Hiram Abif
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Saltar a navegación, búsqueda
Hiram Abif es una figura alegórica del ritual masónico que refigura al maestro constructor del Templo de Salomón (construido alrededor del 988 aC).
Respecto a la pronunciación correcta de Hiram, es de señalar que la consonante hebrea "h", en este caso, tiene el valor fonético español de "j", por lo que la transcripción correcta del nombre debe ser Jiram o Jirán, quedando "Hiram" para las lenguas en las que la "h" es aspirada.
[editar]
Jiram Abif como figura simbólica
Hay que subrayar que el método didáctico masónico utiliza, sobre todo, símbolos y que conviene tener presentes las diferencias existentes entre símbolos,alegorías, emblemas y signos al tratar de interpretar sus diversos valores. Simplificando, se puede afirmar que alegorías y símbolos se hallan más próximos entre sí conceptualmente y lo mismo ocurre entre emblemas y signos. Estos dos últimos manifiestan el mensaje contenido muy directamente, en tanto que los contenidos de las alegorías son más abstractos y aún más plurales los de los símbolos.
Jiram Abif es una figura simbólica en Masonería y la narración que se utiliza es una parábola psicodramática, creada deliberadamente para vehicular un conjunto de enseñanzas. No se trata de una leyenda propiamente dicha, ya que todo masón especulativo sabe, de antemano, que las personalidades representadas en el psicodrama del Maestro asesinado son totalmente imaginarias, representando virtudes y vicios humanos cada uno de ellos. De Jiram Abif solo se hacen dos breves menciones en la Biblia, como "artífice" fundidor de metales al servicio del rey de Tiro, y luego del rey Salomón; no como arquitecto propiamente dicho del Templo de Jerusalén. Precisamente por la escasez de datos sobre el personaje y por tratarse de un artesano-artista participante en la construcción del edificio, los creadores de la masonería compusieron una narración simbólica (o simbolizante). Esta dimensión simbolista del método masónico es lo que no suelen entender los críticos más superficiales de la Masonería que, a menudo, dan por supuesto que las narraciones simbolizantes utilizadas ritual o metódicamente pretenden referirse a hechos históricos o a leyendas derivadas de hechos históricos, como ocurre en las religiones positivas.
De acuerdo con la parábola usada en el ritual masónico, Jiram Abif fue asesinado por tres compañeros miembros del oficio que trabajaban en la construcción del templo en su afán de obtener información del Maestro Masón de forma ilícita. Cualquiera que tal información o secreto fuera, Jiram Abif no lo reveló antes de morir. El cuerpo de Jiram fue escondido por los asesinos y después recuperado y adecuadamente enterrado por el Rey Salomón.
[editar]
Fuentes bíblicas
En las fuentes bíblicas aparecen dos personajes con el nombre de Hiram: Jiram, rey de Tiro y el hábil artesano Jiram enviado desde Tiro para trabajar en el Templo de Salomón. Es evidente que el ritual masónico se refiere al segundo. Hiram I de Tiro aparece en 2Samuel 5:11 por haber enviado materiales de construcción y obreros a Jerusalem para la construcción del templo original. 2Crónicas 2:2 relata la petición formal del Rey Salomón de Jerusalén al rey Jiram I de Tiro de obreros y material para la construcción del templo. El rey Jiram responde: Te envío, pues, ahora a Jirán Abí, hombre hábil, dotado de inteligencia; es hijo de una danita y su padre es de Tiro. Sabe trabajar el oro, la plata, el bronce, el hierro, la piedra y la madera, la púrpura escarlata, la púrpura violeta, el lino fino y el carmesí. Sabe también hacer toda clase de grabados y ejecutar cualquier obra que se le proponga, a una con tus artífices y los artífices de mi señor David, tu padre".
En 1Reyes 7:13-14, se describe a Jiram como el hijo de una viuda de Tiro contratado por el Rey Salomón para llevar a cabo los decorados de bronce para el templo. A partir de esta referencia los Masones suelen referirse a Jiram como Hijo de la Viuda y, por extensión, a sí mismos.
Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Hiram_Abif"
He allí pues la explicación a yu pregunta, además del sitio donde la obruve, puedes visitarlo, es muy interesante. Espero haber sido de utilidad. Saludos a Ti.-
2006-10-12 13:27:20
·
answer #1
·
answered by daniel_aldo_villalba 3
·
0⤊
0⤋
Hiram, cuenta la leyenda, era un hombre humilde y diligente, trabajaba sin descanso dirigiendo la labor de sus compañeros y aprendices, a la vez que les iba enseñando los secretos del oficio de constructores. Hiram mantenía una fidelidad inquebrantable a los secretos que le habían sido trasmitidos por sus maestros y fue asesinado poco antes de la culminación de la obra del Templo de Jerusalén.
Un grupo de tres pérfidos compañeros, ávidos de conocer todos los secretos que atesoraba Hiram, conspiraron clandestinamente para arrebatárselos, urdiendo una trampa criminal. Se emboscaron amparados en la oscuridad de la noche, cubriéndose sus rostros y apostándose cada uno de ellos, en cada una de las tres puertas del Templo, lugar donde el maestro se había retirado para orar al Creador.
Concluidos sus rezos, Hiram Abif se encaminó hacia la puerta ubicada en el sur, allí emboscado y armado con una regla plomada le esperaba agazapado uno de los traidores. Lo asaltó amenazándolo con golpearle hasta causarle la muerte si se negaba a trasmitirle los secretos por él conocidos. El maestro Hiram fiel a su juramento, le contestó que ni podía ni quería divulgarlos. Dándole a entender que sólo a través de la constancia y el esfuerzo se haría merecedor de llegar a participar de aquellos secretos y que preferiría morir antes que traicionar la palabra empeñada.
Insatisfecho el malvado con la firme respuesta Hiram, le asestó un fuerte golpe en la cabeza del maestro. Tambaleándose y aturdido, el maestro huyó corriendo hacia la puerta del norte.
Al acercarse a la segunda puerta, fue abordado por el segundo de los intrigantes armado con un nivel de obra. Tras darle el maestro la misma negativa respuesta, recibió nuevamente otro golpe en su cabeza, cayendo aturdido de nuevo al suelo. Viendo que su retirada estaba cortada por dos de las puertas del templo, desfallecido y ensangrentado trató de huir encaminándose hacia la puerta ubicada al este, donde se encontraba oculto el tercero de los criminales.
Este tercer canalla recibió del Maestro las misma respuestas que los dos anteriores, porque a pesar de la debilidad en la que se encontraba Hiram, supo mantenerse firme e inquebrantable en sus principios y guardo sepulcral silencio. Un nuevo golpe violento asentado con un pesado mazo, lo derribó sin vida, cayendo muerto a los pies del malvado.
Nadie vio ni oyó nada, el delito se ejecutó en total clandestinidad El vil asesinato se consumó en la más absoluta nocturnidad y sin que nadie se percatara de ello.
Al día siguiente, ala hora del comienzo de los trabajos, los capataces de la obra al ver que Hiram no llegaba, como acostumbraba, puntualmente a su hora con los planos y diseños bajo su brazo, intuyeron que alguna desgracia podría haber acontecido a su Maestro.
Una representación de compañeros fue a comunicar al Rey Salomón la sospecha que la desaparición repentina y misteriosa, tuviese por causa algún fatal desenlace.
El Rey Sabio ordenó una revista inmediata de todos trabajadores de las diferentes cuadrillas, apercibiéndose de la sospechosa ausencia de tres de los encargados.
Esta extraña falta abrigó aún más los temores del Rey Salomón por la suerte que pudiera haber sufrido su principal artista. Eligió entre los oficiales a los tres de más confianza y les ordenó que, acompañados de sus respectivas cuadrillas, partieran con la mayor rapidez en busca de su Maestro. Los grupos marcharon divididos en tres cuadrillas, partiendo de cada una de las puertas del Templo y fijando una fecha concreta para retornar, informando del resultado de sus pesquisas.
La primera de las cuadrillas, tras varios días de infructuosa búsqueda, regresó a Jerusalén sin haber descubierto nada que pudiera aclarar la desaparición del maestro. El segundo equipo fue mucho más afortunado, pues cierto mediodía, se sentaron a descansar bajo la sombra de unos arboles en las inmediaciones del camino. Uno de los hermanos al querer levantarse, se asió con la mano al arbusto bajo el que se cobijaba, quedando sorprendido con la facilidad con que sus raíces se habían desprendido del suelo. Examinó con atención la zona y observó que la tierra había sido removida recientemente. Llamo al resto de cuadrilla, excavaron en el lugar y encontraron el cadáver enterrado del Maestro Hiram Abif.
Con sumo respeto y veneración lo volvieron a sepultar en la tierra. Y para recordar el lugar exacto donde se hallaba enterrado, colocaron una rama de acacia en la cabecera de la tumba.
La leyenda continúa narrando el traslado del cuerpo del maestro a Jerusalén, su inhumación bajo la sagrada tierra que simbolizando a ese inmenso Templo telúrico que acoge a todos los hombres de buena voluntad esparcidos por el inmenso orbe y finaliza la leyenda lamentando esta doble pérdida, la pérdida del Maestro Hiram Abif y la pérdida de los secretos que se llevó con él al Oriente Eterno
Esta leyenda, como todas aquellas referentes a la Costa de la Muerte que me narraba mi abuela Mama Sofía, aparentemente es muy sencilla, casi ingenua y está toda ella plagada de simbolismo.
En esta leyenda no hay seres mágicos o con poderes sobrenaturales, el protagonista es un simple trabajador, un forjador de metales y su única virtd el trabajo, la constancia y la discreción.
Las herramientas con que matan al maestro, nos muestran esa dualidad de las cosas, el bien y el mal. Las herramientas símbolo de la inteligencia y el trabajo creativo son aquí utilizadas para la ignominia y el crimen, dándonos a entender que ninguna creación humana es buena ni mala por sí misma, su bondad o perversidad depende del uso que los seres humanos hagamos de ella.
Los tres canallas de la leyenda representan las tres grandes lacras de la humanidad, esos defectos que nos han conducido en innumerables ocasiones al fratricidio, son los canallas la simbología de la ambición, el fanatismo y la ignorancia. Hiram es la alegoría de las tres virtudes contrarias, la generosidad, la tolerancia y la instrucción.
Nos habla, como todas las leyendas anteriores, de la muerte y de la vida, de ese apareamiento en el que desarrollamos nuestra existencia, en el camino que, día a día, cada ser humano va recorriendo sin querer ser consciente de cual es su meta definitiva.
Esa muerte que nos sirve como alegoría de nuestro objetivo último, de nuestro indomable deseo de encontrar la inmanencia personal o una transcendencia ilusoria de nuestra alma inmaterial. En las leyendas de mi aldea la muerte era el final de la primera etapa, una paso para el que había que estar preparado si se quería alcanzar la otra vida, en esta otra leyenda la muerte es sinónimo de la propia inmortalidad.
La búsqueda de nuestra propia inmortalidad, debe estar cimentada en esa verdad personal que cada cual llevamos en lo más profundo de nuestro ser y de la que nos servimos como bastón para poder afianzar nuestros pasos. De esa verdad íntima que sólo alcanzaremos, igual que el maestro Hiram, sí fundamos nuestra existencia en el trabajo, la humildad y el respeto al resto de los seres humanos, sin malas artes ni engaños, sin aprovecharnos del esfuerzo de nuestros semejantes. La nuestra será siempre una verdad parcial, como todas las verdades, sinónimo de lucha, de empeño constante, de búsqueda sin fin, de sacrificio generoso y de fe en uno mismo. Pero era también Hiram, como todos nosotros, un hombre imperfecto, en la leyenda se simboliza esa imperfección al decirnos que era el hijo de una viuda de la tribu de Neftalí, esa orfandad que la leyenda reivindica como alegoría es el símbolo de nuestra condición de humanos, encarna la imperfección de nuestro linaje, nuestra ascendencia deficiente, lo que otros denominan pecado original, el saber que nuestra naturaleza, por su origen, está incompleta y por tanto, igualmente incompleta está también en su destino y proyección, que debemos admitir que como todos los seres vivos nosotros también somos imperfectos, que nuestra vida subsiste en la medida en que luchamos, avanzando en la medida en que vencemos, siendo inalcanzable para nosotros la meta de la perfección, comprender que la perfección es ilusoria y Por tanto, advertir que no nos es necesaria para poder realizarnos como hombres libres.
El símbolo del secreto nos debe hacer comprender que no existe el misterio ni el enigma, que lo que no conocemos, es únicamente producto de nuestra propia ignorancia y sólo en la medida que seamos capaces de asumir nuestra ignorancia, seremos capaces de avanzar en la comprensión, pudiendo llegar a explicar el mundo que nos rodea. Seamos pues humildes, tenemos lo que tenemos, no más, de ahí nuestra imperfección y para no olvidarlo la leyenda nos recuerda siempre nuestro origen imperfecto, quizá por ello, los masones toman como apelativo el de Hijos de la Viuda. Ellos son conscientes de que su finalidad última es tratar de hacer de un hombre bueno, un hombre mejor.
El Maestro Hiram Abif simboliza la lealtad inquebrantable a los principios, anteponiéndola, incluso, a la propia vida. Él se sacrificó y murió llevándose consigo el secreto, dejándonos una tenue luz en este mundo tenebroso, una luz que nos sirve de guía, como aquellos faros impenitentes que siempre aparecían en las leyendas de mi tierra y que guiaban a los perdidos marineros en las noches de brumas y lluvias. Este faro simbólico nos iluminan de un modo sencillo con tres pequeñas y casi imperceptibles luces. La luz íntima que ilumina nuestro interior para proveernos de fuerza de voluntad; esa otra luz exterior que emitimos con nuestra conducta y nos ayuda a alumbrar nuestro entorno, viviendo en sociedad armónicamente con nuestros semejantes y la luz superior, que emana de los cielos, de la creencia en un Gran Arquitecto de Universo, iluminándonos a todos por igual en nuestro penoso peregrinar existencial.
Las tres preguntas filosóficas irresolubles sobre las que humanidad viene interrogándose desde el principio de los tiempos, quienes somos, de dónde venimos y a dónde vamos, se truecan aquí en tres interpelaciones más sencillas, por tres actitudes ante la vida, cuál es mi deber para conmigo mismo, cuál es mi deber para con el resto de la Humanidad y cuál es mi deber para con el Creador.
En las leyendas de mi tierra siempre se hablaba de tesoros escondidos en las entrañas de la tierra, en ésta el tesoro es la sabiduría humana que se va atesorando en las entrañas de toda persona a través de la observación y la reflexión.
La leyenda de Hiram nos enseña que para un hombre justo amante de su íntima libertad, los temores que suscita la muerte no son nada comparándolos la abominación que produce la traición y la deshonra. Que el hombre que sabe escuchar la voz de la naturaleza, esa voz que nos da testimonio de que en nuestros cuerpos perecederos, reside el principio de la vida y de la inmortalidad. Esa naturaleza que nos aporta la fuerza necesaria para combatir nuestros temores, generándonos la paz interior que nos ayudará a permanecer fieles a la razón humana, a la Humanidad.
Esta leyenda nos revela también con la muerte altruista de Hiram Abif, que el espíritu de sacrificio o la entrega generosa de la vida por una creencia o un ideal, no aporta por sí mismo ni un ápice de verdad a esa creencia y que su grandeza reside exclusivamente en el propio acto de coherencia que supone anteponer los principios, la ética, la asunción de la íntima libertad personal a la propia existencia.
El martirio, la grandeza de morir por unos principios sólo cobra su sublime significado filantrópico al equipararlo con el encanallamiento, con la miserable pobreza de quien es capaz de matar por otra creencia opuesta.
2006-10-12 13:22:43
·
answer #5
·
answered by Anonymous
·
0⤊
0⤋