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2006-11-01 04:34:58 · 3 respuestas · pregunta de la_nena_06 1 en Educación Pedagogía

3 respuestas

Juan Domingo Perón (8 de octubre de 1895 – 1 de julio de 1974), militar, político, escritor y estadista argentino que fue electo para la presidencia del país entre 1946 y 1955, y entre 1973 y 1974. Creó el movimiento peronista, cuya expresión política es el Partido Justicialista.
Fue elegido Presidente de la República Argentina en tres oportunidades. La primera en las elecciones del 24 de febrero de 1946, para el período 1946- 1952; la segunda al ser reelecto en las elecciones del 11 de noviembre de 1951 para el período 1952 - 1958, y que no alcanzó a completar debido al golpe militar que lo derrocó el 16 de septiembre de 1955. Finalmente, tras 18 años de exilio, regresa al país y es elegido por tercera vez Presidente de los argentinos el 23 de septiembre de 1973. El 1 de julio de 1974 muere en el ejercicio de la Presidencia de la Nación sucediéndolo su viuda María Estela Martínez de Perón que había sido elegida como Vice Presidenta.
Biografía
Infancia y juventud
Nacido en Lobos, provincia de Buenos Aires, de familia paterna de origen italiano (su padre Mario Tomás Perón) y criollo (su madre, Juana Sosa, se supone era descendiente de españoles e indígenas). Recibió una estricta formación católica. Ingresó en el Colegio Militar a los 16 años. Después de su graduación como oficial ascendió de rango rápidamente. A finales de los años treinta fue destinado a una misión de estudio y observación de la organización militar de varios países europeos: Francia, Hungría, Italia, Alemania, España y Portugal, lo que le permitió conocer de cerca los regímenes gobernantes en dichos países.
Gobierno militar de 1943-1946
En junio de 1943, siendo coronel, fue una figura significativa del GOU (Grupo de Oficiales Unidos), logia secreta militar que tuvo una gran influencia en el golpe militar que el ejército realiza en contra del gobierno conservador de Ramón S. Castillo. Inicialmente, fue secretario del Ministro de Guerra, durante el gobierno del General Pedro Ramírez, y después se convirtió en Jefe del Departamento de Trabajo, que será elevado al nivel de Secretaría en (noviembre de 1943).
El poder y la influencia creciente de Perón dentro del gobierno militar provino de su alianza con un sector del sindicalismo argentino, principalmente con las corrientes sindicales socialista y sindicalista revolucionaria. Producido el golpe, un sector del movimiento obrero, principalmente el socialista de la CGT Nº1, a través del dirigente mercantil Borlenghi y el abogado ferroviario Bramuglia, decide entablar contacto con los coroneles Perón y Mercante. Las conversaciones establecieron una alianza inicial de sanción de leyes laborales reclamadas largamente por el movimiento obrero, fortalecimiento de los sindicatos y transformación del Departamento de Trabajo en un organismo estatal importante (Baily,84; López, 401).
Es entonces que Perón solicita el Departamento de Trabajo, desde donde comienza a llevar a la práctica lo convenido con el grupo de sindicalistas. A medida que se sancionaban leyes laborales que habían sido solicitadas por décadas por el movimiento obrero, más y más sindicatos comenzaron a apoyar la acción de Perón, lo que a su vez fue fortaleciéndolo su presencia dentro del gobierno militar, al tiempo que lo enfrentaba con los sectores más conservadores. Esto le permitió en primer lugar obtener que el Departamento de Trabajo fuera organizado como una Secretaría con rango ministerial, y más adelante, en 1945, ocupar el Ministerio de Guerra y la Vicepresidencia de la Nación.
Desde la Secretaría de Trabajo, Perón, con el apoyo de una parte importante de los sindicatos empieza a desarrollar gran parte del programa sindical histórico: se crearon los tribunales de trabajo; se sancionó el Decreto 33.302/43 extendiendo la indemnización por despido a todos los trabajadores; más de dos millones de personas fueron beneficiados con la jubilación; se sancionó el Estatuto del Peón del Campo y el Estatuo del Periodista; se crea el Hospital Policlínico para trabajadores ferroviarios; se prohíben las agencias privadas de colocaciones; se crean las Escuelas Técnicas dirigidas a obreros; en 1944 se firmaron 123 convenios colectivos que alcanzaban a más de 1.400.000 obreros y empleados y en 1945 otros 347 para 2.186.868 trabajadores.
En ese marco los sindicatos comenzaron un período de de gran crecimiento, y lo que fue aún más decisivo, comenzaron a afiliar masivamente a los "nuevos" trabajadores, los que estaban migrando masivamente a la ciudad desde el interior del país, que eran llamados "morochos", "grasas" y "cabecitas negra" por las clases medias y altas, y los propios trabajadores "viejos" descendientes de la inmigración europea.
Poco después, algunos sindicatos que se habían mantenido alejados, la CGT Nº1, la USA y los gremios autónomos, comienzan a unificarse en torno de la Secretaría de Trabajo. Pero en sentido contrario, en setiembre de 1945, 4 importantes sindicatos se separan de la CGT: La Fraternidad, la Unión Obrera Textil, la Confederación de Empleados de Comercio y el Sindicato del Calzado. Frente a los dirigentes sindicales y sindicatos que no apoyaban la alianza sindical con Perón y Mercante, se impulsó una política de sindicatos paralelos a los que se les asignaba la representación legal (personería gremial).
La alianza entre sindicatos y el grupo de jóvenes militares encabezados por Perón generó inmediatamente una fuerte oposición tanto dentro como fuera de las Fuerzas Armadas, especialmente en las clases medias y altas. En 1945, la embajada de Estados Unidos dirigida por Braden promoverá la unificación de las fuerzas opositoras, hasta conformar un gran movimiento anti-peronista que incluyó a los partidos Comunista, Socialista, Unión Cívica Radical, Demócrata Progresista, Conservador, la Federación Universitaria Argentina (FUA), la Sociedad Rural (terratenientes), la Unión Industrial (grandes empresas), la Bolsa de Comercio, y los sindicatos opositores.
Manifestación en Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945Las primeras manifestaciones masivas anti-peronistas fueron organizadas por el movimiento estudiantil, bajo el lema de "abajo la dictadura de las alpargatas" (López:410). Las manifestaciones obreras que apoyaban las leyes laborales que iba promoviendo Perón, contestaban "alpargatas si, libros no".
Forzado a renunciar por sus oponentes dentro de las fuerzas armadas el 9 de octubre de 1945, y con el beneplácito de los partidos políticos opositores, Perón fue arrestado, pero las manifestaciones populares organizadas que superaron la convocatoria de la Confederación General del Trabajo (CGT) lograron su liberación el 17 de octubre.
Primer gobierno (1946-1952)
El apoyo popular, organizado por el Partido Laborista y la UCR Junta Renovadora, le dio la presidencia con el 54% de votos en las elecciones del 24 de febrero de 1946, ganando en todas las provincias menos Corrientes.
Desde la presidencia, Perón continuó con las políticas sociales que beneficiaron tanto a la clase trabajadora como al empresariado nacional. Una vez llegado al poder, procedió a centralizar el poder en su figura en detrimento de sus aliados del Partido Laborista y la Unión Cívica Radical Renovadora. Expandió enormemente la agremiación de los trabajadores en sindicatos que respondían a su autoridad y ayudó a establecer el predominio de la CGT sobre el sindicalismo anarquista, socialista y comunista. Durante su gobierno se persiguió a los dirigentes sindicales opositores y en algunos casos hubo tortura. Cipriano Reyes, quién se negó a aceptar la disolución del Partido Laborista del que era su presidente, sufrió un atentado contra su vida en el resultó asesinado su chofer. Más tarde fue encarcelado acusado de planear el asesinato de Perón, hasta el fin del gobierno peronista.
Política económica
Durante el gobierno de Perón se profundizó la política de sustitución de importaciones mediante el desarrollo de la industria liviana que se venía impulsando desde la década anterior.
En 1947 anunció un plan quinquenal para fortalecer las nuevas industrias creadas, y comenzar con la industria pesada (siderurgia y generación de energía eléctrica en San Nicolás y en Jujuy).
Perón firmando la escritura por la cual todos los ferrocarriles pasaron a manos del EstadoEn el área del desarrollo de la ciencia y tecnología, en 1948, Perón anunció un proyecto de desarrollo de energía de fusión nuclear. Las instalaciones para el proyecto secreto ocuparon la Isla Huemul en el Lago Nahuel Huapi. El proyecto estuvo a cargo de Ronald Richter, un físico austríaco recomendado por el ingeniero Kurt Tank quien esperaba utilizar los hallazgos de Richter en los aviones a reacción que estaba desarrollando en el Proyecto Pulqui II. En 1951 el gobierno argentino anunció que el proyecto de Richter había tenido éxito y que Argentina sería el primer país del mundo en producir energía de fusión nuclear. Sin embargo, ante la falta de pruebas por parte del Proyecto Huemul, Perón designó en 1952 a una comisión de científicos para investigar las actividades de Richter, integrada por José Antonio Balseiro y Mario Báncora que informaron al gobierno que el proyecto había sido un fraude. Luego de ello, las instalaciones del Proyecto Huemul fueron transferidas por Perón al Centro Atómico Bariloche (CAB) de la Comisión Nacional de Energía Atomica (CNEA) y al Instituto de Física de la Universidad Nacional de Cuyo que más tarde tomaría el nombre de Instituto Balseiro (IB) [1].
Política educativa
Durante el gobierno de Perón se estableció la gratuidad de la enseñanza universitaria y se permitió el ingreso de grandes sectores juveniles provenientes de las clases medias bajas y clase obrera a la Universidad; se promovió el estudio y la investigación de las ciencias relacionadas con el desarrollo industrial.
La autonomía universitaria que había sido anulada por el sector no peronista del gobierno militar en 1943, fue reinstaurada en 1949 y se la consagró como una garantía en la Constitución Nacional peronista. En 1949 Perón estableció la gratuidad de la enseñanza universitaria mediante Decreto 22/1949 y el 17 de mayo de 1951, por Decreto 9695/1951, creó el Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (CONITYC) antecedente inmediato del CONICET.
La política universitaria, estuvo afectada por el alto nivel de conflictividad entre los estudiantes universitarios organizados en la Federación Universitaria Argentina, que respondía a los partidos Comunista, Socialista y Radical, y los trabajadores y sindicatos que apoyaban al peronismo. Por otra parte muchos docentes fueron excluidos de la universidad por razones políticas.
Política exterior
En política exterior Perón declaró la tercera posición entre capitalismo y socialismo, mediante la cual se daba a entender que en la naciente Guerra Fría la Argentina no se alinearía de forma automática ni con Estados Unidos ni con la Unión Soviética.
Igualdad entre hombres y mujeres
Durante el primer gobierno de Perón se produjo un cambio histórico en lo que respecta al reconocimiento de los derechos de la mujer.
El sufragio femenino
En 1947, se sancionó la ley reconociendo a todas las mujeres mayores de 18 años el derecho a votar y ser votadas (sufragio femenino), existiendo recién entonces sufragio universal en la Argentina. El derecho ya había sido reconocido en San Juan por la reforma constitucional de 1927. A nivel nacional, el derecho al voto venía siendo reclamado por las mujeres desde 1907, cuando Alicia Moreau y otras mujeres fundaron el Comité Pro Sufragio Femenino. Sin embargo ni la Unión Cívica Radical ni los conservadores apoyaron institucionalmente el reclamo y los proyectos presentados fueron sistemáticamente rechazados.
Sin embargo las resistencias al sufragio femenino no estaban ausentes tampoco en el peronismo. En ese sentido Eva Perón (Evita) jugó un papel importante. Luego del 17 de octubre de 1945, a propuesta de Evita, Perón desde su cargo de Vicepresidente, intentó sancionar la ley del voto femenino. Sin embargo las resistencias tanto dentro de las Fuerzas Armadas en el gobierno, como de la oposición, que alegaba intenciones electoralistas, frustraron el intento [2]. También influyó el hecho de que la influencia de Evita dentro del peronismo era relativamente débil antes del 24 de febrero de 1946 [3].
Luego de las elecciones de 1946, Evita comenzó a hacer abierta campaña por el voto femenino, a través de mitines de mujeres y discursos radiales, al mismo tiempo que su influencia dentro del peronismo crecía. El proyecto de ley fue presentado inmediatamente después de asumido el gobierno constitucional (1 de mayo de 1946). A pesar de que era un texto brevísimo en tres artículos, que prácticamente no podía dar lugar a discusiones, el Senado recién dió media sanción al proyecto el 21 de agosto de 1946, y hubo que esperar más de un año para que la Cámara de Diputados sancionara el 9 de septiembre de 1947 la Ley 13.010, estableciendo la igualdad de derechos políticos entre hombres y mujeres [4].
Igualdad jurídica en el matrimonio y la patria potestad
La igualdad política de hombres y mujeres, se complementó con la igualdad jurídica de los cónyuges y la patria potestad compartida que garantizó el artículo 37 (II.1) de la Constitución de 1949. El texto fue directamente escrito por Eva Perón. En 1955 la Constitución fue derogada, y con ella la garantía de igualdad jurídica entre el hombre y la mujer en el matrimonio y frente a la patria potestad, reapareciendo la prioridad del hombre sobre la mujer. La reforma constitucional de 1957 tampoco reincorporó esta garantía constitucional, y la mujer argentina permaneció discriminada legalmente hasta que se sancionó la ley de patria potestad compartida en 1985, durante el gobierno de Alfonsín.
Reformas sociales
Entre otras reformas sociales y políticas, durante su primer gobierno Perón derogó la ley que establecía la discriminación entre hijos legítimos e ilegítimos, y nacionalizó los ferrocarriles creando la empresa Ferrocarriles Argentinos (1948). Se estableció el monopolio estatal del comercio exterior mediante el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI) y se desarrolló un amplio plan de viviendas para trabajadores. En 1951 se comenzó a transmitir LR3 Televisión Radio Belgrano, actualmente llamado Canal 7.
Durante el primer gobierno peronista "el componente salarial del ingreso nacional superó, por primera vez en la historia, a la retribución obtenida en concepto de ganancias, intereses y renta de la tierra. En 1948 aquel ascendía a 53% contra 47% de éste, lo que se comparaba favorablemente con la situación imperante sólo un lustro atrás, cuando los trabajadores percibían 44,4% y los empresarios, capitalistas y rentistas recibían 55,6%" (Gerchunoff et al, 182).
Reforma constitucional
Asimismo durante el primer gobierno de Perón se reformó la Constitución Nacional en 1949 incorporándose los derechos laborales y sociales (Art. 37) que caracterizaron al constitucionalismo social y las bases jurídicas para expropiar grandes empresas monopólicas (Art. 50). Al mismo tiempo se suprimía el derecho a huelga y se establecía la reelección presidencial indefinida. Esta Constitución sería derogada por decreto por el régimen militar que derrocó al gobierno peronista.
Segundo gobierno (1952-1955)
El segundo gobierno peronista se caracterizó por el agotamiento de la política distributiva que caracterizó al primer gobierno. Las huelgas y los conflictos sociales se generalizaron.
En 1952 Perón convoca a sindicatos y empleadores al Congreso Nacional de la Productividad, con el fin de generar un proceso de diálogo social tripartito para enfrentar la crisis. El Congreso fracasa por la incomprensión de los mecanismos de diálogo social tanto por parte de los sindicatos como de las empresas, e incluso de los propios funcionarios del gobierno peronista.
En 1954 Perón envía y logra la sanción de la Ley Nº 14.394 cuyo artículo 31 incluye el divorcio como parte un enfrentamiento con la Iglesia Católica que había apoyado activamente al peronismo hasta ese año. Tras el derrocamiento de Perón, este artículo fue suspendido mediante el decreto ley 4070/1956. El divorcio recién volvería a ser aceptado en 1987 mediante la sanción de la Ley Nº 23.515.
El derrocamiento (1955)
Desde 1951 sectores cívico-militares antiperonistas habían venido desarrollando actos terroristas a través de los denominados Comandos Civiles. El 16 de junio de 1955 los Comandos Civiles, integrados por conservadores, radicales, y socialistas, junto con la Marina de Guerra y sectores de la Iglesia Católica intentaron un golpe de Estado que incluyó el Bombardeo de la Plaza de Mayo y el centro de de la ciudad de Buenos Aires con un saldo de más de 364 muertos y centenares de heridos. El ataque se produjo con 20 aviones, cerca del mediodía, sobre la multitud que se encontraba en una manifestación. Los ataques continuaron hasta las 18. El Ejército instaló tanques y baterías antiaéreas para proteger al presidente, por lo que a los insurgentes se les ordenó atacar a los miembros del Ejército y a los civiles que apoyaban a Perón. Finalmente, los atacantes pidieron asilo político en Uruguay. Luego de los ataques, Perón pidió calma a la población. Pero sus seguidores, en respuesta a los ataques, incendiaron varias iglesias en el centro de la capital. En ese contexto en Rosario desapareció el médico Juan Ingalinella, dirigente del Partido Comunista Argentino (PCA) que, como poco después se descubrió, había sido detenido clandestinamente por la policía provincial y torturado hasta causarle la muerte; su cuerpo nunca fue hallado [5].
Perón dio entonces por finalizada la llamada revolución justicialista, y llamó a los partidos políticos opositores a establecer un proceso de diálogo que evitara la guerra civil. Por primera vez en años de censura, los opositores pudieron utilizar los medios de difusión estatales. Pero para entonces los partidos opositores no estaban tampoco interesados en llegar a un acuerdo con Perón, y utilizaron la oportunidad para difundir su oposición al gobierno y denunciar la falta de libertades. Poco después Perón dio por concluidas las conversaciones.
El 20 de septiembre de 1955 las Fuerzas Armadas derrocaron a Perón. La CGT, sectores del peronismo e incluso sectores opositores a Perón fueron a reclamar armas para impedir la toma del poder por los militares, pero Perón se las negó y se exilió temporariamente en Paraguay. Finalmente se instaló en Madrid, en la residencia llamada Puerta de Hierro. Allí se casó con la bailarina María Estela Martínez de Perón, Isabelita, a quien había conocido en Panamá, en 1956.
Los años del exilio
El 9 de junio de 1956, bajo el mando del General Juan José Valle, un grupo de militares peronistas y militantes del peronismo intentaron un alzamiento contra el gobierno de facto. La intentona fracasó y tanto Valle como varios de sus seguidores militares y civiles fueron fusilados. La represión se extendió a sectores no peronistas de la clase obrera. Sin embargo, los dirigentes sindicales conservaron su enorme influencia sobre los gremios industriales y de servicios.
Durante sus años de exlilio Perón publicó varios libros: Los Vendepatria (1956), La fuerza es el derecho de las bestias (1958), La Hora de los Pueblos (1968), etc.
En la Argentina, los años cincuenta y sesenta fueron marcados por frecuentes cambios de gobierno, casi siempre frutos de golpes de Estado. Estos gobiernos estuvieron signados por continuas demandas sociales y laborales. Al calor de los procesos revolucionarios en marcha en el llamado Tercer Mundo, en Argentina aparecen grupos armados de izquierda y de derecha, muchos de los cuales adhieren al peronismo, aunque también cobran envergadura otras agrupaciones radicalizadas no peronistas como el PRT - ERP. Entre las organizaciones armadas peronistas se destacaron la nacionalista-católica Montoneros, la marxista-peronista FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), y en menor medida la FAP (Fuerzas Armadas Peronistas y la FAL (Fuerzas Armadas de Liberación).
Una organización menor denominada Ejército Nacional Revolucionario (ENR) se atribuyó el asesinato del influyente líder sindical peronista Augusto Timoteo Vandor, en mayo de 1970 la organización Montoneros realiza el secuestro y ejecución del general Pedro Eugenio Aramburu, figura clave del golpe de de Estado contra Perón en 1955, en el 73 ejecuta a José Rucci, secretario General de la CGT y hombre de confianza de Perón y otros secuestros y asesinatos de gran impacto en la opinión pública. Hacia finales de los sesenta y principios de los setenta, se acentuó el reclamo de los gremios por el regreso de Perón. El general Alejandro Lanusse había tomado el poder en marzo de 1971 mediante un golpe palaciego dentro del régimen militar surgido en el '66, y decidió restaurar la democracia institucional en 1973. Desde el exilio Perón apoyó a los peronistas de militancia armada, las "formaciones especiales": Montoneros-Fuerzas Armadas Revolucionarias-Fuerzas Armadas Peronistas, para presionar sobre el gobierno militar usurpador.
El 17 de noviembre de 1972 Perón regresó a la Argentina a bordo de un avión alquilado al efecto. Permaneció en el país solamente poco más de un mes, al cabo del cual visitó el Paraguay y luego regresó a Madrid.
La vuelta de Perón a la Argentina. Tercera presidencia (1973-1974)
El 11 de marzo de 1973, Argentina tuvo elecciones generales. Aunque se evitó que Perón fuera candidato, sus votantes eligieron a su delegado personal, Héctor José Cámpora como Presidente, apoyado por las organizaciones armadas de izquierda. Cámpora renunció el 13 de julio de 1973, dejando el camino libre para que Perón se presentara en las nuevas elecciones.
Perón regresó al país el 20 de junio de 1973. Entonces se produjo un gravísimo enfrentamiento armado entre militantes de derecha y de izquierda del movimiento peronista en las cercanías del aeropuerto de Ezeiza, en medio de la multitud que intentaba llegar a la estación aérea para recibir al líder. En el hecho murieron 13 personas y fue conocido como la Masacre de Ezeiza.
Perón ganó las elecciones con el 62% de los votos contra el candidato de la Unión Cívica Radical, Ricardo Balbín. Se convirtió en presidente por tercera vez en octubre de 1973 con su esposa Isabel Martínez de Perón como vicepresidente.
El nuevo gobierno de Perón estuvo signado por permanentes conflictos entre sus seguidores de izquierda y derecha. Grupos parapoliciales con apoyo estatal (la Alianza Anticomunista Argentina - AAA - organizada por José López Rega) persiguieron y mataron a militantes de izquierda. Perón murió el 1 de julio de 1974 con los problemas sin resolver y fue sucedido por su esposa, Isabel. En medio de la violencia política imperante, fue derrocada el 24 de marzo de 1976 y sustituida por una junta militar.
Matrimonios
Perón, viudo de Aurelia Eugenia Tizón (falleció de cáncer uterino, enterrada en el Cementerio del Salvador, Rosario, Argentina)-durante el matrimonio con ésta, supuestamente fue padre de Martha Olgado en una de sus relaciones extramatrimoniales, luego se casó con la actriz María Eva Duarte (1919 – 26 de julio de 1952) el 22 de octubre de 1945 en Luis Guillón, pocos días después del 17 de octubre. Conocida como Evita, Eva Perón colaboró en la gestión de su esposo con una política de ayuda social y apoyo a los derechos políticos de la mujer, a la que se concedió por primera vez el derecho al voto. Después de una reforma de la Constitución en 1949, Perón ganó la reelección en 1951. El 26 de julio de 1952 Evita murió después de una larga lucha contra el cáncer uterino.
En 1960 se casó con María Estela Martínez, conocida como Isabelita. Ella acompañó a Perón como vicepresidente en las elecciones de 1973, donde obtuvieron más del 60% de los votos. Al morir Perón el 1 de julio de 1974, Martínez asumió la presidencia, siendo derrocada el 24 de marzo de 1976 por un golpe militar.
Muerte
Juan Domingo Perón murió el 1º de Julio de 1974. Isabel Perón lo anunció al país diciendo con gran dolor debo transmitir al pueblo de la Nación Argentina el fallecimiento de este verdadero apóstol de la paz y la no violencia.
Los restos de Perón yacieron en el Cementerio de la Chacarita, en Buenos Aires. El féretro fue profanado en junio de 1987, y se sustrajeron las manos del cadáver. Se ignora el destino de las mismas o el motivo de dicha profanación.
El 17 de octubre de 2006 sus restos fueron trasladados a la quinta de San Vicente, la cual le perteneció en vida y luego se convirtió en un museo en su honor. Durante el traslado se produjeron disturbios entre sectores del sindicalismo peronista.


Perón y el peronismo: un ensayo bibliográfico
MARIANO BEN PLOTKIN
Universidad de California, Berkeley

El triunfo peronista en las elecciones presidenciales argentinas de 1989, y el espectacular cambio de rumbo que el presidente Carlos Menem le dio subsecuentemente a su gobierno, pusieron el problema del peronismo nuevamente en el foco de atención de académicos, periodistas y políticos interesados en la Argentina. Nuevas preguntas acerca de la naturaleza del peronismo, su capacidad de adaptarse a la cambiante realidad política argentina, sus transformaciones y su lugar en el sistema político del país, parecen haber adquirido nueva relevancia, como lo ha mostrado la conferencia que, sobre estos temas, tuvo lugar en la Universidad de Harvard en abril de 19901. Pero para dar una respuesta adecuada a estas preguntas, tal vez sea necesario analizar el "peronismo original" de las dos primeras presidencias de Juan Domingo Perón desde nuevas perspectivas. En este ensayo me propongo pasar revista a las diferentes interpretaciones del (primer) peronismo que han aparecido desde la caída del gobierno de Perón en 1955. No tengo la pretensión (ni podría tenerla) de hacer una revisión exhaustiva de todo el material publicado sobre el tema en los últimos treinta y cinco años. Voy a centrar mi atención en aquellos trabajos que, bajo mi punto de vista, han abierto nuevos caminos o han ofrecido perspectivas particularmente interesantes para este complejo tema - el peronismo -, que es sin duda uno de los más relevantes de la historia argentina del siglo XX.

Perón atrajo el interés del público extranjero desde muy temprano, y los primeros trabajos de interés académico (aunque no siempre libres de intereses políticos) sobre el régimen peronista fueron publicados cuando Perón estaba aún en el poder2.Sin embargo, en este ensayo voy a concentrarme solamente en los trabajos aparecidos después de la caída del gobierno peronista en 19553.

Después de la caída del gobierno de Perón, en septiembre de 1955, la sociedad, y en particular la intelectualidad argentina (que en su mayoría había sido opositora del régimen depuesto), se confrontó con la necesidad de explicarse a sí misma los últimos diez años de su historia. El peronismo había dividido a la sociedad argentina en dos sectores aparentemente irreconciliables. Perón había logrado polarizarla como ningún otro político del siglo XX lo había hecho antes, ni lo haría después. Además, para los distintos sectores sociales, la experiencia peronista había tenido caracteres y consecuencias muy distintos. Si para un importante sector de las clases trabajadoras los diez años de gobierno de Perón habían significado un mejoramiento real de sus condiciones de vida, logrado a través de fuertes redistribuciones del ingreso, además de su incorporación a la arena política y al aparato estatal, y la reformulación (a su favor) de viejas pautas en sus relaciones con otros sectores de la sociedad; para otros sectores, en particular la clase media y buena parte de la intelectualidad, el gobierno peronista había sido una experiencia extremadamente traumática. Este trauma era el resultado, no sólo de las experiencias de represión y censura que algunos miembros de estos sectores habían sufrido, sino también (y tal vez aún más importante que los factores anteriores) del hecho que la experiencia peronista parecía no encajar en el desarrollo normal de la historia argentina contemporánea. Tanto para los políticos e intelectuales de la izquierda tradicional como para los de la derecha (excepto para algunos grupos nacionalistas), el peronismo era una prueba de que en alguna medida el proceso político y social del país ya no se adaptaría a las reglas tradicionales y estaba escapando de su control. Todos estos factores contribuyeron a generar lo que Raymond Williams llamaría una "estructura de sentimientos" (structure of feelings)4, la cual es evidente en algunos escritos políticos y literarios inmediatamente posteriores a la caída del régimen, en los que el fenómeno peronista era visto como algo esencialmente aberrante y por lo tanto imposible de ser entendido por medios racionales5. Jorge Luis Borges (a quien Perón había separado de su puesto de director de la biblioteca municipal y nombrado, a cambio, inspector municipal de aves y corrales) escribió la siguiente interpretación del fenómeno peronista en el artículo publicado en un número especial de la revista Sur6, cuyo título, "L' Illusion Comique" es, de por sí, significativo:
"...Durante años de oprobio y de bobería, los métodos de la propaganda comercial y de la litterature pour concierges fueron aplicados al gobierno de la República. Hubo así dos historias: una de índole criminal, hecha de cárceles, torturas, prostituciones, robos, muertes e incendios; otra de carácter escénico, hecha de necedades y fábulas para consumo de patanes. La dictadura abominó (simuló abominar) del capitalismo, pero copió sus métodos, como en Rusia... Más curioso fue el manejo político de los procedimientos del drama o del melodrama".
Aún más interesante es la interpretación que Borges daba más adelante, en el mismo artículo de la jornada del 17 de octubre de 19457, que pone de manifiesto la "estructura de sentimientos" que mencionáramos antes:
"...El día 17 de octubre de 1945 se simuló que un coronel había sido arrestado y secuestrado, y que el pueblo de Buenos Aires lo rescataba; nadie se detuvo a explicar quiénes lo habían secuestrado ni cómo se sabía su paradero. Tampoco hubo sanciones legales para los, supuestos culpables, ni se revelaron o conjeturaron sus nombres".
Guillermo de la Torre, siguiendo la misma línea, escribió, a su vez, en el mismo número de Sur: "Todo en el peronismo era una colosal impostura. Todo era apócrifo, anacrónico". Anacronismo, apócrifo, impostura, mentira; el peronismo era visto por ciertos sectores como una patología, algo en cierta medida fuera de la realidad, y por lo tanto como una ruptura total en la historia del país8.

Esta, que podríamos llamar "visión patológica" del fenómeno peronista, es también evidente en los contenidos de gran parte de la catarata de libros sobre el tema publicados en los años inmediatamente posteriores a la caída de Perón. Muchos de estos libros fueron escritos, o bien por ex-exiliados políticos durante el gobierno de Perón que ahora retornaban al país, o bien por gente que en algún momento había participado o se había acercado al régimen y ahora se sentía en la obligación de explicar sus acciones. Una rápida mirada a los títulos de la mayoría proporciona una sensación del ánimo con el que fueron escritos9. Para muchos de sus autores, el gobierno peronista había sido una versión local del Fascismo o del Nazismo10 (y, en el caso de algunos escritores de izquierda, bonapartismo)11, en la cual Perón y su esposa muerta eran presentados como manipuladores omnipotentes de la voluntad de las clases trabajadoras. El régimen peronista era visto como una cadena interminable de actos de corrupción, de tortura y de censura. Probablemente el ejemplo más obvio de esta visión del peronismo sea el titulado Libro negro de la segunda tiranía12, publicado por el gobierno de la "Revolución Libertadora"13. Este libro era en realidad un sumario de las conclusiones a que habían arribado las "comisiones investigadoras" establecidas por el gobierno revolucionario para investigar diversos aspectos de la administración de Perón14. Entre otras cosas, decía: "...Lo inexplicable, lo monstruoso, es que se establezca una dictadura en tiempos de paz y prosperidad (tal la situación cuando Perón se hizo cargo del poder), sin causas inmediatas que la justifiquen, ni antecedentes valederos que la hagan prever"15. Según esta perspectiva, caído Perón, la tarea era ahora resocializar a los sectores populares e incorporarlos de una manera "democrática" al sistema político.

Sin embargo, para algunos sectores más perceptivos (aunque no necesariamente menos anti-peronistas), era obvio que muchos de los cambios traídos por el peronismo eran irrevocables. Para algunos se hizo claro que existía "otra Argentina", para la cual la experiencia peronista, lejos de tener las características demoníacas que algunos le querían atribuir, había representado el único canal válido para obtener dignidad y mejoramiento de sus condiciones sociales y económicas. En un tono dramático, Ernesto Sábato escribió sobre la caída de Perón:
"Aquella noche de septiembre de 1955, mientras los doctores, hacendados y escritores festejábamos ruidosamente en la sala la caída del tirano, en un rincón de la antecocina vi como las indias que allí trabajaban tenían los ojos empapados en lágrimas. Y aunque en todos aquellos años yo había meditado en la trágica dualidad que escindía al pueblo argentino, en ese momento se me apareció en su forma más conmovedora..."16
Dentro de lo que hemos llamado "visión patológica del peronismo", es posible encontrar, sin embargo, los primeros intentos de elaborar una interpretación más global del fenómeno peronista. Entre ellos (aunque con objetivos, métodos e ideología diametralmente distintos) cabe mencionar: Perón: historia de su triunfo y su derrota, de Jorge Abelardo Ramos, libro que a lo largo de los años fue reeditado con diferentes títulos y formato17; y el clásico libro de análisis sociológico de Gino Germani: Política y sociedad en una época de transición18.

Ramos basa su interpretacín en una larga cita de Trotsky sobre la imposibilidad del sistema democrático en países coloniales o semi-coloniales. En estos países (de los cuales la Argentina era un ejemplo), los gobiernos en general adquieren características bonapartistas o semibonapartistas, las cuales, bajo ciertas circunstancias, pueden incorporar elementos progresistas y anti-imperialistas, como fue el caso del peronismo19. Para Ramos, la historia argentina se articula fundamentalmente alrededor de la historia de la penetración de los imperialismos británicos, estadounidense y soviético. Sin embargo, y a pesar de esta visión simplificada del proceso histórico, hay ciertos aspectos de su interpretación que son interesantes. El énfasis que Ramos pone en ubicar al peronismo en un contexto más amplio - el de los sistemas políticos de los países semi-coloniales -, aunque sin duda discutible, refina, sin embargo, considerablemente la visión que veía en el peronismo un fenómeno único y puramente patológico. Perón ya no es presentado como un manipulador omnipotente de los sectores populares. Ramos no ve en la jornada del 17 de octubre ni el resultado de las manipulaciones de Perón, ni la movilización del "lumpen proletariado" que la izquierda tradicional había querido ver20. Se trató más bien de un moviniento masivo y espontáneo en el que la verdadera clase obrera se movilizó y como consecuencia del cual Perón emergió como líder. Según Ramos, fueron los trabajadores quienes "crearon" a Perón el 17 de octubre y no Perón el que manejó a las masas. En este sentido Ramos ve en el peronismo un movimiento "racional", siendo sus limitaciones ideólogicas la ,onsecuencia lógica de la situación dependiente del país y de la falta de educación política de las masas:
"Jamás en la historia se ha desenvuelto ningún movimiento que desde sus comienzos fuese totalmente claro en sus formulaciones; sólo la experiencia propia, las lecciones de las derrotas, el fracaso de sus jefes, permiten a las masas, en estadios sucesivos, realizar un balance íntimo de su orientación y seleccionar las ideas y los caudillos que su lucha requiere ... Bajo los sím-bolos elementales del peronismo... enormes masas de hombres y mujeres que hace sólo diez años vivían en el atraso precapita lista hicieron su ingreso triunfal en la política argentina. La dirección que abrazaron era enteramente correcta; no había ninguna otra capaz de defenderlo mejor - y los que podían hacerlo (Ramos mismo y la llamada "Izquierda Nacional", como oposi ción a la tradicional "izquierda cipaya": el fuertemente "stalinizado" Partido Comunista) no eran aún suficientemente fuertes para ser escuchados"21.
Esta visión del peronismo como un movimiento liberador sería retomada en los '60 y los '70. Juan José Hernández Arregui, por ejemplo, ve en el peronismo lo que él llama un "socialismo nacional"22.

Sin embargo, Ramos no se desembaraza completamente de la "visión patológica" del peronismo. El mismo concepto de "bonapartismo" en lenguaje marxista remite a un sistema político de características perversas.

Una interpretación mucho más sofisticada, y que eventualmente se convirtió en el centro de lo que se llamaría la "interpretación ortodoxa del peronismo", es la ofrecida por el sociólogo italiano Gino Germani. Su Política y sociedad en una época de transición es una colección de ensayos sobre diversos temas de sociología latinoamericana, dentro del marco teórico de la llamada "teoría de la modernización", y escritos entre la caída de Perón y el principio de la década del '60. Aunque Germani no esconde su aversión al régimen caído (ni siquiera se propone hacerlo), su libro contiene lo que probablemente fue el primer intento de llegar a una explicación "científica" del fenómeno peronista. Germani se pregunta por qué las masas eligieron un camino no-democrático y totalitario (tales las características que él le adscribe al peronismo) para su incorporación en el sistema político, en vez de un camino más democrático o aún más tradicionalmente de izquierda. La respuesta que Germani ofrece para su pregunta está ligada a dos factores: las características y el "timing" del proceso de modernización de la Argentina; y el papel esencial desempeñado por los migrantes internos recientes. Durante las décadas de los '30 y los '40, y como resultado del proceso de rápida industrialización desencadenado por la Crisis y acentuado por la Segunda Guerra Mundial, una marea de gente, de origen rural y sin experiencia política o sindical previa, migró a las ciudades (especialmente a Buenos Aires) para incorporarse al mercado del trabajo industrial:
"...[Como resultado de las migraciones internas] estas grandes masas trasplantadas de manera rápida a las ciudades, transformadas súbitamente de peones rurales, artesanos o personal de fatiga en obreros industriales, adquirieron significación política sin que al mismo tiempo hallaran los canales institucionales necesarios para integrarse al funcionamiento normal de la democracia. La política represiva de los gobiernos de clase media entre 1916 y 1930, las severas limitaciones al funcionamiento de la democracia después de esa fecha y el general descreimiento y escepticismo creados por toda esta experiencia, unidos a la ausencia de partidos políticos capaces de proporcionar una expresión adecuada a sus sentimientos y necesidades, dejaban a estas masas "en disponibilidad", hacían de ellas elemento dispuesto a ser aprovechado por cualquier aventura que les ofreciera alguna forma de participación"23.
Había, por lo tanto, una dualidad en la clase trabajadora argentina en el momento en que Perón se hace cargo del poder. Por un lado los "trabajadores viejos", fogueados con experiencia política y sindical y fuertes tradiciones izquierdistas, que no fueron captados por el peronismo y permanecieron en la oposición (al menos en un principio); por el otro lado, estaban los "trabajadores nuevos", migrantes internos recientes y sin experiencia, que fueron atraídos fácilmente por el discurso y la política demagógica de Perón24.

Germani no puede (ni quiere) evitar el utilizar las experiencias del Fascismo y el Nazismo como puntos de comparación con el peronismo. Sin embargo, admite que las experiencias totalitarias europeas tuvieron importantes características que las diferenciaban de la Argentina. Mientras en Europa el Fascismo y el Nazismo se apoyaron fundamentalmente en las clases medias empobrecidas en vías de proletarización, Perón obtuvo su apoyo fundamental de la clase obrera25. Esta peculiaridad derivaba del tardío (comparado con Europa) proceso de modernización que había experimentado la Argentina, siendo el peronismo un resultado de esta transición a la modernidad.

A pesar de todas las características negativas que Germani le atribuye al peronismo, también le reconoce algunos rasgos positivos. Germani no acepta la idea de que Perón manipuló a las masas por un "plato de lentejas". Si Perón obtuvo el apoyo de las masas, es porque, a cambio, él les dio algo muy importante.

Bajo el gobierno peronista las masas adquirieron autoconciencia y se liberaron de viejas pautas de comportamiento social. Teniendo esto en cuenta, ?hasta qué punto la actitud de las masas puede ser caracterizada de irracional? Germani ofrece la siguiente respuesta:
"En verdad, de ningún modo habría [sic] sido necesaria la subversión institucional, moral y económica, ni mucho menos el régimen totalitario... la aparición de la masa popular en la escena política y su reconocimiento por la sociedad argentina pudieron haberse realizado por el camino de la educación democrática y a través de los medios de expresión que ésta puede dar. Desde este punto de vista no hay duda de que el camino emprendido por la clase obrera debe considerarse irracional... Mas aquí es menester preguntarnos: ?era posible dicho mecanismo democrático en las condiciones en que se hayaba el país tras la revolución de 1930? La contestación es claramente negativa..."26
En otro de los ensayos incluidos en Política y sociedad..., Germani matiza aún más su visión del peronismo como una patología. En el capitulo titulado "De la sociedad tradicional a la participación total en América Latina", escrito en 196127, Germani incluye al peronismo en la categoría más amplia de movimientos "nacional-populares" típicos de los países menos desarrollados (en particular paises latinoamericanos). Con ello le quitaba al peronismo su carácter de único, implícito en el ensayo de 1956.

El análisis de Germani fue muy influyente y dio origen a numerosas variaciones. Un importante estudio, que en parte sigue las líneas de Germani, es el de Torcuato Di Tella28. Según Di Tella, el fenómeno del populismo en América Latina (del cual el peronismo es un ejemplo) es el resultado de la existencia de grupos campesinos y trabajadores urbanos ansiosos por obtener una participación mayor en la distribución del ingreso y en la toma de decisiones políticas, careciendo, al mismo tiempo, del marco organizativo adecuado para canalizar sus intereses de clase. La verdadera novedad en el análisis de Di Tella, sin embargo, es su énfasis en la necesidad de la existencia de lo que él llama "élite anti status-quo" que dirija la movilización de las masas populares para que el fenómeno populista pueda emerger. En el caso del peronismo, este sector de la élite habría estado compuesto por sectores del ejército e industriales que sentían discrepancia entre sus expectativas y sus reales oportunidades sociales29.

Como dijéramos más arriba, la interpretación de Germani se convirtió en "canónica" durante la época del '60 y fue el eje de la llamada "interpretación ortodoxa del peronismo". Sin embargo, también en esta década, la percepción del lugar del peronismo en el desarrollo histórico y social argentino cambió considerablemente. En primer lugar, la experiencia de gobierno peronista iba quedando en el pasado, perdiendo relevancia directa en el acontecer político del país. Pero al mismo tiempo, como la influencia del peronismo como "mito unificador" de la clase obrera30 perduraba, y de hecho era cada vez más fuerte31, muy pronto se hizo evidente que cualquier explicación que considerara al peronismo como un fenómeno patológico del desarrollo histórico argentino no podría ser satisfactoria. La idea de que resocializando a la clase trabajadora de una manera "democrática" pondría fin al peronismo no podía mantenerse seriamente. Por otro lado, para la izquierda tradicional se hizo evidente que la única manera de promover un acercamiento con la clase obrera de la cual había estado alienada desde 1945, era aceptar al peronismo como uno de los factores más importantes en la ideología y experiencia de la misma, y buscar la manera, o bien de convivir con él, o de absorberlo. Además, Perón mismo, desde su exilio en España, se estaba convirtiendo en un factor esencial en el sistema político argentino. Aunque para algunos sectores seguía siendo el "tirano prófugo", el hecho es que Perón estaba legitimando su lugar en la historia y en la política argentina32.

Era obvio que el peronismo requería otro tipo de interpretación. Como resultado de esta inquietud comenzaron a organizarse seminarios y a publicarse libros con diferentes interpretaciones alternativas del peronismo, que fue perdiendo su carácter casi metafísico, convirtiéndose cada vez más en objeto de estudio de sociólogos, historiadores y periodistas33. Además, otras voces comenzaron a dejarse oír cuando antiguos dirigentes peronistas de primero y segundo orden comenzaron a producir "su" versión sobre el período peronista34. Producto de este cambio de percepción fue la "historia del peronismo" publicada por la revista Primera Plana a mediado de los '60 y que consistía en una secuencia de artículos que cubría casi todos los aspectos relevantes del gobierno peronista. En muchos de esos artículos, antiguos dirigentes y miembros del gobierno peronista relataban sus experiencias y versiones sobre diferentes aspectos del período. Otro producto de esta evolución es el libro compilado por Carlos Fayt, La naturaleza del peronismo35, que consiste en las conclusiones de una investigación realizada por profesores y alumnos de la Cátedra de Derecho Político de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. El objetivo de la investigación era "proveer de material para el conocimiento del qué y el por qué del peronismo en la realidad argentina" y por lo tanto "iniciar, así, el conocimiento objetivo de esa realidad"36. El libro incluye en la segunda parte discusiones sobre las interpretaciones alternativas del peronismo en boga en ese momento. Sin embargo, uno de los libros más importantes sobre el tema, publicado a fines de los '60, fue El 45, de Félix Luna37. Este libro, que a lo largo de sucesivas ediciones se convirtió en un verdadero clásico, relata casi día a día los acontecimientos del año crucial de 1945, que el autor reconoce como un año de ruptura en la historia argentina reciente. Escrito en el estilo casi periodístico que caracteriza al autor, El 45 destila un sentimiento de "mea culpa". Luna pertenece a una familia de prominentes miembros de la Unión Cívica Radical, y estaba envuelto, al tiempo de los hechos que relata, en el movimiento estudiantil de oposición a Perón. Luna admite su propia incapacidad en ese momento para evaluar el sentido de los acontecimientos38.

Este libro es importante por dos razones fundamentales: primero, porque se trata probablemente del primer relato bien documentado del proceso que llevó a Perón al poder. El libro utiliza y reproduce documentación que no había sido examinada seriamente hasta entonces, incluyendo una carta que Perón envió a su entonces novia, Eva Duarte, desde su prisión en la isla Martín García, en octubre del '45. Pero además (y desde mi punto de vista más importante), la importancia del libro reside en que Luna devuelve el surgimiento del peronismo a la "contingencia de la historia". Luna muestra que el ascenso de Perón al poder fue el resultado, no solamente del juego de diferentes fuerzas sociales (de hecho, Luna deja este aspecto bastante de lado. Ni siquiera se toma la molestia de definir términos tales como "oligarquía" o "pueblo', sino también la consecuencia de actitudes de personajes tales como Amadeo Sabattini, el antiguo e idiosincrático caudillo radical de la provincia de Córdoba, y una de las figuras políticas más relevantes del momento39, o el Dr. Juan Alvarez, procurador del tesoro, a quien el gobierno militar le había encomendado formar un gabinete de consenso, tarea en la que fracasó. El proceso que llevó a Perón al poder fue también el resultado de la incapacidad de la oposición de evaluar adecuadamente los eventos que estaban teniendo lugar. Luna muestra que en 1945 nadie estaba en completo control de la situación, y ciertamente tampoco Perón, tal como lo demuestra la carta que le envió a Eva desde su prisión en Martín García, pocos días antes del 17 de octubre, comunicándole que su carrera política había terminado. En El 45 el peronismo no es presentado como la consecuencia casi necesaria de complejos cambios sociales, sino como uno de los posibles resultados (y ciertamente no el único posible) de un complicado y confuso proceso histórico. El libro no es - ni pretende ser.- un análisis "científico" de los orígenes del peronismo, sino más bien (y tal vez ésta sea una de sus contribuciones más importantes) un relato histórico que devuelve al fenómeno del peronismo al (usando el título de uno de los capítulos del libro) "huracán de la historia"40, quitándole en forma contundente el carácter de "patología". Al mismo tiempo, Luna traslada el foco del análisis desde la sociedad al ámbito de la políticasa41.

Sin embargo, el verdadero punto de ruptura en la interpretación de los orígenes del peronismo fue el libro publicado a principios de los '70, Estudios sobre los orígenes del peronismo, de Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero42. Este libro consiste básicamente en dos ensayos. El primero de ellos, "Crecimiento industrial y alianza de clases en la Argentina (1930-1940)", analiza las respuestas de los diversos sectores de la élite al proceso de crecimiento industrial que tuvo lugar en la década del '30 como resultado de la Crisis. Pero fue sin duda la segunda parte del libro, "El movimiento obrero en los orígenes del peronismo", la que le propinó a la teoría de Germani sobre la dualidad de la clase obrera una sacudida de la que nunca se recobró. Este ensayo desencadenó un debate sobre los orígenes del peronismo que continúa (aunque con menos fuerza) hasta el día de hoy43. Murmis y Portantiero llevan nuevamente el análisis al ámbito social. Para estos autores, el peronismo no puede ser entendido como una ruptura completa con el pasado, sino que es una consecuencia de un proceso que tiene sus orígenes en los '30. A diferencia de Germani, que había visto en el peronismo una visión distorsionada y local del Fascismo, para Murmis y Portantiero, la explicación del fenómeno debía buscarse en ciertas características estructurales del desarrollo de la sociedad argentina durante la década del '30: "Las hipótesis que manejaremos nos inducen a pensar que la presencia de un período previo de asincronía entre el desarrollo económico y participación resulta decisiva para la apreciación de los rasgos específicos que asumirán algunos movimientos populistas, en especial el peronismo..."44. Estos autores rechazan la importacia de la dualidad de la clase obrera como un factor relevante en la emergencia del peronismo, enfatizando al mismo tiempo la continuidad existente entre las políticas de Perón y los objetivos de los líderes sindicales tradicionales45. En un contexto de acumulación de capital sin distribución, Perón, desde su puesto de secretario de trabajo y previsión, estaba en posición de otorgarle a los sindicatos lo que hacía rato que estaban reclamando.

Como consecuencia de este análisis, Murmis y Portantiero rechazan la idea de la "heteronomía de la clase trabajadora" bajo Perón, tal como estaba formulada por la "teoría ortodoxa".

A semejanza del análisis de Di Tella, para Murmis y Portantiero, Perón no sólo recibió el apoyo de la clase trabajadora (como enfatizaba Germani), sino que ven al peronismo como el resultado de una alianza policlasista compuesta por trabajadores, sectores de las Fuerzas Armadas (mayoritar'amente del ejército) y pequeños industriales que se establecieron como consecuencia del proceso de sustitución de importaciones iniciado en la década del '3046. Esta alianza, por lo tanto, fue el resultado de la manera en que la economía y la sociedad se desarrollaron en la década del '30.

Estudios sobre los orígenes del peronismo tuvo dos consecuencias importantes: primero, terminó de destruir la imagen de Perón como un manipulador omnipotente de una clase obrera pasiva (cualquiera sea la explicación que se diera para esta pasividad); y segundo, dado que para estos autores el peronismo no representó una ruptura con el pasado, y dado que la explicación sobre sus orígenesi debía buscarse en las características de la clase obrera y los sindicatos a lo largo del periodo pre-peronista*, Murmis y Portantiero dieron con su libro un incentivo para el estudio de las "precondiciones" del peronismo. A partir de mediados de la. década del '70, diversos trabajos han salido a la luz (y otros, en su mayoría tesis doctorales aún inéditas) sobre diferentes aspectos del desarrollo de la clase obrera argentina - y otros temas relacionados - durante el período 1930-1943, teniendo casi todos ellos como punto de mira el surgimiento del peronismo47. Esta aproximación "genética" del peronismo tiene una vaga similitud con el proceso experimentado por la historiografía acerca del Nazismo en Alemania durante la década del '7048.

Sin embargo, nuevas versiones de la "visión patológica" del peronismo parecen haber re-emergido en algunos trabajos recientes, tales como el libro de Carlos Waisman, Reversal of Development in Argentina49. Para Waisman, el peronismo (en cuya emergencia él ve el resultado del miedo que ciertos sectores de la élite tenían a una posible revolución de signo comunista), con su política de ;Protección indiscriminada y la organización de un sistema corporativo, fue la causa más importante del cambio de camino de desarrollo del país, que pasó de ser una "new settlement region" (como Estados Unidos, Australia o Canadá) a un país subdesarrollado (como el resto de América Latina)50.

Como se dijera antes, al cuestionar algunas de las hipótesis y premisas de la llamada "teoría ortodoxa" sobre los orígenes del peronismo, el trabajo de Murmis y Portantiero dio origen a una importante polémica sobre los crígenes - y en particular sobre la base social inicial - del peronismo. Parte importante de esa polémica es cubierta en el libro compilado por manuel Mora y Araujo e Ignacio Llorente: El voto peronista51, el cual incluye la mayoría de los artículos relevantes (muchos de ellos ya hablan sido publicados previamente en revistas especializadas) sobre el tema, así como también otros ensayos sobre las características del electorado peronista en diversas provincias y en tiempos más recientes52. El interés que despertó esta polémica, sobre todo en la década del '70, dio lugar a una importante cantidad de estudios empíricos sobre el electorado peronista, y todos los autores parecen coincidir en que la base social del peronismo era más amplia de lo que la "interpretación ortodoxa" suponía, y que el rol de los inmigrantes internos, si bien importante, lo era menos de lo que originalmente se pensaba53.

Sin embargo, cabría preguntarse si el análisis de la base social del electorado peronista (que parece haber rendido todos los frutos posibles) es la mejor aproximación para la comprensión del fenómeno peronista. Para Ernesto Laclau, la respuesta parece ser negativa54. En su ensayo "Towards a Theory of Populism", el cual trata de un análisis general sobre el populismo desde una perspectiva marxista (aunque toma el caso del peronismo como su ejemplo principal), Laclau lleva la discusión a un nuevo terreno: el de la ideología. Laclau rechaza la idea de que el análisis de la base social de un movimiento político es la clave para su comprensión. Esto sería (según Laclau) particularmente cierto para el caso del populismo, debido a que diversos movimientos con distinta base social pueden ser caracterizados como populistas. Es en el nivel ideológico donde encontraremos el componente crucial que definiría al populismo. Siguiendo a Althusser, Laclau define que "lo que constituye el principio unificador de un discurso ideológico es el "sujeto" interpelado y por lo tanto constituido a través de ese discurso"55. El populismo, de acuerdo a Laclau, se definiría por su interpelación al sujeto "pueblo". Pero esto sólo nos ubica en el comienzo del problema, ya que hay otros discursos ideológicos que también hacen referencia al "pueblo" y que difícilmente pueden ser caracterizados de populistas. Lo que finalmente definiría al populismo para Laclau sería la manera en la cual la interpelación "democrático-popular" (al sujeto pueblo) se articula en el discurso: "Nuestra tesis, sigue Laclau, es que el populismo consiste en la presentación de la interpelación popular-democrática como un complejo sintético-antagónico respecto de la ideológia dominante"56.

Para Laclau, la precondición fundamental para la aparición del populismo es la existencia de una crisis en el discurso ideológico dominante. Esta crisis del discurso es, a su vez, el resultado de una crisis social general, la cual, a su vez, puede ser la consecuencia, o bien de una fractura en el bloque del poder, debido a la cual una fracción del mismo necesita apelar al "pueblo" para poder asegurar su hegemonía; o bien de una crisis en la capacidad del sistema para neutralizar a los sectores dominados57. Esta sería la situación existente en la Argentina de principios de la década del'40, de acuerdo al ánalisis de Laclau. Como consecuencia de la Crisis del '30 y de los cambios sociales y económicos provocados por la misma, se había producido una fractura en la hegemonía tradicional oligárquica. Esta fractura se reflejó en una crisis del discurso político dominante que hasta ese momento se había basado en la articulación de los conceptos de liberalismo y democracia. Por otro lado, y como resultado de este debilitamiento del discurso dominante, una nueva posibilidad discursiva hizo su aparición: el autoritarismo democrático. "Esta desarticulación significó, entre otras cosas, que la capacidad del bloque de poder para neutralizar sus contradicciones con el pueblo se había debilitado; en el espejo de las formas ideológicas liberales, ahora roto y empañado, nuevas e impredecibles combinaciones eran posibles"58. Esta sería la razón por la cual "todo el esfuerzo de la ideología peronista se centraba en esta etapa en destruir los últimos vínculos del liberalismo con el concepto de democracia, presentándolo (al liberalismo) como una cobertura lisa y llana de los intereses de clase de la oligarquía"59.

El análisis de Laclau abre una nueva perspectiva en el tema de la contextualización del peronismo. Al desplazar la discusión desde el nivel del análisis de la base social al de la ideología, Laclau presenta una nueva y aún no muy bien explorada dimensión en el análisis del peronismo. Sin embargo, algunas de sus generalizaciones han sido sujetas a crítica60. Además, cabe preguntarse hasta qué punto es cierto si Perón rompió de manera tan tajante con la tradición liberal. Probablemente más trabajos empíricos serían necesarios para clarificar este punto61.

El interés en explit;ar los orígenes del peronismo, que estimuló la aparición de numerosos libros y artículos, no fue acompañado por una producción similar sobre otros aspectos del régimen peronista. Aunque algunas áreas del gobierno peronista han recibido una atención considerable por parte de estudiosos, otras aún permanecen virtualmente inexploradas. Dos temas que han despertado gran interés son el papel desempeñado por las Fuerzas Armadas (el ejército en particular) y, desde luego, el desarrollo del movimiento sindical. Ejemplos de trabajos que tratan sobre el primero de estos tópicos son el muy bien documentado libro de Robert Potash, y el más general, pero muy perceptivo, escrito por Alain Rouquie62. Ambos trabajos centran su atención en las relaciones entre el ejército y la política, y ambos contienen útiles e informadas secciones sobre el período peronista.

La relación crucial entre el estado peronista y los sindicatos ha sido el tema central del trabajo ya clásico de Samuel Baily63, y de otros más recientes y más específicos de autores extranjeros y argentinos64. Todos ellos muestran que los vínculos eran mucho más conflictivos de lo que la mitología peronista y anti- peronista admitían. Hay, además, otros dos temas que han atraído la atención de aquéllos interesados en el período: Perón mismo y su esposa, Eva. Desde la biografía de oficial escrita por Enrique Pavón Pereyra en 195365, hasta la más reciente y menos apologética escrita por Joseph Page66, muchas otras (con mayor o menor sesgo partidario) han sido publicadas cubriendo diversos aspectos de la vida de Perón67. Pero es probablemente una obra de ficción la que proporciona la más penetrante interpretación de la vida de Perón y de su papel en la historia reciente de la Argentina: La novela de Perón, de Tomás Eloy Martínez. La novela se basa en largas conversaciones que el autor mantuvo en Madrid con Perón durante la década del '60, y en una enorme cantidad de documentación compilada durante casi diez años de investigación. Aunque los primeros dos períodos degobierno de Perón (1946-1955) no están cubiertos por el libro, el perceptivo relato que presenta de la vida de Perón y su mundo proporciona una excelente puerta de entrada para la comprensión del peronismo.

Eva Perón también ha sido tema de numerosos libros y artículos (probablemente haya más escrito sobre Eva que sobre Perón mismo), así como obras de ficción, incluyendo una "ópera-rock realizada por los compositores británicos Tim Rice y Andrew Lloyd Weber en la década del '70. La corta e intensa vida de Eva y el poderoso rol que le cupo durante el gobierno de su marido han despertado el interés de peronistas, sociólogos e historiadores, entre otros. Además, la figura de Eva se convirtió (después de su muerte) en uno de los símbolos más importantes de la imagenería peronista, susceptible a diferentes interpretaciones y reformulaciones. Es, por lo tanto, muy dificil separar mito de realidad en lo que respecta a su persona. La desaparición de su cuerpo embalsamado después de la caída de Perón (siendo retornado a su marido por autoridades militares a principios de la década del '70), fue una fuente adicional de mitos. Gabriela Sontag, en su bibliografía anotada sobre Eva Perón68, incluye más de cien libros (incluyendo tesis doctorales inéditas) y más de doscientos artículos (escritos antes y después de la muerte de Eva) que tienen a Eva como tema central. Muchos de estos trabajos, sin embargo, fueron escritos con propósitos partidistas y no agregan demasiado a la mitología que rodea su figura, ya sea peronista o ánti-peronista.

Probablemente el primer intento de despejar algunos de los misterios que rodean la vida de Eva haya sido el libro La vida de Eva Perón, de Borroni y Vacca69. Este libro se basa fundamentalmente en entrevistas realizadas por los autores y otra documentación, y provee útil información acerca del tema. También útiles, y mejor articulados, son los libros y artículos de Marysa Navarro70, los cuales son probablemente los trabajos mejor documentados sobre las diversas facetas de la vida de Eva Perón escritos hasta la fecha. Sin embargo, mientras Borroni y Vacca y Navarro intentan despejar la mitología que rodea a Eva, presentando estudios sobre su vida históricamente fundamentados, Julie Taylor, por el contrario, tomó precisamente los mitos sobre Eva y su génesis como objeto de estudio71. Adoptando una aproximación interdisciplinaria, Taylor argumenta (aunque a veces su evidencia no es lo suficientemente conclusiva) que buena parte de la mitología cuasi-religiosa que rodeaba la figura de Eva (particularmente después de su muerte) fue "fabricada" por sectores de la clase media y no manifestaciones espontáneas de los sectores populares, quienes, según la hipótesis de Taylor, serían consumidores y no productores de mitos.

A pesar de éstos y otros estudios sobre distintas facetas del régimen peronista, el mayor interés por parte de los estudiosos ha continuado siendo hasta muy recientemente el problema de la base social inicial del peronismo o, puesto de manera más general, la pregunta "?por qué surgió el peronismo?". Aun trabajos generales sobre el régimen peronista, tales como el de Peter Waldman72, giran en parte alrededor de este problema. Waldman explica la aparición del peronismo como el resultado de las diferentes crisis de modernización, según el modelo formulado por Almond y Pye73. En general, la mayor preocupación de los estudiosos del peronismo, ha sido principalmente dar una explicación a la cuestión de cómo fue posible el peronismo, y no tanto analizar el desarrollo concreto del régimen de Perón, lo cual podría sugerir la supervivencia de una visión que ve en el peronismo una especie de patología.

La escasez de trabajos importantes sobre muchos aspectos específicos del régimen de Perón puede ser atribuida a deferentes factores. El más obvio es, sin duda, el problema de las fuentes disponibles. Después de la caída de Perón, muchos de los archivos correspondientes a ese período existentes en ministerios y otras reparticiones públicas fueron destruidos, o simplemente se desvanecieron, haciendo virtualmente imposible la investigación en ciertas áreas. Algunos documentos importantes, tales como ciertas actas de la Confederación Central del Trabajo, fueron recuperados más tarde74, pero otros no han aparecido. Incluso otro tipo de fuentes, tales como algunos periódicos de la época, no siempre son fácilmente accesibles para el investigador. La importante "colección peronista" de la Biblioteca del Congreso en Buenos Aires fue reabierta sólo recientemente, y aún hoy en día el acceso a la misma no suele ser del todo fácil. Además, ciertas publicaciones oficiales y estadísticas del gobierno, publicadas regularmente por diferentes ministerios y reparticiones, simplemente dejaron de aparecer durante el gobierno peronista75.

Pero, tan importante como la escasez o inaccesibilidad de las fuentes es el problema de la imagen que el régimen peronista (y también la oposición anti- peronista) dio de sí mismo. Tanto uno como otro se empeñaron (por razones obviamente distintas) en mostrar al período peronista como un bloque homogéneo. Leyendo fuentes peronistas y opositoras, es muy difícil encontrar evidencia de tensiones dentro del régimen. Excepto el conflicto con la Iglesia (que en cualquier caso llegó a su punto culminante al final de su gobierno)76, la imagen general es que, ya sea por consenso o por represión, Perón logró controlar casi todos los aspectos de la vida política del país. La principal función de las fuentes gubernamentales o semi-oficiales, desde El. monitor de educación común hasta Mundo peronista, parece haber sido la adulación de la pareja gobernante. Sólo recientemente esta imagen ha sido cuestionada.

Estudios recientes han mostrado que el período peronista y el movimiento mismo eran mucho menos homogéneos de lo que Perón admitía. Tal como lo han mostrado los trabajos de L. Doyon y otros ya mencionados, ni siquiera los sindicatos estaban bajo el total control de Perón. Walter Little clasifica las actitudes de los sindicatos respecto del estado peronista, las cuales cubrirían un rango que va desde lealtad hasta oposición, pasando por las categorías intermedias de sindicalismo, liberalismo, peronismo independiente y oportunismo77. De hecho, tal como lo ha mostrado Peter Ross en su (inédita) tesis doctoral, los sindicatos como factor de poder impusieron sus puntos de vista en el diseño de las políticas sociales del régimen aun en contra de las ideas de Perón78.

Pero, además, el énfasis que usualmente se pone en el análisis de las relaciones entre los sindicatos y Perón muchas veces ha dado como resultado una imagen un tanto simplificada de la estructura de la sociedad argentina con la que Perón se confrontó. Sin duda, el movimiento obrero organizado (y en parte organizado por Perón) fue una de las principales fuentes de apoyo con las que Perón contó durante su gobierno (y después de su caída). Este apoyo se canalizaba a través del poderoso aparato sindical peronista. Sin embargo, tal. como lo sugiere Ignacio Llorente, entre otros autores, Perón también logró atraer exitosamente el apoyo de sectores populares no organizados, que por lo tanto quedaban fuera del sistema de sindicatos, y de los beneficios que podín derivarse de su pertenencia a ellos. Estos sectores eran numéricamente y socialmente más significativos de lo que habitualmente se considera. Gino Germani, en su clásico estudio sobre la estructura social de la Argentina, muestra que, de 1.800.000 trabajadores registrados como ocupados en actividades industriales por el censo nacional de población de 1947, había 500.000 que no habían sido considerado como tales por el censo industrial de 1946. Difícilmente se puede creer que la fuerza de trabajo industrial se incrementó en esa cifra en el mero lapso de un año. Más bien, como puntualiza Germani, "...La mayor parte de la diferencia se debe a aquellas personas que, aún trabajando dentro del sector industrial, no lo hacen en empresas organizadas sino que desarrollan sus actividades prevalentemente en forma artesanal, individual o familiar"79. Existe evidencia de que al menos parte de estos sectores semi-marginales de la clase obrera no estaban incorporados al aparato sindical, tal como el relativamente alto porcentaje de deserción al sistema de cajas de jubilación parece sugerir80. Pareciera que nuevamente nos confrontamos con el problema de una dualidad en la clase trabajadora. Pero la importancia de esta dualidad residiría menos en la división entre "nuevos" y "viejos" trabajadores, como la "interpretación ortodoxa" había supuesto, que en la división entre trabajadores incorporados o no al aparato sindical peronista. Ciertamente el papel crucial desempeñado por la poderosa y aún no bien estudiada "Fundación Eva Perón" en la captación de estos últimos merecería ser examinado con cuidado81.

Los estudios recientes nos muestran una imagen del régimen peronista más rica y por lo tanto más compleja que la tradicional. El período de gobierno de Perón es entendido ahora más en términos de una continuidad con el pasado que como una ruptura total en la historia argentina reciente. Los cambios políticos y sociales introducidos por Perón -parecen haber sido menos impresionantes de lo que se pensaba. Algunos investigadores argumentan que aun los aparentemente espectaculares cambios introducidos en el sistema sindical durante el gobierno de Perón no fueron el fondo sino la continuación y (profundización) de una tendencia en la relación entre el estado y los sindicatos cuyas raíces eran bastante anteriores82. Perón, lejos de controlar completamente a los sindicatos, tuvo que confrontar las restricciones y presiones impuestas por el aparato sindical que lo llevó al poder. Parece claro que, al enfatizar las continuidades del peronismo con el pasado, las recientes investigaciones han contribuido de manera efectiva a contextualizar el tema bajo consideración, eliminando en forma definitiva la imagen de Perón como "hacedor de la historia".

Sin embargo, aunque esta visión del problema es ciertamente una reacción necesaria y saludable frente a las perspectivas más tradicionales, también es necesario admitir que el período 1943-1955 fue en muchos aspectos una divisoria de aguas en la historia argentina contemporánea. Ningún otro líder político en la historia argentina (con la probable excepción de Juan Manuel de Rosas, con quien la oposición anti-peronista trataba de vincular la figura de Perón) generó tanta devoción y odio simultáneamente. Pero probablemente el legado más importante de Perón (aparte de un poderoso movimiento sindical) haya sido una nueva "cultura política". Las percepciones sobre el rol del estado, las relaciones entre el estado y la sociedad, el papel de partidos e instituciones políticas; el concepto mismo de lo que significa ser un ciudadano, y la manera en que los diferentes sectores sociales son vistos, y su lugar en la sociedad, han sido sin duda modificados a partir de la experiencia peronista. En resumen, el peronismo contribuyó a cambiar, al menos en parte, lo que (siguiendo parcialmente a Clifford Geertz) podríamos llamar "contexto de inteligibilidad" del juego politico83.

El traumático tercer período de gobierno de Perón (1973-1974), con sus violentas consecuencias, generó nuevas preguntas acerca de la ideología y el discurso peronista. ?Era el discurso de Perón en 1973 el mismo que en 1945? ?Hasta qué punto su último gobierno podía relacionarse con el primero? ?Había continuidad en las ideas de Perón? ?Cuál era el "verdadero" discurso de Perón? En los últimos años han aparecido varios libros que examinan el discurso y la ideología de PeróA desde distintas perspectivas, mostrando la existencia de un fértil campo de análisis84.

El énfasis tradicionalmente puesto en el problema de los orígenes del peronismo, y en la estructura de las clases sociales que lo apoyaron, dejó de lado un aspecto del problema que es crucial para su comprensión. Las características y la supervivencia del peronismo no pueden ser explicadas solamente en términos del mejoramiento que las políticas peronistas implicaron para los niveles de vida de la clase trabajadora (y, más en general, de los sectores populares). Perón les otorgó también una nueva identidad, basada en un intercambio simbólico, reformulando de alguna manera el sistema social de clasificación, y organizando un sistema de representaciones sociales que se mostró incomprensible para los sectores conservadores, pero, más dramáticamente, para la clase media. Esto se hizo patéticamente claro el 17 de octubre de 1945, cuando diferentes sectores de la sociedad (y particularmente la clase media) se vieron absolutamente confundidos, sin lograr entender el significado de lo que estaba ocurriendo85.

El problema del intercambio simbólico nos remite a la cuestión de la identidad peronista. Aunque hubo algunos intentos durante la década del '60 de estudiar esta cuestión a través del método de encuestas86, sólo muy recientemente este aspecto del problema ha comenzado a despertar el interés de los estudiosos. La historia oral del Partido Peronista Femenino, realizada por Susana Bianchi y Norma Sanchís, y el perceptivo libro sobre la evolución de los sindicatos peronistas después de la caída de Perón, escrito por Daniel James87, muestran lo fructífero (pero también lo problemático) que puede ser este tipo de análisis. Sin embargo, a pesar de que se han realizado algunos intentos recientes en este sentido, en particular por Alberto Ciria88, aún falta un trabajo detallado sobre los mecanismos y características del intercambio simbólico entre Perón y la masa (rituales políticos, medios de comunicación, mecanismos de socialización política, etc.) que redefinió muchos aspectos de la cultura popular. El peronismo tuvo un importante impacto en la cultura argentina que merece ser estudiado en detalle, aunque algunos intentos en este sentido, fundamentalmente sobre el impacto del peronismo en la literatura, se han venido haciendo89.

En estos momentos la Argentina se encuentra por tercera vez bajo un gobierno peronista. Sin embargo, esta vez, a dieciséis años de la muerte de Perón, las cosas son muy diferentes. El presidente Menem está desmontando buena parte del sistema que Perón había armado y que formaba parte de la mística peronista. Confrontado con serios problemas económicos, el gobierno está llevando a cabo una política de liberación de la economía, privatizando la mayoría de los servicios públicos que Perón había nacionalizado más de cuarenta años antes. Al mismo tiempo, su política de austeridad fiscal golpea con mayor violencia a la clase trabajadora. En muchos aspectos, la política social y económica del presidente Menem es la opuesta a la que se podía esperar de un gobierno peronista. Sin embargo, su campaña electoral estuvo organizada alrededor de los temas tradicionales del peronismo. Hasta qué punto su aún alta popularidad entre ciertos sectores de la clase obrera está basada (al menos parcialmente) en la supervivencia de una mística peronista que puede tornarse más poderosa que la realidad política, es materia de discusión. Lo que es claro es que esta mística peronista ha sido uno de los componentes más importantes del universo político argentino durante los últimos cuarenta y cinco años. El proceso de su generación y transformación es uno de los aspectos del fenómeno que aún requiere ser investigado en profundidad.

En los últimos años, un número de excelentes trabajos de investigación han incorporado nuevas perspectivas a la comprensión del peronismo, y han profundizado otras. El peronismo, sin embargo, permanece siendo uno de los aspectos más importantes de (usando las palabras de Halperin) "Argentinas Unmastered Past". Hay aún mucho por hacer, y muchas áreas inexploradas. Tal como Juan Carlos Torre puntualizó en sus palabras de cierre de la conferencia sobre peronismo que tuvo lugar en la Universidad de Harvard en abril de 1990, parte del problema se debe a la falta de trabajos monográficos sobre muchas áreas90. Pero, como espero haber dejado claro en este ensayo, también son necesarias nuevas perspectivas de análisis.


NOTAS
Un análisis de la literatura sobre el peronismo articulado sobre el eje "ruptara-continuidad" es el de Emilio de Ipola: "Ruptura y continuidad. Claves parciales para un balance de las interpretaciones del peronismo". Desarrollo económico 29; 115 (octAic. 1989).


La conferencia fue organizada en forma conjunta por la Universidad de Harvard y la Embajada argentina en Washington, y tuvo lugar a fines de abril de 1990 en Harvard. Entre los participantes estuvieron Carlos Waisman, Christian Buchrucker, Juan Carlos Torre, Vicente Palermo, Julio Aurelio; Manuel More y Araujo; Guido Di Tella (embajador argentino en los Estados Unidos), Torcuato Di Tella, y otros.


El ascenso al poder de Juan Perón estuvo ligado de alguna manera a la política exterior de los Estados Unidos, a través de su confrontación con el entonces embajador estadounidense en la Argentina (y más tarde secretario asistente de estado para América Latina), Spruine Braden. Mientras Braden públicamente dio apoyo a la oposición anti-peronista, Perón utilizó a Braden como símbolo de la intervención extranjera imperialista en la Argentina para apoyar la oligarquía local. Uno de los slogans más importantes de la campaña electoral de Perón fue "Braden o Perón". Sobre esta controversia en particular ver, Gary Frank: Juan Perón vs. Spruille Braden (Maryland, 1980). Además, las autoridades estadounidenses sentían una profunda desconfianza por el régimen surgido de la revolución del 4 de junio de 1943. Una reciente y provocativa interpretación de las relaciones entre los dos países y sus consecuencias para la Argentina es el libro de Carlos Escudé: Gran Bretaña, Estados Unidos, y la declinación argentina 1942-1949 (Buenos Aires, 1983). Ver también Mario Rapoport: Gran Bretaña, Estados Unidos, y las clases dirigentes argentinas, 1940- 1945 (Buenos Aires, 1981), y el reciente volumen compilado por Guido di Tella y Cameron Watt: Argentina Between the Great Powers, 1939-1946 (University of Pittsburgh Press, 1990).


De todas maneras, entre los trabajos publicados en el extranjero durante la presidencia de Perón, cabe mencionar como particularmente informativos los de George Blanksten: Perón s Argentina (University of Chicago Press, 1953); Robert Alexander: The Perón Era (New York, 1951); y Alejandro Magnet: Nuestros vecinos justicialistas (Santiago de Chile, 1953).


Raymond Williams desarrolló el concepto de "estructura de sentimientos" que él define como "...un tipo de sentimiento y pensamiento que es a la vez social y material, pero en una forma aún embrional, antes de poder convertirse en un intercambio definido y completamente articulado. Sus relaciones con lo ya articulado y definido son, por lo tanto, excepcionalmente complejas". (Raymond Williams: Marxism and Literature (Oxford University Press, 1977). Págs. 131 y 132.


Esta "estructura de sentimientos" es claramente percibida en algunas obras literarias escritas durante el gobierno de Perón, o incluso durante el período 1943-1946. Ejemplos de esto son Sábado de gloria, de Ezequiel Martínez Estrada, y la novela obviamente alegórica de Cortázar, El examen (publicada recientemente aunque escrita al principio de los años '50). Algunos de los cuentos de su colección publicada bajo el título de Bestiario (en particular "Casa tomada" o "Las puertas del cielo" también pueden ser leídos desde esta perspectiva. Más obviamente político es el cuento de Jorge Luis Borges "La fiesta de monstruo" (publicado en 1955, pero escrito probablemente a comienzos del gobierno de Perón). Un análisis provocativo de las relaciones entre literatura y peronismo puede ser encontrado en Andrés Avellaneda: El habla de la ideología: modos de réplica literaria en la Argentina contemporánea (Buenos Aires, 1983). Para interpretaciones del peronismo inmediatamente después de la caída del gobierno, ver Contorno N. 7 y 8 de julio de 1956.


Sur 237, nov.-dic., 1955.


El 17 de octubre de 1945 fue un día fundacional para el movimiento peronista. Perón (que había acumulado los cargos de secretario de trabajo y previsión, ministro de guerra y vicepresidente) había sido separado de sus cargos y puesto en prisión por el gobierno militar, ante la presión de la oposición, el 8 de octubre. El 17 de octubre, una gran concentración de obreros (la mayoría provenientes del gran Buenos Aires) marchó a la Plaza de Mayo para "rescatar" a su líder. Desde entonces, el 17 de octubre ha sido una de las mayores celebraciones y punto central de la imaginería peronista. Peronistas y anti-peronistas dieron diversas interpretaciones de los hechos. Entre los libros y artículos escritos - ya sea por académicos, protagonistas o peronistas - especfficamente sobre el 17 de octubre, son particularmente valiosos: Hugo Gambini: El 17 de octubre de 1945 (Buenos Aires, 1969), el cual es una relación facticia de los hechos. El libro de Cipriano Reyes, Yo hice el 17 de octubre (Buenos Aires, 1973), y el de Angel Perelman, Cómo hicimos el 17 de octubre, proporcionan la perspectiva de dos dirigentes gremiales que participaron en los hechos. El papel desempeñado por Reyes en la jornada del 17 de octubre fue crucial, al igual que su posterior participación en la organización del Partido Laborista, que llevó a Perón al poder. Sin embargo, a los pocos meses del triunfo electoral de Perón, Reyes se transformaría en opositor (no acató la orden de disolver el Partido Laborista y transformarlo en peronista), y sufriría persecuciones y encarcelamiento. Una interpretación particularmente interesante de la naturaleza de los hechos del 17 de octubre, y del comportamiento de la gente que participó en ellos, puede encontrarse en el artículo de Daniel James: "October 17 th and 18th 1945: Mass Protest, Peronism and the Argentine Working Class", Journal of Social History, Spring 1988. Sobre el controversial papel desempeñado por Eva Perón en los eventos, puede consultarse Marysa Navarro: "Evita and che Crisis of 17 October, 1945. A Case Study of Peronist and Anti-Peronist Mythology", Journal of Latín Ameriean Studies 12, 1980.


Esta visión es clara en la prensa liberal después de la caída de Perón. El diario Noticias Gráficas, en su edición del 25 de enero de 1956, hablaría del "tóxico virus", refiriéndose al gobierno de Perón. Es interesante mencionar que la imagen del peronismo como algo "fuera de la realidad" ha perdurado en alguna medida hasta el presente. En la contratapa de su, por otro lado, extremadamente perceptiva novela, La novela de Perón (Buenos Aires, 1985), Tomás Eloy Martínez dice: " Esta es una novela donde todo es verdad [...] [pero] decidí que las verdades de este libro no admitían otro lenguaje que el de la imaginación".


La lista completa de estos libros sería larguísima, y muchos de ellos son meros panfletos partidistas. Sólo a título de ejemplo, menciono: Ricardo Boizard: Era noche de Perón (Bs. As., 1955); Raúl Damonte Taborda: Ayer fue San Perón: 12 actos de humillación argentina (Bs. As., 1955); Silvano Santander: Ténica de una traición: Juan Perón y Eva Perón, agentes del nazismo en la Argentina (Bs. As., 1955); Juan Antonio Solar?: Doce años de oprobio (Bs. As.,1956); Armando Alonso Piñeiro: La dictadura peronista (Bs. As., 1955); Bernardo Ravinovitz: Sucedió en la Argentina (1943-1955): lo que no se dijo (Bs. As., 1956); Mario Amadeo: Ayer, hoy y mañana (Buenos Aires, 1956). Algunos de estos libros fueron reeditados varias veces, lo cual nos da una imagen de la gran demanda existente para este tipo de literatura. Para una revisión de éstos y otros textos publicados inmediatamente después de la caída de Perón, ver: Fritz Hoffman: "Perón and After A Review Article", The Hispanic American Historical Review, Vol. XXXVI, N. 4, Nov. 1956; y su continuación, por el mismo autor. "Perón and After. Part II (Conclusion)", en la misma revista, Vol XXXIX, N. 2, May 1959. Sobre libros y artículos escritos sobre Eva Perón, puede consultarse la bibliografía preparada por Gabriela Sontag: Eva Perón: Books, Articles and Other Sources of Siudy: An Annotated Bibliography (Madison, Wisconsin, 1983).


Aun José Luis Romero, en su clásico, Las ideas políticas en la Argentina (edición actualizada de 1956), incluye el período peronista en un capítulo titulado "La línea del fascismo".


Más recientemente, Juan José Sebref, en su libro, Los deseos imaginarios del peronismo (Bs. As., 1983), intentó resucitar esta imagen del peronismo, encontrándole elementos estructurales tanto de fascismo como de bonapartismo.


Libro negro de la segunda tiranía (Buenos Aires, 1958). El título mismo del libro es toda una declaración en sí mismo. El concepto de "segunda tiranía" remite a la primera tiranía, que había sido obviamente el régimen de Juan Manuel de Rosas. La oposición anti-peronista intentó desde un principio asociar la figura de Perón con la de Rosas, cosa que nunca (al menos durante su gobierno) estuvo en el ánimo de Perón.


"Revolución Libertadora" fue el nombre que se dio a sí mismo el movimiento revolucionario que derrocó a Perón.


El libro era un resumen de los cinco volúmenes que componen la: Documentación, autores y cómplices de las irregularidades cometidas durante la segunda tiranía, publicados por la vicepresidencia de la nación en 1958.


Pág. 34.


Ernesto Sábato: El otro rostro del peronismo. Carta abierta a Mario Amadeo (Buenos Aires, 1956).


Jorge A. Ramos: Perón: historia de su triunfo y su derrota (Buenos Aires, 1959). Se trata de un libro corto, que en realidad era un capítulo del libro más largo Revolución y contrarrevolución en la Argentina (Buenos Aires, 1957), cuya edición ya estaba agotada en 1959. Revolución y contrarrevolución... fue reeditado sucesivas veces, incorporándosele nuevo material. En su tercera edición (1965) ya se trataba de una obra de dos volúmenes, a los que se agregaron tres más en la edición de 1970. Lo interesante es que mientras en esa edición (1970) el volumen que cubre el período 1943-73 se titulaba "La era del bonapartismo, en la edición de 1981 el título fue cambiado por "La era del peronismo", lo que sugiere cambios en la percepción del período por parte del autor. Las citas son de la edición de 1959.


Gino Germani: Política y sociedad en una época de transición. De la sociedad tradicional a la sociedad de masas (Buenos Aires, 1962).


Ver páginas 27 y 28.


Esta visión de la izquierda tradicional puede verse claramente en las ediciones del periódico socialista La Vanguardia y del comunista La Hora, aparecidas inmediatamente después del 17 de octubre de 1945.


Pág. 55.


Ver Juan José Hernández Arregui: Peronismo y socialismo (Buenos Aires, 1972), y su libro previo: La formación de la conciencia nacional (Buenos Aires, 1960) y ediciones posteriores.


Pág. 231.


Esta interpretación que liga al peronismo con una "nueva clase trabajadora" es también compartida (aunque desde una perspectiva diferente) por aquellos autores que ven en el peronismo un verdadero movimiento revolucionario nacional. Para ellos, los nuevos trabajadores, verdaderos representantes de una fuerza nacional y libres de las experiencias de alienación sufridas por los "viejos trabajadores", eran más capaces de llevar a cabo un verdadero movimiento revolucionario. Los "viejos trabajadores", en cambio, estaban limitados por sus vínculos a orientaciones reformistas. Un buen comentario sobre estas orientaciones puede ser encontrado en Miguel Murmis y Juan Carlos Pontantiero: Estudios sobre los orígenes del peronismo (Buenos Aires, 1984). Pág. 63. Sobre este importante libro, volveré más adelante. Un ejemplo de esta interpretación es Alberto Belloni: Peronismo y socialismo nacional (Bs. As., 1962) y del mismo autor, Del anarquismo al peronismo (Bs. As., 1960). También Ramos, op. cit. Otra interpretación que también utiliza el "modelo dual de la clase obrera", aunque desde una perspectiva distinta, es la de Samuel Baily, en su importante libro Labor, Nationalism and Politics in Argentina (Rutgers University Press,1967). Baily ve en el peronismo el triunfo del nacionalismo criollo de la "nueva clase obrera", al que opone el "nacionalismo liberal" de los sectores más tradicionales de la clase obrera vinculados al partido socialista. Esta visión que ve en el peronismo la evidencia de ciertas características tradicionales de la cultura argentina es compartida, más recientemente, por Robert Crassweller, en su libro Perón and the Enigmas of Argentina (New York, 1987).


Esta visión de Fascismo y del Nazismo como movimientos de clase media baja ha sido modificada por estudios recientes. Ver, por ejemplo: Richard Hamilton: Who Voted for Hitler? (Princeton University Press, 1982) o Thomas Childers: The Nazi Voter: The Social Foundations of Fascism in Germany, 1919-1933 (University of North Carolina Press, 1983), entre otros. Sin embargo, ya en los '30, Theodore Abel había sugerido, con su importante estudio de autobiografías de miembros del NSDAP, que el nazismo tenía una base social más amplia de lo que normalmente se creía. Theodore Abel: Why Hitler Came into Power? (New York, 1938).


Pág. 251, subrayado en el original.


Vale la pena mencionar que el ensayo que trata específicamente el tema del peronismo, del cual extraje las citas del texto, había sido escrito en 1956, apenas un año después de la caída de Perón. El ensayo sobre América Latina, como ya se dijo, fue escrito en 1961. Esta diferencia de casi cinco años puede llegar a explicar el cambio de perspectiva de Germani.


Torcuato Di Tella: "Populism and Reform in Latín America" en Claudio Véliz (ed.): Obstacles to Change in Latín America (Oxford University Press, 1965). Ver también sus más recientes trabajos, Sociología de los procesos políticos (Buenos Aires, 1985) y Latín American Politics. A Theoretical Framework (Texas University Press, 1989).


El tema del populismo ha dado lugar a innumerables libros y artículos que están fuera del alcance de este ensayo. Una interesante discusión de la literatura y su aplicación al caso del peronismo puede encontrarse en Joel Horowitz: "Industrialists and the Rise of Perón, 1943-1946: Some Implications for the Conceptualization of Populism", The Americas, Vol. XLVII, N. 2, October 1990.


Aunque hubo importantes divisiones dentro del sindicalismo peronista (las cuales a veces tenían consecuencias muy violentas), todos los grupos antagónicos se declaraban a sí mismos representantes del "verdadero peronismo".


Ver Daniel James: Resistance and Integration: Peronism and the Argentine Working Class, 1946- 1976 (Cambridge University Press, 1988).


Sería interesante estudiar hasta qué punto la historiografía de la década de los '60 contribuyó a la legitimación de Perón. Durante esa década, el llamado "revisionismo histórico" (tendencia nacionalista surgida en los '30 que resalta la figura de Rosas y los caudillos en oposición a los próceres liberales tradicionales) se convirtió es una especie de "historia oficial alternativa", y ciertamente se convirtió en la "historia oficial" para el peronismo. Muchos de los historiadores revisionistas eran de hecho peronistas. La imagen de Perón (el patriarca defensor de la nacionalidad exiliado) fue asociada fácilmente a la de otro patriarca exiliado del siglo pasado: Rosas. Que yo sepa, no hay todavía trabajos encarados en esta dirección.


En parte producto de esta curiosidad, la cual en la mayor parte de las veces estaba mezclada con intereses polítiéos, fueron las diversas entrevistas realizadas a Perón, muchas de las cuales fueron luego publicadas como libros. Tal es el caso de Peicovich, Esteban: Hola Perón (Buenos Aires, 1965). Estas obras están fuera del alcance de este ensayo.


Entre otros, Angel Perelman: Cómo hicimos el 17 de octubre (Buenos Aires, 1961); Cipriano Reyes: Yo hice el 17 de octubre (Buenos Aires, 1973); Luis Monsalvo: Testigo de la primera hora del peronismo (Buenos Aires, 1974); Jorge Antonio: ?Yahora qué? (Buenos Aires, 1966); y anteriormente el libro de Antonio Cafiero: Cinco años después (Buenos Aires, 1961).


Carlos Fayt (comp.): La naturaleza del peronismo (Buenos Aires, 1967). Otra aproximación "objetiva" al peronismo publicada en los '60 fue el libro de Pierre Lux-Wurm: Le peronisme (París, 1965).


Pág. 13, subrayado mío (MP).


Félix Luna: El 45: Crónica de un año decisivo (Buenos Aires, 1969) y numerosas ediciones sucesivas.


Passim, pero esencialmente pág. 488 y siguientes.


Passim, y pág. 116.


Posteriormente, Luna escribió varios otros libros sobre aspectos del peronismo. El último es su obra en tres volúmenes Perón y su tiempo, que lleva varias ediciones desde que fue publicada en 1984. Aunque tal vez sea menos interesante que El 45, este libro proporciona una interesante visión sobre temas que no han sido tratados previamente, tales como el desarrollo del peronismo en el interior del país.


Sobre la importancia del cambio en el foco de análisis de la sociedad ala política, ver Juan Carlos Torre: "Interpretando (una vez más) los orígenes del peronismo", Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales 28; 112 (enero-marzo 1989).


Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero: Estudios sobre los orígenes del peronismo (Buenos Aires, 1971).


Un ejemplo del debate puede verse en Manuel Mora y Araujo e Ignacio Llorente (comps.): El voto peronista. Ensayos de sociología electoral argentina (Buenos Aires, 1980). Uno de los puntos cruciales del debate es el rol de los "obreros viejos" en el ascenso de Perón. Para eso puede consultarse la tesis de Juan Carlos Torre: "El rol del sindicalismo en los orígenes del peronismo", Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, París, 1982. También su reciente artículo: "Interpretando (una vez más) los orígenes del peronismo", Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales, Vol. 28, N. 112, enero-marzo de 1989. Otro enfoque similar es el de la tesis pionera de Walter Little: "Political Integration in Peronist Argentina", Ph.D. Diss., University of Cambridge, 1971, y el artículo de Eldon Kenworthy: "The Function of the Little Known Case in Theory Formation or What Peronism Wasn't", Comparative Politics 6, 1973.


Pág. 71.


Pág. 73.


Algunas de las ideas expuestas por Murmis y Portantiero, así como parte de la evidencia presentada para sostener sus puntos de vista, serían discutidos por otros autores más recientemente. El tema de la participación de los pequeños industriales en la coalición fue discutido por Eldon Kenworthy en: "Did the'New Industrialists' Play a Significant Role in the Formation of Peron's Coalition, 1943- 1946?", en Alberto Ciria (comp.): New Perspectives in Modern Argentina (Latín American Studies Working Papers, Indiana University, Bloomington, 1972). Un trabajo que en cierta medida apoya la hipótesis de Murmis y Portantiero es el artículo de Judith Teichman: "Interest Conflict and Entrepreneurial Support for Perón", Latín American Research Review XVI, 1, 1981. Sobre las condiciones de los sindicatos antes del ascenso de Perón al poder, ver Ricardo Gaudio y Jorge Pilone: "El desarrollo de la negociación colectiva durante la etapa de modernización industrial en la Argentina", en Juan Carlos Torre (comp.): La formación del sindicalismo peronista (Buenos Aires, 1988). A pesar de que ciertos puntos de la hipótesis de Murmis y Portantiero sobre los sindicatos han sido discutidos, la idea central de la participación de los "viejos sindicalistas" en los orígenes del peronismo ha permanecido intacta. Ver, por ejemplo, Hugo del Campo: Sindicalismo y peronismo: los comienzos de un vinculo perdurable (Buenos Aires, 1983), y Torre, Juan Carlos: op. cit. (tesis de doctorado). Lamentablemente, el libro de Torre basado en su tesis fue publicado demasiado tarde para ser incorporado a este ensayo.


Entre otros, David Tamarin: The Argentine Labor Movement,1930-1945: A Study in the Origins of Peronism (Albuquerque, 1985); Hiroshi Matsushita: El movimiento obrero argentino, 1930-1943. Sus proyecciones en los orígenes del peronismo (Buenos Aires, 1983); Joel Horowitz: Argentine Unions. The State and the Rise of Perón, 1930-1945 (Institute of International Studies, Berkeley, CA, 1990); Falcoff, Mark y Ronald Dolkart (comps.): Prologue to Perón: Argentina in Depression and War (Berkeley, 1975). Los trabajos de Horowitz y Tamarin están basados en tesis doctorales completadas en los '70.


Me refiero concretamente a la controversia sobre el Sonderweg. Ver, por ejemplo, Geoff Eley: From Un fication to Nazism. Reinterpreting the German Past (Boston, 1986). Introducción.


Carlos H. Waisman: Reversal of Development in Argentina. Postwar Counterrevolutionary Policies and Their Structural Consequences (Princeton University Press, 1987).


Esta visión del peronismo como el comienzo (y la causa) de la declinación argentina no es nueva. Ver, por ejemplo, Carlos Díaz Alejandro: Fssays on the Economic History of the Argentine Republic (New Haven, 1970). Una interpretación que también pone al gobierno de Perón como el comienzo de la declinación argentina, aunque en este caso por culpa del boicot internacional orquestado por los Estados Unidos, se encuentra en el libro de Carlos Escudé: Gran Bretaña, Estados Unidos y la declinación argentina, 1942-1949 (Buenos Aires, 1983).


Manuel Mora y Araujo e Ignacio Llorente (comps.): El voto peronista. Ensayos de sociología electoral argentina (Buenos Aires, 1980).


Entre los artículos que tratan de la polémica sobre los orígenes del peronismo, son particularmente sugerentes el de Gino Germani: "El surgimiento del peronismo: el rol de los obreros y los migrantes internos", y la lúcida refutación al mismo hecha por Tulio Halperin Donghi: "Algunas observaciones sobre Germani, el surgimiento del peronismo y los migrantes internos".


Aparte de los artículos incluidos en El voto peronista, ver Schoultz, Lars: The Populist Challenge: Argentíne Electoral Behavior in the Postwar Era (Chapel Hill,1983); Kenworthy: "The Function oí Little Known Case...", art. cit.


Ernesto Laclau: "Towards a Theory of Populism", en Ernesto Laclau: Politics and Ideology in Marxist Theory. Capitalism - Fascism - Populism (London, 1977).


Pág. 101, subrayado en el original.


Pág. 172, subrayado en el original.


Pág. 175.


Pág. 188.


Pág. 189.


Ver, por ejemplo, Emilio de Ipola: Ideología y discurso populista (México, 1982). En particular, el capitulo 3: "Populismo e ideología I" (a propósito de E. Laclau: Política e ideología en la teoría marxista), discute las hipótesis de Laclau.


Trabajos recientes tienden a mostrar que el liberalismo fue en realidad un componente importante en el discurso e ideología peronistas. Como ejemplos de estos trabajos, menciono: Colín Wilson: "Between Rosas and Sarmiento: Notes on Nationafsm in Peronist Thought", The Americas, 1983. Tomás Eloy Martínez, en su muy bien documentada Novela de Perón (Bs. As., 1985), sugiere que Perón se sentía a sí mismo como un heredero de la tradición liberal argentina. Este punto ha sido resaltado por Tulio Halperin en su reciente articulo: "Argentinas Unmastered Past", Latin American Research Review XXIII; 2, 1988. Otra perspectiva sobre la formación de la ideología peronista, enfatizando su componente de nacionalismo, puede ser encontrado en la segunda parte del libro de Christian Buchrucker: Nacionalismo y peronismo. Argentina en la crisis ideológica mundial (1927-1955) (Buenos Aires, 1987).


Robert Potash: The Army and Politics in Argentina, 2 Vols. (Stanford University Press; 1969- 1980). Alain Rouquie: Pouvoir militaire et societé politique en la Republique Argentine (Parós, 1978). Más recientemente, el Prof. Potash publicó una serie de documentos sobre el grupo militar GOU, hasta entonces inaccesibles: Robert Potash: Perón y el GOU. Los documentos de una logia secreta (Buenos Aires, 1984).


Baily Samuel: Op. cit.


Entre los trabajos escritos por autores extranjeros: Louise Doyon: "La organización del movimiento sindical peronista 1946-1955", Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales, V. 24, N. 94, julio-septiembre 1984; ibíd.: "Conflictos obreros durante el régimen peronista", Desarrollo Económico..., N. 67, oct.-dic. 1977; ibid.: "El crecimiento sindical bajo el peronismo", Desarrollo Económico..., N. 57, abril junio 1975. Ver, también, Walter Little: "La organización obrera y el estado peronista, 1943-1955", Desarrollo Económico..., N. 75, oct.-dic. 1979. Joel Horowitz: "The Impact of Pre-1943 Labor Union Traditions on Peronism", Journal of Latin American Studies 15, 1983, y su libro ya citado: Argentine Unions, the State, and ?he Rise of Perón (Berkeley, 1990). Lamentablemente, la importante tesis doctoral de Doyon: "Organized Labour And Perón (1943-1955). A Study of the Conflictual Dynamics of the Peronist Movement in Power", Ph.D. Diss., University of Toronto, 1978, permanece inédita. Entre los escritos por argentinos: Hugo del Campo: Gp. cit., Juan Carlos Torre: tesis doctoral, op. cit. Como ya dije más arriba, lamentablemente el reciente Ebro de Torre fue publicado demasiado tarde para ser incluido en este ensayo.


Enrique Pavón Pereyra: Perón: preparación de una vida para el mando (Buenos Aires, 1953).


Joseph Page: Perón: a Biography (Random House, 1983).


Entre otras, Fermín Chávez: Perón y el peronismo en la historia contemporánea, 2 Vols. (Buenos Aires 1975-1985); Crassweller: Gp. cit, Robert Alexander: Juan Domingo Perón, a History, (Boulder, CO, 1979). Ver también, Torcuato Luca de Tena; Luis Calvo y Esteban Peicovich: Yo, Juan Domingo Perón. Relato autobiográfico (Barcelona, 1976).


Sontag: Eva Perón: Books, Articles and other Sources of Study: An Annotated Bibliography (University of Wisconsin, Madison, 1983).


Otelo Borroni y Roberto Vacca: La vida de Eva Perón (Buenos Aires, 1971). Se trata aparentemente del primer volumen de una obra originalmente pensada en dos volúmenes. Hasta donde yo sé, el segundo volumen nunca fue publicado.


Marysa Navarro and Nicholas Fraser: Eva Perón (New York, 1980). Marysa Navarro: Evita (Buenos Aires, 1981). Ambos contienen información similar, como es de esperarse dada la cercanía de sus respectivas fechas de publicación. De la misma autora, ver también: "Evita and the Crisis of 17 October 1945. A Case Study of Peronist and Anti-Peronist Mythology", Journal of Latin American Studies 12, 1980, y, también, su "Evita, el peronismo y el feminismo", en José Enrique Miguens y Frederick Turner (comps.): Racionalidad del peronismo. Perspectivas internas y externas que replantean un debate inconcluso (Buenos Aires, 1988).


Julie Taylor: Eva Perón: The Myths of a Woman (Chicago University Press, 1979).


Peter Waldman: El peronismo (1943-1955) (Buenos Aires, 1981). Primera edición en alemán de 1974.


Sin embargo, debe resaltarse que el trabajo de Waldman presenta un interesante análisis de importantes aspectos del régimen peronista. De particular interés es su interpretación del papel que la movilización popular desempeñaba en la ideología y política de Perón. Waldman: Op. cit. Pág. 84 y ss.


La recuperación de las actas de la CGT del 16 de octubre de 1945 le permitió a Juan Carlos Torre escribir su ya clásico artículo: "La CGT y el 17 de octubre de 1945", Todo es historia, 105, 1976, en el cual muestra el papel desempeñado por la central obrera en los hechos del 17 de octubre.


Un caso claro es el del área de la educación. Las memorias ministeriales dejaron de publicarse, al igual que los reportes estadísticos y otras fuentes.


El tema del conflicto entre el estado peronista y la iglesia fue objeto de estudio por parte de investigadores y periodistas. Entre otros, ver: Hugo Gámbini: El peronismo y la iglesia (Buenos Aires, 1971) y la lamentablemente todavía inédita tesis doctoral de Noreen Stack: "Avoiding the Greater Evil: The Response of the Catholic Church to Juan Perón, 1943-1955", Ph.D. Diss., Rutgers University, 1976. Sobre el tema especifico de la educación religiosa, ver Virginia Leonard: Politicians, Pupils and Priesis: Argentine Education since 1943 (New York, 1989).


Baily: Op. cit.; Louise Doyon: "arts. cit." y tesis citada; Walter Little: "La organización obrera y el estado peronista 1943-1955", Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales, N. 75, dic. 1979.


Peter Ross: "Policy Formation and Implementation of Social Welfare in Peronist Argentina, 1943-1955", Ph.D. Diss., University of New South Wales, Sydney, 1988. Ross muestra como el plan original de Perón era establecer un sistema de seguro social universal, similar al Plan Beveridge de Inglaterra, en sustitución de las "cajas de jubilación" individuales de cada sindicato. Los sindicatos, sin embargo, se opusieron y conservaron las cajas de jubilación.


Gino Germani: Estructura social de la Argentina (Buenos Aires, 1955). Pág. 169.


Agradezco al Lic. Lischinsky, de la Universidad de Buenos Aires, el que me haya llamado la atención sobre este importante punto, que él en parte había desarrollado en su trabajo "La afiliación al sistema previsional (1944-1955). Logros y dificultades en su expansión" (Inédito). L. Doyon, por su parte, muestra que aun en el momento de apogeo del régimen, la tasa de afiliación a los sindicatos estaba lejos de ser total. Doyon: "El crecimiento sindical...?, art. cit.


Trabajos serios sobre la Fundación Eva Perón aún están por hacerse. Marysa Navarro, en su biografía de Eva, Evita. ..op. cit., y otros autores que han escrito sobre Eva hacen referencias a la Fundación, pero aún queda mucho por hacerse. Sin embargo, esto no es tarea fácil, ya que casi toda la documentación de la misma parece haberse desvanecido. Pero hay todavía vías "indirectas" de acercarse al tema, que pueden resultar provechosas. Existe alguna documentación conservada en archivos privados, pero también se puede estudiar el tema a través de la prensa escrita, memorias del ministerio de obras públicas, etc.


Para esta linea de argumentación, ver Matsushita Hiroshi: Op. cit, Gaudio y Pilone: "art. cit." Para una argumentación que enfatiza la ruptura, puede verse Horowitz, Joel: Op. cit.


Aplico al caso concreto de la política un concepto que Geertz utiliza de manera general en su análisis sobre la cultura. Ver C. Geertz: "Thick Description: Toward an Interpretative Theory of Culture", en Geertz: The Interpretation of Cultures (New York, 1973). Pág. 14.


Desde la perspectiva del análisis del discurso, puede verse Elíseo Verán y Silvia Sigal: Perón o muerte: los fundamentos discursivos del fenómeno peronista (Buenos Aires, 1986); y Emilio de Ipola: Ideología y discurso populista (México, 1982). Para una aproximación más psicológica que enfatiza la continuidad en las ideas de Perón, León Rozitchner: Perón entre el tiempo y la sangre (Buenos Aires, 1986). Uno de los argumentos de Rozitchner es que la izquierda peronista hizo una lectura ingenua de las ideas de Perón respecto del lugar que éste les asignaba en su proyecto político. Por otro lado, estas ideas se originaban en parte en una lectura perversa que Perón había hecho de Clawtsewitz. Sobre el origen de las ideología de Perón (refiriéndose al primer gobierno), ver Christian Buchrucker: Gp. cit. Una perspectiva y lúcida interpretación del pasado argentino reciente puede encontrarse en Tulio Halperin: "Argentinas Unmastered Past", Latín American Research Review XXIII; 2 (1988).


Pierre Bourdieu: Distinction: A Social Critique of the Judgement of Taste (Harvard University Press, 1984). Pág. 479 habla de la "Classification Struggle": "Lo que sentí en juego en las luchas sobre el significado del mundo social es el poder sobre los esquemas y sistemas clasificatorios que son la base de la representación de los grupos y por lo tanto de su movilización y desmovilización...".
Perón mismo diría, durante su exilio en Madrid: "Nosotros revertimos las cosas. Lo de arriba lo pusimos más abajo, y lo de abajo más arriba. Eso naturalmente produjo muchos resentimientos..." Américo Barrios: Con Perón en el exilio. Lo que nadie sabía (Buenos Aires, 1964). Pág. 141.


Jeanne Kirkpatrick: Leader and Vanguard in Mass Society: A Study of Peronism in Argentina (MIT Press, Cambridge, MA, 1971). Bourdieu muestra claramente los problemas y limitaciones inherentes al método de análisis político a través de encuestas. Ver The Distinction... op. cit., passim.


Susana Bianchi y Norma Sanchis: El partido peronista femenino (Buenos Aires, 1988). Este libro provee datos y percepciones valiosas sobre el partido peronista femenino y la Fundación Eva Perón, pero fundamentalmente sobre la mentalidad de las mujeres que participaron en ambos. Daniel James: Resistance and Integration. Peronism and the Argentine Working Class, 1944-1976 (Cambridge University Press, 1988), también hace extenso uso de fuentes orales, entre otras.


Sigal y Verán: Gp. cit. ; De Ipola: Gp. cit. Alberto Ciria, en su Política y cultura popular: la Argentina peronista 1946-1955 (Buenos Aires, 1983), trata algunos de estos temas, aunque de manera muy general. Sin embargo, este libro es un importante llamado de atención sobre la importancia de estos puntos.


Un tema que ha recibido alguna atencón es el del impacto del peronismo en la literatura argentina. Ernesto Goldar se ocupó del tema, aunque desde un punto de vista más bien partidista: El peronismo en la literatura argentina (Buenos Aires, 1971). Lo mismo puede decirse de la obra colectiva de Norman Briski et al.: La cultura popular del peronismo (Buenos Aires, 1973). Desde una perspectiva más "académica", puede verse: Stabb, Martín: "Argentine Letters and the Peronato", Journal of Inter-American Studies and World Affairs 13, 1971, y Pedro Orgambide: "Peronismo y antiperonismo en la literatura argentina", Cambio (México) octubre 1978 - marzo 1979. Más recientemente, Andrés Avellaneda publicó un provocativo libro, que es de esperar que inspire nuevas investigaciones sobre el tema. Andrés Avellaneda: El habla de una ideología. Modos de réplica literaria en la Argentina contemporánea (Buenos Aires, 1983).


Torre se refería en particular al problema del apoyo de los industriales a Perón. Sin embargo, como mencioné más arriba, hay algunas investigaciones sobre el tema: Kenworthy: "art. cit."; Teichman: "art. cit."; entre otros. Se 'puede mencionar también la falta de trabajos sobre las políticas económicas de Perón. Aún hay controversia sobre hechos básicos, como está mostrado en los trabajos recientes. Un ejemplo de esto puede encontrarse en los capítulos pertinentes del libro de Guido Di Tella y R. Dornbush (comps.): The Political Economy of Argentina, 1946-1983 (University of Pittsburgh Press, 1989).


Perón y el peronismo: un ensayo bibliográfico
El triunfo peronista en las elecciones presidenciales argentinas de 1989, y el espectacular cambio de rumbo que el presidente Carlos Menem le dio subsecuentemente a su gobierno, pusieron el problema del peronismo nuevamente en el foco de atención de académicos, periodistas y políticos interesados en la Argentina. Nuevas preguntas acerca de la naturaleza del peronismo, su capacidad de adaptarse a la cambiante realidad política argentina, sus transformaciones y su lugar en el sistema político del país, parecen haber adquirido nueva relevancia, como lo ha mostrado la conferencia que, sobre estos temas, tuvo lugar en la Universidad de Harvard en abril de 19901. Pero para dar una respuesta adecuada a estas preguntas, tal vez sea necesario analizar el "peronismo original" de las dos primeras presidencias de Juan Domingo Perón desde nuevas perspectivas. En este ensayo me propongo pasar revista a las diferentes interpretaciones del (primer) peronismo que han aparecido desde la caída del gobierno de Perón en 1955. No tengo la pretensión (ni podría tenerla) de hacer una revisión exhaustiva de todo el material publicado sobre el tema en los últimos treinta y cinco años. Voy a centrar mi atención en aquellos trabajos que, bajo mi punto de vista, han abierto nuevos caminos o han ofrecido perspectivas particularmente interesantes para este complejo tema - el peronismo -, que es sin duda uno de los más relevantes de la historia argentina del siglo XX.
Perón atrajo el interés del público extranjero desde muy temprano, y los primeros trabajos de interés académico (aunque no siempre libres de intereses políticos) sobre el régimen peronista fueron publicados cuando Perón estaba aún en el poder2.Sin embargo, en este ensayo voy a concentrarme solamente en los trabajos aparecidos después de la caída del gobierno peronista en 19553.
Después de la caída del gobierno de Perón, en septiembre de 1955, la sociedad, y en particular la intelectualidad argentina (que en su mayoría había sido opositora del régimen depuesto), se confrontó con la necesidad de explicarse a sí misma los últimos diez años de su historia. El peronismo había dividido a la sociedad argentina en dos sectores aparentemente irreconciliables. Perón había logrado polarizarla como ningún otro político del siglo XX lo había hecho antes, ni lo haría después. Además, para los distintos sectores sociales, la experiencia peronista había tenido caracteres y consecuencias muy distintos. Si para un importante sector de las clases trabajadoras los diez años de gobierno de Perón habían significado un mejoramiento real de sus condiciones de vida, logrado a través de fuertes redistribuciones del ingreso, además de su incorporación a la arena política y al aparato estatal, y la reformulación (a su favor) de viejas pautas en sus relaciones con otros sectores de la sociedad; para otros sectores, en particular la clase media y buena parte de la intelectualidad, el gobierno peronista había sido una experiencia extremadamente traumática. Este trauma era el resultado, no sólo de las experiencias de represión y censura que algunos miembros de estos sectores habían sufrido, sino también (y tal vez aún más importante que los factores anteriores) del hecho que la experiencia peronista parecía no encajar en el desarrollo normal de la historia argentina contemporánea. Tanto para los políticos e intelectuales de la izquierda tradicional como para los de la derecha (excepto para algunos grupos nacionalistas), el peronismo era una prueba de que en alguna medida el proceso político y social del país ya no se adaptaría a las reglas tradicionales y estaba escapando de su control. Todos estos factores contribuyeron a generar lo que Raymond Williams llamaría una "estructura de sentimientos" (structure of feelings)4, la cual es evidente en algunos escritos políticos y literarios inmediatamente posteriores a la caída del régimen, en los que el fenómeno peronista era visto como algo esencialmente aberrante y por lo tanto imposible de ser entendido por medios racionales5. Jorge Luis Borges (a quien Perón había separado de su puesto de director de la biblioteca municipal y nombrado, a cambio, inspector municipal de aves y corrales) escribió la siguiente interpretación del fenómeno peronista en el artículo publicado en un número especial de la revista Sur6, cuyo título, "L' Illusion Comique" es, de por sí, significativo:
"...Durante años de oprobio y de bobería, los métodos de la propaganda comercial y de la litterature pour concierges fueron aplicados al gobierno de la República. Hubo así dos historias: una de índole criminal, hecha de cárceles, torturas, prostituciones, robos, muertes e incendios; otra de carácter escénico, hecha de necedades y fábulas para consumo de patanes. La dictadura abominó (simuló abominar) del capitalismo, pero copió sus métodos, como en Rusia... Más curioso fue el manejo político de los procedimientos del drama o del melodrama".
Aún más interesante es la interpretación que Borges daba más adelante, en el mismo artículo de la jornada del 17 de octubre de 19457, que pone de manifiesto la "estructura de sentimientos" que mencionáramos antes:
"...El día 17 de octubre de 1945 se simuló que un coronel había sido arrestado y secuestrado, y que el pueblo de Buenos Aires lo rescataba; nadie se detuvo a explicar quiénes lo habían secuestrado ni cómo se sabía su paradero. Tampoco hubo sanciones legales para los, supuestos culpables, ni se revelaron o conjeturaron sus nombres".
Guillermo de la Torre, siguiendo la misma línea, escribió, a su vez, en el mismo número de Sur: "Todo en el peronismo era una colosal impostura. Todo era apócrifo, anacrónico". Anacronismo, apócrifo, impostura, mentira; el peronismo era visto por ciertos sectores como una patología, algo en cierta medida fuera de la realidad, y por lo tanto como una ruptura total en la historia del país8.
Esta, que podríamos llamar "visión patológica" del fenómeno peronista, es también evidente en los contenidos de gran parte de la catarata de libros sobre el tema publicados en los años inmediatamente posteriores a la caída de Perón. Muchos de estos libros fueron escritos, o bien por ex-exiliados políticos durante el gobierno de Perón que ahora retornaban al país, o bien por gente que en algún momento había participado o se había acercado al régimen y ahora se sentía en la obligación de explicar sus acciones. Una rápida mirada a los títulos de la mayoría proporciona una sensación del ánimo con el que fueron escritos9. Para muchos de sus autores, el gobierno peronista había sido una versión local del Fascismo o del Nazismo10 (y, en el caso de algunos escritores de izquierda, bonapartismo)11, en la cual Perón y su esposa muerta eran presentados como manipuladores omnipotentes de la voluntad de las clases trabajadoras. El régimen peronista era visto como una cadena interminable de actos de corrupción, de tortura y de censura. Probablemente el ejemplo más obvio de esta visión del peronismo sea el titulado Libro negro de la segunda tiranía12, publicado por el gobierno de la "Revolución Libertadora"13. Este libro era en realidad un sumario de las conclusiones a que habían arribado las "comisiones investigadoras" establecidas por el gobierno revolucionario para investigar diversos aspectos de la administración de Perón14. Entre otras cosas, decía: "...Lo inexplicable, lo monstruoso, es que se establezca una dictadura en tiempos de paz y prosperidad (tal la situación cuando Perón se hizo cargo del poder), sin causas inmediatas que la justifiquen, ni antecedentes valederos que la hagan prever"15. Según esta perspectiva, caído Perón, la tarea era ahora resocializar a los sectores populares e incorporarlos de una manera "democrática" al sistema político.
Sin embargo, para algunos sectores más perceptivos (aunque no necesariamente menos anti-peronistas), era obvio que muchos de los cambios traídos por el peronismo eran irrevocables. Para algunos se hizo claro que existía "otra Argentina", para la cual la experiencia peronista, lejos de tener las características demoníacas que algunos le querían atribuir, había representado el único canal válido para obtener dignidad y mejoramiento de sus condiciones sociales y económicas. En un tono dramático, Ernesto Sábato escribió sobre la caída de Perón:
"Aquella noche de septiembre de 1955, mientras los doctores, hacendados y escritores festejábamos ruidosamente en la sala la caída del tirano, en un rincón de la antecocina vi como las indias que allí trabajaban tenían los ojos empapados en lágrimas. Y aunque en todos aquellos años yo había meditado en la trágica dualidad que escindía al pueblo argentino, en ese momento se me apareció en su forma más conmovedora..."16
Dentro de lo que hemos llamado "visión patológica del peronismo", es posible encontrar, sin embargo, los primeros intentos de elaborar una interpretación más global del fenómeno peronista. Entre ellos (aunque con objetivos, métodos e ideología diametralmente distintos) cabe mencionar: Perón: historia de su triunfo y su derrota, de Jorge Abelardo Ramos, libro que a lo largo de los años fue reeditado con diferentes títulos y formato17; y el clásico libro de análisis sociológico de Gino Germani: Política y sociedad en una época de transición18.
Ramos basa su interpretacín en una larga cita de Trotsky sobre la imposibilidad del sistema democrático en países coloniales o semi-coloniales. En estos países (de los cuales la Argentina era un ejemplo), los gobiernos en general adquieren características bonapartistas o semibonapartistas, las cuales, bajo ciertas circunstancias, pueden incorporar elementos progresistas y anti-imperialistas, como fue el caso del peronismo19. Para Ramos, la historia argentina se articula fundamentalmente alrededor de la historia de la penetración de los imperialismos británicos, estadounidense y soviético. Sin embargo, y a pesar de esta visión simplificada del proceso histórico, hay ciertos aspectos de su interpretación que son interesantes. El énfasis que Ramos pone en ubicar al peronismo en un contexto más amplio - el de los sistemas políticos de los países semi-coloniales -, aunque sin duda discutible, refina, sin embargo, considerablemente la visión que veía en el peronismo un fenómeno único y puramente patológico. Perón ya no es presentado como un manipulador omnipotente de los sectores populares. Ramos no ve en la jornada del 17 de octubre ni el resultado de las manipulaciones de Perón, ni la movilización del "lumpen proletariado" que la izquierda tradicional había querido ver20. Se trató más bien de un moviniento masivo y espontáneo en el que la verdadera clase obrera se movilizó y como consecuencia del cual Perón emergió como líder. Según Ramos, fueron los trabajadores quienes "crearon" a Perón el 17 de octubre y no Perón el que manejó a las masas. En este sentido Ramos ve en el peronismo un movimiento "racional", siendo sus limitaciones ideólogicas la ,onsecuencia lógica de la situación dependiente del país y de la falta de educación política de las masas:
"Jamás en la historia se ha desenvuelto ningún movimiento que desde sus comienzos fuese totalmente claro en sus formulaciones; sólo la experiencia propia, las lecciones de las derrotas, el fracaso de sus jefes, permiten a las masas, en estadios sucesivos, realizar un balance íntimo de su orientación y seleccionar las ideas y los caudillos que su lucha requiere ... Bajo los sím-bolos elementales del peronismo... enormes masas de hombres y mujeres que hace sólo diez años vivían en el atraso precapita lista hicieron su ingreso triunfal en la política argentina. La dirección que abrazaron era enteramente correcta; no había ninguna otra capaz de defenderlo mejor - y los que podían hacerlo (Ramos mismo y la llamada "Izquierda Nacional", como oposi ción a la tradicional "izquierda cipaya": el fuertemente "stalinizado" Partido Comunista) no eran aún suficientemente fuertes para ser escuchados"21.
Esta visión del peronismo como un movimiento liberador sería retomada en los '60 y los '70. Juan José Hernández Arregui, por ejemplo, ve en el peronismo lo que él llama un "socialismo nacional"22.
Sin embargo, Ramos no se desembaraza completamente de la "visión patológica" del peronismo. El mismo concepto de "bonapartismo" en lenguaje marxista remite a un sistema político de características perversas.
Una interpretación mucho más sofisticada, y que eventualmente se convirtió en el centro de lo que se llamaría la "interpretación ortodoxa del peronismo", es la ofrecida por el sociólogo italiano Gino Germani. Su Política y sociedad en una época de transición es una colección de ensayos sobre diversos temas de sociología latinoamericana, dentro del marco teórico de la llamada "teoría de la modernización", y escritos entre la caída de Perón y el principio de la década del '60. Aunque Germani no esconde su aversión al régimen caído (ni siquiera se propone hacerlo), su libro contiene lo que probablemente fue el primer intento de llegar a una explicación "científica" del fenómeno peronista. Germani se pregunta por qué las masas eligieron un camino no-democrático y totalitario (tales las características que él le adscribe al peronismo) para su incorporación en el sistema político, en vez de un camino más democrático o aún más tradicionalmente de izquierda. La respuesta que Germani ofrece para su pregunta está ligada a dos factores: las características y el "timing" del proceso de modernización de la Argentina; y el papel esencial desempeñado por los migrantes internos recientes. Durante las décadas de los '30 y los '40, y como resultado del proceso de rápida industrialización desencadenado por la Crisis y acentuado por la Segunda Guerra Mundial, una marea de gente, de origen rural y sin experiencia política o sindical previa, migró a las ciudades (especialmente a Buenos Aires) para incorporarse al mercado del trabajo industrial:
"...[Como resultado de las migraciones internas] estas grandes masas trasplantadas de manera rápida a las ciudades, transformadas súbitamente de peones rurales, artesanos o personal de fatiga en obreros industriales, adquirieron significación política sin que al mismo tiempo hallaran los canales institucionales necesarios para integrarse al funcionamiento normal de la democracia. La política represiva de los gobiernos de clase media entre 1916 y 1930, las severas limitaciones al funcionamiento de la democracia después de esa fecha y el general descreimiento y escepticismo creados por toda esta experiencia, unidos a la ausencia de partidos políticos capaces de proporcionar una expresión adecuada a sus sentimientos y necesidades, dejaban a estas masas "en disponibilidad", hacían de ellas elemento dispuesto a ser aprovechado por cualquier aventura que les ofreciera alguna forma de participación"23.
Había, por lo tanto, una dualidad en la clase trabajadora argentina en el momento en que Perón se hace cargo del poder. Por un lado los "trabajadores viejos", fogueados con experiencia política y sindical y fuertes tradiciones izquierdistas, que no fueron captados por el peronismo y permanecieron en la oposición (al menos en un principio); por el otro lado, estaban los "trabajadores nuevos", migrantes internos recientes y sin experiencia, que fueron atraídos fácilmente por el discurso y la política demagógica de Perón24.
Germani no puede (ni quiere) evitar el utilizar las experiencias del Fascismo y el Nazismo como puntos de comparación con el peronismo. Sin embargo, admite que las experiencias totalitarias europeas tuvieron importantes características que las diferenciaban de la Argentina. Mientras en Europa el Fascismo y el Nazismo se apoyaron fundamentalmente en las clases medias empobrecidas en vías de proletarización, Perón obtuvo su apoyo fundamental de la clase obrera25. Esta peculiaridad derivaba del tardío (comparado con Europa) proceso de modernización que había experimentado la Argentina, siendo el peronismo un resultado de esta transición a la modernidad.
A pesar de todas las características negativas que Germani le atribuye al peronismo, también le reconoce algunos rasgos positivos. Germani no acepta la idea de que Perón manipuló a las masas por un "plato de lentejas". Si Perón obtuvo el apoyo de las masas, es porque, a cambio, él les dio algo muy importante.
Bajo el gobierno peronista las masas adquirieron autoconciencia y se liberaron de viejas pautas de comportamiento social. Teniendo esto en cuenta, ?hasta qué punto la actitud de las masas puede ser caracterizada de irracional? Germani ofrece la siguiente respuesta:
"En verdad, de ningún modo habría [sic] sido necesaria la subversión institucional, moral y económica, ni mucho menos el régimen totalitario... la aparición de la masa popular en la escena política y su reconocimiento por la sociedad argentina pudieron haberse realizado por el camino de la educación democrática y a través de los medios de expresión que ésta puede dar. Desde este punto de vista no hay duda de que el camino emprendido por la clase obrera debe considerarse irracional... Mas aquí es menester preguntarnos: ?era posible dicho mecanismo democrático en las condiciones en que se hayaba el país tras la revolución de 1930? La contestación es claramente negativa..."26
En otro de los ensayos incluidos en Política y sociedad..., Germani matiza aún más su visión del peronismo como una patología. En el capitulo titulado "De la sociedad tradicional a la participación total en América Latina", escrito en 196127, Germani incluye al peronismo en la categoría más amplia de movimientos "nacional-populares" típicos de los países menos desarrollados (en particular paises latinoamericanos). Con ello le quitaba al peronismo su carácter de único, implícito en el ensayo de 1956.
El análisis de Germani fue muy influyente y dio origen a numerosas variaciones. Un importante estudio, que en parte sigue las líneas de Germani, es el de Torcuato Di Tella28. Según Di Tella, el fenómeno del populismo en América Latina (del cual el peronismo es un ejemplo) es el resultado de la existencia de grupos campesinos y trabajadores urbanos ansiosos por obtener una participación mayor en la distribución del ingreso y en la toma de decisiones políticas, careciendo, al mismo tiempo, del marco organizativo adecuado para canalizar sus intereses de clase. La verdadera novedad en el análisis de Di Tella, sin embargo, es su énfasis en la necesidad de la existencia de lo que él llama "élite anti status-quo" que dirija la movilización de las masas populares para que el fenómeno populista pueda emerger. En el caso del peronismo, este sector de la élite habría estado compuesto por sectores del ejército e industriales que sentían discrepancia entre sus expectativas y sus reales oportunidades sociales29.
Como dijéramos más arriba, la interpretación de Germani se convirtió en "canónica" durante la época del '60 y fue el eje de la llamada "interpretación ortodoxa del peronismo". Sin embargo, también en esta década, la percepción del lugar del peronismo en el desarrollo histórico y social argentino cambió considerablemente. En primer lugar, la experiencia de gobierno peronista iba quedando en el pasado, perdiendo relevancia directa en el acontecer político del país. Pero al mismo tiempo, como la influencia del peronismo como "mito unificador" de la clase obrera30 perduraba, y de hecho era cada vez más fuerte31, muy pronto se hizo evidente que cualquier explicación que considerara al peronismo como un fenómeno patológico del desarrollo histórico argentino no podría ser satisfactoria. La idea de que resocializando a la clase trabajadora de una manera "democrática" pondría fin al peronismo no podía mantenerse seriamente. Por otro lado, para la izquierda tradicional se hizo evidente que la única manera de promover un acercamiento con la clase obrera de la cual había estado alienada desde 1945, era aceptar al peronismo como uno de los factores más importantes en la ideología y experiencia de la misma, y buscar la manera, o bien de convivir con él, o de absorberlo. Además, Perón mismo, desde su exilio en España, se estaba convirtiendo en un factor esencial en el sistema político argentino. Aunque para algunos sectores seguía siendo el "tirano prófugo", el hecho es que Perón estaba legitimando su lugar en la historia y en la política argentina32.
Era obvio que el peronismo requería otro tipo de interpretación. Como resultado de esta inquietud comenzaron a organizarse seminarios y a publicarse libros con diferentes interpretaciones alternativas del peronismo, que fue perdiendo su carácter casi metafísico, convirtiéndose cada vez más en objeto de estudio de sociólogos, historiadores y periodistas33. Además, otras voces comenzaron a dejarse oír cuando antiguos dirigentes peronistas de primero y segundo orden comenzaron a producir "su" versión sobre el período peronista34. Producto de este cambio de percepción fue la "historia del peronismo" publicada por la revista Primera Plana a mediado de los '60 y que consistía en una secuencia de artículos que cubría casi todos los aspectos relevantes del gobierno peronista. En muchos de esos artículos, antiguos dirigentes y miembros del gobierno peronista relataban sus experiencias y versiones sobre diferentes aspectos del período. Otro producto de esta evolución es el libro compilado por Carlos Fayt, La naturaleza del peronismo35, que consiste en las conclusiones de una investigación realizada por profesores y alumnos de la Cátedra de Derecho Político de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. El objetivo de la investigación era "proveer de material para el conocimiento del qué y el por qué del peronismo en la realidad argentina" y por lo tanto "iniciar, así, el conocimiento objetivo de esa realidad"36. El libro incluye en la segunda parte discusiones sobre las interpretaciones alternativas del peronismo en boga en ese momento. Sin embargo, uno de los libros más importantes sobre el tema, publicado a fines de los '60, fue El 45, de Félix Luna37. Este libro, que a lo largo de sucesivas ediciones se convirtió en un verdadero clásico, relata casi día a día los acontecimientos del año crucial de 1945, que el autor reconoce como un año de ruptura en la historia argentina reciente. Escrito en el estilo casi periodístico que caracteriza al autor, El 45 destila un sentimiento de "mea culpa". Luna pertenece a una familia de prominentes miembros de la Unión Cívica Radical, y estaba envuelto, al tiempo de los hechos que relata, en el movimiento estudiantil de oposición a Perón. Luna admite su propia incapacidad en ese momento para evaluar el sentido de los acontecimientos38.
Este libro es importante por dos razones fundamentales: primero, porque se trata probablemente del primer relato bien documentado del proceso que llevó a Perón al poder. El libro utiliza y reproduce documentación que no había sido examinada seriamente hasta entonces, incluyendo una carta que Perón envió a su entonces novia, Eva Duarte, desde su prisión en la isla Martín García, en octubre del '45. Pero además (y desde mi punto de vista más importante), la importancia del libro reside en que Luna devuelve el surgimiento del peronismo a la "contingencia de la historia". Luna muestra que el ascenso de Perón al poder fue el resultado, no solamente del juego de diferentes fuerzas sociales (de hecho, Luna deja este aspecto bastante de lado. Ni siquiera se toma la molestia de definir términos tales como "oligarquía" o "pueblo', sino también la consecuencia de actitudes de personajes tales como Amadeo Sabattini, el antiguo e idiosincrático caudillo radical de la provincia de Córdoba, y una de las figuras políticas más relevantes del momento39, o el Dr. Juan Alvarez, procurador del tesoro, a quien el gobierno militar le había encomendado formar un gabinete de consenso, tarea en la que fracasó. El proceso que llevó a Perón al poder fue también el resultado de la incapacidad de la oposición de evaluar adecuadamente los eventos que estaban teniendo lugar. Luna muestra que en 1945 nadie estaba en completo control de la situación, y ciertamente tampoco Perón, tal como lo demuestra la carta que le envió a Eva desde su prisión en Martín García, pocos días antes del 17 de octubre, comunicándole que su carrera política había terminado. En El 45 el peronismo no es presentado como la consecuencia casi necesaria de complejos cambios sociales, sino como uno de los posibles resultados (y ciertamente no el único posible) de un complicado y confuso proceso histórico. El libro no es - ni pretende ser.- un análisis "científico" de los orígenes del peronismo, sino más bien (y tal vez ésta sea una de sus contribuciones más importantes) un relato histórico que devuelve al fenómeno del peronismo al (usando el título de uno de los capítulos del libro) "huracán de la historia"40, quitándole en forma contundente el carácter de "patología". Al mismo tiempo, Luna traslada el foco del análisis desde la sociedad al ámbito de la políticasa41.
Sin embargo, el verdadero punto de ruptura en la interpretación de los orígenes del peronismo fue el libro publicado a principios de los '70, Estudios sobre los orígenes del peronismo, de Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero42. Este libro consiste básicamente en dos ensayos. El primero de ellos, "Crecimiento industrial y alianza de clases en la Argentina (1930-1940)", analiza las respuestas de los diversos sectores de la élite al proceso de crecimiento industrial que tuvo lugar en la década del '30 como resultado de la Crisis. Pero fue sin duda la segunda parte del libro, "El movimiento obrero en los orígenes del peronismo", la que le propinó a la teoría de Germani sobre la dualidad de la clase obrera una sacudida de la que nunca se recobró. Este ensayo desencadenó un debate sobre los orígenes del peronismo que continúa (aunque con menos fuerza) hasta el día de hoy43. Murmis y Portantiero llevan nuevamente el análisis al ámbito social. Para estos autores, el peronismo no puede ser entendido como una ruptura completa con el pasado, sino que es una consecuencia de un proceso que tiene sus orígenes en los '30. A diferencia de Germani, que había visto en el peronismo una visión distorsionada y local del Fascismo, para Murmis y Portantiero, la explicación del fenómeno debía buscarse en ciertas características estructurales del desarrollo de la sociedad argentina durante la década del '30: "Las hipótesis que manejaremos nos inducen a pensar que la presencia de un período previo de asincronía entre el desarrollo económico y participación resulta decisiva para la apreciación de los rasgos específicos que asumirán algunos movimientos populistas, en especial el peronismo..."44. Estos autores rechazan la importacia de la dualidad de la clase obrera como un factor relevante en la emergencia del peronismo, enfatizando al mismo tiempo la continuidad existente entre las políticas de Perón y los objetivos de los líderes sindicales tradicionales45. En un contexto de acumulación de capital sin distribución, Perón, desde su puesto de secretario de trabajo y previsión, estaba en posición de otorgarle a los sindicatos lo que hacía rato que estaban reclamando.
Como consecuencia de este análisis, Murmis y Portantiero rechazan la idea de la "heteronomía de la clase trabajadora" bajo Perón, tal como estaba formulada por la "teoría ortodoxa".
A semejanza del análisis de Di Tella, para Murmis y Portantiero, Perón no sólo recibió el apoyo de la clase trabajadora (como enfatizaba Germani), sino que ven al peronismo como el resultado de una alianza policlasista compuesta por trabajadores, sectores de las Fuerzas Armadas (mayoritar'amente del ejército) y pequeños industriales que se establecieron como consecuencia del proceso de sustitución de importaciones iniciado en la década del '3046. Esta alianza, por lo tanto, fue el resultado de la manera en que la economía y la sociedad se desarrollaron en la década del '30.
Estudios sobre los orígenes del peronismo tuvo dos consecuencias importantes: primero, terminó de destruir la imagen de Perón como un manipulador omnipotente de una clase obrera pasiva (cualquiera sea la explicación que se diera para esta pasividad); y segundo, dado que para estos autores el peronismo no representó una ruptura con el pasado, y dado que la explicación sobre sus orígenesi debía buscarse en las características de la clase obrera y los sindicatos a lo largo del periodo pre-peronista*, Murmis y Portantiero dieron con su libro un incentivo para el estudio de las "precondiciones" del peronismo. A partir de mediados de la. década del '70, diversos trabajos han salido a la luz (y otros, en su mayoría tesis doctorales aún inéditas) sobre diferentes aspectos del desarrollo de la clase obrera argentina - y otros temas relacionados - durante el período 1930-1943, teniendo casi todos ellos como punto de mira el surgimiento del peronismo47. Esta aproximación "genética" del peronismo tiene una vaga similitud con el proceso experimentado por la historiografía acerca del Nazismo en Alemania durante la década del '7048.
Sin embargo, nuevas versiones de la "visión patológica" del peronismo parecen haber re-emergido en algunos trabajos recientes, tales como el libro de Carlos Waisman, Reversal of Development in Argentina49. Para Waisman, el peronismo (en cuya emergencia él ve el resultado del miedo que ciertos sectores de la élite tenían a una posible revolución de signo comunista), con su política de ;Protección indiscriminada y la organización de un sistema corporativo, fue la causa más importante del cambio de camino de desarrollo del país, que pasó de ser una "new settlement region" (como Estados Unidos, Australia o Canadá) a un país subdesarrollado (como el resto de América Latina)50.
Como se dijera antes, al cuestionar algunas de las hipótesis y premisas de la llamada "teoría ortodoxa" sobre los orígenes del peronismo, el trabajo de Murmis y Portantiero dio origen a una importante polémica sobre los crígenes - y en particular sobre la base social inicial - del peronismo. Parte importante de esa polémica es cubierta en el libro compilado por manuel Mora y Araujo e Ignacio Llorente: El voto peronista51, el cual incluye la mayoría de los artículos relevantes (muchos de ellos ya hablan sido publicados previamente en revistas especializadas) sobre el tema, así como también otros ensayos sobre las características del electorado peronista en diversas provincias y en tiempos más recientes52. El interés que despertó esta polémica, sobre todo en la década del '70, dio lugar a una importante cantidad de estudios empíricos sobre el electorado peronista, y todos los autores parecen coincidir en que la base social del peronismo era más amplia de lo que la "interpretación ortodoxa" suponía, y que el rol de los inmigrantes internos, si bien importante, lo era menos de lo que originalmente se pensaba53.
Sin embargo, cabría preguntarse si el análisis de la base social del electorado peronista (que parece haber rendido todos los frutos posibles) es la mejor aproximación para la comprensión del fenómeno peronista. Para Ernesto Laclau, la respuesta parece ser negativa54. En su ensayo "Towards a Theory of Populism", el cual trata de un análisis general sobre el populismo desde una perspectiva marxista (aunque toma el caso del peronismo como su ejemplo principal), Laclau lleva la discusión a un nuevo terreno: el de la ideología. Laclau rechaza la idea de que el análisis de la base social de un movimiento político es la clave para su comprensión. Esto sería (según Laclau) particularmente cierto para el caso del populismo, debido a que diversos movimientos con distinta base social pueden ser caracterizados como populistas. Es en el nivel ideológico donde encontraremos el componente crucial que definiría al populismo. Siguiendo a Althusser, Laclau define que "lo que constituye el principio unificador de un discurso ideológico es el "sujeto" interpelado y por lo tanto constituido a través de ese discurso"55. El populismo, de acuerdo a Laclau, se definiría por su interpelación al sujeto "pueblo". Pero esto sólo nos ubica en el comienzo del problema, ya que hay otros discursos ideológicos que también hacen referencia al "pueblo" y que difícilmente pueden ser caracterizados de populistas. Lo que finalmente definiría al populismo para Laclau sería la manera en la cual la interpelación "democrático-popular" (al sujeto pueblo) se articula en el discurso: "Nuestra tesis, sigue Laclau, es que el populismo consiste en la presentación de la interpelación popular-democrática como un complejo sintético-antagónico respecto de la ideológia dominante"56.
Para Laclau, la precondición fundamental para la aparición del populismo es la existencia de una crisis en el discurso ideológico dominante. Esta crisis del discurso es, a su vez, el resultado de una crisis social general, la cual, a su vez, puede ser la consecuencia, o bien de una fractura en el bloque del poder, debido a la cual una fracción del mismo necesita apelar al "pueblo" para poder asegurar su hegemonía; o bien de una crisis en la capacidad del sistema para neutralizar a los sectores dominados57. Esta sería la situación existente en la Argentina de principios de la década del'40, de acuerdo al ánalisis de Laclau. Como consecuencia de la Crisis del '30 y de los cambios sociales y económicos provocados por la misma, se había producido una fractura en la hegemonía tradicional oligárquica. Esta fractura se reflejó en una crisis del discurso político dominante que hasta ese momento se había basado en la articulación de los conceptos de liberalismo y democracia. Por otro lado, y como resultado de este debilitamiento del discurso dominante, una nueva posibilidad discursiva hizo su aparición: el autoritarismo democrático. "Esta desarticulación significó, entre otras cosas, que la capacidad del bloque de poder para neutralizar sus contradicciones con el pueblo se había debilitado; en el espejo de las formas ideológicas liberales, ahora roto y empañado, nuevas e impredecibles combinaciones eran posibles"58. Esta sería la razón por la cual "todo el esfuerzo de la ideología peronista se centraba en esta etapa en destruir los últimos vínculos del liberalismo con el concepto de democracia, presentándolo (al liberalismo) como una cobertura lisa y llana de los intereses de clase de la oligarquía"59.
El análisis de Laclau abre una nueva perspectiva en el tema de la contextualización del peronismo. Al desplazar la discusión desde el nivel del análisis de la base social al de la ideología, Laclau presenta una nueva y aún no muy bien explorada dimensión en el análisis del peronismo. Sin embargo, algunas de sus generalizaciones han sido sujetas a crítica60. Además, cabe preguntarse hasta qué punto es cierto si Perón rompió de manera tan tajante con la tradición liberal. Probablemente más trabajos empíricos serían necesarios para clarificar este punto61.
El interés en explit;ar los orígenes del peronismo, que estimuló la aparición de numerosos libros y artículos, no fue acompañado por una producción similar sobre otros aspectos del régimen peronista. Aunque algunas áreas del gobierno peronista han recibido una atención considerable por parte de estudiosos, otras aún permanecen virtualmente inexploradas. Dos temas que han despertado gran interés son el papel desempeñado por las Fuerzas Armadas (el ejército en particular) y, desde luego, el desarrollo del movimiento sindical. Ejemplos de trabajos que tratan sobre el primero de estos tópicos son el muy bien documentado libro de Robert Potash, y el más general, pero muy perceptivo, escrito por Alain Rouquie62. Ambos trabajos centran su atención en las relaciones entre el ejército y la política, y ambos contienen útiles e informadas secciones sobre el período peronista.
La relación crucial entre el estado peronista y los sindicatos ha sido el tema central del trabajo ya clásico de Samuel Baily63, y de otros más recientes y más específicos de autores extranjeros y argentinos64. Todos ellos muestran que los vínculos eran mucho más conflictivos de lo que la mitología peronista y anti- peronista admitían. Hay, además, otros dos temas que han atraído la atención de aquéllos interesados en el período: Perón mismo y su esposa, Eva. Desde la biografía de oficial escrita por Enrique Pavón Pereyra en 195365, hasta la más reciente y menos apologética escrita por Joseph Page66, muchas otras (con mayor o menor sesgo partidario) han sido publicadas cubriendo diversos aspectos de la vida de Perón67. Pero es probablemente una obra de ficción la que proporciona la más penetrante interpretación de la vida de Perón y de su papel en la historia reciente de la Argentina: La novela de Perón, de Tomás Eloy Martínez. La novela se basa en largas conversaciones que el autor mantuvo en Madrid con Perón durante la década del '60, y en una enorme cantidad de documentación compilada durante casi diez años de investigación. Aunque los primeros dos períodos degobierno de Perón (1946-1955) no están cubiertos por el libro, el perceptivo relato que presenta de la vida de Perón y su mundo proporciona una excelente puerta de entrada para la comprensión del peronismo.
Eva Perón también ha sido tema de numerosos libros y artículos (probablemente haya más escrito sobre Eva que sobre Perón mismo), así como obras de ficción, incluyendo una "ópera-rock realizada por los compositores británicos Tim Rice y Andrew Lloyd Weber en la década del '70. La corta e intensa vida de Eva y el poderoso rol que le cupo durante el gobierno de su marido han despertado el interés de peronistas, sociólogos e historiadores, entre otros. Además, la figura de Eva se convirtió (después de su muerte) en uno de los símbolos más importantes de la imagenería peronista, susceptible a diferentes interpretaciones y reformulaciones. Es, por lo tanto, muy dificil separar mito de realidad en lo que respecta a su persona. La desaparición de su cuerpo embalsamado después de la caída de Perón (siendo retornado a su marido por autoridades militares a principios de la década del '70), fue una fuente adicional de mitos. Gabriela Sontag, en su bibliografía anotada sobre Eva Perón68, incluye más de cien libros (incluyendo tesis doctorales inéditas) y más de doscientos artículos (escritos antes y después de la muerte de Eva) que tienen a Eva como tema central. Muchos de estos trabajos, sin embargo, fueron escritos con propósitos partidistas y no agregan demasiado a la mitología que rodea su figura, ya sea peronista o ánti-peronista.
Probablemente el primer intento de despejar algunos de los misterios que rodean la vida de Eva haya sido el libro La vida de Eva Perón, de Borroni y Vacca69. Este libro se basa fundamentalmente en entrevistas realizadas por los autores y otra documentación, y provee útil información acerca del tema. También útiles, y mejor articulados, son los libros y artículos de Marysa Navarro70, los cuales son probablemente los trabajos mejor documentados sobre las diversas facetas de la vida de Eva Perón escritos hasta la fecha. Sin embargo, mientras Borroni y Vacca y Navarro intentan despejar la mitología que rodea a Eva, presentando estudios sobre su vida históricamente fundamentados, Julie Taylor, por el contrario, tomó precisamente los mitos sobre Eva y su génesis como objeto de estudio71. Adoptando una aproximación interdisciplinaria, Taylor argumenta (aunque a veces su evidencia no es lo suficientemente conclusiva) que buena parte de la mitología cuasi-religiosa que rodeaba la figura de Eva (particularmente después de su muerte) fue "fabricada" por sectores de la clase media y no manifestaciones espontáneas de los sectores populares, quienes, según la hipótesis de Taylor, serían consumidores y no productores de mitos.
A pesar de éstos y otros estudios sobre distintas facetas del régimen peronista, el mayor interés por parte de los estudiosos ha continuado siendo hasta muy recientemente el problema de la base social inicial del peronismo o, puesto de manera más general, la pregunta "?por qué surgió el peronismo?". Aun trabajos generales sobre el régimen peronista, tales como el de Peter Waldman72, giran en parte alrededor de este problema. Waldman explica la aparición del peronismo como el resultado de las diferentes crisis de modernización, según el modelo formulado por Almond y Pye73. En general, la mayor preocupación de los estudiosos del peronismo, ha sido principalmente dar una explicación a la cuestión de cómo fue posible el peronismo, y no tanto analizar el desarrollo concreto del régimen de Perón, lo cual podría sugerir la supervivencia de una visión que ve en el peronismo una especie de patología.
La escasez de trabajos importantes sobre muchos aspectos específicos del régimen de Perón puede ser atribuida a deferentes factores. El más obvio es, sin duda, el problema de las fuentes disponibles. Después de la caída de Perón, muchos de los archivos correspondientes a ese período existentes en ministerios y otras reparticiones públicas fueron destruidos, o simplemente se desvanecieron, haciendo virtualmente imposible la investigación en ciertas áreas. Algunos documentos importantes, tales como ciertas actas de la Confederación Central del Trabajo, fueron recuperados más tarde74, pero otros no han aparecido. Incluso otro tipo de fuentes, tales como algunos periódicos de la época, no siempre son fácilmente accesibles para el investigador. La importante "colección peronista" de la Biblioteca del Congreso en Buenos Aires fue reabierta sólo recientemente, y aún hoy en día el acceso a la misma no suele ser del todo fácil. Además, ciertas publicaciones oficiales y estadísticas del gobierno, publicadas regularmente por diferentes ministerios y reparticiones, simplemente dejaron de aparecer durante el gobierno peronista75.
Pero, tan importante como la escasez o inaccesibilidad de las fuentes es el problema de la imagen que el régimen peronista (y también la oposición anti- peronista) dio de sí mismo. Tanto uno como otro se empeñaron (por razones obviamente distintas) en mostrar al período peronista como un bloque homogéneo. Leyendo fuentes peronistas y opositoras, es muy difícil encontrar evidencia de tensiones dentro del régimen. Excepto el conflicto con la Iglesia (que en cualquier caso llegó a su punto culminante al final de su gobierno)76, la imagen general es que, ya sea por consenso o por represión, Perón logró controlar casi todos los aspectos de la vida política del país. La principal función de las fuentes gubernamentales o semi-oficiales, desde El. monitor de educación común hasta Mundo peronista, parece haber sido la adulación de la pareja gobernante. Sólo recientemente esta imagen ha sido cuestionada.
Estudios recientes han mostrado que el período peronista y el movimiento mismo eran mucho menos homogéneos de lo que Perón admitía. Tal como lo han mostrado los trabajos de L. Doyon y otros ya mencionados, ni siquiera los sindicatos estaban bajo el total control de Perón. Walter Little clasifica las actitudes de los sindicatos respecto del estado peronista, las cuales cubrirían un rango que va desde lealtad hasta oposición, pasando por las categorías intermedias de sindicalismo, liberalismo, peronismo independiente y oportunismo77. De hecho, tal como lo ha mostrado Peter Ross en su (inédita) tesis doctoral, los sindicatos como factor de poder impusieron sus puntos de vista en el diseño de las políticas sociales del régimen aun en contra de las ideas de Perón78.
Pero, además, el énfasis que usualmente se pone en el análisis de las relaciones entre los sindicatos y Perón muchas veces ha dado como resultado una imagen un tanto simplificada de la estructura de la sociedad argentina con la que Perón se confrontó. Sin duda, el movimiento obrero organizado (y en parte organizado por Perón) fue una de las principales fuentes de apoyo con las que Perón contó durante su gobierno (y después de su caída). Este apoyo se canalizaba a través del poderoso aparato sindical peronista. Sin embargo, tal. como lo sugiere Ignacio Llorente, entre otros autores, Perón también logró atraer exitosamente el apoyo de sectores populares no organizados, que por lo tanto quedaban fuera del sistema de sindicatos, y de los beneficios que podín derivarse de su pertenencia a ellos. Estos sectores eran numéricamente y socialmente más significativos de lo que habitualmente se considera. Gino Germani, en su clásico estudio sobre la estructura social de la Argentina, muestra que, de 1.800.000 trabajadores registrados como ocupados en actividades industriales por el censo nacional de población de 1947, había 500.000 que no habían sido considerado como tales por el censo industrial de 1946. Difícilmente se puede creer que la fuerza de trabajo industrial se incrementó en esa cifra en el mero lapso de un año. Más bien, como puntualiza Germani, "...La mayor parte de la diferencia se debe a aquellas personas que, aún trabajando dentro del sector industrial, no lo hacen en empresas organizadas sino que desarrollan sus actividades prevalentemente en forma artesanal, individual o familiar"79. Existe evidencia de que al menos parte de estos sectores semi-marginales de la clase obrera no estaban incorporados al aparato sindical, tal como el relativamente alto porcentaje de deserción al sistema de cajas de jubilación parece sugerir80. Pareciera que nuevamente nos confrontamos con el problema de una dualidad en la clase trabajadora. Pero la importancia de esta dualidad residiría menos en la división entre "nuevos" y "viejos" trabajadores, como la "interpretación ortodoxa" había supuesto, que en la división entre trabajadores incorporados o no al aparato sindical peronista. Ciertamente el papel crucial desempeñado por la poderosa y aún no bien estudiada "Fundación Eva Perón" en la captación de estos últimos merecería ser examinado con cuidado81.
Los estudios recientes nos muestran una imagen del régimen peronista más rica y por lo tanto más compleja que la tradicional. El período de gobierno de Perón es entendido ahora más en términos de una continuidad con el pasado que como una ruptura total en la historia argentina reciente. Los cambios políticos y sociales introducidos por Perón -parecen haber sido menos impresionantes de lo que se pensaba. Algunos investigadores argumentan que aun los aparentemente espectaculares cambios introducidos en el sistema sindical durante el gobierno de Perón no fueron el fondo sino la continuación y (profundización) de una tendencia en la relación entre el estado y los sindicatos cuyas raíces eran bastante anteriores82. Perón, lejos de controlar completamente a los sindicatos, tuvo que confrontar las restricciones y presiones impuestas por el aparato sindical que lo llevó al poder. Parece claro que, al enfatizar las continuidades del peronismo con el pasado, las recientes investigaciones han contribuido de manera efectiva a contextualizar el tema bajo consideración, eliminando en forma definitiva la imagen de Perón como "hacedor de la historia".
Sin embargo, aunque esta visión del problema es ciertamente una reacción necesaria y saludable frente a las perspectivas más tradicionales, también es necesario admitir que el período 1943-1955 fue en muchos aspectos una divisoria de aguas en la historia argentina contemporánea. Ningún otro líder político en la historia argentina (con la probable excepción de Juan Manuel de Rosas, con quien la oposición anti-peronista trataba de vincular la figura de Perón) generó tanta devoción y odio simultáneamente. Pero probablemente el legado más importante de Perón (aparte de un poderoso movimiento sindical) haya sido una nueva "cultura política". Las percepciones sobre el rol del estado, las relaciones entre el estado y la sociedad, el papel de partidos e instituciones políticas; el concepto mismo de lo que significa ser un ciudadano, y la manera en que los diferentes sectores sociales son vistos, y su lugar en la sociedad, han sido sin duda modificados a partir de la experiencia peronista. En resumen, el peronismo contribuyó a cambiar, al menos en parte, lo que (siguiendo parcialmente a Clifford Geertz) podríamos llamar "contexto de inteligibilidad" del juego politico83.
El traumático tercer período de gobierno de Perón (1973-1974), con sus violentas consecuencias, generó nuevas preguntas acerca de la ideología y el discurso peronista. ?Era el discurso de Perón en 1973 el mismo que en 1945? ?Hasta qué punto su último gobierno podía relacionarse con el primero? ?Había continuidad en las ideas de Perón? ?Cuál era el "verdadero" discurso de Perón? En los últimos años han aparecido varios libros que examinan el discurso y la ideología de PeróA desde distintas perspectivas, mostrando la existencia de un fértil campo de análisis84.
El énfasis tradicionalmente puesto en el problema de los orígenes del peronismo, y en la estructura de las clases sociales que lo apoyaron, dejó de lado un aspecto del problema que es crucial para su comprensión. Las características y la supervivencia del peronismo no pueden ser explicadas solamente en términos del mejoramiento que las políticas peronistas implicaron para los niveles de vida de la clase trabajadora (y, más en general, de los sectores populares). Perón les otorgó también una nueva identidad, basada en un intercambio simbólico, reformulando de alguna manera el sistema social de clasificación, y organizando un sistema de representaciones sociales que se mostró incomprensible para los sectores conservadores, pero, más dramáticamente, para la clase media. Esto se hizo patéticamente claro el 17 de octubre de 1945, cuando diferentes sectores de la sociedad (y particularmente la clase media) se vieron absolutamente confundidos, sin lograr entender el significado de lo que estaba ocurriendo85.
El problema del intercambio simbólico nos remite a la cuestión de la identidad peronista. Aunque hubo algunos intentos durante la década del '60 de estudiar esta cuestión a través del método de encuestas86, sólo muy recientemente este aspecto del problema ha comenzado a despertar el interés de los estudiosos. La historia oral del Partido Peronista Femenino, realizada por Susana Bianchi y Norma Sanchís, y el perceptivo libro sobre la evolución de los sindicatos peronistas después de la caída de Perón, escrito por Daniel James87, muestran lo fructífero (pero también lo problemático) que puede ser este tipo de análisis. Sin embargo, a pesar de que se han realizado algunos intentos recientes en este sentido, en particular por Alberto Ciria88, aún falta un trabajo detallado sobre los mecanismos y características del intercambio simbólico entre Perón y la masa (rituales políticos, medios de comunicación, mecanismos de socialización política, etc.) que redefinió muchos aspectos de la cultura popular. El peronismo tuvo un importante impacto en la cultura argentina que merece ser estudiado en detalle, aunque algunos intentos en este sentido, fundamentalmente sobre el impacto del peronismo en la literatura, se han venido haciendo89.
En estos momentos la Argentina se encuentra por tercera vez bajo un gobierno peronista. Sin embargo, esta vez, a dieciséis años de la muerte de Perón, las cosas son muy diferentes. El presidente Menem está desmontando buena parte del sistema que Perón había armado y que formaba parte de la mística peronista. Confrontado con serios problemas económicos, el gobierno está llevando a cabo una política de liberación de la economía, privatizando la mayoría de los servicios públicos que Perón había nacionalizado más de cuarenta años antes. Al mismo tiempo, su política de austeridad fiscal golpea con mayor violencia a la clase trabajadora. En muchos aspectos, la política social y económica del presidente Menem es la opuesta a la que se podía esperar de un gobierno peronista. Sin embargo, su campaña electoral estuvo organizada alrededor de los temas tradicionales del peronismo. Hasta qué punto su aún alta popularidad entre ciertos sectores de la clase obrera está basada (al menos parcialmente) en la supervivencia de una mística peronista que puede tornarse más poderosa que la realidad política, es materia de discusión. Lo que es claro es que esta mística peronista ha sido uno de los componentes más importantes del universo político argentino durante los últimos cuarenta y cinco años. El proceso de su generación y transformación es uno de los aspectos del fenómeno que aún requiere ser investigado en profundidad.
En los últimos años, un número de excelentes trabajos de investigación han incorporado nuevas perspectivas a la comprensión del peronismo, y han profundizado otras. El peronismo, sin embargo, permanece siendo uno de los aspectos más importantes de (usando las palabras de Halperin) "Argentinas Unmastered Past". Hay aún mucho por hacer, y muchas áreas inexploradas. Tal como Juan Carlos Torre puntualizó en sus palabras de cierre de la conferencia sobre peronismo que tuvo lugar en la Universidad de Harvard en abril de 1990, parte del problema se debe a la falta de trabajos monográficos sobre muchas áreas90. Pero, como espero haber dejado claro en este ensayo, también son necesarias nuevas perspectivas de análisis.
NOTAS
Un análisis de la literatura sobre el peronismo articulado sobre el eje "ruptara-continuidad" es el de Emilio de Ipola: "Ruptura y continuidad. Claves parciales para un balance de las interpretaciones del peronismo". Desarrollo económico 29; 115 (octAic. 1989).
La conferencia fue organizada en forma conjunta por la Universidad de Harvard y la Embajada argentina en Washington, y tuvo lugar a fines de abril de 1990 en Harvard. Entre los participantes estuvieron Carlos Waisman, Christian Buchrucker, Juan Carlos Torre, Vicente Palermo, Julio Aurelio; Manuel More y Araujo; Guido Di Tella (embajador argentino en los Estados Unidos), Torcuato Di Tella, y otros.
El ascenso al poder de Juan Perón estuvo ligado de alguna manera a la política exterior de los Estados Unidos, a través de su confrontación con el entonces embajador estadounidense en la Argentina (y más tarde secretario asistente de estado para América Latina), Spruine Braden. Mientras Braden públicamente dio apoyo a la oposición anti-peronista, Perón utilizó a Braden como símbolo de la intervención extranjera imperialista en la Argentina para apoyar la oligarquía local. Uno de los slogans más importantes de la campaña electoral de Perón fue "Braden o Perón". Sobre esta controversia en particular ver, Gary Frank: Juan Perón vs. Spruille Braden (Maryland, 1980). Además, las autoridades estadounidenses sentían una profunda desconfianza por el régimen surgido de la revolución del 4 de junio de 1943. Una reciente y provocativa interpretación de las relaciones entre los dos países y sus consecuencias para la Argentina es el libro de Carlos Escudé: Gran Bretaña, Estados Unidos, y la declinación argentina 1942-1949 (Buenos Aires, 1983). Ver también Mario Rapoport: Gran Bretaña, Estados Unidos, y las clases dirigentes argentinas, 1940- 1945 (Buenos Aires, 1981), y el reciente volumen compilado por Guido di Tella y Cameron Watt: Argentina Between the Great Powers, 1939-1946 (University of Pittsburgh Press, 1990).
De todas maneras, entre los trabajos publicados en el extranjero durante la presidencia de Perón, cabe mencionar como particularmente informativos los de George Blanksten: Perón s Argentina (University of Chicago Press, 1953); Robert Alexander: The Perón Era (New York, 1951); y Alejandro Magnet: Nuestros vecinos justicialistas (Santiago de Chile, 1953).
Raymond Williams desarrolló el concepto de "estructura de sentimientos" que él define como "...un tipo de sentimiento y pensamiento que es a la vez social y material, pero en una forma aún embrional, antes de poder convertirse en un intercambio definido y completamente articulado. Sus relaciones con lo ya articulado y definido son, por lo tanto, excepcionalmente complejas". (Raymond Williams: Marxism and Literature (Oxford University Press, 1977). Págs. 131 y 132.
Esta "estructura de sentimientos" es claramente percibida en algunas obras literarias escritas durante el gobierno de Perón, o incluso durante el período 1943-1946. Ejemplos de esto son Sábado de gloria, de Ezequiel Martínez Estrada, y la novela obviamente alegórica de Cortázar, El examen (publicada recientemente aunque escrita al principio de los años '50). Algunos de los cuentos de su colección publicada bajo el título de Bestiario (en particular "Casa tomada" o "Las puertas del cielo" también pueden ser leídos desde esta perspectiva. Más obviamente político es el cuento de Jorge Luis Borges "La fiesta de monstruo" (publicado en 1955, pero escrito probablemente a comienzos del gobierno de Perón). Un análisis provocativo de las relaciones entre literatura y peronismo puede ser encontrado en Andrés Avellaneda: El habla de la ideología: modos de réplica literaria en la Argentina contemporánea (Buenos Aires, 1983). Para interpretaciones del peronismo inmediatamente después de la caída del gobierno, ver Contorno N. 7 y 8 de julio de 1956.
Sur 237, nov.-dic., 1955.
El 17 de octubre de 1945 fue un día fundacional para el movimiento peronista. Perón (que había acumulado los cargos de secretario de trabajo y previsión, ministro de guerra y vicepresidente) había sido separado de sus cargos y puesto en prisión por el gobierno militar, ante la presión de la oposición, el 8 de octubre. El 17 de octubre, una gran concentración de obreros (la mayoría provenientes del gran Buenos Aires) marchó a la Plaza de Mayo para "rescatar" a su líder. Desde entonces, el 17 de octubre ha sido una de las mayores celebraciones y punto central de la imaginería peronista. Peronistas y anti-peronistas dieron diversas interpretaciones de los hechos. Entre los libros y artículos escritos - ya sea por académicos, protagonistas o peronistas - especfficamente sobre el 17 de octubre, son particularmente valiosos: Hugo Gambini: El 17 de octubre de 1945 (Buenos Aires, 1969), el cual es una relación facticia de los hechos. El libro de Cipriano Reyes, Yo hice el 17 de octubre (Buenos Aires, 1973), y el de Angel Perelman, Cómo hicimos el 17 de octubre, proporcionan la perspectiva de dos dirigentes gremiales que participaron en los hechos. El papel desempeñado por Reyes en la jornada del 17 de octubre fue crucial, al igual que su posterior participación en la organización del Partido Laborista, que llevó a Perón al poder. Sin embargo, a los pocos meses del triunfo electoral de Perón, Reyes se transformaría en opositor (no acató la orden de disolver el Partido Laborista y transformarlo en peronista), y sufriría persecuciones y encarcelamiento. Una interpretación particularmente interesante de la naturaleza de los hechos del 17 de octubre, y del comportamiento de la gente que participó en ellos, puede encontrarse en el artículo de Daniel James: "October 17 th and 18th 1945: Mass Protest, Peronism and the Argentine Working Class", Journal of Social History, Spring 1988. Sobre el controversial papel desempeñado por Eva Perón en los eventos, puede consultarse Marysa Navarro: "Evita and che Crisis of 17 October, 1945. A Case Study of Peronist and Anti-Peronist Mythology", Journal of Latín Ameriean Studies 12, 1980.
Esta visión es clara en la prensa liberal después de la caída de Perón. El diario Noticias Gráficas, en su edición del 25 de enero de 1956, hablaría del "tóxico virus", refiriéndose al gobierno de Perón. Es interesante mencionar que la imagen del peronismo como algo "fuera de la realidad" ha perdurado en alguna medida hasta el presente. En la contratapa de su, por otro lado, extremadamente perceptiva novela, La novela de Perón (Buenos Aires, 1985), Tomás Eloy Martínez dice: " Esta es una novela donde todo es verdad [...] [pero] decidí que las verdades de este libro no admitían otro lenguaje que el de la imaginación".
La lista completa de estos libros sería larguísima, y muchos de ellos son meros panfletos partidistas. Sólo a título de ejemplo, menciono: Ricardo Boizard: Era noche de Perón (Bs. As., 1955); Raúl Damonte Taborda: Ayer fue San Perón: 12 actos de humillación argentina (Bs. As., 1955); Silvano Santander: Ténica de una traición: Juan Perón y Eva Perón, agentes del nazismo en la Argentina (Bs. As., 1955); Juan Antonio Solar?: Doce años de oprobio (Bs. As.,1956); Armando Alonso Piñeiro: La dictadura peronista (Bs. As., 1955); Bernardo Ravinovitz: Sucedió en la Argentina (1943-1955): lo que no se dijo (Bs. As., 1956); Mario Amadeo: Ayer, hoy y mañana (Buenos Aires, 1956). Algunos de estos libros fueron reeditados varias veces, lo cual nos da una imagen de la gran demanda existente para este tipo de literatura. Para una revisión de éstos y otros textos publicados inmediatamente después de la caída de Perón, ver: Fritz Hoffman: "Perón and After A Review Article", The Hispanic American Historical Review, Vol. XXXVI, N. 4, Nov. 1956; y su continuación, por el mismo autor. "Perón and After. Part II (Conclusion)", en la misma revista, Vol XXXIX, N. 2, May 1959. Sobre libros y artículos escritos sobre Eva Perón, puede consultarse la bibliografía preparada por Gabriela Sontag: Eva Perón: Books, Articles and Other Sources of Siudy: An Annotated Bibliography (Madison, Wisconsin, 1983).
Aun José Luis Romero, en su clásico, Las ideas políticas en la Argentina (edición actualizada de 1956), incluye el período peronista en un capítulo titulado "La línea del fascismo".
Más recientemente, Juan José Sebref, en su libro, Los deseos imaginarios del peronismo (Bs. As., 1983), intentó resucitar esta imagen del peronismo, encontrándole elementos estructurales tanto de fascismo como de bonapartismo.
Libro negro de la segunda tiranía (Buenos Aires, 1958). El título mismo del libro es toda una declaración en sí mismo. El concepto de "segunda tiranía" remite a la primera tiranía, que había sido obviamente el régimen de Juan Manuel de Rosas. La oposición anti-peronista intentó desde un principio asociar la figura de Perón con la de Rosas, cosa que nunca (al menos durante su gobierno) estuvo en el ánimo de Perón.
"Revolución Libertadora" fue el nombre que se dio a sí mismo el movimiento revolucionario que derrocó a Perón.
El libro era un resumen de los cinco volúmenes que componen la: Documentación, autores y cómplices de las irregularidades cometidas durante la segunda tiranía, publicados por la vicepresidencia de la nación en 1958.
Pág. 34.
Ernesto Sábato: El otro rostro del peronismo. Carta abierta a Mario Amadeo (Buenos Aires, 1956).
Jorge A. Ramos: Perón: historia de su triunfo y su derrota (Buenos Aires, 1959). Se trata de un libro corto, que en realidad era un capítulo del libro más largo Revolución y contrarrevolución en la Argentina (Buenos Aires, 1957), cuya edición ya estaba agotada en 1959. Revolución y contrarrevolución... fue reeditado sucesivas veces, incorporándosele nuevo material. En su tercera edición (1965) ya se trataba de una obra de dos volúmenes, a los que se agregaron tres más en la edición de 1970. Lo interesante es que mientras en esa edición (1970) el volumen que cubre el período 1943-73 se titulaba "La era del bonapartismo, en la edición de 1981 el título fue cambiado por "La era del peronismo", lo que sugiere cambios en la percepción del período por parte del autor. Las citas son de la edición de 1959.
Gino Germani: Política y sociedad en una época de transición. De la sociedad tradicional a la sociedad de masas (Buenos Aires, 1962).
Ver páginas 27 y 28.
Esta visión de la izquierda tradicional puede verse claramente en las ediciones del periódico socialista La Vanguardia y del comunista La Hora, aparecidas inmediatamente después del 17 de octubre de 1945.
Pág. 55.
Ver Juan José Hernández Arregui: Peronismo y socialismo (Buenos Aires, 1972), y su libro previo: La formación de la conciencia nacional (Buenos Aires, 1960) y ediciones posteriores.
Pág. 231.
Esta interpretación que liga al peronismo con una "nueva clase trabajadora" es también compartida (aunque desde una perspectiva diferente) por aquellos autores que ven en el peronismo un verdadero movimiento revolucionario nacional. Para ellos, los nuevos trabajadores, verdaderos representantes de una fuerza nacional y libres de las experiencias de alienación sufridas por los "viejos trabajadores", eran más capaces de llevar a cabo un verdadero movimiento revolucionario. Los "viejos trabajadores", en cambio, estaban limitados por sus vínculos a orientaciones reformistas. Un buen comentario sobre estas orientaciones puede ser encontrado en Miguel Murmis y Juan Carlos Pontantiero: Estudios sobre los orígenes del peronismo (Buenos Aires, 1984). Pág. 63. Sobre este importante libro, volveré más adelante. Un ejemplo de esta interpretación es Alberto Belloni: Peronismo y socialismo nacional (Bs. As., 1962) y del mismo autor, Del anarquismo al peronismo (Bs. As., 1960). También Ramos, op. cit. Otra interpretación que también utiliza el "modelo dual de la clase obrera", aunque desde una perspectiva distinta, es la de Samuel Baily, en su importante libro Labor, Nationalism and Politics in Argentina (Rutgers University Press,1967). Baily ve en el peronismo el triunfo del nacionalismo criollo de la "nueva clase obrera", al que opone el "nacionalismo liberal" de los sectores más tradicionales de la clase obrera vinculados al partido socialista. Esta visión que ve en el peronismo la evidencia de ciertas características tradicionales de la cultura argentina es compartida, más recientemente, por Robert Crassweller, en su libro Perón and the Enigmas of Argentina (New York, 1987).
Esta visión de Fascismo y del Nazismo como movimientos de clase media baja ha sido modificada por estudios recientes. Ver, por ejemplo: Richard Hamilton: Who Voted for Hitler? (Princeton University Press, 1982) o Thomas Childers: The Nazi Voter: The Social Foundations of Fascism in Germany, 1919-1933 (University of North Carolina Press, 1983), entre otros. Sin embargo, ya en los '30, Theodore Abel había sugerido, con su importante estudio de autobiografías de miembros del NSDAP, que el nazismo tenía una base social más amplia de lo que normalmente se creía. Theodore Abel: Why Hitler Came into Power? (New York, 1938).
Pág. 251, subrayado en el original.
Vale la pena mencionar que el ensayo que trata específicamente el tema del peronismo, del cual extraje las citas del texto, había sido escrito en 1956, apenas un año después de la caída de Perón. El ensayo sobre América Latina, como ya se dijo, fue escrito en 1961. Esta diferencia de casi cinco años puede llegar a explicar el cambio de perspectiva de Germani.
Torcuato Di Tella: "Populism and Reform in Latín America" en Claudio Véliz (ed.): Obstacles to Change in Latín America (Oxford University Press, 1965). Ver también sus más recientes trabajos, Sociología de los procesos políticos (Buenos Aires, 1985) y Latín American Politics. A Theoretical Framework (Texas University Press, 1989).
El tema del populismo ha dado lugar a innumerables libros y artículos que están fuera del alcance de este ensayo. Una interesante discusión de la literatura y su aplicación al caso del peronismo puede encontrarse en Joel Horowitz: "Industrialists and the Rise of Perón, 1943-1946: Some Implications for the Conceptualization of Populism", The Americas, Vol. XLVII, N. 2, October 1990.
Aunque hubo importantes divisiones dentro del sindicalismo peronista (las cuales a veces tenían consecuencias muy violentas), todos los grupos antagónicos se declaraban a sí mismos representantes del "verdadero peronismo".
Ver Daniel James: Resistance and Integration: Peronism and the Argentine Working Class, 1946- 1976 (Cambridge University Press, 1988).
Sería interesante estudiar hasta qué punto la historiografía de la década de los '60 contribuyó a la legitimación de Perón. Durante esa década, el llamado "revisionismo histórico" (tendencia nacionalista surgida en los '30 que resalta la figura de Rosas y los caudillos en oposición a los próceres liberales tradicionales) se convirtió es una especie de "historia oficial alternativa", y ciertamente se convirtió en la "historia oficial" para el peronismo. Muchos de los historiadores revisionistas eran de hecho peronistas. La imagen de Perón (el patriarca defensor de la nacionalidad exiliado) fue asociada fácilmente a la de otro patriarca exiliado del siglo pasado: Rosas. Que yo sepa, no hay todavía trabajos encarados en esta dirección.
En parte producto de esta curiosidad, la cual en la mayor parte de las veces estaba mezclada con intereses polítiéos, fueron las diversas entrevistas realizadas a Perón, muchas de las cuales fueron luego publicadas como libros. Tal es el caso de Peicovich, Esteban: Hola Perón (Buenos Aires, 1965). Estas obras están fuera del alcance de este ensayo.
Entre otros, Angel Perelman: Cómo hicimos el 17 de octubre (Buenos Aires, 1961); Cipriano Reyes: Yo hice el 17 de octubre (Buenos Aires, 1973); Luis Monsalvo: Testigo de la primera hora del peronismo (Buenos Aires, 1974); Jorge Antonio: ?Yahora qué? (Buenos Aires, 1966); y anteriormente el libro de Antonio Cafiero: Cinco años después (Buenos Aires, 1961).
Carlos Fayt (comp.): La naturaleza del peronismo (Buenos Aires, 1967). Otra aproximación "objetiva" al peronismo publicada en los '60 fue el libro de Pierre Lux-Wurm: Le peronisme (París, 1965).
Pág. 13, subrayado mío (MP).
Félix Luna: El 45: Crónica de un año decisivo (Buenos Aires, 1969) y numerosas ediciones sucesivas.
Passim, pero esencialmente pág. 488 y siguientes.
Passim, y pág. 116.
Posteriormente, Luna escribió varios otros libros sobre aspectos del peronismo. El último es su obra en tres volúmenes Perón y su tiempo, que lleva varias ediciones desde que fue publicada en 1984. Aunque tal vez sea menos interesante que El 45, este libro proporciona una interesante visión sobre temas que no han sido tratados previamente, tales como el desarrollo del peronismo en el interior del país.
Sobre la importancia del cambio en el foco de análisis de la sociedad ala política, ver Juan Carlos Torre: "Interpretando (una vez más) los orígenes del peronismo", Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales 28; 112 (enero-marzo 1989).
Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero: Estudios sobre los orígenes del peronismo (Buenos Aires, 1971).
Un ejemplo del debate puede verse en Manuel Mora y Araujo e Ignacio Llorente (comps.): El voto peronista. Ensayos de sociología electoral argentina (Buenos Aires, 1980). Uno de los puntos cruciales del debate es el rol de los "obreros viejos" en el ascenso de Perón. Para eso puede consultarse la tesis de Juan Carlos Torre: "El rol del sindicalismo en los orígenes del peronismo", Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, París, 1982. También su reciente artículo: "Interpretando (una vez más) los orígenes del peronismo", Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales, Vol. 28, N. 112, enero-marzo de 1989. Otro enfoque similar es el de la tesis pionera de Walter Little: "Political Integration in Peronist Argentina", Ph.D. Diss., University of Cambridge, 1971, y el artículo de Eldon Kenworthy: "The Function of the Little Known Case in Theory Formation or What Peronism Wasn't", Comparative Politics 6, 1973.
Pág. 71.
Pág. 73.
Algunas de las ideas expuestas por Murmis y Portantiero, así como parte de la evidencia presentada para sostener sus puntos de vista, serían discutidos por otros autores más recientemente. El tema de la participación de los pequeños industriales en la coalición fue discutido por Eldon Kenworthy en: "Did the'New Industrialists' Play a Significant Role in the Formation of Peron's Coalition, 1943- 1946?", en Alberto Ciria (comp.): New Perspectives in Modern Argentina (Latín American Studies Working Papers, Indiana University, Bloomington, 1972). Un trabajo que en cierta medida apoya la hipótesis de Murmis y Portantiero es el artículo de Judith Teichman: "Interest Conflict and Entrepreneurial Support for Perón", Latín American Research Review XVI, 1, 1981. Sobre las condiciones de los sindicatos antes del ascenso de Perón al poder, ver Ricardo Gaudio y Jorge Pilone: "El desarrollo de la negociación colectiva durante la etapa de modernización industrial en la Argentina", en Juan Carlos Torre (comp.): La formación del sindicalismo peronista (Buenos Aires, 1988). A pesar de que ciertos puntos de la hipótesis de Murmis y Portantiero sobre los sindicatos han sido discutidos, la idea central de la participación de los "viejos sindicalistas" en los orígenes del peronismo ha permanecido intacta. Ver, por ejemplo, Hugo del Campo: Sindicalismo y peronismo: los comienzos de un vinculo perdurable (Buenos Aires, 1983), y Torre, Juan Carlos: op. cit. (tesis de doctorado). Lamentablemente, el libro de Torre basado en su tesis fue publicado demasiado tarde para ser incorporado a este ensayo.
Entre otros, David Tamarin: The Argentine Labor Movement,1930-1945: A Study in the Origins of Peronism (Albuquerque, 1985); Hiroshi Matsushita: El movimiento obrero argentino, 1930-1943. Sus proyecciones en los orígenes del peronismo (Buenos Aires, 1983); Joel Horowitz: Argentine Unions. The State and the Rise of Perón, 1930-1945 (Institute of International Studies, Berkeley, CA, 1990); Falcoff, Mark y Ronald Dolkart (comps.): Prologue to Perón: Argentina in Depression and War (Berkeley, 1975). Los trabajos de Horowitz y Tamarin están basados en tesis doctorales completadas en los '70.
Me refiero concretamente a la controversia sobre el Sonderweg. Ver, por ejemplo, Geoff Eley: From Un fication to Nazism. Reinterpreting the German Past (Boston, 1986). Introducción.
Carlos H. Waisman: Reversal of Development in Argentina. Postwar Counterrevolutionary Policies and Their Structural Consequences (Princeton University Press, 1987).
Esta visión del peronismo como el comienzo (y la causa) de la declinación argentina no es nueva. Ver, por ejemplo, Carlos Díaz Alejandro: Fssays on the Economic History of the Argentine Republic (New Haven, 1970). Una interpretación que también pone al gobierno de Perón como el comienzo de la declinación argentina, aunque en este caso por culpa del boicot internacional orquestado por los Estados Unidos, se encuentra en el libro de Carlos Escudé: Gran Bretaña, Estados Unidos y la declinación argentina, 1942-1949 (Buenos Aires, 1983).
Manuel Mora y Araujo e Ignacio Llorente (comps.): El voto peronista. Ensayos de sociología electoral argentina (Buenos Aires, 1980).
Entre los artículos que tratan de la polémica sobre los orígenes del peronismo, son particularmente sugerentes el de Gino Germani: "El surgimiento del peronismo: el rol de los obreros y los migrantes internos", y la lúcida refutación al mismo hecha por Tulio Halperin Donghi: "Algunas observaciones sobre Germani, el surgimiento del peronismo y los migrantes internos".
Aparte de los artículos incluidos en El voto peronista, ver Schoultz, Lars: The Populist Challenge: Argentíne Electoral Behavior in the Postwar Era (Chapel Hill,1983); Kenworthy: "The Function oí Little Known Case...", art. cit.
Ernesto Laclau: "Towards a Theory of Populism", en Ernesto Laclau: Politics and Ideology in Marxist Theory. Capitalism - Fascism - Populism (London, 1977).
Pág. 101, subrayado en el original.
Pág. 172, subrayado en el original.
Pág. 175.
Pág. 188.
Pág. 189.
Ver, por ejemplo, Emilio de Ipola: Ideología y discurso populista (México, 1982). En particular, el capitulo 3: "Populismo e ideología I" (a propósito de E. Laclau: Política e ideología en la teoría marxista), discute las hipótesis de Laclau.
Trabajos recientes tienden a mostrar que el liberalismo fue en realidad un componente importante en el discurso e ideología peronistas. Como ejemplos de estos trabajos, menciono: Colín Wilson: "Between Rosas and Sarmiento: Notes on Nationafsm in Peronist Thought", The Americas, 1983. Tomás Eloy Martínez, en su muy bien documentada Novela de Perón (Bs. As., 1985), sugiere que Perón se sentía a sí mismo como un heredero de la tradición liberal argentina. Este punto ha sido resaltado por Tulio Halperin en su reciente articulo: "Argentinas Unmastered Past", Latin American Research Review XXIII; 2, 1988. Otra perspectiva sobre la formación de la ideología peronista, enfatizando su componente de nacionalismo, puede ser encontrado en la segunda parte del libro de Christian Buchrucker: Nacionalismo y peronismo. Argentina en la crisis ideológica mundial (1927-1955) (Buenos Aires, 1987).
Robert Potash: The Army and Politics in Argentina, 2 Vols. (Stanford University Press; 1969- 1980). Alain Rouquie: Pouvoir militaire et societé politique en la Republique Argentine (Parós, 1978). Más recientemente, el Prof. Potash publicó una serie de documentos sobre el grupo militar GOU, hasta entonces inaccesibles: Robert Potash: Perón y el GOU. Los documentos de una logia secreta (Buenos Aires, 1984).
Baily Samuel: Op. cit.
Entre los trabajos escritos por autores extranjeros: Louise Doyon: "La organización del movimiento sindical peronista 1946-1955", Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales, V. 24, N. 94, julio-septiembre 1984; ibíd.: "Conflictos obreros durante el régimen peronista", Desarrollo Económico..., N. 67, oct.-dic. 1977; ibid.: "El crecimiento sindical bajo el peronismo", Desarrollo Económico..., N. 57, abril junio 1975. Ver, también, Walter Little: "La organización obrera y el estado peronista, 1943-1955", Desarrollo Económico..., N. 75, oct.-dic. 1979. Joel Horowitz: "The Impact of Pre-1943 Labor Union Traditions on Peronism", Journal of Latin American Studies 15, 1983, y su libro ya citado: Argentine Unions, the State, and ?he Rise of Perón (Berkeley, 1990). Lamentablemente, la importante tesis doctoral de Doyon: "Organized Labour And Perón (1943-1955). A Study of the Conflictual Dynamics of the Peronist Movement in Power", Ph.D. Diss., University of Toronto, 1978, permanece inédita. Entre los escritos por argentinos: Hugo del Campo: Gp. cit., Juan Carlos Torre: tesis doctoral, op. cit. Como ya dije más arriba, lamentablemente el reciente Ebro de Torre fue publicado demasiado tarde para ser incluido en este ensayo.
Enrique Pavón Pereyra: Perón: preparación de una vida para el mando (Buenos Aires, 1953).
Joseph Page: Perón: a Biography (Random House, 1983).
Entre otras, Fermín Chávez: Perón y el peronismo en la historia contemporánea, 2 Vols. (Buenos Aires 1975-1985); Crassweller: Gp. cit, Robert Alexander: Juan Domingo Perón, a History, (Boulder, CO, 1979). Ver también, Torcuato Luca de Tena; Luis Calvo y Esteban Peicovich: Yo, Juan Domingo Perón. Relato autobiográfico (Barcelona, 1976).
Sontag: Eva Perón: Books, Articles and other Sources of Study: An Annotated Bibliography (University of Wisconsin, Madison, 1983).
Otelo Borroni y Roberto Vacca: La vida de Eva Perón (Buenos Aires, 1971). Se trata aparentemente del primer volumen de una obra originalmente pensada en dos volúmenes. Hasta donde yo sé, el segundo volumen nunca fue publicado.
Marysa Navarro and Nicholas Fraser: Eva Perón (New York, 1980). Marysa Navarro: Evita (Buenos Aires, 1981). Ambos contienen información similar, como es de esperarse dada la cercanía de sus respectivas fechas de publicación. De la misma autora, ver también: "Evita and the Crisis of 17 October 1945. A Case Study of Peronist and Anti-Peronist Mythology", Journal of Latin American Studies 12, 1980, y, también, su "Evita, el peronismo y el feminismo", en José Enrique Miguens y Frederick Turner (comps.): Racionalidad del peronismo. Perspectivas internas y externas que replantean un debate inconcluso (Buenos Aires, 1988).
Julie Taylor: Eva Perón: The Myths of a Woman (Chicago University Press, 1979).
Peter Waldman: El peronismo (1943-1955) (Buenos Aires, 1981). Primera edición en alemán de 1974.
Sin embargo, debe resaltarse que el trabajo de Waldman presenta un interesante análisis de importantes aspectos del régimen peronista. De particular interés es su interpretación del papel que la movilización popular desempeñaba en la ideología y política de Perón. Waldman: Op. cit. Pág. 84 y ss.
La recuperación de las actas de la CGT del 16 de octubre de 1945 le permitió a Juan Carlos Torre escribir su ya clásico artículo: "La CGT y el 17 de octubre de 1945", Todo es historia, 105, 1976, en el cual muestra el papel desempeñado por la central obrera en los hechos del 17 de octubre.
Un caso claro es el del área de la educación. Las memorias ministeriales dejaron de publicarse, al igual que los reportes estadísticos y otras fuentes.
El tema del conflicto entre el estado peronista y la iglesia fue objeto de estudio por parte de investigadores y periodistas. Entre otros, ver: Hugo Gámbini: El peronismo y la iglesia (Buenos Aires, 1971) y la lamentablemente todavía inédita tesis doctoral de Noreen Stack: "Avoiding the Greater Evil: The Response of the Catholic Church to Juan Perón, 1943-1955", Ph.D. Diss., Rutgers University, 1976. Sobre el tema especifico de la educación religiosa, ver Virginia Leonard: Politicians, Pupils and Priesis: Argentine Education since 1943 (New York, 1989).
Baily: Op. cit.; Louise Doyon: "arts. cit." y tesis citada; Walter Little: "La organización obrera y el estado peronista 1943-1955", Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales, N. 75, dic. 1979.
Peter Ross: "Policy Formation and Implementation of Social Welfare in Peronist Argentina, 1943-1955", Ph.D. Diss., University of New South Wales, Sydney, 1988. Ross muestra como el plan original de Perón era establecer un sistema de seguro social universal, similar al Plan Beveridge de Inglaterra, en sustitución de las "cajas de jubilación" individuales de cada sindicato. Los sindicatos, sin embargo, se opusieron y conservaron las cajas de jubilación.
Gino Germani: Estructura social de la Argentina (Buenos Aires, 1955). Pág. 169.
Agradezco al Lic. Lischinsky, de la Universidad de Buenos Aires, el que me haya llamado la atención sobre este importante punto, que él en parte había desarrollado en su trabajo "La afiliación al sistema previsional (1944-1955). Logros y dificultades en su expansión" (Inédito). L. Doyon, por su parte, muestra que aun en el momento de apogeo del régimen, la tasa de afiliación a los sindicatos estaba lejos de ser total. Doyon: "El crecimiento sindical...?, art. cit.
Trabajos serios sobre la Fundación Eva Perón aún están por hacerse. Marysa Navarro, en su biografía de Eva, Evita. ..op. cit., y otros autores que han escrito sobre Eva hacen referencias a la Fundación, pero aún queda mucho por hacerse. Sin embargo, esto no es tarea fácil, ya que casi toda la documentación de la misma parece haberse desvanecido. Pero hay todavía vías "indirectas" de acercarse al tema, que pueden resultar provechosas. Existe alguna documentación conservada en archivos privados, pero también se puede estudiar el tema a través de la prensa escrita, memorias del ministerio de obras públicas, etc.
Para esta linea de argumentación, ver Matsushita Hiroshi: Op. cit, Gaudio y Pilone: "art. cit." Para una argumentación que enfatiza la ruptura, puede verse Horowitz, Joel: Op. cit.
Aplico al caso concreto de la política un concepto que Geertz utiliza de manera general en su análisis sobre la cultura. Ver C. Geertz: "Thick Description: Toward an Interpretative Theory of Culture", en Geertz: The Interpretation of Cultures (New York, 1973). Pág. 14.
Desde la perspectiva del análisis del discurso, puede verse Elíseo Verán y Silvia Sigal: Perón o muerte: los fundamentos discursivos del fenómeno peronista (Buenos Aires, 1986); y Emilio de Ipola: Ideología y discurso populista (México, 1982). Para una aproximación más psicológica que enfatiza la continuidad en las ideas de Perón, León Rozitchner: Perón entre el tiempo y la sangre (Buenos Aires, 1986). Uno de los argumentos de Rozitchner es que la izquierda peronista hizo una lectura ingenua de las ideas de Perón respecto del lugar que éste les asignaba en su proyecto político. Por otro lado, estas ideas se originaban en parte en una lectura perversa que Perón había hecho de Clawtsewitz. Sobre el origen de las ideología de Perón (refiriéndose al primer gobierno), ver Christian Buchrucker: Gp. cit. Una perspectiva y lúcida interpretación del pasado argentino reciente puede encontrarse en Tulio Halperin: "Argentinas Unmastered Past", Latín American Research Review XXIII; 2 (1988).
Pierre Bourdieu: Distinction: A Social Critique of the Judgement of Taste (Harvard University Press, 1984). Pág. 479 habla de la "Classification Struggle": "Lo que sentí en juego en las luchas sobre el significado del mundo social es el poder sobre los esquemas y sistemas clasificatorios que son la base de la representación de los grupos y por lo tanto de su movilización y desmovilización...".
Perón mismo diría, durante su exilio en Madrid: "Nosotros revertimos las cosas. Lo de arriba lo pusimos más abajo, y lo de abajo más arriba. Eso naturalmente produjo muchos resentimientos..." Américo Barrios: Con Perón en el exilio. Lo que nadie sabía (Buenos Aires, 1964). Pág. 141.
Jeanne Kirkpatrick: Leader and Vanguard in Mass Society: A Study of Peronism in Argentina (MIT Press, Cambridge, MA, 1971). Bourdieu muestra claramente los problemas y limitaciones inherentes al método de análisis político a través de encuestas. Ver The Distinction... op. cit., passim.
Susana Bianchi y Norma Sanchis: El partido peronista femenino (Buenos Aires, 1988). Este libro provee datos y percepciones valiosas sobre el partido peronista femenino y la Fundación Eva Perón, pero fundamentalmente sobre la mentalidad de las mujeres que participaron en ambos. Daniel James: Resistance and Integration. Peronism and the Argentine Working Class, 1944-1976 (Cambridge University Press, 1988), también hace extenso uso de fuentes orales, entre otras.
Sigal y Verán: Gp. cit. ; De Ipola: Gp. cit. Alberto Ciria, en su Política y cultura popular: la Argentina peronista 1946-1955 (Buenos Aires, 1983), trata algunos de estos temas, aunque de manera muy general. Sin embargo, este libro es un importante llamado de atención sobre la importancia de estos puntos.
Un tema que ha recibido alguna atencón es el del impacto del peronismo en la literatura argentina. Ernesto Goldar se ocupó del tema, aunque desde un punto de vista más bien partidista: El peronismo en la literatura argentina (Buenos Aires, 1971). Lo mismo puede decirse de la obra colectiva de Norman Briski et al.: La cultura popular del peronismo (Buenos Aires, 1973). Desde una perspectiva más "académica", puede verse: Stabb, Martín: "Argentine Letters and the Peronato", Journal of Inter-American Studies and World Affairs 13, 1971, y Pedro Orgambide: "Peronismo y antiperonismo en la literatura argentina", Cambio (México) octubre 1978 - marzo 1979. Más recientemente, Andrés Avellaneda publicó un provocativo libro, que es de esperar que inspire nuevas investigaciones sobre el tema. Andrés Avellaneda: El habla de una ideología. Modos de réplica literaria en la Argentina contemporánea (Buenos Aires, 1983).
Torre se refería en particular al problema del apoyo de los industriales a Perón. Sin embargo, como mencioné más arriba, hay algunas investigaciones sobre el tema: Kenworthy: "art. cit."; Teichman: "art. cit."; entre otros. Se 'puede mencionar también la falta de trabajos sobre las políticas económicas de Perón. Aún hay controversia sobre hechos básicos, como está mostrado en los trabajos recientes. Un ejemplo de esto puede encontrarse en los capítulos pertinentes del libro de Guido Di Tella y R. Dornbush (comps.): The Political Economy of Argentina, 1946-1983 (University of Pittsburgh Press, 1989).

2006-11-01 05:06:49 · answer #1 · answered by nitzahom 5 · 0 0

[editar] Biografía

[editar] Infancia y juventud
Nacido en Lobos, provincia de Buenos Aires, de familia paterna de origen italiano (su padre Mario Tomás Perón) y criollo (su madre, Juana Sosa, se supone era descendiente de españoles e indígenas). Recibió una estricta formación católica. Ingresó en el Colegio Militar a los 16 años. Después de su graduación como oficial ascendió de rango rápidamente. A finales de los años treinta fue destinado a una misión de estudio y observación de la organización militar de varios países europeos: Francia, Hungría, Italia, Alemania, España y Portugal, lo que le permitió conocer de cerca los regímenes gobernantes en dichos países.


[editar] Gobierno militar de 1943-1946
En junio de 1943, siendo coronel, fue una figura significativa del GOU (Grupo de Oficiales Unidos), logia secreta militar que tuvo una gran influencia en el golpe militar que el ejército realiza en contra del gobierno conservador de Ramón S. Castillo. Inicialmente, fue secretario del Ministro de Guerra, durante el gobierno del General Pedro Ramírez, y después se convirtió en Jefe del Departamento de Trabajo, que será elevado al nivel de Secretaría en (noviembre de 1943).

El poder y la influencia creciente de Perón dentro del gobierno militar provino de su alianza con un sector del sindicalismo argentino, principalmente con las corrientes sindicales socialista y sindicalista revolucionaria. Producido el golpe, un sector del movimiento obrero, principalmente el socialista de la CGT Nº1, a través del dirigente mercantil Borlenghi y el abogado ferroviario Bramuglia, decide entablar contacto con los coroneles Perón y Mercante. Las conversaciones establecieron una alianza inicial de sanción de leyes laborales reclamadas largamente por el movimiento obrero, fortalecimiento de los sindicatos y transformación del Departamento de Trabajo en un organismo estatal importante (Baily,84; López, 401).

Es entonces que Perón solicita el Departamento de Trabajo, desde donde comienza a llevar a la práctica lo convenido con el grupo de sindicalistas. A medida que se sancionaban leyes laborales que habían sido solicitadas por décadas por el movimiento obrero, más y más sindicatos comenzaron a apoyar la acción de Perón, lo que a su vez fue fortaleciéndolo su presencia dentro del gobierno militar, al tiempo que lo enfrentaba con los sectores más conservadores. Esto le permitió en primer lugar obtener que el Departamento de Trabajo fuera organizado como una Secretaría con rango ministerial, y más adelante, en 1945, ocupar el Ministerio de Guerra y la Vicepresidencia de la Nación.

Desde la Secretaría de Trabajo, Perón, con el apoyo de una parte importante de los sindicatos empieza a desarrollar gran parte del programa sindical histórico: se crearon los tribunales de trabajo; se sancionó el Decreto 33.302/43 extendiendo la indemnización por despido a todos los trabajadores; más de dos millones de personas fueron beneficiados con la jubilación; se sancionó el Estatuto del Peón del Campo y el Estatuo del Periodista; se crea el Hospital Policlínico para trabajadores ferroviarios; se prohíben las agencias privadas de colocaciones; se crean las Escuelas Técnicas dirigidas a obreros; en 1944 se firmaron 123 convenios colectivos que alcanzaban a más de 1.400.000 obreros y empleados y en 1945 otros 347 para 2.186.868 trabajadores.

En ese marco los sindicatos comenzaron un período de de gran crecimiento, y lo que fue aún más decisivo, comenzaron a afiliar masivamente a los "nuevos" trabajadores, los que estaban migrando masivamente a la ciudad desde el interior del país, que eran llamados "morochos", "grasas" y "cabecitas negra" por las clases medias y altas, y los propios trabajadores "viejos" descendientes de la inmigración europea.

Poco después, algunos sindicatos que se habían mantenido alejados, la CGT Nº1, la USA y los gremios autónomos, comienzan a unificarse en torno de la Secretaría de Trabajo. Pero en sentido contrario, en setiembre de 1945, 4 importantes sindicatos se separan de la CGT: La Fraternidad, la Unión Obrera Textil, la Confederación de Empleados de Comercio y el Sindicato del Calzado. Frente a los dirigentes sindicales y sindicatos que no apoyaban la alianza sindical con Perón y Mercante, se impulsó una política de sindicatos paralelos a los que se les asignaba la representación legal (personería gremial).

La alianza entre sindicatos y el grupo de jóvenes militares encabezados por Perón generó inmediatamente una fuerte oposición tanto dentro como fuera de las Fuerzas Armadas, especialmente en las clases medias y altas. En 1945, la embajada de Estados Unidos dirigida por Braden promoverá la unificación de las fuerzas opositoras, hasta conformar un gran movimiento anti-peronista que incluyó a los partidos Comunista, Socialista, Unión Cívica Radical, Demócrata Progresista, Conservador, la Federación Universitaria Argentina (FUA), la Sociedad Rural (terratenientes), la Unión Industrial (grandes empresas), la Bolsa de Comercio, y los sindicatos opositores.

2006-11-01 15:53:47 · answer #2 · answered by Maria Susana B 3 · 0 0

que te pide el profe datos u opiniones y algunas consecuencias

2006-11-01 05:58:31 · answer #3 · answered by jorge raul miguel b 4 · 0 0

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