Evidentemente, no podrÃa ser de otro modo: Como grandes creadores de criaturas mÃticas que eran, al Dragón lo inventaron los griegos. También le dieron nombre: drakö, aunque preferÃan llamarlo dercein. Asà llamaron Hesiodo y Estrabón a las serpientes gigantes que vivÃan en los confines del mundo, reptiles que poseÃan en ocasiones rasgos de otros seres: cabeza de caballo, alas laterales de murciélago, garras de águila...
Apolo, ese dios repelente y marcadamente homosexual (por no decir abiertamente maricón), tuvo el dudoso honor de inaugurar la galerÃa de matadragones pasándose por la piedra a la pobre Pitón, la Dragona/serpiente a la que se le rendÃa culto en Delfos. Convenientemente reeducadas, las sacerdotisas, las Pitias, seguirán masticando laurel y farfullando las predicciones sagradas durante toda la antigüedad, eso sÃ, ya bajo la advocación de Febo Apolo. Robert Graves (en su estudio "La Diosa Blanca") señala el hecho como la lucha entre una diosa femenina, terrestre, y un dios macho (aunque sea poco) que "purifica" el culto y somete a las sacerdotisas. La vieja lucha del paso del Matriarcado al Patriarcado... Bien pudiera ser que la serpiente gigante fuera una de las representaciones de la arcaica diosa madre griega, si se tiene en cuenta que Homero describe en la Iliada el escudo de Agamenón con "un dragón tricéfalo de color azul". Por lo menos sospechoso, si tenemos en cuenta que ese mismo Agamenón sobrevivirá a diez años de guerra en Troya para morir ejecutado ritualmente por su mujer, Climmenestra, con un hacha de doble filo... La ejecución que los cultos matrialcales neolÃticos reservaban a los jefes-guerreros cuando se les terminaba el tiempo de mandato (no fuera a ser que se lo creyeran demasiado). Por cierto, solÃan ser ocho años, y hay quien dice que el ajedrez no deja de ser una representación simbólica del asesinato de ese rey...
Perdonen el off topic... ¿Dragones, no? Bien, vuelvo...
Sea como fuere, el dercein no era demasiado querido por los héroes griegos de la época clásica. De hecho, si leemos los mitos, parece que masacrarlos fue durante un tiempo deporte olÃmpico: Herakles, Cadmo, Perseo, todos en algún momento se enfrentaron a algún dragón, normalmente en horas de trabajo del pobre bicho, mientras se kurraba el custodiar unas manzanitas de oro, o una princesita, o lo que fuera menester. Que ser guardián era lo suyo, y de ahà su nombre. Pues en griego clásico, dercein significa ver.
Nuestro querido bicho tuvo mejor suerte con los romanos. Lo llamaron draco –önem, tomando su nombre menos utilizado, que seguramente les gustarÃa más. Lo convirtieron en insignia militar: Un dragón era la enseña de una cohorte (500 hombres, la décima parte de una legión, que, por cierto, usaba como emblema un águila... de nada) Los portadores de las enseñas del dragón recibÃan el nombre de draconarius. El primero de los muchos dragones de dos patas. Luego volveremos sobre eso.
Hasta un tipo normalmente tan serio como Plinio se permitió un par de anécdotas sobre los dragones: Asà pues, gracias a él sabemos que en verano al dragón le apetece la sangre del elefante, que es muy frÃa: Lo ataca, se le enrosca, le clava los dientes, lo mata. Por desgracia, al morir el elefante rueda por tierra, aplastando al Dragón...
¿Qué quieren que les diga? Prefiero una cervecita, a ser posible en jarra helada...
Siempre según Plinio, los dragones, además de inventar el refresco, inventaron el turismo: en EtiopÃa cuatro o cinco dragones se ponÃan de acuerdo para atravesar el Mar Rojo rumbo a Arabia, abrazándose y formando con sus cuerpos... ¡una especie de embarcación que flota! (Y luego dicen que los jugadores de rol tenemos demasiada imaginación)
Pero para los romanos, el dragón también era fuente de remedios entre medicinales y mágicos: sus ojos, secados y batidos con miel, eran linimento eficacÃsimo contra las pesadillas; con la grasa de su corazón, guardada en la piel de una gacela y atada al brazo con los tendones de un ciervo se creaba un talismán infalible en los litigios judiciales. Un collar de dientes de dragón volvÃa indulgente al amo y gracioso al rey. Y los ingredientes de una poción que hacÃa invencible a quien la tomase eran el pelo y la médula del león, la espuma de un caballo ganador en una carrera, las uñas de un perro y, por supuesto, los sesos de un dragón...
Hay constancia que estos remedios se vendÃan en la Roma de los Césares. No me pregunten a mà sobre la autenticidad de los ingredientes.
Los Bizantinos, herederos de los romanos en muchos aspectos, crearon una simbologÃa propia para el dragón: Lo consideraron sÃmbolo del Caos, de calamidades públicas como la enfermedad o el hambre. Por ello lo representaban alegóricamente, siendo vencido por un centurión. La Civilización venciendo a la Barbarie...
Esta alegorÃa bizantina tuvo dos herederos directos iconográficamente hablando: los bárbaros se quedaron con la copla que les interesó, en concreto la idea de que los dragones daban miedo. Los nórdicos que se iban de viking (léase saqueo y masacre) al sur cuando la cosecha ya estaba recogida pintaban dragones en sus escudos y esculpÃan cabezas de dragón en las proas de sus naves. Dragones habÃa en los estandartes de Inglaterra, de Gales, de Escocia... Dragones blancos para los sajones, rojos para los bretones y normandos. Valor para los nuestros, terror para nuestros enemigos. Como se dice en el romance de Athis: Ce sudoient Romains porter / ce nous fait moult à redouter... (lo que viene a decir, en traducción libre, que si lo usaban los romanos, por algo serÃa)
El otro alumno aventajado que se aprendió la lección bizantina fue, evidentemente, el cristianismo. Religión masculina (hasta podrÃamos decir que razonablemente machista), heredera del judaismo (más machismo todavÃa), ya habÃan tenido sus más y sus menos con la Serpiente (¿De nuevo el culto femenino a la tierra?). Y claro, una culebrita no da mucho miedo... Pero un Dragón... es otra cosa. Asà que retomaron la imagen del centurión y del dragón, llamaron al centurión San Jorge (o Arcángel San Miguel, lo que haga falta) y al pobre Dragón... pues eso, Lucifer, Satanás, Demonio... La identificación del Dragón con la Bestia del Apocalipsis de San Juan es ya evidente en tiempos de San AgustÃn: "... el diablo es león y dragón: león por el Ãmpetu, dragón por la insidia..." Los artistas medievales se encargarán de plasmar mil y un dragones en las gárgolas de las catedrales, en los torturados capiteles de los claustros, en los enfermizos Bestiarios, Libros de Horas y Beatos. Reptiles a menudo negros, ya con cola de serpiente, alas de murciélago, garras de león, a veces patas de águila y aguijón de escorpión. Pero no se confÃen, que como bestia maligna que es, a veces cambia, y lo vemos con cabeza femenina y larga cabellera (¿otra vez la vieja analogÃa mal=serpiente=mujer?)
Guardián, curiosidad, alegorÃa, bestia del mal... el último estadio en el que acabó nuestro pobre dragón fue el del mito. Cuando pasa de moda su imagen de bestia infernal, es cada vez menos creÃble como criatura posiblemente real. Posiblemente, el último en tratar a los dragones desde un punto de vista cientÃfico es Conrad Gesner en su Historia Animalium (mediados siglo XVI)
En Asia, el mito del dragón evolucionó de manera distinta. En China al dragón se le llama Lung, y por lo demás su iconografÃa es inquietantemente parecida a la occidental: cuerpo de serpiente, alas, grandes garras, cuernos y colmillos... Es un animal muy sabio, relacionado con el cielo y los fenómenos atmosféricos, en especial la lluvia. Se convirtió en el protector del imperio: El trono del emperador era el trono del Dragón; su cara, el Rostro del Dragón. Y cuando morÃa, se decÃa que subÃa al cielo a lomos de un dragón.
HabÃa dragones malvados. A veces, intentaban devorar el sol. Y los campesinos, al ver un eclipse, empezaban a gritar y a hacer ruido, para asustar al Dragón malo. Siempre lo conseguÃan, menos mal. De todos modos, hasta un niño podrÃa domar un Dragón chino: Solamente hay que apoderarse de la perla que lleva consigo, en la que está todo su poder... Se volverá inofensivo si se la quitan. Muchas tradiciones, sin embargo, dicen que los dragones, astutos ellos, suelen tragársela. Que no es plan de poner las cosas fáciles...
Cualquier texto sobre dragones quedarÃa cojo si no citara a Borges. El argentino exquisito, fabulador y razonablemente coñón los describió deliciosamente en su obra "El libro de los Seres Imaginarios" (haciendo más referencia al dragón oriental que al occidental, como se verá:
Según Borges, en el dragón hay nueve semblanzas: sus cuernos se parecen a los del ciervo, su cabeza a la del camello, sus ojos a los de un demonio, su cuello al de la serpiente, su vientre al de un molusco, sus escamas a las de un pez, sus garras a las del águila, las plantas de sus pies a las del tigre, y sus orejas a las del buey. Algunos hay que en lugar de orejas tienen cuernos, pero oyen bien, posiblemente a través de éstos. Sus huesos, dientes y saliva tienen virtudes medicinales. Puede ser visible o invisible a voluntad. En la Primavera sube a los cielos, en Otoño se sumerge en el mar. Hay Dragones Celestiales, que llevan en sus lomos los palacios de los dioses; Dragones Divinos, que rigen los vientos y las lluvias; Dragones Terrestres, protectores de arroyos y rÃos y Dragones Subterráneos, guardianes de tesoros...
Con todo, como ya se apuntó más atrás, los dragones más peligrosos siempre han sido los de dos patas. Con el nombre de dragón se bautizó al soldado de caballerÃa armado también con arma de fuego. Dragones fueron (por citar un único ejemplo) los protagonistas de las Dragonadas, las persecuciones llevadas a cabo contra los calvinistas franceses durante el reinado de Luis XIV: se arrastró a las gentes por los cabellos hasta los templos católicos, se les colocaron yugos como si fueran bueyes, se derribaron sus templos y se expulsó de Francia a los que, a pesar de todo esto, no se convirtieron... Y claro, sin "ninguna razón" todo terminó en una sangrienta revuelta. , la rebelión de los camisardos en julio de 1702...
2006-09-18 20:07:58
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answer #2
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answered by Zarina 6
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El Dragón, según las leyendas, es un monstruo en forma de reptil, de las leyendas y la mitología orientales, parecido al cocodrilo y al que se representa con alas, garras grandes, cola de serpiente y aliento de fuego.
En el antiguo Oriente Próximo, el dragón simbolizaba el mal y la destrucción. Esta idea se encuentra, por ejemplo, en Enuma Elisha, epopeya mesopotámica escrita hacia 2000 a.C. Uno de los protagonistas de la leyenda es la diosa Tiamat, dragón que personifica los océanos y comanda las hordas del caos y cuya destrucción era condición previa para crear un universo ordenado.
Según los egipcios, Apohis, el dragón de la oscuridad, era expulsado cada mañana por Ra, el dios sol.
En las Sagradas Escrituras hebreas, el dragón representa la muerte y el mal.
Los cristianos heredaron la idea hebrea del dragón que aparece en la principal literatura terrorífica de la Biblia, sobre todo en el Apocalipsis, y en otras tradiciones posteriores.
En el arte cristiano, el dragón simboliza el pecado y como tal aparece aplastado bajo el pie de santos y mártires simbolizando el triunfo de los cristianos sobre el pecado y, por lo tanto, sobre el paganismo. La leyenda de san Jorge y el dragón ilustra este significado.
En la mitología clásica, se asocia el dragón con un guardián. El de Ladon protege las manzanas de oro en el jardín de las Hespérides, papel que reaparece en los romances medievales, donde los dragones custodian, con frecuencia, doncellas cautivas.
Los griegos y los romanos creían que eran capaces de entender, y transmitir a los mortales, los misterios del mundo.
Ambos aspectos del dragón, tanto el favorable como el que inspira terror, se entremezclan en el folclore de las tribus paganas del norte de Europa. En el Cantar de los Nibelungos, Sigfrido mata a un dragón y se hace invulnerable al untarse su sangre por el cuerpo.
Los antiguos escandinavos adornaban la proa de sus naves esculpiéndolas en forma de dragón.
Entre los conquistadores celtas de Bretaña era un emblema heráldico, símbolo de la soberanía, y durante la ocupación romana del siglo I a.C. se convirtió en un estandarte militar. También aparece en los escudos de las tribus teutonas que más tarde invadieron Bretaña y, hasta el siglo XVI, se veía en los estandartes de batalla de los reyes ingleses. Forma parte del escudo de armas de muchas casas nobiliarias europeas.
En la mitología de varios países orientales, sobre todo en China y Japón, el dragón representa el poder espiritual supremo y es el símbolo más antiguo y más ubicuo del arte oriental. Los dragones representan el poder terrenal y celestial, el conocimiento y la fuerza. Viven en el agua y proporcionan salud y buena suerte y, según la creencia china, traen la lluvia para las cosechas. El dragón de los tradicionales desfiles chinos de Año Nuevo repele los malos espíritus que podrían echar a perder el año que se inicia. El dragón de cinco garras se convirtió en el emblema imperial chino; el de cuatro es el dragón normal, y el japonés tiene tres garras.
En la mitología hindú, Indra, dios del cielo y de la lluvia, mata a Vitra, dragón de las aguas, para liberar a la lluvia.
2006-09-18 19:38:51
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answer #5
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answered by Laurabeatriz 4
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El dragón (del latín draco y este del griego drakon, "víbora" o "serpiente") es un animal mitológico que aparece en diversas culturas en todo el mundo. Se le representa como una gran serpiente o lagarto escamado (o emplumado en América), provisto de alas de murciélago, y que escupe fuego por la boca.
Los dragones chinos (o Longs), los japoneses (o Ryûs) y los coreanos son vistos generalmente como benévolos (en el Himalaya representan la buena suerte), mientras que los dragones europeos son generalmente malévolos. Sin embargo, los dragones malévolos no están restringidos a Europa y ocurren también en la mitología persa, tal es el caso del Azi Dahaka y en otras culturas también pueden encontrarse dragones malévolos. Entre los romanos, el dragón era considerado un símbolo de poder y sabiduría.
La mitología germana incluye al dragón entre las fuerzas del inframundo. Se alimenta de las raíces de Yggdrasil, el fresno sagrado en el que moran los dioses. Para los celtas, el dragón era una divinidad de los bosques, cuya fuerza podía ser controlada y utilizada por los magos. Entre los celtas de Britania fue símbolo de soberanía, y durante la ocupación romana de la isla adornó los estandartes de guerra. Para la mitología eslava, el dragón era una de las formas que adoptaba el dios Veles, señor del Mundo Subterráneo, adversario de Perún, dios del trueno.
En el simbolismo medieval los dragones eran a menudo representaciones de la apostasía, la herejía y la traición, pero también de cólera y envidia, y presagiaban grandes calamidades. Varias veces significaban la decadencia y la opresión, aunque sirvieron también como símbolos para la independencia, el liderazgo y la fuerza. Los colores a menudo determinaron el simbolismo que un dragón tenía. En la pauta del viaje del héroe, los dragones representaron el temor. Muchos dragones se presentan también como la encarnación de la sabiduría, por lo que en esas tradiciones matar a uno de ellos no sólo daba acceso a sus riquezas sino también significaba que el caballero había vencido a la más astuta de las criaturas.
Para el cristianismo, que lo vincula con el mal en el Apocalipsis, de San Juan, el dragón aparece vencido por la fe, en la figura de San Jorge, durante el Medievo.
Los dragones a menudo pasan por tener significado espiritual mayor en varias religiones y culturas del mundo. En muchas culturas orientales los dragones eran, y en algunos cultos son todavía, reverenciados como representantes de las fuerzas primitivas de la naturaleza y el Universo.
2006-09-18 19:32:14
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answer #6
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answered by María L 4
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