viven en cualquier lugar comun para vivir cualquier araña,
el veneno en grandes cantidades puede ser mortal para el ser humano,
Pero por lo general una picadura comun y corriente no es mortal para el ser humano, pero es altamente infecciosa
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2006-11-03 07:13:14
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answer #1
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answered by CAMALEON 7
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Si quieres ver resultados, si quieres eliminar la vergüenza por las manchas de sudor que aparecen en su ropa entonces ponle fin al sudor con la ayuda del libro Adiós Sudor de aquí https://tr.im/1KFiZ
Esta libro Adiós Sudor, es un ejemplar electrónico (ebook) que enseña detalladamente todo lo que debe hacer una persona que sufre de grandes niveles de sudor para estar siempre seca.
El autor del manual es Joaquín Rogers. Él estudió por mucho tiempo el tema de la sudoración y dio con la alternativa comprobada a este mal tan desagradable, una decisión que ahora está al ámbito de todos porque todos tienen el derecho de eliminar este mal de su vida, el derecho de existir felices y en paz.
2016-07-08 03:16:02
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answer #2
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answered by amy 3
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Creo que su habitacle normal esta en las Américas en su conjunto pues no tengo tampo el interes de saberlo pues con solo oir su nombre las aborrezco esta clase de animales tan criminales para la humanidad.
2006-11-03 21:44:02
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answer #3
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answered by Anonymous
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creo que pueden estar en la selva o en los desiertos . Su veneno es mortal , pero hay otra araña con un veneno mas fuerte que la viuda negra ...
2006-11-03 07:25:57
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answer #4
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answered by Anonymous
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América del Norte, Central y Sur, y su veneno rigidez muscular en hombros, espalda y tórax
sudoración aumentada
salivación aumentada
respiratorios
dificultad respiratoria
en ojos, oídos, nariz y garganta
inflamación de los párpados
párpados caídos
la temperatura de la piel en el área de la picadura tiende a estar más caliente que en el área circundante
en piel
erupción
prurito
gastrointestinales
náuseas y/o vómito
en el sistema nervioso
inquietud
ansiedad
dolor de cabeza
vértigo
despues investiga mas,....!!!!
2006-11-03 07:16:19
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answer #5
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answered by leunamdro 3
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Se le nombra así a cualquiera de varias arañas emparentadas, sobre todo a una especie tropical que vive en América del Norte, Central y Sur. La hembra es imponente (mide aproximadamente 2.5 cm. de largo, incluyendo las patas), triplica el tamaño del macho y puede llegar a pesar 30 veces más que su consorte; es de color negro brillante, con una marca roja en forma de reloj de arena de aproximadamente 2 centímetros de en la cara inferior del abdomen; los machos son la mitad de largos y suelen tener cuatro pares de puntos rojos a lo largo de los costados del abdomen, rara vez se les ve y son inofensivos.
Son animales elegantes, de hábitos nocturnos y tendencia pacífica, pero atacan si son perturbados.
El macho es quien al final de la cópula, generalmente se convierte en el alimento del día. De ahí el nombre de Araña Viuda Negra.
2006-11-03 07:13:54
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answer #6
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answered by Jimmy 3
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J.Miñano
Es muy posible que ésta sea la primera referencia histórica a la ‘terrible’ Latrodectus o viuda negra. Para España, la primera cita que he encontrado se remonta a 1834 y proviene —no podía ser de otra forma— de un trabajo que lleva por título: Sobre los daños del Theridion Malmignatus (Graells, 1834), que fue seguido de otra memoria: Noticia de varios hechos que confirman la propiedad ponzoñosa del Latrodectus malmignatus Walckenaer, por el Sr. don Mariano de la Paz Graells, profesor de zoología en el real Museo de ciencias naturales de Madrid, miembro de varias corporaciones científicas (Graells, 1842), ambas publicadas en francés. Los trabajos hacen referencia, previsiblemente, a Latrodectus tredecimguttatus e historian algunos accidentes acaecidos en la provincia de Tarragona en los años 1830, 1833 y 1841 a consecuencia de la proliferación extraordinaria en esos años de esta araña (que Graells relaciona con la abundancia de ‘saltamontes’).
Resultan enternecedoras algunas anécdotas, a la par que dignas de admiración las opiniones de Graells al respecto. Por ejemplo, en la página 212 puede leerse: ‘Los envenenamientos producidos en el verano de 1830 por una araña, en la localidad llamada de Plá, en la campiña de Tarragona, llamaron la atención de la Academia Real de Medicina y de Cirugía de Barcelona, que envió, para examinar los hechos, dos de sus miembros, quienes, por desgracia, estaban poco versados en entomología. De esta forma, el resultado de la misión no colmó las expectativas de la Academia, puesto que sus enviados participaron en una vulgar prevención contra todas las arañas en general, pues su imaginación, ya llena de Tarántulas, se representa a esta famosa especie como un ser fantástico, y descubrieron, en los enfermos que visitaron, la célebre enfermedad de Tarento del ilustre Baglivi; no creo que los enviados hayan abandonado ni por un instante la idea que ya les dominaba al salir de Barcelona para cumplir su misión: ¡tanta prevención es funesta para poder juzgar sanamente las cosas!’.
Nuestro célebre entomólogo tenía razón. El ‘Tarantismo’ era por aquellos años una enfermedad preocupante producida por la mordedura de la araña Lycosa sp. muy abundante en la región mediterránea y que se curaba haciendo bailar a la víctima hasta caer desfallecida una música sincopada que actualmente mantiene un nombre acorde con su origen: tarantela. Nada de esto es cierto en realidad, pero en 1875 la Facultad de Medicina todavía recomendaba la práctica de esta música. Para más curiosidades puede verse Melic (1995) además de la explicación que facilita Franganillo (1917), tan coherente con su condición de religioso y época: ‘Y ¿quiénes eran las víctimas del tarantismo? ¿quiénes sentían los síntomas de fiebre tan singular, que se curaba con ridículos bailoteos? Precisamente las jóvenes que entraban en pubertad o eran de temperamento muy nervioso e irritable. Y ¿cuándo? Cuando los calores del estío hacían hervir más la sangre’. El caso es que los miembros de la Academia de Barcelona fueron a Tarragona con un diagnóstico ya formulado (espléndida frase, por cierto: ‘leur imagination, dejà pleine de tarentules...’) y los hechos no hicieron sino ‘confirmar’ la idea previa. Para su desgracia, Graells estaba ahí y cuando ‘la comisión rindió cuentas a la Academia de sus investigaciones, presentó un frasco de cristal prácticamente lleno de arañas conservadas en alcohol que, en su opinión, eran todas tarántulas, y además venenosas’ que fue entregado, para su estudio, a Graells. Este encontró todo tipo de géneros y especies y ninguna tarántula, pero sí algunos ejemplares de Latrodectus que le resultaron ‘sospechosos’. Así que Graells se cuenta entre los primeros investigadores que lejos de responsabilizar de toda ‘picadura’ de araña a la tarántula sospechó —en 1830— de la peligrosidad de Latrodectus.
Rossi (1790), descriptor de la viuda negra europea Latrodectus tredecimguttatus, ya sabía que la tarántula (es decir, Lycosa sp.) no era peligrosa. Con un curioso sentido de su deber como científico —según cuenta Franganillo (1917)— ...obligó a una tarántula a morder el pie de un aldeano dormido, para proceder a continuación a tomar buena nota de los síntomas del pobre hombre, el cual ‘sólo’ padeció un fuerte dolor local, desvanecimientos y ligeros delirios (e imaginamos que una cierta indignación por su participación involuntaria en el experimento).
El tarantismo, con el tiempo, fue dejando paso al araneismo y más tarde al latrodectismo. Es enorme el número de leyendas, costumbres y mitos en torno a este éste último y a los métodos de curación. Desportes (1937), por ejemplo, refiere que en Marruecos la ‘Bouseha’ (=’araña venenosa’ en oposición a Tila) es acusada de matar perros, gatos y ovejas y otros grandes animales a los que ‘muerden en los órganos genitales’. Aunque pueda parecer extravagante, la observación puede ser perfectamente razonable si está referida a una araña abundante en ciertas zonas: Latrodectus schuchii. Esta araña tiene la costumbre de construir sus nidos entre arbustos bajos (en España, a alturas que suelen oscilar entre los 30 y 50 cm de altura), lo que sitúa los genitales de cualquier mamífero de tamaño medio en el lugar menos indicado si se circula entre sus grandes nidos. Por cierto que los indígenas marroquíes curan a las víctimas con un sistema que recuerda vagamente al aplicado al aquejado de tarantismo: la sudoración intensa, aunque en este caso, en lugar de hacer bailar a la víctima se la introduce en un pozo calentado previamente por una gran hoguera y dejándoles fuera sólo la cabeza. El sistema también es parecido al utilizado en Córcega, donde la víctima es introducida en un horno (Desportes, 1937). Pero si todo esto parece brutal, todavía es peor el remedio que según F. Pickard-Cambridge (1902) era aplicado en la isla canaria de Hierro, consistente en tratar a la víctima con ‘...internal doses of human excrement’, todo lo cual permite suponer que algunas de las posibles víctimas de Latrodectus lo fueron en realidad de los remedios aplicados
2006-11-03 07:22:55
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answer #7
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answered by Anonymous
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no recuerdo onde vive pero es de las mas venenosas de todo el planeta.
respondeme esto:
http://espanol.answers.yahoo.com/question/index;_ylt=AudMjN_MMxHWPfPqwE86RFnYEQx.?qid=20061103092657AA7UELv
2006-11-03 07:12:50
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answer #8
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answered by Anonymous
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Es muy posible que ésta sea la primera referencia histórica a la ‘terrible’ Latrodectus o viuda negra. Para España, la primera cita que he encontrado se remonta a 1834 y proviene —no podía ser de otra forma— de un trabajo que lleva por título: Sobre los daños del Theridion Malmignatus (Graells, 1834), que fue seguido de otra memoria: Noticia de varios hechos que confirman la propiedad ponzoñosa del Latrodectus malmignatus Walckenaer, por el Sr. don Mariano de la Paz Graells, profesor de zoología en el real Museo de ciencias naturales de Madrid, miembro de varias corporaciones científicas (Graells, 1842), ambas publicadas en francés. Los trabajos hacen referencia, previsiblemente, a Latrodectus tredecimguttatus e historian algunos accidentes acaecidos en la provincia de Tarragona en los años 1830, 1833 y 1841 a consecuencia de la proliferación extraordinaria en esos años de esta araña (que Graells relaciona con la abundancia de ‘saltamontes’).
Resultan enternecedoras algunas anécdotas, a la par que dignas de admiración las opiniones de Graells al respecto. Por ejemplo, en la página 212 puede leerse: ‘Los envenenamientos producidos en el verano de 1830 por una araña, en la localidad llamada de Plá, en la campiña de Tarragona, llamaron la atención de la Academia Real de Medicina y de Cirugía de Barcelona, que envió, para examinar los hechos, dos de sus miembros, quienes, por desgracia, estaban poco versados en entomología. De esta forma, el resultado de la misión no colmó las expectativas de la Academia, puesto que sus enviados participaron en una vulgar prevención contra todas las arañas en general, pues su imaginación, ya llena de Tarántulas, se representa a esta famosa especie como un ser fantástico, y descubrieron, en los enfermos que visitaron, la célebre enfermedad de Tarento del ilustre Baglivi; no creo que los enviados hayan abandonado ni por un instante la idea que ya les dominaba al salir de Barcelona para cumplir su misión: ¡tanta prevención es funesta para poder juzgar sanamente las cosas!’.
Nuestro célebre entomólogo tenía razón. El ‘Tarantismo’ era por aquellos años una enfermedad preocupante producida por la mordedura de la araña Lycosa sp. muy abundante en la región mediterránea y que se curaba haciendo bailar a la víctima hasta caer desfallecida una música sincopada que actualmente mantiene un nombre acorde con su origen: tarantela. Nada de esto es cierto en realidad, pero en 1875 la Facultad de Medicina todavía recomendaba la práctica de esta música. Para más curiosidades puede verse Melic (1995) además de la explicación que facilita Franganillo (1917), tan coherente con su condición de religioso y época: ‘Y ¿quiénes eran las víctimas del tarantismo? ¿quiénes sentían los síntomas de fiebre tan singular, que se curaba con ridículos bailoteos? Precisamente las jóvenes que entraban en pubertad o eran de temperamento muy nervioso e irritable. Y ¿cuándo? Cuando los calores del estío hacían hervir más la sangre’. El caso es que los miembros de la Academia de Barcelona fueron a Tarragona con un diagnóstico ya formulado (espléndida frase, por cierto: ‘leur imagination, dejà pleine de tarentules...’) y los hechos no hicieron sino ‘confirmar’ la idea previa. Para su desgracia, Graells estaba ahí y cuando ‘la comisión rindió cuentas a la Academia de sus investigaciones, presentó un frasco de cristal prácticamente lleno de arañas conservadas en alcohol que, en su opinión, eran todas tarántulas, y además venenosas’ que fue entregado, para su estudio, a Graells. Este encontró todo tipo de géneros y especies y ninguna tarántula, pero sí algunos ejemplares de Latrodectus que le resultaron ‘sospechosos’. Así que Graells se cuenta entre los primeros investigadores que lejos de responsabilizar de toda ‘picadura’ de araña a la tarántula sospechó —en 1830— de la peligrosidad de Latrodectus.
Rossi (1790), descriptor de la viuda negra europea Latrodectus tredecimguttatus, ya sabía que la tarántula (es decir, Lycosa sp.) no era peligrosa. Con un curioso sentido de su deber como científico —según cuenta Franganillo (1917)— ...obligó a una tarántula a morder el pie de un aldeano dormido, para proceder a continuación a tomar buena nota de los síntomas del pobre hombre, el cual ‘sólo’ padeció un fuerte dolor local, desvanecimientos y ligeros delirios (e imaginamos que una cierta indignación por su participación involuntaria en el experimento).
El tarantismo, con el tiempo, fue dejando paso al araneismo y más tarde al latrodectismo. Es enorme el número de leyendas, costumbres y mitos en torno a este éste último y a los métodos de curación. Desportes (1937), por ejemplo, refiere que en Marruecos la ‘Bouseha’ (=’araña venenosa’ en oposición a Tila) es acusada de matar perros, gatos y ovejas y otros grandes animales a los que ‘muerden en los órganos genitales’. Aunque pueda parecer extravagante, la observación puede ser perfectamente razonable si está referida a una araña abundante en ciertas zonas: Latrodectus schuchii. Esta araña tiene la costumbre de construir sus nidos entre arbustos bajos (en España, a alturas que suelen oscilar entre los 30 y 50 cm de altura), lo que sitúa los genitales de cualquier mamífero de tamaño medio en el lugar menos indicado si se circula entre sus grandes nidos. Por cierto que los indígenas marroquíes curan a las víctimas con un sistema que recuerda vagamente al aplicado al aquejado de tarantismo: la sudoración intensa, aunque en este caso, en lugar de hacer bailar a la víctima se la introduce en un pozo calentado previamente por una gran hoguera y dejándoles fuera sólo la cabeza. El sistema también es parecido al utilizado en Córcega, donde la víctima es introducida en un horno (Desportes, 1937). Pero si todo esto parece brutal, todavía es peor el remedio que según F. Pickard-Cambridge (1902) era aplicado en la isla canaria de Hierro, consistente en tratar a la víctima con ‘...internal doses of human excrement’, todo lo cual permite suponer que algunas de las posibles víctimas de Latrodectus lo fueron en realidad de los remedios aplicados.
2006-11-03 07:13:32
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answer #9
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answered by Anonymous
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