Adán Eva y el hombre prehistórico
Por Mariano Delgado
Doctor en BiologÃa y en TeologÃa.
INDICE:
Introducción
1. Las bases del Magisterio
2. El Universo en la narración BÃblica
3. Parecidos y diferencias del relato del Génesis con los mitos de los pueblos vecinos
4. El significado de los primeros capÃtulos del Génesis
5. Adán y Eva y sus hijos
6. Historia y prehistoria.. Los datos fósiles
7. Los datos de la biologÃa molecular
8. Cuándo apareció Adán
INTRODUCCIÃN
He podido comprobar, en los años que llevo en la docencia, que los alumnos adolescentes se plantean muchas dudas sobre cómo compaginar lo que aprenden en las clases de Religión sobre la Creación, y lo que les explican en Ciencias Naturales, sobre todo en lo que se refiere al origen y prehistoria del hombre.
A pesar de que la solución a estos problemas ha sido clarificada hace ya mucho tiempo por el Magisterio de la Iglesia, que es quien interpreta auténticamente las Sagradas Escrituras, sus enseñanzas no han llegado al gran público, y los alumnos no encuentran respuestas claras de sus padres o profesores.
Por mi condición de biólogo y por haber estudiado en mi doctorado en TeologÃa las relaciones entre ciencia y fe, con frecuencia me preguntan sobre estos temas profesores y alumnos. Son habituales preguntas como las siguientes: "Es verdad lo que dice el Génesis?", "De dónde salieron nuestros Primeros Padres?", "Cómo es posible que CaÃn fuera agricultor y Abel ganadero, si durante mucho tiempo el hombre prehistórico no conoció ni la agricultura ni la ganaderÃa?"...
Muchas veces me han pedido también bibliografÃa pero, aunque hay mucha, no conozco ninguna publicación donde se encuentren respuestas a todas éstas preguntas reunidas y explicadas al alcance de todos.
Por eso me he decidido a escribir este folleto, dirigido principalmente a padres y educadores, que intenta aclarar lo esencial y, después, un libro para los que quieran profundizar más en aspectos propiamente cientÃficos y filosóficos, y en algunas consecuencias teológicas.
1. LAS BASES DEL MAGISTERIO
Los últimos papas han hablado con frecuencia sobre el significado de los primeros capÃtulos del Génesis, pero el documento fundamental, donde se resuelve la cuestión que nos ocupa -el origen del hombre-, es la Carta EncÃclica de PÃo XII Humani Géneris (12 de agosto de 1950). En ella hay dos proposiciones fundamentales en los números 29 y 30.
En el número 29 se lee: "(...) El magisterio de la Iglesia no prohÃbe que -según el estado actual de las ciencias y de la teologÃa- en las investigaciones y disputas, entre los hombres más competentes en ambos campos, sea objeto de estudio la doctrina del evolucionismo, en cuanto busca el origen del cuerpo humano en una materia viva preexistente -pero la fe católica manda defender que las almas son creadas inmediatamente por Dios (...)".
El número 30 aborda la doctrina cristiana del monogenismo: "(...) los fieles cristianos no pueden abrazar la teorÃa de que después de Adán hubo en la tierra verdaderos hombres no procedentes del mismo protoparente por natural generación, o bien de que Adán significa el conjunto de muchos primeros padres, pues no se ve claro cómo tal sentencia pueda compaginarse con cuanto las fuentes de la verdad revelada y los documentos del Magisterio de la Iglesia enseñan sobre el pecado original, que procede de un pecado en verdad cometido por un sólo Adán individual y moralmente, y que, transmitido a todos los hombres por la generación, es inherente a cada uno de ellos como suyo propio".
En resumen:
1. En el origen del hombre, el cuerpo humano no tiene que haber sido creado inmediatamente por Dios pero sà su alma -al igual que ocurre en el momento de la concepción de cualquier hombre-.
2. Toda la humanidad procede de un sólo hombre -"protoparente"-, que en la Sagrada Escritura se llama Adán, y esta verdad se desprende directamente de la doctrina de la Iglesia sobre el Pecado Original, cometido personalmente por un hombre y heredado por todos sus descendientes.
Salta, pues, a la vista que la Iglesia no interpreta la narración del Génesis en sentido literal, sino que, basándose en el conjunto de la Revelación y en la autoridad dada por Dios al Magisterio, extrae las verdades que Dios nos ha querido dar a conocer a través de la narración del autor sagrado.
Llegados a este punto, es interesante detenerse a considerar en su conjunto el relato de la Creación, para clarificar el significado perenne que subyace en su primitivo género literario.
2. EL UNIVERSO EN LA NARRACION BIBLICA
El autor sagrado nos narra la Creación de un mundo tal como se concebÃa en aquella época: de acuerdo con la "ciencia" del momento.
Su concepción se puede resumir del siguiente modo: el universo está formado por una cúpula resistente y firme -firmamento-, apoyado en grandes montañas que se encuentran en los confines de la tierra -los "fundamentos"-. Toda la tierra está rodeada por "las aguas", el firmamento hace que haya tierra seca, separa las "aguas superiores" de las "aguas inferiores"; éstas últimas afloran a la tierra en los mares y rÃos.
El sol, la luna y las estrellas son seres móviles -más perfectos, para su mentalidad, que las plantas que carecen de movimiento-. La lluvia caÃa cuando se abrÃan unas compuertas situadas en el firmamento, dando asà entrada a las aguas superiores.
Esta visión, por supuesto, no era sólo la del Pueblo de Israel, sino la de todas las culturas relacionadas con él: ejipcios, babilonios, cananeos, fenicios, etc.
Hoy en dÃa, aunque el avance de la ciencia nos haya dado otra visión del universo, podemos entender, conociendo la mentalidad del escritor, las verdades esenciales que se nos enseñan en el relato del Génesis; narradas en un estilo literario y con una visión del mundo necesarios para que también las comprendieran los hombres de aquellas épocas.
Hay que tener en cuenta que esta forma de interpretación es ya muy antigua, si bien sólo se ha generalizado en los dos últimos siglos. Al fin y al cabo, para la salvación del hombre, es accidental que el firmamento esté constituido por una rÃgida cúpula o por millones de estrellas y galaxias.
Para ver, pues, qué es lo esencial nos fijaremos primero en las diferencias existentes entre la concepción del Pueblo Elegido, inspirada por Dios, y las de sus pueblos vecinos.
3. PARECIDOS Y DIFERENCIAS DEL RELATO DEL GENESIS CON LOS MITOS DE LOS PUEBLOS VECINOS.
Hay una cuestión que sorprende a los historiadores: la concepción del mundo y de la creación es similar en todos los mitos pertenecientes a las culturas que rodeaban al Pueblo de Israel. Sus relatos tienen muchas coincidencias, en la forma, con el del Génesis; podemos decir que convienen en la "materialidad del relato", pero se diferencian en las cuestiones religiosas fundamentales. La concepción de Israel es mucho más profunda y original a pesar de ser culturalmente menos avanzado, por ser un pueblo más reciente.
En los otros relatos se habla siempre de un caos preexistente a todo, donde va formándose el primer dios, del cual derivan los otros dioses o semidioses (el sol, la luna, la tierra, los elementos, las estrellas, etc.), dioses que tienen limitaciones, no son todopoderosos, tienen que luchar para vencer. En cambio en el Antiguo Testamento se nos muestra un Dios que existe antes que todo, un Dios personal, que crea libremente el mundo, un mundo distinto de El y que antes no existÃa, que no es una emanación suya.
El verbo "crear" -en hebreo "bará"- es utilizado en la Biblia como una acción exclusivamente divina: "sacar algo de la nada", noción que no existe en las culturas vecinas: "A esta noción -creación de la nada-, no habÃa llegado nadie, ni siquiera la sabidurÃa griega precristiana. Y continúa siendo un misterio incluso para la cultura de nuestros dÃas".
Una vez creado por Dios, el mundo comienza siendo un caos, pero el orden no va saliendo del propio caos, como en los mitos vecinos, sino que es el mismo Dios, personal y transcendente, el que lo va ordenando con la fuerza de su palabra.
En los relatos mÃticos va apareciendo un inestable orden, como resultado de las victorias de unos dioses sobre otros. El Dios del pueblo hebreo es Todopoderoso, nada se le puede enfrentar porque todo ha sido hecho por El: no existe ninguna fuerza que se oponga a Dios, o que Dios tenga que vencer.
Llegados a este punto, estamos ya en condiciones de abordar el mensaje esencial y permanente que se nos transmite en el relato del Génesis.
4. EL SIGNIFICADO DE LOS PRIMEROS CAPITULOS DEL GENESIS.
Como ya hemos visto, lo primero que se nos enseña es la existencia de un Dios personal y transcendente, por el que han sido creadas todas las cosas distintas de El. Después se van desmantelando, una a una, las ideas de las culturas paganas, que siempre han tendido a divinizar o "sobrenaturalizar" lo que no pueden entender o dominar.
Como dice el Cardenal J. Ratzinger: "De manera que la Escritura no pretende contarnos cómo progresivamente se fueron originando las diferentes plantas, ni cómo se formaron el sol, la luna y las estrellas, sino que en último extremo quiere decirnos sólo una cosa: Dios ha creado el Universo. El mundo no es, como creÃan los hombres de aquel tiempo, un laberinto de fuerzas contrapuestas ni la morada de poderes demonÃacos, de los que el hombre debe protegerse. El sol y la luna no son divinidades que lo dominan, ni el cielo, superior a nosotros, está habitado por misteriosas y contrapuestas divinidades, sino que todo esto procede únicamente de una fuerza, de la Razón eterna de Dios que en la palabra se ha transformado en fuerza creadora"; es decir, en pocas palabras se desarticula toda creencia en la divinidad de las criaturas y de la creación.
Desde esta perspectiva, repetidamente propuesta por el Magisterio -y que incluso se encuentra en la misma Sagrada Escritura-, lo que nos enseña el Génesis es que Dios ha hecho la creación según un plan ordenado, que se va desarrollando a lo largo del tiempo. Este sucederse ordenado de las cosas, previsto y sostenido por Dios, es lo que se llama en TeologÃa "Providencia ordinaria".
El "primer dÃa" comienza después de la aparición de la luz: "Vio Dios que la luz era buena y la separó de las tinieblas, y llamó a la luz dÃa y a las tinieblas noche. Hubo asà tarde y mañana: DÃa primero". En los sucesivos "dÃas", o perÃodos de tiempo, van apareciendo ordenadamente los diversos seres, de menor a mayor perfección. Llama la atención que este orden de aparición concuerda, esencialmente, con lo que sabemos hoy por las observaciones cientÃficas -a diferencia de otros relatos de la época que son en este punto bastante aleatorios-, salvo en el caso de las plantas, que aparecen antes que el sol, la luna y las estrellas,lo que se explica, como ya habÃamos apuntado, por la idea de que las plantas debÃan de ser más imperfectas ya que carecÃan de movimiento.
Esta coincidencia es una muestra de la capacidad de conocimiento sapiencial del autor sagrado, que intuye el orden real de la creación contemplándola, sin necesidad de tener datos cientÃficos, algo que, quizá, el hombre moderno ha perdido la costumbre de hacer.
En el "dÃa" quinto aparecen los seres vivos en el agua, y en el "dÃa" sexto aparecen los animales terrestres y, con una especial solemnidad, el hombre; mostrándose asà también como obra de Dios, tales como son, con la diferenciación de sexos y la fecundidad, que eran objeto de adoración en muchos pueblos.
5. ADAN, EVA Y SUS HIJOS.
Hay que tener en cuenta que "en la Biblia se ofrece una visión de conjunto de la historia del Universo y del hombre desde su origen hasta su final, en una perspectiva religiosa y transcendente. Dentro de esta visión de conjunto, la parte histórica de la Biblia que podemos relacionar con la historia de los pueblos, y de la que los autores sagrados tuvieron noticia de una u otra forma, abarca desde la época patriarcal (hacia 1800 a.C.) hasta las primeras comunidades cristianas (finales del s.I d.C.). En la Biblia queda recogida desde el capÃtulo 11 del libro del Génesis hasta el 3 del Apocalipsis. Lo anterior y lo posterior a estos capÃtulos, aún conteniendo verdades fundamentales de orden histórico, como la creación y el final del mundo, escapa a la comprobación cientÃfica, histórica o arqueológica. Se trata de acontecimientos cuya explicación no puede desvincularse de una actitud religiosa: aceptación de fe o rechazo gratuito".
El hombre es creado por Dios para ser su representante en la tierra, y para llevarla a la perfección mediante su trabajo.
Adán y Eva son puestos por Dios en el ParaÃso, en una situación de dicha sobrenatural que no se merecen. Dios no crea al hombre para servirse de él, sino para hacerle partÃcipe de su propia felicidad por pura Gracia. Esto se manifiesta, entre otras cosas, en la posesión de algunos dones no pertenecientes a la naturaleza material, como el de la inmortalidad. Existe aquà una clara diferencia con los relatos mÃticos. Dos ejemplos: en la "Leyenda de Asciela" -Mesopotamia (Mito de Atraharis)- un dios vencedor forma al hombre con arcilla amasada con sangre de un dios vencido, para que le sirva; y en el poema de Gilgamés es el propio hombre el que intenta conseguir la inmortalidad pero, cuando está a punto de conseguirla, le es robada por "la serpiente".
Para que el hombre se merezca esos dones Dios le somete a una prueba mediante un mandato, lo cual se nos transmite en el Génesis con la imagen de la prohibición de comer del "árbol de la ciencia del bien y del mal". Pero el hombre, engañado por el demonio, lo incumple y comete el primer pecado; se nos enseña asà el hecho histórico del pecado original. Aquà está el origen del mal en el mundo: el mal no tiene entidad en sà mismo, es una falta de un bien debido; el mal existe, pero no viene de Dios.
El relato de CaÃn y Abel (Gen. 4,1-15), y los que le siguen, nos quieren mostrar cómo el mal se va extendiendo en el mundo, consecuencia de la herencia del pecado de nuestros primeros Padres; sus descendientes no consiguen dirigirse hacia el bien sin la ayuda de Dios. En este sentido, CaÃn y Abel son una imagen de todos los descendientes de la primera pareja.
Que CaÃn sea agricultor -sedentario- y Abel ganadero recoge, según muchos estudiosos, una advertencia al pueblo de Israel, que era nómada -ganadero- hasta que se asentó en la tierra prometida; trata de subrayar la necesidad de no dejarse influir por la superior cultura de los pueblos cananeos, para no caer en su politeÃsmo. Era éste un peligro constante para el pueblo hebreo, en el que, de hecho, cayó en numerosas ocasiones.
Vemos pues que no existe el problema del vacÃo histórico entre la época en que vivieron Adán y Eva -hace, al menos, 100.000 años- y la aparición de la agricultura y la ganaderÃa en épocas muy posteriores.
6. HISTORIA Y PREHISTORIA. LOS DATOS FOSILES.
Como todo el mundo sabe, los animales actuales que están más próximos al hombre son el chimpancé y el gorila; su parecido biológico, como veremos en el siguiente capÃtulo es realmente sorprendente.
Sin embargo, sabemos por la paleontologÃa que hubo en otros tiempos seres aún más parecidos. Sus fósiles, después de muchos años de estudios y comparaciones, han sido agrupados por los expertos en cuatro grupos: Australopitecos, Homo habilis, Homo erectus y Homo sapiens. Aunque durante muchos años se especuló sobre si habrÃan ido adoptando la postura erguida paulatinamente -por eso sólo al tercero de ellos se le denominó erectus-, hoy se sabe que ya los primeros australopitecos estaban exclusivamente adaptados al andar bÃ****.
Los australopitecos aparecieron hace unos cinco millones de años, y sus restos más recientes son de hace algo más de un millón de años. Todos los fósiles que pertenecen con seguridad a australopitecos se han encontrado en un sólo continente: Africa.
Los australopitecos son unos homÃnidos de pequeña estatura, su talla media era de 1 m. 20 cm.
Su capacidad craneal era superior a la de cualquier animal de la actualidad, excepto el hombre. Su cerebro tenÃa un volumen de unos 500 cc., similar a la del actual gorila, pero éste es cinco veces más corpulento. El tamaño del cerebro de los australopitecos no sufrió variaciones apreciables en sus casi cuatro millones de años de existencia.
Hace más de dos millones y medio de años aparece, también en Africa, el H. hábilis. Sus últimos restos datan de algo más de un millón de años.
Según parece se extendió por parte del continente asiático, ya que hay restos en la isla de Java que se atribuyen a esta especie. En aquella época, y hasta tiempo después de la aparición del H. sapiens, esta isla, junto con otras cercanas como Borneo y Sumatra, se encontraban unidas al continente.
Desde hace poco más de dos millones de años el H. hábilis consigue desarrollar una industria lÃtica -"Olduvaiense"-, gracias a la adquisición de una capacidad a la que ningún ser vivo habÃa llegado hasta ese momento: la habilidad de utilizar instrumentos secundarios. Sus instrumentos son toscos y van mejorando lentamente a lo largo de cientos de miles de años sin sufrir ningún salto cualitativo.
Su capacidad craneal va creciendo con el tiempo desde 500 hasta una media de 700 cc.
El H. erectus aparece en Africa hace más de un millón y medio de años. Después se extiende por algunos lugares de Asia -se encuentran restos en Java y China- y de Europa. Vivió hasta hace unos cien mil años.
Hereda la industria lÃtica de H. hábilis. Esta permanece en algunos lugares hasta hace 350.000 años. En otros aparecen la industria "abebillense" (700.000-390.000) y la "achelense" (400.000-120.000). Todas éstas se van perfeccionando con el tiempo pero, según parece, sólo con la industria "achelense" se produce un salto cualitativo. Vemos, pues, que durante casi un millón de años, la mayor parte de su existencia, no consiguió mejorar la industria lÃtica heredada del H. hábilis.
Su capacidad craneal crece, también, desde 700 a unos 1400 cc.
El H. sapiens es nuestra propia especie. Según los recientes estudios moleculares tiene una antigüedad de algo más de 100.000 años. Hay acuerdo en esto entre genetistas y biólogos moleculares. Los paleontólogos se han ido adhiriendo poco a poco a los datos de la biologÃa molecular, pero aún hay bastantes que mantienen un origen más alejado en el tiempo. La capacidad craneal media es de 1450 cc. y no ha sufrido variaciones apreciables con el tiempo. El hombre de Neandertal, que según la mayorÃa de los expertos actuales era simplemente una raza de H. sapiens, parece que tenÃa una media algo superior: unos 1500 cc.
Desde su aparición mejora las industrias lÃticas anteriores, dando lugar a saltos cualitativos de forma cada vez más rápida: "Musteriense" -desde hace algo más de 100.000 años hasta unos 45.000-, "Chatelperroniense" -45.000-, "Auriñaciense" -35.000-, "Gravetiense" -28.000-, "Solutrense" -22.000-, "Magdaleniense" -13.000-; después vienen la "MesolÃtica" y la "NeolÃtica", la "Edad del bronce", la "Edad del hierro", etc.
Es el primero que entierra a los muertos, los más antiguos enterramientos encontrados son de hace 80.000 años. También es el primero que hace arte; los primeros objetos u obras de este tipo que poseemos datan de hace unos 35.000 años. Hace más de 8.000 años inventó la agricultura y, antes, habÃa aprendido a domesticar animales.
De estos cuatro grupos, se considera que el de los australopitecos constituye un género del que existieron varias especies; de la primera de ellas procederÃa el H. hábilis, que serÃa la primera especie de un nuevo género: el género Homo; por tanto esta especie y las dos siguientes se encuadran como tres especies distintas pertenecientes a un mismo género.
Aunque esta diferenciación especÃfica no se puede basar más que en la morfologÃa de los fósiles, los expertos, después de los primeros años de estudios se han mostrado unánimes, y sus conclusiones han sido apoyadas posteriormente por datos genéticos, como veremos más adelante.
Lo que diferencia al ser humano de los demás animales es el pensamiento, algo que los filósofos denominan con frecuencia "capacidad de abstracción" o inteligencia, y los cientÃficos "inteligencia reflexiva". Se habla, a veces, de la inteligencia de los animales, pero es evidente que hay una diferencia cualitativa entre las dos.
Hoy todo el mundo está de acuerdo en que los australopitecos no poseÃan esta capacidad, es decir, no eran seres humanos. Sobre las tres especies de Homo aún no hay unanimidad sobre cual fue la primera que poseyó inteligencia reflexiva, pero, según van apareciendo nuevos datos, cada vez hay más cientÃficos que se inclinan a pensar que "ser humano" se identifica con "H. sapiens". Aunque para nuestro propósito esto no es fundamental, profundizaremos algo más en este aspecto, porque es interesante y puede clarificar algunas ideas.
La mayorÃa de las civilizaciones y de los hombres han considerado que nos diferenciamos de los animales en algo inmaterial o, más concretamente, espiritual; es lo que llamamos alma. La fe nos ratifica esta verdad, a la que han llegado la mayorÃa de los filósofos.
Sólo con contemplar la realidad podemos llegar a la conclusión de que nuestra inteligencia no es consecuencia del gran tamaño de nuestro cerebro, sino una capacidad espiritual, pero el hombre es una unidad de alma y cuerpo, y necesitamos ese órgano tan complejo para poder manifestar esa inteligencia, análogamente a como el cerebro, por sà sólo tampoco puede hacer nada, necesita, entre otras muchas cosas, las imágenes que le vienen a través de los sentidos.
La mayor o menor capacidad cerebral, en los animales, lo que aporta es una mayor o menor capacidad de aprendizaje, una mejor adaptación a la realidad circundante, pero no su contemplación. Un chimpancé, por ejemplo, necesita mucho tiempo para aprender, mediante el mecanismo ensayo-error, a dar la forma más adecuada a una rama para "pescar" termitas; el hombre puede prediseñar, idear, una herramienta sin necesidad de haberla usado nunca e, incluso, si él mismo no la va a usar, porque puede abstraer de la realidad: puede tener la realidad en su mente. El hombre también usa el método ensayo-error, por ejemplo, para perfeccionar un avión, pero para hacer un avión ha tenido que pensar, y ha necesitado una cultura, que es la herencia de lo que otros hombres han pensado antes. En efecto, el hombre no sólo produce técnicas, sino, además, cultura; sólo el hombre tiene cultura, que es un fruto del pensamiento.
El hombre supera la evolución material gracias a su evolución cultural, que le permite adaptarse a todos los medios sin necesidad de cambios materiales en su cuerpo.
La mayor o menor capacidad cerebral sólo produce, en los animales, una mayor capacidad de aprendizaje, que les permite añadir sus experiencias a las pautas de comportamiento meramente instintivas; estas últimas están ya "programadas" en sus genes antes de nacer. Sin embargo el pensamiento es una capacidad que no puede ser producto de la materia, ya que es inmaterial: nos capacita para poseer inmaterialmente, en nuestra mente, objetos que captan nuestros sentidos y que son procesados en nuestro cerebro, y para llegar, por abstracción, a cosas inmateriales como, por ejemplo, el concepto de número, relacionado con la multiplicidad de seres materiales, pero desvinculado -abstraÃdo- de su propia materialidad.
En el transcurso de su evolución, H. hábilis y H. erectus no muestran capacidades artÃsticas. El hecho de el progresivo crecimiento de su tamaño cerebral se puede explicar por su necesidad de adaptarse a medios distintos, sobre todo mediante una mayor capacidad de aprendizaje. No consiguen dar más que un salto en cada una de sus industrias lÃticas, lo que podrÃa significar que son capacidades del ser material de esa especie, que no cambia sustancialmente mientras no hay cambio de especie. En cambio, en el ser humano, las capacidades culturales no son tanto de la especie como de la persona, del individuo: una obra humana, la más simple, no se atribuye al hombre en general, lleva la firma de un hombre concreto, que se puede identificar, lo que no ocurre con los demás animales. Esto es asà porque el ser humano está por encima de su materia, cada ser humano es como un universo, no un simple componente del universo o de su especie.
En conclusión, podemos pensar que el primer ser humano es el H. sapiens, ya que a pesar de mantener su tamaño cerebral estable, produce continuos saltos en sus industrias, como ya hemos visto, quizá estas industrias correspondan, por primera vez, a unas culturas, que muy pronto forman sociedades en las que se da culto a los muertos, después producen la ganaderÃa y la agricultura, y el arte. Esto sólo se puede explicar por la aparición de una inteligencia inmaterial, que ya no necesita un aumento del tamaño cerebral, porque con el pensamiento se puede adaptar a cualquier medio, superando la capacidad de un mero aprendizaje psÃquico. De hecho el H. sapiens es la única especie que se ha adaptado a todos los medios, y los ha conseguido dominar, y en mucho menos tiempo del que sus predecesores necesitaron para adaptarse a unos pocos medios, separados geográficamente pero bastante similares entre sÃ.
Algunos piensan que H. hábilis y H. erectus ya eran inteligentes por esa capacidad nueva de usar instrumentos secundarios, pero lo mismo se pensaba de los australopitecos hasta el descubrimiento de que los chimpancés tienen unas capacidades similares a ellos; la posibilidad de usar instrumentos secundarios se podrÃa atribuir simplemente a un tamaño cerebral que nunca antes se habÃa alcanzado, y que proporciona una mayor capacidad de aprendizaje. Además, en los últimos años, ha habido investigadores que han conseguido enseñar a chimpancés a usar este tipo de instrumentos, aunque parece claro que no pueden aprender por sà sólos. También se ha especulado mucho sobre la complejidad de las técnicas necesarias para hacer, por ejemplo, hachas de piedra como las que hacÃa el H. erectus, pero en actuales fabricantes de hachas de piedra se ha visto que lo hacen con asombrosa facilidad: las consiguen con unos pocos golpes dados con precisión a unas determinadas piedras, extrayendo asà su núcleo, que es similar a los instrumentos paleolÃticos más avanzados, después siguen un proceso, ya complejo, para conseguir mejorarlos hasta obtener un resultado que sólo fue conseguido tardÃamente por el H. sapiens. De hecho, los partidarios de que el H. erectus o el H. hábilis poseÃan inteligencia reflexiva, han buscado en ellos manifestaciones artÃsticas y enterramientos -que sà son pruebas definitivas-, pero no se han encontrado.
7. LOS DATOS DE LA BIOLOGIA MOLECULAR.
Todo lo que esencialmente es un ser vivo está contenido en sus genes y en la forma en que están ordenados en la cadena de ADN y en los cromosomas. Estos tres conceptos son muy importantes para entender éste capÃtulo, los explicaremos mediante un ejemplo. El ADN es una larga molécula que podemos comparar con una cinta magnetofónica. Esta cinta tiene algunas partes grabadas, con cierta información, y otras que no lo están. Las partes grabadas son los genes, que entre todos dirigen el conjunto de las funciones materiales necesarias en un ser vivo de una determinada especie.
A su vez, las distintas cadenas de ADN, cuando la célula se va a dividir, se condensan en estructuras más manejables, los cromosomas, que equivalen, en nuestro ejemplo, al cassette que contiene la cinta. Toda la información está en la cinta, pero es totalmente distinto tener la cinta desparramada que ordenada dentro del cassette; sin un determinado orden no podemos extraer la información aunque de hecho esté ahÃ.
Hay una regla de la citogenética que supone que a cada especie corresponde un número fijo de cromosomas -tiene muy pocas excepciones-. Por ejemplo, el número cromosómico de la especie humana es de 46, y de 48 en el chimpancé, gorila y orangután, aunque existen algunas diferencias intracromosómicas.
Las cadenas de ADN se duplican para dar lugar a nuevas células, algunas de las cuales producirán la descendencia. En esta duplicación puede haber errores en la copia de un gen, como puede haber fallos en una grabación, es lo que se llama mutación génica. Estas mutaciones pueden no suponer ningún cambio, pero otras veces se produce una variación en el funcionamiento de ese gen. Esta es la causa de muchas enfermedades de origen genético, como la diabetes, la hemofilia, el cáncer, etc.
Cuantas más veces se divide una célula o más generaciones pasan, más mutaciones se van acumulando.
Debido a esto se sabe, desde hace ya más de dos lustros, que comparando ADN de especies distintas podemos saber cuánto tiempo hace que se separaron. Este tipo de experimentos ha dejado clara la realidad de que ha existido una evolución de los seres vivos, apoyando asà lo que parecÃa manifestar el registro fósil y otros datos cientÃficos, lo que no quiere decir que haya una teorÃa que explique bien el hecho, es más, se han ido por tierra muchas suposiciones de las teorÃas que intentaban dar una explicación global, como el "neodarwinismo".
El chimpancé y el hombre difieren tan sólo en un 1% de su ADN y de su estructura cromosómica, y sus lÃneas evolutivas se separaron hace unos cinco millones de años -antes se hablaba de, al menos, quince-, precisamente la época en la que apareció el primer australopiteco. El parecido con el gorila es ligerÃsimamente inferior, y su separación datarÃa de hace unos ocho millones de años. Antes de conocer estos datos moleculares no estaba claro si éramos más parecidos al gorila o al chimpancé, pero hoy sabemos que el chimpancé está, biológicamente, mucho más próximo al hombre que al gorila. Sin embargo, por sus capacidades vitales, el chimpancé y el gorila son mucho más parecidos, y el hombre se les escapa por completo. Que el hombre sea biológicamente tan próximo al chimpancé y vitalmente tan superior, deberÃa bastar a cualquier cientÃfico para descubrir la evidencia de que semejante diferencia existencial no puede radicar en su materialidad, sino en nuestro ser espiritual.
Comparando el ADN de las razas humanas actuales se desprende que todas confluyen hace alrededor de 100.000 años, lo que significarÃa que todos los hombres actuales proceden, muy probablemente, exclusivamente de H. sapiens. Parece ser también que todas las lenguas confluyen hacia una lengua ancestral que existió hace unos 100.000 años, según recientes estudios de Johanna Nicols, de la Universidad de California en Berkeley; lo que indicarÃa que, probablemente, todos los H. sapiens y sólo ellos pueden hablar.
Los resultados de comparación de proteÃnas, de inmunologÃa, etc., confluyen con los anteriores.
Otro tema distinto es el del mecanismo de formación de especies nuevas -"especiación"-. Antes se pensaba que la forma habitual de especiación tenÃa lugar debido a barreras geográficas, que impiden el cruce de dos poblaciones de la misma especie durante largos perÃodos de tiempo, no pudiendo transmitirse sus cambios genéticos, lo que acabarÃa dando lugar a dos especies distintas. Sin duda ha habido especiaciones de este tipo, pero muchas son difÃcilmente explicables de esta manera.
Hoy se sabe que también existen "barreras" genéticas. Las más frecuentes son las que producen las mutaciones cromosómicas: una mutación cromosómica puede no significar ningún cambio en los genes, pero, por ejemplo, si en un individuo un cromosoma se ha dividido en dos -mutación cromosómica denominada "disociación"-, sus cromosomas no se pueden aparear con los de los otros animales de la especie de partida y se producirán espermatozoides y óvulos inviables, dando lugar a infertilidad. Ese individuo no se perpetuará en la especie a no ser que se cruce con una pareja que posea la misma mutación, entonces podrÃan dar lugar a una nueva especie. Es lo que se llama "especiación instantánea".
Puede parecer muy poco probable que esto suceda, pero a lo largo de decenas de miles de años es muy probable que ocurra alguna vez, y de hecho ocurre. Asà se pueden producir nuevas especies a partir de una o pocas parejas, y ya hay autores que piensan que éste es el mecanismo más frecuente de especiación.
Un dato a tener en cuenta es que, desde el antecesor común al hombre y al chimpancé, que como hemos visto existió hace unos cinco millones de años, ha habido, en la lÃnea evolutiva que conduce al hombre, cuatro mutaciones cromosómicas, dato que coincide con las cuatro especies que se han identificado en esta lÃnea: una de australopiteco, H. hábilis, H. erectus y H. sapiens. Esto podrÃa significar que son, efectivamente, especies biológicamente distintas y que todas se originaron por especiación instantánea debido a una mutación cromosómica, aunque todavÃa es pronto para decirlo.
8. ¿COMO APARECIO ADAN?
Teniendo en cuenta lo que hemos visto en los últimos capÃtulos, nos inclinamos a pensar que Adán tuvo que ser el primer individuo de la especie H. sapiens aunque, para la cuestión que nos ocupa, darÃa lo mismo que fuera anterior. En todo caso serÃa el primer individuo de la primera especie con inteligencia reflexiva, es decir, con alma.
Sabemos por la fe que el alma de cada hombre es inmediatamente creada e infundida por Dios en cada nuevo individuo de la especie humana y, por tanto, en el momento de su concepción.
No es muy lógico pensar, como se ve con frecuencia en un intento de comprensión popular, que Dios infundiera el alma a un "mono". Ya hay muchos teólogos, sin especiales conocimientos cientÃficos, que piensan que Adán tuvo que ser concebido y nacer como tal o, en otras palabras, que fue creado por Dios en estado embrionario. Lo más natural es que haya aparecido como los individuos de muchas nuevas especies: engendrado, con una nueva mutación cromosómica, por un homÃnido exteriormente parecido a él, pero de una especie distinta. Sus progenitores biológicos no serÃan propiamente sus padres, ya que este concepto se reserva, en filosofÃa, para quien engendra algo según su propia especie.
Ese individuo serÃa el primero con una dotación cromosómica y genética correspondiente a la especie humana y, por tanto, Dios crearÃa y le infundirÃa su alma, como hace siempre, aunque con la particularidad de que ésa fue la primera vez, y debió haber una providencia especial de Dios, entre otras cosas, para que también ocurriera con una hembra, la primera mujer: Eva.
Al fin y al cabo, cómo aparecen todos los hombres?: por la unión de dos células sin importancia, que en la mayorÃa de los casos se pierden antes de unirse sin que esto sea ningún problema, pero su unión produce una nueva célula con dotación genética y cromosómica humana, que aún siendo una sola célula es totipotente -sus genes están programados para desarrollar un organismo completo-, y que es, en consecuencia, un nuevo individuo de nuestra especie al que Dios infunde un alma creada en ese mismo instante.
Aunque esto pudo ocurrir de diversas maneras, vamos a exponer la más sencilla. En un homÃnido macho existen algunos espermatozoides con una mutación cromosómica que implica que ya no son los propios de su especie, sino que han llegado a tener las caracterÃsticas de un espermatozoide humano; en un homÃnido hembra puede ocurrir lo mismo con algunos de sus óvulos. Si estos dos homÃnidos se cruzan y se produce la fecundación de un óvulo mutado con un espermatozoide mutado, entonces aparece el primer ser humano, y el primer hecho sobrenatural en el universo material desde su misma Creación: una nueva creación, la del alma del primer hombre.
Esto es lo máximo que podemos decir por ahora pero, aunque lleguen nuevos datos cientÃficos, nunca podremos saber exactamente cómo ocurrió -necesitarÃamos una máquina del tiempo-, pero sabemos que ocurrió, a esta conclusión podemos acercarnos por la ciencia; y sabemos por la fe algo que nunca podrÃamos saber por la ciencia: por qué ocurrió, quién lo planeó y llevó a término, por qué lo hizo, por qué existe el mal y como podemos vencerlo con la ayuda del Creador.
La fe nos enseña lo necesario y lo conveniente para nuestra felicidad y salvación. Por la ciencia sabemos cada vez más cosas que no son necesarias para ese fin, pero que bien entendidas y empleadas nos pueden ayudar a conseguirlo.
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NOTAS
Ya en 1909, la Pontificia Comisión BÃblica, respondiendo a varias preguntas sobre el carácter histórico de los tres primeros CapÃtulos del Génesis, distingue entre la forma y el fondo, y dice lo básico que hay de histórico en estos tres primeros capÃtulos:
a. La Creación de todas las cosas, hechas por Dios en el principio del tiempo.
b. La unidad del género humano.
c. La felicidad original de nuestros primeros Padres en el estado de gracia.
d. La integridad e inmortalidad de su situación originaria.
f. El mandato dado por Dios al hombre.
g. La transgresión del precepto divino por instigación del demonio.
h. La caÃda de nuestros primeros Padres de aquél estado de inocencia.
i. La promesa del futuro Redentor.
Hay que tener en cuenta que la Biblia no es un libro cientÃfico: su finalidad es, exclusivamente, mostrarnos el camino de la salvación; para tal fin usa las imágenes que mejor se pueden entender en cada época.
"E hizo Dios el firmamento, separando por medio de él las aguas que hay debajo de las aguas que hay sobre él" (Gen.1,7).
San AgustÃn -s. IV- ya hacÃa una interpretación alegórica de este relato, refiriéndose, por ejemplo, a que no habÃa que tomar al pie de la letra la Creación en seis dÃas, cada uno de ellos podrÃan significar grandes perÃodos de tiempo.
"La superioridad de esta doctrina sobre los sabios de los pueblos antiguos, mucho más avanzados que el pueblo hebreo en las artes y en las ciencias, no se explica únicamente por la genialidad de Israel; sólo puede explicarse por la especial asistencia que Dios otorgó al pueblo elegido" (J. M. Casciaro y J. M. Monforte, Dios, el mundo y el hombre en el mensaje de la Biblia, EUNSA, Pamplona 1992).
"Al principio creó Dios el cielo y la tierra" (Gen.1,1).
J.M. Casciaro, cit., p.342.
"La tierra era soledad y caos (...)" (Gen.1,2). AquÃ, como en otros muchos lugares, hay un paralelismo con los otros relatos; pero, mientras en los otros el caos es preexistente, en este caso es sólo la situación inicial del universo después de haber sido creado por Dios.
"Entonces dijo Dios: <>, y fue hecha la luz" (Gen.1,3).
"En los mitos babilónicos el origen del mundo es el resultado de las luchas entre dioses. El hombre admira y mitifica las grandes fuerzas de la naturaleza" (J.M. Casciaro, cit., p.341). Lo que hacen los autores del Antiguo Testamento es desmitificar las antiguas cosmogonÃas -mitos sobre los misteriosos orÃgenes del mundo-, que también eran teogonÃas: los dioses también tenÃan su origen en el tiempo, a diferencia del Dios que se da a conocer a Israel (Cfr. Ibidem).
Cfr. G. Aranda, El comienzo del mundo y del hombre, Folletos MC, n? 548, p.17.
J. Ratzinger, Creación y pecado, EUNSA, Pamplona 1992. Es éste un pequeño libro, de muy fácil lectura; editado ya en 1986 en Italia, pero sólo recientemente traducido al castellano, que puede ser de interés para quien quiera profundizar un poco más en este aspecto.
El Papa Juan Pablo II ha explicado todo el relato de la creación, en sucesivas audiencias generales de los miércoles, en 1986.
Se puede ver, según la época de redacción de los distintos libros que componen la Biblia, cómo se narran los mismos hechos con diferente forma literaria, en función de las personas a las que van inmediatamente dirigidos por el momento histórico-cultural en que han sido escritos (Cfr. J. Ratzinger, cit.).
Gen.1,4-5.
"Produzca la tierra hierbas, plantas seminÃferas según su especie y árboles frutales (...), dÃa tercero" (Gen.1,11-13).
"Haya luminares en el firmamento que separen el dÃa de la noche (...), dÃa cuarto" (Gen.1,14-19).
"Pulule en las aguas un hormigueo de seres vivientes(...)" (Gen.1,20).
G. Aranda, cit., pp.9-10.
Cfr. Idem., p.27. Cfr. J.M. Casciaro, cit., p.456.
Cfr. J.M. Casciaro, cit., p.447.
Cfr. G. Aranda, cit., p.36.
"Y dio al hombre este mandato: <>" (Gen. 2,17).
Cfr. G. Aranda, cit., p.19. El misterio de la existencia del mal es un problema que el hombre, por sà sólo, nunca ha podido resolver. Con frecuencia se ha explicado admitiendo la existencia de dos principios contrapuestos, por ejemplo, un dios malo y otro bueno; la lucha entre ellos se refleja en la existencia de los hombres.
"Sobre el transfondo de Gen. 3, se describe en los siguientes capÃtulos del libro del Génesis -y en los demás libros del Antiguo Testamento- una auténtica <> del pecado entre los hombres, que inunda también el mundo, como consecuencia del pecado de Adán, es una especie de contagio o infección general" (J.M. Casciaro, cit., p.489).
Cfr. C.O. Lovejoy, Evolución de la marcha humana, Investigación y Ciencia, I-98.
Siempre hablaremos de capacidad craneana relativa, pues la potencia del cerebro depende de la relación del tamaño de éste con el peso total del animal (Cfr. J.L. Pinillos, Principios de psicologÃa, Alianza Editorial, Madrid 1982, pp.38-42).
Cfr. T.D. White, Los australopitecinos, Mundo CientÃfico, I-83.
Se denominan instrumentos secundarios a aquéllos realizados con otros instrumentos. El chimpancé, por ejemplo, usa instrumentos, como ramas, piedras, etc., y puede dar a una rama la forma requerida para "pescar" termitas, pero para esto utiliza sólo sus extremidades, nunca otros instrumentos (Cfr. C. Boesch y H. Boesch-Achermann, Los chimpancés y la herramienta, Mundo CientÃfico, IX-91).
Hay restos entre hace cien mil y doscientos mil años que no encajan bien en la morfologÃa del H. erectus, y algunos cientÃficos los denominan arcaicos H. sapiens. Pero otros de esa época, y más recientes, sà pertenecen claramente a H. erectus. AsÃ, según Coon (1978), el cráneo de Saldanha (Suráfrica) con una antigüedad de unos 55.000 años, el de Broken Hill (Zambia) entre 40.000 y 180.000, y varios en Ngandong (Java) entre 40.000 y 100.000.
Cfr. A. Broglio y J. Kozlowski, Il Paleolitico, uomo, ambiente e culture, Jaca Book, Milán 1986, pp. 127 y ss.
Cfr. R. Lewin, El nacimiento de la antropologÃa molecular, Mundo CientÃfico, XII-91.
Cfr. E. Trinkaus, Los neardentales, Mundo CientÃfico, XI-86.
Cfr. R. White, El pensamiento visual en la edad del hielo, Investigación y Ciencia, IX-89.
Hay cientÃficos que piensan que todo en el hombre es material y, por tanto la capacidad de ser humano se irÃa perfeccionando con el tiempo. Es evidente que éstos no se plantean nuestro problema o, más exactamente, no se lo quieren plantear. La mayorÃa, sin adentrarse en sus estudios en problemas filosóficos, suponen claramente algo nuevo y distinto en el ser humano.
Cfr. N. Toth, D. Clark y J. Libague, Los últimos fabricantes de hachas de piedra, Investigación y Ciencia, IX-92.
Cfr. R. Lewin, cit.
Cfr. L. Cavalli-Sforza, Genes, pueblos y lenguas, Investigación y Ciencia, I-92.
Cfr. J. Egozcue, Evolución cromosómica de los primates, Investigación y Ciencia, VI-77. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, entre el caballo y el burro, que si se cruzan tienen descendencia porque genéticamente están muy próximos, pero ésta es estéril por tener una distinta distribución cromosómica. Son, por tanto, especies distintas; con el tiempo sus diferencias se irán acentuando y cada vez será menos frecuente un cruce con éxito.
Cfr. B. Dutrillaux, Los cromosomas de los primates, Mundo CientÃfico, I-82.
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Este artÃculo se encuentra completo en la Colección Folletos Mundo Cristiano
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Un libro histórico —como son los evangelios por ejemplo— merece credibilidad cuando reúne tres condiciones básicas: ser auténtico, verÃdico e Ãntegro. Es decir, cuándo el libro fue escrito en la época y por el autor que se le atribuye (autenticidad), cuando el autor del libro conoció los sucesos que refiere y no quiere engañar a sus lectores (veracidad), y, por último, cuando ha llegado hasta nosotros sin alteración sustancial (integridad).
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P: ¿Hay indicios de que la Biblia pueda estar mutilada en cuanto a testimonios contrarios a ciertas posiciones inamovibles de la Iglesia Católica en la actualidad?
R: No, el Antiguo Testamento ha sido conservado también por los judÃos y en cuanto al Nuevo Testamento, es el texto de la Antigüedad que cuenta con más copias y más antiguas superando de manera escandalosa verdaderamente a las obras de Platón, Aristóteles, Virgilio o César.
2004-01-20. libertad digital. Dr. CESAR VIDAL. Dr. en historia antigua, filosofÃa, teologÃa. Licenciado en derecho.
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«Cada dÃa nacen nuevas sectas y se cumple lo que dice San Pablo sobre el engaño de los seres humanos, sobre la astucia que tiende a llevar al error».
Al comentar la segunda lectura, de la carta a los Efesios, el Cardenal Ratzinger se ha referido a los ataques que ha recibido el cristianismo en los últimos años. «Cuántos vientos de doctrina hemos conocido en estas últimas décadas –dijo el cardenal alemán–, cuantas corrientes ideológicas, cuantas modas de pensamiento. La pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos ha sido agitada con frecuencia por estas ondas, llevada de un extremo al otro, del marxismo al liberalismo, hasta el libertinaje; del colectivismo al individualismo radical; del ateÃsmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo. Cada dÃa nacen nuevas sectas y se cumple lo que dice San Pablo sobre el engaño de los seres humanos, sobre la astucia que tiende a llevar al error. Tener una fe clara, según el Credo de la Iglesia, se etiqueta a menudo como fundamentalismo. Mientras el relativismo, es decir, el dejarse llevar» aquà y allá por cualquier viento de doctrina parece la única actitud a la altura de los tiempos que corren. Toma forma una dictadura del relativismo que no reconoce nada que sea definitivo y que deja como última medida solo al propio yo y a sus deseos. Nada más real que la descripción hecha por Ratzinger, y nada más acorde con lo que hubiera dicho Juan Pablo II.
El cardenal alemán se ha limitado a decirles a los electores del nuevo Papa lo que, posiblemente, les habrÃa dicho Juan Pablo II Magno: que no caigan en la tentación de poner en la Sede de Pedro a alguien que no tenga la fortaleza suficiente para resistir a la «dictadura del relativismo»; que elijan a alguien –y éstas son las palabras con que concluyó la homilÃa– «que nos guÃe al conocimiento de Cristo, a su amor, a la verdadera alegrÃa». 2005-04-18 Inicio del Conclave – Vaticano, Roma, Italia.
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Cristo es –piedra angular- origen y principio de donde dimana la luz y santidad que le sirve de base, alimento y razón, a su Iglesia Católica. La Iglesia, madre y maestra, respetuosa con la verdad que Cristo le depositara hace 2.000 años, expone con detalles y datos históricos su trayectoria evangélica. Ininterrumpidamente predica a Jesucristo y las virtudes cristianas. Estas sectas (adventistas, álamos, bautistas, jehovistas, etc.) inexistiendo durante no menos de 1.600 años, y, sin dicha trayectoria histórica, no pasan de tener algunos aviesos parlanchines. Estos, podrán ser menos honrados y veraces, pero han resultado siempre más hábiles en la manipulación y la maniobra inescrupulosa. Ricos en lisonjear, motes y requiebros, como de dividirse inventando por arte de magia, sectas y más sectas dÃa a dÃa. Porque tanto da para todos: sola gracia, sola fe, sola escritura, solo Cristo, solo gloria a Dios… solo secta; ¡mala combinación la protesta con el resentimiento! ¡extraña y agria hermandad vomita quien es más etéreo que hombre cabal! Lobos rapaces que hacen -cada dÃa- nacer nuevas sectas y se cumple lo que dice San Pablo sobre el engaño de los seres humanos, sobre la astucia que tiende a llevar al error».
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La misión de la Iglesia tiene como fin la salvación de los hombres, la cual hay que conseguir con la fe en Cristo y con su gracia. Por tanto, el apostolado de la Iglesia y de todos sus miembros se ordena en primer lugar a manifestar al mundo, con palabras y obras, el mensaje de Cristo y a comunicar su gracia. Todo esto se lleva a cabo principalmente por el ministerio de la palabra y de los sacramentos, encomendando de forma especial al clero, y en el que los seglares tienen que desempeñar también un papel de gran importancia. Son innumerables las ocasiones que tienen los seglares para ejercitar el apostolado de la evangelización y de la santificación. El mismo testimonio de la vida cristiana y las obras buenas realizadas con espÃritu sobrenatural tienen eficacia para atraer a los hombres hacia la fe y hacia Dios. Lo avisa el Señor: «Asà ha de lucir vuestra luz ante los hombres, que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos». Este apostolado, sin embargo, no consiste sólo en el testimonio de vida. El verdadero apóstol busca ocasiones para anunciar a Cristo con la palabra, ya a los no creyentes, para llevarlos a la fe; ya a los fieles, para instruirlos, confirmarlos y estimularlos a mayor fervor de vida: «Porque la caridad de Cristo nos constriñe». En el corazón de todos deben resonar aquellas palabra del Apóstol: «¡Ay de mà si no evangelizare!» Mas, como en nuestra época se plantean nuevos problemas y se multiplican errores gravÃsimos que pretenden destruir desde sus cimientos la religión, el orden moral e incluso la sociedad humana, este santo Concilio exhorta de corazón a los seglares a que cada uno, según las cualidades personales y la formación recibida, cumpla con suma diligencia la parte que le corresponde, según la mente de la Iglesia, en aclarar los principios cristianos, difundirlos y aplicarlos certeramente a los problemas de hoy.
Decreto Apostolicam actuositatem, 6
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O sino otro sitio:
http://www.diospadrecreador.com/publicaciones_esp.htm
Bueno, vas a ver algunos documentos o ensayos de LUIS GARCÃA-PIMENTEL CUSI que es biólogo católico y algunas cosas más.
Bueno, entretenéte.
2006-10-02 18:15:15
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answer #3
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answered by Anonymous
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