Lectura del discurso de
Benedicto XVI en Ratisbona
Abdennur Prado
Mundoarabe.org, 17/09/2006
Resulta extraño ver un discurso de carácter tan académico como el que nos ocupa convertido en motivo de tan agria polémica. LeÃdo con atención el discurso, he llegado a la conclusión de que Benedicto XVI no pretendió ser ofensivo hacia el islam. Esto no quiere decir que su discurso no sea ofensivo, en la medida en que distorsiona las enseñanzas del islam en puntos importantes, contribuyendo a afirmar el prejuicio occidental sobre el islam como religión violenta. Simplemente, el Papa ha dicho lo que piensa. La cita del Emperador bizantino Manuel II, según la cual “Mahoma no habrÃa traÃdo nada nuevo, solo cosas malvadas e inhumanas” es realmente inoportuna, y aún más en boca del jefe de Estado Vaticano. Pero no es más que una cita, puesta en medio de un párrafo que se inicia con otra cita, en este caso del Corán: “no hay imposición en la religión” (2:256). En cualquier caso, el discurso merece una respuesta equilibrada, al mismo nivel en el cual ha sido formulado.
El discurso no está centrado en el islam, sino en un debate teológico entre razón y fe, tal y como se presenta en el ámbito católico. El Papa se apoya en una visión negativa del islam para defender una postura de conciliación entre razón y fe, que serÃa caracterÃstica del cristianismo que él defiende, en polémica con otras corrientes católicas muy en boga en algún momento del pasado siglo. Según éstas, la helenización habrÃa supuesto una aculturación del cristianismo primitivo. El Papa, por el contrario, defiende el cristianismo como una sÃntesis entre el racionalismo griego y la revelación contenida en el Antiguo Testamento, una sÃntesis que en ningún caso serÃa contraria al ethos cientÃfico de la modernidad, sino más bien su motor secreto. En el momento en que la razón cientÃfica pierde el contacto con la dimensión espiritual, puede convertirse en un peligro para la civilización.
El discurso comete, según mi opinión, varios errores graves. En primer lugar, el error de atribuir al islam una determinada postura sobre las relaciones entre fe y razón, con el fin de oponerla a una visión más equilibrada, que serÃa la propia del cristianismo. Según el esquema ofrecido por Benedicto XVI, el islam tenderÃa a considerar a Dios como algo absolutamente trascendente, lejano al hombre, y que se expresarÃa como una Voluntad arbitraria, sin que deba someterse a ninguna norma, incluida la categorÃa de la racionalidad. Lo que argumenta el Papa es lo siguiente: un Dios tan lejano e impenetrable como el que (según él) presenta el islam no puede ser objeto de ninguna analogÃa, de ninguna semejanza. Incluso nuestro sentido interno del bien no serÃa considerado un reflejo de la divinidad. Según el Papa, una postura de este tipo llevó al cordobés ibn Hazm [1] a afirmar que Dios incluso podrÃa ordenar el mal o mentir al ser humano, y que este deberÃa en cualquier caso obedecerLo.
Frente a este ‘Dios arbitrario’, el Dios cristiano se nos presenta unido a la razón: en el principio era el Logos, y el Logos era Dios.
A partir de esta diferenciación, Benedicto XVI dice que el islam predispondrÃa al musulmán a aceptar cualquier cosa, por muy contraria a la razón que se presente, como parte de la Voluntad divina. Como ejemplo, se cita la aceptación de lo que es un absurdo teológico: la idea de que la fe puede ser impuesta por la espada. Si la fe es un movimiento interior del ser humano, es evidente que solo puede crecer en libertad, sin ninguna coacción externa.
Este es sin duda el error más evidente: la vinculación del islam con la violencia, según el tópico de que Muhámmad, que la paz sea con él, permitió la imposición del islam por la espada. Esto apenas merece comentario, ya que el propio Benedicto XVI cita en su texto la aleya coránica según la cual: “No hay imposición en la religión”. El islam no puede ser impuesto, y muhammad no impuso jamás el islam a nadie. Vale la pena transcribir el comentario clásico de Ibn Kazir sobre esta aleya: “No se ha de obligar a nadie a abrazar el islam: el islam es, por sà mismo, una prueba clara y manifiesta, sus argumentos se hacen evidentes al espÃritu; no hay ninguna necesidad, pues, de obligar a nadie a aceptarlos. Al contrario: a aquel a quien Al-lâh guÃa hacia el islam, se le ensancha el corazón y se le ilumina la mirada hasta el punto de que el islam se le aparece con toda una evidencia. Muy distinto es el caso de aquel a quien Al-lâh le ciega el corazón y le cierra los ojos y los oÃdos: ninguna coacción ni violencia le harán convertirse en musulmán.”
Por mucho que lo diga la prensa y todos los arabistas del mundo, la palabra yihad no significa ‘guerra santa’. Este concepto ha sido tomado por los orientalistas de la tradición de la propia Iglesia, y es del todo ajeno al islam: no figura ni en el Corán, ni en los dichos del profeta, ni en una tradición jurÃdica de siglos. El yihad, como combate armado, es únicamente defensivo. El Corán afirma que uno de los motivos que hacen lÃcito el yihad es la defensa de las iglesias. A pesar de ello, el Papa insiste en asimilar el concepto de yihad a la imposición violenta del islam, lo cual es intolerable.
En todo momento el Papa cae en un esquematismo muy pobre, que pone en tela de juicio su reputación como teólogo. Constituye un grave error intelectual el asignar una determinada postura teológica única y caracterÃstica sobre las relaciones entre fe y razón, tanto al islam como al cristianismo. Que lo haga sobre el cristianismo es su elección, pero nada lo autoriza a decidir cual es la visión que ofrece el islam sobre la dualidad entre la fe y la razón. En realidad, se trata de un tema que ha sido objeto de múltiples debates en ambas religiones. Cualquier estudiante de la filosofÃa sabe que el tema de las relaciones entre razón y fe ha estado presente tanto en el mundo cristiano como musulmán. También sabe que estas discusiones se presentan en términos bastante similares, con influencias mutuas, notablemente en épocas de convivencia e intercambio. El propio Papa reconoce que han existido católicos que han afirmado a Dios como una Voluntad ciega, no sujeta a las limitaciones de la mente humana. Dar como propia del islam una visión negativa según la cual este serÃa contrario a la razón es falsear las cosas de forma interesada.
Son muchos los estudiosos occidentales que han afirmado que la sÃntesis presentada por el Papa como algo caracterÃstico del cristianismo vino a éste a través de las traducciones latinas de los filósofos musulmanes. No podemos obviar el hecho de que dentro de la cristiandad occidental la herencia filosófica griega fue objeto de persecuciones. Recordemos que el Emperador Justiniano cerró todas las escuelas filosóficas en el año 529, por considerar a la filosofÃa griega como contraria al cristianismo. La Academia de Atenas se trasladó a Persia, donde siguió activa durante varios siglos. En el islam esta sÃntesis entre el pensamiento griego y el contenido de la revelación se produjo poco después de la revelación coránica, a través del contacto con el mundo persa y sirio. Los musulmanes se dedicaron a la traducción al árabe de todo el legado filosófico de Grecia. Dice Henri Corbin, en su Historia de la filosofÃa islámica: “el islam recibe la herencia griega, y esta herencia la transmitirá a Occidente en el siglo XII”. En la Alta Edad Media, a los filósofos cristianos que reclamaban una sÃntesis como la que predica el Papa entre fe y razón se los acusaba de ser filo-musulmanes, encontrándonos con dos corrientes: la de los avicenistas y la de los averroÃstas. Benedicto XVI se refiere a Ibn Hazm para apoyar su tesis sobre el Dios del islam como pura arbitrariedad, pero podrÃa citar también a Avicena o Averroes para afirmar justo lo contrario. Una persona con tantos estudios como él debe haber oÃdo hablar de la influencia del pensamiento islámico sobre la escolástica latina, muy especialmente en Santo Tomás de Aquino.
Sorprende a un musulmán ver a un sacerdote católico acusar al islam de ser una religión contraria a la razón. Sorprende por el hecho de que desde hace siglos los teólogos musulmanes han resaltado la irracionalidad del cristianismo trinitario. El catolicismo ha sido criticado por situar como condición de la salvación la obligación de creer ciegamente en dogmas incomprensibles para la razón, como son la Trinidad, la Encarnación o la idea de que somos culpables de un pecado que no hemos cometido. Por no hablar del dogma de la infalibilidad del Papa, o del más moderno dogma de la Asunción de MarÃa.
Pasamos al último error, de carácter eminentemente teológico. El discurso del Papa en Ratisbona se enmarca en una concepción muy divulgada por el orientalismo, en la cual se destaca como propia del islam la concepción de un Dios ‘absolutamente trascendente’, sin otra relación con el hombre que la expresión de Su mandato, descendido en forma de Libro a través del profeta Muhámmad, que la paz sea con él. De ahà se derivarÃa una religión puramente legalista, en la cual la figura del profeta queda reducida a la del legislador y gobernante, que puede incluso imponer la Voluntad divina por la espada.
Nada de esto se corresponde a la concepción de la divinidad en el islam. En el Corán se constata la existencia de dos tipos de Nombres de Dios: los de Majestad o lejanÃa, y los de Belleza o cercanÃa. Los Nombres de Majestad corresponden a la trascendencia de Dios, al hecho de que Ãl es incomparable: no podemos asociar nada a la Realidad Ãnica. Los Nombres de Belleza corresponden a Su cercanÃa, a la inmanencia de Dios en las cosas. Como atributos de cercanÃa, decimos que Dios es el Misericordioso, el Compasivo, el Manso, la Paz, el Amoroso. Son Nombres que nos invitan a confiar en Ãl y a amarle. Dios es algo Ãntimo al hombre, quien puede captar su Presencia, un soplo de misericordia que todo lo recorre. Dice el Corán: “Dios está más cerca del hombre que su vena yugular”. También dice: “Miréis donde miréis, ahà está la Faz de Dios”. Dijo el profeta: “A Dios no lo abarcan ni los cielos ni la tierra, pero lo contiene el corazón del que se abre a Ãl”. La intimidad de los creyentes con Dios es el tesoro del islam, la ausencia de mediadores, de sacramentos y doctrinas que se interponen entre el creyente y su Señor. La negación radical de toda idolatrÃa.
Con esto queda patente que el comentario de Benedicto XVI desconoce las interioridades de la cosmologÃa coránica en cuanto a la concepción de la divinidad. En varios momentos el Papa hace suya la conclusión del Emperador bizantino Manuel II, según el cual: “No actuar razonablemente (con logos) es contrario a la naturaleza de Dios”, relacionándola a la idea de que tratar de imponer la fe es una actitud contraria a la razón. Esta frase, en el conjunto del discurso y situada a modo de conclusión, puede entenderse como una descalificación muy dura del islam, mucho más grave que las mentiras sobre la ‘guerra santa’. El Papa habla de ‘el Dios del islam’ como un ‘Dios que no actúa conforme a la razón’. Si el Dios del islam es diferente del Dios del cristianismo, y admitimos que solo hay un Dios, se concluye que el Papa piensa que el islam es una falsa religión, que no ha sido revelada por el verdadero Dios. Mucho me temo que esto refleja el verdadero pensamiento de Benedicto XVI sobre el islam, más allá del discurso oficialista de la Iglesia.
Ante esta lamentable conclusión, debemos afirmar que el Dios del islam y el del cristianismo es el mismo, el mismo Dios Ãnico del cual proceden todas las grandes religiones de la humanidad. La Realidad es una, y todos habitamos el mismo mundo, sometidos a las mismas condiciones eternas de la vida. Cualquier otra consideración conduce a rechazar o a minusvalorar al otro, lo cual no es una buena base para el diálogo interreligioso:
“Y no discutáis con los seguidores de revelaciones anteriores sino de la forma más amable —a no ser que sean de los que están empeñados en hacer el mal— y decid: ‘Creemos en lo que se ha hecho descender para nosotros, y también en lo que se ha hecho descender para vosotros: pues nuestro Dios y vuestro Dios es Uno sólo, y a Ãl nos sometemos’.” (Corán 29,46)
[1] Es notorio que el Papa desconoce la rica y compleja filosofÃa de ibn Hazm, a quien cita de tercera mano. El Papa se contenta con decir: “Khoury cita a Arnaldez, según el cual ibn Hazm llega al extremo de decir que Dios no esta obligado a revelarnos la verdad...” Nos sorprende que un intelectual de la talla de Benedicto XVI se contente con dar opiniones de tercera mano sobre un gran intelectual cordobés del siglo XI para fundamentar una crÃtica tan radical hacia el islam en su conjunto, y en un contexto tan delicado como el actual.
Fuente: webislam.com 17/09/2006
2006-09-21 18:54:48
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answer #4
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answered by playanchino2006 4
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Las declaraciones del Papa, que han desatado una avalancha de protestas en
el mundo musulmán, están apoyadas en un diálogo entre el emperador bizantino
Manuel II Paleólogo (1350-1425) y un persa recogido en la obra publicada en
los años 60 'Conversaciones con un musulmán, Séptimo coloquio', del teólogo
alemán de origen libanés Theodore Khoury.
(...)
"En el séptimo coloquio editado por el profesor Khoury, el emperador toca el
tema de la 'yihad' (...) de manera sorprendentemente brusca se dirige a su
interlocutor simplemente con la pregunta central sobre la relación entre
religión y violencia, en general, diciendo: 'Muéstrame también aquello que
Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e
inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él
predicaba'. El emperador explica así minuciosamente las razones por las
cuales la difusión de la fe mediante la violencia es algo irracional. La
violencia está en contraste con la naturaleza de Dios y la naturaleza del
alma. 'Dios no goza con la sangre; no actuar según la razón es contrario a
la naturaleza de Dios. La fe es fruto del alma, no del cuerpo. Por lo tanto,
quien quiere llevar a otra persona a la fe necesita la capacidad de hablar
bien y de razonar correctamente, y no recurrir a la violencia ni a las
amenazas... Para convencer a un alma razonable no hay que recurrir a los
músculos ni a instrumentos para golpear ni de ningún otro medio con el que
se pueda amenazar a una persona de muerte...'"
(...)
Yo creo que manifestarse contra estas declaraciones, es manifestarse en contra de la Paz y apoyar intrínsecamente el uso de fanáticos suicidas, la fuerza y demás medios ilegítimos para defender y propagar creencias.
Sería una increible paradoja que un Discurso que invitaba al diálogo, al uso de la RAZÓN en el desarrollo espiritual y advertía del contrasentido de la Violencia en la Religión, genere en algunos fanáticos religiosos (no todo el mundo musulmán es fanático) reacciones que desencadenen violencia.
Contribuyamos a la Paz y al uso de la Razón en nuestra espiritualidad. Demos una lección de Civilización
2006-09-21 12:29:50
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answer #5
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answered by Anonymous
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