Te propongo el siguiente ejemplo, el de la Virgen de Guadalupe, comparadas, la de Extremadura y la de México, compara las historias y saca tus conclusiones.
El mito de ésta Virgen tiene un origen histórico, y nos remonta hasta finales del siglo VI. Cuando San Isidoro se desempeñaba como Arzobispo de Sevilla, es llamado a Roma por el Papa San Gregorio. En este tiempo Roma era azotada por una fuerte peste que diezmó en gran medida a la población romana. Dada la fuerza que cobraba la peste San Gregorio ordenó una romerÃa que él mismo encabezó, junto con una imagen de la Virgen MarÃa, que tenÃa en sus habitaciones, se cantó una letanÃa, y al final de ella se escuchó el canto de los ángeles y uno de ellos fue visto sobre el Castillo de Saint Angelo, limpiando una espada ensangrentada para, enseguida, envainarla. En ese momento se terminó la peste.
Cuando el Arzobispo San Isidoro regresó a España, San Gregorio le donó la imagen milagrosa. Desde su llegada a Sevilla la imagen fue colocada en el oratorio de San Leandro, quien era el hermano de San Isidoro, y éste le manifestaba en ese sitio una fuerte devoción. Al cabo de los años, la ciudad fue invadida por las huestes sarracenas, lo que obligó a la gente a abandonarla y entre ellos unos clérigos que llevaron consigo la imagen de la Virgen, en su huida cruzaron por un rÃo llamado Guadalupe y ahÃ, en una cueva, en la montaña, colocaron la imagen con la intención de ocultarla y que no se dañara durante su huida. Junto a la imagen colocaron una campanilla y una carta donde solicitaron que fuese enviada a San Leandro en el Arzobispado de Sevilla, junto con las otras reliquias que en la cueva fueron depositadas, para después tapiar la boca de la cueva con piedras y ramas y seguir con la huida. Todo esto ocurrió alrededor de los años de 590 y o 712. HabrÃan de pasar entre 500 y 600 años para que la Virgen MarÃa reapareciera, fue en el año de 1125, tras la reconquista de Sevilla por parte del Rey Alfonso X. Y eligió como vocero de su reaparición aun pastor, éste buscaba una vaca que habÃa perdido. En este momento se le aparece la Virgen al pastor y le dice que no tema, que ella es la Madre de Dios, y le da un recado para los clérigos de la ciudad para que cavasen en ese sitio, y que ahà encontrarÃan su imagen.
Después de este encuentro, el pastor regresó a su casa en la provincia de Cáceres, y al llegar, se encuentra con que su hijo recién acaba de fallecer, y él pastor *** Cordero, lo promete para servicio de la Virgen, el mozo se levantó y acompañó a su padre a ver a los clérigos, a quienes dijo que la Virgen le habÃa ordenado, que se lo construyese una casa, donde recibirÃa a muchas gentes de todo el mundo, ya que ella harÃa milagros por todo el orbe, y que alrededor de esa montaña se edificarÃa un pueblo. Los clérigos se propusieron seguir a *** al sitio que éste les señalarÃa, y llegados ahà cavaron en le sitio y encontraron la imagen de Nuestra Señora Santa MarÃa y tomarÃa el nombre del sitio en el que fue encontrada, Guadalupe. La etimologÃa de este nombre puede ser la siguiente Guadal, que en árabe significa “rÃo”, este fue antepuesto por los árabes al “lupus” con el que los romanos habÃan designado al rÃo que corrÃa por esas montañas de tal suerte que Guadalupe vendrÃa a significar “RÃo de lobos” el santuario como tal serÃa fundado en el año de 1341 por mediación del rey Alfonso XI. A partir de ahà inicia un peregrinaje al santuario, no sólo de gente sencilla sino también de personajes entre los que se incluyen los reyes católicos, Cristóbal Colón, Juana la Loca y Hernán Cortés, entre otros.
Entre todo el panteón divino existÃa un culto particular en el cerro del Tepeyac; a una antigua deidad femenina Cihuacóatl. La cual era considerada madre de los hombres. A esta madre del género humano se le llamó también Tonan (“Nuestra madre”) o Tonantzin (reverencial [en forma diminutiva]: “Nuestra [querida] madrecita”) una denominación que también valÃa para la diosa de la tierra Ilamatecuhtli (“Señora anciana”) y Cozcamiauh (“Collar de espigas”).
El Tepeyac, como otros cerros, era un importante centro ceremonial, al cual concurrÃa gente desde lugares muy distantes para ofrendar y participar en las ceremonias en honor a esta deidad, la cual permanecÃa de una época anterior a la mexica, en que los otomÃes habitaron el Valle de México, esta fiesta se celebraba por espacio de cuatro dÃas, a partir del solsticio de invierno, el dÃa 22 de diciembre, según el calendario gregoriano o el dÃa 12 en el juliano, motivo por le cual los sacerdotes mexicas extendÃan la veintena correspondiente al mes de Panquetzaliztli cuatro dÃas en la siguiente de Atemoztli. Durante este periodo, las ánimas de las vÃctimas inmoladas en la fiesta vagaban desde el 19 al 22, siendo este último dÃa cuando se esparcÃan sus cenizas, con lo cual podÃan ir a descansar al Mictlan o inframundo.
Con la llegada de estos primeros frailes, se derrumbaron los templos de las deidades de los indÃgenas, pero los nuevos templos se construyeron sobre las ruinas de los anteriores, y al utilizar las piedras permitieron que los indÃgenas asociaran el culto nuevo con el antiguo. En algunos templos bajo el altar mayor se han encontrado piezas lÃticas que representan a los antiguos dioses, esto pudo haber sido hecho de manera deliberada, tanto por los españoles, que al utilizar esas piedras daban una muestra más de dominio y poderÃo, o pueden haber sido puestos en esos sitios por los propios indÃgenas como una manera de demostrar la aceptación del nuevo culto, pero de manera subyacente seguir adorando a sus antiguos dioses.
La conversión de los gobernantes indÃgenas fue una de las primera medidas tomadas por los españoles, la asimilación de el nuevo rito impuesto por los españoles, se vio necesariamente apoyado por la asociación de conceptos, el catecismo y la predicación fueron los vehÃculos de los que se sirvieron los evangelizadores, habrÃan de enfrentarse a la barrera del lenguaje, la utilización de palabras que “podÃan aproximar” al concepto que los evangelizadores querÃan transmitir se prestaba en la mayorÃa de las veces a confusiones, el Mictlán nahua escogido para expresar el infierno cristiano no era sino una de las moradas de los muertos, y más todavÃa, un lugar glacial; el cielo cristiano designado por la palabra ilhuicatl no tenÃa sino unas cuantas cosas en común con el empÃreo indÃgena y sus trece niveles.
Para los indÃgenas la religión aparece como un conjunto de ritos y creencias a los cuales no está ligado ningún sistema moral; los ritos mismos –sacrificios humanos, embriaguez y antropofagia rituales - eran con frecuencia sangrientos y contrarios a la moral humana. De la forma en que la comprendÃan los españoles.
Los mexicas creÃan en la trascendencia del espÃritu, cuando éste abandonaba el cuerpo, seguÃa viviendo en un sitio semejante a una realidad o un mundo paralelo, al cual se accedÃa no por la forma en que se vivió, sino por la forma en que se murió; por citar un ejemplo, quienes morÃan ahogados iban al Tlalocan, que era la casa de Tláloc, ahà vivÃan de manera tranquila, no pasaban sed eran felices. El concepto de cielo o de infierno les era desconocido, manejaban sÃmbolos que fácilmente podÃan ser relacionados con los cristianos, pero por cuestiones completamente diferentes, conocÃan la cruz, pero para ellos era la representación de las cuatro direcciones del universo, el dios principal de los mexicas, Huitzilopochtli se habÃa encarnado de forma milagrosa en el seno de su madre. Realizaban ritos semejantes al bautismo y a la confesión, en el primero la partera lavaba con agua o pulque al recién nacido, diciendo que cualquier cosa mala que éste trajera consigo se quedaba ahÃ, el niño habÃa vuelto a nacer por medio del agua. La confesión tenÃa una gran semejanza, el oyente tenÃa la obligación de guardar el secreto riguroso y quien declaraba no podÃa omitir nada de manera deliberada, ya que se agravaba su culpa. Y los excesos eran perseguidos, la embriaguez, el adulterio, la vagancia no eran actitudes toleradas, en una sociedad estratificada, donde cada cual tenÃa una actividad especÃfica, no cabÃan las actitudes displicentes, y quienes las cometÃan eran severamente castigados, las penas iban desde la exclusión de la sociedad e incluso se pagaba con la vida misma.
Por una parte los franciscanos; principalmente veÃan con temor que los indÃgenas prolongasen el culto a su antigua deidad en la imagen de la Virgen de Guadalupe, cuestionaban los milagros que ésta realizaba, temÃan que a los ojos de los indÃgenas ganara una mayor importancia que la del propio Dios. El clero secular por su parte apoyaba el culto, en virtud de que les facilitaba la evangelización, al atraer a los naturales a un culto que les resultaba muy familiar, ya que la virgen habÃa elegido a uno de los suyos como portavoz, les devolvÃa algo de la importancia que la nueva organización social le habÃa quitado, y en cuanto a la población peninsular no les resultaba del todo desconocida. La mayor parte de los primeros conquistadores; quienes habrÃan de formar la primera clase gobernante novohispana, precedÃan de la región de Extremadura, por lo que el nombre de Guadalupe les resultaba cercano, es muy probable que conocieran del santuario, y no tuvieran tantas dificultades para adherirse a la nueva advocación mariana.
A pesar de estas diferencias el culto a la Virgen de Guadalupe logró consolidarse, y se ha visto vinculado a la historia de la nación, al ser depositaria de la fe de la gran mayorÃa de los novo hispanos, logró aglutinar a su alrededor a gente de diversos extractos sociales, en su primera ermita se reunÃan por igual los indios con los peninsulares, a ella acudÃan con devoción.
2006-10-25 18:16:09
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answer #2
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answered by bileto01 3
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