HISTORIA DE LAS CAMPANAS
La historia de las campanas se pierde en la noche de los tiempos. Es opinión generalizada la que atribuye las primeras fundiciones en bronce a la villa de Campania en Italia.
También se dice que el uso de las campanas aparece en la Iglesia Occidental, en el siglo VII y en la Oriental, parece que no se usaron antes del siglo IX, apareciendo las primeras campanas en Santa SofÃa de Constantinopla.
Antes del uso de las campanas, aparecen otros instrumentos de convocatoria, como son: Tabletas o láminas de madera, golpeándolas unas contra otras; una barra de metal, bocinas o trompetas (prescritas por la Regla de San Pacomio para congregar a los monjes).
Cuando se pusieron en uso las campanas, en un principio, no habÃa más que una en cada iglesia, multiplicándose posteriormente. Al crecer el número de campanas, como asimismo el volumen de las mismas, se vio la necesidad de construir torres para colocarlas debidamente y para que la sonoridad de las mismas pudiera esparcirse más.
Durante los años 604 al 606 se mandó que en todas las iglesias católicas se colocaran campanas que tocasen en los divinos oficios, misas solemnes y festividades.
Lo más curioso de las campanas y sus toques es que tienen poco que ver con la imagen que tenemos de ellos. Muchos piensan que solo se toca para llamar, para avisar, y sin embargo la inmensa mayorÃa de los toques tradicionales servÃan para acompañar, para informar, para indicar la pertenencia a una misma comunidad.
El toque del “Ãngelus” es uno de ellos. Se tocaba tres veces: al amanecer, que en muchas poblaciones significaba la apertura de las murallas y el principio de la actividad comercial y artesanal, toque de mediodÃa, que coincidÃa con las doce solares y al atardecer marcando el final de la jornada laboral y el cierre de algunos portales de las murallas.
La sonoridad de las campanas es más importante. Más que la grandeza y el peso.
Hasta bien entrado este siglo existÃan los campaneros. Antaño oficio muy considerado, estos hombres conocÃan una gran variedad de toques, muchos de ellos perdidos. El toque de agonÃa, se tocaba desde el momento en que entraba uno en agonÃa hasta que fallecÃa. Tocando con toque de badajo acompasados y con pausas con las cuerdas.
Toque de rebato, toque de fuego, eran toques para convocar a los vecinos frente a cualquier peligro. Tocaban campanas seguidas y con cuerda.
Toque del perdido, cuando una persona se perdÃa a altas horas de la noche, se orientaba al toque de la campana llamada de los perdidos.
Toque de tempestad, con el propósito de espantar a la tempestad. En algunos casos murieron electrocutados los campaneros y los sacerdotes encargados de tocar las campanas. La gente creÃa que las campanas alejaban la tormenta, el toque contra la tormenta solÃa coincidir con la salida del cura a esconjurar, si pese a todo, tronaba mucho es que el cura era mal esconjurador o que el campanero tocaba mal.
OFICIO DE LAS CAMPANAS
Las voces de las campanas, fomentan las relaciones espirituales y nos ayudan sobrenaturalmente recordándonos aquella festividad que se conmemora o aquella función religiosa que va a celebrarse; excitan en nosotros sentimiento de tristeza, si doblan a muertos, o nos dan alegrÃa, si sus repiques recuerdan alguna efemérides célebre o algún acontecimiento que no debe pasar desapercibido, o incluso, nos dan a veces la señal de alarma, por algún peligro que se cierne sobre nosotros.
Da pena, considerando todos estos oficios, saber que en algunas poblaciones nuestras, no sabemos con qué fines, las campanas han quedado mudas.
Las campanas son voz de esperanza, voz de consuelo, voz de amor.
En un ritual diocesano antiguo, se nos dice que son como las trompetas de Dios de los ejércitos, que convocan las milicias de la cruz al pie de los altares para romper fuego contra el infierno.
El gran literato Luis Veuillot nos dice que la voz de las campanas es voz dulcÃsima de oración, que recorre campos, trepa las montañas, se cierne sobre los valles, atraviesa los tupidos bosques, y domina, sobre todo, el ruido humano.
BAUTISMO DE LAS CAMPANAS
Poniendo de manifiesto la importancia de las campanas a la solemnidad con que se realiza su bautizo, cuyo acto ritual cumple el Obispo, o su delegado revestido con capa pluvial blanca, acto que tiene lugar de la manera siguiente: se reza por quien bendice junto con los otros Ministros asistentes los Salmos 50, 53, 56, 66, 69, 85 y 129. Se bendice la sal y el agua con la que se lava la campana; después se seca con un trapo, rezando los otros Salmos. El Oficiante hace con el pulgar de la mano derecha sobre la campana una cruz con el aceite de la Santa Extremaunción; y dice una oración que se refiere a las trompetas de los hebreos convocadoras del pueblo, y después, bendice la campana, invocando las virtudes de los metales fundidos contra los elementos diabólicos y adversos.
Limpia la campana de la cruz hecha; el coro canta la antÃfona con el Salmo 28; entre tanto el Oficiante practica siete cruces con el dedo mojado en aceite en el exterior, y con el Crisma, cuatro en el interior, diciendo: Sancti ficetur et conse cratur, Domine, signum istud. In nomine Pa tris, et Fi lii, et Spiritus Sancti. In honorem Sancti N. Pax tibi. Otra oración bendicional, esparcimiento por dentro de la campana del humo del incienso, rezo del Salmo 76 y, por fin, lectura por el diácono del Evangelio introirit Jesus quoddam castelium del capÃtulo 10 de San Lucas.
Cuando en los dÃas de Jueves Santo y Viernes Santo, las campanas enmudecen, tocan para señalar las fiestas o actos del culto, la matraca, que es una rueda de madera que hay en el campanario y que al dar vueltas los mazos de madera de que está compuesta, resuenan como unos timbales destemplados, produciendo un sonido seco y extraño, que no obstante de sus pequeñas dimensiones, se percibe el sonido a bastante distancia.
Cuando en un campanario, se coloca una campana nueva bautizada y apadrinada, era costumbre en aquellos tiempos, que el Señor Deán, u otro miembro del Cabildo Catedralicio, se trasladara al lugar de procedencia y con un diapasón medÃa el sonido de la mencionada campana, y soplando con dicho instrumento, comprobaba sus notas nominales.
El diapasón: es un instrumento usado para comprobar el sonido o nota que ha de producir.
Las campanas simbolizan a los Prelados, predicadores y confesores, y asà como ellos llaman a los fieles para que vayan a escuchar la Palabra Divina; a rezar y pedir a Dios, por el cumplimiento de todas las obligaciones del buen cristiano, los Predicadores y confesores con su ejemplo y persuasión, han de atraer a los fieles.
La dureza del metal de las campanas, significó la fortaleza y la constancia de los Prelados y Predicadores para reprender los vicios.
La Misa Mayor, se toca para aquellos fieles que concurren a presenciar el más grande Sacramento del Amor a Jesucristo y al alzar la Hostia se toca la campana más grande del campanario, en cumplimiento de la disposición de Gregorio IX, en 1240, para que los fieles que no estén en la Iglesia, recen con reverencia y pidan a Dios en aquellos momentos de augusta adoración.
Cuando se quiere anunciar que en una Iglesia hay sermón, se toca una sola campana, simbolizando que es un solo Evangelio el que predica la Iglesia, una sola doctrina y una sola ley de Cristo y la Palabra Divina.
Son tres toques de oración cotidianos, que todo el mundo conoce; son por la mañana, en rememoraciones de la Resurrección; al mediodÃa, en memoria de la Pasión y el vespertino, que es el más solemne, en recuerdo del supremo momento de la Encarnación.
Durante los dÃas antes citados de Semana Santa, no se tocan las campanas al igual que a los Obispos, Pastores y Predicadores evangélicos, en los cuales en semejanza al sÃmbolo bello que enmudecieron huyendo de la Pasión en aquellas fechas que estuvo Jesucristo en el Sepulcro hasta que resucitó.
En cambio, en las grandes festividades que la Iglesia conmemora, suenan todas las campanas para representar la gran y cabal alegrÃa de la Iglesia Militante, a la imitación de la Triunfante.
Una disposición canónica dice que las catedrales tengan cinco o más campanas; las parroquias dos o tres; y las Iglesias de Ordenes mendicantes u Oratorios particulares, una.
En los Concilios celebrados en 1584, 1585 y 1590, prohibieron que las campanas se destinen a otros usos que los religiosos; pero en el siglo XVI, la Congregación de obispos y regulares dispensó de tal prohibición en casos de utilidad pública, como todos recordarán haberlos oÃdo, anunciando fuego, mal tiempo, etc.
En época de los romanos las campanas tenÃan diferentes fines: indicaban la apertura del mercado, la hora de baños, avisaban el paso de los criminales al suplicio, la aproximación de un eclipse y otros acontecimientos en los que era costumbre señalarlos con las campanas. Además, se colgaban en el cuello de las bestias como amuleto para ahuyentar los lobos.
Hasta el siglo XIII, fueron de reducidas dimensiones las campanas, debido a las dificultades existentes. El Rey Roberto, regaló en el siglo XI a la Iglesia de Orléans, una campana que tenÃa por grande y tan solo pesaba 2.600 libras.
La de Canterbury, se necesitaron veinticuatro hombres para tocar una campana.
La más antigua de las campanas de la iglesia, es la de Chumascah, en Irlanda, de antes del siglo IX y de 8 pulgadas de diámetro y un pie de altura.
La de Toledo (siglo XVI) tiene tres metros de diámetro y pesa aproximadamente 40.000 libras.
La de la Torre Nueva del Pilar de Zaragoza, según dicen pesa 9.000 kg.
En Francia, la más gruesa es la de Montmatre, que pesa 18 toneladas.
La de Birma en Amarapura, pesa 117.000 kg.
La más colosal de Europa, es y ha sido la de Colonia (Alemania).
Al lado de estas enormes campanas, parece que las de Gerona han de hacer un mal papel, pero no es asÃ. Sin llegar a esos pesos extraordinarios, está la "Beneta" de la Catedral, que pesa 4.800 Kgs. y bien cerca de los 2 ms. de diámetro y en cuanto a sonoridad y antigüedad también es digna de tener en cuenta.
Desde el siglo XII, las inscripciones de las campanas se hacÃa fundiendo el metal, pero desde mediados del siglo XIII se pone la fecha a relieve, mejorando la parte estética.
La sonoridad de nuestras campanas, es lo más importante, más que la grandeza y el peso, sonoridad que no deja de tener un vivo interés, debido a la manera que ha sido construida y la composición de sus metales.
La misión de los campaneros, es llamar a los fieles a los actos del Culto, pero tienen otras misiones. Y en efecto, por el sonido de las campanas, se extiende a los cuatro vientos la fiesta religiosa que se está celebrando o se celebrará.
2006-11-04 02:33:14
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answer #2
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answered by nitzahom 5
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