El florecimiento del arte judío durante el siglo XVIII, que brotó como una corriente impetuosa en el "Confín de Morada" de los judíos de la Europa Oriental, se manifestó en todos los campos de la creatividad. Los pintores comenzaron entonces a decorar el interior de las sinagogas con pinturas murales, y entre sus temas predilectos para esa infinidad de obras figuraban la Cautividad de Babilonia, Sion y Jerusalén, como expresión de una nostalgia perdurable. Las imágenes visuales de los Salmos, tales como "sobre los sauces en medio de ella, colgamos nuestras arpas", estimularon la imaginación de los artistas, que en sus obras representaron también instrumentos musicales de su época -violines, trompetas y platillos- utilizados por los kleizmers, los músicos judíos ambulantes que tocaban en las fiestas judías y en las cortes de los nobles polacos.
En 1760, un artista popular, Yehuda Leib, pintó en las paredes de la sinagoga de Przedborz en Polonia, una ilustración del versículo "Junto a los ríos de Babilonia", en la que aparecen trompetas, un czymbal (instrumento de cuerda eslavo) y un gran violín, sobre el fondo de una representación imaginaria de Jerusalén, con pájaros revoloteando en el cielo. Otro artista polaco de fines del siglo XVIII y principios del XIX, el multifacético David Friedlander, que fue arquitecto, pintor y escultor, ilustró el mismo versículo en las paredes de una sinagoga en Grojec con un cuadro que parece contener todo lo imaginable. A la izquierda está una Torre de Babel de cuatro plantas irguiéndose hacia el cielo. Ciervos pacen en un prado y aves surcan el cielo, en un ambiente pastoral. En el centro del cuadro está un árbol con arpas colgadas de sus ramas, y a la derecha, Jerusalén, representada como una típica villa polaca, de casas con techo de tejas, al estilo usual de la época del pintor. Ambas sinagogas, la de Przedborz y la de Grojec, fueron incendiadas en 1939, durante la invasión alemana. Centenares de sinagogas de madera como éstas, con pinturas murales expresando la añoranza por Sion, que conferían a las aldehuelas judías del Confín de Morada, los shtetls, una fisionomía y un carácter propios, desaparecieron consumidas por las llamas a comienzos de la segunda guerra mundial.
A la representación de la añoranza por Sion solía acompañar la de Jerusalén como ciudad de la esperanza. Durante cerca de dos siglos se pintó el exilio babilónico en las paredes de las sinagogas, y esta costumbre persistió hasta principios del siglo actual. Muchas veces las pinturas iban acompañadas de textos, tales como versículos de los Salmos. En dos paneles de los años 20, uno en Roman, Bucovina, y otro en la sinagoga Kirznershe (de los "hacedores de gorros de piel") en Iasi, Moldavia, existente y en uso hasta hoy, están representados instrumentos similares a los que tocaban entonces los kleizmers. Restos de tales pinturas pueden verse aún en Rumania y Polonia, en sinagogas abandondas, con los instrumentos nuevos junto a los tradicionales: el shofar o cuerno, la trompeta y los címbalos, como en el caso de Roman, o en Wladowa, Polonia.
En 1740, Jaim Segal de Sluck decoró la sinagoga de Mohilev, Rusia Blanca, con pinturas murales, y anotó en su parte alta Yerushaláyim Ir Hakódesh ("Jerusalén, la Ciudad Santa"). Representó a Jerusalén como una ciudad espléndida, con muchos palacios y torres, y en su centro el magnífico edificio del Templo, con una torre rematada por una corona, la ciudad eterna en la imaginación del artista. Los murales se preservaron gracias al artista Eli Lissitzky, que en 1916 hizo una copia exacta de ellos para acompañar sus recuerdos de la sinagoga. Las pinturas aparecieron en 1923 en la revista berlinesa Rimon-Milgroim. Fotos del techo y del interior de la sinagoga, tomadas en 1910 por Rachel Wishnicer-Bernstein, pionera de la investigación del arte judío, se publicaron por primera vez en "La historia del pueblo judío", Moscú, 1914. La rara foto que aparece aquí se encontró entre los papeles del famoso actor judío Salomón Mijoels, una de las víctimas de la era estalinista, y se conserva en el Archivo General del Pueblo Judío, de la Universidad Hebrea de Jerusalén. La sinagoga de Mohilev, construida íntegramente de madera, fue incendiada por los alemanes, junto con las demás sinagogas de Rusia Blanca, en 1941. En otra obra de Yehuda Leib en Przedborz ("Junto a los ríos de Babilonia"), de 1760, Jerusalén está representada como una ciudad de torres. Por aquel entonces ese estilo ya se había convertido en tradicional.
Los murales de la sinagoga de Jablonow, Galitzia, de 1727, muestran a Jerusalén como una ciudad imaginaria, en la cual se yerguen torres. Palomas y animales diversos adornan el paisaje, como corresponde a la Ciudad Santa. Al pintar las torres, el artista se inspiró al parecer en el versículo bíblico "Edificó también Uzías torres en Jerusalén" (II Crónicas 26, 9). Estos murales polícromos se reprodujeron en 1888 en litografías de J. Boehniak, A. Wierzblicki e I. Gortz, que publicó Ludwik Wierzblicki en 1889, en un trabajo de investigación sobre la sinagoga de Jablonov para la Academia de Artes de Cracovia. La sinagoga se construyó alrededor del 1670 y fue destruida durante la primera guerra mundial.
En el siglo XVIII aparece un nuevo elemento en la representación de las torres de Jerusalén: las cúpulas bulbosas, como en la sinagoga de Kamianka Strumilova, Polonia. Sin duda las cúpulas de campanarios de las iglesias rusas ortodoxas sirvieron de modelo a los decoradores de sinagogas. El artista Eliezer Zusman Katz, de Brody, que a buen seguro pintó sinagogas en Galitzia, se llevó probablemente bosquejos de sus obras cuando se le invitó a decorar sinagogas en Baviera. De 1732 a 1740 pintó las de Colmberg, Bechhofen, Horb, Unterlimberg y Kirchheim, y allí también coronó las torres de Jerusalén con cúpulas en forma de bulbo, según los modelos traídos de su ciudad natal. De las cinco sinagogas en las que Eliezer Zusman Katz desplegó su arte, sólo dos han sobrevivido a la segunda guerra mundial: la de Unterlimberg, construida en 1739, y la de Horb, que data de 1735. Los paneles decorativos de esta última se conservaron en el museo Bamberg y fueron donados en 1968 al Museo Israel, de Jerusalén. Desde entonces se ha reconstituido la cubierta de la sinagoga en todo su esplendor. En la parte superior izquierda de una de sus paredes está representada Jerusalén, con sus murallas, sus torres y sus puertas, conforme a la tradición de las sinagogas de Polonia. En Unterlimberg los murales reflejan la influencia eslava en la juventud del artista, a través de las torres y edificios coronados por cúpulas bulbosas.
Los artistas judíos que vivían en los pequeños shtetls de la Europa Oriental pintaron las murallas y puertas de Jerusalén, que jamás habían visto, con la ingenuidad típica del arte popular. Los murales de la sinagoga Nicolina de Iasi, Rumania, representan a Jerusalén como una aldea. Las casas tienen tejados a dos aguas, y entre ellas se ven las cúpulas de algunas sinagogas. Esa Jerusalén, situada en medio de un prado lozano, está circundada por una muralla de arquitectura indefinible. Estas pinturas imaginativas, de particular ligereza y suavidad, quedaron destruidas para siempre por los demoledores unos días apenas después de haberlas fotografiado el autor.
En un mural de principios de siglo, que adornaba la sinagoga de Nyebilec, Galitzia, hoy convertida en biblioteca pública, y también en una pintura de la misma época de una sinagoga de Iasi, Jerusalén está representada como una fortaleza, rodeada de imponentes murallas de sillería con portones. Al interior, las casas tienen cúpulas redondas y rojas.
Por detrás, el Muro de los Lamentos ampara a la ciudad, y en un panel se lee un versículo bíblico (Salmos 147, 2): "El Eterno edifica a Jerusalén - A los desterrados de Israel reunirá".
David Friedlander, que decoró la sinagoga de Piotrkow en Polonia a principios de siglo, representó a Jerusalén como una ciudad oriental, con casas de techo plano y torres, una de las cuales era un minarete. La inmensa muralla de Jerusalén en esa pintura se parecía a las tapias de piedra con que cercaban los patios en Polonia, cuando la piedra era aún un material de construcción fácil de obtener. La sinagoga quedó destruida durante la segunda guerra mundial, y con ella el mural, pero el edificio ha sido restaurado desde entonces y en la actualidad sirve de biblioteca.
En la pared sur de una sinagoga en Radovic, Bucovina, una pintura lleva la inscripción "La Ciudad Santa de Jerusalén, pronto sea edificada y constituida". Un edificio alto con una cúpula redonda ocupa el centro del mural. A la izquierda están el minarete de una mezquita, el Muro de los Lamentos y las murallas de la ciudad, con sus puertas y torreones, y el barrio Bet Zion, rodeado de montañas profusamente arboladas. El mural es copia de una obra pintada en los años 70 del siglo pasado por el artista popular Jaim Shlomo Pinia de Safed, que estaba muy difundida en las comunidades judías de la Europa Oriental, como "Recuerdo de la Tierra Santa y sus límites", bajo la forma de litografías impresas en Viena a fines del siglo XIX y en Turek, Polonia, antes de la primera guerra mundial.
El Muro de los Lamentos, el único vestigio del Templo de Jerusalén, tenía su lugar natural en los murales de las sinagogas. El artista que decoró la sinagoga Nicolina de Iasi representó el Muro en una pintura llena de imaginación. Entre las torres, cara al Muro, oran judíos envueltos en sus talit -sus velos de oración-, mientras a lo lejos se divisan las casas de Jerusalén en un bosquecillo. En la sinagoga Kirznershe, de Iasi, pintó también el Muro, dentro de una floresta en un paisaje despejado. A la izquierda del mural, los hombres oran envueltos en sus velos, y a la derecha oran las mujeres vestidas de negro.
La sinagoga del camino de Sulitza, en Botoshan, Moldavia, era la de los carreros y los cargadores. La sencillez ingenua y auténtica de los murales de esta sinagoga refleja el carácter popular de quienes venían a orar en ella. El Muro de los Lamentos aparece representado (con una inscripción en yidish) como una pared de albañilería, con algunos árboles detrás de ella y flanqueada por edificios de cúpulas rojas. Ese motivo es frecuente en las pinturas del Muro en sinagogas. Su origen debe buscarse al parecer en los sellos y membretes de diversas instituciones, en ilustraciones de tapas de libros, y en pies de imprenta, todos los cuales se confeccionaron o imprimieron en Jerusalén en el siglo XIX con este mismo bosquejo esquemático del Muro de los Lamentos.
A principios de siglo empezaron a llegar fotografías de la Tierra Santa a Europa Oriental, y según ellas se pintaba el paisaje de Jerusalén. Los monumentos del Valle de Cedrón: el Pilar de Absalón y la tumba de Zacarías, están representados en la sinagoga de Domrowa, cerca de Tárnow, Polonia. Las pinturas de las paredes y el techo de esta sinagoga se han conservado en su mayor parte. Hace unos años se inició su restauración, pero nunca se llegó a terminar, y la sinagoga está hoy abandonada. Las obras de artistas contemporáneos servían también de fuente de inspiración a los pintores de sinagogas. Así, un paisaje de Jerusalén, basado en un grabado del famoso artista Efraim Moshé Lilien, halló su sitio en una de las sinagogas de Roman.
El último de los pintores de sinagogas de Polonia fue Berl Fas. En 1930 concluyó la decoración de la sinagoga de Rymanow, Galitzia. Sobre la entrada pintó un doble panel. A la derecha había un paisaje con edificios titulado: "Tumbas reales de la Casa de David". La sinagoga fue destruida a principios de la segunda guerra mundial, pero sus ruinas aún están en pie. Aunque quedaron sin techo ni ventanas, y sufrieron saqueos y destrucciones después de desaparecer la población judía de la región, misteriosamente subsisten hasta hoy, pintados en las paredes, varios fragmentos y versículos del Talmud. Empero, todos los intentos hechos hasta hoy para restaurar esa sinagoga han sido en vano.
Así terminaron 200 años de representación pictórica del exilio en las sinagogas. En este afán, el pintor de la sinagoga de Bobowa, Polonia, superó a todos los demás. Pintó toda la ciudad de Jerusalén, rodeada por montañas y con muchas casas; en primer plano colocó al Templo y la Cúpula de la Roca; y circundándolo a todo, una pared de mampostería con una puerta monumental. Más tarde, el edificio se convirtió en escuela de tejeduría y bordado para niñas. Las paredes pintadas de la sinagoga se encalaron íntegramente y el tabernáculo, una obra de artesanía excepcional, se cubrió con una cortina, y así se preservó. Ultimamente se retiraron los telares y el edificio se entregó alas autoridades judías. Los trabajos de restauración se han iniciado desde entonces, y al ir quitando la capa de cal, han aparecido partes de una pintura de Jerusalén con una cúpula dorada. Se planea convertir el edificio en museo de la vida judía que antaño floreció en la zona.
Sinagogas aún en uso en el antiguo Confín de Morada judío de la Europa Oriental existen en Rumania y Moldavia, y en los Cárpatos. En el resto de la zona, prácticamente todas las sinagogas han quedado totalmente destruidas. Según hemos visto, Jerusalén ocupó siempre un lugar preeminente en la conciencia de los judíos, en el hogar y en la sinagoga. La perpetua añoranza por Sion, Jerusalén y el Muro de los Lamentos nunca desapareció de la conciencia de las comunidades locales que oraban por la redención.
2006-10-29 14:35:51
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answer #3
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answered by Anonymous
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Juderías, sinagogas y arte
De las antiguas juderías y calles de las ciudades medievales quedan pocos restos, diseminados por casi toda España. Repasaremos aquellas que todavía conservan huellas visibles en parte de sus barrios, estructura de sus calles o restos monumentales.
Una de las juderías más importantes fue la de Cordoba, entre las murallas y la mezquita. La puerta de Almodóvar da paso a la antigua aljama cordobesa tras la que serpentean las estrechas callejas. En la calle Judíos se encuentra la sinagoga, una de las tres que quedan en España, y se accede a ella a través de un portón y un patio. Fue edificada en 1315 y tras la expulsión sirvió como hospital y cofradía de zapateros. En 1885 fue declarada Monumento Nacional. En la parte superior se encuentra la tribuna de las mujeres y conserva una decoración de atauriques con arcos polilobulados e inscripciones hebraicas en los muros.
De la importante judería de Toledo aún se conserva un arquillo de la cerca y se sitúa entre Santo Tomé y la puerta del Cambrón. Sus calles retienen todavía en su ambiente el espíritu de los judíos que las habitaron. La que hoy es Casa Museo de El Greco fue en tiempos el palacio de Samuel ha-Leví, tesorero del rey Pedro I de Castilla y constructor de la sinagoga llamada del Tránsito. Frente a los muros del jardín se encuentra la sinagoga, con un exterior sencillo y sobrio que contrasta con la exuberante decoración del interior.
La otra sinagoga que posee Toledo es la llamada Santa María la Blanca, edificada entre los siglos XII y XIII, asaltada por fanáticos y cristianizada tras las predicaciones de san Vicente Ferrer, aunque parece que recuperó su culto judío y lo mantuvo hasta la expulsión. En 1550 fueron construidas tres capillas que transformaron realmente la arquitectura del templo.
El tercer monumento judío de Toledo es el Museo Sefardí, abierto en las dependencias contiguas a la sinagoga del Tránsito en 1971. Es un museo único en España y guarda en sus salas objetos de culto y hallazgos arqueológicos.
Otros restos de juderías pueden encontrarse en Besalú, con un importante baño ritual, Gerona, Mallorca, Agreda, Hervás, con estructura urbana muy respetada, Ribadavia, Segovia, Tudela, Tarazona... y Sevilla, cuya judería está situada en el actual barrio de Santa Cruz.
La religión marca todos los acontecimientos de la vida de un judío. Su principal aportación a la Historia de la Humanidad es la creencia en un solo Dios, monoteísmo. El Judaísmo dio origen al Cristianismo y al Islam.
Las juderías en la Historia: Las ciudades
Sevilla Sevilla albergó una importantísima colonia hebrea que ya estaba firmemente asentada en tiempos visigóticos. Tuvo momentos de especial esplendor cuando, destruido el Califato, muchas familias destacadas de Córdoba la eligieron como refugio y nuevo habitáculo, en los inicios del siglo XI.
Ver también: «El caso de los judíos de Sevilla 1248-1492» y Necrópolis hebrea en Sevilla
Toledo Santuario y meta de los que buscan el recuerdo judío inmediato. Aquí podrán tenerlo con creces, tanto en los restos como en la historia.
Lucena Lucena es una visita obligada, una peregrinación triste. Porque habiendo sido en el pasado la ciudad judia por excelencia en la España musulmana, las presiones de los almohades de Texufín hicieron desaparecer de Lucena todo resto y todo rastro de sus judios.
Córdoba Los judíos cordobeses estaban establecidos en la ciudad desde tiempos muy remotos. Hubo hebreos en la Córdoba romana y en la ciudad visigoda. Y en los siglos IX y X, en pleno auge del Califato, fue la metrópoli más próspera de Al Andalus.
Granada GranadaRecientes investigaciones parecen haber dado como resultado el hecho de que la fortaleza de la Alhambra pudiera haber sido el palacio-fortaleza que se hizo construir el ministro judío Yosef Ibn Nagrella, hijo de Samuel Ibn Nagrella, que sirvió al rey Bassis de la Taifa Granadina.
Málaga Conquistada la ciudad poco antes que Granada por los Reyes Católicos, había conservado una importante comunidad judía bajo dominación árabe durante la Edad Media. No queda más que el recuerdo de aquella aljama, situada entre la calle de San Agustín, donde hoy se encuentra el museo de Bellas Artes, y la llamada Alcazabilla. Por el norte, estaría limitada por la plaza de la Aduana.
2006-10-29 12:54:05
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answer #4
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answered by nitzahom 5
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