No pude ubicar donde conseguir los tapes del programa, pero te copio un artículo, sobre todo para los escepticos que no creen que existtió tal programa:
EL GORDO DE LOS COSTADOS FLACOS
Una semblanza de Jorge Porcel, por Daniel Roncoli.
Traté a Jorge Porcel con mayor grado de intimidad en medio de un viaje a Miami. Cuando lo hallé estaba solo, muy solo, en la aséptica escenografía que encarnan los estudios y oficinas de producción norteamericanos. Puede ser que mi presencia le haya evocado ciertas reminiscencias de barrio, algún aroma de pizzería de suburbio. Desde que nos encontramos hasta que lo dejé, unos tres días en los que nos vimos con asiduidad, no paró de llorar.
Sacudido por diversas emociones creo que en él imperaba una tristeza profunda. La imagen que me dio es que en realidad, Jorge Porcel de Peralta, es un hombre escuálido, pequeño, extremadamente enjuto, aplastado debajo de una enorme humanidad artística conocida como Jorge Porcel. Un hombre asfixiado por un realidad vinculada a un esplendor ficticio, de cartón pintado. Lloró por su gordura, por su lucha con la balanza, por su Buenos Aires y su Racing querido, por Olmedo, por la ausencia de Olmedo, pero por sobre todas las cosas lloró por él. Me consternó porque detrás del artificio que solía utilizar para conmover, apenas enjuagadas por lágrimas de cocodrilo, conocí las gotas de su llanto genuino, infantil, copioso. Entonces emprendía un curioso exilio en La Florida. Nunca me tragué aquello de que fue a ganar un mercado, a demostrar y demostrarse que podía triunfar en los Estados Unidos tuteo con Al Pacino incluído.
Me dio la impresión que se escapaba de algo, de alguien. De las querellas y los juicios por venir, es algo difícil de comprobar aunque racional. De sus fantasmas, es una sensación pero, para mí, la situación más probable. Aún con su salud en mejor estado -por entonces estaba muy aquejado de las piernas porque sus rodillas habían renunciado al ejercicio de sostener su voluminosa figura sin quejarse-, con "A la cama con Porcel", una versión edulcorada de "Las Gatitas y Ratones", con cierto suceso; no me conformó el argumento de que ese éxodo era un reflejo de prosperidad. Hizo poco por sostener la idea. Con poco campo de expresión en la Argentina, en una curva descendente de su actividad, empezaba a comprender que el medio, su medio, podía devolverle con hostilidad sus años de divo. Autodidacta, culto por prepotencia en la búsqueda de cariño y respeto, muy buen cantante, sagaz y repentista animador, goloso, dueño de una gula para quinientos, hambriento impertérrito, atorrante, dejó atrás el cordón del conurbano sorprendiendo con una imitación al paso a Juan Carlos Mareco. Gracioso y ocurrente, se hizo un lugar -grande, fiel a su fisonomía- en La Dislocada sacando la voz de Carlos Balá. Pronto se convirtió en una figura. Reo, curioso, con un marco físico istintivo, impuso su viveza y su intuición para generar risas más allá de su obesidad.
En los programas de Sofovich, muy especialmente, en el cine y en el teatro, impuso su calle, su capacidad para sacarle el jugo a los textos, su buen timming para el remate, su don para armar personajes peinados de parodia, su agilidad y actitud de hombre flaco pese a sus kilos. Pero fue esclavo de esa apariencia, de ese continente. Nunca quiso ser "el gordo" y para verse rubio, alto y delgado, se compró espejos distorsionantes. Hizo dinero, cosechó poder, sumo popularidad, y con esa santísima trinidad como inspiración de sus rezos jamás estafó a sus fieles pero fue brutal y descarnado -justo él, descarnado-con su cohorte, con sus apóstoles. Se cobró con los otros la paranoia de su inferioridad e hizo pesar -justo él, con su peso- lo más miserable de sus galones de número uno. Envidioso y amarrete con otros cómicos, fue famoso por limitar a sus compañeros de elenco, restándoles posibilidad de lucimiento. Despótico, no administró sus malos humores y fue hiriente, cruel, injusto, con muchos colegas. Omnipotente, creyó que todas las beldades que buscaban un espacio para integrarse a los staff de sus programas debían pasar por su alcoba, sometiéndolas a malos tragos y humillaciones. Jugó con el trabajo ajeno, fue mezquino y desalmado. También hizo gala de un poder de seducción, innegable, ejercido en varios pasajes de su trayectoria con hermosas mujeres, aunque para sacar a relucir sus dotes de galán, arrastró a la depresión y la cornisa a su familia en una actitud pública despectiva, alejada de los postulados religiosos que abrazó cuando su físico ya mostró síntomas inequívocos de un deterioro voraz.
Compuso un dueto extraño con Alberto Olmedo. Desde la alquimia artística porque no eran precisamente contrafiguras, en todo caso eran
contrafísicos. Rendidora, taquillera, eficaz, pero a contrapelo de la ortodoxia. Una dupla que, por otro lado, agigantó su lado oscuro. Por oposición, de manera transitiva, sin intentarlo, por ser cómo era, Olmedo empujó al lente del microscopio los costados flacos de Porcel. Al margen de la titánica pelea contra su apariencia externa, en lo profundo, creo atisbar, también, un disconformismo que trascendía el marco estético: pesqué en algunos tramos de esas charlas, en que tiramos ideas de algunos libretos y chichoneamos entre lágrima y lágrima, una deuda interna como artista. Creo que le hubiera gustado ser más valorado como intérprete musical. Creo que le hubiese encantado acceder a otro tipo de retos escénicos. Más allá de las limitantes a ojos vista no tengo dudas que podría haber brillado en el rol que le hubieran asignado. En el terreno dramático, de la comedia más inteligente, en el realismo o el grotesco, en clásicos o con textos de los autores argentinos que se impusieron en las jornadas de Teatro Abierto. Tenía una gran ductilidad y un enorme talento. Cada tanto reveo un tape del debut de "Operación Ja Ja" en 1983 en Canal 13, donde arremete contra Minguito ausente en un monólogo evidentemente apoyado en un ejercicio de improvisación en el que toca con maestría varias cuerdas. No es la única expresión de versatilidad en la que incurrió, por cierto.
En el escenario de los supuestos hoy se hace inconmensurable saber si hubiese aceptado el salto sin red, si hubiera puesto ese sentir en carne viva alejándose de la comodidad del éxito seguro. Es algo tan difícil de determinar como si alejándose del foco de sus demonios quedó en paz con su conciencia. Si finalmente alcanzó piedad para con sus costados flacos, una de las motivaciones de su angustia.
No tengo la respuesta. Apenas un sentimiento de empatía con su drama interno. Yo también lloré. No sólo por él. Sino porque en un espejo tan grande y tan redondo es imposible no verse el alma.
Leer un buen libro es beneficioso para la salud
2006-10-09 15:46:00
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answer #3
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answered by gabytur 4
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Hola
la verdad no se donde ya que son viejos, pero te escribo para que sepan que si había un programa llamado así, ya que vi, que te contestaron que estas confundida, yo esta peque, recuerdo poco, solo sé que era un tipo gordo, y que muchas entrevistas las hacía en la cama, de alli el nombre del programa, era canoso y con ojos saltones, y tenia de edecanes, siempre a chavas con poca ropa y guapas, jajajajajajaja lo bueno es que estaba chiquita.
bye
2006-10-02 12:40:58
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answer #8
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answered by Anonymous
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