DIOS ESTA EN MI Y CONMIGO, NO LE CONOCIA .AHORA ESTOY ENAMORADO DE EL , ES TAN BELLO QUE NO ME ALCANZARIA MIL MILLONES DE AÑOS PARA DESCRIBIR DE SU AMOR ,REVELACION ,SABIDURIA , INTELIGENCIA, CONSEJO , ENTENDIMIENTO , FUERZA , GRACIA ,GOZO ,FRUTO ABUNDANTE ,PROSPERIDAD. RIQUEZA ,PROTECCION , PASTOREO EFICAZ, CUIDADO , PROVICCION .SALUD , PAZ , FORTALEZA , REINO , PODER , RIQUEZA, HONOR , GLORIA , ELITE , JUSTICIA Y ESA ES LA UNICA RAZON PORQUE MURIO JESUCRISTO POR TODA LA HUMANIDAD PARA QUE SEA CORONADA DE ESTOS BENEFICIOS DE SU GRACIA INEFABLE.TE FELECITO.
2006-09-19 19:14:35
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answer #4
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answered by AGUILA REAL 3
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La incredulidad moderna... ¿deberÃa continuar la búsqueda?
“Los seres humanos ya no se interesan en Dios como acostumbraban hacerlo. Cada vez lo recuerdan menos en la vida cotidiana y al tomar decisiones. [...] Dios ha sido reemplazado por otros valores: los ingresos y la productividad. Puede que en otro tiempo se le considerara la fuente de significado para toda actividad humana, pero hoy ha sido relegado a lo recóndito y oscuro de la historia. [...] Dios ha desaparecido de la conciencia de los seres humanos.”—The Sources of Modern Atheism (Las fuentes del ateÃsmo moderno).
POCOS años atrás Dios todavÃa era parte importante de la vida de la gente del mundo occidental. Para ganarse aceptación social uno tenÃa que evidenciar que creÃa en Dios, aunque no todo el mundo pusiera en práctica sinceramente lo que afirmara creer. Uno guardaba para sÃ, discretamente, cualesquiera dudas o incertidumbres. Expresarlas en público serÃa escandaloso, algo que pudiera invitar la censura de otros.
2 Sin embargo, hoy es al revés. Para muchos, el que tiene fuertes convicciones religiosas es una persona de mente estrecha, dogmática, hasta fanática. En muchos paÃses vemos que predomina la indiferencia o la falta de interés en lo que respecta a Dios y la religión. La mayorÃa de la gente ya no busca a Dios, pues o no cree que exista o no está segura de ello. Algunos hasta han usado el término “era postcristiana” para describir nuestra época. Por lo tanto, tenemos que hacer algunas preguntas: ¿Cómo sucedió que la idea de Dios llegara a estar tan alejada de la vida de la gente? ¿Qué fuerzas produjeron este cambio? ¿Hay razones sólidas para seguir buscando a Dios?
Resultado inesperado de la Reforma
3 Como vimos en el capÃtulo 13, la Reforma protestante del siglo XVI causó un marcado cambio en la manera como la gente consideraba la autoridad, fuera religiosa o de otra Ãndole. La agresividad y la libertad de expresión tomaron el lugar de la conformidad y la sumisión. Aunque la mayorÃa de la gente permaneció dentro de la estructura de la religión tradicional, hubo personas que siguieron lÃneas de pensamiento más radicales y pusieron en tela de juicio los dogmas y las enseñanzas fundamentales de las iglesias establecidas. Otras, notando el papel que la religión habÃa desempeñado en las guerras, los sufrimientos y las injusticias a través de la historia, se hicieron escépticas en cuanto a la religión.
4 Aun allá en 1572 un informe titulado Discourse on the Present State of England (Discurso sobre el estado actual de Inglaterra) señaló: “El reino está dividido en tres partidos: los papistas, los ateos y los protestantes. Se favorece a los tres por igual: al primero y al segundo porque, puesto que son muchos, no nos atrevemos a causarles disgusto”. Según otro cálculo, habÃa 50.000 ateos en ParÃs en 1623, aunque el término no se usaba con todo rigor. De todos modos, está claro que la Reforma, en sus esfuerzos por librarse de la dominación de la autoridad papal, también abrió la puerta de actividad franca a los que desafiaban la posición de las religiones establecidas. Como lo declaran Will y Ariel Durant en The Story of Civilization: Part VII—The Age of Reason Begins (La historia de la civilización: Parte VII.—Empieza la era de la razón): “Los pensadores de Europa —la vanguardia del pensar europeo— ya no discutÃan sobre la autoridad del papa; debatÃan sobre la existencia de Dios”.
La ciencia y la filosofÃa atacan
5 A la fragmentación de la cristiandad por sà misma se añadieron otras fuerzas que debilitaban su posición. La ciencia, la filosofÃa, la tendencia hacia la indiferencia religiosa y el materialismo desempeñaron sus papeles en hacer surgir dudas y fomentar incredulidad respecto a Dios y la religión.
6 El aumento del conocimiento cientÃfico puso en tela de juicio muchas de las enseñanzas eclesiásticas basadas en interpretaciones erróneas de pasajes bÃblicos. Por ejemplo, descubrimientos astronómicos por hombres como Copérnico y Galileo presentaron un desafÃo directo a la doctrina geocéntrica (que afirmaba que la Tierra era el centro del universo) de la iglesia. Además, con el entendimiento de las leyes naturales que rigen el funcionamiento del mundo fÃsico, ya no fue necesario atribuir a la mano de Dios o la Providencia fenómenos que hasta entonces eran misteriosos, tales como el trueno y el relámpago, o hasta la aparición de ciertos astros y cometas. También empezó a sospecharse de los “milagros” y de la “intervención divina” en los asuntos humanos. De súbito, Dios y la religión les parecieron anticuados a muchos, y algunos de los que se consideraban al dÃa se apresuraron a volverle la espalda a Dios, y acudieron en tropel a adorar la vaca sagrada de la ciencia.
7 No hay duda de que el golpe más fuerte contra la religión fue la teorÃa de la evolución. En 1859 el naturalista inglés Carlos Darwin (1809-1882) publicó su obra Origen de las especies y presentó un desafÃo directo a la enseñanza bÃblica de un universo creado por Dios. ¿Cómo respondieron las iglesias? Al principio el clero de Inglaterra y de otros lugares denunció la teorÃa. Pero en poco tiempo la oposición empezó a desaparecer. Parece que las suposiciones de Darwin eran precisamente la excusa que buscaban algunos clérigos que en secreto habÃan tenido dudas. AsÃ, mientras aún vivÃa Darwin, “clérigos de pensamiento profundo y clara expresión lograron convencerse de que existÃa plena compatibilidad entre la evolución y un entendimiento iluminado de las escrituras”, dice The Encyclopedia of Religion. En vez de defender la Biblia, la cristiandad cedió a la presión de la opinión cientÃfica y siguió lo que era popular. Al hacer eso, socavó la fe en Dios. (2 Timoteo 4:3, 4.)
8 A medida que adelantó el siglo XIX, los crÃticos de la religión se hicieron más atrevidos en su ataque. Ya no se contentaban con señalar los fracasos de las iglesias; empezaron a cuestionar los fundamentos mismos de la religión. Plantearon preguntas como: ¿Qué es Dios? ¿Por qué se necesita a Dios? ¿Cómo ha afectado a la sociedad humana el creer en Dios? Hombres como Ludwig Feuerbach, Karl Marx, Sigmund Freud y Friedrich Nietzsche presentaron sus argumentos en términos filosóficos, sicológicos y sociológicos. TeorÃas como las de ‘Dios es sencillamente la proyección de la imaginación del hombre’, ‘La religión es el opio del pueblo’ y ‘Dios está muerto’ parecÃan novedosas y excitantes en comparación con los dogmas y tradiciones aburridos e ininteligibles de las iglesias. ParecÃa que finalmente muchos habÃan hallado una manera clara de expresar las dudas y sospechas que habÃan abrigado en su interior. De buena gana se apresuraron a aceptar aquellas ideas como la nueva verdad infalible.
El transigir fatal
9 ¿Qué hicieron las iglesias al verse bajo el ataque y escrutinio de la ciencia y la filosofÃa? No se declararon a favor de lo que la Biblia enseña, sino que cedieron a la presión y transigieron hasta en artÃculos de fe tan fundamentales como el de que todo ha sido creado por Dios y la autenticidad de la Biblia. ¿Qué resultado tuvo esto? Las iglesias de la cristiandad empezaron a perder credibilidad, y la fe de muchas personas decayó. El que las iglesias ni siquiera se defendieran abrió de par en par las puertas para que las masas de la humanidad salieran de ellas. Para muchos la religión pasó a ser solo una reliquia sociológica, algo para marcar los puntos importantes de la vida de uno: el nacimiento, el matrimonio y la muerte. Muchos abandonaron casi por completo la búsqueda del Dios verdadero.
10 En vista de todo esto, es lógico preguntar: ¿Será cierto que la ciencia y la filosofÃa han condenado a muerte el creer en Dios? ¿Significa el fracaso de las iglesias el fracaso de lo que supuestamente enseñan, a saber, la Biblia? En otras palabras: ¿DeberÃa continuar la búsqueda? Examinemos brevemente estas cuestiones.
Base para creer en Dios
11 Se ha dicho que hay dos libros que nos hablan de la existencia de Dios: el “libro” de la creación, o la naturaleza que nos rodea, y la Biblia. Estos han sido la base para que millones de personas, en el pasado y en el presente, crean en Dios. Por ejemplo, un rey del siglo XI a.E.C., impresionado por lo que observaba en los cielos estrellados, dijo en poesÃa: “Los cielos están declarando la gloria de Dios; y de la obra de sus manos la expansión está informando”. (Salmo 19:1.) En el siglo **, ante la vista espectacular que le presentaba la Tierra al observarla desde su vehÃculo espacial mientras este giraba alrededor de la Luna, un astronauta se sintió impulsado a recitar: “En el principio Dios creó el cielo y la tierra”. (Génesis 1:1, KJ.)
12 Sin embargo, estos dos libros están bajo ataque por los que afirman que no creen en Dios. Estas personas dicen que la investigación cientÃfica del mundo que nos rodea ha probado que la vida llegó a existir, no por creación inteligente, sino por el azar ciego y el proceso fortuito de evolución. Alegan, pues, que no ha habido Creador alguno, y que, por consiguiente, de nada vale hablar de Dios. Además, para muchos de ellos la Biblia sencillamente es anticuada e ilógica, y, por lo tanto, no merece que se crea en ella. Como se ve, para ellos ya no hay base para creer en la existencia de Dios. ¿Es verdad todo eso? ¿Qué muestra la realidad?
¿Por azar, o por diseño?
13 Si no ha habido Creador, entonces la vida tiene que haber empezado espontáneamente por casualidad. Para que la vida hubiera surgido asÃ, de alguna manera las sustancias quÃmicas apropiadas tendrÃan que haberse juntado en las cantidades debidas, bajo la temperatura y la presión apropiadas —además de otros factores controladores—, y todo tendrÃa que haberse mantenido asà por la cantidad correcta de tiempo. Además, para que la vida hubiera empezado y se hubiera sostenido en la Tierra, estos acontecimientos al azar tendrÃan que haberse repetido miles de veces. Pero ¿cuán probable es que tuviera lugar siquiera uno de estos sucesos?
14 Los evolucionistas confiesan que la probabilidad de que los átomos y las moléculas apropiadas se juntaran debidamente para formar tan solo una molécula proteÃnica sencilla es de 1 en 10113, es decir, 1 seguido de 113 ceros. ¡Ese número es mayor que la cantidad total de átomos que se calculan para todo el universo! Los matemáticos consideran que cualquier suceso que tenga una probabilidad de ocurrir de menos de 1 en 1050 nunca sucede. Pero para la vida se necesita mucho más que simplemente una molécula de proteÃna. Tan solo para que una célula se mantenga activa se necesitan 2.000 diferentes proteÃnas, ¡y la probabilidad de que todas ellas se presenten al azar es de solo 1 en 1040.000! “A no ser que uno se deje dominar por el prejuicio, sea debido a creencias sociales o debido a educación cientÃfica, de modo que acepte la convicción de que la vida se originó [espontáneamente] en la Tierra, este simple cálculo desestima tal idea completamente”, dice el astrónomo Fred Hoyle.
15 Por otra parte, por su estudio del mundo fÃsico —desde las diminutas partÃculas subatómicas hasta las enormes galaxias— los cientÃficos han descubierto que parece que todos los fenómenos naturales conocidos siguen ciertas leyes fundamentales. En otras palabras, han descubierto lógica y orden en todo lo que sucede en el universo, y han podido expresar esta lógica y orden en términos matemáticos sencillos. “Pocos son los cientÃficos a quienes no impresiona la casi irrazonable sencillez y elegancia de estas leyes”, escribe un profesor de fÃsica, Paul Davies, en la revista New Scientist.
16 Sin embargo, un hecho muy interesante sobre estas leyes es que en ellas hay ciertos factores cuyo valor tiene que estar fijado con precisión para que sea posible la existencia del universo como lo conocemos. Entre estas constantes fundamentales están la unidad de carga eléctrica del protón, las masas de ciertas partÃculas elementales y la constante universal de gravitación descubierta por Newton, comúnmente denotada por la letra G. Sobre esto, el profesor Davies continúa expresándose asÃ: “La más mÃnima variación en los valores de algunas de ellas alterarÃan drásticamente la apariencia del Universo. Por ejemplo, Freeman Dyson ha indicado que si la fuerza entre los nucleones (protones y neutrones) fuera más fuerte por un porcentaje pequeño, el Universo carecerÃa de hidrógeno. No podrÃan existir estrellas como el Sol, y lo mismo se dirÃa del agua. La vida —por lo menos como la conocemos— serÃa imposible. Brandon Carter ha mostrado que cambios mucho menores en G harÃan que todas las estrellas fueran o gigantes azules o enanas rojas, lo cual también tendrÃa consecuencias desastrosas para la vida”. Por eso Davies llega a la siguiente conclusión: “Siendo esto asÃ, se puede concebir que solo un Universo como el que conocemos pudiera ser posible. Si esa es la realidad, resulta notable la idea de que nuestra propia existencia de seres conscientes sea consecuencia ineludible de la lógica”. (Cursivas nuestras.)
17 ¿Qué hemos de deducir de todo esto? Primero, que si el universo está gobernado por leyes, entonces tiene que existir un legislador inteligente que haya formulado o establecido las leyes. Además, puesto que parece que las leyes que rigen el funcionamiento del universo se hicieron pensando en que hubiera vida y las condiciones favorables para sostenerla, claramente hay propósito implicado. Diseño y propósito... estas no son caracterÃsticas del azar ciego; son precisamente lo que un Creador inteligente manifestarÃa. Y eso es exactamente lo que la Biblia indica cuando declara: “Lo que puede conocerse acerca de Dios está entre ellos manifiesto, porque Dios se lo ha puesto de manifiesto. Porque las cualidades invisibles de él se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad”. (Romanos 1:19, 20; IsaÃas 45:18; JeremÃas 10:12.)
Abundante evidencia en lo que nos rodea
18 Por supuesto, se ve propósito y diseño no solo en el funcionamiento ordenado del universo, sino también en el comportamiento de las criaturas vivientes, tanto las simples como las complejas, en sus actividades diarias, asà como por la interacción de unas con otras y con el ambiente. Por ejemplo, casi toda parte de nuestro cuerpo humano —el cerebro, el ojo, el oÃdo, la mano— muestra diseño tan intrincado que la ciencia moderna no puede explicarlo a plenitud. Y considere el mundo animal y el mundo vegetal. El viaje migratorio anual de ciertas aves sobre miles de kilómetros de tierra y mar, el proceso de fotosÃntesis en las plantas, el desarrollo de un solo óvulo fertilizado en un organismo complejo, compuesto de millones de células diferenciadas y con funciones especializadas —solo para dar unos cuantos ejemplos—; todo esto es prueba sobresaliente de diseño e inteligencia.
19 No obstante, algunos presentan el argumento de que el conocimiento creciente de la ciencia ha suministrado explicaciones para muchas de estas hazañas. Es verdad que la ciencia ha explicado hasta cierto grado muchas cosas que antes eran un misterio. Pero el que un niño descubra cómo funciona un reloj no prueba que el reloj no fuera diseñado ni hecho por nadie. De igual manera, el que entendamos el maravilloso funcionamiento de muchos fenómenos del mundo fÃsico no prueba que no haya un diseñador inteligente tras ellos. Al contrario, mientras más aprendemos del mundo que nos rodea, más prueba tenemos de que existe un Creador inteligente, Dios. Por eso, con mente razonable podemos concordar con el salmista que reconoció lo siguiente: “¡Cuántas son tus obras, oh Jehová! Con sabidurÃa las has hecho todas. La tierra está llena de tus producciones”. (Salmo 104:24.)
La Biblia... ¿puede usted creer en ella?
20 Con todo, el creer en la existencia de Dios no es suficiente para mover a la gente a buscarlo. Actualmente hay millones de personas que no han abandonado toda creencia en Dios, pero eso no las ha impulsado a buscarlo. El encuestador estadounidense George Gallup, hijo, dice que “en lo referente a hacer trampas, evadir el pago de los impuestos y robar no se ve mucha diferencia entre los que pertenecen a las iglesias y los que no, principalmente porque hay muchÃsima religión social”. Añade que “muchos sencillamente componen para sà una religión que les es cómoda y los complace y no necesariamente los estimula a acción. Alguien la ha llamado religión a la carta. Esa es la debilidad central del cristianismo en este paÃs [E.U.A.] hoy: No hay solidez de creencia”.
21 Esa “debilidad central” se debe principalmente a falta de conocimiento y de fe en la Biblia. Pero ¿qué base hay para creer en la Biblia? Ante todo debe notarse que la historia probablemente no conoce otro libro que haya sido más injustamente criticado, insultado, odiado ni atacado que la Biblia. Sin embargo, ha sobrevivido a todo eso y ha resultado ser el libro más ampliamente traducido y distribuido de que se sabe. BastarÃa con eso para que la Biblia fuera un libro sobresaliente. Pero hay abundante prueba, evidencia convincente, de que la Biblia es un libro inspirado por Dios y digno de que creamos en él. (Véase el recuadro de las páginas 340, 341.)
22 Aunque mucha gente ha tendido a suponer que la Biblia no es cientÃfica, que se contradice y que es anticuada, lo que los hechos demuestran es diferente. Lo singular de su autorÃa, su exactitud histórica y cientÃfica y sus profecÃas infalibles llevan a una sola conclusión inevitable: La Biblia es la Palabra inspirada de Dios. Como lo expresó el apóstol Pablo: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa”. (2 Timoteo 3:16.)
Cómo hacer frente a la incredulidad
23 Después de considerar la prueba que presentan el libro de la creación y la Biblia, ¿a qué conclusión podemos llegar? Sencillamente a esta: Estos libros son tan válidos hoy como siempre lo han sido. Cuando estamos dispuestos a investigar el asunto objetivamente, más bien que dejar que nos afecten ideas preconcebidas, hallamos que cualquier objeción puede vencerse de manera razonable. Hay respuestas, pero tenemos que estar dispuestos a buscarlas. Jesús dijo: “Sigan buscando, y hallarán”. (Mateo 7:7; Hechos 17:11.)
24 En fin de cuentas la mayorÃa de los que han dejado de buscar a Dios no lo han hecho porque hayan examinado por sà mismos cuidadosamente la prueba y hayan descubierto que la Biblia no sea veraz. Más bien, muchas de esas personas se han apartado porque la cristiandad no ha presentado al verdadero Dios de la Biblia. Como dijo el escritor francés P. Valadier: “Fue la tradición cristiana la que produjo como fruto el ateÃsmo; llevó al asesinato de Dios en la conciencia de los hombres al poner ante ellos un Dios en quien no se podÃa creer”. Sea eso asà o no, nos consuelan las palabras del apóstol Pablo: “¿Cuál, pues, es el caso? Si algunos no expresaron fe, ¿acaso su falta de fe hará sin efecto la fidelidad de Dios? ¡Jamás suceda eso! Más bien, sea Dios hallado veraz, aunque todo hombre sea hallado mentiroso”. (Romanos 3:3, 4.) SÃ, con toda razón podemos continuar la búsqueda del Dios verdadero. En los capÃtulos restantes de este libro veremos que esa búsqueda se ha completado con éxito, y lo que le espera en el futuro a la humanidad.
2006-09-20 07:18:27
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answer #9
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answered by S/N 2
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