OK. GABRIELLE. TU PREGUNTA ES LO QUE PUEDE DIFERENCIAR ENTRE:CREDULIDAD, FANATISMO, FE CIEGA, O EL CONOCIMIENTO EXACTO. EN LA INFORMACIÃN QUE HE ENCONTRADO HAY MUCHAS RESPUESTAS, PERO EN LA FUENTE, ENCONTRARAN MUCHAS MAS
.¿Pueden salvarse las iglesias?
ArtÃculos de esta serie:
¿Pueden salvarse las iglesias?
El cristianismo verdadero crece con vigor
Temas relacionados:
“¿Puedo adorar a Dios a mi manera?”
¿Es necesario pertenecer a una iglesia?
Los testigos de Jehová: ¿quiénes son y qué creen?
“LA GENTE de Gran Bretaña aún cree en Dios, pero no quiere entrar en un compromiso con Cristo”, dice Stephen Tirwomwe, eclesiástico ugandés, sobreviviente de las purgas violentas de su iglesia ocurridas en Uganda hace unos veinte años. Actualmente pronuncia sermones de diez minutos en clubes de hombres en Leeds (Inglaterra) antes de que su auditorio comience a jugar al bingo.
Al otro lado del Atlántico, el nuevo grupo Misión Anglicana en América se enfrenta a una crisis espiritual parecida. “Estados Unidos alberga la mayor cantidad de personas de habla inglesa que no pertenecen a ninguna iglesia y que no están interesadas en asuntos espirituales —informa el sitio oficial de la misión en la Red—. Nos estamos convirtiendo en un territorio que necesita misioneros.” Frustrada por no haber logrado hacer cambios en su iglesia, la nueva misión rompió con la tradición y se unió a lÃderes asiáticos y africanos para empezar “a extender sus actividades misionales a Estados Unidos”.
Ahora bien, ¿por qué predican los misioneros africanos, asiáticos y latinoamericanos en los paÃses de Europa y Norteamérica, que profesan ser cristianos?
¿Quién salva a quién?
Durante más de cuatrocientos años hubo un flujo continuo de misioneros europeos devotos que se trasladaban a las regiones colonizadas por los paÃses europeos en Ãfrica, Asia, el PacÃfico y Sudamérica. Su objetivo era llevar su religión a los llamados paganos de aquellos lugares. Con el tiempo, las colonias norteamericanas, supuestamente fundadas sobre principios cristianos, se unieron y terminaron superando a los misioneros europeos al establecer sus propias misiones evangélicas por todo el mundo. Ahora la situación ha dado un giro.
“El centro [del cristianismo nominal] ha cambiado”, dice Andrew Walls, fundador y director del Centre for the Study of Christianity in the Non-Western World. En 1900, el 80% de los que afirmaban ser cristianos eran europeos o norteamericanos. Sin embargo, actualmente el 60% de los que profesan ser cristianos viven en Ãfrica, Asia y Latinoamérica. Una nota de prensa reciente dice: “Las iglesias católicas de Europa dependen de sacerdotes de las Filipinas y la India”, y agrega: “De cada 6 curas que sirven en parroquias católicas de Estados Unidos, 1 es extranjero”. Los evangélicos africanos de los PaÃses Bajos, muchos de los cuales son de origen ghanés, se consideraban “una iglesia misional en un continente secularizado”. Y los evangélicos de Brasil llevan a cabo campañas de predicación en diversos lugares de Gran Bretaña. Cierto escritor dice: “El flujo de misioneros cristianos ha invertido su marcha”.
Una tormenta inminente
Es muy probable que Europa y Norteamérica, continentes cada vez más secularizados, necesiten la ayuda de misioneros. Cierta revista señaló: “En Escocia, menos del 10% de los cristianos van regularmente a la iglesia”. La asistencia es aún menor en Francia y Alemania. Otra nota de prensa dice que “aproximadamente el 40% de los estadounidenses y el 20% de los canadienses dicen que van a la iglesia con regularidad”. Por otro lado, se informa que la asistencia en las Filipinas es de casi el 70%, y la cifra es similar en otros paÃses en desarrollo.
Aún más significativo es el hecho de que los feligreses del hemisferio sur tienden a ser mucho más tradicionales que los del hemisferio norte. Por ejemplo, en entrevistas realizadas a católicos de Estados Unidos y Europa, estos suelen expresar su desconfianza en la autoridad clerical y su deseo de mayor participación laica e igualdad para las mujeres. Por otra parte, la inmensa mayorÃa de los católicos del hemisferio sur aceptan la postura tradicional de la iglesia sobre estos asuntos. Además, como el apoyo que recibe la iglesia disminuye en el norte con relación al sur, parece que ya se está colocando la base para una confrontación futura. Philip Jenkins, estudioso de la historia y la religión, predice: “Es muy probable que dentro de diez o veinte años las confesiones cristianas de una parte del mundo no vean a las de la otra parte del mundo como auténticamente cristianas”.
En vista de estas tendencias, Walls considera urgente la siguiente cuestión: “¿Cómo pueden los cristianos africanos, asiáticos, latinoamericanos, norteamericanos y europeos pertenecer a la misma iglesia y expresar auténticamente la misma fe?”. ¿Qué opina usted? ¿Pueden las iglesias sobrevivir en un mundo dividido? ¿Cuál es la base de la verdadera unidad cristiana? El siguiente artÃculo presentará las respuestas bÃblicas, asà como prueba clara de que una comunidad cristiana unida está creciendo con vigor en toda la Tierra.
¿Están bien fundadas sus creencias?
¿En qué se fundan
sus creencias?
Creer significa aceptar algo como verdadero, auténtico o real. La Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada por las Naciones Unidas, defiende el derecho de toda persona “a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia” si asà lo desea.
AHORA bien, ¿por qué querrÃa alguien cambiar de religión o creencias? “Ya tengo mis creencias y estoy satisfecho con ellas”, suele decirse. Además, mucha gente considera que hasta ideas equivocadas resultan bastante inofensivas. Por ejemplo, el que alguien crea que la tierra es plana probablemente no le haga daño ni a él ni a nadie. Hay quienes callan y otorgan con tal de no discutir. No obstante, ¿es ese siempre el mejor proceder? ¿Se callarÃa un médico si un colega suyo examinara cadáveres en el depósito y entonces entrara directamente en la sala de un hospital para atender a sus pacientes?
En el campo de la religión, las creencias equivocadas han causado mucho daño a lo largo de la historia. Considere los horrores que provocaron los dirigentes eclesiásticos durante la Edad Media, cuando en las llamadas Santas Cruzadas “incitaron a la violencia despiadada a los exaltados cristianos”. Y qué decir de los “cristianos” combatientes en cierta guerra civil de la actualidad, los cuales “pegaban estampas de la Virgen en la culata de sus rifles, tal como los guerreros medievales llevaban nombres de santos en la empuñadura de la espada”. Aunque todos estos fanáticos pensaban que les asistÃa la razón, resulta obvio que, tanto en estas como en otras luchas y contiendas religiosas, algo estaba francamente mal.
¿Por qué hay tanta confusión y conflictos? La respuesta que da la Biblia es que Satanás “está extraviando a toda la tierra habitada” (Revelación [Apocalipsis] 12:9; 2 Corintios 4:4; 11:3). El apóstol Pablo advirtió que, lamentablemente, el Diablo engañarÃa a muchas personas de inclinación religiosa con “todo un despliegue de fuerza y falsos portentos y prodigios”, colocándolas en un “camino de perdición”. Pablo añadió que “al no haber querido hacer suyo el amor a la verdad que habÃa de salvarlos”, tales individuos caerÃan vÃctimas de “un poder seductor, de forma que [harÃan] suya la mentira” (2 Tesalonicenses 2:9-12, La Biblia interconfesional ). ¿Cómo podrÃa usted reducir el riesgo de creer una mentira? ¿Qué factores determinan lo que cree?
¿Ha heredado sus creencias?
Es posible que desde la niñez le hayan inculcado las creencias de su familia. Este factor podrÃa ser provechoso; de hecho, Dios desea que los padres enseñen a sus hijos (Deuteronomio 6:4-9; 11:18-21). El joven Timoteo, por ejemplo, se benefició enormemente de escuchar a su madre y a su abuela (2 Timoteo 1:5; 3:14, 15). Las Escrituras enseñan respeto por las creencias de los progenitores (Proverbios 1:8; Efesios 6:1). No obstante, ¿pretendÃa el Creador que creyéramos en algo solo porque nuestros padres lo hicieran? En realidad, el apego irracional a las creencias y los comportamientos de generaciones anteriores puede ser peligroso (Salmo 78:8; Amós 2:4).
Cierta mujer de Samaria que se habÃa criado en la religión de su nación conoció a Jesucristo (Juan 4:20). Aunque este respetó su libertad de elección, le hizo notar lo siguiente: “Ustedes adoran lo que no conocen”. En realidad, muchas de las doctrinas que ella profesaba estaban equivocadas, por lo que él le dijo que para adorar a Dios correctamente, “con espÃritu y con verdad”, tenÃa que cambiar. En vez de aferrarse a creencias que sin duda les eran preciadas, ella y otras personas como ella deberÃan, con el tiempo, hacerse “obediente[s] a la fe” revelada a través de Jesucristo (Juan 4:21-24, 39-41; Hechos 6:7).
¿Condiciona sus creencias la formación académica?
Muchos profesores y autoridades especializadas en diversos campos del saber merecen la mayor de las consideraciones. Sin embargo, la historia está repleta de prestigiosos maestros cuyas apreciaciones eran del todo erróneas. Por ejemplo, acerca de dos libros del filósofo griego Aristóteles sobre temas cientÃficos, el historiador Bertrand Russell afirmó que “apenas algún juicio pued[e] aceptarse a la luz de la ciencia moderna”. Incluso en tiempos mucho más recientes, algunos entendidos llegan a conclusiones totalmente equivocadas. “Es imposible que máquinas más pesadas que el aire puedan volar”, fue la confiada afirmación del cientÃfico británico lord Kelvin en 1895. Está claro que las personas sensatas no aceptarÃan ciegamente una idea tan solo porque la apoyara alguna autoridad acreditada (Salmo 146:3).
La misma cautela se precisa en lo que respecta a la educación religiosa. El apóstol Pablo habÃa recibido una completa formación de parte de sus maestros y era extremadamente “celoso por las tradiciones de [sus] padres”. Sin embargo, su ardor por las creencias de sus ancestros acabó por acarrearle problemas y lo incitó a ‘perseguir a la congregación de Dios y devastarla’ (Gálatas 1:13, 14; Juan 16:2, 3). Peor todavÃa, durante mucho tiempo siguió “dando coces contra los aguijones”, negándose a aceptar todo aquello que deberÃa haberle infundido fe en Jesucristo. En su caso, se necesitó una espectacular intervención de Jesús en persona para que se replanteara sus creencias (Hechos 9:1-6; 26:14).
¿Le influyen los medios de comunicación?
Los medios de comunicación pueden ejercer una notable influencia en nuestras creencias. La mayorÃa de nosotros nos alegramos de que exista la libertad de prensa, ya que nos facilita el acceso a un caudal de información práctica. Sin embargo, fuerzas poderosas controlan y a menudo manipulan los mensajes que nos llegan, de modo que en muchas ocasiones se presenta información tendenciosa que puede infiltrarse de manera imperceptible en nuestros pensamientos.
Además, los medios de comunicación dan publicidad a todo lo que es sensacionalista y poco convencional, a fin de elevar los Ãndices de audiencia. Lo que hace pocos años difÃcilmente se hubiera difundido o publicado, hoy está a la orden del dÃa. Las normas establecidas van derrumbándose lenta, pero inexorablemente. Poco a poco se deforma la manera de pensar de la gente, de modo que esta empiece a creer que “lo bueno es malo y lo malo es bueno” (IsaÃas 5:20; 1 Corintios 6:9, 10).
Un fundamento sólido para sus creencias
Edificar sobre las ideas y filosofÃas humanas es como construir en la arena (Mateo 7:26; 1 Corintios 1:19, 20). ¿Existe, pues, algún fundamento en el que basar sin temor nuestras creencias? Dado que Dios nos ha dotado de inteligencia para investigar el mundo que nos rodea y plantear preguntas sobre cuestiones espirituales, ¿no es lógico que también nos facilite el medio de obtener las respuestas correctas? (1 Juan 5:20.) Sin la menor duda. Ahora bien, ¿cómo determinar lo que es verdadero, auténtico o real en materia religiosa? No vacilamos en afirmar que la Palabra de Dios, la Biblia, constituye la única base firme para ello (Juan 17:17; 2 Timoteo 3:16, 17).
No obstante, alguien pudiera alegar: “¿Acaso no son los que tienen la Biblia quienes provocan más conflictos y confusión en todo el mundo?”. Pues bien, es cierto que muchos guÃas religiosos han difundido ideas confusas y contradictorias al tiempo que afirmaban seguir la Biblia, pero tal proceder se debe a que, en realidad, no han basado en ella sus creencias. El apóstol Pedro los califica de “falsos profetas” y “falsos maestros” que formarÃan “sectas destructivas”, y añade que por sus actos “se hablar[Ãa] injuriosamente del camino de la verdad” (2 Pedro 2:1, 2). Aun asÃ, Pedro escribe que “tenemos la palabra profética hecha más segura; y ustedes hacen bien en prestarle atención como a una lámpara que resplandece en un lugar oscuro” (2 Pedro 1:19; Salmo 119:105).
La Biblia nos anima a comprobar si lo que creemos se ajusta a lo que ella enseña (1 Juan 4:1). Millones de lectores de esta revista pueden atestiguar que tal examen ha dado sentido y estabilidad a su vida. Por consiguiente, sea como los nobles habitantes de Berea. ‘Examine con cuidado las Escrituras diariamente’ antes de decidir en qué creer (Hechos 17:11). Los testigos de Jehová estarán encantados de ayudarlo a este respecto. Por supuesto, usted decidirá en qué desea creer; sin embargo, es prudente que nos aseguremos de que nuestras creencias no se amoldan a la sabidurÃa o los deseos humanos, sino a la verdad, revelada en la Palabra de Dios (1 Tesalonicenses 2:13; 5:21).
Usted puede basar sus creencias en la Biblia sin temor
¿Son compatibles la fe y la razón?
¿Debe la fe basarse en la razón?
“Un gran número de personas se han vuelto ‘religiosas’ con la clara intención de no tener que pensar —escribe el decano de un seminario teológico estadounidense—. Prefieren aceptarlo todo ‘por fe’.”
TAL afirmación implica que la mayor parte de quienes profesan un credo no se plantean por qué lo hacen ni si tienen base para ello. No sorprende, pues, que la religión sea un tema que hoy muchos rehúyen.
Lamentablemente, ciertas prácticas del culto, como la veneración de imágenes y la repetición de rezos, tampoco estimulan el raciocinio. De hecho, la experiencia religiosa de millones de fieles se reduce a observar estas costumbres y a deleitarse con la música cautivadora y con la impresionante arquitectura y detallados vitrales de los edificios. Aunque algunas iglesias aseguran que su fe se fundamenta en la Biblia, el mensaje que difunden —Cree en Jesús y serás salvo— no incita a estudiarla en serio. Otras optan por predicar un evangelio social o polÃtico. ¿A qué ha llevado todo esto?
Un escritor de temas religiosos comentó respecto a la situación en Norteamérica: “El cristianismo [...] tiende a ser superficial, [y] sus adeptos están muy poco instruidos en la fe”. Un encuestador incluso dijo que Estados Unidos era “una nación de analfabetos bÃblicos”. Para ser justos, tales observaciones son igualmente aplicables a otros paÃses donde domina la cristiandad. Muchas confesiones no cristianas tampoco fomentan el uso de la razón, pues dan más importancia a los cantos, plegarias ritualistas y meditaciones de carácter mÃstico, que al pensamiento lógico y constructivo.
No obstante, las mismas personas que no se preocupan por la exactitud o veracidad de sus creencias religiosas, suelen considerar muy detenidamente otros asuntos de su vida cotidiana. ¿No le parece extraño, por ejemplo, que se informen con todo detalle para comprar un simple automóvil —el cual acabará un dÃa convertido en chatarra—, pero por otro lado digan: “Soy de esta religión sencillamente porque es la que me enseñaron mis padres”?
Quienes de verdad desean agradar al Creador deberÃan analizar con cuidado si lo que creen acerca de él es cierto. El apóstol Pablo mencionó a ciertos devotos de su dÃa que tenÃan “celo por Dios; mas no conforme a conocimiento exacto” (Romanos 10:2). Tales individuos pudieran compararse a un pintor que pone gran empeño en pintar una casa pero, por no prestar atención a las instrucciones del dueño, lo hace con los colores equivocados. Aunque él mismo quede satisfecho con su trabajo, ¿le agradará al propietario?
Por lo tanto, ¿qué clase de adoración acepta Dios? La Biblia responde: “Esto es excelente y acepto a vista de nuestro Salvador, Dios, cuya voluntad es que hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad” (1 Timoteo 2:3, 4). Hay quienes piensan que es imposible encontrar esa clase de conocimiento entre la multitud de religiones actuales. Pero, teniendo en cuenta que es la voluntad de nuestro Hacedor que lo obtengamos, ¿cometerá él la injusticia de escondérnoslo? No, según lo que dicen las Santas Escrituras: “Si tú lo buscas [a Dios], él se dejará hallar de ti” (1 Crónicas 28:9).
¿Cómo se da a conocer Dios a quienes lo buscan sinceramente? En el siguiente artÃculo se responde a esta pregunta.
¿Son compatibles la fe y la razón?
Busque a Dios con
el corazón y la mente
El verdadero cristianismo estimula a utilizar tanto el corazón como la mente para cultivar la fe que agrada al Creador.
DE HECHO, el fundador del cristianismo, Jesucristo, enseñó que debemos amar a Dios con ‘toda nuestra mente’, o intelecto, además de con ‘todo nuestro corazón’ y ‘toda nuestra alma’ (Mateo 22:37). En efecto, nuestras facultades mentales deben desempeñar un papel fundamental en la vida espiritual.
Cuando Jesús invitaba a sus oyentes a reflexionar en lo que les enseñaba, solÃa preguntarles: “¿Qué les parece?” (Mateo 17:25; 18:12; 21:28; 22:42). De igual modo, el apóstol Pedro escribió a sus hermanos espirituales con el propósito de “desperta[r] sus facultades de raciocinio claro” (2 Pedro 3:1). El apóstol Pablo, el cristiano que más viajes misioneros realizó, exhortó a los creyentes a utilizar su “facultad de raciocinio” y a ‘probar por ellos mismos lo que era la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios’ (Romanos 12:1, 2). Solo asÃ, con un examen tan cuidadoso y completo de sus creencias, pueden los cristianos desarrollar la fe que complace a Dios y que les permite afrontar las pruebas que se presentan en la vida (Hebreos 11:1, 6).
A fin de ayudar a sus contemporáneos a cultivar dicha fe, los primeros evangelizadores cristianos “razon[aban] con ellos a partir de las Escrituras, explicando y probando por referencias” lo que les enseñaban (Hechos 17:1-3). Con ese enfoque tan racional, la gente de corazón recto respondÃa al mensaje. Por ejemplo, varias personas de la ciudad macedonia de Berea “recibieron la palabra [de Dios] con suma prontitud de ánimo, y examinaban con cuidado las Escrituras diariamente en cuanto a si [las] cosas [que les explicaban Pablo y sus compañeros] eran asÔ (Hechos 17:11). De este versÃculo pueden destacarse dos ideas. En primer lugar, los bereanos se mostraron muy dispuestos a escuchar la Palabra de Dios; y en segundo lugar, no aceptaron a ciegas lo que se les explicó, sino que lo corroboraron con las Escrituras. El misionero cristiano Lucas los elogió humildemente por ello cuando dijo que eran “de disposición [...] noble”. ¿Manifiesta usted tal actitud en lo concerniente a los asuntos espirituales?
La mente y el corazón cooperan
Como se mencionó antes, en la adoración verdadera intervienen tanto la mente como el corazón (Marcos 12:30). Retomemos el ejemplo del artÃculo anterior: el del pintor que no utilizó los colores debidos al pintar una casa. Si hubiera escuchado con atención las instrucciones del dueño, habrÃa realizado su labor con el mismo interés y entrega, pero con la seguridad de haber complacido al propietario. Lo mismo sucede con el servicio que damos al Creador.
“Los verdaderos adoradores —dijo Jesús— adorarán al Padre con espÃritu y con verdad.” (Juan 4:23.) De ahà que el apóstol Pablo escribiera: “Por eso nosotros también [...] no hemos cesado de orar por ustedes y de pedir que se les llene del conocimiento exacto de su voluntad en toda sabidurÃa y comprensión espiritual, para que anden de una manera digna de Jehová a fin de que le agraden plenamente” (Colosenses 1:9, 10). Gracias a ese “conocimiento exacto”, las personas sinceras pueden servirle de todo corazón y con la plena seguridad de que ‘adoran lo que conocen’ (Juan 4:22).
Por todo lo anterior, los testigos de Jehová no bautizan ni a bebés ni a personas recién interesadas que no hayan estudiado cuidadosamente las Escrituras. Jesús encomendó a sus seguidores la siguiente obra: “Hagan discÃpulos de gente de todas las naciones, [...] enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado” (Mateo 28:19, 20). Para decidir con conocimiento de causa en materia de fe, es imprescindible que los estudiantes sinceros de la Biblia primero conozcan con exactitud la voluntad divina. ¿Está usted esforzándose por hacerlo?
¿Capta usted el significado de la oración modelo de Jesús? El significado del padrenuestro
Para ilustrar la diferencia que existe entre el conocimiento exacto de la Biblia y el superficial, examinemos la oración de Jesús conocida generalmente como el padrenuestro, que se encuentra en Mateo 6:9-13.
Millones de personas recitan una y otra vez esta oración modelo en su iglesia. Pero ¿a cuántas se les ha enseñado su significado, en particular el de las primeras palabras, que aluden al nombre y al Reino de Dios? Tan importantes son esos temas que Cristo los mencionó en primer lugar.
La oración empieza de esta manera: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”. Note que Jesús especificó que se orara por la santificación del nombre de Dios. Esas palabras hacen surgir al menos dos preguntas en la mente de muchos: ¿cuál es ese nombre? y ¿por qué se debe santificar?
“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” La respuesta a la primera pregunta aparece más de siete mil veces en el texto bÃblico original. Una de ellas es el Salmo 83:18: “Para que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el AltÃsimo sobre toda la tierra”. Con respecto a dicho nombre, el propio Creador dice, según Ãxodo 3:15: “Este es mi nombre hasta tiempo indefinido, y este es la memoria de mà a generación tras generación”.* Ahora bien, ¿por qué tiene que santificarse el nombre de Dios, si es la esencia de la pureza y la santidad? Porque desde el mismo principio de la historia de la humanidad ha sido manchado y difamado.
En Edén, Dios advirtió a Adán y Eva que si comÃan del fruto prohibido, perderÃan la vida (Génesis 2:17). Cuando Satanás le aseguró a Eva: “Positivamente no morirán”, contradijo de manera descarada al Todopoderoso, con lo cual lo acusó de mentir. Pero no se detuvo ahÃ; deshonró aún más el nombre divino al decirle a la mujer que el Creador estaba privándola injustamente de conocimiento valioso. “Porque Dios sabe que en el mismo dÃa que coman [del árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo] tendrán que abrÃrseles los ojos y tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo.” ¡Qué calumnia! (Génesis 3:4, 5.)
Al comer el fruto prohibido, Adán y Eva se pusieron de parte de Satanás. Y desde entonces, casi todos los seres humanos han contribuido, a sabiendas o no, a deshonrar el nombre de Dios, pues han rechazado Sus justas normas (1 Juan 5:19). Las personas todavÃa difaman a Jehová al culparlo de los sufrimientos que padecen, aunque estos sean consecuencia de su mala conducta. Proverbios 19:3 dice: “La necedad del hombre malogra sus empresas y luego su corazón se irrita contra Dios” (Pontificio Instituto BÃblico). ¿Entiende por qué Jesús, quien tanto amaba a su Padre, pidió que se santificara Su nombre?
“Venga tu reino [mesiánico]” “Venga tu reino”
Después de orar por la santificación del nombre divino, Jesús añadió: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra” (Mateo 6:10). Con respecto a este versÃculo, podemos preguntarnos: “¿Qué es el Reino de Dios, y qué relación tiene su venida con que se efectúe la voluntad del AltÃsimo en la Tierra?”.
En la Biblia, el significado básico de la palabra reino es “gobernación de un rey”. Por lógica, entonces, el Reino de Dios serÃa la gobernación de Dios, pero ejercida mediante un rey que él escoge, a saber, Jesucristo resucitado, el “Rey de reyes y Señor de señores” (Revelación [Apocalipsis] 19:16; Daniel 7:13, 14). Con relación al Reino mesiánico que el Padre encomendarÃa a Jesucristo, el profeta Daniel escribió: “En los dÃas de aquellos reyes [los gobiernos mundiales actuales] el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos”, es decir, para siempre (Daniel 2:44).
En efecto, el Reino de Dios asumirá el control completo de la Tierra, eliminando de ella a todos los malvados, y regirá “hasta tiempos indefinidos”, por toda la eternidad. Asà pues, mediante dicho gobierno, Jehová santifica su nombre y lo limpia de todo el oprobio que le han causado las mentiras de Satanás y los humanos impÃos (Ezequiel 36:23).
Como cualquier otro gobierno, el Reino de Dios también tiene súbditos. ¿Quiénes son? La Biblia responde: “Los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz” (Salmo 37:11). De igual modo, Jesús dijo: “Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredarán la tierra”. Tales personas tienen, claro está, un conocimiento exacto del Ser Supremo, pues es un requisito para heredar la vida (Mateo 5:5; Juan 17:3).
“Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”
¿Se imagina toda la Tierra llena de personas mansas que amen intensamente a Dios y al prójimo? (1 Juan 4:7, 8.) En eso pensaba Cristo cuando oró asÃ: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”. ¿Comprende por qué enseñó a sus discÃpulos a pedir lo mismo? Más importante aún, ¿se da cuenta de lo que puede significar para usted el cumplimiento de esa oración?
Millones de personas razonan a partir de las Escrituras
Jesús predijo una campaña mundial de educación espiritual mediante la cual se anunciarÃa el Reino de Dios. Lo indicó con estas palabras: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin [del mundo o sistema actual]” (Mateo 24:14).
Los seis millones de testigos de Jehová de todo el planeta que predican estas buenas nuevas lo invitan a obtener más información sobre Dios y su Reino “examina[ndo] con cuidado las Escrituras” y utilizando para ello su facultad de raciocinio. Si asà lo hace, fortalecerá su fe y rebosará de alegrÃa con la esperanza de vivir en una Tierra paradisÃaca que “estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismÃsimo mar” (IsaÃas 11:6-9).
* Algunos biblistas prefieren la forma Yavé a la forma Jehová. No obstante, en muchas versiones españolas modernas se ha sustituido el nombre divino por tÃtulos genéricos como Señor y Dios. Para un análisis detallado del tema, véase el folleto El nombre divino que durará para siempre, editado por los testigos de Jehová.
Publicado en La Atalaya del 1 de abril de 2002
Inicio | Creencias | Futuro | Medicina | ArtÃculos | EscrÃbanos | Publicaciones | Idiomas | Ãndice
Copyright © 2005 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania. All rights reserved.
2006-11-06 19:59:51
·
answer #6
·
answered by Anonymous
·
0⤊
0⤋