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En serio ya no sé ni como ayudarlos, lo bueno es que existen personas que contestan con toda civilidad y conocimiento, a ellos les agradezco mucho.

La cabeza no es de adorno.

2006-10-20 05:01:37 · 20 respuestas · pregunta de padrenatas 2 en Sociedad y cultura Religión y espiritualidad

20 respuestas

claro que no es un dios, pero tampoco te sientas tu un dios en yahoo R, solo porque otras personas no saben lo que tu si.
la cabeza no es un adorno, pero tampoco se debe presumir, porque entonces se cae en la soberbia.

2006-10-20 05:04:07 · answer #1 · answered by safari 7 · 2 1

en realidad aunque hay una division para la respuesta y luego la fuente.
esta segunda parte generalmente no es utilizada y es parte de las faltas de conocimiento que revelan muchas personas.
pero esa falta de conocimiento tambien es "conocimiento" aunque en sentido negativo rebelan la cultura de nuestra epoca de opinar cualquier disparate como algo cierto sin ningun escrupulo.



















Extracto del libro Introducción al budismo
por Gueshe Kelsang Gyatso.


Por lo general, «Buda» significa 'Ser Despierto', el ser que ha despertado del sueño de la ignorancia y percibe las cosas como son en realidad. Un Buda es una persona que se ha liberado de todas las faltas y obstrucciones de su mente. Muchos seres se convirtieron en Budas en el pasado y muchos otros lo harán en el futuro.

Al Buda que fundó la religión budista se le llama Buda Shakyamuni. «Shakya» es el nombre de la familia real en la que nació y «muni» quiere decir 'Ser Adepto'. Buda Shakyamuni nació en el año 624 a.C. en Lumbini, lugar que por entonces pertenecía a la India y que hoy forma parte del Nepal. Su madre fue la Reina Mayadevi y su padre el Rey Shudhodana.

Una noche, la Reina Mayadevi soñó que un elefante blanco descendía del cielo y entraba en su seno. Esto era una señal de que esa misma noche había concebido a un ser de gran pureza y poder. El que el elefante descendiera del cielo significaba que el niño provenía de Tushita, la Tierra Pura del Buda Maitreya. Meses más tarde, cuando dio a luz, en vez de experimentar dolor, la reina tuvo una maravillosa experiencia en la que se vio agarrándose a la rama de un árbol con su mano derecha, mientras los dioses Brahma e Indra recogían al niño que nacía sin dolor de su costado. Los dioses procedieron a venerar al infante y ofrecerle abluciones.

Cuando el rey vio al niño, sintió como si todos sus deseos se hubieran cumplido y le puso el nombre de «Sidharta». Pidió a un Brahmin que predijera el futuro del príncipe. El adivino examinó al infante con sus poderes de clarividencia y dijo al rey: «Este niño llegará a ser un rey chakravatin –un gobernante del mundo entero– o un ser iluminado, hay señales que así lo indican. Ya que el tiempo de los reyes chakravatines ha pasado, sin lugar a dudas se convertirá en un Buda y su beneficiosa influencia, como los rayos del sol, alcanzará a mil millones de mundos».

De niño el príncipe logró un gran dominio de las artes y ciencias tradicionales sin necesidad de recibir instrucciones. Conocía sesenta y cuatro lenguas distintas, con sus correspondientes alfabetos, y era diestro en las matemáticas. En cierta ocasión reveló a su padre que era capaz de contar todos los átomos del mundo en el tiempo que se tarda en dar un solo respiro. A pesar de que no necesitaba estudiar, lo hizo para complacer a su padre y con la intención de beneficiar a los demás. Cumpliendo el deseo de su progenitor, acudió a una escuela donde, además de estudiar las materias académicas, se adiestró en deportes como las artes marciales y el tiro con arco. El príncipe aprovechaba cualquier oportunidad para revelar el significado del Dharma y alentaba a sus compañeros a seguir un sendero espiritual. En cierta ocasión, mientras participaba en una competición de tiro con arco, dijo: «Con el arco de la concentración meditativa disparo la flecha de la sabiduría y elimino al tigre de la ignorancia de los seres sintientes». A continuación disparó una flecha que atravesó, de una sola vez, cinco tigres de hierro y siete árboles, para hundirse después en la tierra. Al presenciar semejantes demostraciones, millares de personas desarrollaron una profunda fe en el príncipe.

De vez en cuando el Príncipe Sidharta viajaba a la capital del reino para observar cómo vivían sus súbditos. Durante estas visitas vio ancianos y enfermos, y en una ocasión, un cadáver. Estos encuentros dejaron una profunda huella en su mente, y así comprendió que todos los seres sintientes, sin excepción, están sometidos a los sufrimientos del nacimiento, las enfermedades, la vejez y la muerte. Puesto que conocía las leyes de la reencarnación, sabía que estos sufrimientos no los hemos de padecer sólo una vez, sino repetidas veces una vida tras otra sin cesar. Al ver que todos los seres están atrapados en este círculo vicioso de sufrimiento, sintió una profunda compasión por ellos y generó un sincero deseo de liberarlos de su dolor. Al comprender que sólo un Buda, un ser completamente iluminado, posee la sabiduría y el poder necesarios para ayudar a todos los seres de esta manera, decidió retirarse a la soledad de un bosque para dedicarse a la meditación profunda hasta que alcanzara la iluminación.

Cuando las gentes del reino Shakya se enteraron de que el príncipe tenía planeado abandonar el palacio, suplicaron al rey que acordara un matrimonio para su hijo a fin de hacerle cambiar de idea. El rey aceptó y en poco tiempo encontró una joven doncella, hija de una respetada familia Shakya, llamada Yasodhara. El Príncipe Sidharta, no obstante, carecía de apego por los placeres mundanos porque sabía que los objetos de deseo son como flores venenosas; aunque son muy atractivas, pueden producir gran dolor. Su resolución de abandonar el palacio y alcanzar la iluminación seguía inalterable; sin embargo, a fin de satisfacer los deseos de su padre y beneficiar a los Shakyas durante un tiempo, aceptó contraer matrimonio con Yasodhara. A pesar de que permaneció y vivió en el palacio como corresponde a un príncipe, dedicó todo su tiempo y energía a servir al pueblo Shakya de todas las maneras que le fue posible.

Al cumplir los veintinueve años, el príncipe tuvo una visión en la que todos los Budas de las diez direcciones aparecieron ante él y le dijeron al unísono: «En el pasado te comprometiste a alcanzar el estado de un Buda Vencedor para poder ayudar a todos los seres atrapados en el ciclo del sufrimiento. Ahora ha llegado el momento de cumplir tu promesa». El príncipe fue a ver a sus padres de inmediato y les dijo: «Quiero retirarme a un lugar apacible en el bosque, donde pueda dedicarme a la concentración meditativa y alcanzar con rapidez la iluminación total. Cuando haya logrado la Budeidad podré beneficiar a todos los seres y, de este modo, devolver tanto su bondad, como en especial la vuestra, mis bondadosos padres. Por lo tanto, os suplico me concedáis permiso para dejar el palacio». Al oír estas palabras, sus progenitores se sorprendieron y el rey se negó a complacerle. El Príncipe Sidharta contestó al rey: «Padre, si puedes liberarme de manera permanente de los sufrimientos del nacimiento, las enfermedades, la vejez y la muerte, me quedaré a vivir en el palacio; en caso contrario, he de marcharme y utilizar esta vida humana de la manera más significativa posible».

El rey intentó por todos los medios convencer a su hijo de que no abandonara el palacio. Con la esperanza de que cambiara de opinión, le rodeó de un séquito de encantadoras doncellas, danzarinas, cantantes y músicos, que día y noche se dedicaban a entretenerle. Además, para prevenir que el príncipe escapara en secreto, rodeó el palacio de guardianes. No obstante, Sidharta seguía decidido a marcharse del palacio y dedicarse a la meditación. Una noche, por medio de sus poderes sobrenaturales, sumergió en un profundo sueño a los guardianes y sirvientes para poder escapar con la ayuda de un amigo fiel. Al cabo de unos diez kilómetros de viaje el príncipe bajó de su caballo y se despidió de su ayudante. Luego se cortó el cabello y lo lanzó hacia el cielo, y fue recogido por los dioses de la Tierra de los Treinta y Tres Cielos. Uno de ellos le ofreció los hábitos azafranados de un mendicante religioso. El príncipe los aceptó y, a cambio, le entregó sus vestimentas reales. De este modo, él mismo se ordenó monje.

Sidharta continuó su viaje hasta llegar a un lugar cerca de Bodh Gaya, en la India, que encontró apropiado para el recogimiento. Se estableció allí y empezó a practicar la meditación llamada «la concentración, semejante al espacio, del Dharmakaya», con la cual se enfocó de manera convergente en la naturaleza última de todos los fenómenos. Después de ejercitarse en esta práctica durante seis años, se dio cuenta de que estaba muy cerca de alcanzar la iluminación; entonces anduvo hasta Bodh Gaya, donde el día de luna llena del cuarto mes del calendario lunar se sentó en la postura de meditación bajo el Árbol Bodhi, e hizo la promesa de no abandonar su meditación hasta que hubiera alcanzado la iluminación perfecta. Con esta resolución entró de nuevo en la concentración, semejante al espacio, del Dharmakaya.

Al anochecer, el Mara Devaputra, jefe de todos los maras o demonios de este mundo, intentó perturbar la concentración de Sidharta mediante el conjuro de pavorosas apariciones. Manifestó huestes de terribles espíritus demoníacos: unos disparando lanzas y flechas, otros arrojándole bolas de fuego, piedras, rocas y hasta montañas enteras. A pesar de todo, Sidharta permaneció imperturbable en su absorción. Gracias al poder de su concentración, todas aquellas armas, rocas y montañas se transformaron ante él en una refrescante lluvia de flores, y los fuegos feroces en ofrendas de luces de arco iris.

Al ver que no era posible conseguir que Sidharta abandonara su meditación haciendo uso del miedo, el Mara Devaputra intentó distraerle manifestando innumerables doncellas de gran hermosura. No obstante, gracias a ello, Sidharta entró en un estado de concentración aún más profundo. De este modo venció a los demonios de este mundo y, por ese motivo, más tarde recibió el nombre de «Buda Vencedor».

Sidharta continuó meditando hasta el amanecer, cuando alcanzó la concentración semejante al vajra. Con esta concentración, que es la última mente de un ser con limitaciones, disipó de su mente los velos más sutiles de la ignorancia y, al siguiente instante, se convirtió en un Buda, un ser totalmente iluminado o despierto.

No hay nada que Buda no conozca. Debido a que despertó del sueño de la ignorancia y eliminó todas las obstrucciones de su mente, conoce todo lo que existe en el pasado, presente y futuro de manera simultánea y directa. Es más, Buda posee una compasión completamente imparcial que abarca a todos los seres sintientes, sin discriminación. Los beneficia sin excepción, manifestando emanaciones de diferentes formas por todo el universo y bendiciendo sus mentes. Gracias a las bendiciones de Buda, todas las criaturas, hasta el más pequeño de los animales, pueden desarrollar en determinados momentos estados mentales apacibles y virtuosos. Por último, todos los seres, después de haber encontrado una emanación de Buda en el aspecto de un Guía Espiritual, tendrán la oportunidad de entrar en los senderos de la liberación y la iluminación. Nagaryhuna, el gran erudito indio, afirmó que no existe ni un solo ser que no haya recibido ayuda de Buda.

Cuarenta y nueve días después de que Buda hubiera alcanzado la iluminación, los dioses Brahma e Indra le rogaron que impartiera enseñanzas con esta súplica:

«¡Oh Buda, Tesoro de Compasión!,
los seres sintientes son como ciegos, en constante peligro de caer en los reinos inferiores.
En este mundo eres el único Protector.
Por ello, te imploramos que surjas de tu absorción meditativa y gires la Rueda del Dharma».

En respuesta a su súplica, Buda surgió de su meditación estabilizada y giró la primera Rueda del Dharma. Estas enseñanzas, que incluyen el Sutra de las cuatro nobles verdades y otros discursos, constituyen la fuente principal del budismo hinayana o vehículo menor. Más tarde, Buda giró la segunda y tercera Ruedas del Dharma, que están compuestas, respectivamente, por los Sutras de la perfección de la sabiduría y el Sutra que discierne la intención. Estas instrucciones son la fuente del budismo mahayana o gran vehículo. En las enseñanzas hinayanas Buda explica cómo lograr la liberación propia del sufrimiento, y en las mahayanas cómo alcanzar la iluminación total o Budeidad para el beneficio de los demás seres. Ambas tradiciones florecieron en Asia, en un principio en la India y más tarde, de manera gradual, en otros países incluyendo el Tíbet. Hoy en día están empezando a florecer en Occidente.

Las enseñanzas de Buda reciben el nombre de «Rueda del Dharma» por la siguiente razón: Se dice que en tiempos remotos había grandes reyes, llamados «reyes chakravatines», que gobernaban el mundo entero. Estos reyes tenían unas posesiones muy especiales, entre las que destacaba una rueda preciosa con la que podían viajar por todo el mundo. El rey podía dominar cualquier región a la que viajara con la rueda. Se dice que las enseñanzas de Buda son como una rueda preciosa, porque allí donde se difunden aquellos que las ponen en práctica tienen la oportunidad de controlar sus mentes.

«Dharma» quiere decir 'protección'. Con la práctica de las enseñanzas de Buda nos protegemos de problemas y sufrimientos. Todos los problemas que surgen en nuestra vida diaria tienen su origen en la ignorancia, y ésta se elimina a través de la práctica del Dharma.

El adiestramiento en el Dharma es el método supremo para mejorar la calidad de nuestras vidas. Ésta depende no sólo del desarrollo externo o progreso material, sino también del crecimiento interno de paz y felicidad. Por ejemplo, en el pasado muchos budistas vivían en países subdesarrollados y pobres, pero disfrutaban de una felicidad pura e imperecedera porque practicaban lo que Buda enseñó.

Si integramos las instrucciones de Buda en nuestra vida diaria, podemos resolver todos nuestros problemas internos y lograr una verdadera apacibilidad mental. Sin paz interior, la paz externa es imposible. Si establecemos primero la paz en nuestro interior por medio del adiestramiento en el camino espiritual, la paz externa surgirá de forma natural; pero si no lo hacemos así, nunca habrá paz en el mundo por muchas campañas que se organicen en su favor.

El budismo o Budadharma son las enseñanzas de Buda y las experiencias o realizaciones que se obtienen al ponerlas en práctica. Buda impartió ochenta y cuatro mil enseñanzas. Todas ellas, junto con sus respectivas realizaciones, constituyen lo que se llama «budismo».

Para conocer más sobre los libros del
Venerable Gueshe Kelsang puedes visitar www.tharpa-es.com

2006-10-20 12:07:56 · answer #2 · answered by silvio c 5 · 2 0

por qué desperdicias tu tiempo tratando de enseñar esta clase cosas a seres ignorantes?

¿qué no dice la biblia, "no arrojeis perlas a los puercos, porque las pisotearán se voltearán contra ustedes"?

:)

2006-10-20 13:00:27 · answer #3 · answered by Peter pan 6 · 1 0

es el dios para los BUDISTAS.............

2006-10-20 12:03:03 · answer #4 · answered by RAFAEL GABRIEL 4 · 2 1

hola padrenata, efectivamente, los budistas no consideramos a Buda dios, fue un simple ser humano que encontró un camino para encontrar la felicidad auténtica y alcanzó la iluminación.

2006-10-20 12:12:20 · answer #5 · answered by G 6 · 1 1

Gracias por aclaración sobre Siddhartha Gautama, al menos sabemos que fue el precursor del budismo y el era el SakyaMuni

saludos........... Kunn
.,

2006-10-20 12:06:05 · answer #6 · answered by KUNN 7 · 0 0

efectivamente, no es un dios, pero eso es lo maravilloso, que es posible como ser humano hacer el bien y llevar una vida que hasta estas fechas es suceptible de ser imitada y seguida...

2006-10-20 12:05:20 · answer #7 · answered by Anonymous · 0 0

bueno es Dios para quien lo quiera, no crees?

2006-10-20 12:05:01 · answer #8 · answered by chiquilla bonita 4 · 1 1

pero yo lo considero dios,
asi que te amuleas,
es MI dios

2006-10-20 12:03:54 · answer #9 · answered by locuaz 7 · 1 1

es una pregunta ?

o una aclaracion?


aclaracion no pedida, acusacion manifiesta

2006-10-20 12:02:58 · answer #10 · answered by DaRk AnGel 5 · 1 1

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