Supongo que tu pregunta quiere decir. Si Dios es amor y el existe. ¿Es el quien esta gobernando el mundo, o son los humanos solos quienes lo hacen ? Hay un ser muy poderoso que sin que lo sepa casi nadie, es el que esta seleccionando y dirigiendo a los humanos de este mundo a que se haga lo contrario al proposito del Dios verdadero. En la fuente de esta investigación encontrara mas información.
¿Qué preguntas le haría a Dios?
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¿Qué preguntas le haría a Dios?
Cómo algunos han recibido respuesta
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¿Están bien fundadas sus creencias?
¿Por qué permite Dios que suframos?
EN TODO el mundo hay personas que se plantean preguntas importantes en cuanto a la vida. ¿Lo hace usted también?
No son pocas las que acuden a maestros religiosos en busca de respuestas, pero los resultados son insatisfactorios. Algunas reflexionan sobre sus interrogantes en privado. Otras oran a Dios pidiéndole su guía. ¿Será posible que él conteste preguntas sobre asuntos que nos desconciertan? Entre las preguntas que muchos dicen que harían a Dios figuran las siguientes.
¿Quién eres realmente, Dios?
En la percepción que los seres humanos tienen de Dios influyen la cultura, la religión de los padres y posiblemente las ideas personales. Algunos utilizan un nombre para referirse a la Deidad; otros simplemente lo llaman Dios. Pero ¿tendrá importancia este asunto? ¿Habrá un solo Dios verdadero que se revele a sí mismo y dé a conocer su nombre a la humanidad?
¿Por qué abunda el sufrimiento?
A algunas personas, su modo de vivir insensato e inmoral les ha afectado la salud o las ha sumido en la pobreza, y por ello quizá se quejen. Sin embargo, saben muy bien por qué están sufriendo.
No obstante, hay muchos que afrontan graves problemas por los que no son responsables. Algunos padecen enfermedades crónicas. Otros tienen que luchar con situaciones que parecen insuperables a fin de suministrar a su familia un techo y suficiente alimento. Millones de personas son víctimas del delito, la guerra, la violencia indiscriminada, los desastres naturales o la injusticia ocasionada por el abuso del poder.
Como es lógico, muchos se preguntan: “¿Por qué se han extendido tanto dichas condiciones? ¿Por qué permite Dios todo este sufrimiento?”.
¿Por qué estoy aquí? ¿Qué propósito tiene la vida?
Estos interrogantes suelen surgir debido a la frustración que invade a quienes no encuentran verdadera satisfacción en sus actividades cotidianas, y son muchos los que se sienten así. Por otro lado, millones de seres humanos creen que Dios ha predestinado la vida de cada individuo. ¿Será verdad? Si él tuviera un propósito especial para nosotros, sin duda querríamos saberlo.
De todos los libros del mundo, hay uno que indica con claridad que es inspirado por Dios. Tal como esperaríamos de un mensaje divino dirigido a la humanidad, este libro está disponible en muchos más idiomas que cualquier otra obra. Nos referimos a la Santa Biblia. En ella, Dios, el Creador del cielo y la Tierra, se revela a sí mismo y nos manifiesta su nombre. ¿Conoce usted ese nombre? ¿Sabe lo que dice la Biblia sobre la clase de Persona que es Dios? ¿Sabe lo que dice respecto a lo que él espera de usted?
Qué preguntas le haría a Dios?
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Cómo algunos han recibido respuesta
MILLONES de personas ofrecen oraciones. Algunas están convencidas de que son contestadas, mientras que otras se preguntan si habrá alguien que escuche tales oraciones. Por otro lado, hay quienes también buscan respuestas, pero no se les ha ocurrido presentar sus peticiones a Dios.
La Biblia indica que el Dios verdadero es el “Oidor de la oración” (Salmo 65:2). ¿Está usted seguro de que sus súplicas se dirigen a él y que reúnen los requisitos necesarios para que las conteste?
Muchas personas de todo el mundo contestarían con un rotundo sí. ¿Cómo han recibido respuesta? ¿Qué aprendieron?
¿Quién es Dios?
Una profesora de Portugal, que había estudiado con curas y monjas y era católica practicante, quedó confundida cuando la Iglesia hizo cambios y abandonó prácticas que, de acuerdo con la formación que había recibido, ella consideraba primordiales. En sus viajes al extranjero conoció algunas religiones orientales, por lo que empezó a preguntarse si habría un solo Dios verdadero y qué tipo de adoración debería escoger. Cuando le planteó preguntas sobre la Biblia a su sacerdote, quedó desilusionada, pues este no les dio mucha importancia.
En la ciudad de esta profesora, la Iglesia había distribuido un folleto que advertía a los feligreses que no conversaran con los testigos de Jehová. Pero como aún persistían sus preguntas, un día que llegaron a su puerta decidió escucharlos y se interesó en su mensaje. Era la primera vez que hablaba con ellos.
Para recibir respuesta a sus numerosas preguntas, la señora empezó a estudiar la Biblia con los Testigos. Cada semana les tenía una larga lista. Deseaba saber el nombre de Dios, si hay un solo Dios verdadero, si aprueba el uso de imágenes en la adoración y mucho más. Observó que le respondían basándose siempre en la Biblia y que no expresaban opiniones personales. Para su sorpresa, le encantaba lo que aprendía. Poco a poco logró que le contestaran todos sus interrogantes. Actualmente adora a Jehová con espíritu y verdad, tal como indicó Jesucristo que harían “los verdaderos adoradores” (Juan 4:23).
Los miembros de una familia de Sri Lanka acostumbraban leer la Biblia juntos, pero tenían muchas preguntas importantes sin contestar, y el sacerdote no podía brindarles la ayuda que necesitaban. Un día, los testigos de Jehová los visitaron y les dejaron publicaciones que explicaban las Escrituras. Más tarde, cuando los Testigos les dieron respuestas satisfactorias, aceptaron un estudio bíblico. Lo que aprendieron les pareció muy interesante.
No obstante, la instrucción religiosa que había recibido la esposa en su infancia le impedía aceptar que el Padre de Jesucristo es “el único Dios verdadero”, tal como había indicado el propio Jesús (Juan 17:1, 3). Había aprendido de niña que Jesús era igual al Padre y que no se debía cuestionar ese “misterio”. Desesperada, oró de todo corazón a Jehová, dirigiéndose a él por su nombre y pidiéndole que le aclarara quién es Jesús. Luego volvió a examinar con cuidado los pasajes relacionados con el tema (Juan 14:28; 17:21; 1 Corintios 8:5, 6). Sintió como si le hubieran quitado una venda de los ojos, pues entendió claramente que Jehová —el Creador de los cielos y la Tierra y Padre de Jesucristo— es el Dios verdadero (Isaías 42:8; Jeremías 10:10-12).
¿Por qué existe el sufrimiento?
Job sufrió a un grado extremo. Todos sus hijos murieron en una tormenta; se vio sumido en la pobreza; padeció una dolorosa enfermedad, y aguantó la presión de falsos amigos. En medio de todo esto, hizo algunos comentarios precipitados (Job 6:3). Pero Dios tomó en cuenta las circunstancias (Job 35:15). Sabía lo que había en el corazón de su siervo y le dio el consejo necesario. Dios actúa de igual manera con personas de la actualidad.
Un mozambiqueño llamado Castro contaba 10 años cuando murió su madre. El golpe lo dejó deshecho. “¿Por qué tuvo que morir y abandonarnos?”, preguntaba. A pesar de haber sido criado por padres devotos, estaba muy confundido. ¿Cómo tranquilizaría su mente y corazón? Halló consuelo leyendo una pequeña Biblia en chichewa y comentándola con sus hermanos mayores.
Poco a poco, Castro comprendió que su madre no había fallecido porque Dios fuera injusto, sino por la imperfección heredada de Adán (Romanos 5:12; 6:23). Su mayor consuelo fue la promesa bíblica de la resurrección, pues le dio motivos para confiar en que volvería a ver a su madre (Juan 5:28, 29; Hechos 24:15). Lamentablemente, su padre murió cuatro años más tarde. Pero entonces Castro ya estaba en mejores condiciones de afrontar la pérdida. En la actualidad, ama a Jehová y es un fiel siervo suyo. El gozo que ha encontrado resulta evidente para todos sus conocidos.
Muchas personas que han perdido a seres queridos hallan consuelo en las mismas verdades bíblicas que confortaron a Castro. Quienes han sufrido gran dolor por los actos de gente malvada se preguntan, al igual que Job: “¿Por qué siguen viviendo los inicuos mismos[?]” (Job 21:7). Cuando escuchamos las respuestas que Dios da en su Palabra, nos damos cuenta de que su forma de manejar los asuntos nos beneficia (2 Pedro 3:9).
Aunque Barbara se crió en Estados Unidos y no vivió los horrores de la guerra, creció en un mundo en conflicto. Los informes de las atrocidades bélicas estaban a la orden del día. Además, al cursar sus estudios, descubrió con extrañeza que el desarrollo de algunos sucesos históricos fue aparentemente impredecible. ¿A qué se debió? ¿No le importaba a Dios lo que ocurría? Creía en la existencia de Dios, pero tenía sentimientos encontrados en cuanto a él.
Sin embargo, su actitud ante la vida cambió gracias a los testigos de Jehová. Los escuchó, estudió la Biblia con ellos y asistió a varias reuniones en el Salón del Reino e incluso a una de sus asambleas grandes. También observó que, cuando les hacía preguntas, no recibía de cada uno una opinión diferente, sino que todos hablaban de acuerdo porque su modo de pensar se basaba en la Biblia.
Los Testigos le demostraron con las Escrituras que el mundo está bajo la influencia de Satanás el Diablo, su gobernante, y refleja su espíritu (Juan 14:30; 2 Corintios 4:4; Efesios 2:1-3; 1 Juan 5:19). Le explicaron a Barbara que algunos sucesos que la habían perturbado se habían anunciado de antemano en la Biblia (Daniel, capítulos 2, 7 y 8). Dios los ha predicho porque puede prever el futuro cuando opta por hacerlo. Él ha provocado algunos sucesos y simplemente ha permitido otros. Los Testigos le mostraron que la Biblia también predice para nuestros días acontecimientos buenos y malos, y explica su significado (Mateo 24:3-14). Le enseñaron las promesas bíblicas de un nuevo mundo en el que reinará la justicia y el sufrimiento ya no existirá (2 Pedro 3:13; Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4).
Barbara fue comprendiendo gradualmente que, aunque Jehová Dios no es culpable del sufrimiento humano, no lo impide obligando a la gente a obedecer sus mandamientos cuando esta no desea hacerlo (Deuteronomio 30:19, 20). Él ha dispuesto lo necesario para que vivamos felices por toda la eternidad, y ahora nos permite demostrar si estamos dispuestos a vivir en armonía con sus justos caminos o no (Revelación 14:6, 7). Barbara se resolvió a aprender y cumplir los requisitos divinos. Además, encontró entre los testigos de Jehová el amor que, tal como indicó Jesús, caracteriza a sus seguidores verdaderos (Juan 13:34, 35).
Usted también puede beneficiarse de las mismas ayudas que ella.
La vida tiene propósito
Puede que incluso las personas cuya vida parece ser satisfactoria busquen la respuesta a preguntas que las desconciertan. Por ejemplo, Matthew, un joven de Gran Bretaña, siempre había anhelado encontrar al Dios verdadero y descubrir el propósito de la vida. Cuando contaba 17 años, su padre murió. Posteriormente, consiguió un título universitario en Música. Con el tiempo fue dándose cuenta de lo vano que era su modo de vivir materialista. Abandonó el hogar y se mudó a Londres, donde se introdujo en el mundo de las drogas y los clubes nocturnos, así como en la astrología y el espiritismo, y en filosofías como el budismo zen, todo con la intención de hallar una vida satisfactoria. Desesperado, rogó a Dios que le ayudara a encontrar la verdad.
Dos días después, Matthew se topó con un viejo amigo, que había estudiado con los testigos de Jehová, y le explicó su situación. Cuando este le mostró lo que dice 2 Timoteo 3:1-5, quedó asombrado de la exactitud con que describe la Biblia el mundo que nos rodea. Y cuando Matthew leyó el Sermón del Monte, le llegó al corazón (Mateo, capítulos 5 a 7). Aunque al principio vaciló en hacerlo porque había leído información que criticaba a los testigos de Jehová, finalmente decidió ir a las reuniones en un Salón del Reino cercano.
A Matthew le gustó lo que escuchó y empezó a estudiar la Biblia con un superintendente de la congregación. Enseguida comprendió que lo que estaba aprendiendo era lo que buscaba, la respuesta a su oración. Al abandonar las prácticas que desagradan a Jehová, recibió muchas bendiciones. Siguió cultivando el sano temor de Dios, y se sintió impulsado a armonizar su vida con los mandamientos divinos. Se dio cuenta de que vivir de esa manera tiene verdadero sentido (Eclesiastés 12:13).
No se debió a que estaban predestinados el que Matthew y las demás personas mencionadas en este artículo encontraran un modo de vida satisfactorio. Más bien, aprendieron que Jehová Dios tiene un amoroso propósito para quienes optan por obedecer de buena gana sus mandamientos (Hechos 10:34, 35). Dicho propósito incluye disfrutar por toda la eternidad de un mundo que estará libre de la guerra, la enfermedad, el hambre e incluso la muerte (Isaías 2:4; 25:6-8; 33:24; Juan 3:16). ¿Es eso lo que usted desea? Sí así es, en las reuniones bíblicas que se celebran en el Salón del Reino de los Testigos de Jehová aprenderá más sobre cómo hallar la clave para llevar una vida satisfactoria. Lo invitamos cordialmente a asistir a ellas.
Ore con fervor a Dios y diríjase a él por
su nombre personal
Estudie la Biblia con quienes enseñan fielmente lo que esta dice Asista a las reuniones en el Salón del Reino
¿Existe el Diablo?
En esta serie:
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El Diablo, más que una mera superstición
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¿Qué ha pasado con el infierno?
“Hubo una época en la historia de la Iglesia cristiana en la que la figura del diablo —Beelzebub o Satanás—, el rey del mal, era tan real y poderosa como es hoy la de ‘Dios’ para un grupo cada vez menor de personas; los judíos y los primeros cristianos dieron vida a este personaje, mitad hombre y mitad animal, a fin de explicar la maldad que los rodeaba. Los cristianos de épocas posteriores reconocieron que se trataba de un mito, un ser totalmente imaginario, y calladamente lo desecharon.” (All in the Mind—Farewell to God [Todo son imaginaciones: adiós a Dios], de Ludovic Kennedy.)
COMO señala el escritor y presentador Ludovic Kennedy, durante siglos nadie en la cristiandad dudó de la existencia de Satanás. Más bien, como indica el profesor Norman Cohn en su obra Los demonios familiares de Europa, los cristianos estuvieron en ocasiones “obsesionados por el sobrecogedor poder del Diablo y sus demonios”. Los humildes e incultos campesinos no eran los únicos que tenían dicha obsesión; por ejemplo, la creencia de que el Diablo se materializaba en un animal para presidir rituales malvados y obscenos “no es atribuible al folklore de la mayoría ignorante; por el contrario, pertenecía a la visión del mundo de las élites intelectuales”, añade el mencionado profesor. Dichas “élites intelectuales”, a las que pertenecían los sacerdotes cultos, fueron responsables de la caza de brujas que atemorizó a Europa desde el siglo XV hasta el XVII, período en el que, según parece, las autoridades civiles y eclesiásticas torturaron y asesinaron a unos cincuenta mil acusados de brujería.
No es de extrañar que muchas personas hayan rechazado lo que consideran supersticiones descabelladas acerca del Diablo. Ya en 1726, Daniel Defoe se burló de la creencia popular de que el Diablo era un monstruo espantoso con “alas de Murciélago, Cuernos, Pezuñas, Larga Cola, Lengua bífida, etcétera”. Tales ideas, dijo, eran “absurdos y [...] bagatelas”, obra de “Encantadores”, quienes “engañaban al Mundo ignorante por medio de un Diablo de su hechura”.
¿Es este también su caso? ¿Cree que “en realidad fue el hombre quien inventó al diablo para justificar su pecaminosidad”? Así lo afirma The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible, y muchas personas que alegan ser cristianas concuerdan con esta opinión. Los teólogos de la cristiandad en general —dice Jeffrey Burton Russell— “descartaron al diablo y los demonios como residuos supersticiosos de poca importancia para el mensaje cristiano”.
Según las antiguas supersticiones, el Diablo era mitad hombre y mitad animal, como se observa en este grabado de Gustave Doré
The Judecca—Lucifer/The Doré Illustrations For Dante’s Divine Comedy/Dover Publications Inc.
Pese a todo, algunas personas creen que el Diablo es muy real. Piensan que debe haber una fuerza sobrehumana maligna detrás de los males recurrentes que han caracterizado la historia de la humanidad. “Los horrores del siglo **”, afirma Russell, explican por qué, “después de una larga pausa, la creencia en el diablo est[á] reapareciendo rápidamente”. Según el escritor Don Lewis, algunas personas instruidas y modernas que “desdeñan” las creencias supersticiosas y los temores de “sus antepasados incultos” son “seducidos una vez más por la idea del mal sobrenatural” (Religious Superstition Through the Ages [La superstición religiosa a través de los siglos]).
Entonces, ¿cuál es la verdad al respecto? ¿Es el Diablo tan solo una absurda superstición, o se trata de alguien a quien se debe tomar en serio incluso en el siglo XXI?
El Diablo, más que una mera superstición
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“En todas partes el NT [Nuevo Testamento] ve un gran conflicto entre las fuerzas de Dios y el bien, por una parte, y las del mal, al mando de Satanás, por otra. Este no es el concepto de uno u otro de los escritores aisladamente, sino compartido por todos. [...] El testimonio del NT, por lo tanto, es claro. Satanás constituye una realidad maligna, siempre hostil a Dios y al pueblo de Dios.” (Nuevo diccionario bíblico.)
ENTONCES, ¿por qué niegan la existencia del Diablo muchas personas que profesan el cristianismo y afirman creer en la Biblia? Porque, en realidad, no aceptan que la Biblia sea la Palabra de Dios (Jeremías 8:9). Dicen que los escritores bíblicos reflejaron las filosofías de las naciones vecinas y no trasmitieron con exactitud la verdad divina. Por ejemplo, el teólogo católico Hans Küng escribe que las “representaciones mitológicas de Satanás y de legiones de demonios [...] procedentes de la mitología babilónica, entraron en el judaísmo primitivo y, a través de él, en el Nuevo Testamento” (Ser cristiano).
Sin embargo, la Biblia no es una obra humana; es verdaderamente la Palabra de Dios. Por lo tanto, es prudente que tomemos en serio lo que dice sobre el Diablo (2 Timoteo 3:14-17; 2 Pedro 1:20, 21).
¿Qué opinaba Jesús?
Jesús sabía que el Diablo era una persona real
Jesucristo creía que el Diablo era un personaje real. A él no lo tentó el mal que residía en su interior, sino alguien concreto, a quien llamó posteriormente “el gobernante del mundo” (Juan 14:30; Mateo 4:1-11). También creía en la existencia de otras criaturas espirituales que apoyaban las malvadas maquinaciones de Satanás. Curó a personas que estaban ‘endemoniadas’ (Mateo 12:22-28). Hasta la publicación atea A Rationalist Encyclopædia destaca la importancia de este detalle diciendo: “Siempre ha supuesto un escollo para los teólogos que el Jesús de los Evangelios creyera en los demonios”. Cuando Jesús hablaba del Diablo y sus aliados demoníacos, no repetía supersticiones que hubieran tenido su origen en la mitología babilónica. Sabía que existían realmente.
Aprenderemos mucho sobre el Diablo si prestamos atención a lo que dijo Jesús a los maestros religiosos de su día: “Ustedes proceden de su padre el Diablo, y quieren hacer los deseos de su padre. Ese era homicida cuando principió, y no permaneció firme en la verdad, porque la verdad no está en él. Cuando habla la mentira, habla según su propia disposición, porque es mentiroso y el padre de la mentira” (Juan 8:44).
De acuerdo con estas palabras, el Diablo —nombre que significa “calumniador”— es “un mentiroso y el padre de la mentira”. De hecho, fue el primer ser que mintió sobre Dios, hace mucho tiempo, en el jardín de Edén. Jehová había dicho a nuestros primeros padres que ‘positivamente morirían’ si comían del árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo. Mediante una serpiente, Satanás les aseguró que la advertencia divina era falsa (Génesis 2:17; 3:4). De modo que se le denomina acertadamente “la serpiente original, el que es llamado Diablo y Satanás” (Revelación [Apocalipsis] 12:9).
El Diablo mintió acerca del mencionado árbol. Alegó que la prohibición de comer de él estaba injustificada y que se trataba de un abuso de autoridad. Afirmó que Adán y Eva podían “ser como Dios” y decidir por sí mismos lo que era bueno o malo. Insinuó que, como seres que gozaban de libre albedrío, debían tener libertad absoluta (Génesis 3:1-5). Este ataque a la justa gobernación divina planteó cuestiones cruciales. Como consecuencia, Jehová ha permitido tiempo para que se zanjen, lo cual ha significado que Satanás siga viviendo. Aunque a este se le está acabando rápidamente el tiempo (Revelación 12:12), continúa alejando de Dios a la humanidad mediante mentiras y engaños, utilizando a personas como los escribas y fariseos de los días de Jesús para difundir sus enseñanzas (Mateo 23:13, 15).
Jesús también dijo que el Diablo era “homicida cuando principió” y que “no permaneció firme en la verdad”. Esto no quiere decir que Jehová lo creara siendo un “homicida”. Él no dio vida a una especie de monstruo y lo puso a cargo de un lugar de fuego y tormento destinado a todo aquel que se le opusiera. Satanás no mora en el “infierno” bíblico, pues este término alude sencillamente al sepulcro común de la humanidad (Hechos 2:25-27; Revelación 20:13, 14).
Al principio, el Diablo estaba “en la verdad”. Hubo un tiempo en que formó parte de la familia celestial de Jehová, pues era un hijo espiritual de Dios, un ser perfecto. Sin embargo, “no permaneció firme en la verdad”. Prefirió seguir su propio camino y sus normas basadas en mentiras. “Principió”, no cuando recibió la vida como hijo angelical de Dios, sino cuando se opuso deliberadamente a Jehová y mintió a Adán y Eva. Su caso se asemeja al de los que se rebelaron contra Jehová en el tiempo de Moisés, sobre quienes leemos: “Han obrado ruinosamente por su propia cuenta; no son hijos de él; el defecto es de ellos mismos” (Deuteronomio 32:5). Lo mismo puede decirse de Satanás. Se convirtió en “homicida” cuando se rebeló y se hizo responsable de la muerte de Adán y Eva, así como de la de toda la familia humana (Romanos 5:12).
Ángeles desobedientes
Otros ángeles se unieron a la rebelión de Satanás (Lucas 11:14, 15). En los tiempos de Noé, estos “abandonaron su propio y debido lugar de habitación” y se materializaron en cuerpos humanos a fin de mantener relaciones sexuales con “las hijas de los hombres” (Judas 6; Génesis 6:1-4; 1 Pedro 3:19, 20). “La tercera parte de las estrellas del cielo”, esto es, una minoría de las criaturas espirituales, siguieron este proceder (Revelación 12:4).
El libro de Revelación, que está lleno de simbolismos, describe al Diablo como “un dragón grande de color de fuego” (Revelación 12:3). ¿Por qué? No lo hace porque tenga literalmente un cuerpo feo y horripilante. La verdad es que desconocemos el tipo de cuerpo que poseen las criaturas espirituales, si bien lo más probable es que el aspecto de Satanás no difiera del de los demás ángeles. No obstante, “un dragón grande de color de fuego” simboliza bien su naturaleza voraz, aterradora, poderosa y destructiva.
Actualmente, Satanás y los demonios se hallan bajo rigurosas restricciones. Ya no pueden materializarse como, según parece, hicieron en el pasado. Además, poco después del establecimiento del Reino de Dios en manos de Cristo en 1914, se les arrojó a la Tierra y sus inmediaciones (Revelación 12:7-9).
El Diablo es un temible enemigo
Aun así, sigue siendo un temible enemigo. “Anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien.” (1 Pedro 5:8.) De modo que no es algo indeterminado, el mal que mora en nuestra carne imperfecta. Aunque es cierto que luchamos constantemente contra nuestras propias inclinaciones pecaminosas, la verdadera lucha es “contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales” (Romanos 7:18-20; Efesios 6:12).
“El mundo entero yace en el poder del inicuo”
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¿Hasta dónde llega su influencia? “El mundo entero yace en el poder del inicuo”, dice el apóstol Juan (1 Juan 5:19). Claro está, no debemos obsesionarnos con Satanás ni permitir que el temor supersticioso a él nos paralice. Sin embargo, es sensato que estemos al tanto de su empeño por cegarnos a la verdad y quebrantar nuestra integridad a Dios (Job 2:3-5; 2 Corintios 4:3, 4).
El Diablo no siempre recurre a métodos violentos para atacar a quienes desean hacer la voluntad de Jehová. A veces se hace pasar por un “ángel de luz”. El apóstol Pablo advirtió a los cristianos de este peligro cuando escribió: “Tengo miedo de que de algún modo, así como la serpiente sedujo a Eva por su astucia, las mentes de ustedes sean corrompidas y alejadas de la sinceridad y castidad que se deben al Cristo” (2 Corintios 11:3, 14).
Por lo tanto, es necesario que ‘mantengamos nuestro juicio, seamos vigilantes y nos pongamos en contra de él, sólidos en la fe’ (1 Pedro 5:8, 9; 2 Corintios 2:11). No nos expongamos a que Satanás nos engañe interesándonos en algo relacionado con el ocultismo (Deuteronomio 18:10-12). Estudiemos diligentemente la Palabra de Dios, sin olvidar que Jesucristo citó una y otra vez de las Escrituras cuando el Diablo lo tentó (Mateo 4:4, 7, 10). Pidámosle a Dios que nos dé su espíritu, pues el fruto que este produce nos ayudará a evitar las obras de la carne, las cuales promueve Satanás con tanta eficacia (Gálatas 5:16-24). Por último, oremos encarecidamente a Jehová si el Diablo y sus demonios nos someten a algún tipo de presión (Filipenses 4:6, 7).
No hemos de temer al Diablo, ya que Jehová promete proteger a sus siervos de cualquier acción que este pueda emprender (Salmo 91:1-4; Proverbios 18:10; Santiago 4:7, 8). “Sigan adquiriendo poder en el Señor y en la potencia de su fuerza”, aconsejó el apóstol Pablo. Si obedecemos su recomendación, ‘estaremos firmes contra las maquinaciones del Diablo’ (Efesios 6:10, 11).
Opóngase al Diablo estudiando la Palabra de Dios y orando con regularidad
Publicado en La Atalaya del 1 de septiembre de 2001
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2006-11-10 02:00:18
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