Edad Media
Historia (occidente)
Protohistoria
Edad Antigua Antigüedad clásica
Antigüedad tardÃa
Edad Media Alta Edad Media
Baja Edad Media
Plena Edad Media
Crisis de la Edad Media
siglo XV
Edad Moderna
siglo XVI
siglo XVII
siglo XVIII
Edad Contemporánea siglo XIX
siglo XX
siglo XXI
Edad Media es el término utilizado para referirse a un perÃodo de la historia europea que transcurrió desde la desintegración del Imperio Romano de Occidente, en el año 476 d.C, siglo V, hasta el siglo XV con la caÃda de Constantinopla en 1453. También se señala como fecha de término la de la invención de la imprenta, en 1450.
Periodización
La Edad Media suele dividirse convencionalmente en dos periodos, llamados Alta Edad Media y Baja Edad Media, ambas expresiones surgidas de una mala traducción del idioma alemán, y que significan "temprana" y "tardÃa", respectivamente. Se ha propuesto también llamar a los primeros siglos de la Alta Edad Media como Antigüedad TardÃa u otras denominaciones similares como Edad Oscura, pero dicha terminologÃa no es universalmente aceptada. (Ver Historia#División del tiempo histórico).
aunque se dice que fue un periodo de estancamiento debido a que en tanto tiempo no se notó gran diferencia ya que se desarrollo a lo largo de 200 años; en realidad es una de las epocas con más avances que conoce en total
Ãpoca de los Reinos Germanorromanos (siglos V, VI y VII)
Mapa con las principales civilizaciones e imperios hacia el año 820La caÃda del Imperio Romano.
Ningún evento concreto determina el fin de la Antigüedad y el inicio de la Edad Media: ni el saqueo de Roma por los godos dirigidos por Alarico I en el 410, ni el derrocamiento de Rómulo Augústulo (último emperador romano de Occidente) fueron sucesos que sus contemporáneos consideraran iniciadores de una nueva época. La culminación a finales del siglo V de una serie de procesos de larga duración, entre ellos la grave dislocación económica, las invasiones y el asentamiento de los pueblos germanos en el Imperio romano, hizo cambiar la faz de Europa. Durante los siguientes 300 años, la Europa occidental mantuvo una cultura primitiva aunque instalada sobre la compleja y elaborada cultura del Imperio romano, que nunca llegó a perderse u olvidarse por completo.
Los Reinos Germanorromanos
En el año 395 falleció el emperador Teodosio. En esos tiempos, pocos ciudadanos de Occidente podÃan pensar que de hecho iban a dejar de pertenecer al Imperio poco más de medio siglo después. El Imperio Romano habÃa pasado por invasiones externas y guerras civiles terribles en el pasado. HacÃa escaso tiempo que Teodosio habÃa logrado nuevamente unificar bajo un solo centro ambas mitades del Imperio, y el triunfo de la nueva religión de Estado, el Cristianismo niceno, parecÃa apoyar desde los Cielos a un Imperium Romanum Christianum y a una dinastÃa que venÃa ejerciendo el poder desde hacia más de treinta años.
El gobierno de Teodosio habÃa encauzado los afanes de protagonismo polÃtico de los más ricos e influyentes senadores romanos y de las provincias occidentales. Además, la dinastÃa habÃa sabido encauzar acuerdos con la poderosa aristocracia militar, en la que se enrolaban nobles germanos que acudÃan al servicio del Imperio al frente de soldados bárbaros unidos por lazos de fidelidad hacia ellos. Al morir, Teodosio confió el gobierno de Occidente y la protección de su joven heredero Honorio al general Estilicón, hijo de un noble oficial vándalo que habÃa contraÃdo matrimonio con Serena, sobrina del propio Teodosio. Sin embargo, cuando en el 455 murió asesinado Valentiniano III, nieto del gran Teodosio, una buena parte de los descendientes de aquellos nobles occidentales que tanto habÃan confiado en los destinos del Imperio parecieron ya desconfiar del mismo. Máxime cuando en el curso de dos decenios pudieron darse cuenta de que el gobierno imperial recluido en Rávena era cada vez más presa de los exclusivos intereses e intrigas de un pequeño grupo de altos oficiales del ejército itálico. Muchos de éstos eran de origen bárbaro y cada vez confiaban más en las fuerzas de sus séquitos armados de soldados convencionales y en los pactos y alianzas familiares que pudieran tener con otros jefes bárbaros instalados en suelo imperial junto con sus propios pueblos, que desarrollaban cada vez más una polÃtica autónoma.
Necesitados de mantener una posición de predominio social y económico en sus regiones de origen, reducidos sus patrimonios fundiarios a dimensiones provinciales, y ambicionando un protagonismo polÃtico propio de su linaje y de su cultura, estos representantes de las aristocracias tardorromanas occidentales habrÃan acabado por aceptar las ventajas de admitir la legitimidad del gobierno de dichos reyes bárbaros, ya muy romanizados, asentados en sus provincias. Al fin y al cabo, éstos, al frente de sus soldados, podÃan ofrecerles bastante mayor seguridad que el ejército de los emperadores de Rávena. Además, el avituallamiento de dichas tropas resultaba bastante menos gravoso que el de las imperiales, por basarse en buena medida en séquitos armados dependientes de la nobleza bárbara y alimentados con cargo al patrimonio fundiario provincial de la que ésta ya hacÃa tiempo se habÃa apropiado. Menos gravoso para los aristócratas provinciales pero también para los grupos de humildes que se agrupaban jerárquicamente en torno a dichos aristócratas, y que, en definitiva, eran los que habÃan venido soportando el máximo peso de la dura fiscalidad tardorromana. Unas monarquÃas bárbaras, en definitiva, que, como más débiles y descentralizadas que el viejo poder imperial, estaban también más dispuestas a compartir el poder con dichas aristocracias provinciales, máxime cuando en el seno mismo de sus gentes tales monarcas desde siempre habÃan visto su poder muy limitado por una nobleza basada en sus séquitos armados.
Pero para llegar a esta situación, a esta auténtica acomodación, a esta metamorfosis del Occidente romano en romano-germano, no se habÃa seguido una lÃnea recta; por el contrario, el camino habÃa sido duro, zigzagueante, con ensayos de otras soluciones, y con momentos en que parecÃa que todo podÃa volver a ser como antes. Ãsta será en lo fundamental la historia del siglo V, que en algunas regiones pudo incluso prolongarse hasta bien entrado el VI como consecuencia, entre otras cosas, de la llamada Reconquista de Justiniano.
El Cristianismo y los bárbaros
La expansión del cristianismo entre los bárbaros constituyó una poderosa fuerza fusionadora de culturas y ayudó a asegurar que algunos vestigios de la ley romana y del latÃn continuaran en Francia, Italia, España y Portugal. Sólo en Inglaterra el cristianismo romano sucumbió ante las creencias paganas. Los francos se convirtieron al catolicismo durante el reinado de Clovis y, a partir de entonces, expandieron el cristianismo entre los germanos del otro lado del Rin. Por su parte, los bizantinos extendieron el cristianismo ortodoxo entre los búlgaros y los eslavos.
El cristianismo fue llevado a Irlanda por San Patricio a principios del siglo V, y desde allà se extendió a Escocia, desde donde regresó a Inglaterra por la zona norte. A finales del siglo VI, el Papa Gregorio el Grande envió misioneros a Inglaterra desde el sur. En el transcurso de un siglo, Inglaterra volvió a ser cristiana.
En Irlanda, por su parte, habÃa sobrevivido una comunidad cristiana, aislada de Europa por la barrera pagana de los anglosajones. Con el tiempo evolucionaron de manera diferente al cristianismo continental, haciendo florecer el cristianismo celta. Estos cristianos celtas conservaron mucho de la antigua tradición latina, la cual compartieron con Europa continental apenas la oleada invasora se hubo calmado un poco. En el siglo VI, los irlandeses saltaron a Inglaterra, y en el siglo VII fundaron monasterios en la Galia, en Suiza (Saint Gall, e incluso en Italia, destacándose particularmente los nombres de Columba y Columbano. Como consecuencia de esto, las Islas Británicas fueron durante unos tres siglos el vivero de importantes nombres para la cultura: el historiador Beda el Venerable, el misionero Bonifacio de Alemania, el educador Alcuino de York, el teólogo Juan Escoto ErÃgena, entre otros...
Ãpoca del Imperio Carolingio (siglos VIII y IX)
Ascenso del Imperio Carolingio
ArtÃculo principal: Imperio Carolingio
Hacia el siglo VIII, la situación polÃtica europea se habÃa estabilizado. En oriente, el Imperio Bizantino era fuerte otra vez, gracias a una serie de emperadores competentes. En occidente, algunos reinos aseguraban relativa estabilidad a varias regiones: Northumbria a Inglaterra, Visigotia a España, LombardÃa a Italia, y el Reino Franco a la Galia. En realidad, el "reino franco" era un compuesto de tres reinos: Austrasia, Neustria y Aquitania.
El Imperio Carolingio surge con Carlomagno a finales del siglo VIII. Sus fronteras dominaron una gran parte de la Europa Occidental aspirando a reconstruir la extensión del antiguo Imperio Romano Occidental. Aquisgrán (o Aix-la Chapelle) fue su capital. Creó las marcas para fijar las fronteras y frenar la expansión árabe. También impulso una organización del territorio con los condados. Con la muerte de Carlomagno el imperio se divide en tres quedando fragmentado con el Tratado de Verdún. El Imperio Carolingio fue la primera gran potencia polÃtica europea desde la extinción del Imperio Romano, y esto la Iglesia Católica lo reconoció, coronando a Carlomagno como Emperador de Occidente, en el año 800. Carlomagno negoció de igual a igual con otras grandes potencias de la época, como el Imperio Bizantino, el Emirato de Córdoba, y el Califato Abasida. Al mismo tiempo, mandó llamar a la intelectualidad de su tiempo a sus dominios, dándole, con la colaboración de Alcuino de York, impulso al llamado Renacimiento carolingio.
El hundimiento del Imperio Carolingio
Muerto Carlomagno en 814, toma el poder su hijo Ludovico PÃo, pero los hijos de éste se pelearon el trono, con lo que resultó la repartición del Imperio en el año 843, en el Tratado de Verdún.
Europa fue además duramente golpeada por pueblos invasores bárbaros, entre ellos los vikingos, cuyas correrÃas terminaron de destruir lo que empezaba a florecer bajo los carolingios.
Ãpoca del Feudalismo (siglos X, XI y XII)
ArtÃculo principal: Feudalismo
El sistema feudal
Caballero medieval del siglo XIII.El fracaso del proyecto polÃtico centralizador de Carlomagno llevó a la entronización sin mayores contrapesos, de un sistema polÃtico, económico y social llamado el Feudalismo. Dos instituciones eran claves para su funcionamiento:
HabÃa una jerarquÃa de señores y vasallos vinculados a través del vasallaje. Por el vasallaje, un vasallo se ofrecÃa a un señor, entablando un contrato en donde el vasallo debÃa obediencia y lealtad, y el señor debÃa protección. Ãsta era la única manera de garantizar el orden. Los privilegios de la nobleza la obligaban a encargarse de que todo funcionase. Para ello recurrieron a acuerdos de dependencia mutua conocidos con el nombre de relaciones feudo-vasalláticas, que podÃan ser de dos tipos:
Vasallaje. Es un pacto entre dos miembros de la nobleza de distinta categorÃa. El caballero de menor rango se convertÃa en vasallo del noble más poderoso por medio de la Ceremonia de Homenaje e Investidura. El vasallo prestaba homenaje al señor —humillándose ante él— y éste le investÃa dándole una espada, o bien un báculo si era religioso. El señor protegÃa al vasallo y le otorgaba un feudo (un castillo, un monasterio o un simple sueldo), a cambio, el vasallo le juraba fidelidad y estaba obligado a prestarle ayuda militar y consejo.
Encomienda. Es un pacto entre los campesinos y el señor feudal. El señor acogÃa a los campesinos en su feudo, les proporcionaba una pequeña porción de tierra (manso) para que pudieran subsistir y les protegÃa si eran atacados. A cambio, el campesino se convertÃa en su siervo y pasaba a la doble jurisdicción del señor feudal: el SeñorÃo Territorial, que obligaba al campesino a pagar una parte de sus rentas al noble; y el SeñorÃo Jurisdiccional, que convertÃa al señor feudal en gobernante y juez del territorio en el que vivÃa el campesino.
La sociedad estaba organizada de manera estamental, en los llamados estamentos u ordines: nobleza, clero y campesinado (los hombres que guerrean, los que rezan y los que trabajan, según una formuación de la época).
Nobleza feudal. Los bellatores o guerreros era la Nobleza, en ella distinguimos: La alta nobleza (marqueses, condes y duques) poseÃa grandes feudos; y la baja nobleza o caballeros (barones, infanzones, hidalgos…), con feudos pequeños, eran vasallos de los más poderosos.
Clero feudal. Los oratores o clérigos era la Iglesia: algunos formaban una élite poderosa llamada alto clero (abades, obispos), y otros más humildes (curas de pueblo o monjes) estaban subordinados a su autoridad.
Pueblo llano. Los laboratores o trabajadores, era el pueblo llano, por tanto, los más numerosos, y generalmente estaban sometidos a los otros estamentos. Estaban compuestos por campesinos, siervos de los señores feudales, y que eran los más numerosos, y por artesanos, que eran escasos y vivÃan en las pocas ciudades que habÃa. Si dependÃan del rey (realengo) y no de un señor feudal, prosperaban más.
Los tres órdenes eran consecuencia básica de la estructura social a la caÃda del Imperio Romano. AsÃ, los señores feudales eran la continuación de aquellos grandes terratenientes que habÃan imperado casi sin contrapesos (exceptuado el paréntesis carolingio) desde el siglo II, mientras que el campesinado era la continuación del antiguo agro romano. El clero, por su parte, tenÃa su lugar gracias a la influencia que la Iglesia Católica habÃa ejercido desde finales del Imperio, y comienzos de la Edad Media. El campesino lo era por herencia, y rara vez tenÃa oportunidad de ascender de nivel. El noble lo era generalmente por herencia, aunque en ocasiones podÃa alguien ennoblecerse como soldado de fortuna, después de una victoriosa carrera de armas (como fue el caso, por ejemplo, de Roberto Guiscardo). El clero, por su parte, era reclutado por cooptación. Todo esto le daba al sistema feudal una extraordinaria estabilidad, en donde habÃa "un lugar para cada hombre, y cada hombre en su lugar", al tiempo que una estraordinaria flexibilidad, porque permitÃa al poder polÃtico y económico atomizarse a través de toda Europa, desde España hasta Polonia.
Esta nueva estructura social encontró concreción en una nueva forma de arte, el llamado arte románico, cuyo antecedente más remoto es la Capilla Palatina de Aquisgrán construida en tiempos del Imperio Carolingio, y que manifestó todo su esplendor en el llamado Estilo Otónico que imperó en Alemania durante el siglo X, y comienzos del siglo XI.
La expansión del sistema feudal
La enorme flexibilidad del Feudalismo como sistema social permitió el desarrollo de dos procesos, que se retroalimentaron mutuamente favoreciendo una rápida expansión. Por una parte, al asignarle un lugar a cada persona dentro del sistema, permitió la expulsión de todos aquellos para quienes no habÃa lugar, enviándolos como colonos y aventureros militares a tierras no ganadas para la Cristiandad Occidental, expandiendo asà brutalmente sus lÃmites. Por la otra, al asegurar un cierto orden y estabilidad social para el mundo agrario, difuminando las guerras hasta convertirlas en una especie de rumor sordo de la época, permitió el inicio de la concentración de riquezas que llevarÃa a la vuelta de poco tiempo al resurgimiento económico de Europa Occidental. Irónicamente, ambos procesos terminarÃan por minar las bases del feudalismo, y llevarlo hacia su destrucción.
La expansión geográfica se llevó a cabo, o se intentó llevar a cabo, al menos, en varias direcciones. En España, después de la disolución del Califato de Córdoba en al año 1031, se creó un vacÃo de poder que los reinos feudales cristianohispánicos de Castilla, León, Navarra, Portugal y Aragón intentaron aprovechar, expandiéndose en la llamada Reconquista. En las Islas Británicas, el reino de Inglaterra intentó repetidas veces invadir a Gales, Escocia e Irlanda, con mayor o menos éxito. En Europa del Norte, acabadas las invasiones de los vikingos, las riquezas saqueadas por éstos sirvieron para adquirir productos y servicios occidentales, creando en el Mar Báltico una próspera red comercial que atrajo a los escandinavos a la civilización occidental. Muchos descendientes de vikingos, apodados los normandos, se instalaron en NormandÃa, Inglaterra, Sicilia y el sur de Italia, creando reinos centralizados y eficientes: entre ellos están Rolón, Guillermo el Conquistador y Rogerio I de Sicilia. En el este, en el año 955, Otón el Grande batió a los magiares en la Batalla del RÃo Lech y reincorporó HungrÃa a Occidente, al tiempo que comenzaba la "germanización" de Polonia, hasta entonces pagana. Poco después, en tiempos de Enrique el León (siglo XII), los alemanes se abrÃan paso a través de las tierras de los vendos, hasta el Mar Báltico. Pero sin lugar a dudas, el movimiento de expansión más espectacular, aunque finalmente fallido, fueron las Cruzadas, en donde selectos miembros de la nobleza guerrera occidental cruzaron el Mar Mediterráneo e invadieron el Medio Oriente, creando reinos de efÃmera duración.
El balance de esta expansión fue espectacular. En la época del Tratado de Verdún de 843, el sistema social cristianooccidental se extendÃa por Francia, parte de Alemania, la porción sur de las Islas Británicas, y la mitad norte de España e Italia. Un siglo después, en la época de Batalla del RÃo Lech (955), no habÃa región de Europa Occidental a salvo de los invasores bárbaros. En la época de la Batalla de Navas de Tolosa (1212), por su parte, habÃan sido "occidentalizadas" toda Italia hasta Sicilia, Escocia, Gales, cerca de la mitad de la PenÃnsula Ibérica, Polonia y Escandinavia, y las incursiones militares occidentales habÃan puesto en manos occidentales lugares tan lejanos como Constantinopla o Jerusalén, al tiempo que tierras como Lituania, Bohemia o Irlanda estaban sometidas a una presión militar occidental cada vez mayor.
Todo esto tuvo por consecuencia la creación de nuevas redes comerciales, que contribuyeron a la suerte de "milagro económico" que a veces es llamada la revolución del siglo XII.
Europa en 1328
Europa en la década de 1430
Europa en la década de 1470
Ãpoca de los burgos (siglos XIII, XIV y XV)
El surgimiento de la burguesÃa
A partir del siglo XIII, la mejora de las técnicas agrÃcolas y el consiguiente incremento del comercio hizo que la burguesÃa fuera presionando para que se facilitara la apertura económica de los espacios cerrados de las urbes, se redujeran los tributos de portazgo y se garantizaran formas de comercio seguro y una centralización de la administración de justicia e igualdad de las normas en amplios territorios que les permitieran desarrollar su trabajo, al tiempo que garantÃas de que los que vulnerasen dichas normas serÃan castigados con igual dureza en los distintos territorios.
Aquellas ciudades que abrÃan las puertas al comercio y a una mayor libertad de circulación, veÃan incrementar la riqueza y prosperidad de sus habitantes y las del señor, por lo que con reticencias pero de manera firme se fue diluyendo el modelo. Las alianzas entre señores eran más comunes, no ya tanto para la guerra, como para permitir el desarrollo económico de sus respectivos territorios, y el rey fue el elemento aglutinador de esas alianzas.
En el siglo XII surgen los burgos, ciudades en donde apareció la burguesÃa como nueva clase social. Los burgueses estaban totalmente fuera del sistema feudal, porque no eran ni señores feudales, ni campesinos, ni hombre de iglesia, sino comerciantes. "Los aires de la ciudad dan libertad" se decÃa, y con razón, puesto que quienes podÃan radicarse en las ciudades, tenÃan todo un nuevo mundo de oportunidades que explotar. No era raro que burgueses y representantes del orden feudal se miraran con desconfianza y desdén, aunque se necesitaran unos a otros, por el minuto al menos.
En los burgos surgieron muchas instituciones sociales nuevas. El desarrollo del comercio llevó aparejado consigo el del sistema financiero y la contabilidad. Los artesanos se unieron en asociaciones llamadas gremios, ligas, corporaciones, cofradÃas, o artes, según el lugar geográfico. Surgió también el trabajo asalariado, economÃa monetaria, surgimiento de la banca (crédito, préstamos, letras de cambio) algo virtualmente desconocido en el mundo feudal y el cual origina un incipiente capitalismo. También aparecen las Universidades como respuesta de los gremios de educadores.
El ocaso de la Edad Media
El final de la Edad Media llega con el final del sistema feudal. Los caballeros feudales empezaron a ser técnicamente superados por el desarrollo de técnicas militares como el arco de tiro largo, arma que los ingleses usaron para barrer a los franceses en la Batalla de Agincourt, en 1415, o la pica, usada por la infanterÃa de mercenarios suizos. Estos mercenarios se volvieron la pesadilla de los caballeros, ya que no peleaban por ideales ni honor, sino por dinero, el cual estaba a disposición de los burgueses, y no de los señores feudales, los que de esta manera pudieron armar sus propios ejércitos. Todo esto llevo al decaimiento de la era medieval.
La Iglesia Católica, disminuye su poder debido a la Reforma Protestante, además de las nuevas ideas religiosas que trajo la burguesÃa. La muestra de ello está en el fermento de las herejÃas a partir del siglo XII (cátaros, valdenses, husismo, wycliffismo, etcétera), en concepciones teológicas que intentaban rebajar el misticismo e imprimir mayor racionalidad al Catolicismo (como por ejemplo Tomás de Aquino o Guillermo de Ockham), y en la seguidilla de desórdenes en la Iglesia que culminaron en el cisma de Occidente y en la mencionada Reforma Protestante.
Disminuido el poder de estos dos grupos, en beneficio de los reyes y la burguesÃa, el derrumbe de la sociedad medieval era cuestión de tiempo. Aunque la mayor parte de la población siguió siendo campesina, y la servidumbre existió aún durante bastante tiempo, lo cierto es que ahora las novedades culturales, económicas, sociales, polÃticas, intelectuales o religiosas ya no provenÃan del castillo o el monasterio, sino de la ciudad. La mentalidad teocentrica se cambió por una antropocéntrica, lo que dio un paso importante y fundamental a la aparición de la Edad Moderna
2006-11-02 21:24:21
·
answer #11
·
answered by nitzahom 5
·
0⤊
0⤋