GARDEL:
Existe una controversia sobre si su lugar de nacimiento fue Toulouse (Francia) o Tacuarembó (Uruguay). Creció en la Argentina y se nacionalizó en este país en 1923 [1] y murió en un accidente áereo durante una gira en Medellín, Colombia.
Gardel creció en el Abasto, un barrio de Buenos Aires en el que funcionaba el mercado central de frutas y verduras, cuyo edificio estilo art decó se conserva reciclado y convertido en centro comercial. A muy temprana edad comienza a ser reconocido por su canto, y trasciende su fama como "el Morocho del Abasto".
Estudió en el Colegio Salesiano de Buenos Aires, donde fue compañero de curso de Ceferino Namuncurá, futuro santo argentino.
En 1902, siendo tramoyista en el teatro La Victoria, comienza a escuchar a distintos cantantes de zarzuela y ópera, entre los que se destacan el barítono italiano Titta Ruffo y el zarzuelista español Sagi Barba.
En 1911 celebró un duelo musical con 'El Oriental' José Razzano en la calle Guardia Vieja del barrio del Abasto. En ese duelo no ganó ninguno de los dos: más bien surgió el dúo Gardel-Razzano, que trabajó unido durante quince años.
Hacia mediados de la década del 20 el dúo se separa, pasando Razzano a ejercer las funciones empresariales. Gardel comienza a viajar a Europa, donde actúa en España y Francia, y actúa en varias películas para la Paramount. Muy pronto se incorpora como colaborador el poeta y periodista Alfredo Le Pera, con quien Gardel escribirá muchos tangos (Mi Buenos Aires Querido, Volver, El Día Que Me Quieras, etc.).
Se conservan más de setecientas grabaciones de Gardel. No sólo grabó tangos; también música folclórica como milongas, zambas, rancheras, tonadas, estilos, etc. Grabó algunos Fox trots en inglés, como así también algunas canciones tradicionales en francés e italiano.
El 24 de junio de 1935 Carlos Gardel, junto con Alfredo Le Pera y algunos de sus músicos, entre ellos el Indio Aguilar (ver su biografía para una descripción del accidente) falleció en el choque de dos aeroplanos a punto de despegar sobre la pista del aeropuerto Enrique Olaya Herrera de la ciudad de Medellín (Colombia).
Gardel se encontraba en lo mejor de su carrera. Estaba haciendo una gran gira por toda Latinoamérica y millones de sus admiradores lo lloraron.
Entonces "El Zorzal criollo" se ganó la gloria: popularmente, la gente dice que "Gardel cada día canta mejor". Un verso de su tango Volver se convirtió en un refrán famoso en toda América latina: "Veinte años no es nada". Carlos Gardel está enterrado en el cementerio de la Chacarita de Buenos Aires.
TROILO:
Aníbal Carmelo Troilo (1914-1975): bandoneonista, compositor, director de orquesta y de cantores de tango. Se lo conoció con el seudónimo de "Pichuco"
Nació en la ciudad de Buenos Aires el 11 de julio de 1914. A los 10 años tuvo su primer bandoneón y a los 11 realizó su primera actuación. Más tarde integró una orquesta de señoritas. A los 14 años ya había formado un quinteto.
En 1930 integró el sexteto del violinista Elvino Vardaro y el pianista Osvaldo Pugliese. Pasó por numerosas orquestas, entre otras, las de Pacho Maglio, Julio de Caro, Juan D'Arienzo, Ángel D'Agostino y Juan Cobián, hasta que en 1937 formó la suya propia, con la que debutó en la boite Marabú (de Buenos Aires).
Hay algunos temas que son mis preferidos, mejor dicho los que más quiero: Sur y Responso. Responso salió una noche que estábamos en mi casa; había una gente ahí jugando al bacará y yo, no sé..., sentía como que no estaba ahí. Eran las cuatro de la mañana, y de repente agarré, me fui a mi pieza y empecé a tocar unas notas, así hasta que salió Responso. Creo que era el mejor homenaje que le podía hacer a Homero [Manzi].
La orquesta de Pichuco pasó por varias etapas:
En la primera orquesta de los años cuarenta, con arreglos propios sencillos, él y sus músicos salían a tocar «a la parrilla» (Sin ensayo estricto)
A los pocos años su orquesta se volvió más estable, entran en escena José Basso en el piano y los arreglos de un joven bandoneonista llamado Ástor Piazzolla.
Renovación de fondo, con la gran influencia del pianista José Berlingieri
A fines de los años sesenta, ya convertido en leyenda, Troilo deja de dirigir la orquesta con su bandoneón.
PUGLIESE:
Osvaldo Pedro Pugliese (2 de diciembre de 1905 - 25 de julio de 1995) fue un pianista, director y compositor argentino dedicado al tango.
Nació el 2 de diciembre de 1905 en el barrio porteño de Floresta (Ciudad de Buenos Aires, Argentina), en el seno de una familia de músicos, aunque no tan talentosos como él. Su padre, Adolfo Pugliese, tocaba la flauta en los conjuntos de barrio, esencialmente en cuartetos. Dos de sus hermanos mayores, Vicente Salvador y Alberto Roque, también eran músicos.
Adolfo, su padre, lo ayudó a hacer sus primeros "palotes" en la música, le compró un violín con el que fue enviado a un conservatorio del barrio de Villa Crespo. Pero en este lugar encontró el instrumento que sería parte de su vida y el que lo destacaría por encima de muchos: el piano.
Estudio con grandes maestros como Vicente Scaramuzza y Pedro Rubione, con los cuales se convirtió en un virtuoso del piano.
A los quince años ya integraba un trío junto al bandoneonista Domingo Faillac y el violinista Alfredo Ferrito, con los que debutó ante el público en un bar de barrio (en Argentina denominados genéricamente: cafés) llamado Café de la Chancha, nombre que le otorgaran los parroquianos en alusión a la poca higiene de su dueño y del lugar.
Tiempo después pudo llegar a la gran ciudad, Buenos Aires, donde debutó integrando un conjunto que tenía, como particularidad, a la primera mujer bandoneonista del país: Francisca Bernardo. Más tarde y ya con mucha más experiencia y soltura formó parte del cuarteto de Enrique Pollet (1924), y luego de la orquesta de otro famoso de su tiempo, Roberto Firpo. Ya en 1926, era el pianista de la orquesta del gran bandoneonista Pedro Maffia, continuado con su ascenso en el mundo del tango y tomando más y más prestigio cada día.
Pero el sueño de Osvaldo Pugliese era tener su propia orquesta. Fue así que se desvinculó de la de Pedro Maffia, en 1929, junto con el violinista Elvino Vardaro para formar su propio conjunto. Ambos tocaron por primera vez en el café Nacional con gran repercusión, lo que los empujó a hacer una gira por todo el país. Si embargo la gira fue un fracaso económico y debieron empeñar parte de sus instrumentos para conseguir los pasajes de regreso a su ciudad. A su retorno integró la orquesta de Alfredo Gobbi, y más tarde acompañó a Daniel Alvarez, Roberto Firpo y Miguel Caló.
Pero Pugliese nunca abandonó su sueño y fue así que en 1936 creó un sexteto junto a Alfredo Calabró, Juan Abelardo Fernández y Marcos Madrigal (bandoneones), Rolando Curzel y Juan Pedro Potenza (violines), Aniceto Rossi (contrabajo), del cual era su director. Debutaron en la famosa calle Corrientes, en el Germinal. Este fue el punto de partida de su orquesta. La misma fue presentada en el café El Nacional el 11 de agosto de 1939, orquesta que, aunque con los lógicos recambios, lo acompañaría durante 55 años. Durante todo ese tiempo, Osvaldo Puglise creó más de 150 temas, algunos muy famosos como Recuerdos, La Beba, Negracha, Malandraca y su himno La Yumba. Además grabó más de 600 temas de otros autores.
Pero Pugliese no era solo un gran pianista, también era un ciudadano comprometido con la sociedad. En 1935 impulsó el Sindicato Argentino de Músicos del que fue el afiliado número 5. Inició, entonces, una lucha "... donde el trabajo sea una dignidad personal y no un castigo". En 1936 se afilió al joven Partido Comunista Argentino (108 era su número de afiliación). Esto y sus ideas provocaron que fuera perseguido, censurado y encarcelado durante el gobierno de Juan Domingo Perón y luego durante el gobierno de facto conocido como la autodenominada Revolución Libertadora. Pero durante el tiempo que duraron sus penurias, su orquesta no dejó de tocar, aunque huérfana de su director.
Recibió innumerables distinciones. El gobierno de Cuba le otorgó la medalla Alejo Carpentier, la más importante distinción cultural de la isla; el gobierno francés lo nombro Commandeur de L'Ordre des Arts et Letters (1988). En tanto su ciudad, la Ciudad del Buenos Aires, en 1986 lo declara Ciudadano Ilustre. Y en 1989, SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música) y la Asociación de Coleccionistas de Tango, descubrió una placa en la calle Corrientes (al 960) en conmemoración de los 50 años del maestro frente a su orquesta. En 1990, recibió el título de Académico Honorario de la Academia Nacional del Tango.
Tal era la talla artística de este hombre que en 1985 logra lo que nadie hasta entonces: el 26 de diciembre de ese año, para festejar su cumpleaños número 80, su orquesta tocaría en el conocidísimo Teatro Colón de la ciudad de Buenos Aires, lugar reservado casi exclusivamente para obras clásicas. Obviamente el teatro estaba repleto de público viendo al maestro interpretar obras de sus, por entonces, 46 años ininterrumpidos de actividad.
Finalmente, el 25 de julio de 1995 y después de una breve enfermedad, falleció a los 89 años de edad en la ciudad de Buenos Aires, su ciudad. Para gozo de aquellos que lo admiraron, su estirpe sigue viva en otra gran pianista: Beba Pugliese, su hija y en Carla Pugliese, su nieta, también pianista y gran innovadora del tango.
Con Adiós Nonino, Decarísimo y Muerte de un Ángel comenzó a elaborar un camino de éxito que tendría picos en su concierto en el Philarmonic Hall de Nueva York y en la musicalización de poemas de Jorge Luis Borges.
En sus últimos años, Piazzolla prefirió presentarse en conciertos como solista acompañado por una orquesta sinfónica con alguna que otra presentación con su quinteto. Es así que recorrió el mundo y fue ampliando la magnitud de su público en cada continente por el bien y la gloria de la música de Buenos Aires.
Astor Piazzolla falleció en Buenos Aires el 4 de julio de 1992, pero dejó como legado su inestimable obra - que abarca unos cincuenta discos - y la enorme influencia de su estilo. En realidad, la producción cultural sobre Piazzolla parece no tener fin: se esparce al cine y al teatro, es constantemente reeditada por las discográficas y cobra vida en la Fundación Piazzolla, liderada por su viuda, Laura Escalada.
PIAZZOLA
Astor Pantaleón Piazzolla, nacido el 11 de marzo de 1921 en la ciudad de Mar del Plata, pasó la infancia entre Buenos Aires y Nueva York - más en la segunda ciudad que en la primera. Empezó a estudiar música a los 9 años en los Estados Unidos, dando continuidad en Buenos Aires y en Europa. En 1935 tuvo un encuentro casi místico con Carlos Gardel, al participar como extra en el film El Día que me Quieras.
Su carrera comienza verdaderamente al participar como bandeonista en la orquesta de Aníbal Troilo. En 1952 gana una beca del gobierno francés para estudiar con Nadia Boulanger, quien lo incentivó a seguir su propio estilo. En 1955 Astor vuelve a casa y forma el Octeto Buenos Aires. Su seleccionado de músicos - en un experiencia similar a la jazzística norteamericana de Gerry Mulligan - termina por delinear arreglos atrevidos y timbres poco habituales para el tango, como la introducción de la guitarra eléctrica.
La presencia de Astor generó de entrada resquemores, envidia y admiración entre la comunidad tanguera. En los años '60 Piazzolla debió salir a defender a golpes de puño su música, avasallada por las fuertes críticas. La controversia iba a propósito de si su música era tango o no, a tal punto que Astor tuvo que llamarla "música contemporánea de la ciudad de Buenos Aires". Pero no era sólo eso: Astor provocaba a todos con su vestimenta informal, con su pose para tocar el bandoneón (actuaba de pie, frente a la tradición de ceñirse al fueye sentado) y con sus declaraciones que sonaban a reto.
La formación de la primera parte de los 60 fue, básicamente, el quinteto. Su público estuvo integrado por universitarios, jóvenes y el sector intelectual, si bien estaba lejos de ser masivo. Astor ya tenía fama de duro y bravo, de peleador, estaba en pleno período creativo y se rodeó de los mejores músicos.
HORACIO SALGAN
(1916 - ) Es uno de los músicos de Tango más prestigiosos de la historia. Se desenvolvió como guitarrista, arreglista, director, pianista y compositor. Su inagotable talento le permitió enunciar un lenguaje nuevo que rompió con lo establecido. Su innovación radica en el uso de ideas musicales, poéticas y vocales absolutamente nuevas, distinguiendo su obra por dicha iniciativa. Salgan es autor de célebres temas como Grillito, A fuego lento y Del uno al cinco. Su aptitud le rindió fruto, ya que sus composiciones se estudian hoy en Europa y tienen muy buena aceptación en países de culturas tan diferentes como Japón y Finlandia. Desde la década de 1950, influenció a jóvenes músicos rioplatenses.
Para el año 1944 constituyó su primera orquesta y debutó en radio. Durante su carrera compartió escenarios con músicos de renombre como Aníbal Troilo, y cantantes de Tango como Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche. El famoso director de orquesta Daniel Barenboim expresó su admiración por la música de Horacio Salgan. Recibió la distinción de Personalidad Emérita de la Cultura Argentina, en el año 1995. Dos años más tarde, Salgan fue invitado a participar de una producción de cine por el director español Carlos Saura, interpretando -A fuego lento- en una escena de su película Tango, en 1997. Horacio Salgan escribió un libro llamado Curso de Tango.
VILLOLDO:
Músico pionero en los albores del tango,
letrista, compositor y guitarrista,
nació hacia 1868, en el Barrio Sur de Buenos Aires
y murió a los cincuenta años, el 14 de octubre de 1919. Fue también uno de los
principales cantores de su época.
Trabajó de cuarteador en el Barrio de Barracas, tipógrafo en el Diario La Nación, periodista en Caras y Caretas y Fray Mocho, autor teatral , director de coros carnavalescos, libretista de sociedades corales, clown de circo y payador de nota.
Adquirió fama hacia 1900, como intérprete de
un instrumento musical compuesto por una armónica y una guitarra,
en los cafetines de la Boca, los Corrales, Recoleta y San Telmo.
Así fue como la empresa Gath y Chaves, que había creado un sello discográfico local,
lo envía a efectuar grabaciones de sus canciones a Londres,
junto con los esposos Gobbi.
A su regreso, también traerían 100.000 ejemplares impresos del tango La Morocha ,
luego convertida en éxito mundial y de cuya letra era el autor.
En sus letras hay alegría,
buena dosis de observación de la vida cotidiana
y algún vestigio de las canciones camperas,
pero es bueno recordar que es el autor de
algunas de las más memorables melodías tangueras.
Vale recordar entre ellas a
El Choclo, El Porteñito y El Esquinazo.
Poseía una natural facilidad versificadora, que le permitió convertirse en el fundador del oficio, años antes que Pascual Contursi escribiera Mi Noche Triste, considerada la pieza iniciadora del tango-canción.
También fue pionero en la defensa gremial de los derechos autorales.
JUAN D' ARIENZO
(1900 - 1976) Este personaje fundamental del Tango nació en Argentina en el año 1900. Es considerado uno de los músicos más emblemáticos del género. Se destacó como compositor, director y violinista. En el transcurso de los inicios de su carrera profesional, se estableció en un terceto de tango.
En muy poco tiempo Juan D'Arienzo pasó a integrar la orquesta estable del Teatro Avenida. Para el año 1919 conquistó un lugar de honor, fue reclutado por la Orquesta Sinfónica Nacional. La sucesión de éxitos obtenidos por el músico argentino, en el ambiente del tango, le valieron pronta fama y prestigio.
Sucedió entonces que durante el año 1925, se desempeño en diversos conjuntos musicales de nivel y alcance internacional, pero no dedicados al tango. Entre dichas bandas se destacan la Jazz Select Lavalle y la afamada Orquesta de Nicolás Verona. Pero un año más tarde D'Arienzo retornó a sus orígenes: volvió al tango con la Orquesta Típica Paramount.
Finalmente, en el año 1928, consolidó su primera agrupación propia de tango. Contaba con el pianista Carlos Howard y el bandoneísta Francisco Fiorentino. Uno de los intérpretes más recordados que integró esta agrupación fue Alessio. Posteriormente, en el año 1935 realizaron dos grabaciones: un tango llamado “Hotel Victoria” y un vals de nombre “Desde el alma”. Juan D'Arienzo murió en Buenos Aires en el año 1976.
El estilo de D’Arienzo y sus éxitos
D’Arienzo dio a luz un repertorio caracterizado claramente por una condición rítmica muy firme, con notorio énfasis en los cuatro tiempos del compás. Otra característica personal fue la adopción de solos de piano y de violín.
Entre sus mejores composiciones se destacan los siguientes títulos de tango:
Chirusa (ver letra e información adicional)
Él vino triste
Nada más
No nos veremos nunca
Ya lo ves
JUAN DE DIOS FILIBERTO
Juan de Dios Filiberto nació en Buenos Aires el 8 de Marzo de 1885, y su nombre no solo se destaca en el ambiente del Tango, sino también en el de la política.
Compositor, pianista y violinista, Filiberto compuso cásicos del Tango como "Caminito", "Quejas de Bandoneón" y "Malevaje". Su pasión por la política lo llevó a seguir las corrientes anarquistas que llegaban a Buenos Aires con los inmigrantes europeos. Juan de Dios Filiberto fue el creador de la ley que proteje a la propiedad intelectual (Ley 11.723, año 1936), y fue también el socio fundador de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (S.A.D.A.I.C.).
En su carrera musical fue también director de la Orquesta de Música Popular, la Orquesta de Arte Folclórico, y de la Orquesta Porteña. Muere el 11 de Noviembre de 1964.
DE CARO:
Pianista y compositor
(23 de marzo de 1898 - 31 de julio de 1976)
Lo que muestro aquí, no es una biografía sino que señalaré distintos rasgos y hechos, de los que fui testigo y actor junto a un gran amigo.
Al desvincularse varios músicos, entre ellos Pedro Laurenz de la orquesta de Julio De Caro, el maestro reorganizó la misma y me convocó para formar la línea de bandoneones junto a Carlos Marcucci, Félix Lipesker y Romualdo Marcucci. Yo venía de integrar pareja de bandoneones con Pedro Maffia en su prestigiosa orquesta.
Desde mi inclusión en el conjunto de Julio De Caro compartir el trabajo me aproximó a Francisco De Caro, músico a quien admiraba desde jovencito cuando los escuchaba a él y a Julio en el Select Lavalle, años 1928 o 1929.
Al incorporarme a la orquesta en 1934, nos conocíamos con Francisco aunque no teníamos mucho trato. Luego sí. Mi amistad con él se acentuó y lo quería como a un hermano. Más allá de la orquesta, nos visitábamos y teníamos mucho trato personal.
Ya dije de mi admiración por él y sé que Francisco sentía lo mismo por mi trabajo. El gran talento de Francisco De Caro se manifestaba ya a fines de los años '20. Era un pianista muy moderno, de una línea musical muy adelantada y como compositor, ni hablar. En el '27 o '28 sacó el tango "Sueño azul" que fue algo de locura. En el '28, el tango "Flores negras".
Francisco fue un adelantado para su época y una suerte de "padre" de numerosos pianistas que siguieron esa escuela. Ejemplos: Horacio Salgán, Carlitos García y otros quizá con algunas diferencias, pero que abrevaron en la maestría de Francisco De Caro. Estimo que hasta el año '50, tuvo una destacada actuación y marcó rumbos para las nuevas generaciones de músicos.
Fue un hombre muy humilde y sencillo. Aparte de sus estudios musicales, era un intuitivo. Un gran creador y notable pianista. Con esos valores se nace.
espero q te sirva
2006-11-04 06:28:53
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Carlos Gardel nació el 11 de diciembre de 1890 en Toulouse, Francia (como Charles Romuald Gardes) del padre desconocido y Berthe Gardes (1865-1943) que lo trajo a la Argentina a los 27 meses de la edad). La carrera vertiginosa de Gardel fue cortada de golpe en 1935, cuando perdió su vida en un accidente aéreo en Medellín, Colombia el 24 de junio de 1935. Las muchedumbres de gente desfiló para pagar sus respectos a lo largo del camino del cortejo fúnebre que viajó vía Colombia, Nueva York, Río de Janeiro, Montevideo y por fin, al lugar de su ultimo reposo en el cementerio de la Chacarita en Buenos Aires, con la multitud escuchando su tango Silencio. Al momento, Gardel volvió inmortal y por siempre joven, su fama se aclama por la muy repetida expresión "Gardel cada día canta mejor". Setenta años después de su muerte, los seguidores devotos mantienen la leyenda en vida, tocando su música al diario, colocando un cigarrillo encendido en la mano de la estatua que domina su tumba y mantienen sus pocas películas el la circulación.
(16 de febrero de 1861 - 14 de octubre de 1919) Ostenta el título de “Padre del tango”, un poco exagerado porque fueron muchas las circunstancias que originaron nuestra música. Pero su gravitación fue tan importante en sus inicios y desarrollo que lo hizo merecedor del apelativo.
Es el gran transformador de los tanguillos españoles, los cuplés, las habaneras, convirtiendo esas músicas en un son del Río de la Plata.
Artista natural no esquivó ninguna actividad que le permitiera ganar dinero para vivir. Se comenta que fue tipógrafo, payaso de circo y cualquier otro menester que le requirieran.
También fue cuarteador en los barrios alejados del centro de la ciudad. Personaje de a caballo que esperaba al pie de las barrancas la llegada de un carro grande o de un tranvía para ayudarlo a subir la cuesta o salir del barro. Esto significaba enganchar el vehículo con una soga amarrada a su caballo y colaborar en el esfuerzo.
De pluma fácil escribió versos para comparsas carnavalescas y numerosos poemas y prosas para famosas revistas de la época: Caras y caretas, Fray Mocho y P.B.T.
En toda su obra está presente la picardía, y sus diálogos estaban pensados en boca del hombre común y siempre referidos a situaciones reales del inquilinato, del barrio y muchas veces a cuestiones amorosas que retrataban la forma de hablar y comportarse del estrato social bajo de nuestra sociedad.
Su chispa, su fácil verba, le sirvió para entreverarse con payadores y para brindar actuaciones poco académicas y algunas veces decididamente procaces.
Siempre acompañado de su guitarra, con armónica adosada, supo contar historias cantando, que enfervorizaban a la concurrencia de los cafetines y tugurios.
Para ganarse la vida hizo grabaciones particulares recitando versos del peor gusto.
En 1889 publicó una recopilación de cantos criollos, versos que le pertenecían y que eran para cantar con guitarra.
En 1916 publica otras canciones de hondo contenido patrio titulada “Cantos populares argentinos” en conmemoración al centenario de la declaración de la Independencia.
Fue autor de un método moderno para aprender guitarra por cifra, denominado “Método América” por ser editado por la antigua Casa América en 1917.
Junto con Alfredo Gobbi y su esposa, la chilena Flora Rodríguez –padres del director y violinista Alfredo Gobbi- marchó a Francia para realizar registros fonográficos contratados por Gath & Chaves, una de las grandes tiendas argentinas de la época. Esto provocó un gran impulso a nuestra música en Europa y muchos de esos discos también se distribuyeron en Buenos Aires.
Pero su sitio de preeminencia lo ocupa como compositor. Sirva como ejemplo de su obra los tangos El porteñito, El esquinazo, La budinera, Soy tremendo, Cantar eterno, este último grabado en 1917 por el dúo Gardel-Razzano.
Todos estos temas tuvieron una gran aceptación en las orquestas locales que los incluyeron en su repertorio.
Pero el más importante fue sin duda El choclo, por su melodía y su cadencia, que seguramente sería el tango emblemático de no haber existido La cumparsita. A tal punto que una anécdota lo corrobora con exactitud. Durante la primera guerra mundial, el periodista argentino Tito Livio Foppa se encontraba en el frente alemán y en un ágape oficial un músico tocó el piano para agasajarlo e intentó ejecutar el himno nacional, pero en realidad tocó El choclo que lo había confundido con nuestra música patria.
Otro tango fundamental es La morocha, de letra sencilla y hecha de apuro para su compositor Enrique Saborido, que en 1906 tuvo la fortuna de embarcar sus partituras en la Fragata Sarmiento, buque de instrucción de los cadetes de la armada, y es considerado el primer tango que se difundió en Europa.
Este singular músico y poeta nos dejó una obra muy extensa entre las cuales se destacan El Torito, Cuidado con los cincuenta, Una fija, Yunta brava, El Cachorrito, Pineral, El Pimpollo, Trigo Limpio, La Bicicleta, etc.
Otra de sus obras, la milonga Matufias o el arte de vivir, es un aporte al conocimiento de nuestra historia a partir de una descripción costumbrista impecable, que sintetiza el valor artístico de este singular creador.
Canaro:Uruguayo nacido en 1888, murió en Buenos Aires en 1964. En 1956 escribió un libro autobiográfico. Debutó en el Café Royal de la Boca en 1908 y en ese mismo año compuso su primer tango: La barra fuerte. Su carrera creció y creció, y en 1925 se presentó con su orquesta por primera vez en el Dancing Florida, de París. En él, apareció vestido de gaucho y recitando algunas partes del Martín Fierro. Tuvo tanto éxito que repitió el espectáculo en Madrid y Nueva York. Luego hizo giras por Brasil y Uruguay.
Se inclinó por un tango acelerado rítmicamente y poco influenciado por las corrientes armónicas más comunes. El teatro musical también lo atrajo: en 1919 estrenó Nobleza de Arrabal, en el Teatro Variedades; en 1932, La muchachada del centro, en el Teatro Nacional; en 1934, La Canción de los Barrios, en el Sarmiento; en 1936, La patria del tango, en el Buenos Aires y; en1958, junto a
Ivo Pelay, Tangolandia, en el teatro Presidente Alvear. En el año 1963, se le dio su nombre a una sala teatral. Además de todas estas obras, Francisco Canaro promovió la formación del trío Irusta-Fugazot-Demare; compuso la música de muchas películas; y grabó 7.000 discos de tangueros. Entre sus obras figuran Pinta brava, El opio, El chamuyo, El alacrán, Matasano, Cara sucia, Por vos yo me rompo todo y Pájaro Azul.
Arolas:Nombre real: Lorenzo Arola Apodo: El Tigre del bandoneón. Bandoneonista, director y compositor (24 de febrero de 1892 - 29 de septiembre de 1924) Todos los tangueros tenemos una particular visión respecto de los valores de los artistas y esto está bien, nuestros gustos y experiencias personales nos definen en la elección por unos u otros.
Seguramente, cuando hablamos del tango canción, se produce un acuerdo unánime en la figura incomparable de Carlos Gardel, lo que no ocurre cuando la discusión se dispara a las orquestas o al resto de los músicos o cantantes.
El caso de Eduardo Arolas, es otra excepción, su extraordinario talento como compositor, lo colocan un peldaño arriba del resto, lo que constituye un mérito aún mayor si tomamos en cuenta que en su generación surgieron los más grandes creadores de tango. Baste recordar a músicos de la talla de Agustín Bardi, Vicente Greco, Arturo De Bassi, Juan Carlos Cobián, Roberto Firpo, entre tantos otros.
Así Gardel y Arolas, son a mi juicio, la piedra basal del tango moderno, el primero francés de nacimiento y porteño de adopción, el segundo argentino, hijo de padres franceses.
Dueño de una creatividad melódica increíble, irrumpe en la actividad musical como modesto ejecutante de la guitarra, su primer instrumento, de la mano de su amigo Ricardo González, “Muchila”.
Pero será el bandoneón el responsable de su consagración y el fiel testigo de su genio y de su vida atormentada.
Unos pocos años le fueron suficiente para componer más de cien obras de excelente calidad, en las que hace gala de una estructura moderna y compleja, llena de posibilidades para los arreglos y las variaciones.
Las melodías no son menos, transmiten melancolía, romanticismo y en algunas, un dramatismo sobrecogedor, pero todas ellas de una infinita belleza, propia del espíritu modernista del autor.
Parafraseando al querido investigador Héctor Ernié, estamos en presencia de “un fenómeno con mayúscula”, que sólo vivió 32 años.
La excelencia tributa en toda su obra, El Marne, La cachila, Comme il faut, La guitarrita, Lágrimas, Maipo, Retintín, Viborita, Catamarca y Derecho viejo, este último de un éxito impresionante.
Su primer tema Una noche de garufa (1909) fue concebida intuitivamente, “de oreja”, repetida de memoria, ya que no sabía solfeo y menos escribir en un pentagrama. Fue Francisco Canaro el primero que lo ayudó a perpetuarla, haciendo la partitura del violín, luego Carlos Hernani Macchi escribió la parte correspondiente al piano.
En este primer período que culmina en 1912, compuso varios tangos entre los que se destacan Nariz y El rey de los bordoneos, este último en homenaje al guitarrista Graciano de Leone.
En 1911 inicia sus estudios musicales en el conservatorio del maestro José Bombig y en tres años aprende teoría, solfeo y armonía.
Ese mismo año formó su primer conjunto con el guitarrista Leopoldo Thompson y el violín de Eduardo Ponzio, actuando en diversos cafés de BuEse mismo año formó su primer conjunto con el guitarrista Leopoldo Thompson y el violín de Eduardo Ponzio, actuando en diversos cafés de Buenos Aires y Montevideo.
Al poco tiempo integra un trío con el gran Agustín Bardi al piano, y el violinista Tito Roccatagliatta y, en 1912, un cuarteto con éste último y el flautista José Gregorio Astudillo y la guitarra de nueve cuerdas de Emilio Fernández.
Al año siguiente es requerido por el director Roberto Firpo para tocar en el cabaret Armenonville del barrio de Palermo y en otros escenarios, para finalmente formar su propia orquesta.
Entre 1913 y 1916, ya con estudios de solfeo y armonía, aparecen sus temas Delia, Derecho viejo, La guitarrita y Rawson, entre otros menos conocidos. También el tango Fuegos artificiales, obra realizada conjuntamente con Roberto Firpo.
Después sucederían incontables viajes al Uruguay, actuando con gran éxito en Teatro Casino de Montevideo, ciudad donde se radicaría para intentar olvidar un drama amoroso que lo marcaría el resto de sus días.
No obstante, volvía frecuentemente a Buenos Aires para cumplir contratos puntuales y presentaciones, pero su autoexilio se repetía al término de cada trabajo.
De Caro: Tras iniciarse, en la segunda década del siglo XX, junto a los grandes creadores de la época -Eduardo Arolas, Roberto Firpo y otros-, que habían transformado el tango primitivo, y recibir la influencia de los primeros grandes melodistas del género -como Juan Carlos Cobián y Enrique Delfino-, el violinista Julio De Caro fundó con su sexteto, a partir de 1924, un nuevo y trascendental estilo. Este gravitaría como ningún otro en la historia posterior del tango, ensanchando su horizonte espiritual. Tanto que la escuela decareana en el plano instrumental y la escuela gardeliana (por Carlos Gardel) en el vocal, sentadas como modelos de interpretación del tango para la misma época pero separadamente, constituyeron desde entonces la suprema guía en sus respectivos ámbitos.
De Caro conservó la esencia del tango arrabalero, bravío y lúdico de los iniciadores, pero fundiéndolo con una expresividad sentimental y melancólica desconocida hasta entonces, reconciliando así la raíz criollista con la influencia europeizante. Su mayor formación académica le permitió envolver su mensaje en un lenguaje musical depurado, de inefable seducción. Las versiones de su sexteto, a veces remolonas, a veces vívidas, suenan como acuarelas de un Buenos Aires de casas bajas, fachadas grises, calles arboladas, jardines floridos, adoquines y antiguos tranvías. O, más aún, de un orden político y social armonioso pese a los agudos contrastes, de libertad y de pujanza económica, todo lo cual concluiría brutalmente en 1930, cuando, parida por la crisis mundial, se inicia la era de los golpes de Estado en la Argentina.
Fueron cruciales para que se entendiera la idea decareana los tangos que De Caro mismo compuso e interpretó, como "Boedo", "Tierra querida" y muchos otros. También esencial fue el aporte de su hermano Francisco, pianista del sexteto y, como compositor, artífice de algunos de los tangos de línea romántica y ensoñadora más admirados de todos los tiempos, como "Flores negras" o "Loca bohemia". El conjunto iba y venía así de la desfallecida pasión de los tangos de Francisco a las pinturas de paisajes y personajes urbanos de los de Julio, con una ductilidad nunca vista antes.
Fundamentales, asimismo, fueron las obras de Pedro Laurenz, bandoneonista del sexteto, que aportó piezas inmortales, como "Risa loca" o "Mal de amores". Pero en su inmenso repertorio, De Caro no olvidó nunca a los grandes compositores ajenos a su grupo, cuyos tangos reinterpretó bajo los nuevos códigos, preparándolos así para que fueran recogidos en las décadas posteriores por centenares de orquestas, decareanas o no. Julio nació en Buenos Aires, en una casona de la calle Piedad, en el barrio de Balvanera, como segundo de doce hermanos, en el seno de una familia de origen italiano. Su padre, José De Caro De Sica (emparentado con los ancestros del cineasta Vittorio De Sica), deseaba para sus hijos una carrera universitaria y una formación musical académica. Antiguo director del conservatorio del Teatro della'Scala de Milán, don Giuseppe decidió que Julio estudiara piano y su hermano Francisco violín. Pero los niños trocaron los instrumentos y, mayor desafío aún a la temida autoridad paterna, se consagraron al tango, provocando una ruptura familiar jamás restañada.
Arolas, El Tigre del Bandoneón, alojó a Julio, lo apadrinó artísticamente y lo incorporó a su orquesta. En los años que siguieron se desempeñó con el bandoneonista Ricardo Luis Brignolo (compositor de "Chiqué"), el pianista José María Rizzuti ("Cenizas"), el bandoneonista Osvaldo Fresedo ("Aromas"), el pianista Enrique Delfino ("Recuerdos de bohemia") y el bandoneonista uruguayo Minotto Di Cicco, alias Mano brava, hasta incorporarse en 1923 al sexteto del pianista Juan Carlos Cobián ("Nostalgias"). Cuando éste, a fines de aquel año, viajó a Estados Unidos, De Caro constituyó su primer sexteto en base al abandonado por Cobián, que incluía al bandoneonista Pedro Maffia, otra figura fundamental. En ese momento comenzaba, por obra de un violinista que sobresalió siempre más por su concepto que por su técnica, una nueva era para el tango.
En 1924 grabó sus primeros discos para el sello Víctor, registrando dos tangos suyos: "Todo corazón" y "Pobre Margot". A lo largo de 30 años grabó 420 obras, aunque algunos coleccionistas consignan haber hallado dos decenas más. El grueso de su discografía se concentra en el período 1924-1932, que se subdivide en dos grandes series: la del sello Víctor, hasta 1928, y la de Brunswick, desde 1929.
En 1933, De Caro ingresó en una etapa de experimentación con masas orquestales ampliadas y nuevos timbres (vientos, percusión), que a la postre desdibujaron su mensaje (él mismo se había valido en los años '20 de un curioso violín-corneta). Luego, afortunadamente, regresó a sus propias fuentes, aunque pagando el precio de caer en cierto anacronismo. Guardián hasta su retiro de las más nobles esencias, quedó un tanto marginado de la evolución del tango, tanto por su estricto apego al decarismo histórico en lo instrumental como por su dificultosa asimilación del papel central del cantor en las orquestas desde 1940.
Es sintomático que en esa década de enorme auge del tango, De Caro estuviese cinco años sin grabar.
Entre 1949 y 1953 llevó al disco 38 temas para el sello Odeón. Esa serie constituye un valiosísimo testamento sonoro, en el que vuelve sobre grandes obras que ya había grabado con medios técnicos más precarios, e incluye algunas novedades. Notablemente, "Aníbal Troilo", conmovedor homenaje en tango al gran bandoneonista, director y compositor. Hay que decir que también escribió el tango "Osvaldo Pugliese", para quien fue su máximo epígono, pero no existen registros de él, como tampoco los hay de "Piazzolla", el otro gran revolucionario del tango, a quien un visionario De Caro rindió tributo (que Piazzolla retribuyó con su "Decarísimo").
De su extensísima obra de compositor pueden destacarse varios tangos fundamentales. Además de los mencionados "Boedo" y "Tierra querida", sobresalen "Colombina" (con Francisco De Caro), "Copacabana", "Chiclana", "El arranque", "El bajel" (con Francisco), "El monito", "Guardia vieja", "La rayuela", "Loca ilusión", "Mala junta" (con Laurenz), "Mala pinta" y "Mi queja" (ambos con Francisco), "Moulin rouge", "Orgullo criollo" (con Laurenz), "Tierra querida", "Tiny" (con Maffia) y "Todo corazón".
El 11 de diciembre fue declarado Día del Tango porque en esa fecha, aunque de diferentes años, nacieron Carlos Gardel y Julio De Caro.
Filiberto:Compositor y Director de Orquesta, fue un hábil interprete de piano, guitarra ,violín y armonio, instrumento este ultimo en el cual creara gran parte de su repertorio.FILIBERTO fue y será una de las figuras mas preponderantes del tango, autor de obras como "QUEJAS DE BANDONEON", "CAMINITO", "CUANDO LLORA LA MILONGA", "EL PAÑUELITO","MALEVAJE", "CLAVEL DEL AIRE", y tantas otras que engrandecieron la "Canción Porteña".
Carlos GARDEL, le grabo mas de quince de sus obras repitiendo algunas como "YO TE BENDIGO", "CAMINITO" y " MALEVAJE" (en sistema acústico y eléctrico), la vida de FILIBERTO estuvo signada por grandes esfuerzos, asi desde su niñez y adolescencia estudiaba y trabajaba. Trabajó en los más disimiles oficios, desde cadete, albañil, estibador hasta oficial tornero en los astilleros Mianovich de la Boca.
Tuvo también una agitada vida sindical, gran admirador de ALMAFURTE (Bonifacio PALACIOS), y enmarcado en la corriente Anarquista, que era el movimiento popular de la época recibido de la gran afluencia inmigratoria de principios de siglo, tenía un fuerte sentido de la lucha como lo demostraría más tarde en defensa del Derecho Autoral y su Ley de protección la 11.723 del año 1933, más tarde lo haría para crear una sociedad de Autores Nacional, que finalmente fue, la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música(SADAIC), quedando inscripto como "Socio Fundador", en el año 1936. Sus estudios musicales, comenzaron tardiamente a los 30 años, con C. PIAGGIO y C. STIANESSI en solfeo, piano y violín, luego con T. RODRIGUEZ CASTRO en armonía, mas tarde ingresaría al Conservatorio Nacional de Musica de Buenos aires a cargo de Alberto WILIAMS, en donde se perfecciona en piano y contrapunto, bajo la atenta mirada del Maestro E. FORNARINI y del mismo WILIAMS.
FILIBERTO Director: su carrera como director de Orquesta de los organos Municipales y Nacionales comienza en 1938 a cargo de la "ORQUESTA POPULAR DE ARTE FOLKLÓRICO", en 1948, su batuta ya dirigía a cuarenta músicos con la "ORQUESTA DE MÚSICA POPULAR", a cargo del Ministerio de Educación de la Nación, para en 1956, funcionar como la "ORQUESTA DE MÚSICA ARGENTINA Y DE CÁMARA", pos morten (1964), se llamo "ORQUESTA JUAN DE DIOS FILIBERTO DE MÚSICA ARGENTINA Y DE CÁMARA", finalmente y por Decreto Presidencial en 1973 la rebautizaron "ORQUESTA NACIONAL DE MUSICA ARGENTINA JUAN de DIOS FILIBERTO", siendo su actual Director Osvaldo PIRO.
Todo esto comenzó con su inolvidable "ORQUESTA PORTEÑA", de la cual lamentablemente, han quedado muy pocos registros, dos (1932/36) en el sello ODEON y dos (1941/59), en R.C.A. VICTOR (BMG).
Francisco de Caro: n un cuarteto donde Carlos Marcucci era el bandoneonista, hizo sus primeras armas frente al público en el café "El Parque" allá por 1917. De allí pasó a Montevideo tocando en diversos lugares y al regreso forma parte de la orquesta de su hermano Julio, donde plasmó su personalidad musical e hizo junto a él su carrera, su popularidad y sus éxitos, actuando en Uruguay, Brasil, Italia y Francia.
Notable ejecutante, puede decirse que creó una nueva escuela pianística del tango que daría estímulo a otros colegas; fue un innovador si se quiere.
Su biografía está resumida en la de su famoso hermano Julio De Caro.
En la composición musical debutó en 1916 con el tango "Luciérnaga" dando luego "Mala Pinta", "Flores Negras", "Loca Bohemia", "Triste", "Páginas Muertas", "Sueño Azul", "Dos Lunares", "Un Poema", "Bibelot", "El Bajel", "Pura Labia", "Colombina", "Por Un Beso", "Poema de Amor", "Aquel Amor", "Don Antonio", "Mala Pata", "Mi Diosa", "Adios Tristeza", total unas cincuenta obras.
A Carlos Gardel lo conoció por 1920-21 pues iba todas las noches a esperar en la confitería "El Telégrafo", de Corrientes y Uruguay, a una actriz de la compañía del teatro "Apolo" que al no corresponderle hizo que no volviera más el cantor por esa esquina. Por ese tiempo actuaba él en un café cercano.
Los años los distanciaron un poco, hasta que en 1931 al rodarse "Luces de Buenos Aires" en Francia los unió de nuevo cada cual en su menester dentro de la labor fílmica. Pero una noche hallándose juntos en el camarín del teatro "Palace" donde actuara por entonces Gardel en París, alguien se acercó diciendo: "Carlos una mujer quiere hablarte. «—Andá, Francisco, a ver quien es», le dijo. Fue y volvió diciendo:
«Carlitos es "La Palangana": (Así llamaban a una hermosa mujer española largada al delito y usada como carnada por distinto truhanes). «Ya sé, un mangazo seguro», repuso Gardel.
Salió con él y ya el «pechazo>> de aquella mujer se hizo oír. Lo que me llamó la atención fue que Carlitos no se rehusó a aquel pedido. Así era", afirmó.
Como Carlitos le grabó "Mi Diosa", versos de José de Grandis, está en esta recopilación.
Francisco De Caro nació en Buenos Aires el 23 de marzo de 1898 y falleció allí el 31 de julio de 1976.
Troilo: Fue uno de esos contados artistas que nos hacen preguntar qué misterio, qué magia produjo semejante comunión con el público. Como ejecutante del bandoneón no fue un estilista como Pedro Maffia, ni un virtuoso como Carlos Marcucci, ni un creador múltiple como Pedro Laurenz, ni un fraseador como Ciriaco Ortiz. Pero de todos tuvo algo y fue, fundamentalmente, él mismo, personalidad y sentimiento en la expresión. Como director de orquesta cultivó un estilo netamente tanguero, equilibrado, sin efectismos y de buen gusto. Supo rodearse de los mejores ejecutantes de acuerdo a sus ideas musicales; eligió buenos cantores, que a su lado invariablemente dieron le mejor de sí, a punto tal que una vez alejados de su orquesta, a lo sumo parcialmente y por poco tiempo rindieron al mismo nivel. Supo además elegir el repertorio sin doblegarse ante las imposiciones de las empresas grabadoras. Finalmente, fue un inspirado compositor, creador de temas que perdurarán, lo mismo que sus versiones de obras ajenas, transformadas en clásicos a través del tiempo.
Han dicho que tenía algo de Maffia, pero si alguien ha influido más claramente en su forma de tocar, en la de hacer conversar al bandoneón, en la capacidad de conmover estirando las notas en sus fraseos, ése ha sido Ciriaco Ortiz. Tocaba ligeramente inclinado hacia adelante, los ojos cerrados, la papada colgando. Pasado el tiempo, comentó: "Se dice que yo me emociono demasiado a menudo y que lloro. Sí, es cierto. Pero nunca lo hago por cosas sin importancia".
El bandoneón lo atrapó cuando lo escuchó sonar en cafés de su barrio. Tenía 10 años cuando convenció a la madre de que le comprara uno. Lo obtuvieron a 140 pesos de entonces, a pagar en 14 cuotas, pero luego de la cuarta el comerciante murió y nunca nadie les reclamó el resto. Con ese instrumento tocó casi toda su vida. Su primer contacto con el público fue a los 11 años, en un escenario próximo al Abasto, bullicioso mercado frutihortícola convertido hoy en un shopping center. Luego integró una orquesta de señoritas, y a los 14 años ya tuvo la ocurrencia de formar un quinteto. En diciembre de 1930 integró el renombrado sexteto conducido por el violinista Elvino Vardaro y el pianista Osvaldo Pugliese, donde Pichuco tuvo de ladero por primera vez a Ciriaco Ortiz. El segundo violín del conjunto era Alfredo Gobbi (hijo), luego célebre director de orquesta. De ese mítico sexteto no quedó ningún registro discográfico.
En 1931 realizó Troilo una breve incursión en la orquesta de Juan Maglio "Pacho". Al promediar ese año se reencontró con Ortiz en la orquesta Los Provincianos, una de las varias creadas por el sello Víctor, fundamentalmente para grabaciones. Más tarde se integró a una orquesta gigante formada por el violinista Julio De Caro para presentarse en un concurso en el Luna Park (estadio cerrado para boxeo y espectáculos diversos). Pasó luego brevemente por las orquestas de Juan D'Arienzo, Angel D'Agostino, Luis Petrucelli y por la Típica Victor, dirigida en ese momento por otro bandoneonista de nombradía, Federico Scorticatti.
Troilo formó parte del Cuarteto del 900, con el acordeonista Feliciano Brunelli, Elvino Vardaro y el flautista Enrique Bour. Luego se suma a la orquesta gigante del pianista Juan Carlos Cobián para los carnavales de 1937, su última parada antes de lanzarse con su propia orquesta. El hecho ocurrió el 1º de julio de ese año en la boite Marabú, donde un letrero anunciaba: "Hoy debut: Aníbal Troilo y su orquesta". Y otro proclamaba: "Todo el mundo al Marabú / la boite de más alto rango / donde Pichuco y su orquesta / harán bailar buenos tangos".
Ese mismo año conoce a Ida Calachi, muchacha de origen griego empleada en un local nocturno. Se casa con ella al año siguiente, cuando también llega por primera vez al disco. Esto ocurrió en el sello Odeón el 7 de marzo de 1938 con los tangos "Comme il faut", de Eduardo Arolas, y "Tinta verde", de Agustín Bardi. Sin embargo, por conflictos con la empresa no registró ninguna otra placa, hasta que en 1941 volvió a grabar para Víctor. Lo hizo el día 4 de marzo de aquel año con su cantor emblemático, Francisco Fiorentino, popularmente conocido como Fiore. La orquesta de Troilo grabó hasta el 24 de junio de l971, día en que dejó registrada la última de sus 449 versiones. A éstas hay que agregar las inolvidables realizaciones plasmadas por Pichuco junto al guitarrista Roberto Grela, con la colaboración de Edmundo Zaldívar en guitarrón y Enrique Kicho Díaz en contrabajo. Este admirable cuarteto grabó doce temas a lo largo del período junio 1955 - septiembre 1956. En 1962 volvieron a reunirse para llevar al disco diez temas más, aunque esa vez junto a Troilo-Grela estaban Roberto Láinez en guitarra, Ernesto Báez en guitarrón y Eugenio Pro en contrabajo.
En 1968 formó el Cuarteto Aníbal Troilo para grabar en Victor 11 tangos y una milonga. Lo acompañaban Ubaldo De Lío (guitarra), Rafael Del Bagno (contrabajo) y Osvaldo Berlinghieri (piano). Habría que sumar dos dúos de bandoneón con Astor Piazzolla en 1970, cuando registraron "El motivo", de Cobián, y "Volver", de Carlos Gardel. Se arriba así a un total de 485 grabaciones editadas, aunque se supone que existen varias otras que no llegaron al público.
Cantores de gran relieve en la historia del tango pasaron por su orquesta, como Fiorentino, Alberto Marino, Floreal Ruiz, Edmundo Rivero, Jorge Casal, Raúl Berón, Roberto Rufino y Roberto Goyeneche. Sus pianistas se convirtieron sistemáticamente en directores de orquesta: así ocurrió con Orlando Goñi, José Basso, Carlos Figari, Osvaldo Manzi, Osvaldo Berlinghieri y José Colángelo.
Como compositor, Troilo creó un extenso número de obras fundamentales. Algunos de sus títulos más notables son "Toda mi vida", "Barrio de tango", "Pa' que bailen los muchachos", "Garúa", "María", "Sur", "Romance de barrio", "Che, bandoneón", "Discepolín", "Responso", "Patio mío", "Una canción", "La cantina", "Desencuentro" y "La última curda".
Fue un personaje mítico de Buenos Aires, a quien, como describió un poeta, "un 18 de mayo el bandoneón se le cayó de las manos".
Pugliese: Pianista, director, compositor. (2 de diciembre de 1905 - 25 de julio de 1995) Su padre, Adolfo, obrero del calzado, intervenía como flautista aficionado en cuartetos de barrio que cultivaban el tango. Dos hermanos mayores tocaban violín: Vicente Salvador, "Fito", y Alberto Roque, más consecuente que el primero y por muchos años ligado a la música. A Osvaldo fue el padre quien le impartió las primeras lecciones de solfeo, y comenzó a balbucear con el violín también, pero pronto se inclinó por el piano, aunque don Adolfo tardó cierto tiempo en comprar el costoso instrumento. Tras formarse en conservatorios de la vecindad, a la edad de 15 años se inició profesionalmente en el llamado "Café de La Chancha", así bautizado por los parroquianos en alusión a la poca higiene del dueño.
Poco después, ya en un conocido café del Centro de Buenos Aires, integró el conjunto de la primera mujer bandoneonista que tuvo el tango, Francisca "Paquita" Bernardo. Ascendiendo en su carrera, Osvaldo se incorporó al cuarteto de Enrique Pollet, luego a la famosa orquesta de Roberto Firpo, y en 1927 ya era pianista de la orquesta del gran bandoneonista Pedro Maffia, de la que se desvinculó, junto al violinista Elvino Vardaro, para formar un conjunto a nombre de ambos, que se sabe fue de avanzada, pero del cual no han quedado grabaciones.
Vardaro-Pugliese debutaron en el café Nacional, para emprender luego una extensa gira por el interior del país. Los acompañaba como representante-gerente el poeta Eduardo Moreno, autor de la letra del tango "Recuerdo", el más célebre de los firmados por Pugliese, y también, propuesta por Moreno, la cancionista Malena de Toledo. La gira fue un fracaso económico, y Vardaro debió empeñar su arco "Sartoris" para pagar los pasajes de regreso.
Pugliese se asoció luego con otro violinista, Alfredo Gobbi, formando un conjunto, uno de cuyos bandeonistas era el jovencísimo Aníbal Troilo. Aquello duró pocos meses, tras lo cual formó su primer elenco propio al lograr la oportunidad de actuar en un par de locales. Posteriormente integró dos dúos, primero con Gobbi y luego con Vardaro, para actuar en emisoras de radio. En 1934, cuando el bandoneonista Pedro Laurenz -ex De Caro, como Maffia- formó orquesta, Pugliese ocupó el piano, ocasión en que escribió los primeros arreglos sobre un par de tangos, entre ellos "La Beba", que le pertenece. En 1936 integró el conjunto del bandoneonista Miguel Caló, aún enrolado en la tendencia "decareana", y de esta manera fue encauzando sus ideas estéticas sobre el tango. Hasta 1938 formó Pugliese nuevas agrupaciones que no se consolidaron, e intentó sin éxito estructurar una cooperativa de trabajo, como expresión de sus ideas comunistas.
Su definitiva proyección hacia el tango que pretendía se inició el 11 de agosto de 1939, al presentarse de nuevo en el café Nacional. Amadeo Mandarino era el cantor de su debutante orquesta. Luego de un tiempo rearmó el conjunto, ya con Augusto Gauthier como vocalista. Pugliese era director, pianista y arreglador de ese conjunto, que, esa vez sí, funcionaba como una cooperativa. Desde un café del barrio de Villa Crespo saltaron a la radio más importante del momento, El Mundo, gestándose una importante hinchada que los seguía, compuesta por fanáticos de su estilo y adeptos al Partido Comunista.
La continuidad en la labor le permitió afianzar su concepción, apoyado en el aporte de compañeros suyos como el contrabajista Aniceto Rossi, tan importante para darle el sentido rítmico que necesitaba. Fundamental fue el bandoneón de Osvaldo Ruggiero, quien permaneció junto a Pugliese hasta 1968, profundamente consustanciado con el director. Y otro tanto puede decirse del violinista Enrique Camerano, nacido -dijo alguien- para tocar con Pugliese. Este se afirmaba como el más fiel exponente del estilo decareano, pero con una rotunda marcación rítmica, atractiva para el bailarín sin por ello sacrificar calidad.
De suma importancia, para cuando su orquesta llegó al disco en 1943, fue la aparición de Roberto Chanel, cantor recio, de voz nasal y estilo "compadrito" que dejó 31 grabaciones. Buscando un vocalista contrastante, Pugliese incorporó luego a Alberto Morán, dramático y sensual, de rara aptitud para la media voz y perfecto acople con el acompañamiento orquestal. Su atractivo para las mujeres no fue igualado por ningún otro cantor. Quedaron de Morán 48 obras grabadas. Apenas 8 registró a su vez, entre 1949 y 1950, Jorge Vidal, otra de las voces importantes en la historia de esta orquesta. Entre los cantores posteriores sobresalieron, aunque con repertorios de irregular calidad, Jorge Maciel y Miguel Montero.
Dentro de la década del '40, Pugliese grabó algunos temas instrumentales propios con los que se anticipó a la vanguardia. Es el caso de "La yumba" (convertido en algo así como el himno de su orquesta), "Negracha" y "Malandraca". Por estos dos últimos se lo considera un precursor en el empleo de la síncopa y el contrapunto, adelantándose a Horacio Salgán y Astor Piazzolla. Otros importantes tangos que Pugliese escribió e interpretó son, ante todo, el mencionado "Recuerdo", y "La Beba", "Adiós Bardi", "Recién", "Barro", "Una vez" y "El encopao".
Por años, la orquesta de Osvaldo Pugliese estuvo prohibida para la radiodifusión, como medida de censura política, pero ello no logró mermar su popularidad.
Salgan: Horacio Salgán es uno de los tangueros más completos que tuvo este género. Sus arreglos hechos en 1960 o en 1970 son dignos de ser vanguardistas en el 2000, o inclusive más adelante. No por nada el mismo Astor Piazzolla, al escuchar a este músico por primera vez, dijo con el alma que dejaría el tango porque nunca podría arreglar como Salgán. Por suerte esto sólo fue un despilfarro momentáneo, pero lo cierto es que Horacio Salgán fue, es y será siempre un gran ejemplo para todos los músicos que deseen estudiar el tango a fondo. Su carrera comienza a los 16 años, tocando en un cine de Villa del Parque, habiendo estudiado piano en una escuelita del barrio de Caballito. Luego, ha tocado en varias formaciones, hasta que, previo estar tocando bajo la dirección de Roberto Firpo, en 1944 forma su primera orquesta, en la cual participa como cantante Edmundo Rivero.
Salgán siempre buscó nuevas posibilidades armónicas en el tango, y por este motivo no tuvo la confianza de las compañías discográficas a la hora de entrar en un estudio de grabación. Esto fue lo que provocó la disolución de su primer orquesta, hasta que en 1950 formó su segunda orquesta, la cual duró hasta 1957, disolviéndose por motivos similares.
Luego de estos intentos se junta con el guitarrista Ubaldo de Lío, y esto le hizo tener más éxito, ya que al tener Salgán un sonido bastante influenciado por las armonías de jazz, con un golpe brillante e inconfundible, la guitarra eléctrica de De Lío hacía de este dúo uno muy interesante y único.
Ya por 1960 se formó el mítico Quinteto Real, formado por Salgán, Pedro Laurenz, Enrique Mario Francini y Rafael Ferro. Este quinteto pasó luego a llamarse "Nuevo Quinteto Real" cuando Leopoldo Federico reemplazó al desaparecido Pedro Laurenz. También por este quinteto han pasado grandes figuras, como Antonio Agri y Quicho Díaz, entre otros.
Cabe destacar entre sus composiciones, las de "A Fuego Lento", "La Llamó Silbando", y "Don Agustín Bardi", entre otras.
D arienzo: En 1936 irrumpe victorioso Juan D’Arienzo en el disputado territorio de la popularidad. Acababa de cumplir 35 años, uno menos que Julio De Caro -estilísticamente ubicado en el otro extremo del espectro musical del tango- era estrella desde 1924 y D’Arienzo comenzó a serlo cuando Pablo Osvaldo Valle lo llevó a la flamante radio El Mundo. Lo cual no quiere decir, de ninguna manera, que D’Arienzo fuera un tanguista tardío. Como casi todos los musicantes de aquellos tiempos se inició en el tango de chiquilín. Con Angel D’Agostino al piano, el bandoneonista Ernesto Bianchi -por apodo, Lechuguita- y Ennio Bolognini -hermano de Remo y de Astor- tocó, de muy chico, en teatritos de tres al cuatro. Su primera actuación memorable, que el mismo no memora bien, data de 1919. El 25 de junio de aquel año, la compañía Arata-Simari-Franco estrenó, en el teatro Nacional, la pieza cómica de Alberto Novión El cabaret Montmartre. D’Arienzo , en un reportaje del año 1949, dijo que el tocó en aquel estreno: "Con D’Agostino y yo en el violín tomamos parte en el estreno del sainete de Alberto Novión El cabaret Montmartre/.../. En la obra aparecía una pequeña orquesta típica, dirigida por nosotros, y que acompañaba a Los Undar’s, famosa pareja de baile integrada por la Portuguesa y El Morocho, dos ases del tango canyengue". El doctor Luis Adolfo Sierra ha establecido, empero, que en el estreno de aquella pieza tocó la orquesta de Roberto Firpo. Cuando ésta (Firpo, al piano; Cayetano Puglisi, al violín; Pedro Maffia y Juan Bautista Deambroggio, a los bandoneones, y Alejandro Michetti, a la bateria) se alejó el 1º de setiembre de aquel año, fue reemplazada por la de D’Arienzo-D’Agostino.
De allí en más, D’Arienzo continuó vinculado al teatro. Acompañó, siempre con D’Agostino al piano, a Evita Franco, que tenía su edad y cantaba bellamente tangos como Loca, Entra no más o Pobre milonga; tañó su violín en la jazz de Frederickson y formó luego una orquesta con D’Agostino, en la que este, naturalmente, tocaba el piano; el otro violín lo hacía Mazzeo; en los bandoneones estaba n Anselmo Aieta y Ernesto Bianchi, y Juan Puglisi en el contrabajo.
Cuando D’Agostino hizo rancho aparte, lo reemplazó Luis Visca, que por aquellos años componía Compadrón. Aquel era un sexteto.
Y llegamos a 1935, que es un año clave en la performance de D’Arienzo; que es el año en que realmente aparece el D’Arienzo que todos recordarnos. Eso ocurre cuando se incorpora a su orquesta Rodolfo Biaggi, un pianista que había tocado con Pacho, que había acompañado a Gardel en algunas grabaciones, que había tocado también con Juan Guido y con Juan Canaro. D’Arienzo actuaba por entonces en el Chantecler. La incorporación de Biaggi significó el cambio de compás de la orquesta de D’Arienzo, que pasó del cuatro por ocho al dos por cuatro; mejor dicho, retornó al dos por cuatro, al compás rápido y juguetón de los tangos primitivos.
Cuando Biaggi lo abandonó en 1938 para formar su propia orquesta, D’Arienzo ya se había identificado para siempre con el dos por cuatro. Frente al ritmo marcial de Canaro, a la trivialidad un tanto murguística de Francisco Lomuto, a los arrestos sinfonistas de De Caro, D’Arienzo aportaba al tango un aire fresco, juvenil y vivificador. El tango, que había sido un baile alardoso, provocativo, casi gimnástico, se vio un día convertido, al decir de Discépolo, en un pensamiento triste que se puede bailar... Se puede... El baile había pasado a ser subsidiario hoy; sólo que entonces había sido desplazado por la letra y por los cantores y ahora lo es por el arreglo. Y bien: D’Arienzo devolvió el tango a los pies de los bailarines y con ello hizo que el tango volviera a interesar a los jóvenes. El "rey del compás" se convirtió en el rey de los bailes, y haciendo bailar a la gente ganó mucho dinero, que es una linda forma de ganarlo.
Los tangófilos menosprecian a D’Arienzo. Lo consideran una suerte de demagogo del tango. Pero D’Arienzo -como ha señalado muy bien José Luis Macaggi- hizo posible ese renacimiento del tango que ha dado en llamarse “la década del cuarenta” una década que es para el tango algo así, mutatis mutandis, lo que el siglo de oro para la literatura española.
Es claro que el tango no comienza en 1940. Tampoco los tanguistas de 1940 son más importantes que los de 1910 o 1920 (como Cervantes no fue más importante que Berceo o que el rey Alfonso). A veces se niega, con criterio entre esteticista y estetizante, a Canaro, a Contursi, a Azucena Maizani, a Luis Roldán, a los pioneros, a los que pusieron, bien o mal, los cimientos sobre los que se ha edificado el complicado edificio del tango. Piazzolla se ha quejado alguna vez de que siempre se toca la música de los muertos... ¡Por Dios! Es como quejarse porque los chicos de las escuelas leen a Miguel Cané y a José Hernández.
Una vez que tuvo éxito con el nuevo compás, que encandiló a los bailarines del Chantecler y que la radio El Mundo difundió en todo el país, D’Arienzo comenzó a teorizar sobre si mismo.
Ignoro si el merito de D’Arienzo consistió inicialmente en sugerir, en proyectar o meramente en dejar hacer. Tampoco vale la pena demorarse en denigrar las concesiones lamentables que el maestro hizo a la chabacanería, en composiciones tan ordinarias como El Tarta o El Hipo. Mejor olvidar todo eso. En todo caso, esa chabacanería algún paralelismo guardaba con el tono original del tango, con la impronta plebeya que los compadritos pusieron al tango en las academias, en los cafés de camareras, en los bailes del Politeama y del Skating Ring, vale la pena, en cambio, detenerse en las teorizaciones d’arienzanas.
En 1949 decía D’Arienzo: "A mi modo de ver, el tango es, ante todo, ritmo, nervio, fuerza y carácter. El tango antiguo, el de la guardia vieja, tenía todo eso, y debemos procurar que no lo pierda nunca. Por haberlo olvidado, el tango argentino entró en crisis hace algunos años. Modestia aparte, yo hice todo lo posible para hacerlo resurgir. En mi opinión, una buena parte de culpa de la decadencia del tango correspondió a los cantores. Hubo un momento en que una orquesta típica no era más que un simple pretexto para que se luciera un cantor. Los músicos, incluyendo al director, no eran mas que acompañantes de un divo más o menos popular. Para mi, eso no debe ser. El tango también es música, como ya se ha dicho. Yo agregaría que es esencialmente música. En consecuencia, no puede relegarse a la orquesta que lo interpreta a un lugar secundario para colocar en primer plano al cantor. Al contrario, es para las orquestas y no para los cantores. La voz humana no es, no debe ser otra cosa que un instrumento más dentro de la orquesta. Sacrificárselo todo al cantor, al divo, es un error. Yo reaccioné contra ese error que generó la crisis del tango y puse a la orquesta en primer plano y al cantor en su lugar. Además, traté de restituir al tango su acento varonil, que había ido perdiendo a través de los sucesivos avatares. Le imprimí así en mis interpretaciones el ritmo, el nervio, la fuerza y el carácter que le dieron carta de ciudadanía en el mundo musical y que había ido perdiendo por las razones apuntadas. Por suerte, esa crisis fue transitoria, y hoy ha resurgido el tango, nuestro tango, con la vitalidad de sus mejores tiempos.
Mi mayor orgullo es haber contribuido a ese renacimiento de nuestra música popular."
Esto es lo que decía D’Arienzo, a través de aquel gran periodista, de aquel maestro del reportaje que fue Andrés Muñoz. Y bien: el mismo día que D’Arienzo decía esas cosas, o casi el mismo día, Aníbal Troilo, con Edmundo Rivero, grababa El último organito. Allí el cantor estaba en primer plano y, sin embargo, eso era tango puro, y en la más exigente antología sonora aquella bellísima versión no debería estar ausente.
Por lo demás, también D’Arienzo puso, a veces, al cantor en primer plano, y aunque lo hizo correr a la velocidad de la orquesta, buscó un éxito adicional y menospreciable en letras tan penosas como las nombradas o como Chichipia o El nene del Abasto.
En 1975, un mes antes de su muerte, D’Arienzo volvió a teorizar: "La base de mi orquesta es el piano. Lo creo irremplazable. Cuando mi pianista, Polito. se enferma, yo lo suplanto con Jorge Dragone. Si llega a pasarle algo a éste no tengo solución. Luego el violín de cuarta cuerda aparece como un elemento vital. Debe sonar a la manera de una viola o de un cello. Yo integro mi conjunto con el piano, el contrabajo, cinco violines, cinco bandoneones y tres cantores. Menos elementos, jamás. He llegado a utilizar en algunas grabaciones hasta diez violines"
Sin duda, los resultados logrados por la orquesta de D'Arienzo no justificaban tanto derroche instrumental, ni justificaban tener el primer violín a un artista como Cayetano Puglisi. Con igual numero de instrumentos la orquesta de Troilo obtuvo, en 1946, ese prodigio de sonoridad que es la versión de Recuerdos de bohemia. Pero esa es otra cuestión. Lo cierto es que, en 1975, en plena vanguardia, D’Arienzo seguía sosteniendo que "sí los músicos retornaran a la pureza del dos por cuatro, otra vez reverdecería el fervor por nuestra música y, gracias a los modernos medios de difusión, alcanzaríamos prevalencia mundial"
Volver al dos por cuatro primitivo significa, sin embargo, borrar a Canaro, borrar a Cobián, borrar a De Caro, borrar a todos los tanguistas del Cuarenta. ¿Vale la pena?
D’Arienzo, al fin de su carrera, cultivó el estilo camp; por supuesto, sin saberlo y sin proponérselo. La gente lo veía gesticular frente a los músicos y los cantores; lo veía con simpatía, había algo de nostalgia y algo de burla. Por supuesto, el compás de la orquesta se llevaba tras de si los pies de los bailarines. Y los pies de los bailarines siguen yéndose con el compás cuando suenan los discos de D’Arienzo, y su figura continua suscitando una gran simpatía. Se la merece por lo que hizo por el tango al promediar la década de 1930.
Piazola: Astor Pantaleón Piazzolla, bandoneonista, pianista, director, compositor y arreglador (11 de marzo de 1921 – 4 de julio de 1992). Piazzolla no es sólo el músico de tango más célebre en el mundo, sino también un compositor cultivado por notables concertistas internacionales, conjuntos de cámara y orquestas sinfónicas. Es posible que haya llevado al tango hasta sus límites, tan lejos -estéticamente hablando- que muchos tanguistas no tuvieron capacidad de acompañarlo ni de entenderlo. A los que sí lo siguieron, y a los que vinieron después, les legó el difícil problema de sustraerse, aunque sea en parte, de su influencia y de encontrar un nuevo rumbo después de su obra. El "postpiazzollismo" es hasta ahora una colección de intentos, importantes algunos pero insuficientes.
Su inserción en el medio tanguero de Buenos Aires comenzó en 1938, precisamente la época en que el tango despertaba aceleradamente de su relativo letargo, iniciado alrededor de 1930. La relación de Piazzolla con ese medio fue complicada, mezcla de amor y desprecio, de admiración y resquemor. Pero su lucha, que era la de un artista tan dotado como innovador, contra la mediocridad y el conservadurismo, la libró desde el interior del tango, con profundas raíces en él, tocando con orquestas ajenas o propias en palcos de café o en oscuros clubes suburbanos. Este barro ya no lo tienen en sus botas los postpiazzollanos.
A pesar de esta raigambre y de la profunda esencia tanguera de todo lo que hacía Astor, incluso cuando se trataba de otra música, desde mediados de los '50 se extendió entre sus detractores una muletilla presuntamente descalificadora: "Piazzolla no es tango", como expresión absoluta del quietismo y la intolerancia. No obstante ese antagonismo, varios tangos fueron escritos en su homenaje, uno de ellos por Julio De Caro, figura capitular del género, testimoniando la admiración que despertaba ese personaje áspero y combativo, que rompía todos los moldes.
Astor Pantaleón nació en 1921 en Mar del Plata, cuando este puerto pesquero del Atlántico, 420 kilómetros al sur de Buenos Aires, era a la vez un balneario aristocrático, aún no masivo. En 1924 pasó a vivir con sus padres en Nueva York, donde en 1929 sobrevino su encuentro con el bandeoneón. En 1932 compuso su primer tango, "La catinga", nunca difundido, e intervino como actor infantil en "El día que me quieras", film cuya estrella era Carlos Gardel.
Ya de regreso en Mar del Plata, en 1936 comienza a formar parte de conjuntos locales y a conducir incluso uno que adoptaba el estilo del Sexteto Vardaro, que a partir de 1933 había intentado una audaz superación estilística, desdeñada por las grabadoras. Su líder, el violinista Elvino Vardaro, tocaría muchos años después para Piazzolla.
En 1938 llegó a Buenos Aires, donde, luego de pasar brevemente por varias orquestas, fue incorporado a la del bandoneonista Aníbal Troilo, que se había constituido en 1937 y jugó un papel trascendental en el apogeo del tango en los dos decenios siguientes. Además de bandoneón de fila, Astor fue allí arreglador y ocasional pianista, en apurado reemplazo de Orlando Gogni (o Goñi), tan brillante como incumplidor. Troilo prohijó a Piazzolla, pero también recortó su vuelo para ceñirlo a los límites de su estilo, que no debía trasponer la capacidad del oído popular.
El ímpetu renovador de Astor comenzó a desplegarse en 1944, cuando abandonó a Troilo para dirigir la orquesta que debía acompañar al cantor Francisco Fiorentino. Aquella fue la extraordinaria conjunción de un vocalista enormemente popular y un músico de talento único. Quedaron de ese binomio 24 temas grabados, con versiones descollantes (los tangos "Nos encontramos al pasar", "Viejo ciego" y "Volvió una noche", entre otros). La serie incluye los dos primeros instrumentales registrados por Piazzolla: los tangos "La chiflada" y "Color de rosa".
Tras aquella experiencia inaugural, Astor lanzó su propia orquesta en 1946, todavía ajustada a los cánones tradicionales del género. Como tal se instaló desde su inicio entre las agrupaciones más avanzadas, junto a las de Horacio Salgán, Francini-Pontier, Osvaldo Pugliese, Alfredo Gobbi y el propio Troilo. Entre sus cantores sobresalió Aldo Campoamor. Hasta 1948 grabó un total de 30 temas, entre ellos versiones antológicas de tangos como "Taconeando", "Inspiración", "Tierra querida", "La rayuela" o "El recodo". Entre los registros se destacan cinco obras del propio Piazzolla, que ya anuncian -particularmente en los casos de "Pigmalión" y "Villeguita"- al genial compositor.
Este surge muy pronto en toda su hondura y originalidad con tangos de inigualada inspiración: "Para lucirse", "Prepárense", "Contratiempo", "Triunfal", "Contratiempo" y "Lo que vendrá". Esas piezas son incorporadas al repertorio de importantes orquestas, como las de Troilo, Francini-Pontier, Osvaldo Fresedo y José Basso, muchas veces con arreglos escritos por el propio Piazzolla. Mientras tanto, su orquesta graba entre 1950 y 1951 cuatro obras, dos de ellas en un memorable disco de 78 revoluciones: los viejos tangos "Triste" y "Chiqué".
En los primeros años '50 Piazzolla dudó entre el bandoneón y el piano, y pensó volcarse a la música clásica, en la que ya venía incursionando como compositor. Con esas ideas se trasladó en 1954 a Francia, becadopor el Conservatorio de París, pero la musicóloga Nadia Boulanger lo persuadió de desarrollar su arte a partir de lo que le era más propio: el tango y el bandoneón. Allí graba en 1955, con las cuerdas de la Orquesta de la Opera de París, Martial Solal al piano y él mismo en bandoneón, 16 temas, todos suyos salvo dos. Aquello fue un nuevo torrente de asombrosa melopea, con tangos como "Nonino" (antecedente del célebre "Adiós, Nonino", emocionada despedida a la muerte de su padre), "Marrón y azul", "Chau, París", "Bandó", "Picasso" y otros.
De regreso en la Argentina, Piazzolla se desplegaría en dos direcciones. Por un lado, la orquesta de bandoneón y cuerdas, con la que dio a conocer una nueva generación de tangos suyos, de actitud ya rupturista, como "Tres minutos con la realidad", "Tango del ángel" y "Melancólico Buenos Aires". Su repertorio incluía por entonces también tangos tradicionales releídos y otros más actuales de diferentes músicos, como "Negracha" (Pugliese), "Del bajo fondo" (José y Osvaldo Tarantino) o "Vanguardista" (José Bragato). La orquesta contaba con el cantor Jorge Sobral, ya que Astor quería extender al tango canción su propuesta renovadora.
La otra gran empresa de Piazzolla en esa época fue la creación del Octeto Buenos Aires, en el que reunió a ejecutantes de gran nivel y con el cual subvirtió todo lo conocido en tango hasta entonces. Hay quienes juzgan a ese Octeto como el cénit artístico de toda su carrera. Aquel conjunto, que grabó sólo dos long-plays medianos, se dedicó sobre todo a reinterpretar grandes tangos tradicionales, como "El Marne", "Los mareados", "Mi refugio" o "Arrabal".
En 1958 Piazzolla se estableció en Nueva York, donde vivió circunstancias muy difíciles. De aquella infeliz etapa quedó su experimento de jazz-tango, que él mismo juzgó con dureza -excesiva tal vez- por la concesión comercial que supuso. Pero al retornar a Buenos Aires en 1960 creó otro de los conjuntos fundamentales de su trayectoria: el Quinteto Nuevo Tango (bandoneón, piano, violín, guitarra eléctrica y contrabajo), que causó furor en ciertas franjas de público, entre ellas el universitario.
Esta formación, cuyos integrantes fueron cambiando con el tiempo, frecuentó un repertorio variado, que incluyó nuevos tangos del director, como "Adiós, Nonino", "Decarísimo", "Calambre", "Los poseídos", "Introducción al ángel", "Muerte del ángel", "Revirado", "Buenos Aires Hora 0" y "Fracanapa", entre otros. Con la voz de Héctor de Rosas realizó notables versiones de "Milonga triste" y tangos como "Cafetín de Buenos Aires", "Maquillaje", "Nostalgias" y "Cuesta abajo", entre otros.
En 1963 retornó a un fugaz Nuevo Octeto, que no alcanzó el óptimo nivel del anterior pero le permitió incorporar nuevos timbres (flauta, percusión, voz). Entre las diversas realizaciones de esos años intensos, sobresalen dos acontecimientos de 1965. Uno es el concierto que con el Quinteto ofrece en el Philarmonic Hall of New York, dando a conocer la Serie del Diablo y la completada Serie del Ángel, además de "La mufa". A su vez, graba en Buenos Aires una serie de excepcionales composiciones suyas sobre poemas y textos de Jorge Luis Borges (con su mitología de cuchilleros de arrabal), con el cantor Edmundo Rivero y el actor Luis Medina Castro. Ese mismo año dio a conocer "Verano porteño", primero de los valiosísimos tangos que conformarán las Cuatro Estaciones.
Comienza luego su producción con el poeta Horacio Ferrer, con quien creó la operita María de Buenos Aires (que comprende el admirable "Fuga y misterio") y una sucesión de tangos. En 1969 lanzaron "Balada para un loco" y "Chiquilín de Bachín", que de pronto le proporcionaron a Piazzolla éxitos masivos, a los que no estaba habituado. Ese año los grabó por partida doble, con la cantante Amelita Baltar y con el cantor Roberto Goyeneche.
En 1972, en otro gran momento de Piazzolla y tras haber registrado el año anterior el magnífico LP "Concierto para quinteto", formó Conjunto 9, con el que grabó "Música contemporánea de la ciudad de Buenos Aires", como trascendiendo la discusión sobre la tanguidad. Los álbumes que realizó ese noneto incluyen los sobresalientes "Tristezas de un Doble A", "Vardarito" y "Onda nueve". Tras abandonar nuevamente la Argentina, Astor inició su fructífera etapa italiana, donde entre otras obras dio a conocer "Balada para mi muerte", con la cantante Milva, "Libertango" y la conmovedora "Suite troileana", que escribió en 1975 bajo el impacto que le causó la noticia de la muerte de Troilo.
Tres años después compuso y grabó con orquesta una serie de obras dedicadas al campeonato mundial de football, esa vez disputado en la Argentina, durante la sangrienta dictadura militar implantada en 1976, que manipuló políticamente ese torneo. Se trató de un deplorable paso en falso de Piazzolla.
En 1979, de nuevo con su quinteto, presentó "Escualo", entre otros temas. A lo largo de aquellos años y los siguientes, Astor unió su talento al de artistas de diversos orígenes, como George Moustaki (para quien compuso los bellísimos temas "Hacer esta canción" y "La memoria"), Gerry Mulligan y Gary Burton. Entre otras variadas performances, el disco recogió una apoteótica actuación del quinteto en 1987 en el Central Park de Nueva York. La última formación de Piazzolla fue un sexteto, que sumaba un segundo bandoneón al quinteto y reemplazaba el violín por el violoncello.
Además de obras de concierto y música para cerca de 40 películas, Astor concibió numerosísimas piezas breves (tangos o no) omitidas en esta apretada reseña. Entre ellas figuran "Juan Sebastián Arolas", "Contrabajeando" (escrito con Troilo), "Tanguísimo", "La calle 92", "Oblivion", "Años de soledad", "Los pájaros perdidos", "Lunfardo", "Bailongo", "Vuelvo al Sur" y la serie "La camorra". Bucear en la inmensa obra de Piazzolla, encontrar partituras y arreglos o idear otros nuevos es hoy la fascinante tarea de músicos de todo el mundo.
Bueno, no son cortas, pero es lo que encontre asi que lo vas a tener que resumir vos. Que te sirva y suerte en la leccion.
2006-11-04 06:25:55
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answer #4
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answered by rulo610 3
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