A inicios de 1936, el recién elegido gobierno del Frente Popular nombró al general Francisco Franco comandante general de Canarias. Con el objetivo de bloquear los rumoreados planes de un levantamiento militar, el Gobierno republicano decidió iniciar una política de dispersión; así trasladó a algunos de los generales supuestamente vinculados al golpe de Estado a destinos periféricos. Fueron dispersados, pero dejaron en sus manos las armas y los hombres necesarios para acabar con la República y el gobierno democráticamente constituido.
La desconfianza de los republicanos resultó estar justificada. El retorno de la izquierda al poder duró sólo cuatro meses, los últimos de la República en paz. Franco y los generales fraguaban desde mucho antes sus planes para hacerse con el poder. La declaración de guerra tuvo lugar en Las Palmas de Gran Canaria el 17 julio.
Las fuerzas de la sublevación se consolidaron con impresionante rapidez y eficacia. Cualquier intento de resistencia al levantamiento militar en las Islas fue inmediatamente reprimido. Según el historiador Sergio Millares Cantero, se produjeron escasos conatos de resistencia, notables, en cualquier caso, en lugares como Telde (Gran Canaria) o las islas de La Palma y La Gomera. Sin embargo, explica el historiador, “sólo unos pocos días fueron suficientes para sofocar los grupos de resistencia. Hubo una oleada de brutalidad nunca antes vista en la historia de nuestras islas”.
“Es evidente que en la Península se produjeron atrocidades por ambos bandos. Existió el ‘terror blanco’ (de la derecha) y el ‘terror rojo’ (de la izquierda). En Canarias sólo hubo ‘terror blanco’ y sería el que se recordaría desde entonces.”
En el pueblo de Vallehermoso, en La Gomera, la población de 4.000 personas encabezada por el jefe de policía Francisco Mas García fue atacada y logró resistir varias horas. El alcalde, los policías y el líder del Consejo Popular Obrero fueron condenados a muerte. Antes de su ejecución, Mas García escribió a su esposa: “Muero tranquilo, porque creo en la justicia de Dios”.
Franco abandonó las Islas rumbo a Marruecos, donde se sucederían los primeros enfrentamientos armados, el mismo día de la declaración de la insurrección.
Durante los meses y años posteriores, innumerables canarios, hombres y mujeres, iniciaron un itinerario diferente: el camino del exilio.
2006-10-02 06:30:46
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answer #1
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answered by Darío B 6
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Puedes sere discapacitado pero no tonto. Me extraña tanto pregunta tuya sobra tan siniestro personaje, no te parece???
2006-10-04 16:58:37
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answer #2
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answered by Yo Groucho 4
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pilla en el emule el libro el sable del caudillo de j. l. vilallonga
2006-10-03 21:14:20
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answer #3
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answered by Anonymous
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no me acuerdo, estaba nadando
2006-10-03 16:51:45
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answer #4
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answered by manwë 7
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Es de sobra conocido que durante la Guerra Civil y al tiempo que se consolidaba en el Estado Español la dictadura del general Franco, el partido fascista español (Falange Española) fue incapaz de hegemonizar el Nuevo Estado y de llevar a la práctica sus puntos programáticos, siendo vaciada de contenido polÃtico y convertida en un instrumento más del Estado y del dictador, que en los momentos en que era necesaria se utilizaba para mantener los equilibrios entre las “familias” polÃticas que integraban el bando vencedor en la Guerra Civil, además de realizar funciones de encuadramiento de la clase trabajadora y de comparsa del régimen aportando su fondo “decorativo”.
El Estado español vivió su “época azul” durante los primeros años de la década de 1940, especialmente hasta 1942, y a pesar de su favorable situación, la Falange se mostró incapaz, a pesar de los esfuerzos de algunos “camisas viejas” y del propio Serrano Súñer, de convertirse en el partido vertebrador del Estado, convirtiéndose en uno de sus instrumentos, aportando una “fachada” al régimen, algunos elementos de carácter ideológico y siendo, además, un importante mecanismo de encuadramiento de la sociedad. Progresivamente, Falange fue convertida en un aparato burocrático proyectado al Estado –especialmente en sus escalones más bajos– que por su dependencia proporcionaba una base fiel al régimen, siendo el fracaso polÃtico de FET y de las JONS una clave de su propia subsistencia y de la pervivencia de la dictadura[1].
Además del crecimiento descontrolado del partido a lo largo de 1936 y tras el Decreto de Unificación, la heterogeneidad del bando vencedor en la guerra, el sistema de equilibrios adoptado y las circunstancias polÃticas coyunturales que se fueron sucediendo, hay dos elementos centrales que explican la escasa implantación y poder real de la Falange: primero, el hecho de haber crecido por una Guerra Civil sin haber tenido anteriormente un amplio proceso de penetración social, como ocurrió en los casos alemanes e italiano; segundo, y en conexión con la realidad de otros partidos fascistas, que una buena parte del discurso de esos partidos y el importante componente pequeñoburgués de su afiliación, a pesar de su gran utilidad para atraer población a la causa fascista y para ejercer el control-represión de los trabajadores, no respondÃa a los intereses últimos de los verdaderos promotores de la destrucción de las democracias parlamentarias y del movimiento obrero y sus conquistas sociales[2].
El tono populista y dogmático unido a un ambiguo discurso con tonos anticapitalistas, en un sentido romántico, que poco tenÃa que ver con las relaciones de producción imperantes en la época, contradecÃa en cierta medida el objetivo último, que era propiciar la aceleración de la acumulación de capitales en manos de los sectores hegemónicos de la burguesÃa, imponiendo una férrea disciplina social, basada en la represión de la clase trabajadora y en la atracción de algunos sectores de la pequeña burguesÃa.
No hubo una segunda marcha sobre Roma en 1923, el ala populista de la NSDAP fue liquidada en 1934 tras la “noche de los cuchillos largos” y en España el Decreto de Unificación inició el camino de la derrota total del radicalismo económico y social que planteaban algunos sectores falangistas mediante la absorción del partido por el Estado[3].
En este trabajo se pretende aportar un análisis acerca del papel desempeñado por la Falange en el Archipiélago Canario y de su interpretación de la realidad polÃtica y social de las Islas en el periodo comprendido entre el final de la Guerra Civil y 1950, con el objetivo de determinar cuál era el peso polÃtico del partido y su fuerza real en la sociedad y para plantear de forma somera qué intereses y qué grupos sociales eran los hegemónicos en las Islas. También se tratará de seguir el proceso de desnaturalización del discurso falangista a lo largo de la década de los cuarenta. Este análisis cuenta con la dificultad de que el estado de conocimiento del primer franquismo en las Islas es todavÃa muy precario, aunque en los últimos años han ido apareciendo varias aportaciones al conocimiento de dicho periodo y de la Guerra Civil, asà como al de organismos como la Falange o Acción Ciudadana[4].
2006-10-02 13:40:18
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answer #5
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answered by mmm 7
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