LA SANTA MUERTE, EXPRESIÃN DEL INAGOTABLE SINCRETISMO RELIGIOSO MEXICANO: HOMERO ARIDJIS
En La Santa Muerte, su última novela, Homero Aridjis indaga sobre la manifestación de creatividad recientemente conocida acerca del inagotable sincretismo religioso mexicano y, sin desvirtuar su intención literaria, analiza las vertientes sociales del culto a la muerte.
"Es un culto muy fuerte que va en aumento, está vinculado a la tradición del DÃa de Muertos, tiene raÃces históricas tanto de la época prehispánica como de la Colonia y se acomoda muy bien al México contemporáneo", dice.
El poeta michoacano encabezó en la calle de AlfarerÃa 12, en la colonia Morelos, una excursión de periodistas mexicanos y extranjeros, invitados por la editorial Alfaguara, con el propósito de que la opinión pública conociera el santuario de la SantÃsima Muerte cuyo culto, asegura su capellana Enriqueta Romero Romero, carece de relación con prácticas de brujerÃa, hechicerÃa o satanismo.
"Aquà no hay misas ni cristianas ni negras. Las primeras no se hacen porque este es un altar sin reconocimiento de la Iglesia Católica y donde la gente sólo reza, pide y ofrenda a la SantÃsima. Y de las segundas menos, porque no integramos una secta satánica ni de ninguna otra Ãndole", insistió la señora Romero.
Fundadora de la primera capilla a la Santa Muerte el 7 de septiembre de 2001 -ahora hay veinte en la colonia Morelos y Tepito- asegura que la mayorÃa de los devotos son feligreses católicos en cuyas demandas y oraciones siempre se invoca a Dios, a Cristo y a la Virgen de Guadalupe, "porque la SantÃsima no es ajena a la religión cristiana".
La capilla de la Santa Muerte está colocada al frente de la casa de la familia Romero, protegida por un portal de láminas y rodeada de ofrendas florales y frutales -sobresalen las manzanas que simbolizan abundancia-, ex votos, veladoras, juguetes, billetes, monedas, golosinas, cigarros, puros, bebidas alcohólicas en vasos y botellas.
La escultura de la SantÃsima –también se le conoce como Señora de las Sombras, Señora Blanca, Señora Negra, Niña Santa, La Parca, La Flaca- es de dos metros de altura. Tiene la figura tradicional de la calaca del DÃa de Muertos, sólo que se le viste como virgen y santa con vestuarios de distintos colores, cada uno de los cuales tienen un significado especial.
De su cuello, vestido, guadaña, balanza, brazos y falanges -de metal- penden pulseras de perlas, oro y plata empotradas con piedras preciosas. Son ofrendas y ex votos de quienes agradecen algún milagro o favor.
Su capellana, quien tiene 42 años de rendirle culto, afirma que a la SantÃsima no le importa la Ãndole social o laboral de sus fieles porque "todos nacemos con algo chueco" y a la calle de AlfarerÃa 12 llegan lo mismo hombres de toda condición social que niños, ancianos y mujeres de la calle.
Acerca de la plurifuncionalidad de la SantÃsima, Homero Aridjis destaca que en su novela se propuso evidenciar los dos Méxicos que concurren ante ella: "El de la gente que pide favores o milagros para tener trabajo, salud o comida, y el de los hombres del poder económico, polÃtico o criminal, quienes curiosamente le solicitan venganzas o muertes".
"Hacen este tipo de plegarias porque no se las pueden solicitar a Dios, a las vÃrgenes o a los santos. En mi novela –apuntó el escritor mexicano- resalta la intención de mostrar esta situación, asà como la estética de violencia y mostrar el gran talento que los mexicanos tienen para ornamentar la muerte".
La señora Romero y su familia cambian la vestimenta de la Santa Muerte cada primer lunes de mes. El color va de acuerdo con la temporada y a la demanda que sus fieles plantean. El rojo simboliza pasión, el verde esperanza, el blanco y el azul pureza, colores de la Virgen MarÃa con que regularmente está vestida.
La fiesta de la Santa Muerte es el 1 de noviembre, el DÃa de Muertos. La noche del 31 de octubre se reza un rosario para vestirla de blanco como a una novia. Este dÃa y los lunes de cada mes hay rosarios nocturnos para bendecir las imágenes que llevan sus fieles en estatuillas, escapularios, medallas, cajitas, tatuajes, etcétera.
La gente que visita su altar le rinde pleitesÃa con la misma devoción con la que lo hace ante Cristo, los santos y las vÃrgenes. Se persignan, rezan, le piden y la ofrendan. El número de adeptos crece dÃa a dÃa, según Aridjis y la señora Romero; cuando rezan los rosarios cierran las calles aledañas a AlfarerÃa.
En torno a la ceremonia se agrupan vendedores de antojitos, refrescos, flores, veladoras, figuras de la SantÃsima, ropa, cigarros, hojas volantes con grabados y oraciones especÃficas para el rosario y puros, los que presuntamente son del mayor gusto de la Niña Blanca y que en la capilla se venden a 15 pesos.
Enriqueta Romero heredó este culto de su tÃa Leonor Paredes y lo empezó a practicar en 1962. Aridjis, quien reconoce a ésta como pionera del uso público del rito, afirma sin embargo que en el mercado de Sonora conoció una estatuilla oaxaqueña de la Santa Muerte que probablemente databa del siglo XIX y que los chamanes de Catemaco también le rinden pleitesÃa desde hace mucho tiempo.
"Es muy difÃcil fijar una fecha exacta de cuándo surgió el culto. Lo más probable es que provenga de la fusión de las culturas de la muerte prehispánica y europea en la época de la Colonia, que haya permanecido oculta varios siglos y que sólo ahora esté saliendo a la luz pública", comentó el escritor michoacano.
2006-11-11 22:32:43
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answer #3
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