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2006-10-14 21:21:46 · 3 respuestas · pregunta de olygilly 1 en Arte y humanidades Libros y autores

3 respuestas

He decidido hacer este segundo trabajo de literatura sobre El rey Lear porque se trata de una tragedia sublime en el dolor, que es expresado con gran lirismo por parte de su autor. En concreto, me he centrado en el tema del lirismo, al llamarme mucho la atención la peculiaridad de Shakespeare a la hora de retratar la psicología de los personajes. Esta profundidad de los personajes se lleva a cabo mediante los diálogos que mantienen, todos ellos profundamente líricos.

El Rey Lear es, a mi juicio, una de las mejores obras de Shakespeare. Sabe combinar lo cotidiano con lo trágico, de forma casi esperpéntica, como haría siglos más tarde, aunque de otro modo, Ramón María del Valle-Inclán. Vemos en esta obra una de las características fundamentales del genial autor inglés: el autor, en el teatro, es un poeta de poetas, es decir, crea unos personajes perfectamente diferenciados unos de otros, y que, al hablar, poseen un peculiar diálogo que los identifica. Este diálogo, además, posee la peculiaridad de ser poético. Vemos esto, por ejemplo, en el siguiente párrafo:

Lear: Nuestros más viles mendigos son en alguna pobrísima cosa, supérfluos. No concedáis a la Naturaleza más de lo que ella exige, y la vida del hombre será de tan bajo valor como la de las bestias. Tú eres una dama; si sólo para mantenerte en calor te ataviaras con lujosos vestidos, ¡qué!, la Naturaleza no tendría necesidad de los lujosos vestidos que llevas[...](Acto III, escena I) .

Ahora bien, podemos preguntarnos: Esa poesía, ¿es poesía de un autor llamado Shakespeare, que tiene determinadas características humanas? La respuesta más correcta sería que no. Esa poesía es del personaje inventado por Shakespeare. Y así, Hamlet es distinto que el rey Lear, y el rey diferente de Timón de Atenas (obra muy poética, y menos valorada por la crítica de lo que merece).

Así pues, esos personajes son poetas, hablan como poetas, pero son distintos entre sí, con una personalidad diferente, con una visión del mundo distinta. A quien se parece Shakespeare, entonces, es a algunos de los poetas del siglo **, que se han producido a través de heterónimos -el más insigne es el poeta portugués Fernando Pessoa, pero también Machado, sobre todo en sus personajes de prosa, Abel Martín, filósofo, Juan de Mairena, profesor de poesía.

En sí, Shakespeare, a través de esos personajes inventados, me parece más poeta que el propio Shakespeare, autor de los sonetos. Acaso sea porque con más profundidad "lírica" se nos presenta más variado en este caso que en sus sonetos -juicio personal mío, que puede ser discutible por quien entienda más que yo-.

Lo característico, pues, de El rey Lear es algo muy típico del autor: un comienzo absolutamente convencional (como podemos ver en el Acto I, de desarrollo más bien convencional). Hay en El rey Lear un contraste entre la simplicidad de la línea catastrófica en el protagonista, y la complejidad de los hechos. El rey, que tiene tres hijas, de las que prefiere a dos y desdeña a la tercera, cae en desgracia, y la única que se porta bien con él es la desdeñada, mientras que las otras se muestran egoístas, faltas de cariño. Este comienzo nos está manifestando que, en el fondo, Shakespeare no se preocupa por lo que cuenta, ni le importan mucho otras cosas que son las que habitualmente dan grandeza a un autor. Lo que verdaderamente le interesa son los poemas que, al hilo de la narración, pone en boca de los personajes, siempre adecuados a la situación misma, y en ese sentido, plenamente dramáticos.

Esto es lo que hay de excepcional en el autor inglés, esta imaginación en que surge dramáticamente, perfectamente adecuada a la situación en la que están, cada uno de estos poetas que nos dicen cosas verdaderamente profundas de las esencia del ser humano en cuanto situado en una situación concreta. Vemos, como confirmarción de esto en el rey Lear, el siguiente texto:

Lear: [...] Allí donde un gran dolor ha tomado asiento, no ha lugar a sentir otro menor. Esquivarías un oso, pero si tu fuga te condujera hacia las olas rujientes del mar, irías al encuentro de la misma bestia [...]. La tempestad de mi alma acalla en mis sentidos toda sensación, salvo la que golpea aquí. ¡Ingratitud filial! (Acto III, escena IV).

Shakespeare bucea en este pasaje en el fondo oscuro de la vida: las formas sociales, los valores, todo se ha disipado, y el hombre está ante la maldad de su ser: los personajes han ido más allá de la muerte, igual que suicidas que siguieran hablando (Gloucester, en nombre de todos ello, ha querido suicidarse). Caen, escarnecedoramente, las palabras de Edgar sobre un rey desposeído y desnudo, en un charloteo que va más allá de la locura, y que se entrecruza con el soliloquio de Lear, y acompañado de los gemidos de Gloucester.

Edgar: Voy a enterrarte aquí en la arena, abominable emisario de asesinos lujuriosos. Yo sabré, en tiempo y lugar oportunos, presentar tan culpable papel al duque, cuya pérdida se trama. Bueno será para él que pueda enterarle de tu mensaje y de tu muerte. (Acto IV, escena VI).

Por último, se debe señalar el enorme lirismo del final. A punto estuvo de acabar en un final feliz, pero, en el último momento, entra Lear llevando a su hija entre las manos, de forma que se produce un contrapunto con la escena anterior. Tenía que ser así: no podía volver Shakespeare sin más de la región extrema del existir, en un último vacío abandonado, donde sólo queda la palabra, convertida en tormento, en un chorro de fantasía demencial y de remordimiento doloroso. Esto lo llevará a cabo con unos soliloquios (aunque formalmente diálogos) de gran profundidad y fuerza expresiva ( ¡Está muerta como la tierra!).

Concluímos, pues, que lo que da fuerza que tiene a los personajes shakespirianos es el lirismo de los diálogos, la fuerza expresiva y la enorme profundidad que los acompaña. Son personajes mucho más inteligentes que el propio autor, pues su inteligencia se encuentra concentrada en sus diálogos, lo cual da la enorme intensidad que tienen las tragedias.


http://dat.etsit.upm.es/~cbousono/lit2.html

2006-10-14 22:09:17 · answer #1 · answered by Anonymous · 0 0

EL REY LEAR COMO EXPONENTE DE LA POESÍA EN SHAKESPEARE



He decidido hacer este segundo trabajo de literatura sobre El rey Lear porque se trata de una tragedia sublime en el dolor, que es expresado con gran lirismo por parte de su autor. En concreto, me he centrado en el tema del lirismo, al llamarme mucho la atención la peculiaridad de Shakespeare a la hora de retratar la psicología de los personajes. Esta profundidad de los personajes se lleva a cabo mediante los diálogos que mantienen, todos ellos profundamente líricos.

El Rey Lear es, a mi juicio, una de las mejores obras de Shakespeare. Sabe combinar lo cotidiano con lo trágico, de forma casi esperpéntica, como haría siglos más tarde, aunque de otro modo, Ramón María del Valle-Inclán. Vemos en esta obra una de las características fundamentales del genial autor inglés: el autor, en el teatro, es un poeta de poetas, es decir, crea unos personajes perfectamente diferenciados unos de otros, y que, al hablar, poseen un peculiar diálogo que los identifica. Este diálogo, además, posee la peculiaridad de ser poético. Vemos esto, por ejemplo, en el siguiente párrafo:

Lear: Nuestros más viles mendigos son en alguna pobrísima cosa, supérfluos. No concedáis a la Naturaleza más de lo que ella exige, y la vida del hombre será de tan bajo valor como la de las bestias. Tú eres una dama; si sólo para mantenerte en calor te ataviaras con lujosos vestidos, ¡qué!, la Naturaleza no tendría necesidad de los lujosos vestidos que llevas[...](Acto III, escena I) .

Ahora bien, podemos preguntarnos: Esa poesía, ¿es poesía de un autor llamado Shakespeare, que tiene determinadas características humanas? La respuesta más correcta sería que no. Esa poesía es del personaje inventado por Shakespeare. Y así, Hamlet es distinto que el rey Lear, y el rey diferente de Timón de Atenas (obra muy poética, y menos valorada por la crítica de lo que merece).

Así pues, esos personajes son poetas, hablan como poetas, pero son distintos entre sí, con una personalidad diferente, con una visión del mundo distinta. A quien se parece Shakespeare, entonces, es a algunos de los poetas del siglo **, que se han producido a través de heterónimos -el más insigne es el poeta portugués Fernando Pessoa, pero también Machado, sobre todo en sus personajes de prosa, Abel Martín, filósofo, Juan de Mairena, profesor de poesía.

En sí, Shakespeare, a través de esos personajes inventados, me parece más poeta que el propio Shakespeare, autor de los sonetos. Acaso sea porque con más profundidad "lírica" se nos presenta más variado en este caso que en sus sonetos -juicio personal mío, que puede ser discutible por quien entienda más que yo-.

Lo característico, pues, de El rey Lear es algo muy típico del autor: un comienzo absolutamente convencional (como podemos ver en el Acto I, de desarrollo más bien convencional). Hay en El rey Lear un contraste entre la simplicidad de la línea catastrófica en el protagonista, y la complejidad de los hechos. El rey, que tiene tres hijas, de las que prefiere a dos y desdeña a la tercera, cae en desgracia, y la única que se porta bien con él es la desdeñada, mientras que las otras se muestran egoístas, faltas de cariño. Este comienzo nos está manifestando que, en el fondo, Shakespeare no se preocupa por lo que cuenta, ni le importan mucho otras cosas que son las que habitualmente dan grandeza a un autor. Lo que verdaderamente le interesa son los poemas que, al hilo de la narración, pone en boca de los personajes, siempre adecuados a la situación misma, y en ese sentido, plenamente dramáticos.

Esto es lo que hay de excepcional en el autor inglés, esta imaginación en que surge dramáticamente, perfectamente adecuada a la situación en la que están, cada uno de estos poetas que nos dicen cosas verdaderamente profundas de las esencia del ser humano en cuanto situado en una situación concreta. Vemos, como confirmarción de esto en el rey Lear, el siguiente texto:

Lear: [...] Allí donde un gran dolor ha tomado asiento, no ha lugar a sentir otro menor. Esquivarías un oso, pero si tu fuga te condujera hacia las olas rujientes del mar, irías al encuentro de la misma bestia [...]. La tempestad de mi alma acalla en mis sentidos toda sensación, salvo la que golpea aquí. ¡Ingratitud filial! (Acto III, escena IV).

Shakespeare bucea en este pasaje en el fondo oscuro de la vida: las formas sociales, los valores, todo se ha disipado, y el hombre está ante la maldad de su ser: los personajes han ido más allá de la muerte, igual que suicidas que siguieran hablando (Gloucester, en nombre de todos ello, ha querido suicidarse). Caen, escarnecedoramente, las palabras de Edgar sobre un rey desposeído y desnudo, en un charloteo que va más allá de la locura, y que se entrecruza con el soliloquio de Lear, y acompañado de los gemidos de Gloucester.

Edgar: Voy a enterrarte aquí en la arena, abominable emisario de asesinos lujuriosos. Yo sabré, en tiempo y lugar oportunos, presentar tan culpable papel al duque, cuya pérdida se trama. Bueno será para él que pueda enterarle de tu mensaje y de tu muerte. (Acto IV, escena VI).

Por último, se debe señalar el enorme lirismo del final. A punto estuvo de acabar en un final feliz, pero, en el último momento, entra Lear llevando a su hija entre las manos, de forma que se produce un contrapunto con la escena anterior. Tenía que ser así: no podía volver Shakespeare sin más de la región extrema del existir, en un último vacío abandonado, donde sólo queda la palabra, convertida en tormento, en un chorro de fantasía demencial y de remordimiento doloroso. Esto lo llevará a cabo con unos soliloquios (aunque formalmente diálogos) de gran profundidad y fuerza expresiva ( ¡Está muerta como la tierra!).

Concluímos, pues, que lo que da fuerza que tiene a los personajes shakespirianos es el lirismo de los diálogos, la fuerza expresiva y la enorme profundidad que los acompaña. Son personajes mucho más inteligentes que el propio autor, pues su inteligencia se encuentra concentrada en sus diálogos, lo cual da la enorme intensidad que tienen las tragedias


Ahora vaya para tí esta definición de lirismo
dada por Emilia Pardo Bazan, sobre el lirismo en la literatura francesa y americana:

Aspiro, al hablar del lirismo, a definirlo con tal claridad, que ni la menor sombra quede en la mente de los lectores. Y para ello tengo que recordar que el lirismo es la afirmación del individuo, no diré que siempre contra la sociedad, pero siempre sin tomarla en cuenta, y muchas veces protestando contra ella tácita o explícitamente. El individuo ante la sociedad: así sucintamente puede formularse el caso.

Espero que esto te sea de utilidad, Saludos a Ti.-:)

2006-10-15 18:54:06 · answer #2 · answered by daniel_aldo_villalba 3 · 0 1

Que no lo escribió shakespeare sino francis bacon

2006-10-15 12:52:34 · answer #3 · answered by Tito 5 · 0 1

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