Holocausto (del griego, holo, ‘total’; y kaio, ‘quemar’), término que hacía referencia originalmente a un rito religioso en el que se incineraba una ofrenda, pero que en la actualidad remite a cualquier desastre humano de gran magnitud, y especialmente, cuando se emplea como nombre propio, se refiere a la política de exterminio de los judíos residentes en Europa llevada a cabo por la Alemania gobernada por el nacionalsocialismo.
A lo largo del siglo XIX la comunidad judía fue mejorando su situación y consiguió en gran medida equiparar sus derechos a los de los demás ciudadanos en la mayoría de los países europeos. Pese a ello, este pueblo era perseguido en ocasiones por grupos antisemitas y ultranacionalistas. Lo cierto es que algunos de estos sectores consideraban que los judíos eran una raza extranjera que no podía integrarse dentro de la cultura europea, aunque nunca llegaron a emprender una campaña política organizada.
2 LA PERSECUCIÓN DE LOS JUDÍOS DE ALEMANIA EN LA ÉPOCA ANTERIOR A LA II GUERRA MUNDIAL
Cuando el régimen nacionalsocialista (nazi) alcanzó el poder en Alemania en enero de 1933, adoptó de inmediato medidas sistemáticas contra los judíos, considerados ajenos a la raza aria. Uno de los primeros decretos promulgados fue una definición del término ‘judío’. La religión de los antepasados era un rasgo fundamental en esta caracterización. Todo el que tuviera tres o cuatro abuelos judíos era considerado como tal automáticamente, sin que se tuviera en cuenta ni si este individuo era miembro de la comunidad religiosa judía ni su lugar de nacimiento. A aquéllos que fueran descendientes de judíos por parte de uno de sus progenitores sólo se les consideraba totalmente judíos si ellos mismos pertenecían a esta religión o habían contraído matrimonio con un miembro que la profesara. Los que tenían algún pariente judío o un único abuelo de esta religión eran llamados mischlinge (‘semiraza’). Este énfasis en el origen familiar se entendía como una afirmación de la ‘raza’ según la doctrina nazi, pero el propósito principal de estas clasificaciones era delimitar claramente a quien afectaban las leyes discriminatorias.
2.1 La ‘arianización’ de la vida económica
Desde 1933 hasta 1939, el partido nazi, los organismos gubernamentales, los bancos y los comercios aunaron sus esfuerzos para eliminar a los judíos de la vida económica. Aquéllos que no pertenecían a la raza aria no tenían derecho a ocupar cargos en la administración, y los abogados y médicos judíos perdieron a su clientela aria. Algunas empresas judías se disolvieron, otras fueron confiscadas por el Estado o vendidas a un precio inferior a su valor a otras compañías que no pertenecían a miembros de la comunidad judía ni eran dirigidas por ellos. La transferencia contractual de empresas judías a los nuevos propietarios alemanes recibía el nombre de ‘arianización’. Los ingresos procedentes de las ventas, así como los ahorros de los judíos estaban supeditados a impuestos especiales. Los empleados judíos de los negocios disueltos o arianizados perdían sus puestos de trabajo.
2.2 La Noche de los cristales rotos
Durante la Noche de los cristales rotos (Kristallnacht) se quemaron sinagogas y se destrozaron los escaparates de los comercios judíos en toda Alemania. Muchos judíos huyeron del país después de este pogromo, una respuesta al asesinato de un diplomático alemán a manos de un judío.
El objetivo que se proponía el régimen nazi era la emigración de los judíos. En noviembre de 1938, después de que un joven judío asesinara a un diplomático alemán en París, todas las sinagogas de Alemania fueron incendiadas, se destrozaron los escaparates de los comercios judíos y se arrestó a miles de ellos. Este suceso, conocido como la Noche de los cristales rotos (Kristallnacht), fue la señal para que la población judía de Alemania y Austria abandonara estos países con la mayor rapidez posible. Varios cientos de miles de judíos encontraron refugio en otras naciones, otros muchos, con menos posibilidades económicas, permanecieron para hacer frente a un futuro incierto.
3 LA OCUPACIÓN DE POLONIA
Cuando comenzó la II Guerra Mundial en septiembre de 1939, el Ejército alemán ocupó la mitad occidental de Polonia, con lo que casi dos millones de judíos polacos cayeron bajo la esfera de poder alemana. Las restricciones que se aplicaron a los judíos polacos fueron mucho más duras que las padecidas por los judíos alemanes. Se les obligó a trasladarse a guetos rodeados por muros y alambradas, con una administración propia muy limitada que recordaba a los campos de concentración. Cada gueto contaba con un consejo judío que se encargaba de organizar el alojamiento, la sanidad y la producción. Se les proporcionaba alimentos y carbón, y los productos manufacturados se enviaban fuera del recinto. Sin embargo, el suministro de comida que permitían los alemanes consistía principalmente en cereales y algunas verduras y hortalizas (nabos, zanahorias y remolacha principalmente). La ración oficial del gueto de Varsovia no alcanzaba las 1.200 calorías por persona. Surgió un mercado negro de alimentos introducidos de contrabando, pero los precios de las mercancías eran elevados y el desempleo y la pobreza estaban muy extendidos. En las casas llegaban a vivir de seis a siete personas en cada habitación, y el tifus era habitual entre la población.
4 LA INVASIÓN DE LA URSS
Mientras la población polaca era internada en guetos, el Ejército emprendió una acción a gran escala en el frente oriental. En junio de 1941, los ejércitos alemanes invadieron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), a la vez que la Oficina Principal de Seguridad del Reich (un organismo dependiente de la policía y de la milicia del partido nazi, conocida como las SS) enviaba 3.000 hombres de las unidades especiales para eliminar a todos los judíos que se encontraran en el territorio recientemente ocupado. Estos destacamentos móviles, llamados Einsatzgruppen (‘grupos de acción’), no tardaron en llevar a cabo ejecuciones en masa. Las matanzas solían realizarse en fosas o barrancos próximos a las ciudades o pueblos. En algunas ocasiones eran presenciadas por soldados o habitantes de la zona. Los rumores de estos asesinatos masivos habían llegado a varias capitales del mundo mucho antes de que hubiera testigos de las mismas.
5 LA ‘SOLUCIÓN FINAL’
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Un mes después de que comenzaran las acciones de los grupos móviles en el territorio ocupado de la URSS, el dirigente nazi y jefe de la Aviación alemana, Hermann Wilhelm Goering, envió un comunicado al jefe de la Oficina Principal de Seguridad del Reich, Reinhard Heydrich, encomendándole la organización de la “solución final para la cuestión judía” en toda la Europa dominada por los alemanes. Se obligó a los judíos residentes en Alemania a llevar distintivos o brazaletes con una estrella amarilla a partir de septiembre de 1941. Decenas de miles fueron deportados a los guetos de Polonia y a las ciudades conquistadas en la URSS a lo largo de los siguientes meses. Pero cuando esta medida ya se había puesto en marcha, se creó un nuevo método de exterminio: los campos de concentración.
En Polonia se construyeron campos equipados con instalaciones de gases. La mayoría de las futuras víctimas eran deportadas a estos centros de muerte desde los guetos cercanos. Más de 300.000 judíos procedentes únicamente del gueto de Varsovia fueron eliminados. Los primeros transportes solían llevar a mujeres, niños o ancianos, y, en general, a la población que no podía trabajar. Los judíos que podían ser empleados como mano de obra permanecían en talleres o fábricas, pero acababan siendo ejecutados. Las deportaciones más numerosas se produjeron en el verano y otoño de 1942. El destino de estos traslados no era comunicado a los consejos judíos de los guetos, pero las noticias de los asesinatos en masa fueron llegando a oídos de los supervivientes y de los gobernantes de Estados Unidos y Gran Bretaña. En abril de 1943 los 65.000 judíos que aún permanecían en Varsovia se sublevaron contra la policía alemana, que había entrado en el gueto para realizar nuevos envíos. La lucha duró tres semanas.
5.1 Deportaciones
Las deportaciones que se llevaron a cabo en toda la Europa ocupada por los alemanes generaron multitud de conflictos políticos y administrativos. Dentro de la propia Alemania se produjo un fuerte debate sobre el destino de los mischlinge, a los que finalmente se respetó. Se emprendieron negociaciones diplomáticas para efectuar deportaciones en algunos de los países aliados con Alemania, como los estados satélite de Eslovaquia y Croacia. El gobierno francés de Vichy, que ya había puesto en vigor algunas leyes antisemitas, comenzó a encarcelar a los judíos incluso antes de que los alemanes lo solicitaran. El gobierno fascista italiano se negó a cooperar con los nazis hasta que Italia fue ocupada por fuerzas alemanas en septiembre de 1943; la misma actitud adoptó el gobierno húngaro, por lo que los alemanes invadieron el país en marzo de 1944. Rumania, pese a haber sido responsable de varias ejecuciones en masa de judíos en los territorios ocupados de la URSS, también se negó a entregar su población judía a Alemania. En la Dinamarca ocupada numerosos daneses colaboraron para salvar de una muerte segura a los judíos que se encontraban en el país y les enviaron a Suecia, que era un Estado neutral, en miles de pequeñas embarcaciones.
Los alemanes se apropiaban de todas las posesiones de los deportados siempre que les era posible. En Alemania se confiscaron las cuentas bancarias y propiedades de los judíos, y el mobiliario de los pisos de familias judías de la Francia ocupada, Bélgica y Países Bajos se envió a Alemania para ser distribuido entre las personas cuyas casas habían sido bombardeadas.
El transporte de víctimas a los campos de la muerte solía hacerse por ferrocarril, y la policía tenía que abonar al sistema ferroviario alemán el precio de un billete de ida de tercera clase por cada deportado. Cuando se había cargado a mil personas en un tren, se aplicaba una tarifa de grupo por la cual sólo era preciso pagar la mitad del importe. Los trenes, formados por vagones de mercancías, se desplazaban lentamente siguiendo horarios especiales. Los enfermos y los ancianos solían fallecer durante el trayecto.
5.2 Los campos de la muerte
Prisioneros de Auschwitz Cuando los prisioneros llegaban a los campos de exterminio nazis, los soldados los dividían en dos grupos: obreros y no aptos para el trabajo. A estos últimos se les ordenaba quitarse la ropa y se les introducía en masa en cámaras de gas, donde eran asesinados con gas de cianuro. Los nazis mataron entre 1,5 y 4 millones de personas (judíos, gitanos, homosexuales y prisioneros políticos) sólo en Auschwitz.
Los puntos de destino en Polonia eran Kulmhof (Chelmno), Belzec, Sobibor, Treblinka, Lublin y Auschwitz. Kulmhof, situado al noroeste del gueto de Łódź, contaba con furgones de gas, y el número de personas que perdieron allí la vida fue de unas 150.000. Belzec disponía de cámaras de gas de monóxido de carbono en las que fueron asesinados 600.000 judíos aproximadamente, procedentes en su mayoría de la populosa zona de Galitzia. Las cámaras de gas de Sobibor pusieron fin a la vida de más de 250.000 personas, y las de Treblinka de 700.000 a 800.000. En Lublin murieron gaseados o fusilados unos 50.000 judíos. El número de víctimas de Auschwitz fue superior a un millón.
Auschwitz, próximo a Cracovia, fue el mayor campo de exterminio. El gas empleado en este lugar, a diferencia del de otros campos, era era cianuro de hidrógeno y producía una muerte rápida. Las víctimas de Auschwitz procedían de toda Europa: Noruega, Francia, Países Bajos, Italia, Alemania, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Yugoslavia, Grecia y España, en este último caso principalmente republicanos españoles exiliados tras la Guerra Civil (1936-1939). Una gran parte de los presos de estos países, incluso aquéllos que no eran judíos, fueron empleados como mano de obra en industrias; algunos prisioneros fueron sometidos a experimentos médicos, sobre todo a esterilizaciones. Aunque lo habitual era que sólo se gaseara a los judíos y los gitanos, varios cientos de miles de personas internadas en este campo murieron a causa del hambre, de las enfermedades o las ejecuciones. Se construyeron enormes crematorios para incinerar los cuerpos de las víctimas y borrar las huellas del exterminio. Auschwitz fue fotografiado por aviones de reconocimiento aliados que buscaban objetivos industriales, y en 1944 se destruyeron las fábricas pero no las cámaras de gas.
6 LAS CONSECUENCIAS DEL HOLOCAUSTO
Cuando la guerra terminó millones de judíos, eslavos, gitanos, homosexuales, testigos de Jehová, comunistas y otros grupos habían fallecido en el Holocausto. Más de 5.000.000 de judíos fueron asesinados: unos 3.000.000 en centros de exterminio y en campos de trabajo, 1.400.000 en los fusilamientos masivos, y más de 600.000 en los guetos (se estima que el número de víctimas fue casi de 6.000.000). Las potencias victoriosas se vieron fuertemente presionadas para fundar en Palestina una patria permanente para los judíos sobrevivientes, y la creación del Estado de Israel, tres años después de la derrota alemana, resultó ser otra consecuencia del Holocausto. Como lo fue la acuñación del concepto ‘crímenes de guerra contra la humanidad’ en el Derecho internacional, resultado de cuya aplicación numerosos dirigentes nazis responsables del Holocausto fueron condenados, y algunos ejecutados, al finalizar la contienda por un tribunal de guerra internacional celebrado en Nuremberg (Alemania), dentro de los juicios por crímenes de guerra tristemente más famosos de la historia reciente de la humanidad.
2006-10-16 14:44:21
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answer #1
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answered by elisabs 4
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