Siempre sentí la necesidad de comprender aquello en lo que creo, lo que mis padres me enseñaron, no todo el tiempo fue para mí convincente. Hubo muchas ocasiones que rechazé de plano todas sus propuestas y las de la Iglesia, indagé en otros credos religiosos, en otras filosofías, etc. Sin embargo, pasaron más de veinte años para que me diera cuenta de que todas estas posturas eran insuficientes. Es qué la vida tiene que ser así? Para esto fuímos arrojados al mundo? Tiene que haber algo más...
Retomé el amor, la caridad, sentía la necesidad de ayudar y encontré lugar en la Iglesia católica, aunque no era practicante. Empecé a sentir alegría en el servicio y se renovaron entusiasmos primigenios, unos que parecían surgir de mi niñez y de mis sueños de inmortalidad y trascendencia.
Inicié estudios en teología, voy por mi segundo año, lo que allí he aprendido ha sido revelador, la Iglesia es sumamente consistente en todos sus argumentos, es más, nos exige serlo en todos los aspectos de nuestra vida, para que así podamos dar cuenta de nuestra fe y razón de nuestra esperanza a todo aquél que no cree.
Con los recursos teológicos, pedagógicos, pastorales que he adquirido mi trabajo comunitario es extenso y promete serlo aún más. Mi espiritualidad, es decir, mi relación con Dios es de intimidad, ya no es un Dios lejano, tan proximo como mi perrito que está al lado mío. Vivo en comunidad, es lo primordial, mi relación con las personas se ha renovado y ampliado en tolerancia y solidaridad, la salvación es comunión; aún con aquellos que no creen como yo, ardientemente trabajo en ello.
Creo en Cristo y amo a la Iglesia porque la conozco en su intimidad humana y divina, nada de lo que de ella se diga, ni nada de lo que los hombres desde ella hagan puede disminuir esta confianza.
Busco, como mi Iglesia, establecer contacto fraternal con personas de otras religiones o aún no creyentes.
No rechazo a nadie por ningún motivo -tal vez sí, si huele mal- me hago a un ladito con discreción.
Mi salud mental y física reflejan el accionar de la gracia.
En fin, no sólo me recuperé a mi misma, sino que adquirí, por el hecho de adherir libremente mi inteligencia y voluntad a la verdad que ha revelado Cristo en la Iglesia y que me hala a la trascendencia, el universo entero, la bondad, la seguridad, la fortaleza en circunstancias difíciles, la alegría por vivir...
Se desvanecieron, la duda, el temor a la muerte, la culpa, la carencia afectiva, la soledad...
He conocido el amor absoluto e incondicional.
Eso me impele a gratitud y a cumplir con todas las exigencias de mi credo religioso y como San Agustín dijo: "Ama y haz lo que quieras", porque desde el amor tus acciones tienen garantía de virtud (prudencia, justicia, fortaleza, templanza), cómo no hacerlo, si de ello he recuperado la salud?.
En este momento de mi vida hago todo lo que quiero hacer, es para mi una delicia y no constituye ninguna negación de mi individualidad, al contrario, la afirma y le da valor.
Es mi camino de plenificación como ser humano.
2006-09-14 10:48:55
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answer #8
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answered by Totús de Kaa- homemade 5
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