Ojalá te ayude lo que te alcanzo a continuación:
A LOS QUE ESCOGIERON EL AMOR
Casi todas las parejas estarán de acuerdo en que un matrimonio feliz exige una
inversión de tiempo y energía. Las parejas más felices, giran en torno de estos
diez preceptos:
1. Los buenos matrimonios no son producto de la casualidad. Casi todos crecemos
creyendo que el amor es algo mágico y que, en última instancia, está fuera de
nuestro control. No "decidimos" amar; simplemente, nos enamoramos.
Empero, si deseamos cosechar los frutos del amor con constancia, debemos hacer
algo. Ante todo, hemos de prestar cuidadosa atención a la persona amada, para
comprender verdaderamente sus deseos. En segundo lugar, debemos actuar en
armonía con ese conocimiento.
2. El amor no se destruye fácilmente. Secretamente, casi todas las parejas
temen que su relación llegue a estancarse y marchitarse. Sin embargo, el amor
rara vez muere. Sólo parece ausente, porque permitimos que otros sentimientos
lo eclipsen.
Cuando en un matrimonio ocurren desavenencias, ambos cónyuges necesitan
protegerse. Por temor a que se les hiera o rechace, se retraen y ocultan tras
una máscara de indiferencia. Pero quienes viven un buen matrimonio comprenden
que la dulce calma volverá después de la tormenta. Con base en esta
apreciación, logran sobrevivir a crisis que destrozan a otras parejas de
casados.
3. El matrimonio no es una panacea. Los beneficios de la unión conyugal son tan
elogiados, que algunos llegan a creer que es el antídoto para todas las viejas
heridas, de la niñez o de otros amores. No es así: el matrimonio no es la
solución de los problemas personales. Por muy armónico que sea su vínculo
matrimonial, usted y su cónyuge son individuos, antes de constituir una
pareja.
Las parejas mejor integradas saben que, para que su connubio dure, ambas partes
deben aprender, ante todo, a amarse a sí mismas. De lo contrario, nunca se
sentirán dignas de ser amadas.
4. Amar es aceptarse mutuamente. Con demasiada frecuencia, creemos
incesantemente que el amor nos autoriza a remoldear la manera de ser de la
persona amada. Tratamos de anular los rasgos de personalidad desagradables de
nuestra pareja, incluso si en este proceso disminuimos las cualidades mismas
que nos inspiran tanto cariño.
Las parejas en verdad dichosas entienden que amar significa aceptar los
defectos de nuestro cónyuge. Saben que el deseo de cambiar de una persona surge
de la conciencia de ser aceptada tal como es.
5. Quienes se aman no pueden ser adivinos del pensamiento. Una de las fantasías
del amor es que, por alguna misteriosa razón, nuestra pareja está armonizada con
nuestros pensamientos y sueños más íntimos. Cuando un cónyuge falla en esto, el
otro suele sentirse triste, desilusionado o incluso traicionado.
Mas no es razonable esperar que otra persona adivine qué pensamos. Los hombres
y las mujeres que se sienten comprendidos por sus parejas saben que, a la
postre, la responsabilidad de darse a entender es asunto de cada quien. Así,
cuando decimos a nuestra pareja lo que necesitamos, y él o ella responde a esa
solicitud, presenciamos una auténtica manifestación del amor.
6. Las mejores relaciones personales siempre están cambiando. Casi todos
creemos que una relación sólida no se altera de un año a otro. En realidad, las
relaciones conyugales cambian inevitablemente, al igual que las personas. Las
parejas que tropiezan con más dificultades son las que, temiendo que su amor no
sea lo bastante fuerte para resistirlo, rechazan el cambio.
Las parejas que conservan una relación duradera son lo suficientemente
flexibles para aceptar el cambio con actitud positiva. Importa mucho tener fe
en que el amor entre usted y su compañero o compañera es lo bastante fuerte, y
lo bastante confiado, para darse el uno al otro el respeto, la libertad y el
espacio necesarios para crecer y realizarse.
7. La infidelidad envenena el amor. "Lo que mi pareja no sabe no puede
dañarle", ese una falaz justificación para incurrir en relaciones
extraconyugales. Aun si ello no conduce al divorcio, una aventura amorosa puede
dañar permanentemente el vínculo conyugal, ya que constituye una violación
flagrante del compromiso marital.
8. Quien ama no hace acusaciones. Antes de casarnos, la mayoría de los adultos
tomamos la vida como viene. Si todo sale bien, sentimos que es porque hemos
tomado las decisiones correctas. Cuando no sucede así, es resultado de nuestras
propias acciones.
Luego nos casamos. Si no tenemos tacto, empezamos a lanzar acusaciones a
nuestra pareja: "Tú tienes la culpa de que yo sea infeliz".
9. El amor no es egoísta. En tanto que el amor maduro requiere de un equilibrio
entre el dar y el recibir, la generosidad espontánea es la esencia del amor.
El verdadero amor exige que pongamos en segundo lugar nuestras necesidades, y
que respondamos a las de nuestra pareja: no infinita ni unilateralmente, pero
sí a menudo. De hecho, nos sentimos más enamorados cuando damos que cuando
recibimos algo de nuestro compañero o compañera.
La costumbre de dar es contagiosa. Fomenta la reciprocidad. Pero, ¡cuidado!: no
dé para recibir, pues eso no es amor. Tampoco debe usted dar interminablemente a
su cónyuge que se aprovecha de sus sentimientos. Los matrimonios más realizados
son aquellos en que ambos cónyuges dan el ciento por ciento... y reciben, a
cambio, el ciento por ciento.
10. El amor sabe perdonar. En ocasiones, todas las parejas se hieren y se
decepcionan. Ocurre entonces una de dos cosas: o bien perdonamos, o
inevitablemente, poco a poco, acumulamos resentimiento. Para que el amor
perdure, debemos ser capaces de perdonar. Reprimir simplemente nuestros
sentimientos y emociones, o pretender ignorarlos, no es perdonar. Tampoco lo es
el disculpar la conducta del otro. El perdón es una auténtica y voluntaria
renuncia a la ira y al resentimiento. Y es necesario para que la buena relación
interpersonal vuelva a florecer.
A final de cuentas, con todo, el más importante principio del amor es este:
ante usted y su compañero o compañera compórtese en forma que favorezca su
autoestima y su dignidad e integridad personales. Así, una vez que usted se
sienta bien consigo mismo, poseerá la confianza y la alegría personal
necesarias para que el amor siga verdaderamente vivo...
2006-11-01 07:41:13
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answer #1
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answered by Anonymous
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No. Ultimamente,las cosas se están torciendo por momentos. Cuando nos casamos hace ya 10 años, esperaba que esto duraria toda la vida, pero ahora veo el final muy proximo.E s muy triste, porque no se entiende que alguien que te ha querido de una forma tan brutal, de muestras de que ya no siente lo mismo. Y lo mas gracioso, es que esta actitud, por parte de él, confunda mis propios sentimientos:ya no sé si lo que siento es amor o dependencia o no se qué. Espero que este o sea tu caso.
2006-11-01 18:14:05
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answer #2
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answered by Anonymous
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