Aprendiendo a manejárselas en ausencia de un ser amado
CUANDO nació el niñito Gregorio, su madre murió. Ella sabía que iba a morir. El tratamiento médico que quizás le hubiera alargado la vida por un corto período, pudiera haber destruido al niño aún no nacido. Ella no quería que sucediera eso.
Así que Anita Brown tomó una decisión. Rehusó someterse al tratamiento, y vigorosamente luchó por mantenerse viva suficiente tiempo para dar a luz a su hijo. Murió en un hospital de California cinco horas después de haber dado a luz, de haber visto a su bebé y de haberse despedido de su esposo y familia. Ahora ellos se enfrentaban a la vida sin un ser amado.
¿Qué se puede hacer?
Cada año, millones de personas alrededor del mundo pasan por la tragedia de perder en la muerte a un pariente amado. Es sumamente difícil sobreponerse a la conmoción aturdidora y a la terrible aflicción que a menudo surgen a consecuencia de este suceso.
Quizás usted u otra persona que usted conozca haya sufrido semejante pérdida. ¿Qué puede hacer esa persona para aliviar el dolor y volver a una forma de vida que se aproxime a la normalidad?
Algunos han dicho que ‘el tiempo todo lo cura,’ y que el pasar del tiempo hará que la vida vuelva a la rutina normal. Pero el tiempo, en sí, no cura nada. Lo que usted hace con su tiempo es lo que puede perjudicarle o sanarle. El tiempo que sigue a la muerte de un ser amado puede emplearse mal cuando la persona, al tenerse lástima, cede al pesar, o puede emplearse sabiamente para desarrollar un modo de vida satisfaciente.
Aunque surgirá una diversidad de problemas, el problema fundamental es aprender a manejárselas en ausencia de la persona que uno amó. Los pasos que uno dé determinarán cuán profunda será la cicatriz que quede y por cuánto tiempo se sentirá pesar. Y hay varias cosas relacionadas con nuestra vida diaria que han ayudado a muchas personas a hacerle frente al problema.
Pero, hay otra cosa, algo que es una ayuda muy poderosa para aliviar la pena y que permite que uno siga viviendo con optimismo. Esto es lo que Anita y su familia tenían, y esto fue lo que dejó maravillados a los médicos y enfermeras que les asistían porque resultó ser una ayuda tan grande en tiempo de necesidad.
Sin embargo, primero vamos a considerar algunas de las cosas de la vida cotidiana que han resultado ser útiles para hacerle frente a la pérdida de un ser amado.
Reasumiendo las responsabilidades
Cuando ocurre una muerte, uno halla, sin lugar a dudas, que tendrá que alterar por un tiempo su rutina normal. Algunas personas pudieran sugerir un largo período de duelo. Pero eso pudiera prolongar el proceso de sobreponerse al dolor y pudiera hacer más difícil el que la persona evite sentir compasión de sí misma.
Por eso, muchas personas han hallado que es práctico reasumir la rutina normal lo más pronto posible. Por ejemplo, cierto matrimonio trabajaba junto en una ruta de reparto de pan. Pero de repente ocurrió una tragedia en la que el marido murió al caerse del techo en el que estaba trabajando. La esposa dice:
“Hasta cierto punto, debido a la necesidad económica tuve que volver a trabajar rápidamente. Al cabo de dos semanas estaba nuevamente repartiendo pan sola.
“Pero en cierto sentido, eso fue una bendición. La necesidad es buena maestra. Me ayudó a asociarme nuevamente con otras personas de la comunidad, a escuchar sus problemas y a pensar en los demás, en vez de estar pensando constantemente en mi triste situación.
“El haber tenido que volver a trabajar tan pronto me obligó a aceptar las responsabilidades a las cuales, de todos modos, hubiera tenido que enfrentarme tarde o temprano.”
Siga adelante
Por lo tanto, llega el tiempo en que la persona necesita aceptar la situación de manera realista y seguir adelante con el curso de su vida. Es como declaró otra viuda:
“Llega el momento en que una se da cuenta de que está pensando demasiado en la terrible pérdida que ha sufrido. Sin embargo, yo lloraba mucho debido a que me tenía lástima.
“Comencé a darme cuenta de que la aflicción cesaría solo si vivía ocupándome de las cosas de cada día. Así que, comencé a hacer planes definidos y de vez en cuando viajé e hice tareas pequeñas que se habían comenzado pero no se habían terminado.
“El pensar de manera positiva puede ayudar a la persona a sobreponerse al dolor. Si uno no se autoanaliza, la pena puede prolongarse por años. He conocido a viudas que, después de cinco años de haber perdido a sus esposos, todavía lloran cada día, lo cual les causa verdaderos problemas emocionales y de salud.”
Esto hace recordar un relato interesante que se menciona en la Biblia. Este relato es acerca del rey David del antiguo Israel. Él estaba abatido porque su hijo recién nacido se estaba muriendo. Mientras el bebé todavía estaba vivo, él se sentía profundamente afligido. Pero después que el bebé murió David rápidamente reasumió sus responsabilidades de la vida cotidiana. Este proceder sorprendió a sus compañeros. Cuando indagaron con relación a su proceder, él les dijo: “He ayunado y llorado por el niño mientras vivía, porque decía yo: ¿Quién sabe si el Señor me le dejará, y si quedará con vida el niño? Mas ahora que ya ha muerto, ¿a qué fin he de ayunar? ¿Por ventura podré restituirle a la vida?”—2 Sam. 12:22, 23, Herder.
Los sobrevivientes no pueden hacer volver a la vida a los muertos. Y es probable que al que ha muerto le habría gustado que usted siguiera viviendo una vida significativa. Así que no trate de seguir viviendo amoldado a la identidad de una persona que ya no está con usted. Desarrolle su propia identidad, y siga adelante con el curso de la vida, como lo hizo el rey David.
Cambiando el ambiente a su alrededor
Algunos que han sufrido la pérdida de algún familiar en la muerte han hallado que es beneficioso permitir que pase cierto tiempo antes de deshacerse de las cosas que pertenecían al ser amado o de efectuar cambios de gran importancia. Sin embargo, con el tiempo, habrá que hacerle frente a esta pregunta: ¿Debería usted deshacerse de los artículos personales del fallecido? Usted quizás haga esto. Pero, por otra parte, algunas cosas, tales como las herramientas del esposo para las reparaciones del hogar, pudieran serle útiles más adelante.
Sin embargo, ¿qué hay si los artículos personales que uno conserva del fallecido se convierten en recuerdos dolorosos de la pérdida que se ha sufrido y mantienen a la persona en un estado de depresión continuo? El tratar de conservar las cosas como estaban anteriormente, o el tratar de vivir como si la persona amada aún estuviera con uno, no le ayudará a sobreponerse a la pena. En vez de eso, a causa de esta actitud el hogar se puede convertir en un museo de recuerdos tristes.
Por eso, después de un período inicial de duelo, el mejor proceder es determinar cuántas cosas tiene que cambiar para satisfacer las nuevas necesidades de su vida de modo que el pasado no entorpezca indebidamente el presente.
Volviendo a casarse
Cuando muere el cónyuge de una persona, ésta, con el tiempo, quizás decida volver a casarse. Pero como no existen dos personas con las cuales se pueda desarrollar exactamente la misma relación, ninguna otra persona podrá reemplazar exactamente a la persona que ha muerto. No hay sentido en tratar de encontrar a alguien que reemplace a la persona que ha muerto. No obstante, la nueva persona puede ser tan singular como la anterior y puede proveer mucha satisfacción.
En muchos casos, puede que el cónyuge vivo no desee volver a casarse, o desee permanecer soltero o soltera por más tiempo. Tal vez estas personas se den cuenta de inmediato de que tienen mayor capacidad para hacer las cosas de lo que ellas mismas pensaban. La responsabilidad adicional de tener que aportar más en la crianza de los hijos, cocinar o realizar otras tareas de las cuales anteriormente se encargaba otra persona puede hacer que entren en juego recursos personales que el sobreviviente no había desarrollado a plenitud antes. Hasta los niños a menudo hallan que, cuando tienen que ajustarse a la pérdida del padre o la madre, son capaces de hacer mucho más de lo que ellos pensaban. Ellos pueden ser de mucha más ayuda en las faenas de la casa o en cuidar a sus hermanitos.
Aunque los amigos nunca podrán reemplazar al ser amado que ha muerto, pueden ser de mucha ayuda y consuelo. Bien puede ser que ofrezcan ayudar a atender muchas cosas. Si son amigos de confianza, hasta se les pudiera pedir ayuda. Por supuesto, no se debe depender excesivamente de ellos. Pero, en tiempos de angustia, es de gran valor tener un amigo verdadero que escuche, que sea discreto, que por un tiempo esté dispuesto a llevar parte de la carga de uno y que le ayude a tomar decisiones sabias.
Por lo tanto, el que una persona, después de perder a un ser amado en la muerte, meditara sobre esta clase de asuntos prácticos sería de mucha ayuda para que volviera a una vida normal. Sin embargo, hay otra ayuda poderosa. Esta es la que ayudó a Anita Brown y a su familia a enfrentarse al desafío que había ante ellos y todavía seguir tan optimistas respecto al futuro.
El tiempo, en sí, no cura nada. Lo que usted hace con su tiempo es lo que puede perjudicarle o sanarle.
Algunas personas pudieran sugerir un largo período de duelo. Pero eso pudiera prolongar el proceso de sobreponerse al dolor
2006-10-19 05:04:02
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answer #4
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answered by S/N 2
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