Hace años el agua era percibida por la población como un bien que la naturaleza pone a su disposición para garantizar bienestar, supervivencia y desarrollo. Sin embargo, la creciente demanda, el difícil acceso a sus fuentes, diversos factores ambientales extremos, un desperdicio indiscriminado, y el reto de su cuidado y preservación, ha convertido al recurso en un asunto no sólo estratégico, sino de seguridad nacional para cualquier gobierno. Incluso, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió que de continuar esta situación, la disponibilidad actual de agua se reducirá a más de la mitad para el año 2025, ocasionando una crisis de mayores dimensiones a la que se produjo con el petróleo en los años setenta.
Pronunciamientos similares se hicieron durante el Tercer Foro Mundial sobre el Agua, celebrado en 1999 en Estocolmo, Suecia, al declararse que, como el oro negro, el agua podría convertirse en una fuente importante de conflicto, dada su competencia y mala administración a nivel internacional. De hecho, en ese año se estimó que en el mundo existían 450 millones de personas que sufrían la escasez del vital líquido.
La guerra por el agua siempre ha sido un factor determinante en la economía de las naciones, sobre todo cuando esta se reparte entre uno o más territorios. Por ejemplo, los países que comparten la cuenca del río Zambeze al sur de África compiten usualmente por su distribución; en España, más de la mita de las ciudades explotan el agua en forma insostenible, y su escasez afecta a 4.5 millones de personas, por lo que las autoridades desean construir un acueducto que desvíe las aguas del río Ródano en Francia hacia Barcelona.
De otro lado, el caudal del río Ganges se ha reducido de tal forma que los pantanos y manglares están en peligro de secarse; y por si fuera poco, es objeto de un largo litigio entre la India y Bangladesh, aunque recientemente se han registrado avances sobre su compartición.
Precisamente para evitar conflictos, a nivel internacional se han suscrito diversos acuerdos con el propósito de crear instrumentos jurídicos que regulen las relaciones entre aquellos países que comparten territorialmente los cuerpos de agua. Uno de ellos es el Tratado de Aguas firmado hace 57 años entre Estados Unidos y México, que estipula la administración conjunta de los ríos Bravo y Colorado.
El río Bravo tiene una longitud de 2 mil 01 kilómetros, y su cuenca es una de las más grandes de Norte América con un desagüe de 467 mil metros cúbicos, y gran parte de su extensión (200 kilómetros) forma los límites entre México y Estados Unidos. Esta cuenca recibe volúmenes de agua de otros ríos tributarios (afluentes aforados) como Conchos, San Diego, San Rodrigo, Escondido, Salado y Arroyo Las Vacas, que proveen del elemento a los estados de Durango, Coahuila, Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León, Nuevo México, Colorado y Texas, lo que representa una fuente importante de desarrollo y progreso.
A su vez, el río Colorado tiene una longitud de 2 mil 730 kilómetros y suministra principalmente a las entidades de Arizona, California, Baja California y Sonora. Así, gran parte del agua que se ocupa en la región norte procede de estos afluentes, cuyos caudales abastecen a más de 13 millones de habitantes.
Tratado de Aguas, la deuda histórica
Para asegurar la aplicación del Tratado de Aguas de 1944, México y su vecino del norte crearon la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA), organismo binacional encargado de establecer las bases de cooperación para la construcción de obras hidráulicas, operación de presas, saneamiento, desarrollo de procedimientos de hidromedición, contabilidad y distribución del agua de los ríos mencionados.
De acuerdo al documento, a México le corresponde la totalidad de las aguas que lleguen al Bravo procedentes de los ríos San Juan y Álamo; la mitad de sus escurrimientos debajo de la presa inferior internacional Falcón; la mitad de las aportaciones de los afluentes no aforados debajo de la presa superior internacional Fort Quitman; y las dos terceras partes de los escurrimientos de los ríos Conchos, San Diego, San Rodrigo, Escondido, Salado y Arroyo Las Vacas.
Y es que el tratado señala en su artículo cuarto que México se compromete a asignar a los estadunidenses la tercera parte de estos ríos, especificando que dicho volumen "no será menor en conjunto, promedio y en ciclos de cinco años consecutivos, de 432 millones de metros cúbicos (Mm3) anuales". Asimismo, indica que cuando no pueda cumplir con esta entrega, los faltantes podrán reponerse en el ciclo siguiente con agua procedente de la misma zona.
De otro lado, Estados Unidos debe pagar a nuestro país un volumen garantizado de mil 850 Mm3 anuales de las aguas del río Colorado, pero en caso de haber excedentes la cifra máxima por entrega será de 2 mil 97 Mm3.
En opinión de Cristóbal Jaime Jáquez, director de la Comisión Nacional del Agua (CNA), a raíz de la firma del tratado México ha tenido ventajas importantes, como la construcción de obras e infraestructura, presas y canales que le permiten priorizar el uso de las aguas internacionales municipales y agrícolas, generar energía eléctrica y solucionar problemas particulares a través del CILA.
Sin embargo, subrayó, a pesar de que existe un beneficio mutuo por la administración de estos ríos, las comunidades ubicadas a lo largo del Bravo hoy en día sufren serios problemas económicos, políticos y ambientales que han impedido a nuestro país cumplir con las disposiciones pactadas. No así Estados Unidos, que ya otorgó lo acordado del río Colorado.
México debe... ¿por qué no paga?
Los estados del norte de la República Mexicana enfrentan severos problemas de escasez de agua, y ello no sólo se debe a la sobreexplotación y el uso irracional del recurso, sino también a una fuerte sequía que ha azotado los campos y ciudades desde hace ocho años. Por este motivo, México ha acumulado una deuda con Estados Unidos por mil 734 Mm3 de agua del río Bravo, correspondiente a los ciclos 25 y 26 (1992-1997 y 1998-2002).
En el 25, México dejó de entregar a los estadunidenses mil 263 Mm3 y en lo que va del 26, el actual ciclo, ha dejado de pagarles 471 Mm3, explicó Cristóbal Jaime Jáquez, quien aseguró que debido a los problemas derivados de la cuenca, es la primera vez que el país se ve impedido a cumplir con las condiciones acordadas.
Ahora, la pregunta es si México podrá cubrir a Estados Unidos ese déficit sin desabastecer del líquido a las comunidades del norte, dadas las condiciones de extrema sequía que impera en la región. Al respecto, el director de la CNA apuntó que aunque la motivación principal del gobierno mexicano es cumplir con el Tratado de Aguas, también debe proteger el abasto de las poblaciones fronterizas. "Estas comunidades consumen al año 30 Mm3, y actualmente en las presas internacionales se tiene la misma cantidad, de ahí que el agua está garantizada por un año. Además, esta por venir el ciclo de lluvias".
Alternativas y estrategias
El pasado 16 de marzo, el CILA se reunió en Washington D.C con destacados funcionarios, a fin de discutir la solicitud de agua que el presidente de México Vicente Fox Quezada formuló a su similar George W. Bush para reducir parcialmente el déficit actual en las aportaciones de los tributarios (ríos aforados) del Río Bravo.
El acuerdo al que se llegó con el gobierno estadunidense implica pagar 740 Mm3 de agua entre los meses de julio y septiembre del presente año, empero al 3 de marzo del 2001, se ha contabilizado a favor de Estados Unidos un volumen de 287 Mm3, por lo que sólo le restaría cubrir a México 453 Mm3.
Este volumen, dijo la CNA, podría cubrirse con base en los escurrimientos de los afluentes no aforados, las infiltraciones procedentes de los ríos aforados Conchos, San Diego, San Rodrigo, Escondido, Salado y Arroyo Las Vacas; y de las extracciones de la presa Venustiano Carranza, con una entrega neta de 47 Mm3.
Aunque los dos gobiernos seguirán discutiendo sobre las medidas que tomará México para cubrir el déficit pendiente del ciclo anterior, en Comisiones Hidráulicas del Congreso de la Unión diversos funcionarios se pronuncian por hacer una revisión del Tratado de Aguas de 1944, porque las entregas a futuro estarían en función de la disponibilidad del recurso.
Finalmente, la Secretaría de Relaciones Exteriores ha indicado que se acordará con Estados Unidos la realización de un plan integral para la frontera o, en todo caso, la cuenca del río Bravo, a fin de que el asunto se vea a largo plazo. "Esta situación es muy complicada, muy técnica, pero en virtud de los lazos de amistad que unen a ambas naciones, podemos llegar a acuerdos conjuntos para identificar medidas de cooperación en beneficio de las poblaciones fronterizas, sobre todo en el manejo de sequías y desarrollo sustentable de las cuencas de los ríos Bravo y Colorado".
2006-10-26 10:39:32
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answer #1
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answered by Anonymous
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