El embrollo palestino (IV)
WASHINGTON
Las últimas elecciones palestinas han complicado la situación, aunque muchos pensamos que la han vuelto más diáfana. Estas elecciones fueron ganadas de manera impecable por el grupo fundamentalista Hamas. Para conocer la ideologÃa que lo sustenta, es obligatorio conocer su Pacto. Constituye una guÃa también impecable, ya que este tipo de organizaciones no anda con vueltas: dice lo que piensa y hace lo que dice. No nos perdamos algunas citas elocuentes. En el preámbulo afirma: "Israel existirá y continuará existiendo hasta que el islam lo destruya, tal como destruyó a otros en el pasado".
"El Movimiento de Resistencia Islámico (Hamas) es un movimiento cuya alianza es con Alá y cuya forma de vida es el islam. Su objetivo es izar el estandarte de Alá sobre cada porción del suelo palestino" (artÃculo 6). El artÃculo 7 expresa su ardiente antisemitismo: "El DÃa del Juicio Final no llegará hasta que los musulmanes se enfrenten a los judÃos y los maten a todos. Entonces, los judÃos se esconderán detrás de las rocas y de los árboles, y las rocas y los árboles gritarán: «¡Oh, musulmán, hay un judÃo escondido detrás de mÃ! ¡Ven y mátalo!»".
El artÃculo 22 es extenso, pero ofrece evidencias de su inspiración en los libelos que, a su vez, inspiraron el Mein Kampf, de Adolf Hitler. Reúne todas las calumnias que diferentes tendencias inventaron sobre los judÃos. También manifiesta su alucinante carácter reaccionario. "Los judÃos han conspirado contra nosotros durante mucho tiempo y han acumulado grandes riquezas materiales y gran influencia. Con su dinero, tomaron el control de los medios. Con su dinero, provocaron revoluciones en distintas partes del mundo. Estuvieron detrás de la Revolución Francesa, de la revolución comunista y de la mayorÃa de las revoluciones. Con su dinero, crearon organizaciones secretas –tales como los masones, el Rotary Club y el Club de Leones–, que se están diseminando por el mundo con el fin de destruir sociedades y llevar a cabo los intereses sionistas. Estuvieron detrás de la Primera Guerra Mundial y crearon la Liga de las Naciones por medio de la cual podÃan gobernar el mundo. Estuvieron detrás de la Segunda Guerra Mundial, por medio de la cual lograron enormes ganancias financieras. No hay ninguna guerra en ningún lugar del mundo en la que ellos no intervengan".
Quienes suponen que Hamas se conforma con un Estado palestino que permita alguna coexistencia con Israel debe fijarse en el artÃculo 11: "La tierra de toda Palestina es un waqf islámico [posesión sagrada del islam] consagrado para futuras generaciones islámicas hasta el DÃa del Juicio Final. Nadie puede renunciar a esta tierra ni abandonar ninguna parte de ella".
Los ideales de un Estado árabe palestino, democrático y pluralista, donde tengan derechos no sólo los judÃos, sino también los cristianos, quedan destruidos por el categórico artÃculo 13: "Palestina es tierra islámica. Esto es un hecho".
La guerra es orlada con febril exaltación; el artÃculo 33 borra cualquier duda: "Las filas se cerrarán, los luchadores se unirán con otros luchadores y las masas de todo el mundo islámico acudirán al llamado del deber proclamando en voz alta: ¡Viva la jihad! Este grito llegará a los cielos y seguirá resonando hasta que se alcance la liberación, los invasores hayan sido derrotados y logremos la victoria de Alá".
No deja espacio para las iniciativas de paz, que son condenadas en otra parte del feroz artÃculo 13: "Las iniciativas de paz y las supuestas soluciones pacÃficas, asà como las conferencias internacionales, se contradicen con los principios de Hamas. Esas conferencias son un inaceptable medio para designar árbitros de las tierras del islam a los infieles. No hay solución sin la jihad. Las iniciativas, las propuestas y las conferencias internacionales de paz son una pérdida de tiempo".
La demonización del sionismo (nacionalismo israelÃ) permanece anclado en centenarios mitos paranoicos, cuya fuente falsa y venenosa no tiene pudor en revelar, como lo ilustra el artÃculo 32: "La confabulación del sionismo no tiene fin; después de Palestina querrán expandirse desde el Nilo hasta el rÃo Eufrates. Cuando hayan terminado de digerir el área sobre la que hayan puesto sus manos, codiciarán más espacio. Su plan ha sido diseñado por los Protocolos de los Sabios de Sión.
No hace falta ser avispado para advertir que proyectan sobre el diminuto Israel su propia hambre de expansión territorial. Son ellos quienes aspiran a un califato que se extienda desde el Atlántico hasta Indochina, y luego más. En sus escuelas enseñan que España pertenece al islam y deberá ser recuperada. El objetivo más alto no es ahora la creación de un Estado palestino, sino la victoria universal de la fe y la legislación islámicas. Su programa aspira a que rijan las leyes de la sharia, imposibles para la civilización occidental. Como lo expresa el delirante artÃculo 22, hasta la Revolución Francesa es abominable y seguro que las tres famosas palabras –libertad, igualdad, fraternidad– serán sospechosas cuando tomen un firme control del gobierno.
A Hamas, sin embargo, no lo han votado por este programa teocrático- nazi, sino por la corrupción, ineficacia e hipocresÃa de Al- Fatah y los lÃderes de la Autoridad Palestina. Una encuesta revela que el 75% de los palestinos que votaron por Hamas aspiran a la solución de un Estado propio que conviva lado a lado con Israel. Hamas se ha presentado como la única opción que tenÃa las manos limpias. Por lo tanto, no todo está perdido. Hamas deberá demostrar que seguirá con las manos limpias y que mejorará la calidad de vida de su pueblo. Para ello no sólo deberá terminar con la miliunochesca corrupción, suspender los atentados y postergar sus delirios de guerra perpetua, sino aplicarse con seriedad a construir el Estado palestino como los judÃos construyeron su Estado de Israel.
Si no toma esta senda, es probable que sus mismos electores le den la espalda. Hamas no ganó por su fanatismo reaccionario y antisemita, sino por el desencanto de los palestinos. La irresponsable intifada, desencadenada por la bicéfala administración anterior, ha traÃdo el bloqueo de una solución negociada, y un horrible incremento de muertes, represalias, desocupación y miseria. A Hamas ya no le alcanzará con lavarse las manos y echarle la culpa de todo a Israel.
Por eso dije al comienzo que el embrollo palestino se ha vuelto más diáfano. Ahora se conoce sin medias tintas qué piensan y quieren los que asumirán la Autoridad Palestina. No quedan dudas sobre su carácter antisemita, ultramontano, fundamentalista y bélico.
Pero Hamas necesita consentimiento internacional para recibir fondos. Tendrá que demostrar su virtud para liberar a la sociedad de los grupos armados autónomos, restaurar el orden público y darle sustento a una economÃa saqueada. Si pretende seguir recibiendo los miles de millones de dólares que la Unión Europea, Estados Unidos y otros paÃses donaban, tendrá que bajar los decibeles de su fanatismo y actuar con responsabilidad.
Ya no será tan fácil condenar a Israel cuando sanciona a quienes cometen atentados y ya no será tan fácil justificar cada atentado por la pobreza creciente y el interminable sufrimiento. La ocupación israelà puede cesar enseguida, como fue demostrado en la frustrada conferencia de Camp David o con la retirada de Gaza. Pero si cesa la ocupación, ¿con qué excusa encubren la incompetencia y el robo colosal?
Por su parte, Israel no necesita el consentimiento de Hamas para tomar decisiones y, por supuesto, para existir. Tendrá que resignarse a la postergación del acuerdo definitivo que exigen millones de pacifistas israelÃes, cada vez más desilusionados de quienes consideraban "socios para la paz".
Israel enfrentará tres opciones: proseguir con negociaciones estériles a la espera del remoto acuerdo definitivo; tomar posesión de los territorios a largo plazo, como hizo Jordania en 1949, o definir de modo unilateral sus fronteras y que los palestinos del otro lado se las arreglen.
La Hoja de Ruta seguida hasta ahora no parece viable, a menos que Hamas acepte cesar la violencia y reconozca a Israel. Pero significarÃa cambiar la esencia de una ideologÃa rÃgida, a menos que una interpretación teológica confirme que no es pecado mentir a un infiel y, por lo tanto, prometa y reconozca en falso.
La mayorÃa de los israelÃes rechaza seguir con la ocupación de los territorios palestinos. En suma, la lógica hace pensar que si Hamas no brinda claras señales de apaciguamiento, Israel optará por la solución unilateral retirándose de parte de Cisjordania y definiendo sus nuevas fronteras.
No es lo deseable, ni la lógica suele predominar en polÃtica. Lo grave es que Palestina en manos de un Hamas incorregible puede transformarse en un Estado armado caudalosamente por Irán y convertirse, gracias a su centralidad, en el disparador de una guerra masiva que arrastre a toda la región, y más allá también. El embrollo palestino se ha clarificado, pero sigue siendo un angustiante embrollo.
2006-09-11 17:09:20
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answer #3
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answered by morticia_df 3
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