El barroco es un movimiento cultural o período del arte que apareció en el año 1600, aproximadamente, y que llegó hasta el 1750. El término barroco surge originariamente con un significado peyorativo, a través de los siglos XVIII y XIX se usa como sinónimo de recargado, desmesurado, irracional, hasta la revaloración del término con B. Croce y Burkhart.
El período Barroco se ubica entre los períodos Manierista y Rococó (Aunque algunas definiciones llegan a incluir a ambos movimientos como parte del barroco y por ende lo sitúan entre el arte del Renacimiento y el neoclásico), en un tiempo en el cual la Iglesia Católica tuvo que reaccionar contra numerosos movimientos revolucionarios culturales que produjeron una nueva ciencia y nuevas formas de religión (Reforma).
Se ha dicho que el Barroco en Arquitectura es un estilo que podría dar al papado un camino formal imponente de la expresión que podría restaurar su prestigio, al punto de hacerse de alguna manera simbólico de la Contrarreforma. Con eficacia, fue con éxito desarrollado en Roma, donde la arquitectura barroca renovó ampliamente las áreas centrales con la adición (o revisión) urbanística más importante. Pero muchos otros ejemplos son encontrados en otras ciudades europeas (y en las Américas españolas). Tiene que notarse sin embargo que el Barroco abarcó muchas artes, y no solamente la Arquitectura; fue una innovación cultural general.
La palabra "barroco", como la mayor parte de las designaciones de un período o de un estilo, fue inventada por críticos posteriores más que practicantes de las artes en el siglo XVII y principios de siglo XVIII. Es una traducción francesa de la palabra portuguesa "barroco" (en español sería barrueco), perla irregular, o joya falsa. Una palabra antigua similar, barlocco o brillocco, es usada en el dialecto romano con el mismo sentido. Algunos autores creen que viene de una palabra italiana barocco - una figura del silogismo. Una definición común, antes del término Barocco fue Vuelo de Formas.
El término "barroco" fue después usado con un sentido despectivo, para subrayar el exceso de énfasis y su abundancia de ornamentación, a diferencia de la racionalidad más clara y sobria del siglo de la Ilustración. Fue finalmente rehabilitado en 1888 por el historiador alemán de arte Heinrich Woelfflin (1864-1945), quién identificó al Barroco como oponente al Renacimiento y como una clase diferente dentro del arte.
El barroco realmente expresó nuevos valores; en Literatura es abundante el uso de la metáfora y la alegoría. Representa un estado de ánimo diferente, más cerca del Romanticismo que del Renacimiento, aún cuando es un movimiento que nace al mismo tiempo que este último en algunos países.
El dolor psicológico del Hombre, en busca de anclajes sólidos, se puede encontrar en el arte barroco en general. El virtuosismo fue investigado por los artistas de esta época junto con el realismo. La fantasía y la imaginación fueron evocados en el espectador, en el lector, en el oyente. Todo fue enfocado alrededor del Hombre individual, como una relación directa entre el artista y su cliente. El arte se hace entonces menos distante del usuario, más próximo a él, solucionando el hueco cultural que solía guardar.
Cada una de las Bellas Artes tiene su representante en este movimiento cultural. En música puede ser Antonio Vivaldi y Johann Sebastian Bach, en literatura española Luis de Góngora, en pintura italiana Pietro da Cortona, en escultura mexicana Jerónimo Balbás, y así un largo etc. Tras la mesura del Renacimiento y el retorcimiento estético del Manierismo, en la Roma de los Papas se advierte la necesidad de un arte nuevo. La independencia de las repúblicas italianas no es la de antaño, tras dos siglos de pugnas entre las potencias europeas por controlar su floreciente mercado, centrado en el Mediterráneo. Por otro lado, el descubrimiento de América desplaza el polo económico hacia el Atlántico, cuyas rutas son dominadas por españoles, portugueses e ingleses. Esto provoca que las repúblicas italianas se reagrupen bajo un poder más fuerte y las que no caen bajo control extranjero (España y Francia) se someten a la influencia mayoritaria de Roma, más concretamente de los Estados Vaticanos, al más puro estilo de una teocracia. Para ejercer legítimamente este gobierno, las altas esferas eclesiásticas dominantes en Roma han de depurar su corrupta cúpula gubernativa. Voces de descontento ya había desde hacía cincuenta años, y la Iglesia Católica se vio escindida por la Reforma luterana, cuyos teólogos, Calvino, Zuinglio y otros la acusaron de nepotismo y simonía. La necesidad de reformar las estructuras del mundo católico es lo que conduce al Concilio de Trento y a la mal llamada Contrarreforma, en realidad, una Reforma católica, que no va contra algo sino en busca de una adaptación a los nuevos tiempos. La traducción de este estado de cosas sobre el arte trae importantes consecuencias desde el primer momento. Los teólogos reunidos en concilio, mayoritariamente españoles, proclaman ciertos dogmas que han de ser representados dignamente por los artistas al servicio de la Iglesia: la virginidad de María, el misterio de la Trinidad, etc. pasan a protagonizar los lienzos. La Iglesia, antes que las monarquías absolutistas que ejercen un poder paralelo al Vaticano, fue la primera en comprender el poder ilimitado del arte como vehículo de propaganda y control ideológico. Por esta razón contrata legiones de artistas, reclutando por supuesto a los mejores, pero también a muchos de segunda fila que aumentan los niveles de producción para satisfacer las demandas de la gran base de fieles. Se exige a todos los artistas que se alejen de las elaboraciones sofisticadas y de los misterios teológicos, para llevar a cabo un arte sencillo, directo, fácil de leer, que cualquier fiel que se aproxime a una iglesia pueda comprender de inmediato. Los personajes han de ser cercanos al pueblo: los santos dejan de vestir como cortesanos para aparecer casi como pordioseros, a gran tamaño, con rostros vulgares. El énfasis de la acción ha de colocarse sobre el dramatismo: ganar al fiel a través de la emoción fue la consigna. Las escenas se vuelven dinámicas, lejos del hieratismo intemporal de los estilos anteriores. Las composiciones se complican para ofrecer variedad y colorido. Las luces, los colores, las sombras se multiplican y ofrecen una imagen vistosa y atrayente de la religión y sus protagonistas. Fuera del patrocinio de la Iglesia, los mecenas privados aumentan: el afán de coleccionismo incita a los pintores a llevar a cabo una producción de pequeño o mediano formato para aumentar los gabinetes de curiosidades de ricos comerciantes y alta nobleza. En la época de los filósofos Bacon y Descartes, el Arte se colecciona como los objetos científicos o los exóticos bienes importados de las Indias y América. La secularización de esta época propició que se revalorizaran géneros profanos, como el bodegón o el paisaje, que empieza a cobrar una autonomía inusitada. Las complejas composiciones del Barroco, la diversidad de focos de luz, la abundancia de elementos, todo, puede aplicarse perfectamente a un paisaje, tal y como puede verse en la Recepción del Embajador Imperial en el Palacio Ducal de Canaletto. El Barroco como estilo general es tan sólo una intención de base. Las formas que adopte en la praxis serán tan variadas como se pueda imaginar. Sin embargo, dos polos predominan, agrupados en torno a dos grandes figuras rivales en la época: Caravaggio, que aglutina a los pintores del Naturalismo tenebrista; y Annibale Carracci, que trabaja con su hermano y con su primo en un estilo clasicista.
2006-10-25 20:17:17
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answer #1
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answered by nitzahom 5
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