Existe una leyenda, acerca de una mujer que habría llegado a papa, haciendose pasar por varón:
La "papisa Juana" habria sido la única mujer que gobernó la Iglesia durante casi dos años, hasta morir dando a luz en medio de una procesión, según una leyenda que circuló en Europa durante varios siglos. A raíz de esta historia nació el supuesto rito de palpar los atributos masculinos del Papa electo para evitar que otra mujer ocupase el trono de Pedro. Según ese mito, obviamente no confirmado por el Vaticano, se pedía al Papa electo que se sentara en una silla perforada, para permitir que un eclesiástico verificara manualmente su virilidad antes de que el Camarlengo pudiera exclamar el famoso "¡Habemus Papam!".
El origen de esta leyenda, se remonta a fines del siglo X, pero otros sitúan el papado de Juana hasta dos siglos y medio antes, después de la muerte de León IV, coincidiendo con una época de crisis en la diócesis de Roma, cuyos fieles elegían al Papa. Una de las múltiples versiones que han llegado hasta nuestros días atribuyen también la coronación de una mujer a la debilidad de las familias romanas, que no lograron imponer a ninguno de sus candidatos.
Según algunos relatos, Juana habría sido una joven oriental, tal vez de Constantinopla, que se hizo pasar por un hombre para sortear la prohibición de estudiar que pesaba sobre las mujeres y adquirió una sólida formación teológica y filosófica. Al llegar a Roma tras una larga peregrinación, se presentó como un monje y sorprendió con su erudición a los doctores de la Iglesia quienes, la ayudaron a llegar al Papado, oficialmente como Juan VIII.
Aventurera, Juana no tardó en convertirse en amante de un oficial de la guardia vaticana con lo que, un año después de su elección, descubrió que iba a ser madre y la tragedia ocurrió cuando la papisa, ya en el fin de su período de gestación, sintió dolores de parto cuando estaba presidiendo una procesión, lo que indignó a la muchedumbre que la apedreó hasta matarla.
2006-10-13 11:42:06
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answer #1
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answered by carlosgarcia956 7
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"La leyenda sobre un papa mujer, quien más tarde llevó el nombre de Johanna (Juana), apareció por primera vez a mediados del siglo XIII.
VARIACIONES DE LA LEYENDA
Primera versión: Jean de Mailly. El primero que parece haber tenido conocimiento de la leyenda fue el cronista dominico Jean de Mailly (Archiv der Gesellschaft fur altere deutsche Geschichte, xii, 17 sq., 469 sq.) de quien otro dominico, Etienne de Bourbon (1261), adoptó la historia y la incluyó en su trabajo sobre los "Siete dones del EspÃritu Santo".
En dicho relato, la supuesta papisa se ubica alrededor del año 1100 y aun no se le pone nombre. La narración dice que una mujer muy talentosa, vestida como un hombre llegó a ser notario de la Curia, después cardenal y finalmente Papa; que un dÃa esta persona salió a montar y en esta ocasión dio a luz un hijo; que entonces fue atada a la parte posterior de un caballo, arrastrada alrededor de la ciudad, apedreada por la gente hasta morir y enterrada en el sitio mismo donde falleció; y que ahà fue puesta una inscripción que decÃa lo siguiente: "Petre pater patrum papissae prodito partum". Durante su mandato, añade la historia, fueron introducidas las témporas, que por eso eran llamadas los "ayunos de la papisa".
Segunda versión: MartÃn de Troppau. Una versión diferente aparece en la tercera reseña de la crónica de Martin de Troppau (Martinus Polonus), insertada posiblemente por el autor y no por un transcriptor posterior. A través de este muy popular trabajo, la historia llegó a ser mejor conocida en la siguiente forma: Después de León IV (847-855) el inglés John de Mainz (Johannes Anglicus, natione Moguntinus) ocupó la silla papal dos años, siete meses y cuatro dÃas. Ãl era, supuestamente, una mujer. En su juventud fue llevada a Atenas con ropas de hombre por su amante y allà fue tal su avance en el aprendizaje que nadie la igualaba. Llegó a Roma, donde enseñó ciencias y atrajo asà la atención de intelectuales. Gozó del mayor respeto por su conducta y erudición y finalmente fue seleccionada como Papa, pero, quedando embarazada de uno de sus asistentes de confianza, dio a luz un niño durante una procesión desde San Pedro a Letrán, en algún lugar entre el Coliseo y San Clemente. Ahà murió casi de inmediato y se dice que fue enterrada en el mismo sitio. En sus procesiones, los papas siempre evitaban este camino; muchas personas creÃan que los papas hacÃan esto por su animadversión a esa desgracia.
Aquà aparece por primera vez el nombre de Johanna (Juana) como el de la supuesta papisa. MartÃn de Troppau habÃa vivido en la Curia como capellán y penitenciario del Papa (murió en 1278), razón por la cual su historia papal fue ampliamente leÃda y a través de él la leyenda obtuvo aceptación general. Un manuscrito de su crónica relata de una manera diferente el destino de la supuesta papisa: tras de su alumbramiento Juana fue inmediatamente destituida e hizo penitencia por muchos años. Su hijo, se añade, llegó a ser Obispo de Ostia y la tuvo enterrada ahà después de su muerte.
Versiones posteriores. Crónicas posteriores hasta daban el nombre que llevaba de niña; algunas le llaman Agnes, otras Gilberta. Se encuentran más variaciones en los trabajos de diferentes cronistas, por ejemplo en la "Crónica Universal de Metz", escrita alrededor de 1250 y en ediciones subsecuentes de la "Mirabilia Urbis Romae" del siglo XII (?).
Conforme a ésta última, en una visión le fue dado a escoger a la papisa entre la desgracia temporal y el castigo eterno; ella eligió lo primero y murió durante el parto en la calle.
VALORACIONES TEMPRANAS DE LA LEYENDA
Aceptación crédula. En los siglos XIV y XV esta papisa era ya considerada como un personaje histórico, de cuya existencia nadie dudaba. TenÃa su lugar entre los bustos de la Catedral de Siena. Bajo Clemente VIII, y a petición suya, fue transformada en el Papa ZacarÃas. El hereje Jan Hus, en la defensa de su falsa doctrina antes del Concilio de Constanza, hizo referencia a la papisa y nadie cuestionó el hecho de su existencia. Sin embargo la papisa no se encuentra en el "Liber Pontificalis" ni entre los retratos de los papas de San Pablo extramuros en Roma.
Valoración crÃtica. Esta supuesta papisa es por completo un invento de la imaginación. En el siglo XV, tras el despertar del criticismo histórico, algunos estudiosos como Aeneas Silvius (Espist., I, 30) y Platina (Vitae Pontificum, No. 106) encontraron que la historia no tenÃa sustento. Desde el siglo XVI historiadores católicos empezaron a negar la existencia de la papisa, ejemplos de ello fueron Onofrio Panvinio (Vitae Pontificum, Venecia, 1557), (Vitae Pontificum, Venice, 1557), Aventinus (Annales Boiorum, lib. IV), Baronius (Annales ad a. 879, n. 5) y otros.
Valoración protestante. También algunos protestantes, como Blondel ("Joanna Papissa", 1657) y Leibniz ("Flores sparsae in tumulum papissae" in "Bibliotheca Historica", Göttingen, 1758, 267 sq.) admitieron que la papisa jamás existió. Sin embargo, numerosos protestantes hicieron uso del mito en sus ataques al papado. TodavÃa en el siglo XIX, cuando lo insostenible de la leyenda fue reconocido por historiadores serios, algunos protestantes (e.g. Kist, 1843; Suden, 1831; y Andrea, 1886) intentaron, con un espÃritu anti-romano, probar la existencia de la papisa. Incluso Hase ("Kirchengesch.", II, 2nd ed., Leipzig, 1895, 81) no pudo reprimir escribir una nota llena de rencor y carente en absoluto de valor histórico sobre este tema.
PRUEBAS DE SU CARÃCTER MÃTICO.
Las pruebas principales del carácter enteramente mÃtico de la papisa son:
Ninguna fuente histórica contemporánea entre las historias de los papas tiene conocimiento de ella; tampoco se hace mención de ella hasta la mitad del siglo XIII. Resulta increÃble que la aparición de una "papisa", si hubiera sido un hecho histórico, no hubiera sido notada por ninguno de los numerosos historiadores de entre los siglos X y XIII.
En la historia de los papas no hay lugar en donde encaje esta figura legendaria. Entre León IV y Benedicto III, donde Martinus Polonus la coloca, no es posible insertarla porque León IV falleció el 17 de julio del año 855 e inmediatamente después de su muerte Benedicto III fue elegido por el clero y por el pueblo de Roma; solo que a causa del advenimiento de un antipapa en la persona del cardenal depuesto Anastasius, Benedicto III fue consagrado hasta el 29 de septiembre. Existen monedas con las imágenes de Benedicto III y del emperador Lotario I, quien murió el 28 de septiembre del año 855; por lo tanto, Benedicto III debió haber sido reconocido como Papa antes de esta fecha; el 7 de octubre del año 855, Benedicto III emitió una carta para el monasterio de Corbie. Hinemar, arzobispo de Reims, informó a Nicolás I de que un mensajero que habÃa enviado a León IV se enteró de la muerte de este Papa y por lo tanto dirigió su petición a Benedicto III, quien la resolvió (Hinemar, ep. xl in P.L., CXXXVI, 85). Todas esos testigos prueban que las fechas dadas en las vidas de León IV y Benedicto III eran correctas y que no hubo interrupción de la lÃnea de sucesión entre estos dos papas, de modo que en este lugar no hay espacio para la supuesta papisa.
Más adelante es aún menos probable que una papisa pudiera insertarse en la lista de papas cercanos al año 1100, entre VÃctor III (1087) y Urbano II (1088-1099) o Pascual II (1099-1110) como se sugiere en la crónica de Jean de Mailly.
ORIGEN DE LA LEYENDA
Esta leyenda de una papisa romana parece haber tenido una contraparte previa en Constantinopla. En efecto, en su carta a Miguel Caerularius (1053), León IX dice que él no creerÃa lo que habÃa oÃdo, refiriéndose a que la Iglesia de Constantinopla ya habÃa visto eunucos, de hecho una mujer, en su silla episcopal (Mansi "Concil.", XIX, 635 sq.).
Respecto al origen en sà de la leyenda de la Papisa Juana, se han establecido diferentes hipótesis.
Bellarmine (De Romano Pontifice, III, 24) cree que la historia fue llevada desde Constantinopla a Roma.
Baronius (Annales ad a., 879, n. 5) conjetura que la muy criticada debilidad afeminada del Papa Juan VIII (872-882) en su trato con los griegos pudo dar lugar a la historia. Mai ha mostrado (Nova Collectio Patr., I, Proleg., xlvii) que Proteo de Constantinopla (De Spir. Sanct. Myst., lxxxix) en tres ocasiones se refiere enfáticamente a este Papa como "el viril", como quitándole el estigma de afeminado.
Otros historiadores apuntan a la degradación del papado en el siglo X, cuando además tantos papas llevaron el nombre de Juan; parecÃa por lo tanto un nombre ideal para la legendaria papisa.. De este modo Aventinus ve en la historia una sátira a Juan IX; Blondel, una sátira a Juan XI; Panvinio (notae ad Platinam, De vitis Rom. Pont.) la aplica a Juan XII, mientras que Leander (Kirkengesch., II, 200) la entiende como aplicable en general a la venenosa influencia femenina que durante el siglo X hubo sobre el papado.
Otros investigadores se esforzaron por encontrar en varios acontecimientos y reportes una base definitiva para el origen de la leyenda. Leo Allantius (Diss. Fab. de Joanna Papissa) la relacionó con la falsa profetisa Theota, condenada en el SÃnodo de Mainz (847); Leibniz revivió la historia de un supuesto obispo Johannes Anglicus que llegó a Roma y ahà fue reconocido como mujer. La leyenda también fue relacionada con los Pseudodecretos Isidorianos, por estudiosos como Karl Blascus ("Diatribe de Joanna Papissa", Naples, 1779) y Gfrörer (Kirchengesch., iii, 978).
La explicación de Döllinger ha encontrado en general mayor aprobación ("Papstfabeln", Munich, 1863, 7-45). Ãl reconoce que la leyenda de la Papisa Juana es un vestigio de alguna tradición del folklore romano ligada originalmente con ciertos monumentos antiguos y costumbres peculiares. Una antigua estatua descubierta en tiempos de Sixto V en una calle cercana al Coliseo, la cuál muestra una figura con un niño, fue considerada por el pueblo como la representación de la papisa. En la misma calle fue descubierto un monumento con una inscripción, al final de la cuál aparece la bien conocida fórmula P.P.P. (proprie pecuniâ posuit) junto con un nombre con prefijo que dice: Pap. (?Papirius) pater patrum. Esto pudo fácilmente haber dado origen a la inscripción mencionada por Jean de Mailly (ver arriba). También se observaba que el papa en procesión solemne no transitaba por esta calle (quizás porque era muy angosta). Más adelante se destacó con ocasión de la inauguración formal de la BasÃlica de Letrán que el recién electo Papa siempre estuvo sentado en una silla de mármol. Esta silla era un antiguo mueble de baño de los que habÃa tantos en Roma.; el Papa la usó realmente para descansar. Pero la imaginación popular llevó a pensar que asà se probaba el sexo del Papa, con el fin de evitar que, de ahà en adelante, una mujer alcanzara el Trono de San Pedro.
Explicaciones equivocadas – como las que con frecuencia fueron inventadas en la Edad Media ligadas con monumentos antiguos – y la imaginación popular fueron las originalmente responsables del mito de "La Papisa Juana" que cronistas acrÃticos, desde mediados del siglo XIII, dignificaron al consignarlo en sus páginas"
2006-10-13 18:43:15
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answer #2
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answered by Mr. A. Thor Ito 2
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