Tanto el capitalismo como el socialismo son el resultado de un devenir histórico determinado en un determinado contexto histórico. En cada uno de ellos se podría hablar de aspectos diferentes. Los modelos socialistas en la práctica han sido y son conocidos, y también los modelos capitalistas que son la mayoría, pero también existen y han existido modelos capitalistas y socialistas teóricos, salvo que sólo se llevan a la práctica los primeros o por lo menos se publicitan más. Brian M. ha expuesto un interesente y breve resumen de la historia del socialismo que deja ver que el socialismo es tan antiguo y el resultado del moderno capitalismo.
Las defensas del capitalismo ya las concocemos también:
que incentiva la superación de los individuos y su libre expresión (qué pobre defensa y reiterativa!!!) pero miente: lo que incentiva son los monopolios, las desigualdades, la injusticia, el despilfarro y la insolidaridad. Sustituye justicia como fundamento esencial, por caridad como voluntad. Considera la sociedad como un grupo de individuos aislados e incentiva la lucha entre ellos. Y lo que es peor convierte en objeto todo y a todos con las terribles consecuencias que todos conocemos. Si fuera tan perfecto no hubiera generado tamañas revoluciones y socialismos que también han tenido grandes defectos, y tampoco fascismos generados por las cíclicas crisis que de vez en cuando genera y que han acabado en hambres y guerras atroces con miles y miles de muertos. En la actualidad el hambre y las guerras se producen en contextos alejados, pero en estos se producen otras guerras internas que nadie ataja por mucha policía y carceles que se construyan. Además el capitalismo promete una felicidad que no veo por ninguna parte donde se da ese sistema.
El socialismo como bien ha expuesto Brian M. está inserto en la idea ilustrada de igualdad y fraternidad, que entiende que la libertad sólo se puede dar si a la vez no se dan las primeras consignas. Y que la igualdad en lo social es lo que genera las diferencias, pues sino sólo unos pocos podrán disfrutar de esas diferencias. Es sin duda el último estadio incumplido de la Ilustración. Y que sus experimentos prácticos hayan salido mal (¿es que acaso los 'experimentos prácticos' del capitalismo han salido mejor para toda la sociedad y no para unos pocos?) no es óbice para no reconocer también que gracias a que el capitalismo lo ha tenido como enemigo cuando ha luchado contra él derramando rios de sangre trabajadora, es por lo que ahora los 'desheredados' y todas las personas en general incluidas las más capitalistas disponene de ciertos derechos igualitarios que parece que con el neoliberalismo actual desaparecerán sino los defendemos.
El capitalismo día a día demuestra su ineficacia social generadora de desarrrollos insostenibles, enfermedades mentales y físicas, corrupciones, y sociedades insostenibles. Demuestra que el último estadio del capitalismo no es más que el estilo mafioso y la violencia. Ahora el que crea que el socialismo es volver a lo tribal, a los religioso, o a lo simplemente medieval, no tiene nio idea. El socialismo sólo desea que la humanidad salga algún dia de la prehistoria en la que todavía se encuentra. Y el que diga la sonada estupidez de que el socialismo es una utopía como algo imposible, se le debería recordar que el capitalismo también lo fue, y que como creación no está en ninguna 'naturaleza humana'.
Cualquier capitalista sabe muy bien que trabajando únicamente no se ha hecho millonario. Si 'únicamente' trabajas no pasas de ser trabajador toda tu vida. Eso de que el capitalismo premia el trabajo es una falacia, lo que premia es la trampa y el abuso. Y ello es un hecho objetivo.
2006-09-03 16:28:56
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answer #2
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answered by luzvelorio 4
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socialismo
Los primeros socialistas modernos
El socialismo moderno nació durante el más o menos medio siglo que va desde la Gran Revolución Francesa hasta las revoluciones de 1848. También lo hizo la democracia moderna. Pero no nacieron unidos como hermanos siameses. Al comienzo, se movieron sobre líneas separadas.
¿Cuándo se cortaron ambas líneas por primera vez?
A partir del naufragio de la Revolución Francesa crecieron diferentes tipos de socialismo. Consideraremos tres de los más importantes a la luz de nuestra pregunta.
1) Babeuf: El primer movimiento socialista moderno fue dirigido en la última fase de la Revolución Francesa por Babeuf ("la conjura de los Iguales"), concebido como una continuación del jacobinismo revolucionario con el añadido de un objetivo social más consistente: una sociedad de igualdad comunista. Es ésta la primera ocasión en la era moderna en la que la idea socialista se une a la idea de un movimiento popular, una combinación de enorme importancia.
Esta combinación da lugar inmediatamente a una pregunta crítica: ¿Cuál es exactamente la relación que en cada caso se concibe entre esta idea socialista y este movimiento popular? Ésta es la cuestión clave para el socialismo durante los siguientes 200 años.
Los seguidores de Babeuf entienden esa relación de la siguiente forma: el movimiento de masas popular ha fracasado; parece que el pueblo ha vuelto la espalda a la revolución. Sin embargo, el pueblo sufre y necesita el comunismo, nosotros lo sabemos. La voluntad revolucionaria del pueblo ha sido derrotada por una conspiración de la derecha: necesitamos una conspiración de la izquierda para recrear el movimiento popular, para llevar a cabo la voluntad revolucionaria. Debemos, por tanto, tomar el poder. Pero el pueblo ya no está preparado para ello. Por tanto, es necesario que nosotros tomemos el poder en su nombre, para elevar el pueblo hasta esa altura. Esto exige una dictadura temporal, que en verdad es de una minoría; pero sería una dictadura educativa, con el propósito de crear las condiciones que harían posible el control democrático en el futuro (En este sentido son demócratas). No sería una dictadura del pueblo, como lo era la Comuna, menos aún del proletariado; se trata, francamente, de una dictadura sobre el pueblo, con muy buenas intenciones.
Durante algo más de los 50 años siguientes, la concepción de la dictadura educativa sobre el pueblo permaneció como el programa de la izquierda revolucionaria: a través de las tres B (Babeuf, Buonarroti y Blanqui) y, con la palabrería anarquista añadida, de Bakunin. El nuevo orden será donado al sufriente pueblo por la banda revolucionaria. Este típico socialismo desde arriba es la primera y más primitiva forma de socialismo revolucionario, pero todavía hay admiradores de Castro y de Mao que creen que es la última palabra en revolucionarismo.
2) Saint Simon: Saliendo del periodo revolucionario, una mente brillante tomó un rumbo totalmente diferente. Lo que empujó a Saint Simon era su repulsión a la revolución, al desorden y a los disturbios. Lo que le fascinaban eran las potencialidades de la industria y de la ciencia.
Su visión no tenía nada que ver con algo parecido a la igualdad, la justicia, la libertad, los derechos del hombre o pasiones semejantes: a él le interesaban solamente la modernización, la industrialización, la planificación, divorciadas de las anteriores consideraciones. La industrialización planificada era la llave del nuevo mundo, y, obviamente, la gente que llevaría esto a cabo eran las oligarquías de financieros y de hombres de negocios, científicos, tecnólogos, dirigentes. Cuando no apelaba a tales sectores, Saint Simon pedía a Napoleón o a su sucesor Luis XVIII que implementasen proyectos de una dictadura real. Sus proyectos cambiaban, pero todos ellos eran completamente autoritarios, hasta la última ordenanza planificada. Racista sistemático e imperialista militante, era un rabioso enemigo de la misma idea de igualdad y libertad, que odiaba como descendientes de la Revolución Francesa.
propio Marx pasó en su juventud por el estadio más primitivo, tal y como el embrión humano surgió pasando por el estadio branquial; expresándolo de otro modo, una de sus primeras inmunizaciones la logró cogiendo la más omnipresente de todas las enfermedades, la ilusión en el déspota salvador. Cuando Marx tenía 22 años, el viejo káiser murió, y Federico Guillermo IV accedió al trono entre los hosanas liberales y en medio de la expectación de reformas democráticas desde arriba. Nada de eso ocurrió. Marx nunca volvió a esa idea que ha endemoniado a todo el socialismo con sus esperanzas en dictadores o presidentes salvadores.
Marx se incorporó a la política como editor de un periódico que era el órgano de la extrema izquierda de la democracia liberal en la industrializada zona del Rin, y pronto se convirtió en la principal expresión editorial de toda la democracia política en Alemania. Su primer artículo fue una polémica en favor de una ilimitada libertad de prensa frente a cualquier censura estatal. Cuando el gobierno imperial impuso su destitución, Marx estaba ya en contacto con las nuevas ideas socialistas que llegaban de Francia. Cuando este destacado portavoz de la democracia liberal se hizo socialista, todavía vio en esta tarea el triunfo de la democracia, aunque ahora democracia tenía un significado más amplio. Marx fue el primer pensador y dirigente socialista que llegó al socialismo a través de la lucha por la democracia liberal.
En notas manuscritas hechas en 1844, rechazó el existente "comunismo vulgar" que negaba la personalidad humana, y aspiraba a un comunismo que sería un "humanismo totalmente desarrollado". En 1845, él y su amigo Engels elaboraron una argumentación contra el elitismo de una corriente socialista representada por Bruno Bauer. En 1846 organizaron los "Comunistas democráticos alemanes" en el exilio de Bruselas, y Engels escribió: "en nuestra época, democracia y comunismo son la misma cosa". "Solamente el proletariado será capaz de fraternizar realmente, bajo la bandera de la democracia comunista...".
Al elaborar el primer punto de vista que unía la nueva idea comunista con las nuevas aspiraciones democráticas, entraron en conflicto con las sectas comunistas existentes, como la de Weitling, que soñaban en una dictadura mesiánica. Antes de unirse al grupo que se convertiría en la Liga Comunista (para la que escribirían el Manifiesto Comunista), exigían que la organización dejara de ser una élite conspirativa del viejo tipo y se transformase en un abierto grupo de propaganda, que "todo aquello que lleva a un autoritarismo supersticioso sea eliminado de los estatutos", que el comité dirigente fuese elegido por el conjunto de los miembros, contra la tradición de "decisiones desde arriba".
"Para cambiaros a vosotros mismos y capacitaros para la dominación política": éste es el programa de Marx para el movimiento obrero, en contra tanto de aquéllos que dicen que los trabajadores pueden tomar el poder cualquier domingo como de los que dicen que nunca podrán hacerlo. Así nació el marxismo, en lucha autoconsciente contra los abogados de la dictadura educativa, de los dictadores salvadores, de los revolucionarios elitistas, de los comunistas autoritarios, de los bienhechores filantrópicos y de los liberales burgueses. Éste era el marxismo de Marx, no las monstruosas caricaturas que, con tal etiqueta, predican los profesores del establishment, que se estremecen con el irreconciliable espíritu de oposición revolucionaria al status quo capitalista existente en Marx, y también los estalinistas y neo-estalinistas, que tienen que ocultar que Marx declaró la guerra a todos los de su género.
"Finalmente fue Marx quien enlazó las dos ideas de socialismo y democracia" porque él desarrolló una teoría que hacía posible por primera vez esa síntesis. (La cita es de la autobiografía de H. G. Wells. El inventor de las utopías, del socialismo desde arriba, más lóbregas de toda la literatura, aquí denuncia a Marx por este paso histórico.)
El corazón de la teoría es la siguiente proposición: existe una mayoría social con interés y motivos para cambiar el sistema, y que la intención del socialismo puede ser la educación y la movilización de esta masa mayoritaria. La clase explotada, la clase obrera, es, en definitiva, la fuerza motriz de la revolución. Por tanto, un socialismo desde abajo es posible, sobre la base de una teoría que ve las potencialidades revolucionarias en las amplias masas, incluso si parecen atrasadas en determinado momento y lugar. El Capital, al fin y al cabo, no es otra cosa que la demostración de la base económica de esta perspectiva.
Sólo una teoría del socialismo obrero de este tipo hace posible la fusión del socialismo revolucionario con la democracia revolucionaria. No estamos ahora argumentando nuestro convencimiento de que esta creencia está justificada, sino únicamente insistiendo en la alternativa: todos los socialistas o pretendidos reformadores que la repudian están obligados a asumir algún tipo de socialismo desde arriba, ya sea reformista, utópico, burocrático, estalinista, maoísta o castrista. Y así lo hacen.
Cinco años antes del Manifiesto Comunista, un joven de 23 años recientemente convertido al socialismo escribía todavía dentro de la vieja tradición elitista: "Podemos reclutar adherentes en aquellas clases que han gozado de una bastante buena educación, esto es, en las universidades y entre los comerciantes..." El joven Engels aprendió rápido; pero este obsoleto juicio está todavía entre nosotros.
Ser socialista (5) es el compromiso que se asume con una forma de vida, lo cual no debe entenderse como una "obligación" ante los otros, sino que nos "obliga" a vivir como hemos elegido y que es la que más felices nos hace. En última instancia no es otra cosa que la imagen de sí mismo ante uno mismo lo que se está defendiendo. Esta cosmovisión, síntesis de una teoría y práctica cotidiana, resulta ser independiente de a cual de las decenas de aditamentos se le pretenda colgar al sustantivo socialista. Salvo el stalinismo, que está fuera de discusión de si entra o no en el socialismo(6) por sus reconocidas desviaciones autoritarias y antidemocráticas, el resto de las variantes hacen a un todo que en su momento no quiso ser visto por algunos como un sujeto/objeto unívoco e indivisible. Obviamente que hablar en política de un todo no significa hablar de homogeneidad idéntica entre los individuos que transportan la característica de una identidad ideológica mayor que los engloba. Hay diferencias entre unos y otros -y afortunadamente que las hay-, caso contrario estaríamos frente al triste espectáculo de robots políticos que piensan, actúan y sienten -¿sienten?- de manera idéntica, pero sin capacidad de cuestionarse la realidad y la irrealidad de los episodios que pasan por la vida cotidiana. Sin embargo, esas diferencias más que separar deben unir. Esto es algo así como la metáfora del Archipiélago, que dice que son un conjunto de islas que están separadas por aquello que las une. Un elemento común, el agua, es lo que separa y a la vez une a las islas en ese conjunto que geográficamente se define como Archipiélago.
o es este el momento en que pienso que sea prudente hacer un análisis intelectual acerca del socialismo, del comunismo real en particular o de la izquierda en general. Análisis intelectuales y de tipo cognoscitivo ya se han hecho por millares, algunos fructíferos y otros que han pasado sin pena ni gloria alguna para la historia del pensamiento y de las ideas políticas. Caracterizar a los diferentes partidos, fracciones, grupos y grupúsculos que han pretendido ser camaradas de identidad política es una tarea improba e innecesaria; los ha habido (y los hay) en cantidades industriales(7). En este momento sólo necesito expresar porqué, pese a todos los fracasos que ha tenido el campo obrero durante los últimos seis años, que van del 89 al 97, sigo sintiendo la necesidad (8) de continuar identificándome como un socialista más. En un plano eminentemente cognoscitivista -que quiero evitar, pero al que mis desviaciones profesionales me obligan- podría decir que es a consecuencia de que no tolero más en mi interior la disonancia cognitiva que me produce esta situación y que, consecuentemente prefiero, de manera caprichosa, seguir maximizando las alternativas positivas de la vertiente que elegí en su momento, hace ya más de tres décadas y media. Pero saliendo de ese limitado y limitante campo de análisis diré -al igual que otros muchos que todavía no se atreven a decirlo en voz alta- que también el socialismo es, fundamentalmente, un sentimiento, una pasión, puestos al servicio de un ideal solidario e insumiso.
El socialismo significó -y así espero que siga significando- una alta cuota de honestidad política. Esto no está dicho en los términos de los clásicos discursos de barricada para lograr votos o tontos que a uno lo síganme(16). Está dicho con todo el significado y significante que pueda estar puesto en ellas. El socialismo es y fue no sólo el de Carlos Marx, sino que también fue y es el de la Luxemburgo. El socialismo no es ni fue un fin en si mismo que justificara cualquier medio empleado para llegar a la meta propuesta. El socialismo era una forma de vida que servía -y sirve- para alcanzar objetivos. Nada más, que no es poco. Era, y continúa siéndolo, un medio y nunca un fin. Era una herramienta de trabajo político, ya que quienes en su momento adherimos a él lo hicimos convencidos de que por ahí pasaba el tren de la historia (17). Pero era una historia pensada e imaginada en los términos del progreso, del bienestar; la lucha de clases era un instrumento para lograr una sociedad enteramente justa, no sometida, libre y democrática. Pero no fue así, desde el comienzo Moscú comenzó a hegemonizar autoritariamente la vida democrática de los diferentes partidos comunistas nacionales, a la par que intentaba terminar con las formas -quizás algo ingenuas- de las socialdemocracias. El Partido Comunista no fue capaz de ofrecer a los jóvenes aquello que buscábamos, en tanto que otras formas de expresiones socialistas a veces se quedaban cortas en sus pretensiones o declaraciones revolucionarias, para lo que eran nuestras demandas. Pero lo peor, es que aquellas otras estructuras políticas solo se preocupaban de hablarnos mal del comunismo, con un discurso semejante al que podía vender el Selecciones del Reader's Digest.
En realidad -lo que actualmente estoy pretendido analizar- nos dice que el malo de la película -por entonces- no era el tradicional imperiocapitalismo que se devoraba a sus hijos y a los hijos de los Otros, sino que el malo era el Partido de Stalin que gobernaba desde Moscú. Nos cambiaron la cara a los tantos. Algunos optamos por seguir en la lucha como francotiradores aislados y aparentemente delirantes. Otros se fueron. Otros se quedaron en las estructuras. Me olvidaba, otros -y no pocos- cayeron asesinados por las balas de las dictaduras, siempre proclives a hacer blanco certero entre los socialistas y comunistas de cualquier fracción que se tratare.
2006-09-03 15:37:29
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answer #4
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answered by brian m 4
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