INTRODUCCIÓN
Pasados más de diez años de la celebración de las Jornadas "Nueva irrupción social: los niños, década de los 80", se reeditaron los textos de las ponencias y las intervenciones de los expertos en el tema. En aquellos momentos, se planteaba como un gran reto. Al final de la década de los 80, las líneas de fuerza principales de aquellas Jornadas se hicieron suficientemente patentes. El equipo interdisciplinar organizador de aquellas Jornadas, el Ámbito de Investigación y Difusión María Corral, quiso apoyar estos planteamientos con criterios científicos de expertos y de diferentes disciplinas para poder abordar el trabajo de investigación y ofrecer unas propuestas de actuación.
Este grupo de organizadores se dio cuenta de que habían empezado a surgir, al menos en la cultura occidental, y sobretodo en Europa, una serie de fenómenos y de síntomas que señalaban la existencia de unos problemas nuevos y de unas tensiones en las relaciones de los niños con los adultos, al tiempo que se descubría un retraso en el trato de los mayores con los niños. Y cuando hablamos de niños, nos referimos a los niños de edad comprendida entre los 4 y los 11 años.
Ciertamente que, en la década de los 80, convergieron toda una serie de factores y circunstancias que provocaron la explosión de la temática urgente del papel social de la infancia.
En este siglo, la historia de los hombres ha hecho una inflexión en este campo. Antes se trataba de dar al niño toda la ciencia y la experiencia acumulada por los antepasados para que la vida siguiera igual. En cambio, hoy, los descubrimientos técnicos, antropológicos, científicos, han avanzado tanto que es imprevisible intuir cómo será el mundo de mañana, con la cibernética, la automoción, la ingeniería biológica, etc.
Estas novedades, no sólo nos hacen mirar con respeto a los niños por lo que tendrán de hacedores dentro de este mundo tan diferente del nuestro, sino que hasta han llegado a poner en crisis nuestros dogmatismos en todas las esferas de la vida, lo que hace que no nos atrevamos a imponerlos a las nuevas generaciones (crisis filosóficas, sociológicas, económicas; esquemas psicológicos, etc.).
El Mayo del 68 francés representa un hito en el proceso de adelanto de los jóvenes hacia conseguir su derecho de ser escuchados y convertirse en sujetos activos en la marcha de la sociedad. Si casi en todos los sitios ya les habían dado la mayoría de edad a los 18 años, lo que entonces querían era hacerlo notar ejerciéndola con todas las consecuencias.
Después de esto es indudable que muchas personas conscientes ayudarán para que, hasta los niños, puedan ser agentes del mundo que desean para el futuro, inevitablemente muy diferente del nuestro. Se les deberá respetar y será necesario favorecer su imaginación y su creatividad.
Hasta el siglo XVIII, los niños, mezclados con los adultos, no formaban una verdadera entidad. Después se les concedió que fueran un estamento, con lo cual no tan sólo se les marginaba sino que al mismo tiempo se les impartían todas las estructuras pensadas para la sociedad. Se entiende, entonces, que este camino haya producido tantos intentos de rebeldía a lo largo de las generaciones.
En la década de los 80, con la misma crisis de la sociedad, explotaron punzantes los derechos de los niños. Preparó esta explosión el Año Internacional del Niño, promovido por la Unesco durante el 1979. Otro factor fue la tensión que produjeron los estudios psicológicos que al atribuir a los años de infancia todo el devenir de la conducta de los hombres, con sus desviaciones, incluso las patológicas, hizo que pasara necesariamente a primera fila la importancia primordial de esta edad.
La filosofía personalista, la profundización de las ciencias antropológicas, las psicologías humanistas descubrieron la importancia de las relaciones interpersonales de ternura, desde el nacimiento hasta la muerte, y aún más en la hora del nacimiento y de la misma muerte. Los pedagogos claman por la liberación del niño de una educación patológica debida a ideologías dualistas, esquizofrénicas y alienantes. Añadamos las críticas radicales a la escuela, tanto en América como en Europa, y hasta en los países comunistas.
No deja de ser curioso que, etimológicamente, la palabra "niño" signifique "el que no habla". Pues bien, los estudios del psicólogo inglés David Lewis -que se adhirió a estas Jornadas- han demostrado que los niños, cuando no saben confeccionar aún las primeras palabras, tienen ya todo un código completo de gestualización que les permite comunicarse entre ellos, a pesar de que los adultos quedemos al margen de este lenguaje, porque lo hemos olvidado. Los niños, entonces, sí que hablan a su manera, y saben expresar lo que quieren, lo que desean y lo que sueñan. Y quieren ser escuchados.
Hablar y escuchar; he aquí dos dimensiones suficientemente importantes de la vida. Quizás los adultos estemos retrasados en el hecho de no tomar una postura suficientemente abierta, sobretodo al escucharlos. Porque orientar, aconsejar y dirigir, ya lo hacemos bastante. Este retraso en tomar una postura que sea válida ante los planteamientos nuevos de los niños y ante su vida hay que tenerlo presente y reconocer que los niños muestran hoy una conciencia más evolucionada y una gran originalidad, lo que comporta que se produzca esta explosión, de la que se quiere advertir.
Habiendo detectado, entonces, la proximidad de esta irrupción, consultamos un grupo de especialistas y les encargamos un estudio para profundizar más en el problema y para poder ofrecer los resultados a la sociedad, en bien de los niños y de todo el mundo. Se buscaron especialistas en estas ciencias de la infancia, con vivencias de nuestra cultura occidental. Todos respondieron -hay que decirlo en honor a su sensibilidad profesional por el tema de los niños- a la primera llamada: el sociólogo francés Jean Vimort, autor de libros de pedagogía traducidos al castellano y al catalán; el profesor Eduard Martí, colaborador durante muchos años del profesor Piaget, pionero de una visión nueva de la psicología infantil; el profesor Gerard Martínez, portavoz de todo un equipo de trabajo e investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona. El doctor Josep Moyà, creador de un gabinete psicológico con una trayectoria llena de experiencia, de dedicación y de originalidad, una escuela verdadera de profesionales, de la que algunos miembros colaboraron con él en una mesa redonda de las Jornadas.
Pero no es suficiente tomar conciencia del problema. Su buena resolución requerirá que los adultos, además, ante esta entrada nueva y tensa, tomen alguna postura. Cada uno, la que crea más responsable y auténtica; pero siempre respetando a estos seres que, aunque sean pequeños en su desarrollo intelectual, son "animales-personales" y, por tanto, han de ser tratados como personas desde su engendramiento.
Esto se tenía que anunciar. Este anuncio puede resultar incómodo para muchos adultos. A pesar de desear haber tratado a los pequeños con respeto manifiesto y a pesar de haber velado por su desarrollo y su plenitud, nos puede provocar una primera reacción de rechazo. Debemos superarla. La sociedad de hoy no puede ser como el dios Saturno que devoraba sus propios hijos y los convertía en su propia carne, sin dejarlos crecer ni construir su propia vida con iniciativa y creatividad.
Se debía proclamar, y es por eso que fueron llamados los medios de comunicación social. Es necesario su concurso, su colaboración, para que este anuncio llegue a todos los interesados por el respeto y la ayuda a los niños. Se llamó entonces a un experto de este ámbito de los medios de comunicación, Antonio Franco -director en aquellos momentos de "El Periódico de Catalunya"- el cual trató este tema desde la perspectiva de los medios de comunicación en el Estado Español.
El comunicólogo de la radio y experto en programas televisivos para niños, Joan Viñas Bona, presentó, a raíz de su experiencia larga y fecunda, su reflexión y sus vivencias sobre el uso y las repercusiones de la televisión en los niños.
Como enlace de las dos vertientes, se contó con la presencia del profesor José Luis L. Aranguren, lo suficientemente querido por todos y con una categoría intelectual bien reconocida, el cual aceptó la presidencia académica de las sesiones. El profesor Aranguren expuso las nuevas implicaciones éticas que puede tener esta explosión de los niños en la sociedad, así como las consecuencias inmediatas más previsibles -derecho a la amistad, a su ámbito de iniciativa; derecho a usarnos, a los adultos, en la medida en que somos necesarios, etc.-, y por otro lado, la postura ética de los medios de comunicación social ante este fenómeno que todos desearíamos que ayudara a evitar la manipulación de los niños y que favoreciera, en cambio, que sean ayudados y respetados por todos.
Este grupo de organizadores del Ámbito María Corral no sabía cómo iría la explosión que entonces evidentemente se estaba incubando. Ni cómo sería su parto, que, por otro lado, no sería instantáneo sino todo un proceso. Ni sabía tampoco qué contenido tendría esta irrupción. No se estaba en condiciones de hacer un juicio de valores. No creemos que tuviesen prejuicios sobre este fenómeno que les pudiesen enturbiar una mirada sencilla y expectante. Sólo deseaban ayudar a tomar conciencia de la proximidad de este fenómeno y, consecuentes con una postura de defensa de la vida, pedir que nadie la abortara y que después no la maltratara.
Los indios de América aprendieron, cuando se instaló el ferrocarril, a auscultar los raíles para saber si los trenes iban o venían. Los percibían a muchos kilómetros de distancia. Y así, o bien huían, o bien se apresuraban para asaltarlos. Escuchando los raíles de la realidad vemos que, por ejemplo, cosas de todo tipo que antes eran privativas de los jóvenes, han llegado a alcanzar ya el ámbito de la infancia: droga, suicidio, delincuencia…No olvidemos tampoco las orquestas infantiles que se han introducido en el mundo de la discografía, las discotecas para niños con todo su ambiente de compañerismo e intimidad, las películas hechas por niños que incluso llegan a tener premios internacionales, las emisiones de radio. Hay un impacto del proceso de industrialización y de la vida de la ciudad moderna en los niños.
Y, ¿qué diremos del derecho a una amistad y a una convivencia entre los niños?, ¿a una formación que respete su creatividad y no los cargue con datos innecesarios? ¿Qué diremos de la evolución favorable de la voluntad de convivencia y de diálogo de los niños con los adultos y, por otro lado, de la falta de respeto que se tiene con los niños en relación con su entorno, en el momento de decidir cambios de domicilio, o de país, o de ambientes muy diversos, sin prestar atención a los traumas que esto les puede ocasionar?
¿Qué diríamos de unos niños que reclamaran "divorciarse" de unos padres que los maltratan o los marginan, o que no los quieren?
Los mayores no hemos de hacer como aquellos indios: ni huir con temor o evadirnos con indiferencia, ni asaltar a los niños reprimiéndoles en la creatividad, sino acercarnos con respeto, con comprensión y con afecto, ayudarlos lealmente a realizarse, cosa que no pueden hacer, ciertamente, sin los adultos.
José Mª Forcada Casanovas
Médico.
CONCLUSIONES DE LA MESA REDONDA
José Luis L. Aranguren
Antonio Franco
Eduard Martí
Gerard Martínez
Equipo del Dr. Moyà
Jean Vimort
José Luis L. Aranguren:
El fenómeno de la irrupción de la infancia debe ser considerado interdisciplinariamente, es decir, desde un punto de vista, al menos, psicológico, antropológico, sociológico, pedagógico, ético y estético. Se tendría que llamar también biológico, como hicieron notar también los anteriores ponentes.
Esta consideración nos permitirá ver la diferencia del niño respecto al adulto. Una diferencia que, como ya se ha reconocido siempre, significa una evolución hacia la madurez. Pero una diferencia que significa también una calidad, e incluso hasta una ejemplaridad del niño hacia el adulto. Nosotros, los mayores, juzgamos al niño. Él, por su parte, es un testimonio viviente de nuestras propias insuficiencias y de lo que tenemos que aprender a través suyo.
El niño lleva a término una comunicación entre la irrealidad -sueños, fantasías, imaginaciones, etc- y la realidad, cosa que también hacemos nosotros; pero él es capaz de rezagarse más en esa realidad y vivirla no sólo como una fantasía o un refugio, una reacción de fuga propia de unos ciertos adultos, sino también como un juego.
Esta vida como un juego, sintetizable con la vida como un trabajo y una moral, en el lenguaje adulto, que lo sea del juego como trabajo o del trabajo como juego, es la lección principal que los adultos podemos aprender y hemos de aprender de los niños.
Esta interacción entre niños y adultos debe llevarse a término en un proceso de coeducación. Los niños han de aprender de nosotros; pero nosotros también de los niños.
Antonio Franco:
La liberación del niño, con el reconocimiento pleno de sus derechos, pasa por un proceso más global de liberación del hombre. Para que este proceso se realice, hay que tomar conciencia de la necesidad de disponer de unos medios informativos, en general, y de una televisión, en particular, humanizadores, responsables y desmasificadores.
En vista de que los medios informativos suelen depender de empresas privadas o públicas, es necesario crear un clima de opinión para que estos medios se puedan mover en un clima de auténtica pluralidad, en que han de estar presentes, sobretodo, los estamentos culturales y los estamentos pedagógicos.
Se debe crear, así mismo, un clima de opinión que tienda a una reglamentación humanística y responsable de la publicidad, ya que su incidencia en los niños a través de los medios de comunicación social es a menudo alienadora.
Los pedagogos han de incorporar a sus programas de trabajo el conocimiento, el desciframiento y la crítica de los medios informativos, por el hecho de que es muy evidente que muchos ciudadanos, una vez dejan la escuela, el único contacto que tienen con la cultura y la reflexión lo establecen a través de aquellos medios de masas.
Hay que bajar al terreno de los hechos concretos y asumir la obligación colectiva que tenemos de hacer sugerencias de todo tipo a los profesionales de los medios informativos para que estén a la altura de sus responsabilidades respecto a la atención y la liberación de la infancia, a los derechos del niño y a las obligaciones que tienen con ellos los adultos.
Es necesario asumir la realidad de la gran influencia de la televisión en la vida del niño y actuar para positivizar los efectos. Paralelamente, se debe mentalizar a los niños de que la libertad que tienen de apretar el botón para encender la televisión sólo tiene sentido si ejercitan al mismo tiempo criterios selectivos y si ejercitan también la libertad que tienen para cerrarla.
Eduard Martí:
Hay que relativizar la situación actual de la infancia y ponerla en un contexto mucho más general, sobretodo histórico, ya que la imagen actual que tenemos del niño y de la infancia es tan sólo el punto de llegada de un largo proceso, y un proceso que aún continúa.
Hablando del niño, nos hemos olvidado en cierta manera del adulto. Cuando hablamos del niño está implicado al mismo tiempo el adulto, y quizás también el anciano en el sentido de que hay que considerar que siempre hay una interrelación entre adulto y niño.
Gerard Martínez:
El medio ambiente escolar condiciona negativamente el desarrollo de las potencialidades creativas.
No es suficiente acoger los intereses del niño en el marco escolar.
Los juegos y las exploraciones, como comportamientos espontáneos del niño, han de estar en la base de las nuevas propuestas pedagógicas.
No podemos perder el tiempo para comenzar estas modificaciones en la escuela. Hay indicios psicopedagógicos de que estas propuestas pueden resultar exitosas y, sobretodo, que pueden beneficiar al desarrollo global del niño.
Equipo del Dr. Moyà:
Durante la etapa preescolar, el niño debe tener la oportunidad de una educación vivencial.
La meta de toda educación debe ser, por encima de todo, el desarrollo de la persona humana.
La base de toda identidad nace de lo que es biológico, pero se va volviendo ser psíquico con el afloramiento de las conciencias dialogadas con el medio.
El amor, como sentimiento de intercomunicación y base de complacencia mutua, es el motor de toda identidad.
Jean Vimort:
La diferencia entre el niño y el adulto no se traduce sólo en dependencia; una dependencia normal, por otro lado, en un montón de puntos. De hecho, esta diferencia entre el niño y el adulto permite al adulto, sin dejar de ser él mismo, considerar a los niños unos "partenaires" sociales, es decir, unos interlocutores válidos, cuya posición es reconocida, así como que tienen alguna cosa para aportar a la sociedad.
espero ke te sirva un xito
2006-11-02 00:59:09
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answer #3
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answered by tata 2
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