hades sólo mostró clemencia una vez. Debido a que la música de Orfeo era tan arrebatadoramente buena, permitió que éste se llevase a su esposa, Eurídice, de vuelta al mundo de los vivos con la condición de que ella caminase tras él y él nunca intentase mirarla a la cara hasta que estuviesen en la superficie. Orfeo accedió pero, cediendo a la tentación de mirar atrás, fracasó y volvió a perder a Eurídice, con quien sólo se reuniría tras su muerte.
Mente y Leuce
Como su hermano Zeus y otros dioses antiguos, Hades no era el más fiel de los maridos. Según Ovidio, persiguió y amó intensamente a la hermosísima ninfa infernal Mente, asociada con el río Cocito. Una vez, su esposa Perséfone los encontró juntos y, presa de un ataque de celos, lanzó furiosa a la ninfa al suelo y la pisoteó. Hades transformó sus restos en la planta de la menta para que Perséfone no pudiera tomar más represalias contra ella.
De forma similar, la ninfa Leuce, a quien también había violado, fue metamorfoseada tras su muerte natural por Hades en un álamo blanco. Otra versión cuenta que fue transformada por Perséfone mientras estaba junto a la fuente de la Memoria.
Teseo y Pirítoo
Hades encarceló a Teseo y Pirítoo, quienes habían prometido desposar a hijas de Zeus. Teseo eligió a Helena, la secuestró con la ayuda de Pirítoo y decidió retenerla hasta que tuviese la edad de casarse. Pirítoo eligió a Perséfone. Dejaron a Helena con la madre de Teseo, Etra, y viajaron al inframundo. Hades fingió ofrecerles hospitalidad y preparó un banquete. Tan pronto como la pareja se sentó, las serpientes se enroscaron en torno a sus pies, atrapándolos. Teseo fue finalmente rescatado por Heracles.
Heracles
El último de los doce trabajos de Heracles fue capturar a Cerbero. Primero viajó a Eleusis para ser iniciado en los misterios eleusinos. Hizo esto para absolverse a sí mismo de la culpa por haber matado a sus propios hijos y para aprender cómo entrar y salir vivo del inframundo. Encontró la entrada al inframundo en Tanaerum. Atenea y Hermes le ayudaron en la ida y vuelta del Hades. Heracles pidió permiso a Hades para llevarse a Cerberos. Hades accedió siempre que Heracles no le hiciese daño, aunque en algunas versiones, Heracles disparó una flecha a Hades. Cuando Heracles arrastró al perro fuera del Hades, pasaron por la cueva Aquerusia.
Referencias contemporáneas
La religión de los antiguos griegos no separaba a los dioses en categorías de buenos y malos, pero la mayoría de la gente tiende actualmente a pensar en términos arquetípicos de dios y demonio. Debido a ello, Hades (como gobernante del inframundo) es normalmente representado como una figura satánica en la cultura popular.
En la Liga de la Justicia, Hades aparece como uno de los enemigos de la Liga y como amante de la Reina Hipólita, que aquí no es hija de Ares. Primero engaña a Felix Faust y lucha contra la Liga de la Justicia. Más tarde Faust intenta derrocarle pero Hades le castiga con ayuda de la Mujer Maravilla.
En los cómics de Marvel, Hades es uno de los enemigos. Es un dios falso y malvado que quiere derrocar a Zeus por todos los medios, incluso manipulando a los personales Marvel.
Una versión de Hades aparece como el villano principal de la película de Disney de 1997, Hércules, con falsas improvisaciones para mayor efecto cómico. Esta versión de Hades también apareció en la serie de videojuegos Kingdom Hearts como uno de los villanos de Disney al servicio de Maléfico.
En el videojuego Final Fantasy VII, Hades es el nombre de una de las materias invocadas (materia roja). Como invocación, no causa mucho daño en comparación con, por ejemplo, Bahamut Zero, pero tiene la particularidad de producir diversos estados alterados, tales como envenenamiento, ceguera o mudez.
En Saint Seiya, Hades es el dios del Inframundo, como en la mitología.
En la mitología griega Zeus (en griego antiguo: nominativo Ζεύς Zeús, ‘rey divino’, acusativo Δíᾰ Días, genitivo Δíος Díos) es el líder de los dioses olímpicos, gobernante del monte Olimpo y dios del cielo y el trueno. Sus atributos incluyen el trueno y el relámpago, el cetro y el águila. Hijo de Crono y Rea, estaba entre los más jóvenes de sus hermanos Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón. Estaba casado con Hera, algunas fuentes parecen insinuar que su esposa original fue Dione, sobre la que se sabe poco. Conocido por sus numerosas aventuras y amantes, también mantuvo relaciones pederastas, por ejemplo con Ganimedes. Fruto de estas relaciones tuvo muchos descendientes, siendo algunos de los más conocidos Apolo y Artemisa con Leto, Hermes con Maya, Dioniso con Sémele, Perseo con Dánae, Heracles con Alcmena y las Musas con Mnemósine. Con Hera fue padre de Ares, Ilitía, Hebe y Hefesto. Según Homero era padre de Afrodita con Dione. Su equivalente en la mitología romana es Júpiter y en la etrusca Tinia.
Culto
Historia
Zeus es una continuación de *Di̯ēus, el dios del cielo en la religión indoeuropea, también llamado *Di̯eus ph₂tēr, ‘Padre Cielo’. El dios es conocido bajo este nombre en védico (comp. Dyaus/Dyaus Pita), latín (comp. Júpiter; Deus pater) y en la mitología germana y nórdica (comp. *Tīwaz > AAA Ziu, nórdico antiguo Týr). En la mitología griega y romana, el dios del cielo era también el dios supremo, mientras que esta función era desempeñada por Odín entre las tribus germánicas, por lo que no identificaban a Zeus/Júpiter con Tyr ni con Odín, sino con Thor (Þórr). Zeus es la única deidad del panteón olímpico cuyo nombre tiene una etimología indoeuropea tan transparente[1].
Además de su herencia indoeuropea, el Zeus clásico también obtuvo ciertos rasgos iconográficos de las culturas del antiguo Oriente Próximo, como el cetro. Zeus es imaginado por los artistas griegos especialmente en dos poses: de pie, avanzando con un rayo levantado en su mano derecha, y sentado majestuosamente.
Aparte de realizar transformaciones, Zeus es conocido por castigar a los que le apartaban de sus placeres arrojándole rayos.
Papel y epítetos
Zeus desempeñaba un papel dominante, presidiendo el panteón olímpico de la Grecia Antigua. Engendró a muchos de los héroes y heroínas (véase una lista al final del artículo) y participaba en muchas de sus historias. Aunque el «congregador de nubes» homérico era el dios del cielo y el trueno como sus equivalentes de Oriente Próximo, era también el artificio cultural más elevado. En algunos sentidos, era para los griegos la encarnación de sus creencias religiosas y la deidad arquetípica.
Los epítetos o títulos aplicados a Zeus enfatizaban diferentes aspectos de su amplísima autoridad:
Olimpio enfatizaba el reinado de Zeus sobre los dioses y sobre el festival panhelénico en Olimpia.
Un título relacionado era Panhelenio (‘de todos los helenos’), a quien estaba dedicado el famoso templo de Éaco en Egina.
Como Xenios, Zeus era el patrón de la hospitalidad y los invitados, presto a vengar cualquier injusticia cometida contra un extraño (xenós).
Como Horkios, era el vigilante de los juramentos. A los mentirosos que eran descubiertos se les hacía dedicar una estatua a Zeus, con frecuencia en el santuario de Olimpia.
Como Agoraios, Zeus vigilaba los negocios en el ágora, y castigaba a los comerciantes deshonestos.
Cultos panhelénicos
El principal centro en el que todos los griegos convergían para rendir honor a su dios jefe era Olimpia. El festival cuatrienal que se celebraba allí incluía los famosos Juegos. Había también un altar dedicado a Zeus construido no con piedra, sino con ceniza, procedente de los restos acumulados durante muchos siglos de animales sacrificados allí.
Aparte de los principales santuarios situados entre poleis, había determinadas formas de adorar a Zeus que compartía todo el mundo griego. La mayoría de los títulos anteriormente enumerados, por ejemplo, podían encontrarse en ciertos templos griegos desde Asia Menor hasta Sicilia. Determinados rituales se celebraban de la misma forma también: sacrificar un animal blanco sobre un altar elevado, por nombrar uno.
Por otra parte, algunas ciudades tenían cultos a Zeus que funcionaban de formas marcadamente diferentes.
Algunos cultos locales
Además de los títulos y conceptos panhelénicos enumerados anteriormente, los cultos locales mantuvieron sus propias ideas idiosincrásicas sobre el rey de los dioses y los hombres. A continuación se enumeran algunas de ellas.
Zeus cretense
En Creta, se adoraba a Zeus en una serie de cuevas en Cnosos, Ida y Palaikastro. Las historias de Minos y Epiménides sugieren que estas cuevas fueron alguna vez usadas para la adivinación incubadora por reyes y sacerdotes. El escenario dramático de las Leyes de Platón está en la ruta de peregrinaje a uno de estos sitios, enfatizando el conocimiento arcaico de Creta. Allí Zeus era representado en el arte como un joven de largos cabellos en lugar de como un adulto maduro, y en los himnos se apelaba a él como ho megas kouros, ‘el gran joven’. Junto con los Curetes, un grupo de extáticos bailarines armados, Zeus presidía el riguroso entrenamiento militar y atlético y los ritos secretos de la paideia cretense.
El escritor heleno Evemero aparentemente propuso la teoría de que Zeus había sido en realidad un gran rey de Creta y que su gloria le habría lentamente transformado tras su muerte en una deidad. Las obras de Evemero no se han conservado, pero los escritores patrísticos cristianos asumieron la sugerencia con entusiasmo.
Zeus Lykaios en Arcadia
El título Lykaios está morfológicamente conectado con lyke (‘brillo’), pero se parece mucho a lykos (‘lobo’). Por esto a Zeus se le aplican los epítetos de Liceo y Licio, respectivamente. Esta ambigüedad semántica se reflejaba en el extraño culto a Zeus Lykaios en las más remotas regiones de Arcadia, donde el dios tomaba características luminosas y lobunas. Por una parte, presidía el monte Lykaion (‘la montaña brillante’), el pico más alto de Arcadia y lugar de un recinto en el que, supuestamente, ninguna sombra era jamás proyectada (Pausanias 8.38). Por la otra, estaba relacionado con Licaón (‘el lobo-hombre’), cuyo antiguo canibalismo era conmemorado con extraños ritos periódicos. Según Platón (La República, 565d-e), cierto clan se reuniría en la montaña para realizar un sacrificio cada ocho años a Zeus Lykaios, y mezclarían un único trozo de entrañas humanas con las del animal. Se decía que quien comía la carne humana se transformaba en un lobo, y sólo podía recuperar su forma original si no volvía a comer carne humana hasta que hubiese terminado el siguiente ciclo de ocho años.
Zeus subterráneo
Aunque la etimología indica que Zeus era originalmente un dios del cielo, muchas ciudades griegas honraban a un Zeus local que vivía bajo tierra. Los atenienses y sicilianos adoraban a Zeus Meiliquios (‘amable’, ‘melifluo’ o ‘meloso’), mientras otras ciudades tenían a Zeus Ctonio (‘terroso’), Catactonio (‘bajo tierra’) y Plousios (‘dador de riquezas’). Estas deidades podían ser representadas indistintamente como serpientes u hombres en el arte. También recibían ofrendas de víctimas animales negras en pozos hundidos, como se hacía con deidades ctónicas como Perséfone y Deméter, y también con los héroes en sus tumbas. Los dioses olímpicos, por el contrario, recibían normalmente sacrificios de víctimas blancas sobre altares elevados.
En algunos casos, las ciudades no estaban completamente seguras de si el daimon para quien realizaban el sacrificio era un héroe o un Zeus subterráneo. De ahí que el altar en Lebadea en Beocia pudiera corresponder al héroe Trofonio o a Zeus Trephonio (‘el criador’), según se consulte a Pausanias o a Estrabón. El héroe Anfiarao era adorado como Zeus Amphiaraus en Oropo, a las afueras de Tebas, y los espartanos tenían incluso un altar a Zeus Agamemnon.
Oráculos de Zeus
Aunque la mayoría de los oráculos solían estar dedicados a Apolo, los héroes o diversas diosas como Temis, algunos lugares oraculares fueron dedicados a Zeus.
El oráculo de Dódona
El culto a Zeus en el Oráculo de Dódona en Epiro, donde hay evidencias de actividad religiosa a partir del II milenio adC, giraba en torno a un roble sagrado. Cuando La Odisea fue compuesta (sobre el 750 adC), las profecías eran realizadas por sacerdotes descalzos llamados Selloi, que yacían en el suelo y observaban el susurro de las hojas y las ramas (La Odisea 14.326-7). En la época en la que Herodoto escribió sobre Dódona, las sacerdotisas llamadas peleiades (‘palomas’) habían reemplazado a estos sacerdotes.
En Dódona la consorte de Zeus no era Hera sino la diosa Dione, cuyo nombre es la forma femenina de «Zeus». Su posición como titánide sugiere según algunos que puede haber sido una deidad prehelénica más poderosa, y quizás la ocupante original del oráculo.
El oráculo de Siwa
El oráculo de Amón en el oasis de Siwa en el desierto occidental de Egipto no quedaba dentro de los límites del mundo griego antes de Alejandro Magno, pero aún así tenía gran influencia en los griegos durante la era arcaica: Herodoto menciona consultas a Zeus Amón en su relato de las Guerras Médicas. Zeus Amón era especialmente honrado en Esparta, donde existía un templo dedicado a él en la época de la Guerra del Peloponeso (Pausanias 3.18).
Después de que Alejandro hiciese una incursión en el desierto para consultar el oráculo de Siwa, surgió el personaje de la sibila libia.
Otros oráculos de Zeus
Se decía que los dos Zeuses (o héroes) ctónicos Trofonio y Anfiarao daban oráculos en los lugares de culto.
Zeus y los dioses extranjeros
Zeus era equivalente al dios romano Júpiter (de Jovius Pater o ‘Padre Jove’) y estaba asociado en la imaginación sincrética clásica (véase interpretatio graeca) con algunos otros dioses, tales como el egipcio Amón y el etrusco Tinia. Junto con Dioniso, Zeus absorbió el papel del dios jefe frigio Sabacio en la deidad sincrética conocida en Roma como Sabazius.
Zeus en la mitología
Inicios
Nacimiento
Crono fue padre de varios hijos con Rea: Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón, pero se los tragó tan pronto como nacieron, pues Gea y Urano le habían revelado que estaba destinado a ser derrocado por su propio hijo, tal como él había destronado a su padre. Pero cuando Zeus estaba a punto de nacer, Rea pidió consejo a Urano y Gea para urdir un plan que le salvara, y así Crono tuviera el justo castigo a sus actos contra Urano y contra sus propios hijos. Rea se escondió en la isla de Creta, donde dio a luz a Zeus. Luego engañó a Crono, dándole una piedra envuelta en pañales que éste tragó en seguida sin desconfiar.
Infancia
Rea escondió a Zeus en una cueva del monte Ida en Creta. Según diversas versiones de esta historia, Zeus fue criado:
Por Gea.
Por una cabra llamada Amaltea, mientras una compañía de Curetes o Coribantes (soldados o dioses menores) bailaba, gritaba y daba palmadas para hacer ruido y que Crono no oyese los llantos del niño. (Véase cornucopia.)
Por una ninfa llamada Adamantea. Puesto que Crono gobernaba la tierra, los cielos y el mar, ella le escondió colgándole con una cuerda de un árbol, de forma que quedaba suspendido entre la tierra, el mar y el cielo, siendo pues invisible a su padre.
Por una ninfa llamada Cinosura. En agradecimiento, Zeus la subió entre las estrellas tras su muerte.
Por Melisa, quien lo alimentó con leche de cabra.
Zeus se convierte en rey de los dioses
Tras hacerse adulto, Zeus obligó a Crono a regurgitar a sus otros hijos en orden inverso al que los había tragado: primero la piedra, que se le dejó a Pitón bajo las cañadas del Parnaso como señal a los hombres mortales, el Ónfalos, y después al resto. En algunas versiones, Metis le dio a Crono un emético para obligarle a vomitar los bebés, y en otras Zeus abrió el estómago de Crono. Entonces Zeus liberó a los hermanos de Crono, los Gigantes, los Hecatónquiros y los Cíclopes, de su mazmorra en el Tártaro y mató a su guardiana, Campe. En agradecimiento, los Cíclopes le dieron el trueno, el rayo o el relámpago, que habían sido previamente escondidos por Gea. En una guerra llamada la Titanomaquia, Zeus y sus hermanos y hermanas junto con los Gigantes, Hecatónquiros y Cíclopes, derrocaron a Crono y a los otros Titanes, que fueron encerrados en el Tártaro, un lugar húmedo, lúgubre, frío y neblinoso en lo más profundo de la Tierra. Irónicamente, Zeus también encarceló allí a los Hecatónquiros y los Cíclopes.
Tras la batalla con los Titanes, Zeus se repartió el mundo con sus hermanos mayores, Poseidón y Hades, echándoselo a suertes: Zeus consiguió el cielo y el aire, Poseidón las aguas y Hades el mundo de los muertos (el inframundo). La antigua tierra, Gea, no podía ser reclamada y quedó bajo el dominio de los tres según sus capacidades, lo que explica por qué Poseidón era el dios de los terremotos y Hades reclamaba a los humanos que morían.
Gea estaba resentida por cómo Zeus había tratado a los Titanes, porque eran sus hijos. Poco después de subir al trono como rey de los dioses, Zeus tuvo que luchar con otros hijos de Gea, los monstruos Tifón y Equidna. Zeus derrotó a Tifón atrapándole bajo una montaña, pero dejó a Equidna y a sus hijos con vida como desafío para futuros héroes.
Zeus y Hera
Zeus era hermano y marido de Hera, con quien tuvo a Hefesto, Ilitía, Hebe y Ares. Zeus es famoso por sus aventuras extramatrimoniales con muchas mujeres mortales —entre las que destacan Sémele, Ío, Europa y Leda— y ninfas, de las que nacieron los fundadores de muchas dinastías helénicas. La mitografía olímpica recoge incluso uniones con las diosas Deméter, Latona, Dione y Maya.
Los mitos muestran a una Hera muy celosa de estas conquistas amorosas, y enemiga sistemática de todas las amantes de Zeus y de los hijos que tenían con él. Durante un tiempo, una ninfa llamada Eco tuvo el trabajo de distraer a Hera de estas aventuras hablándole incesantemente. Cuando Hera descubrió el engaño, maldijo a Eco a pronunciar sólo las palabras de los demás.
Raptos
Los llamados «raptos» (en realidad violaciones) de Zeus no eran aventuras amorosas sino sucesos míticos que se sucedían en los cultos locales a ninfas del agua o los bosques, que eran suplantadas por el orden patrilineal olímpico imperante, provocando una revolución cultural, social y religiosa, o al menos una reforma radical de las creencias antiguas y una lectura reinterpretada de la prácticas religiosas establecidas.
Resulta notable que ninguno de estos raptos involucrase a las diosas olímpicas. Zeus solía engendrar con la ninfa el progenitor epónimo de una estirpe de reyes que sobreviviría hasta épocas heroicas o históricas arcaicas. En muchos casos Hera, la «celosa» diosa que representaba las tradiciones religiosas conservadoras, se vengaba atrozmente de la desleal «desertora», quien sucumbía al nuevo orden (véase Ío, etcétera). Cuando la raptada era humana, su madre era siempre una ninfa o semidiosa.
Consortes y descendencia
Diosas Mortales, ninfas u otras Madre desconocida Amantes masculinos
Deméter
Dioniso
Perséfone
Dione
Afrodita
Eris
Ate
Hera
Ares
Hebe
Hefesto
Ilitía
Leto
Apolo
Artemisa
Maia
Hermes
Metis
Atenea
Mnemósine
Musas (las tres originales):
Aedea
Meletea
Mnemea
Musas (las nueve definitivas):
Calíope
Clío
Erato
Euterpe
Melpómene
Polimnia
Talía
Terpsícore
Urania
Selene
Ersa
Nemea
Pandia
Talasa
Afrodita
Temis
Horas (primera generación):
Auxo
Carpo
Talo
Horas (segunda generación):
Diké (Astrea para los romanos)
Eirene
Eunomía
Moiras:
Átropo
Cloto
Láquesis
Alcmena
Heracles
Antiope
Anfión
Zeto
Calisto
Arcas
Carme
Britomartis
Dánae
Perseo
Egina
Éaco
Elara
Titius
Electra
Dárdano
Harmonía
Iasión
Europa
Minos
Radamanto
Sarpedón
Eurínome
Cárites:
Aglaya
Eufrósine
Talía
Himalia
Cronius
Iodame
Tebe
Ío
Ceróesa
Epafo
Lamia
Escila
Laodamia
Sarpedón
Leda
Pólux
Helena de Troya
Mera
Locrus
Níobe
Argos
Pelasgo
Olimpia de Epiro
Alejandro Magno
Pluto
Tántalo
Podarge
Balio
Janto
Pirra
Helén
Sémele
Dioniso
Taigete
Lacedemón
Talía
Palici
Litaí
Némesis
Tique
Ganimedes
Miscelánea
Aunque Zeus podía ser mezquino y malicioso, también tenía una vena justiciera, cuyos mejores ejemplos quizás sean la ayuda que prestó a Atreo y la ejecución de Capaneo por su desmedida arrogancia. Era también el protector de los extranjeros y viajeros frente a aquellos de los que podían ser víctimas.
Zeus convirtió a Pandáreo en piedra por robar un perro de bronce de uno de sus templos en Creta.
Zeus mató a Salmoneo con un rayo por intentar imitarle, montando en un carro de bronce e imitando el ruido de trueno con cacharros de cocina.
De niño, Zeus tuvo un amigo llamado Celmis. Muchos años después, Rea se sintió ofendida por las payasadas de Celmis y pidió a Zeus que le convirtiera en un trozo de acero o diamante. Zeus así lo hizo.
Zeus transformó a Periphas en un águila tras su muerte, como recompensa por haber sido recto y justo.
En la boda de Zeus y Hera, una ninfa llamada Quelona fue irrespetuosa (o rehusó servir). Zeus la condenó al silencio eterno.
Cuando Memnón murió, Zeus tuvo compasión de su madre, Eos, la diosa de la aurora, y le concedió la inmortalidad.
Zeus tomó la decisión de casar a Afrodita con Hefesto para evitar disputas por ella entre los muchos dioses que deseaban a la diosa de la belleza.
Zeus, con Hera, convirtió a los reyes de Tracia Hemo y Ródope en montañas (los Balcanes o Stara Planina y las montañas Ródope, respectivamente) por su vanidad.
Zeus cambió un caduceo por la primera flauta con Hermes.
Zeus (otras versiones dicen que Cibeles, Hera o Afrodita) transformó a Atalanta e Hipomenes (o Melanión) en leones por haber mantenido relaciones sexuales en sus templos.
Zeus cegó a Tiresias, pero también le concedió el don de la profecía (si bien algunas versiones de la historia afirman que fue realmente Hera quien lo cegó).
Zeus castigó a Hera colgándola del cielo por los dedos de los pies.
Zelo, Niké, Cratos y Bía formaban su séquito.
Zeus en el arte
Estatua de Zeus esculpida por FidiasEl escultor griego Fidias esculpió sobre el 435 adC una estatua de Zeus de 14 m de altura. La estatua se erigió en Olimpia y era quizá la más famosa de la Antigua Grecia, tradicionalmente considerada una de las Siete Maravillas del Mundo antiguo. Fidias hizo la túnica y ornamentos de oro y talló el cuerpo en marfil. Para más información, ver Estatua de Zeus en Olimpia.
Zeus en la cultura popular
Zeus es retratado como un personaje en el Universo Marvel que pelea frecuentemente con su hermano mayor Hades (quien planea derrorcarle) y su hijo Ares, repudiado por su naturaleza cruenta por él y por Hera. Zeus es capaz de producir sus propios rayos sin la ayuda de nadie, lo que le da mayor ventaja que en las versiones mitológicas.
En los cómics DC, Zeus es un lujurioso dios que intentó violar a la Mujer Maravilla. También hizo enloquecer a Hades debido a que éste quería gobernar en su lugar.
En Hercules: The Legendary Journeys Zeus es un anciano achaparrado y bien afeitado, y más tarde delgado y con barba blanca, que no se lleva demasiado bien con su hijo Hércules desde que éste supo que era hijo ilegítimo.
Zeus es retratado como un dios jovial y tonto en la película de Disney Hércules. Coincide con la versión mitológica en que Hefesto fabrica sus rayos.
Zeus es retratado como el padre de la actual Wonder Girl en el universo de los cómics DC, a quien le ha dado un lazo hecho de sus rayos para usarlo como arma.
Zeus es otro de los dioses mayores que se escogen en Age of Mythology.
2006-11-16 19:41:38
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answer #2
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answered by nitzahom 5
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